Qué ver y hacer en una escala de 24 horas en Doha (Qatar)

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24 horas en Doha: Los Zocos y rascacielos se funden en Qatar

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El inmenso desierto arábigo estiró uno de sus brazos hacia las aguas cálidas del Golfo Pérsico para formar la Península de Qatar. Por esta inhóspita y estéril lengua de arena disputada por persas y otomanos pasaron grupos de nómadas beduinos que se dedicaron eminentemente a la actividad pesquera. Su situación estratégica fue bien aprovechada por los británicos para su vasto Imperio hasta casi el último tercio del Siglo XX, ya que sería declarado un Emirato completamente independiente en 1971 y, por qué no decirlo, uno de los países más ricos del mundo gracias a la venta de petróleo y gas líquido. Entonces una villa nómada sin apenas población como era su humilde capital, Doha, vivió a partir de los noventa una transformación radical. Los petrodólares cimentaron los rascacielos más extravagantes y los hoteles de mayor lujo, mientras que yates gigantescos se amarraron a un puerto hasta entonces preparado para balsas y dhows. Su economía se multiplicó exponencialmente gracias, también a una diversificación que fue más allá de la venta de barriles de petróleo. Y a la presencia de un aeropuerto internacional capaz de absorber a un número superior a veinte millones de pasajeros al año y servir de enlace a más de 100 destinos con su compañía de bandera, Qatar Airways. Esa es la clave que ha hecho a Doha abrirse a un turismo antes impensable y seguramente la que nos llevó a conocerla en las casi veinticuatro horas que tuvimos de escala en nuestro regreso a casa desde la lejana Sri Lanka.

Skyline nocturno de Doha (Qatar)

Encontramos en Doha una ciudad capaz de mezclar vientos futuros y pasados en mitad de la arena del desierto. La tradición de sus zocos, sus shishas fumadas al atardecer, las mezquitas llamando a la oración, los vetustos dhows siendo todavía utilizados… junto a un skyline espectacular, islas artificiales, centros comerciales con una selección de productos de todo el mundo, lamborghinis rugiendo por las calles y un mundo de ostentación y derroche. Un lugar interesante para una visita corta pero en la que pudimos sacar muchas conclusiones de un país minúsculo convertido en el Parque de Atracciones de jeques y magnates del petróleo.

Cómo aprovechar lo mejor posible una escala en Doha

Cuando planifiqué el viaje a Sri Lanka traté de que tuviéramos una escala medianamente larga en Doha para poder sacarle algo de partido a la capital qatarí. Y así fue, cuando compramos los billetes vimos que teníamos una posibilidad de aterrizar en Doha por la mañana y salir hacia Madrid al día siguiente muy temprano. De ese modo haríamos algo diferente en el viaje. Podía estar bien salir a conocer la futura sede del Mundial de fútbol del año 2022 y ver ese escenario levantado a base de petrodólares (y subirnos a todos el precio de la gasolina). Había tenido la ocasión de hacer algo semejante dos años antes en el contexto de un viaje al Sur de África en el que tuvimos una prolongada escala en Dubai, la futurista capital de Emiratos Árabes Unidos. Allí descubrimos que las cinco estrellas se quedan cortas para clasificar los hoteles y que no es imposible hacer islas con formas de palmera o de un país del mundo.


Con Rebeca y mi buen amigo Chema en el Hotel de 7 estrellas Burj al Arab de Dubai (agosto 2009)

