Cuando en París es Navidad ...

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Cuando en París es Navidad

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Tengo que reconocer que a París la Navidad le sienta fenomenal. Una capa de color, música y algarabía alegre maquilla la sobriedad y señorío de fachadas y aceras de la capital francesa. Es como si se dibujara una sonrisa que hiciera de puente entre las orillas del Sena y la Torre Eiffel se erigiera en ocasional abeto navideño para los parisinos y los muchos turistas que se reúnen junto a ella. La ciudad agranda tres tallas su chaqueta y hace sonar las campanillas, mientras que miles de guirnaldas, estrellas y luces de colores van de la mano de la ilusión y esperanza de quienes todavía sienten algo especial en uns fechas tan señaladas. París se viste de Navidad, y lo hace manteniendo por completo esa elegancia y exclusividad que le caracteriza.

Con motivo de mi último viaje a la ciudad de la luz os traigo una serie de ideas y lugares en los que vivir y, sobre todo, sentir una Navidad puramente parisina. Si os apetece, podemos pasear juntos por los escenarios más navideños de París y pintar un Christmas muy especial para felicitar estas fiestas.

PARÍS BIEN VALE UNA NAVIDAD

Gracias a Myvuelingcity pude adentrarme de lleno en una ciudad absolutamente preparada para la Navidad. Tenía especial interés en ver qué se movía en París a una semana de la tan tradicional cena de Nochebuena y me quedé realmente perplejo. Era la cuarta vez que la visitaba, pero nunca en estas fechas, y tanto Rebeca como yo, que nos la pateamos a fondo una vez más, creo que le sacamos todo el jugo navideño, que es muchísimo, para verla de otra manera. Hermosa, deslumbrante, luminosa y, sobre todo, mucho más cercana. Ya se sabe que París es como una dama muy coqueta que te mira siempre por encima del hombro a sabiendas de ese halo de inaccesibilidad que deja entrever. Pero en Navidad parece agacharse un poco más y dar la mano a las gentes que buscan algo distinto de ella en sus gélidas mañanas de invierno.

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Surgen numerosos mercados navideños, las calles se visten de fiesta con su coronación en luz, resurgen los tiovivos y las pistas de patinaje. Huele a comida recién hecha y al vino caliente que tanto gusta tomar en frío a sus compatriotas los alsacianos. Pero sigue siendo París, ese regalo perfectamente envuelto en una caja que te cuesta abrirla para no estropearla. Tiene tanto que ofrecer, tantos rincones en los que vivir un Cuento de Navidad, que parece haberse erigido definitivamente como una de las ciudades del mundo más recomendables para vivir las Fiestas.

De este último viaje sean bienvenidos todos esos rincones especiales y mágicos que París despliega en un mapa de destellos para hacerla la Reina de las Navidades. Aquí van los que más nos llamaron la atención y que no puedo dejar de recomendar:

LOS CAMPOS ELÍSEOS: EL MERCADO NAVIDEÑO MÁS GRANDE DE PARÍS

No es de extrañar que la Avenida más célebre de la ciudad se sumara a la Navidad. Y haciéndolo sólo como sabe, sobresaliendo a todo. No le basta con colocar luces de colores en sus árboles o decorar con elegancia todos los escaparates que inundan la calle desde el Arco del Triunfo hasta la gran noria de la Plaza de la Concordia, sino que coloca un kilométrico mercado navideño en ambas aceras. Si de por sí los Campos Elíseos están concurridos siempre, antes y durante las navidades se agudiza este extremo, aunque por unas semanas se baja de la nube para compartir la calle con sus ciudadanos y con los miles de turistas que la recorren cada día.

Los puestos del mercado son pequeñas cabañas vestidas de blanco en las que todo es posible. Se hace inevitable saborear un buen chocolate, buscar el último adorno navideño, percibir el olor de los productos de la tierra y dejarse llevar por las pegadizas melodías tan propias de estas fechas. Al ser un mercado navideño en paralelo se antoja necesario cruzar por los semáforos más de una y más de dos veces. Porque la sorpresa siempre está próxima. Se puede ver a Papá Noel felicitando las fiestas al igual que a un asno comiendo paja como si estuviese en plena campiña. Y todo ello no en cualquier rincón alejado de París, ni mucho menos, sino en plenos Campos Elíseos.

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Merece la pena palpar este grandilocuente alarde navideño y terminar, quien sabe, subido a la Grande Roue (La gran Noria) de la Plaza de la Concordia vislumbrando algunas de las imágenes más espectaculares de esa parís cascabelera que se ha puesto el traje de las mejores ocasiones.

