Relato de un viaje al Oeste de USA: Mi primer sueño americano

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Relato de un viaje al Oeste de USA: Mi primer sueño americano

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banneroesteusa por ti.

ME TEMO QUE TENGO UN PLAN

Después de conseguir unos días en la empresa para poderlos juntar en la Semana en que el 1 y 2 de mayo eran festivos en Madrid, empecé a buscar vuelos e internet y a sondear numerosas alternativas posibles para llevar a cabo un viaje de los buenos. En principio, la aventura estaba planteada para hacerla en solitario, y me atraían varias opciones, pero después de una charla con un buen amigo y de leer un artículo de revista viajera me incliné por la opción del Oeste de los Estados Unidos. Encontré un vuelo de precio más o menos asequible para Los Ángeles (con Lufthansa) y tomé la decisión de hacer mi primera visita a USA. Quería un viaje donde poder comprobar de primera mano «el sueño americano» y si los tópicos hollywoodienses eran ciertos o más bien una milonga. Fue entonces cuando llamé a mi amiguísima Rebeca, partícipe en sendas rutas a Dinamarca, una a Londres y otra a Cerdeña, exitosas todas ellas, y le pregunté si se apuntaba al plan de un Roadtrip por la Costa Oeste. Fue el «Sí, quiero» más rápido y sencillo de la Historia. Los billetes fueron comprados esa misma tarde. La maquinaria se había puesto en marcha y faltaba algo menos de mes y medio para preparar algo gordo.

¿Y QUÉ HACEMOS? DISECCIONANDO RUTAS Y DÁNDOLE A LOS PREPARATIVOS

En 9 días efectivos que teníamos para estar en USA (ya que no queríamos contar ni con la ida ni con la vuelta con las respectivas escalas en Frankfurt, Alemania), comenzando en la ciudad de Los Ángeles, las opciones eran infinitas. California es un Estado más grande que España, y cuenta con mil cosas que ver y hacer. Las Playas, ciudades P1090790inmensas como Los Ángeles, San Francisco o San Diego, Parques Naturales como el Yosemite, el Sequoia National Park, Redwood, volcanes y lagos como el Mono Lake, el Tahoe Lake, o vastos desiertos como el Mojave o el Death Valley, considerado como uno de los lugares más calientes del Planeta…y un sinfín de opciones en un lugar gobernado por Terminator, es decir, Mister Arnold Swarchzennegger. Pero también en Estados aledaños como Nevada y Arizona hay joyitas que a todo el mundo le apetece ver. Me estoy refiriendo a Las Vegas (Nevada) y al Gran Cañón (En Arizona está la parte más espectacular). Si a todo eso le sumamos que en dichos estados pasa la Madre de todas las carreteras, la Ruta 66, había que llevar a cabo una enorme selección de lugares y la confección de un plan factible. Excepto para ir a San Francisco, donde tomaríamos un vuelo de ida y vuelta, utilizaríamos coche de alquiler.

No podíamos volvernos locos con pretender ver todo, porque además las distancias son engañosas y, aunque las carreteras son buenas, los límites de velocidad son bajos respecto a Europa y muy vigilados por la Policía de cada Estado. Aún así creo que hicimos un recorrido más que razonable para poder ver «un poco de aquí y de allá» y saciar nuestro apetito made in USA.

El alza del euro y el bajón del dólar hacía de este un momento idóneo para ir a Estados Unidos. De esa forma un automóvil rentado para 9 días no llegó a los 200 euros, o ningún hotel (exceptuando los 2 de Las Vegas, donde quisimos ir a «los grandes») superó los 30 euros. La gasolina cuesta poco más de la mitad que en España, la comida (basura, como os podéis imaginar) es barata y salvo en casos concretos como el Gran Cañón, no hay que pagar para ver monumentos como en Europa. Razones por las cuales el viaje ha salido más económico de lo que mucha gente pueda pensar, y por las que también hemos aprovechado a realizar compras de cosas que en Europa son bastante caras (sobre todo la ropa).

Para este viaje llevamos muchas cosas cerradas desde Madrid:

* Billetes de avión ida y vuelta a Los Ángeles con escala en Frankfurt con Lufthansa (620 € cada uno)

* 1 coche «mediano» (que terminaría siendo un Mustang!!) por un total de 200 euros (9 días) con la compañía Hertz, pero adquiriéndolo a través de Expedia.com, que resultaba más económico e incluía todos los seguros.

* 2 noches de alojamiento en Los Ángeles en el Travelodge Hotel at Lax, muy cerca del Aeropuerto Internacional, para así no tener problemas para tomar temprano un vuelo de ida y vuelta a San Francisco y poder dejar el coche en un parking. (25 euros por persona y noche). Evitar el clásico atasco de L.A. es primordial para no tener sustos y no jugártela.

* Vuelo ida y vuelta a San Francisco con United Airlines dos días después de nuestra llegada a L.A. (60 euros cada uno). En principio habíamos planteado hacerlo en coche, pero sus 7 horas mínimo de conducción nos echó para atrás. Queríamos aprovechar más el tiempo en la que es una de las ciudades más maravillosas de Norteamérica.

* 2 noches de Albergue en San Francisco. Escogimos, por su precio (17€/pers./noche) y ubicación cerca del mar (visible Alcatraz y el Golden Gate) el San Francisco Fisherman´s Wharf Hostel, recomendado por Lonely Planet.

* 2 noches en Las Vegas, ya que utilizaríamos la ciudad del juego como escala para nuestro trayecto al Gran Cañón. Un día estaríamos en el Hotel Luxor (60€/pers.) y otro en el Hotel New York New York (70€/pers.). Compensa alojarse por estos precios en estos inmensos hoteles que parecen megaciudades temáticas. En el Luxor, la suite tenía más de 100 metros cuadrados y disponía de jacuzzi. Conviene reservar con tiempo por su página web para poder asegurarse disponibilidad y mejores costes.

