20 animales que ver y fotografiar en un safari en Botswana

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20 especies animales que ver y fotografiar en un safari en Botswana

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Un destino ideal para amantes de los animales. De eso se trata Botswana, de un viaje a la naturaleza más auténtica, de la suerte de ser testigos del ciclo de la vida en los humedales del Delta del Okavango, en reservas como Moremi, en los canales de Savuti o en las orillas del río Chobe donde llega la mayor concentración de elefantes que se conoce en el Planeta Tierra. El país del sur de África, del que siempre digo me parece el mejor para hacer safaris de ensueño, recoge las huellas de un número ingente fauna que se deja observar y fotografiar en libertad. Pero, ¿cuáles son esas especies que podemos encontrar en Botswana?

León macho en Chobe (Botswana)

Hoy os propongo que nos subamos a un 4×4, agarremos la cámara, tomemos papel y lápiz y hagamos una selección de 20 especies animales que ver y fotografiar en un safari en Botswana. Se trata, en realidad, de un tipo de checklist que ir tachando en un viaje de estas características. Y es que las especies más impresionantes están ahí esperándonos. ¿Empezamos?

Breve guía de fauna de Botswana

He tenido la fortuna de haber ido dos veces a Botswana. En la última ocasión me embarqué en una aventura de dos semanas haciendo un safari móvil con mi amigo Isaac (Chavetas) en la que utilizamos los servicios de Mopane Game Safaris, una empresa española que trabaja en la zona y cuyo concepto nos convenció por muchas razones. Ofrecen recorridos intensos con muchas horas de safari con guías expertos, acampando en el corazón de los parques en campamentos móviles súper equipados y muy recomendados para quienes no nos cansamos de pasarnos un día detrás de otro observando a fauna. Y para quienes consideramos un sueño cumplido irse a dormir cada noche acunados por los rugidos de los leones y las risas traviesas de las hienas…

Sele en Botswana

Aquel safari móvil en Botswana nos permitió desconectar por completo (Sin cobertura… ¡móviles fuera!) para conectar con la naturaleza que se desplegaba delante de nosotros como si nada. Que nos ofrecía momentazos como un desayuno con elefantes cruzando plácidamente, rastreos de película con final feliz o escenas con leones muy por encima de nuestras posibilidades. No me equivoco si digo que a día de hoy ha sido el mejor safari que he hecho en mi vida.

Una de las cosas que siempre repito a la hora de hacer un safari es que «dependemos de la suerte, de lo que Madre Naturaleza quiera mostrarnos» (Viene de 20 consejos para hacer un safari en África). Pero eso sí, debemos estar preparados y saber qué es lo que nos podemos encontrar. Por tal razón viene bien saber qué podemos ver en Botswana y plantearnos objetivos de cara a este sensacional viaje.

Un elefante pasa por delante de un coche de safari móvil en Botswana

A continuación os muestro una selección de 20 especies de animales que habitan libremente los parques y reservas de Botswana y con los que, si la suerte nos acompaña, tendremos la posibilidad de cruzarnos en el camino:

Leones: Sus carnívoras Majestades

Dicen que el león es el Rey de la selva. Y no cabe duda que se comporta como un monarca absolutista de los de antes. El león macho que gobierna una manada es respetado y, sobre todo, temido por sus todos su súbditos, es el primero en comer cuando hay una presa plenamente dispuesta, no se conforma con cualquier bocado del botín y los asuntos del reino se los deja a una cohorte de hembras que cazan por él y para él. También es dormilón, llegando a pasar casi veinte horas al día tumbado a la bartola bajo un árbol que le de sombra. ¿Él qué ofrece entonces? Protección a su tropa y temor a sus enemigos, que no osarán en meterse con el carnívoro más grande de África. Ni con su familia.