EL BOSQUE ENCANTADO DE PLACE VENDÔME

Lo normal en París es ver que cada barrio posea su propia decoración navideña. Tratándose de Place Vendôme y sus alrededores una de las áreas más elitistas de la ciudad, imán de joyerías y marcas costosísimas, se han encargado de celebrar la Navidad sembrando «un bosque encantado» luminoso y elegantísimo que de más brillo, aún si cabe, a este escenario dibujado como un anuncio de Chanel. Árboles y ramajes de luz se engarzan en fachadas y rótulos de los escaparates como si la Naturaleza hubiese actuado por arte de magia.

La Plaza octogonal del Place Vendôme, con la columna conmemorativa de la Victoria de Austerlitz coronada por el Emperador Napoleón Bonaparte, sólo deja entrever los pasos nocturnos de quienes curiosean en ese laberinto de puertas inalcanzables para la mayoría. La Forêt Enchantée seduce sin mirar a la cara, en la distancia, manteniendo su incandescente piel sólo palpable para unos pocos elegidos que conocen el camino y poseen llaves de plástico capaces de hacer saltar las cerraduras más inquebrantables.

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EL PUEBLO DE LA NAVIDAD DE TROCADERO

La Plaza del Trocadero, a espaldas de la Torre Eiffel, posee el mercado navideño con mayor encanto de París. Y probablemente el más divertido y completo de todos. No sólo está ubicado en un escenario único sino que además está reservado por completo a los viandantes, lo que le da un punto de ventaja sobre el tan masificado mercadillo de Campos Elíseos. Este año se ha querido hacer un «pueblo europeo» con productos artesanos y alimenticios de la tan denostada Europa por otros mercados menos amigables como los financieros. Así que se han dispuesto dos hileras de puestos similares a los que puede haber en cualquier ciudad de Alemania o Finlandia con la Fuente de Trocadero sirviendo de separación, dando origen a lo que en francés se le ha venido a llamar «Le village de Noël européen du Trocadéro».

En él nos encontramos un pequeño pueblo de Navidad, con casetas de madera y tejadillos a dos aguas pintados de blanco haciendo un llamamiento a que la nieve se dejara ver por París. La gente, que abarrotaba el mercado, compraba y, por supuesto, comía frente algunos de los stands de embutidos, baguettes o chocolates prodentes de Bélgica. El día era realmente frío, pero por fortuna totalmente despejado. Cuando eso ocurre, los parisinos aprovechan hasta el último segundo para salir a la calle y en Le village de Noël encuentran lo que quieren, romper con el día a día sumergiéndose en las páginas de un libro de Navidad muy apetecible.

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Además justo por encima de las casetas, aprovechando que la Plaza se va elevando en varias alturas, una pista de patinaje sobre hielo se expande en el suelo para deleite de pequeños y mayores que se deslizan como pueden teniendo presente todo el tiempo la imagen de la omnipresente y poderosa Torre Eiffel. El Trocadéro on Ice tiene una aceptación increíble, y las expectación es palpable en quienes esperan su turno para salir a la pista. En 2011 celebra su tercera edición y está empezando a robarle protagonismo a la que siempre ha sido la pista exterior más célebre de la ciudad, la del Hôtel de Ville.

Esta Navidad está previsto que tanto el mercado como la pista de Trocadero estén abiertos al público entre el 8 de diciembre y el 2 de enero. Creo que merece la pena. Más información en www.trocadero-on-ice.fr.

LA NAVIDAD EN EL BARRIO BOHEMIO DE MONTMARTRE

La colina de Montmartre es parte del París más imaginativo y soñador. Primero fue villa para después ser el barrio parisimo en el que nació el impresionismo y se pulieron otras tendencias artísticas debido un goteo incesante de genios de la pintura de talla mundial. Tolouse-Lautrec, Gauguin, Van Gogh, Picasso, Pissarro y otros muchos saborearon las mieles de la indisciplinada Montmartre, que se resignaba a descender a la rectitud de líneas de la cité para vivir su propia realidad. Lo que aún parece un pueblo aparte, es para mí el barrio más entretenido y palpitante de París. Nunca se sabe lo que la inspiración nos puede deparar en escenario de filmes como Amelie o Moulin Rouge…

La Navidad detiene la implícita sensación de nostalgia y melancolía que recorre cada cuesta de este barrio. Una perfecta y delicada decoración lumínica magnifica rincones como Place du Tertre, posada de retratistas y bohemios, preludiando la irreductible figura blanca del Sacré Cœur.