* 1 habitación en Grand Canyon Village, el único lugar del South Rim del Parque Nacional del Gran Cañón (la cara más vistosa y visitada) en que hay alojamientos. Todos gestionados por la empresa Xanterra, se llenan con gran facilidad. Nosotros pudimos conseguir una cabaña por 25€/pers. en el Maswik Lodge, a tan sólo 5 minutos de poder asomarte a uno de los espectáculos naturales más grandes que se pueden ver en todo el mundo. Si uno no logra hospedarse en uno de los Lodges de Xanterra, le toca irse a una población fuera del parque (Tusayan, Williams e incluso Flagstaff).

Aún así hubo un par de días (el tránsito entre Los Angeles y Las Vegas) en que nos íbamos a dejar llevar por la improvisación para introducirnos al Mojave Desert y al Death Valley, sin llevar alojamiento. Yo estaba como loco por hospedarme en un típico Motel de carretera, de esos aislados tan célebres en las películas de terror.

¿CÚAL FUE EL RECORRIDO QUE HICIMOS?

A continuación podéis ver el mapa con el itinerario ordenado alfabéticamente de la A a la K. Llegamos a estar en tres estados del Oeste norteamericano como son California, Nevada y Arizona. Tan sólo hubo un trayecto de ida y vuelta en avión, como fue el de Los Angeles a San Francisco. El resto lo hicimos el coche, una parte con un Ford Mustang y otra con un Toyota Solara descapotable.

Los Ángeles (A)-San Francisco (B)-Los Ángeles (C)-Shoshone (D, próximo a uno de los accesos al Death Valley)-Death Valley (E)-Las Vegas (F)-Gran Canyon National Park (G)-Sunset Crater Volcano (H)-Selingman (I, Ruta 66)-Kingman (J, Ruta 66)-Las Vegas (K)-Los Angeles International Airport (C).

LEVES PINCELADAS DEL DÍA A DÍA

* VIERNES 25 DE ABRIL (NOCHECITA ALEMANA): A pesar de que nuestro vuelo salía el sábado por la mañana desde Frankfurt, nosotros nos adelantamos y nos fuimos allí la misma tarde del viernes para así disfrutar de la noche en la ciudad alemana. Conocedor de la metrópoli con uno de los mejores skyline de Europa, hice una night route a Rebeca para que viera los principales puntales del lugar. Un paseíto por el Römer y unos cubatas en una terracita con la Turn Tower como telón de fondo marcaron los primeros brindis a pocas horas de tomar el avión definitivo a Los Angeles. Escogimos un hotel (Hotel Elbe) muy próximo a la Estación Central de trenes, que está perfectamente comunicada con el Aeropuerto Internacional (duración 15 minutos, 3´60€).

* SÁBADO 26 DE ABRIL (LOS VIGILANTES DE LA PLAYA): El día «D» ya estaba aquí. A las 10:00 de la mañana un enorme avión de Lufthansa tomó aire para dejarnos 11 horas después en Los Angeles. Con la diferencia horaria que había con el Pacífico norteamericano (-9 horas), llegamos pasado el mediodía. Para nuestras mentes, era de noche, pero aún quedaba todo el día por delante para disfrutar de una ciudad que no tiene parangón. Al final, P1090592entre los exagerados controles aeroportuarios (te toman fotos, huellas dactilares, preguntan, les tienes que rellenar un papel donde les debes solventar la cuestión de si eres un terrorista y si vas a atentar contra su país…), la recogida de nuestro MUSTANG y nuestro breve paso por el Hotel, perdimos algo de tiempo, pero no el suficiente para tener una primera toma de contacto con la urbe angelina, la más poblada de California y la segunda de Estados Unidos (sumando todos sus condados se puede decir que hay más de 17 millones de personas). Agarramos el precioso Mustang azul y nos dirigimos a Venice Beach, kilométrica playa que tantas veces hemos visto en series y películas. La historia se desarrolla en paralelos, me explico: el agua del mar con bronceados surfistas buscando las olas, la arena con chicos y chicas tomando el sol o jugando al voley, un primer paseo asfaltado reservado para patinadores y ciclistas, y un segundo paseo para caminar tranquilamente mezclándose con la tribu de L.A. compuesta de distintas razas y nacionalidades (negros raperos talla XXL, pelos afro por doquier, hispanos, gringos clásicos, etc..).

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Es un lugar idóneo para que los musculitos y las aspirantes a modelo exhiban sus encantos ante un público afectado por el abuso de la comida basura y el sedentarismo. Cochazos descapotables o deportivos buscan poder aparcar en un lugar en el que hacerlo gratuitamente es imposible. No fue difícil ver un Lamborghini Diablo esperar su turno para entrar a uno de los muchos Parkings que hay en la Playa. Los Micht Buchanan y las Pamela Anderson de la actualidad, ataviados con estrechos bañadores rojos, vigilaban a los bañistas desde sus muchos torreones de madera donde ondea la omnipresente bandera americana. Y en el paseo peatonal, por donde anduvimos nosotros, numerosas tiendas y bares llenos hasta los topes, y sobre todo, música, mucha música de todos los estilos habidos y por haber. Cada uno mostraba sus gustos visibles en el grupo que escuchaba, en la ropa más cool y en los gestos más underground. Un primer acercamiento que nos recordaba a cada segundo una frase «Ey tío, que estamos en California!!».

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P1090629Si en Venice Beach asistimos a una marea humana llena de mezclas, en Santa Mónica y Malibú nos topamos con el glamour de uno de los rincones residenciales preferidos por las Celebrities hollywoodienses, que al otro lado de la Pacific Coast Highway y mirando al mar, tienen sus mansiones. Mel Gibson, Danny deVito, Richard Gere, Cher, Tom Hanks, Whoopi Goldberg son algunas de las muchas estrellas que gozan de los rosados atardeceres de las míticas Playas de Malibú. Dos slogans visibles en carteles y matrículas definen a la perfección este lugar: «Donde las montañas encuentran el mar» o «27 millas de belleza escénica».. Nosotros no podíamos decirlo mejor cuando vimos caer el sol sobre las quietas aguas del Pacífico, a más de 9000 kilómetros de nuestra casa.