Por tanto, apetecía repetir experiencia en un emirato y movernos por Doha todo lo que pudiéramos. Y además contábamos con la suerte de que un español que trabajaba allí, Diego (lector y bloguero: Suspension dots), se ofreció a quedar con Pablo y conmigo allí para mostrarnos y contarnos algo más de la ciudad qatarí. Era domingo y él trabajaba, pero a partir de las seis podíamos contar con él. Aunque ocurriría algo que nos haría conocerle antes de esa hora…
Nuestro billete color azul (destino final: Doha) nos separaba del tránsito y de tenernos que quedar en la terminal (color amarillo) casi 24 horas entre nuestra llegada de Sri Lanka y nuestra partida hacia Madrid. Para poder salir a visitar la ciudad nos fue necesario únicamente pagar 100 rieles qataríes de visado (equivale a unos 20€ aproximadamente) con tarjeta de crédito (Aceptan Visa, Visa Electron, Mastercard o Maestro. No admiten efectivo).  El visado que dan en el aeropuerto es válido para dos semanas, pero si se necesita más tiempo conviene tramitarlo por adelantado en la Embajada o Consulado correspondiente. Para tránsitos no se necesita nada, ya que no te mueves de la terminal. El pasaporte debe contar con una validez de mínimo 6 meses desde la fecha de entrada al país.
Estuvimos aguardando a que saliera nuestro equipaje. En el Aeropuerto Internacional de Doha, por cuestiones de seguridad, pasan cada maleta por un scanner y eso hizo que tuviéramos que esperar algo más de la cuenta. Pero ahí no quedó todo. Al contrario que en casi todos los aeropuertos del mundo, en el qatarí no cuentan con consignas donde dejar el equipaje en una escala larga, y después de distintos intentos ya nos veíamos con las mochilas de dos semanas bien cargaditas de ropa sucia para llevar con nosotros durante nuestra visita a la ciudad. Ahí nos salvó la vida Diego, que después de mandarle un SMS preguntándole si conocía alguna consigna en Doha donde dejar nuestras cosas, salió ipso facto de su trabajo para que las guardásemos en el maletero de su coche. Afortunadamente trabajaba cerca del aeropuerto y pudo escaparse unos minutos para echarnos un cable. Así da gusto encontrarse con un lector del blog, dentro de un viaje y además aportándonos su ayuda… Un gran tipo, sin duda.
Además aprovechó a llevarnos al casco antiguo de la ciudad (Souq Waqif = Zoco viejo) para que no tuviéramos que gastarnos en un taxi los pocos rieles que habíamos sacado de un cajero del aeropuerto. Desde su coche nos planificamos un poco. Estaríamos paseando por la zona más tradicional de Doha, veríamos algunas tiendas del zoco, comeríamos por allí, pasearíamos por la Corniche (Su paseo marítimo) y quizás iríamos a algún Museo (El de Arte Islámico, en el puerto, tiene muy buenas críticas). Ya a partir de las seis de la tarde podríamos ir con Diego a la  zona de rascacielos (Diplomatic Area) y terminar, quien sabe, en The Pearl-Qatar, una isla artificial apta para jeques y millonetis.

Doha no es tan grande como Dubai y era perfectamente plausible tomarle el pulso durante 24 horas a la capital de uno de los países más ricos del mundo. Aunque el transporte público es casi inexistente y no hay demasiados taxis, gran parte de lo más interesante que tiene la ciudad se puede hacer a pie.

El zoco viejo de Doha (Souq Waqif)

Diego nos hizo desembarcar en la zona más tradicional de Doha, el Zoco viejo, donde se desarrolla la actividad comercial «a pequeña escala» de la ciudad y en la que tiene cierto encanto caminar, ir de compras o tomarse un té a la menta tranquilamente. Las construcciones son de baja altura, contrastando con la Diplomatic Area, y no sobrepasan las dos plantas salvo la destacadísima torre en espiral del Centro Cultural Islámico de Qatar (Fanar), que trata de imitar tibiamente al minarete de la Mezquita irakí de Samarra. Su nombre, Fanar, significa Faro, concepto metafórico que explica la función que persigue de  iluminar y mostrar en qué consiste la religión islámica, sus preceptos, costumbres, etc…

Doha (Qatar)

Frente a ella se abre lo que parece un barrio viejo de callejones y galerías comerciales con productos tradicionales que poco tiene que ver con el lujo y la ostentación que se presupone en Doha. El zoco, que tiene unos cien años de antigüedad, está bastante restaurado para mantener ese ese lado amable y hospitalario que uno espera de un país árabe.

Zoco viejo de Doha (Qatar)

Se levantó alrededor de una vieja y pequeña fortaleza que también está restaurada y que recuerda el pasado qatarí, cuando no había petrodólares sino camellos y humildes barcos de pesca atracados en el Golfo Pérsico.