Las calles estrechas repletas de brasseries y tiendas de artesanía se nutren de luz que permita que de noche se saque todo el partido a los colores pastel de sus fachadas. Siempre da gusto pasear por las calles de Montmarte, pero en Fiestas se hace mucho más amable y acogedor que cuando en verano no cabe un alfiler de tanto turista. El frío y la noche son las mejores aliadas para disfrutar de este precioso quartier.

Y con la decoración no se acaba la cosa, ni mucho menos. Porque en apenas un rato nos topamos con dos mercadillos navideños más que añadir a la lista de todos los que vimos por París. En les Abbesses, junto a la salida de metro y muy cerca del funicular del Sacré Cœur había uno muy pequeñito en el que no faltaba el vino caliente y el chocolate a la taza. Y a los mismos pies del Sacre Coeur, junto a las míticas escalinatas en las que guitarristas, músicos y cuentacuentos hipnotizan a sus ocasionales seguidores en pleno gobierno de la ciudad que se pierde en el horizonte, había otro ya más grande y que, al parecer, se montaba por primera vez.

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Después basta con buscar buenas vistas, dejarse llevar por las canciones y emocionarse con unas vistas formidables de todo París. La colina mágica de Montmartre tiene mucha magia, en parte, por no perder sus raíces bohemias y observar permanentemente desde arriba a la Ciudad de la Luz.

Porque en el Boulevard de Clichy, justo donde el Montmartre se confunde con París, se da un vuelco a lo mundano y al cabaret sin tapujos en la conocida como Zona roja de Pigalle. Allí la Navidad es una excusa más para que algunos se ganen el carbón que lo entregan en paquetitos al fondo de escaparates que poco tienen que ver con los de los mercadillos. Quizás allí, donde el Moulin Rouge gira una y otra vez, sobrevive una especie de línea Maginot que separa el villancico de la lascivia.

Montmartre siempre marca el ritmo. De hecho allí está París…

NOTRE-DAME TAMBIÉN VIVE SU FIESTA

En la vetusta Île de la Cité, surgida desde los adentros del Sena, navega la Catedral de Notre-Dame con su pequeño universo de santos y gárgolas de piedra, todos mezclados. Y como se puede suponer, el edificio religioso más visitado de París no le da en absoluto la espalda a la Navidad. Vive su fiesta como una más, involucrada, aunque sin un aire demasiado pomposo puesto que no se trata de un gran almacén, aunque a veces lo parezca, sino de un templo cristiano. Frente a la fachada, un enorme abeto es el único elemento que desde fuera nos hace recordar que se está en Fiestas.

¿Entonces qué apartado exclusivamente navideño nos aporta Notre-Dame? Un Belén fabuloso con figuras de aproximadamente un metro de alto y vestidas por algunos distinguidos diseñadores parisinos (como no podía ser de otra manera tratándose de una de las capitales de la moda). Se encuentra en el interior de la Catedral, a uno de los lados del órgano, y está colocado sobre una especie de jardín florecido en el que se reparten en la distancia los ángeles anunciadores, los Reyes magos, los pastorcillos y, por supuesto, la Sagrada Familia (aunque hasta que llega la Navidad propiamente dicha no se coloca al Niño Jesús junto a sus padres).

Es un Belén diferente a otros. Yo diría que muy propio a lo que se podía esperar de París. Y además, se queda con fieles, peregrinos y turistas hasta el día 2 de febrero. Pero eso no es todo, las noches de los sábados y domingos y festividades importantes, a las 20:45 se celebra en la Catedral «Las noches del portal de Belén» (Nocturnes de la Créche), en las que se puede observar el misterio en un ambiente más relajado y además proyectan un reportaje de la Natividad vista desde el punto de vista del Arte en una pantalla gigante que colocan en el interior del templo. Esto es, repito, sábados y domingos hasta el 2 de febrero, además de los días 21, 22, 23, 26, 27 y 30 de diciembre (20:45).

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Y sin entrar en la liturgia religiosa propia para estas fechas, programación que siempre se puede consultar en la página oficial de Notre-Dame www.notredamedeparis.fr. Hay conciertos y misas tanto en francés como en inglés.

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A un paso de Notre-Dame, cruzando al margen derecho del río (si observamos la fachada principal de frente) encontramos un diminuto mercadillo navideño en Square René-Viviani – Montebello, unos jardines que además cuentan con un árbol del Siglo XVII y que también se visten de Navidad. Lo mejor en este caso, es la cercanía a la propia Notre-Dame y su intrínseco aroma a castañas asadas que sirve de poderoso imán.