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* DOMINGO 27 DE ABRIL (HOLLYWOOD, BEVERLY HILLS, BEL AIR…¡ALLÁ VAMOS!): Los Ángeles P1090672lleva décadas siendo «La Meca del Cine», gracias a Hollywood, su distrito más mundialmente conocido. ¿Quién no ha visto por televisión el cartel compuesto por letras gigantes H-O-L-L-Y-W-O-O-D? Hoy día es el símbolo del lugar escogido para el desarrollo de la Industria del Cine que más produce (y a nivel más global) del mundo. Corona el Monte Cahuenga, visible si la polución no lo impide, y vigila cauteloso los frenéticos bulevares (Hollywood Blvd. y Sunset Blvd.) donde han puesto sus pies (y sus manos) aquellos ídolos del celuloide que todos conocemos.

Tomando con el coche las rectilíneas e infinitas calles y las concurridas Freeways (autopistas de la City) llegamos a tan célebre distrito, que a primera vista se nos antojó un tanto desangelado. Dejamos el Mustang en un miniparking de Vine Street y subieron raudas dos limusinas con alguna de P1090660las Mansiones más exclusivas como destino. Sin duda, ya habíamos llegado. Es en la propia Vine Street, donde se puede decir que comienza el Walk of Fame (Paseo de la Fama) donde más de 2000 estrellas grabadas en las aceras tienen los nombres de los más queridos en Cine, Televisión, Música y Radio del mundo mundial. Desde aquí y a lo largo de gran parte de Hollywood Boulevard seguimos las estelas (aprobadas por la Cámara de Comercio) fijándonos en quién o quiénes merecían tal honor por su «contribución a la industria del entretenimiento». En el primer tramo (Vine P1090664Street) y a lo largo de prácticamente 1 km sorprende la dejadez de las calles y cómo cualquiera pisotea sin pudor las estrellas. Las aceras, incluso, están sucias y escasea el glamour previsible en estos lares. Para evitar el inevitable desengaño y meterse más en vereda, conviene acercarse a los aledaños del Kodak Theatre (donde se entregan los Oscars de la Academia) y del Teatro Chino (fabuloso edificio oriental donde se producen los grandes estrenos) para toparse con las aceras limpias, paredes relucientes, tiendas de relumbrón y una parafernalia turística bastante notoria. Es aquí donde aparecen los personajes disfrazados Jack Sparrow, del Zorro o de Marilyn con unos kilos de más, con los que todo el mundo quiere hacerse una foto. Ya sólo con los japoneses, que se fotografían hasta los pies, hacen su agosto durante cada día del año.

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En los suelos del teatro chino están inmortalizadas en cemento las huellas de pies y manos de algunas de las celebrities que ya aparecen en las estrellas del Paseo de la Fama. Es posible poner tu mano junto a la de Bruce Willys o Jack Nicholson, si es que la maraña turística no lo impide. En el Kodak Theatre, un complejo que incluye un pijo-centro comercial, hay una serie de plataformas desde donde se pueden captar las mejores instantáneas del cartel de Hollywood.

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Vimos decenas de personas y agencias ofreciendo tours en minivans o incluso en autobús (un poco caros) que recorren algunas de las casas de los más famosos del entorno hollywoodiense. Incluso dan la posibilidad de acudir a las partes más tétricas donde las estrellas se han suicidado o han muerto en extrañas circunstancias. Los asesinatos del malísimo Charles Manson son revividos de nuevo así como el lugar exacto donde un jovencísimo River Phoenix cayó fulminado por una sobredosis que acabó con su vida en 1993.

Nosotros no quisimos dar uso de esos servicios ya que llevábamos un taco de hojas con los nombres y las P1090696direcciones de las celebrities, que se reparten por Beverly Hills, Bel Air o Malibú. En esta última estuvimos la tarde anterior, por lo que fue el momento de bajar Sunset Boulevard e introducirnos a los barrios más sumamente pijos que he visto nunca. Beverly Hills, además de Mansiones y hoteles de lujo, tiene a Rodeo Drive como su corazón más auténtico. Es ahí donde pudimos caminar orgullosos por las tiendas y boutiques donde Pretty Woman hacía uso de los dólares de Richard Gere. Las calles pulcras, con automóviles deportivos y limusinas aparcados como si nada, y un sinfín de mujeres operadas y ataviadas con vestidos de diseño que se esparcen de una en una o de dos en dos como máximo para hacer shopping en establecimientos enormes y caros. En las farolas hay colgadas cestas de flores frescas que aportan la exclusividad y el glamour que no encontramos en Hollywood.

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Las curvadas, altas y finas palmeras emergen de las urbanizaciones más puramente «posh». Aunque nunca tanto P1090730como Bel Air, donde no vimos ni al Príncipe ni al Tío Phil, pero sí un laberinto de Mansiones de las de verdad. No chalés molones con su jardincito y su garaje. En Bel Air tú vas con tu coche pasando por las casas más grandes que puedas ver en tu vida, donde los arbustos y los árboles apenas dejan ver lo que hay en su interior. En estos megapalacios de millones de dólares habita la mayoría del espectro hollywoodiense. Nos detuvimos en la puerta de la casa de una tal Elisabeth Taylor…casi nada. Y acabamos haciendo lo imposible por localizar la Mansión Playboy (un sueño que no logramos) o las viviendas de muchos personajes que admiramos desde pequeños. Son pequeñas grandes misiones, que difícilmente se logran sin ayuda, por muchos papeles que se lleven. Allí las calles pueden tener 20 kilómetros (sin exagerar) y puedes estar horas para localizar una casa determinada.