León macho en Chobe (Botswana)

En Botswana irse sin ver leones no se contempla, aunque en ocasiones (raras) ha llegado a suceder. Pero entre Moremi y Chobe hay tal cantidad de ellos que es extraño que se nos escape alguno (La zona del canal de Savuti, en Chobe, es el paraíso de los grandes depredadores). Los más escurridizos son los machos, esos grandes líderes que se pasan durmiendo buena parte de la jornada. Eso sí, cuando se los observa de pie te dejan helado. Y comiendo una presa más aún.

León macho bostezando en Moremi (Botswana)

El león en su trono pero en acción las que suelen estar son las hembras, voraces y fortachonas cazadoras que llevan a sus cachorros con ellas a sus quehaceres más sangrientos. Les educan en la estrategia y, en definitiva, en las distintas formas de matar aprovechando no sólo la fuerza sino también la inteligencia. Son absolutamente oportunistas. Si ven la ocasión de hacerse con una presa lo intentan, aunque acaben de comerse un búfalo y estén a reventar.

Leones cazando un búfalo en Botswana

En un safari uno se da cuenta de que la película de El Rey león está demasiado dulcificada. Simba no era más que un gatito inocente, Nala desprendía demasiada bondad y el pobre Mufasa no podía ser más blandengue. En la sabana se ven más personajes del tipo Scar. Pero son necesarios para sobrevivir y que el ciclo de la vida siga su curso…

Leopardos: La elegancia tiene un nombre

Siempre van solitarios los leopardos. Es ley de vida. Los machos se desocupan de su descendencia apenas unos instantes después de la cópula. Y las hembras no se llevan al trabajo a sus hijos hasta que son más mayores (muchas veces los esconden como pueden hasta que ellas llegan). Estas hermosísimas criaturas de ojos claros y célebre pelaje moteado gustan de usar los senderos de arena para trasladarse de un sitio a otro. Eso significa que nos dan demasiadas pistas para su rastreo, pero no deben ser suficientes porque se trata de un ser excesivamente escurridizo (pongamos que cada 10 leones se puede ver 1 o ningún leopardo).

Leopardo cazando un impala en Moremi (Botswana)

Muchas veces se les puede observar en las ramas gruesas de los árboles, donde nadie les molesta (ni sus enemigos los leones ni las hienas acosadoras) y además pueden llegar a subirse su comida. Les encantan los impalas, y si son machos mucho mejor, puesto que así pueden encajar en una rama el cadáver que se van a comer gracias a su cornamenta. Y de paso evitan que otros carnívoros carroñeros les roben el botín.

Leopardo en Botswana

Su táctica se basa en la velocidad y la fuerza. Pocos carnívoros corren más que ellos (los guepardos, por ejemplo). Y en África poderlos admirar es un regalo. No sucede muchas veces. Incluso puede que ninguna. Así que prestar atención es básico. Tanto como la suerte. Quién sabe…

No te pierdas el relato titulado Tras las huellas del leopardo en Botswana donde os cuento un rastreo inolvidable buscando al felino.

Elefantes: En realidad, los verdaderos dueños del territorio

Pocas cosas imponen más que tener al lado del coche un elefante africano. O una manada entera… Cuando eso sucede uno se da cuenta de que los verdaderos reyes del chiringuito son ellos. ¡Los leones se van corriendo en cuanto les ven llegar! De hecho en Savuti presenciamos una carga de elefantes contra tres leonas que acababan de cazar un ñu en una charca. Los grandullones no querían a estas «gatitas» cerca de ellos mientras se daban un baño, así que no tuvieron reparo en echarlas a cabezazos. Y cualquiera se enfrenta a un bicho de más de cinco toneladas…

Elefantes y leona en Savuti (Botswana)

Botswana es probablemente el país de África con mayor número de elefantes. Y el Parque Nacional Chobe su espacio preferido, sobre todo a orillas del río del mismo nombre. El momento de verlos bañarse en charcas, lagunas o cursos fluviales cuando aprieta el calor es maravilloso. Se revuelcan, se echan agua los unos a los otros y se divierten como niños en una bañera con sus juguetes.

