¡Bam sigue viva! - El rincón de Sele

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¡Bam sigue viva!

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El delicado rostro de Bam fue desfigurado hace una década. Muchos la dieron por muerta, por finiquitada. La ciudad que siempre se acompañaba del apelativo de mítica se vino abajo con uno de los terremotos más perversos que se recuerdan en Irán y desde entonces se convirtió en lágrimas para quedarse en silencio y finalmente en el olvido fingido de quienes prefirieron agarrar la imagen de los días en que fue más bella que ninguna. Bam ya no aparece en las rutas de los viajeros, es como si hubiese desaparecido del mapa y los llegados a Kerman sueñan con otros paraísos cercanos con que recordarla. Pero eso jamás me importó. A pesar del zelzele, que es como se refieren los persas en farsi al terrible terremoto, Bam siguió siendo la de siempre en mi corazón, un objetivo vestido de expectación, un amor ciego e incomprendido. Por dentro sentía (o quería sentir) que nada había pasado, que lo ocurrido había sido un paso atrás pero no el último. Si alguna vez viajaba a Irán, nadie ni nada me iba a quitar la ilusión de ir a Bam.

Ciudadela de Bam después del terremoto

Hoy, cuando Isaac y yo hemos accedido a la fortaleza por su entrada natural, estábamos algo nerviosos. Nuestra confianza en que Bam no había muerto no era precisamente de barro, pero sí teníamos miedo a que se desmoronara. Suerte que nuestros primeros pasos en solitario (porque allí no había absolutamente nadie) nos hicieron confirmar lo que nuestro corazón nunca dudó, que Bam seguía viva.

Una de las ciudadelas de barro más grandiosas y maravillosas del mundo se había caído, le habían herido por la espalda con un cuchillo bien afilado. Pero la fuerza de Bam ha sido tal que ha sobrevivido. Y, aunque muchos la han olvidado, ha habido quien en estos diez años ha luchado con unos trabajos minuciosos de restauración (y mucho mimo) para iniciar una recuperación milagrosa. Aún no se han llevado a cabo ni el 10% de lo que se necesita y aún así sigue dejando sin habla. La mente de forma inconsciente no deja de reconstruirla para tenerla cómo fue antes, pero habrá que ser pacientes y disfrutar lo que tiene ya, que no es poco.

Ciudadela de Bam

Sus arrugas de adobe se extienden hasta los lejanos palmerales de un apartado rincón del sudeste iraní en el que viven más baluchis que persas y que se encuentra relativamente próximo a Pakistán. Un corredor nos hace adivinar el zoco, una vieja mezquita y las cuadras del gobernador. De fondo todo lo encoge quien se está levantando el primero de todos, el castillo, el inconmensurable fortín del Gobernador de Bam que es sobrevolado por aves de rapiña como una alegoría del destino.

Sele en Bam

Nadie visita ya a Bam, nadie quiere ver el desastre de las callejuelas  derrumbadas, convertidas en arena o, con suerte, en piedras de barro. El sueño de las mil y una noches tendrá que encomendarse al buen hacer de los arqueólogos, sus esteticistas, y esperar un poco más. Pero os aseguro que sus manos aún son suaves y que la experiencia de acariciarlas es dichosa.

Irán nos ha traído una buena noticia. Y es que… ¡Bam sigue viva!

Sele

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PD: Aún quedaba algo más que hacer en el sudeste de Irán… acceder a las profundidades del Desierto de Lut y vagabundear (noche mediante) por una zona llamada los kaluts, que agrupa numerosas formaciones de barro con formas increíbles. Isaac (al que recomiendo sigáis en Chavetas.es) y yo podemos deciros que hemos visto con nuestros ojos uno de los desiertos más bellos y desconocidos del planeta.

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