Con el asfixiante calor angelino, y después de comer, no vimos mejor momento (que en realidad era el peor) para P1090739acudir al Distrito Financiero de L.A., el único que dispone de larguísimos rascacielos acristalados. El Downtown acoge numerosas firmas internacionales que se baten el cobre en decorados despachos a 200 metros de altura. Aquí destaca la US Bank Tower, que se define como el edificio más alto de la Costa Oeste estadounidense, la Biblioteca municipal (de corte clásico y ¡funcionando a pleno rendimiento en domingo!) o el Walt Disney Concert Hall, con un diseño muy Guggenheim. Museos como el MOCA (Arte Contemporáneo) o Edificios Civiles como el del Ayuntamiento, son también dignos de visitar, siempre que se vaya con tiempo. Pero uno de los sitios de aquí que más me gustó fue el Pabellón de los Lakers (Staples Center) donde una figura de Magic Johnson da paso a carteles de míticos del baloncesto, entre los cuales se puede decir que ya se ha colado nuestro Pau Gasol. ¡Grande!

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Quisimos asistir de nuevo al cierre de telón mágico de Venice Beach, donde al ritmo de djembés y de rap callejero, vimos fundirse las espigadas palmeras en una multitudinaria tarde de domingo donde absolutamente nadie quiso quedarse en casa.

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* LUNES Y MARTES 28 Y 29 DE ABRIL (DESPIERTA SAN FRANCISCO): Dos días en San Francisco se quedan cortos para disfrutar de su ritmo intenso pero a su vez más pausado que su vecina del este, Nueva York. Fue difícil decidir por dónde empezar porque la lista era bien larga. En la fresca pero soleada mañana del lunes nos dedicamos a la zona conocida como Fisherman´s Wharf, algo así como el Puerto donde se vende pescado frito en puestos de madera, y se venden excursiones en barco tanto a la Isla de Alcatraz como al Golden Gate. En un ambiente marinero y colorido, el célebre muelle 39 (Pier 39) congrega abarrotadas tiendas y restaurantes donde hay algo más además de comida basura.
Los reyes del muelle son los Leones Marinos, que desconocedores del silencio, se enfrentan amistosamente y divierten a todos los asistentes. No es difícil verlos nadar por las aguas de la Bahía, por lo que no ejercen tan sólo de atracción turística.

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P1100039Por la tarde enganchamos uno de los míticos tranvías de la Línea F que se adentran en la city hasta la Powell Station, que puede considerarse el núcleo central de la diagonal y ancha Market Stret, y la mejor parada para ir a Union Square, a Chinatown y al Distrito Financiero.

Los tranvías son realmente antiguos, y tomarlos es relativamente barato (1´5 $), exceptuando los que suben y bajan Hyde Street, cuyo coste asciende a 5$, pero hacen el recorrido más alucinante de la ciudad por las empinadísimas y onduladas cuestas tan típicas de Frisco (así se refieren los gringos a su ciudad).

P1090887En Union Square, distinguible por una columna conmemorativa de su victoriosa guerra contra los españoles (lo que nosotros llamamos el Desastre de 1898), se ubican edificios clásicos Grandes Almacenes, donde destaca Macy´s (El Corte Ingles estadounidense) y un «especial» dedicado a la marca vaquera Levi´s, donde no pude resistirme a comprarme 3 pantalones a 1/3 de lo que me hubieran costado en España. Fue un adelanto a la tarde de compras del día siguiente, donde casi nos nombran clientes VIP de Macy´s por adquirirles gran parte de su mercancía acogiéndonos al bajón del dólar. ¡Un momento perfecto para ir allá!

P1090893Desde Union Square, subiendo por Stockton, se accede al Barrio Chino por la Chinatown Gate. A diferencia de otras ciudades del mundo, éste no es un barrio marginal ubicado en los bajos fondos de la urbe. Chinatown está muy cuidado y posee una suculenta mezcla oriental en viviendas típicas americanas. No tiene precio ver una escalera de incendios junto a un templo budista o una guirnalda celebrando el Nuevo año chino. La música, los productos, la gente, los carteles, los restaurantes, las tiendas, las farolas…el olor. Es disfrutar de Pekín con los cinco sentidos a muchos miles de kilómetros del país más poblado de la Tierra.

Del centro financiero, al que llegamos caminando desde el barrio chino, el protagonista es el Transamerica Pyramid, un edificio de oficinas de 260 metros y acabado en un triángulo, que a pesar de no gustar demasiado a la gente cuando se fundó (1972), hoy en día se ha convertido en uno de los mayores símbolos del deslumbrante skyline de San Francisco. Emerge esbelto entre otros rascacielos más o menos modernos, más o menos clásicos. Es ese uno de los trucos que tiene esta ciudad para embelesar a todo el que la visita, que conjunta construcciones de todas las épocas del Siglo XX para convertirlo en un gran plató de cine decorado por un genio.

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San Francisco, icono de la vanguardia, la libertad y el Peace&Love de los 60, tiene el más célebre barrio gay del P1090930mundo (Castro) donde llegamos tomando la misma línea de tranvía (F) que viene desde Fisherman´s Wharf y recorre la extensa Market Street. Aquí los rascacielos desaparecen de raíz para dejar paso a las encantadoras y coquetas casitas victorianas de madera, todas y cada una de ellas con la bandera arco iris ondeando a los cuatro vientos. Que nadie espere toparse con Drag-queens por la calle, o escuchar a todas horas el I will survive (A no ser que sea el Día del Orgullo Gay). La proliferación de esta clase de barrios gay-friendly es muy usual en países civilizados donde ser homosexual no es un delito. Es por ello que asombrara hace décadas y que ahora sea uno más, sin más diferencia que haber sido el primero en «salir del armario».