No exagero si digo que en nuestro último safari a Botswana hubo días en que pudimos ver a más de un centenar de ellos (e incluso desayunar a su lado en el campamento móvil). Ya sólo en el río Khwai (no confundir con tailandés Kwai de la famosa película), en la confluencia entre Moremi y Chobe, había tantos elefantes en el agua que cuando íbamos por cincuenta dejamos de contar.

Elefantes en Moremi (Animales que ver en Botswana)

Son asustadizos pero tienen bastante mala uva cuando se sienten amenazados. Eso sí, suelen dar varios avisos antes de hacer una carga. Y escucharles barritar pone los pelos de punta. Ellos se encargan también de la Banda Sonora de Botswana entre barritos y crujidos de árboles (no paran de comer ramas y raíces y para ello devastan amplias extensiones de parque). Que no os engañen, los verdaderos reyes de la selva son ellos…

Búfalos: La manada es su razón de supervivencia

Llevamos tres de los Big Five y aquí está el cuarto de los que podremos ver en Botswana (el quinto es el rinoceronte, pero es 99,99 imposible verlo en un safari corriente en Chobe o Moremi). Los búfalos, con su característico cráneo-cornamenta, se les suele ver en grandes grupos. Sólo así pueden repeler los ataques de grandes depredadores (leones mayoritariamente, aunque se sabe que los leopardos atacan también a las crías) aprovechando su número y su increíble fuerza. Cuando uno de los miembros de la manada se hace viejo se separa para vivir en soledad sus últimos días. A veces puede llegar a suceder que se junten con otros miembros que se han quedado solos, y sean así más peligrosos, o que se limiten a sobrevivir contando los días que les quedan para ser devorados por una manada de leones. Raro es el búfalo que muere por razones de edad. Muy raro.

Búfalos bañándose en Sabi Sand (Parque Nacional Kruger de Sudáfrica)

El vivir constantemente amenazados les hace estar preparados para embestir en cualquier momento. Sus enemigos saben que no les basta con morder, puesto que tienen la piel gruesa y dura como una barra de acero, por lo que tienen que recurrir a no hacer el trabajo solos o conformarse muchas veces con una inocente cría, mucho más fácil de capturar y de abrir con los colmillos. Son muchos los documentales los que nos han mostrado ya a los búfalos embestir a un león y dejarlo muerto del golpe. Así que ojito con los búfalos, que no son presas fáciles.

Guepardos: La velocidad tiene premio

El terror de gacelas e impalas es el considerado como animal terrestre más veloz que existe no sólo en África sino en todo el Planeta Tierra. Su gran vista y poder correr a más de 100 km/hora en tramos de hasta 500 metros lo convierten en un auténtico peligro para numerosas especies de antílopes de pequeño y mediano tamaño. Mucha gente tiende a no diferenciar bien al guepardo y el leopardo, los cuales tienen menos que ver de lo que parecen, salvo que son felinos, carnívoros y tienen manchas. Los guepardos son algo más pequeños y estilizados, con patas más largas y unas inconfundibles lineas negras que bajan de los ojos a la boca. Son más dóciles que el leopardo y los machos suelen ir con sus hermanos, ya que es la madre la que los abandona cuando dejan de ser cachorros y ya pueden cazar por sí mismos. Las hembras sí que son solitarias.

Guepardo visto de safari en el sur de África

En Botswana, si bien hay más guepardos que en casi ningún país del sur de África, no se dejan ver demasiado puesto que los turistas de safari pueden llegar a romper su capacidad de sorpresa, esencial a la hora de cazar. Y eso les incomoda mucho. De hecho sólo he tenido la ocasión de verlos por casualidad en el Parque Kruger de Sudáfrica, mientras que en las dos veces que he ido a Botswana no ha habido manera de encontrarlos. Nos tuvimos que conformar con sus huellas.