Doha (Qatar)

A mediodía andaba bastante vacío porque parecía que la esperaba a que bajara el calor de la mañana para dejarse ver por allí y acudir a los cafés o a hacer algunas compras. Aunque un 1 de mayo nada era comparable a las temperaturas que se pueden vivir en esta región durante los meses de julio y agosto, en los que la calle arde literalmente. La primavera, el otoño y el invierno son como los veranos en España. Los veranos en Qatar son, en cambio, como si alguien encendiera un horno y lo pusiese a 50º. De ahí que los aparatos de aire acondicionado estén en absolutamente todas partes y funcionen durante todo el año.

Sele en Doha (Qatar)

Pablo en Doha (Qatar)

Por tanto salvo alguna figura femenina tapada hasta los ojos que caminaba por allí, no había demasiado paseante en aquel zoco.

Zoco viejo de Doha (Qatar)

Estuvimos mirando tiendas, la mayoría de artesanía, donde había cosas realmente bonitas que daban ganas de llevarse a casa. Además de las tipiquísimas alfombras vendían lámparas, cachimbas, antigüedades, joyas, trajes tradicionales (los de boda eran bastante peculiares). No faltaba absolutamente de nada. Quizás la gente…

Doha (Qatar)

Aunque lo de empezar a ver gente local era cuestión de tiempo. Porque cuando se fue aproximando la hora de comer poco a poco Souq Waqif fue cogiendo forma y color. Los hombres vestidos de blanco con los típicos pañuelos de muchos países de Oriente Próximo aparecieron casi de la nada para inundar el zoco más tradicional y acogedor de la ciudad de Doha.

Hombre en Doha (Qatar)

Aprovechamos para sentarnos en uno de los muchos restaurantes con terraza que había por allí y olvidarnos de la comida cingalesa de las dos últimas semanas para probar algo más de la tierra, como el falafel o pequeñas piezas de carne picada con algo de ensalada. Casi a nuestro lado, tres qataríes fumaban la clásica pipa de agua (shisha) mientras charlaban plácidamente junto a un vaso de té.

Qataríes fumando sisha

Tras la comida nos fuimos andando a la Corniche (paseo marítimo), separada del zoco únicamente por una carretera de doble sentido por la que pasaban los coches a toda pastilla. Cruzando descubrimos lo curiosas que son las señales de tráfico en este país…

Señal de tráfico en Doha (Qatar)

Ya en la Corniche  la silueta de los rascacielos de la zona nueva de Doha contrastaba con los dhows tradicionales que se suelen dejar ver en Qatar y en otros Emiratos.

 

El cielo no estaba demasiado claro porque horas antes habían tenido tormenta de arena en el país y en el horizonte parecía haber algo similar a la niebla. Lo mismo que nos ocurrió en la primera escala en Dubai que hicimos en el verano de 2009, aunque en aquel caso la concentración de partículas arenosas en el aire fue mucho mayor. Si hubiera sido la misma, todo ese skyline de Doha no hubiera sido más que un ligerísimo esbozo.

Skyline de Doha (Qatar)

Esperábamos que por la noche el cielo estuviese más despejado porque desde ese lado de la Corniche, con el puerto un lado, la panorámica de los rascacielos iluminados podría ser sencillamente increíble.

Sele en Doha (Qatar)

Pablo en Doha (Qatar)

Estuvimos unos minutos sentados sobre un pequeño muro que daba hacia el mar. Doha crece en forma de C y nosotros estábamos abajo y la zona moderna arriba, para hacernos a una idea. Las mejores vistas de la ciudad creo que son desde allí, a unos pocos metros de una peculiar fuente en forma de perla que hace honor a otro de los productos estrella de ese lado del Golfo Pérsico.

La gran perla de Doha (Qatar)

Tras el ligero impass en la Corniche regresamos al zoco que, por fín, empezaba a gozar del ambiente animoso que podía esperarse de un lugar así. Entonces, en unos pasajes vigilados por la policías qataríes montados en caballos blancos, la vida del comercio y los cafés alcanzaba su mayor sentido. Los pocos turistas que habíamos visto hasta el momento salieron de sus hoteles y los locales fueron llenando los estrechos callejones en los que el bueno, bonito y barato se gritaba en silencio, comparado con países como Marruecos o Egipto en los que alientan más a sus compradores potenciales. En Qatar son muy discretos para eso. El típico lema del «prisa mata» es algo más que un baluarte para quienes se saben de origen beduino pero ahora conducen ferraris.