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El atardecer del lunes lo vivimos en el que para mí es la parte más bonita de toda la ciudad: Alamo Square. Desde una verde colina se divisa una extensa vecindad de casitas de madera con más de cien años, y de fondo el skyline dorado del barrio financiero, ofreciendo uno de los contrastes más abrumadores a este lado de la Bahía, donde la bruma aparece y desaparece sin avisar. Para que muchos caigan en la cuenta, es lo que aparece en los títulos de crédito de la serie «Padres Forzosos» (Full House) donde salían las gemelas Olsen. Las mejores fotos de San Francisco se toman desde allí, tumbados en el césped fresco sin escuchar apenas ruido.

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Para el martes dejamos el Golde Gate, El Puente… El Santo y Seña de la ciudad, cuyas dimensiones para ser un puente colgante son espectaculares (1280 metros, con 2 torres de 227 metros de altura), y no es de extrañar que la niebla y las nubes se ensañen con él tapándolo y destapándolo a su antojo, adornando una de las siluetas más P1090994célebres de California. Anteriormente habíamos estado en el Parque del mismo nombre (Golden Gate Park), y fue allí donde uno de los buses públicos nos recogió para llevarnos hasta él, y así recorrer a pie por el paso peatonal que va descubriendo cómo la metrópoli se asoma al mar sin despegarse de la Península. Algún león marino despistado pasa por debajo antes de que un ferry turístico haga acto de presencia. El recorrido, ventoso a más no poder, nos dejó aletargados en el Sur de Marin, cuyo mirador se enorgullece de recoger a miles de personas cada día que quedan boquiabiertas de una obra magistral inaugurada en 1937. Afortunadamente una buena mujer que conducía un tranvía lleno de turistas, nos condujo al otro lado sin tener que pagar un centavo. El excelente comportamiento de los estadounidenses fue una constante a lo largo de todo el viaje. Viajar sirve, entre otras cosas, para eliminar falsos e injustos prejuicios..

Despierta San Francisco (SF, USA) por ti.

La tarde la dedicamos a hacer shopping por el centro, a tal escala, que nos tuvimos que comprar una maleta para poder llevar las cosas a la vuelta. Esta actividad se convierte en un sin sentido para los europeos, que arramplamos con todo lo que vemos a nuestro paso gracias a la premisa del «Ta barato». Así no es de extrañar la excelente atención al cliente de los vendedores, que incluso te abren y cierran las puertas.

Maleta a cuestas, cayó el sol para oscurecer la bahía, y dejar que el faro de la antigua prisión de Alcatraz (La Roca) siguiera buscando a los que hace casi cuarenta años, se escaparon sin dejar rastro. El frío azotó nuestras livianas ropas, siempre escasas para lo que se suele avecinar a la noche. San Francisco no es L.A. en lo que a temperatura se refiere, pero es sin duda una ciudad en la que viviría sin pensármelo dos veces. Simplemente maravillosa…

* MIÉRCOLES 30 DE ABRIL (CÓMO TERMINAR EN UN MOTEL DE CARRETERA EN MEDIO DE LA NADA): La mañana comenzó con un susto tremendo, que pudo haber truncado nuestros planes. Tras volver temprano de San Francisco, recuperamos nuestro Mustang para adentrarnos al Desierto californiano de Mojave. Pero en plena Freeway de Los Ángeles, cuando apenas llevábamos veinte minutos conduciendo, perdimos el control del vehículo después de un estruendoso ruido en la parte trasera. Como pude, llevé el coche al carril derecho donde lo detuve provocando el frenazo en seco de quienes me precedían. Cuando me levanté a ver qué había sucedido me encontré la llanta prácticamente desnuda, con pequeños restos de un neumático que había estallado. Con la ayuda de unos hermanos hondureños, logramos llevarlo a un sitio seguro y ponerle una rueda de repuesto, para poder devolverlo a la compañía, que no puso objeción en darnos otro automóvil, en este caso un Toyota Solara descapotable. Todo esto requirió tiempo y parte de nuestras previsiones nos las chafó, ya que queríamos hacer una carretera panorámica en el Mojave Desert (Dunas de Kelso y Kelbaker Road) y terminar en cualquier punto que quedara próximo del Valle de la Muerte (Death Valley). Sí que pudimos adentrarnos al Mojave, sin hacer las dunas o P1100052el pueblo fantasma de Calico, y apreciar el vasto desierto rocoso salpicado por los Joshua Trees o Yuccas, que forman la escasa decoración vegetal de las pelis de vaqueros junto a los respingones cactus de tres brazos. La carretera recta a más no poder y muy utilizada por los camiones más grandes que he visto nunca, deja a un lado polvorientas poblaciones que sobreviven en un ambiente árido y seco. Nos detuvimos a comer en Bakersfield, típica villa atravesada por la legendaria Ruta 66, con sus gasolineras de turno y sus ventas de coches decorados con banderitas y guirnaldas. El Bar Restaurante donde almorzamos almacenaba todos los tópicos del cine y la televisión que todos conocemos: Sillones rojos acolchados, máquina de música a 25 centavos, una amable señorita sirviendo café a los clientes, una rueda de pedidos llena de hojas, una canción de Elvis sonando de fondo… Welcome to the USA! Y unos platos gigantescos, entre los que se incluyó un bol de más de 2 litros de sopa (literal y real como la vida misma). Sólo faltaba que entrara el Sheriff del condado ataviado con un sombrero marrón y con bigote arremolinado…

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Continuamos nuestro camino en coche hasta Baker, del estilo del anterior, donde echamos suficiente gasolina, ya que nos debíamos introducir por un camino largo hacia Death Valley donde se avisaba que no había Estaciones de Servicio a más de 100 kilómetros. Esto en Estados Unidos es muy fácil, por lo que conviene llevar el depósito lo más lleno posible, si uno no quiere verse tirado en medio del desierto del Coyote y el Correcaminos esperando ayuda.