Licaones: La efectividad tiene un nombre

Es una especie muy difícil de ver en África, aunque el sur del continente y, sobre todo, Botswana, ofrecen la oportunidad de observar y fotografiar al licaón. Se trata de un cánido, un perro salvaje que se asemeja además a las hienas (que no tienen nada que ver con los perros). Realmente parece una mezcla de ambas, aunque su comportamiento no es el mismo. Y lamentablemente existen cada vez menos licaones en África, lo que resulta una pena porque son unos animales preciosos, con unas pintorescas orejas ovaladas. Pero, ante todo, aunque no lo parezcan, son una auténtica máquina de matar. Es el depredador con mayor efectividad en sus cacerías. Se ha constatado que las jaurías de licaones tienen acierto en 9 de cada 10 de los ataques que efectúan. Se aprovechan de su número, la voracidad de sus miembros y, sobre todo, de las emboscadas que preparan a sus objetivos (gacelas, impalas y otros antílopes, además de aves y mamíferos pequeños).

Los licaones son complicados de ver en Botswana, pero de vez en cuando se da un golpe de suerte

Tanto en Moremi como en Chobe hay probabilidades de ver alguna jauría (muy pocas veces miembros solitarios), pero esto tiene un grado de complejidad bastante importante. Hace falta muchísima suerte. En nuestro último safari en Botswana afortunadamente la tuvimos. Los observamos junto al Third Bridge de Moremi, en Savuti e incluso en el norte del Chobe.

Hienas: Las carroñeras inteligentes

Allá donde ha habido una masacre y olor a sangre fresca, donde la putrefacción de la carne no se puede disimular, es muy probable que haya un corrillo de hienas alborotando alrededor del cadáver. Son aparentemente torpes, pero las hienas son más inteligentes y fuertes de lo que cualquiera se podría imaginar. Su mandíbula puede llegar a ser más poderosa que la de un león, perfecta para desgarrar y arrancar la carne de sus presas, que no siempre están muertas, puesto que son excelentes cazadoras.

Hiena por la noche

Su presencia en Botswana es abundante, pero son más fáciles de observar y, sobre todo, sentir cuando llega la noche. Durante las horas de calor se esconden en una especie de madrigueras que ellas mismas excavan bajo tierra. Y el resto del tiempo deambulan dando aullidos que quienes acampan dentro de los parques escucharán con absoluta seguridad. De hecho se acercan a los campamentos durante la noche cuando todos se acuestan y rebuscan si ha quedado algo de comida fuera.

Precisamente en Botswana, en mi primera vez en el país, tuve una experiencia con ellas que conté hace tiempo en un relato al que titulé Noche de hienas.

Hipopótamos: Aquí no te venden pañales

Si piensas que los hipopótamos son tan adorables y cariñosos como los de los anuncios de pañales que ponían en la TV en los ochenta, te equivocas por completo. Estas «criaturitas» que pueden llegar a pesar hasta tres toneladas son bastante territoriales y muestran una extrema agresividad cuando se sienten amenazadas (lo que es casi siempre). Este animal semiacuático tiende a permanecer durante todo el día dentro del agua alimentándose de las hierbas que hay en el suelo, aunque por las noches sale fuera para seguir comiendo pastos y llegan a hacer grandes trayectos terrestres (se observa en las huellas que hay en muchos caminos o barrizales).

Hipopótamo en el Chobe (Botswana)

A pesar de su grosor pueden llegar a correr (tanto dentro del agua como fuera de ella) hasta a 40 km/hora. Generalmente se les ve en charcas, lagunas o ríos. En el río Chobe se pueden observar y fotografiar decenas de ellos, muchas veces comiendo fuera del agua. Si se va navegando en mokoro (canoa típica de Botswana) o en algún tipo de embarcación, lo único que hay que hacer es no cerrarles el paso (siempre que tengan opción para salir) y, por supuesto, no acercarse demasiado. La prudencia es no sólo una virtud sino una exigencia en todo viaje de naturaleza que se precie.

Las mejores fotos a hipopótamos se hacen cuando bostezan y dejan ver una boca en la que podría caber África entera, así como cuando luchan entre ellos (las crías juegan a «pegarse» para ir aprendiendo).