Policías a caballo en una calle del zoco de Doha (Qatar)

Lo mejor que se puede hacer en un zoco, además de comprar, es simplemente caminar, tomar calles sin rumbo definido para, si es posible, perderse a saber dónde. En Doha, aún así, es complicado porque Souq Waqif no sería ni la centésima parte de la Medina de Fez, por poner un ejemplo. Perderse es una quimera entonces si aplicamos el sentido literal del verbo, pero no en el de un estado mental… ¡El bazar te está esperando!
¿Qué tal si nos seguís por el zoco de Doha a través de este vídeo?

El despliegue de escenas típicas árabes nos hicieron olvidarnos por un momento de los petrodólares, los grandes yates y los edificios de gran altura. Por eso, por ejemplo, merece la pena aprovechar al máximo un spop-over cualquiera en Doha. Porque en las escalas largas es mucho mejor ésto que esperar pacientemente en un aeropuerto convertido en un centro comercial más. Y si no, fijaos:

Doha (Qatar)

Hombre y burro en Doha (Qatar)

Fumando shisha en Doha

Después de caminar por el zoco llegó el momento de relajarse y mezclarse en otra de las tradiciones más fuertes en Qatar y en muchísimos países árabes: Fumar shisha. Escogimos un café cualquiera y pedimos una pipa de agua y un par de tés a la menta. Unos lo conocen como cachimba, otros como narguile… pero, independientemente de cómo lo llamen, para mí es una bocanada del aroma de Oriente Próximo, el exotismo del sabor afrutado que revolotea inocentemente de una mesa a otra. Reconozco que no soy fumador salvo cuando viajo a los países árabes y trato de incorporarme a lo que puede considerarse una forma de vida.

* Al final del relato podréis ver un par de tomas falsas generadas a partir de este vídeo

La tarde en el café es un clásico qatarí de los que hacen afición, por otra parte. La ciudad de Doha está llena de escenas de mesa, shisha y té. En algunos con el adictivo juego del backgammon para acompañar y si, además hay partido de fútbol por televisión, un acicate más para ser definitivamente la segunda residencia de muchos locales que viven en el país. Cuentan que alguno todavía anda celebrando que les dieran el Mundial de 2022, aunque en el fondo todos sepan que otra vez más el dinero obró el milagro.

Pablo y yo «degustamos» la shisha con suma paciencia, como si estuviésemos saboreando el más delicioso de los manjares. Teníamos el tiempo de compañero y las ganas de relax después de dos semanas de un ritmo de viaje mayúsculo entre templos, montañas y océanos de Sri Lanka. Qué mejor entonces para disfrutar de Doha y evitar así la impersonalidad y el frío suelo de un aeropuerto.

Sele fumando shisha en Doha (Qatar)

Pablo fumando shisha en Doha (Qatar)

Simplemente la shisha es una manera como cualquier otra de saborear Qatar…

ATARDECER ORIENTAL

Y cuando llega la tarde… cuando el Sol empieza su camino aletargado hacia el oeste, se desprende el espectáculo simple y hermoso, a la vez, del muezzin llamando a los fieles desde todas y cada una de las mezquitas de la ciudad. Entonces el color de la arena se extiende por todas partes y desequilibra poco a poco la balanza entre la luz y la oscuridad para buscar un lento crepúsculo.

Mezquita en Doha (Qatar)

Doha entonces se retuerce entre cantos y las calles renacen de las soporíferas y calientes horas centrales del día para mostrar un ambiente animado. Como si fuera otro despertar diferente.

Zoco viejo de Doha (Qatar)

El skyline de Doha

Cuando las seis de la tarde se iban aproximando y la noche comenzaba a ser una realidad, nos fuimos a sentar a la Corniche para esperar a que Diego, nuestro anfitrión, saliera de trabajar y viniera a buscarnos en su coche. A medida que el cielo se fue haciendo cada vez más oscuro el universo de rascacielos y dhows levantó un telón de luces y metros de altura sobre las aguas del Golfo Arábigo (en Qatar no dicen lo de Pérsico porque se llevan mal con Irán) para regalarnos una de las panorámicas más inmensas del país.