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El color de las rocas mudó al atardecer, dejando durante minutos una luz naranja que iluminó la carretera recta y solitaria donde durante más de una hora no nos cruzamos con nadie. No sabíamos dónde íbamos a acabar durmiendo, aunque ese detalle tampoco importaba. La solución en plena noche la obtuvimos en Shoshone, una minúscula aldea a las puertas del Death Valley que toma su nombre de una tribu india, con un Saloon muy del oeste, un carro de caballos abandonado y un Motel de carretera donde acaban los perdidos en medio de una terrorífica tormenta. Aquí todo es tan cinematográfico…

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* JUEVES 1 DE MAYO (DEL SOLITARIO DEATH VALLEY AL «HAGAN JUEGO» DE LAS VEGAS): El día partió por la mitad dos entornos, dos Estados, dos conceptos y dos contrastes. De un vasto y fantasmagórico desierto llamado «Valle de la Muerte» en California, a otro desierto «habitado» por casi 2 millones de personas en el Estado de Nevada y declarado «la capital mundial del entretenimiento». Esa fue la dualidad que caracterizó a un jueves tremendo, perfecto… Desde Shoshone a escasos cinco kilómetros tomamos la Jubilee Pass Road (nº178) para penetrar por la cara sur del Death Valley National Park, un vasto y árido desierto rocoso con una extensión que supera los 13000 km² y que goza varios records en lo que altas temperaturas se refiere (en 2006 se alcanzaron los 58,1°C). En épocas estivales y próximas a la estación veraniega te recomiendan ir muy preparado y surtido de líquidos porque el suelo puede rozar el punto de ebullición. No son pocos los casos de muertes debidas a golpes de calor por turistas imprudentes que no se toman en serio su paso por este lugar con tan duras condiciones meteorológicas. En nuestro caso, siendo primero de mayo, el infierno no fue tal, ayudados además por madrugar convenientemente.

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Solos, sin la presencia de más vehículos durante horas, fuimos haciendo un fascinante recorrido por el Parque, deteniéndonos en numerosas ocasiones para retratar las arrugadas formaciones rocosas y las planicies de sal que regalan a la vista un espectáculo casi de otro planeta. De los muchos puntos y paradas de interés, dedicamos suficiente tiempo a los siguientes:

  • Badwater: A 86 metros por debajo del nivel del mar, este suelo de sal formado tres mil años atrás cuando se secó el Lago Recent, es el punto más bajo del continente americano, superado por muy pocos lugares en el mundo. Esta kilométrica planicie está teñida totalmente de blanco, contrastando por el ocre y el rojo de las rocas de alrededor. Y fue aquí donde se dieron los 58,1ºC de temperatura en el verano de 2006. Cuando fuimos había un equipo de cámaras rodando un documental.

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  • Puentes de Piedra: A pocos minutos del Badwater, hay un desvío a la derecha (si se viene desde el sur) que se adentra por un camino de piedra que avanza una milla y media donde se pueden dejar los coches. A partir de ahí se inician posibles excursiones por los desfiladeros para ver dos puentes de piedra totalmente naturales y muy fotogénicos.
  • Devil´s Golf Course: Traducido al español como el «Campo de golf del Diablo» (como veis, aquí todo es muy de infierno, muy de muerte…), es uno de las zonas más nos impactaron del Death Valley (después del Zabriskie Point). Una exagerada compilación de rocas cristalinas de sal forman el extenso terreno bastante incómodo para caminar sobre él. Pocas millas después de los Puentes de piedra sale un desvío señalizado a la izquierda (yendo desde el sur, obviamente).

Campo de Golf del Diablo (Death Valley, USA) por ti.

  • Artist´s Palette: La Paleta del Artista hace referencia a los caprichosos y llamativos colores que pintan las desnudas montañas, accesibles por una «espectacular» carretera panorámica que sale a la derecha después de haber dejado atrás el Devil´s Golf Course.

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  • Golden Canyon: Cuando se sale de la senda del Artist´s Palette y se reincorpora a la carretera sentido Furnace Creek, hay otra opción de treking por un cañón natural que cuando recibe los rayos del sol parece estar hecho de oro (de ahí su original nombre).

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  • Zabriskie Point: A menos de una milla del rancho hotelero de Furnace Creek (único lugar poblado y con algo de vida «artificial») se puede llegar a una explanada desde donde ver lo que para nosotros fue lo mejor. Este punto que da nombre a una película de los años 70 presenta las rocas como si de onduladas olas de mar se tratara, con tonos amarillentos casi dorados.

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  • Dante´s View: A 1700 metros de altura se puede gozar de esta «Vista panorámica» que recordó a quien lo bautizó de esta manera al Infierno descrito por Dante en la Divina Comedia. Su situación central permite observar gran parte del Parque Nacional, y dos contrapuntos como son el Badwater (lugar más bajo de Norteamérica) y el Monte Withney (4442 metros, el lugar más alto de la Norteamérica continental).

No son los únicos atractivos del Death Valley National Park, pero sí algunos de los más importantes. Nos quedamos con ganas de ver las dunas (al Norte del Parque), pero en un día es complicado hacerlo todo, sobre todo cuando nos esperaba un trayecto cercano a las tres horas para llegar a Las Vegas. Nos adentramos al Estado de Nevada a ritmo de música country, sin duda, la más idónea para lo que estábamos viviendo.