Jirafas: El tamaño importa

Antigüamente se creía que la jirafa era una curiosa mezcla de camello con leopardo (extraterrestre, diría yo) y por eso su nombre científico es Giraffa camelopardalis. Hay que reconocer que es un animal original. De eso no cabe duda. Sólo su cuello puede llegar a medir hasta dos metros de largo con objeto de llegar a alcanzar bien las hojas con las que se alimenta en las copas más altas de los árboles. Para arrancarlas utiliza su segundo músculo más fuerte, la lengua, con un retorcimiento digno de ver en directo.

Jirafa en Botswana

En Botswana se ven muchas jirafas, tanto en Moremi, como en el Chobe, así como en otros parques del país. Algunas veces van solas y en su mayor parte en grupos de hasta treinta ejemplares. Prefieren las zonas abiertas donde poder huir fácilmente de sus enemigos, los leones, que conocen a la perfección de sus vulnerabilidades (tienen una gestación de un año y tres meses de duración) y de que una jirafa muerta es un botín muy preciado para que la camada se alimente durante varios días.

Jirafas (animales que ver en Botswana)

Son asustadizas, por lo que cuando se va con el coche en un safari hay que permanecer con extremo silencio o echarán a correr a otro lado más seguro con sus patitas cortas. Una de las mejores fotos que se puede tomar de una jirafa es cuando bebe agua y tiene que agacharse casi por completo extendiendo lateralmente las patas. Es uno de los instantes en que son más débiles ante posibles ataques.

Cebras: Un pijama a rayas para despistar a sus enemigos

Uno de los momentos más enternecedores en un safari es cuando dos cebras descansan poniendo la cabeza de una sobre la otra. Da la sensación que se están abrazando. Pero realmente están proporcionándose una visión de 360 grados la una a la otra para mantenerse prevenidas ante la llegada de un depredador que intente cazarlas. Muchas parejas de cebras de este tipo se dejan ver en países africanos entre los que se encuentra, por supuesto, Botswana, sobre todo en espacios abiertos al igual que otros herbívoros que saben que en lugares frondosos puede estar su perdición.

Cebras en Botswana

Dicen que las rayas son un camuflaje para sus enemigos que no distinguen colores, incluso que les despistan cuando salen corriendo. También les protegen de las picaduras de tábanos y mosquitos así como que son reguladores naturales de temperatura. Sirven, en realidad, para un montón de cosas, pero si nos fijamos meramente en el lado estético hacen de las cebras uno de los mamíferos más elegantes que podemos encontrarnos y fotografiar en un safari.

Impalas: Bocatto di Cardinale

Nacidos para ser comidos. Un buen amigo me dijo una vez que si un Parque Natural africano fuera un McDonalds los impalas no serían más que unos apetitosos nuggets de pollo. Son cazados por leones, leopardos, guepardos, hienas y licaones (casi nada). E incluso por cocodrilos o serpientes pitón de gran tamaño. Siempre dispuestos en manadas gigantescas comiendo hierba y pendientes de todos los peligros que les acechan son probablemente los herbívoros que más tensión muestran en todo momento. Y no es para menos, la verdad.

Impalas en Botswana

Los machos poseen cuernos que los leopardos encuentran ideales para encajarlos en las ramas más gruesas de los árboles para poderlos devorar a gusto y sin que nadie ni nada les moleste. Desprenden una serie de señales visuales y olfativas cuando huyen para que alertar de la presencia incómoda de carnívoros. Las bandas blancas detrás, así como unas feromonas muy olorosas que expulsan cuando saltan, sirven a otros impalas para saber que tienen que salir corriendo de donde están lo antes posible.

Impalas macho en Botswana (El animal que más se ve en todo safari en África)

Si en un safari fotográfico se hiciera una lista con los animales vistos en más ocasiones, el impala la encabezaría sin discusión alguna. La verdad que están en todas partes. Por detrás los lechwes, más propios de las zonas húmedas, cuya sabrosa carne entusiasma también a los leopardos.