PATINAJE SOBRE HIELO Y CARRUSELES EN LA PLAZA DEL HÔTEL DE VILLE

P1010473Quien no ha estado nunca en París, cuando se le dice Hôtel de Ville piensa en un hotelazo de muchas estrellas y presupuesto imposible. La realidad nos lleva al edificio y, por tanto, a la Plaza del Ayuntamiento parisino, en la margen izquierda del Sena (si miramos Notre Dame de frente) que es, a su vez, uno de los rincones esenciales para entender la Navidad en la ciudad desde hace mucho tiempo. Cada día, entre las 12:00 y 22:00 de lunes a viernes, y entre las 09:00 y las 12:00 los fines de semana y festivos hasta marzo, pequeños y mayores disfrutan de una pista de patinaje sobre hielo al aire libre de nada menos que 1635 m². Y esta es ya una tradición arraigada en la ciudad porque tiene un goteo constante de gente que patina mejor o peor junto a un edificio que se quiso emulara a uno de los castillos del Loira.

Además se realizan cursos de patinaje y cuentan con animadores que hacen que los niños terminen de pasárselo bien en una de las atracciones favoritas de Navidad en París.

Pero eso no es todo. Hôtel de Ville se acerca más a los sueños infantiles de la mano de dos carruseles en uno y otro extremo de la Plaza. Cuando era pequeñín, montar en los caballitos del tiovivo me fascinaba y me alegra saber que los clásicos siguen estando en plena forma.

YA ES NAVIDAD EN GALERIES LA FAYETTE

Uno de los momentos que avisan a los parisinos de la llegada de las Fiestas navideñas es el encendido de las luces de La Fayette, los Grandes Almacenes situados en el Barrio de la Ópera entre Bv Haussmann y Rue La Fayette. Sus luminosos son realmente inconfunfibles y, diría tienen un formato un tanto circense. Si su objetivo es llamar la atención estoy seguro de que lo consiguen, y por ello conforman otro de los resortes que salta en París cada Navidad.

La Fayette además levanta en su interior, que parece una Ópera en vez de un Centro Comercial, un gigantesco árbol de Navidad que decora cada año de forma distinta. Cuando digo gigantesco quizás me quede corto, ya que para verlo bien conviene subirse hasta la última planta. Sólo de esa manera no tienes que acomodar tu cuello hacia arriba como una jirafa…

Y para divertidos sus escaparates. Este año son marionetas autómatas las que felicitan la Navidad como si estuviesen en pleno concierto de Rock. Eso hace que muchísima gente se detenga en cada uno de estos escaparates para ver cómo se mueven estos muñecos al son de una música pegadiza. Y es que están muy pero que muy trabajados. Dignos de ver.

Junto a La Fayette, sin apenas separación, Printemps también se viste de Navidad y tiene gente en sus puertas bastantes minutos antes de la apertura. Como si cada día fueran rebajas. Las prisas por comprar regalos son también excesivas en el país vecino y la gente va con sus bolsas bien cargadas por la calle.

¡EN PARÍS O DONDE SEA… FELIZ NAVIDAD!

En primer lugar gracias por habernos acompañado por los rincones más navideños de la ciudad de París. Ha sido una ciudad que me ha entusiasmado verla con estas galas y que recomiendo lo hagáis alguna vez. Pero en realidad, sea en París, Madrid, Barcelona, Londres, Bangkok o el pueblo más remoto de la India… me gustaría desearos a tod@s una Navidad lo más feliz posible. A veces me da por pensar que las cosas no son como antes, que desde la mirada de un niño se vive mucho mejor y que con el peso de los años esa magia mengua poco a poco.

Pero no dejéis que sea así, si la Navidad no es especial para vosotros, sed vosotros especiales para los demás que sí mantienen la ilusión. De esa manera acabaréis formando parte de momentos felices que después, con el tiempo, valoraréis mucho más. No hace falta ser más o menos creyente. Basta con querer ser parte de la felicidad de los otros.

A mi lado tengo alguien que me hace ilusionarme con estas cosas. A costa de ver cómo sonríe tengo la impresión de que ya habrá tiempo de quejarse y ser un cascarrabias. Ahora debo disfrutar lo que tengo junto a mí. Miro a un lado y a otro y son muchas las cosas que tengo que celebrar con ellos. Porque todos son importantísimos en mi vida…

Lo dicho, sed felices y salid a compartirlo con vuestra gente.

Feliz Navidad,

Sele

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