Casi a las seis de la tarde divisamos el cartel de Welcome to Fabulous Las Vegas, que da la bienvenida a la Ciudad del Pecado (Sin City en inglés), nacida en los años 30 tras la Legalización del Juego en dicho Estado cuando los más mafiosos se dedicaron a crear Salas y Casinos. Actualmente es una ciudad de casi dos millones de habitantes (sin P1100361contar los miles de turistas que la visitan diariamente) con un corazón (The Strip, Las Vegas Boulevard) en que se juntan numerosos hoteles gigantescos y temáticos que ofrecen todos los servicios relacionados con el confort, el juego y el espectáculo. Luces de neón, limusinas y música constante decoran la capital del entretenimiento mundial. Allí cada Hotel es un microcosmos compuesto por miles de habitaciones (literal), salas de juego, cines, restaurantes, pubs, discotecas, atracciones de feria y multitud de sorpresas. El lujo se da por hecho en los grandes como el Bellagio, el Venetian, el Mirage, el Mandalay, el Paris, el Caesar´s Palace, el Flamingo, el Excalibur o el Luxor (en este último es donde pasamos la noche en una suit del piso 32). Y cada uno cuenta con un monotema que le caracteriza. Así el Venetian es una pequeña Venecia en cuyo interior hay incluso canales con gondolieri, el París-Las Vegas tiene su propia Torre Eiffel de 100 metros, el New York New York posee su Empire State o su Estatua de la libertad, e incluso su Central Park. El Luxor, nuestra elección para el jueves, es una pirámide acristalada de más de 100 metros de altura y con más de 4400 habitaciones, donde el Antiguo Egipto marca las pautas. Tiene incluso un Museo dedicado a Tuthankhamon y dos Cines IMAX. Nuestro cuarto era una suite con jacuzzi y con vistas al Strip de la que podemos decir que es la mejor habitación en la que hemos dormido en nuestra vida. Y no costó más de 70 euros por persona.

Viva Las Vegas (Las Vegas, USA) por ti.

El truco en Las Vegas es proporcionar caprichos a bajo coste para así dejarse los dólares sin problemas en la Ruleta, las tragaperras, los Shows de cantantes y humoristas de postín (Celine Dion tenía contrato de varios años con el Caesar´s Palace, y más de un espectáculo ha ofrecido el gran Robin Williams), los cabarets y los prostíbulos constantemente promocionados en la calle.

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Recorrer el Strip por la noche y ver cómo la gente pierde los papeles dejándose llevar por el ruido de las máquinas, el alcohol y las luces cegadoras, es algo que no hay que perderse por nada del mundo. Doy fe de que la frase de «Algo pasó en Las Vegas» es tan real como la vida misma…

* VIERNES 2 DE MAYO (NO HAY NADA MEJOR QUE EL GRAN CAÑÓN): Abandonando a primera hora P1100461nuestro retiro de lujo en Las Vegas, tomando la carretera US93, dejando atrás la Gran Presa Hoover y adentrándonos al Desierto de Arizona por la Highway US40, iniciamos un camino hacia uno de los momentos clave del viaje a Estados Unidos. En aproximadamente 6 horas cubrimos la distancia que separa la ciudad del pecado del Borde sur del Gran Cañón (445 km.). Dicho borde, conocido como South Rim, es sin duda el más vistoso, y por tanto el más visitado. Y alojarse dentro del Parque (hay muy pocos alojamientos en el Grand Canyon Village) es una quimera si no se hacen las reservas pertinentes con el suficiente tiempo. Nosotros tuvimos para nosotros solos una pequeñísima cabaña a escasos 5 minutos andando de uno de los miradores.

El Gran Cañón es una enorme garganta de más de 400 kilómetros de longitud excavada por el Río Colorado que cubre varios Estados, pero que en Arizona se vuelve violentamente deslumbrante. Allí la distancia entre los bordes y el suelo puede ser de 2200 metros, y la separación de paredes rocosas de varios kilómetros. Es el Parque Nacional de USA que más visitas recibe cada año, y es que su fama ha traspasado fronteras…merecidamente.

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Cuando me asomé por primera vez y divisé el espectáculo de rocas rojas que varían su tono a cada minuto me sentí el ser más minúsculo o insignificante del mundo. Contemplar la majestuosidad del Gran Cañón es asistir a un show único e irrepetible, más grande, aún si cabe, de lo que uno puede esperarse a pesar de llevar el sobreaviso y haber visto miles de imágenes del lugar a lo largo de una vida. Si se hiciera la lista de las 7 Maravillas del Mundo Natural, estoy seguro de que el Grand Canyon National Park sería elegido, y muy probablemente sería el primero. Yo he viajado mucho en los últimos años, pasando recientemente de los 40 países, y muy pocas veces he sentido la impresión y la emoción con otros lugares como con este. Grandioso, magnífico…es difícil describirlo con palabras.

Hay recorridos y excursiones en el South Rim para todos los públicos, unos más sencillos (hay autobuses gratuitos P1100512de Xanterra que conectan hoteles y bellos miradores en distintas líneas), y otros más complicados, que incluso se internan en más de una jornada al Río Colorado, visible en muy pocos tramos desde lo alto. Dependerá de las fuerzas, las ganas, la preparación, y sobre todo del tiempo disponible, para escoger alguna de las muchas opciones para vivir The Grand Canyon Experience. Y sea como fuere, terminando el día viendo una puesta de sol de las que convierten las rocas en un escenario de luz y color impredecible. Los aplausos en el cierre del telón vienen solos.

Una noche fría como el hielo (los contrastes de temperatura son muy notables) nos trajo un cielo estrellado resplandeciente…

* SÁBADO 3 DE MAYO (RETORNO A LAS VEGAS POR LA RUTA 66): Durante la primera parte de la jornada, seguimos uno de los más recomendables itinerarios que ofrece el Gran Cañón. Fuimos del Sur al Este por la Desert P1100542View Drive con la capota del coche bajada y deteniéndonos una y otra vez para admirar un paisaje del que es imposible cansarse. 25 millas al borde de las partes más altas de la ribera pedregosa, donde se aprecia en mayor medida el verde del Río Colorado, que recibe sombra de las paredes cortantes y escarpadas. En el Desert View Point, al final del camino, permanece la pedregosa torre de vigilancia de los años 30, donde no pocos turistas buscan las espectaculares vistas, y quien sabe si la suerte de apreciar algo de fauna del Parque, tan variada como invisible. Aún así no hay que olvidar que allí quien gobierna los cielos es el Cóndor y quien reina en la tierra es el Puma, el «León de la montaña».