Kudus: La belleza del gran antílope

Sin duda uno de los antílopes más hermosos de África es el kúdu. Su cornamenta enrevesada en sí misma es tan sólo la corona de un gran herbívoro que pesa más de trescientos kilos pero que puede llegar a saltar dos metros como si cuando lo necesitara se volviera ligero como una pluma. Muy diferentes los machos de las hembras en tamaño (dimorfismo sexual), se dejan ver ocasionalmente entre matorrales. Ellos siempre van solitarios, mientras que las hembras se juntan llevando a sus crías con ellas.

Kudus en Botswana

A pesar de que queda apenas un 1% de kudus de lo que había hace un siglo, y es una especie extinta en muchos países africanos, en Botswana son bastante fáciles de ver.

Antílopes sable: Entre un caballo y una cabra

Si antes comentaba lo de la mezcla de leopardo y camello para denominar científicamente a la jirafa, en el caso del antílope sable se habla de Hippotragus, que viene a ser la conjunción de dos palabras como caballo y cabra. Con una longitud de unos tres metros, pelaje oscuro y cuernos con forma de cimitarra, he aquí una de las piezas más preciadas por los cazadores furtivos (lamentablemente). Se esconden en zonas frondosas, por lo que unido a la disminución de su población, los convierte en uno de los objetivos más deseados en los safaris fotográficos en Botswana y otros países del sur de África.

Antílope sable

Jabirúes africanos: Las cigüeñas más hermosas de África

Y entre mamífero y mamífero, ¿qué pasa con las aves? Botswana resulta un país excepcional para avistar pájaros, todo un paraíso para ornitólogos y amantes de aquellos que envidiamos por saber volar. Sólo en la zona del Delta del Okavango y alrededores se calcula que hay casi medio millar de especies de aves. Una de las más pintorescas y hermosas para retratar es el jabirú africano, una versión 2.0 de la cigüeña de toda la vida pero con mucho más color. Se la suele ver caminando por humedales y orillas de los ríos aprovechando sus larguísimas patas en busca de peces que llevarse con un característico pico rojo, negro y amarillo.

Jabirú africano

Tocos de pico amarillo (o pico rojo): Zazú, el pájaro sabelotodo de El Rey León

Para ver jabirúes deberemos estar atentos porque no se prodigan tanto. Por lo menos si los comparamos con los tocos, que se ven en cada momento a lo largo de todo el país. Se trata de un tipo de cálao que recuerdan ligeramente a los tucanes que sobrevuelan las selvas latinoamericanas. Aquí la variedad del pico no es tanta. O son de pico rojo o son de pico amarillo, mientras que el plumaje es grisáceo. El pájaro de El Rey León que no para de dar consejos a Simba en la película de dibujos animados de Disney es precisamente un toco. Y muy parlanchín. Como los de verdad…

Toco de pico amarillo (Ave que se puede ver fácilmente en Botswana)

Cocodrilos: Reptiles siempre al acecho

No faltan en lagos, ríos y hasta en diminutas charcas. Si no les ves puede ser porque se encuentren debajo del agua, aunque lo seguro es que ellos te hayan visto a ti primero. Cuando se sitúan fuera es porque están absorbiendo los rayos de sol, muchas veces con la boca abierta como si estuvieran pasmados. Pero siempre, sin excepción, van buscando la oportunidad de atacar a un incauto animalillo (elefantes inclusive) que acuda a beber a su acuático territorio.

Cocodrilo a orillas del río Chobe (Botswana)

Donde más cocodrilos se puede observar en un viaje de safari por Botswana es en el río Chobe, al norte del país. Casi siempre en las orillas al sol o asomando tímidamente sus ojos por encima del agua. Lo extremadamente difícil, algo aplicable a casi cualquier miembro del reino animal, es verlos cazar una presa. Lo hace en cuestión de segundos y revuelve a la pieza dentro del agua hasta que lo devora sin dejar rastro. Y se marcha como si nada hubiera sucedido.