Skyline de Doha (Qatar)

El skyline de Doha se ha levantado en tan sólo diez años y está en constante crecimiento. Frente a un zoco viejo, la ciudad moderna se exhibe con la mejor de sus galas para el orgullo del qatarí que ha visto evolucionar una pequeña villa beduina en pleno desierto. El inicio del Siglo XXI fue su explosión, aunque un poco a remolque del milagro dubaití, triplicando el número de habitantes en sólo 5 años (entre 2004 y 2009 se pasó de poco más de trescientos mil a ser prácticamente un millón) debido, sobre todo, a la inmigración de ciudadanos procedentes de países como India, Pakistán, Bangladesh y Sri Lanka.Y aspira a seguir multiplicándose…

Skyline de Doha (Qatar)

La capital qatarí, al igual que el caso de las grandes ciudades de los Emiratos Árabes, se ha convertido en el sueño de importantes arquitectos a quienes les han dejado y les dejan dejan dar rienda suelta a su atrevimiento. Los elevadísimos presupuestos de los que disponen hacen de Doha un perfecto folio en blanco en el que el único límite para dibujar un edificio es la imaginación. Por ello nacen espirales de cristal y acero, torbellinos iluminados y toda clase de experimentos arquitectónicos que desprenden genialidad a raudales.

Skyline de Doha (Qatar)

Aquel skyline no sólo nos lo llevamos con nosotros a través de fotografías sino que también tratamos de capturarlo con un vídeo:

Y, de pronto, en medio de la contemplación y los adjetivos calificativos, apareció nuestro amigo Diego para transportarnos a otros rincones de Doha. Lo primero fue recorrer todo el área de rascacielos en su coche y tener la fortuna de observarlos de cerca, debiendo estirar nuestros cuellos para poder ver su final apuntando al cielo qatarí. Nos contó algunos de sus nombres y, en algunos casos, sus alias más extraoficiales con los que se les conoce todo el mundo (uno de ellos, de forma fálica, es evidente…).

Me parecía de locos pensar que todo eso se hubiera levantado en apenas una década. Un distrito financiero surgido de las arenas del desierto que vuelan hacia un mar cálido que hasta hacía poco se convertía en la fuente de alimentos más importante del país árabe. Era demasiado, contando que además seguía habiendo una infinidad de grúas trabajando en nuevos edificios, y la pregunta era la misma que me hice en Dubai dos años antes: ¿Todo este lujo, todos estos hoteles y edificios de oficinas se llenarán algún día? O lo que es lo mismo… ¿Hay tantos ricos en el mundo?

Ese me parece el gran interrogante… porque dudo si ese imán de turismo de lujo llegará a cubrir todas esas plazas hoteleras de cinco estrellas que dispone el país. La inversión es evidente, pero en estos tiempos de crisis quizás es menor de la esperada a principios del 2000.

THE PEARL – QATAR

Avanzamos desde la Diplomatic Area hacia el norte, buscando una de esas extravagancias multimillonarias tan clásicas en esta región del mundo. Porque hoy en día un Emirato no es tal si no puede presumir de tener una o varias islas artificiales. La de robarle espacio al mar para construir casas y hoteles lujosos, con espacio para los yates, es una de las inversiones más fuertes de este tipo de países. Y si Dubai cuenta con su Isla Palmera, la ciudad de Doha posee «La Perla», otro alarde de la exclusividad más absoluta. Una realidad que se está cumpliendo a rajatabla a tenor de los planos que proyectaron antes de iniciar la ardua tarea de levantar una isla artificial de cuatro millones cuadrados sin reparar en gastos.

Más de trece islas, con apartamentos, villas privadas, hoteles cinco estrellas, centros comerciales con todas las Firmas de prestigio… ganando más de treinta kilómetros de litoral a un pequeño país como es Qatar. Su finalización estaba prevista para este año y, de hecho, ya está funcionando, salvo algunos retoques que faltan por dar. Desde el aire Google Maps nos la muestra así:

Dejamos el coche en el parking de un Centro Comercial y paseamos por el primero de sus puertos, circular y con una islita en medio, con un buen número de yates grotescamente grandes. Sin duda es un lugar hecho para gente millonaria y hacia ellos se dirigen las campañas publicitarias en las que Qatar invierte muchos millones de euros. Es el primer trozo de tierra del país en el que los extranjeros pueden comprarse una propiedad, ya que hasta entonces estaba prohibido salvo para residentes qataríes. La cuestión es que venderlo todo es muy complicado porque, como decía antes, hay ricos en el mundo pero, ¿tantos?