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Por tanto, no dimos la vuelta por donde habíamos venido el día anterior (US 64 Williams-Grand Canyon Village), sino que fuimos por Cameron dirección Flagstaff (US 89), siguiendo las rojas grietas del suelo de la Reserva India de los Navajos para acercarnos al Sunset Crater National Monument, un bonito Parque Natural a las faldas de un poderoso volcán que cubrió de lava toda la zona. Hoy en día, la visita se puede combinar con las ruinas del Pueblo aborigen Yupatki siguiendo una carretera de 30 millas. Nosotros íbamos con el tiempo ajustando y nos limitamos a recorrer los campos negros de piedra originados por los ríos de lava escupidos por el Volcán mil años antes.

Y después, vuelta a la US 40 que hace el Este/Oeste de Arizona, y que es inevitable coger para retornar a Las Vegas. P1100641Prácticamente paralela a ésta existe un tramo ininterrumpido de más de 100 km. de la mítica Ruta 66, The Mother Road, la Madre de las Carreteras…la Calle más larga de América, que construida en los años veinte unió en asfalto los 4000 kilómetros que separan Chicago de Los Ángeles. Actualmente, descatalogada y anulada en numerosos tramos por el protagonismo de las Autopistas Interestatales, se ha convertido en el sueño de moteros, conductores y amantes del motor. Es por ello que sea fácil encontrarse con Legiones de Harleys, con viejos Cadillac, con furgonetas hippies y con un sinfín de piezas dignas de estar en el Museo del Automovilismo, sobrenombre más que idóneo para añadir a las ya mencionadas denominaciones de la 66. Nosotros sentimos su magia en cuanto la pisamos en el pequeño pueblo de Seligman y observamos personajes dignos de la serie de dibujos «Los Autos Locos» parándose en un friki bar de carretera lleno de símbolos, banderas y placas de tan insigne carretera de doble sentido. No estaba Patán ni el Espantomóvil pero daba igual, la colorida tropa de coches extraños y viejos rockeros compensaron tan notables ausencias.

De Seligman a Kingman (algo más de 100 km) volamos sobre el asfalto con nuestro descapotable blanco, cual carroza de Cenicienta, a la que quedaban tan sólo 24 horas de vida antes de retornar a la vida real. Carteles y anuncios que nos recordaban donde estábamos, y un paisaje cambiante en el que de vez en cuando aparecía una gasolinera abandonada, un motel con aires de película de Hitchcock y una villa solitaria en que todos sus habitantes son Indios americanos. Algunos automóviles oxidados y olvidados guardaban silencio mientras observaban cómo su carretera se sigue manteniendo en plena forma, viviendo en los sueños de millones de personas que anhelan recorrerla algún día.

Fuera de la Mother Road, hicimos una serie de triquiñuelas que sin comerlo ni beberlo nos llevó a tomar un camino equivocado para volver a Las Vegas. ¡Sin querer nos habíamos metido de nuevo en California! Afortunadamente encontramos otra vía que nos dejaría de noche en la Ciudad de Neón, en la planta 24 del edificio Empire en el gigantesco Hotel New York New York, que por tener, tenía su Estatua de la Libertad, su Puente de Brooklyn, su Central Park y su propia Montaña Rusa. La noche se cerró con el ruido de la bola blanca rodando sobre una reluciente ruleta para determinar nuestra fortuna. 100 dólares fue el Premio, aunque la victoria la habíamos logrado tiempo atrás…

* DOMINGO 4 DE MAYO (LEAVING LAS VEGAS, LEAVING USA): Las Vegas amanecieron en un silencio y un vacío abrumadores, únicamente interrumpidos por el eco de la música surgida de algún Local sin nombre que se P1100365resistía a decir que se tenía que terminar. Nosotros en cambio nos resistíamos a decir adiós no sólo a Sin City, sino a todo un hito en nuestras vidas que nos había tocado y poderosamente. Después de asomarme somnoliento a la ventana, recibiendo las molestas luces de un sol fortísimo, supe que era el final, que tan sólo eran unas horas las que restaban para despertar de nuestro sueño americano. Atrás quedó el glamour de Los Angeles, la fascinación por San Francisco, nuestros momentos Made in USA, el estruendoso paisaje del Death Valley, y nuestra suite del Luxor…también se fue rápido el atardecer del Gran Cañón, engullendo un nuevo día, o la magia de la Ruta 66.

Minutos después, un aparcacoches nos devolvía el Toyota y nos deseaba buena suerte para nuestro viaje. La rectísima y polvorienta Autopista 15 que atraviesa el Mojave Desert hasta Los Ángeles nos regaló las últimas 5 horas de Roadtrip. Enfundado en una camiseta del Real Madrid, seguía por una emisora de deportes hispana el encuentro de mi equipo donde si salía vencedor, se llevaba el Campeonato Nacional de Liga. Un SMS fue definitivo, remontada en 3 minutos y todo Madrid a celebrarlo a Cibeles. La guinda a un pastel que se terminó de consumir en un Boeing 777 de United Airlines que llegó el lunes por la mañana al Aeropuerto Internacional de Frankfurt. Después de una divertida escala de 8 horas en que aprovechamos para salir por la ciudad alemana, tomaríamos el vuelo definitivo a Madrid, nuestra casa. Aquí todo seguía igual. Ya nos habíamos despertado del sueño…

Y aquí finaliza nuestra historia en América, por lo que sólo puedo emplazaros a una SELECCIÓN DE FOTOS, y desearos que tengáis un buen día.

Bye bye my friends,

José Miguel Redondo (Sele)

PD: El día 3 de abril de 2009 participé en el programa «Poco no es» de Radio Gáldar para hablar de este viaje por el Oeste de Estados Unidos. Fue una charla bastante entretenida que puede servir para complementar este relato. Si quieres escucharlo tan sólo hay que darle al Play.

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