Chacales: Pasaban por ahí…

Los chacales son auténticos merodeadores. Allá donde ha habido una masacre siempre hay rondando un chacal como si nada. No es de extrañar que la civilización egipcia los identificara con la muerte porque suelen formar parte de su escenario. Y es que, aunque estos cánidos saben cazar bien, también aprovechan las circunstancias para ser carroñeros (el hambre manda). Solos o en parejas se les ve correteando por los lugares, como si siempre estuvieran con prisas. Se detienen únicamente ante los cadáveres de aquellos animales que se quieren comer. Aunque suelen tener antes que ellos a grandes depredadores como las hienas, e incluso a los buitres, que son los primeros en acercarse a la escena del crimen.

El chacal es uno de los animales que más se pueden ver y fotografiar en Botswana

Zorros orejudos: Emblema en los parques naturales de Botswana

Al pequeño Otocyon megalotis unos le conocen como zorro orejudo, aunque personalmente prefiero la denominación de zorro de orejas de murciélago. ¡Y es que tiene las orejas más grandes que su propia cabeza! Este pequeño zorro que no pesa ni cinco kilogramos se mueve en áreas extremadamente áridas o, al menos, semidesérticas, siempre en busca de pequeños animales, incluidos insectos, con los que alimentarse. Y es muy pero que muy difícil de ver (nosotros tuvimos la suerte de hacerlo llegando a Savuti).

Zorro orejudo (Emblema de los Parques naturales de Botswana)

El icono de los parques nacionales de Botswana es precisamente el rostro de un zorro orejudo.

Waterbucks: antílopes acuáticos

Nada sería la sabana ni la selva africana sin sus tímidos y asustadizos antílopes, ¿verdad? Se puede decir que los leones, leopardos y hienas y demás compañía tienen platos donde poder elegir. Aunque para capturar a éstos, los waterbucks, tienen que mojarse. Y lo digo de manera literal, ya que este animal con cuernos reconocible por tener el trasero rodeado por un círculo blanco es propio de las riberas de los ríos y los humedales. Son bastante rápidos para pesar cerca de 200 kg (los machos), pero cuando son cazados dejan un suculento festín a sus enemigos, que son muchos. ¡Equivale casi a tres impalas de una tacada!

Antílope de agua o Waterbuck en el Parque Kruger de Sudáfrica

En Botswana el antílope acuático se deja ver fácilmente en los principales parques nacionales del país. Allá donde hay agua, puede haber un waterbuck. Y un cocodrilo que no le quite el ojo…

Marabúes: las cigüeñas carroñeras

Para el final hemos dejado a una especie de ave bastante curiosa. No deja de ser una cigüeña, pero en su versión más lúgubre. Es carroñera y siempre se la ve vestida de «señor de la funeraria» en el suelo junto a los animales fallecidos tanto de manera natural (cosa rara) como por haber sido cazados por algún carnívoro insaciable. Cabeza desprovista de plumas, un pico más ancho que el de su pariente cercano, la cigüeña blanca, así como un rostro plagado de tonalidades rojas que uno duda si proceden de la sangre de los animales que se come, sólo le falta llevar guadaña para representar a la muerte en África. Sus más de dos metros de envergadura asustan incluso a los buitres, con quienes tiene una relación simbiótica.

Marabú en Botswana

Se disputa los bocado con otras aves carroñeras, así como con hienas y chacales. Sabe que después de que los picos afilados de los buitres le allanen el terreno tendrá su momento para hacerse con los últimos restos de carne. Los carroñeros de este tipo, aunque tiene fama de malditos, son imprescindibles para mantener «limpios» los entornos naturales, ya que se ocupan de evitar que haya cadáveres pudriéndose y generando infecciones o enfermedades.

Hay que reconocer que el marabú no lo incluiríamos en ninguna lista de bellezas de África, pero es tan necesario como el que más. En Botswana lo observamos en mayor proporción en el Delta del Okavango, poniendo sus nidos, así como esperando su turno para despojar la carroña en las isletas del río Chobe, al norte del país.