Puerto de Doha (Qatar)

La gente salía y entraba de tiendas de moda en la que cuesta dinero hasta respirar, los ferraris iban llegando, las familias paseaban en una noche agradabilísima. Nosotros sólo pudimos permitirnos un mísero café en una terraza porque todo lo demás se salía de nuestro presupuesto. Diego nos fue poniendo al día de su experiencia en Qatar y de los privilegios que sólo los qataríes «de pasaporte» tienen en el Emirato. Porque son un porcentaje no demasiado elevado y mientras los extranjeros trabajan (y mucho), los residentes que han obtenido una complejísima nacionalidad pasan el tiempo «viviendo una vida de auténtico derroche». Un ejemplo… si una empresa contrata a un qatarí, recibe cuantiosas subvenciones por parte del Estado, independientemente de lo que haga. Y eso significa que muchas compañías les dan un trabajo, éstos no tienen que aparecer por la oficina si no quieren, para acabar contratando a un indio, un cingalés o un pakistaní que haga lo que ellos no hacen. La subvención estatal compensa… Razón por la cual siempre se les ve de compras, en restaurantes carísimos o en sus yates privados.

A un qatarí con pedigree se le diferencia porque a su atuendo tradicional de color blanco, le sobresale un cordón de color negro. Los hay muchos vestidos prácticamente iguales, pero si no llevan dicho cordón, puede que sean de Emiratos Árabes, de Bahréin o incluso saudíes. Para ellos es una señal de identidad, un motivo de orgullo.

Imagen en un hotel de Doha (Qatar)

Con Diego aprendimos muchísimas cosas sobre Doha y establecimos las típicas comparaciones con Dubai en cuanto a avances, religión, etc… Coincidíamos él y yo, que conocemos ambas ciudades, en que quizás la metrópoli dubaití sea más grandiosa e impresionante tanto en previsión futura como en realidad actual. Aunque ambas cuentan con el mismo problema de que han dejado tanto espacio para los multimillonarios que es realmente difícil de llenarlo y, por el momento, no tienen demasiada gente utilizando sus carísimas infraestructuras. La del Mundial 2022 es la gran baza de Qatar, su as en la manga.

Y sobre religión nos explicó que estaban más aferrados al Islam en Qatar que en Emiratos Árabes Unidos. Al parecer no es extraño que qataríes y extranjeros que residen en Qatar, viajen a menudo a Dubai porque allí hay más fiestas y es mucho más sencillo conseguir alcohol. Es, digamos,  un poco más light Dubai en ese sentido y, además, hay buenas y frecuentes conexiones aéreas entre ambas ciudades, lo que le hace ser un destino realmente interesante para el fin de semana.

Así estuvimos pasando el tiempo, charlando en The Pearl – Qatar sobre el país, nuestros viajes (Diego es un grandísimo viajero), la recientísima incursión a tierras cingalesas de donde acabábamos de regresar, proyectos futuros, blogs y un largo etcétera que nos entretuvo a los tres durante un largo rato.

Pablo, Diego y Sele en Doha (Qatar)

Después nos fuimos con la música a otra parte para terminar en un Centro Comercial (City Centre Mall) yendo a cenar unas pizzas y finiquitar allí mismo una velada magnífica en la capital de Qatar. Diego nos ofreció su apartamento para pasar la noche, pero como no quisimos causar demasiadas molestias ni despertarlo cuando tuviéramos que marcharnos, le pedimos nos dejara en el aeropuerto, que ya acudiríamos a un rinconcito donde poder desplegar los sacos de dormir.

Y entonces, después de despedirnos de nuestro enorme anfitrión, hicimos del Aeropuerto Internacional de Doha nuestro particular hotel. El último de un viaje de 17 días que había tenido como protagonista de a Sri Lanka y como actor secundario al Estado de Qatar.

Habíamos vivido un sueño en ese tiempo y era momento de asimilar un regreso inevitable.

Sele

LAS TOMAS FALSAS

Algo sucede al beber el té…
Reirse era inevitable…

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  • […] Si queréis más consejos de Doha podéis consultar la web de mi amigo Sele, bloguero de viajes, y su relato 24 horas en Doha: Los zocos y rascacielos se funden en Qatar. […]

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