Lo que probablemente no veremos en Botswana

En Botswana la presencia de rinocerontes es tan mínima que resulta ciertamente improbables verlos fuera del triángulo Okavango-Moremi-Chobe en un safari móvil. Están empezando a ser reintroducidos desde Sudáfrica, aprovechando que en Botswana hace pocos años (tras la cafrada del Rey de España) prohibieron de manera definitiva la caza de los grandes animales salvajes. Si bien es posible avistarlos en algún santuario tipo Khama o en reservas privadas de las de a 2000 euros la noche, aún no se han extendido lo suficiente como para ser vistos así por así. Probablemente en una década o dos vuelvan a estar donde el ser humano los aniquiló. Y probablemente Botswana, la que ahora apenas tiene rinocerontes, sea el último santuario del rinoceronte (se calcula que en África matan uno cada siete horas).

Rinoceronte blanco tras los arbustos. Uno de los animales más deseados para fotografiar en un safari por África

Y tampoco hay tigres… tal como me han preguntado algunas personas en estos meses. Simplemente por una razón. ¡Porque EN ÁFRICA NO HAY TIGRES! Si uno quiere irse a África a ver un tigre tendrá que visitar un zoológico o a una reserva privada donde los tengan. Estos animales son asiáticos y, aunque en un número muy pequeño, sólo es posible verlos (muy difícilmente) en Nepal, Bangladesh, norte de Myanmar, Malasia, Sumatra y, por supuesto, en India. Allí sobreviven los últimos parientes de Shere Khan y he tenido la suerte de realizar también safaris en India para ver tigres. No cabe duda que salir en su busca se trata también una gran aventura…

Sele

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9 Respuestas a “20 especies animales que ver y fotografiar en un safari en Botswana”

  • […] Hay que recordar que el leopardo es el felino salvaje que mejor se adapta a diversos hábitats. A pesar de que no comulga demasiado con leones y hienas, el ser humano, que lo caza por diversión o para vender sus apreciadas pieles, se ha convertido en su peor enemigo. El perfecto camuflaje que le proporcionan la manchas de su pelaje y esa capacidad para esconderse y pasar desapercibido le han ayudado a no desaparecer ni de la sabana africana, ni de espesas selvas, ni tan siquiera de las nieves de Siberia. En Botswana se deja ver en cierta manera, pero a base de insistir y, por supuesto, de una suerte que siempre resulta importante. La probabilidad de ver un leopardo en libertad es mucho menor que la de toparse con una manada de leones (o varias). Lo dicho, es muy escurridizo. Y quizás por dicha razón se entienda que uno de los mejores momentos de un safari es salir a su encuentro y tener esa fortuna de llegar verdaderamente hasta él (Leer “Especies animales que ver y fotografiar en un safari en Botswana”) […]

  • […] Sobre esta mesa se tenían muchos debates, se bebía cerveza, refrescos (y también vino) o se mostraban algunas fotos de los safaris que guardábamos en los ordenadores portátiles. Era el corazón de la vida en el campamento, el punto de encuentro en el que siempre aparecía alguien con quien conversar. Y donde preparábamos con los conductores el safari del día siguiente (o jugábamos a acertar qué animales veríamos). […]

  • […] En el comienzo de una jornada de safari, dado que salvo los documentalistas (de National Geographic, Discovery y cía) nadie ha podido circular por la noche, adquiere vital importancia ver y seguir las huellas frescas en los senderos. La arena nos da el DNI de los individuos. Y un buen rastreador al volante permitirá saber si las huellas son recientes, si se trata de un león, leopardo, hiena o guepardo y, quien sabe, darnos la pista definitiva sobre su paradero. Botswana no es Kenia en el sentido de que aquí hay más frondosidad en la vegetación y aunque los animales pueden aparecer de repente, hay que buscarlos. Eso le confiere a los safaris en el sur de África un grado de emoción muy motivante. (Leer “Especies animales que ver y fotografiar en un safari a Botswana”) […]

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