Viaje Transiberiano 2005

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Transiberiano 2005

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Si hay un viaje que supuso un antes y un después a mi voraz ansia de conocer mundo, éste es el denominado Transiberiano que llevé a cabo junto a mis amigos del barrio en el verano de 2005. Y no sólo cambió mi ambición viajera sino que influyó en mi forma de mirar las cosas, de establecer objetivos y de saber marcar el camino a una temporada que no había sido fácil. Quizá por inesperado, por las fantásticas personas con las que lo hice, por el momento de mi vida en que me encontraba y por ser un recorrido tan excitante como llamativo, puedo decir que fue el viaje de mi vida. Superarlo supone una dificultad casi extrema, aunque por supuesto, no cesaré en mi empeño de sentirme igual de feliz, igual de vivo… Me abrió los ojos y desde entonces no los he vuelto a cerrar.

Cuando las cosas no pintaban bien en ese año, me subí a una idea maravillosa que rondaba en la cabeza de mi grupo de amigos viajeros con los que ya había compartido grandes momentos como el Interrail del 2001 que nos llevó hasta Cabo Norte (Noruega). Soy afortunado de formar parte de una pandilla enormemente valiente que siempre tiene ganas de marcarse objetivos a cada cual más divertido y arriesgado. La base, los pioneros, fuimos tan sólo 6 personas, pero el éxito consecuente atrajo a más personas que sin duda aportaron su granito de arena a este gran viaje en el que únicamente había una cosa segura. Debíamos llegar a China por tren. Y nada más y nada menos que desde Letonia, a la que accederíamos mediante un vuelo vía Berlín. Desde ese momento teníamos un mes para cruzar la Rusia siberiana, la solitaria y nómada Mongolia y poner nuestros pies en el Lejano Oriente, y más concretamente en la superpoblada China. Y tengo que decir que lo logramos, y que las cosas salieron tan bien, que no puedo poner otra nota que no sea Matrícula de Honor.

Este es el itinerario seguido (pincha sobre el mapa para ampliar):

Mapa con el recorrido del Transiberiano por ti.Recorrido realizado tanto en avión, tren, minivan y autobús: Berlín (Alemania)-Riga (Letonia)-Moscú-Novosibirsk-Irkutsk-Lago Baikal-Naushki (Rusia)-Ulan Bator-Terelj Park-Karakorum-Orko Waterfalls-Ongiin Khid-Flamming Cliffs-Dalanzadgad-Saynshand (Mongolia)-Datong-Beijing-Xi´an-Shanghai-Suzhou-Zhouzhuang (China)

No me negaréis que no es un itinerario completo y sobre todo largo, porque fueron muchos miles de kilómetros y muchas horas de tren. Cruzamos Eurasia de punta a punta añadiendo horas a nuestros relojes según íbamos avanzando.

VIAJEROS QUE HICIMOS EL TRANSIBERIANO

Para ser un viaje independiente y lejano el número de expedicionarios fue bastante notable (14). Al principio era algo que temía pero no supuso un freno ni mucho menos. He aquí los nombres de los valientes (de izquierda a derecha y de arriba a abajo siguiendo las fotografías):

* Carlos (alias Kalipo)–> Uno de los miembros que hizo ese primer interrail que nos cambió a todos. Es la persona con la que más viajes he hecho. Un muy buen amigo que no debería faltar nunca en cualquier misión internacional. Su lema es hacer lo máximo con los mínimos recursos posibles (con una cervecita en la mano).

* Chema (alias Chemone) –> También miembro del Interrail 2001 y con un curriculum viajero más que envidiable. Fue mi mejor amigo de la infancia cuando aspirábamos a ser afamados arqueólogos. Con menos de 10 años nos hicimos la promesa de ir juntos a las Pirámides de Egipto…y la cumplimos. Para él nada es imposible ni suficientemente arriesgado.

* Saúl (alias Sul)–> Otro de los supervivientes del Interrail 2001. «Siempre lo más tóxico» es su lema referente a que hay que vivir los sitios por muy poco higiénicos que sean, aunque en este viaje hubo una frase que me repitió hasta la saciedad hasta en los momentos más insospechados y desagradables (Letrinas, etc.) «Josele, que le veo…». Ganador del Premio «Sanitario de Oro» por ser la persona que más uso hizo del váter.

* Alicia (Ali)–> La novia de Kalipo. La de Navalmoral de la Sierra (Ávila) aporta siempre alegría, buen rollo y vive con gran ilusión todos los viajes que hace, a pesar de no comer apenas durante los mismos. Fue en el Transiberiano donde conocí a una amiga de verdad, y con la que posteriormente compartí nuevos retos (Oriente Medio, Oslo, Alemania Oeste…) y los que vendrán…

* Pilar (Pili)–> La novia de Chema fue una de mis mejores aliadas del viaje, sobre todo para salirnos con la nuestra a la hora de ir a uno u otro restaurante. Fue otra de las expedicionarias de oro del postrero Viaje a Oriente Medio.

* Raúl (Ra)–> El pequeño Ra no sólo aportó buen humor sino mucho sentido común, que en ocasiones nos vino bastante bien a todos. Siempre deseoso de conocer las mejores discotecas de cada ciudad para bailar pamparapamparapamparapam…

* Miguel (Capello o Capo)–> Su versatilidad y su capacidad de estar «a las duras y a las maduras» me hicieron cambiar a mejor una opinión previa no demasiado favorable.

* Jorge (Koke)–> Ex-vecino puerta con puerta durante más de diez años y fue en ese viaje cuando le conocí de verdad. Nos llevamos fenomenal y compartimos momentos mágicos asistiendo a un partido del Madrid en China con nuestras camisetas falsas de Raúl. Y fue de los pocos que aprovechó al máximo la gastronomía china.

* Mónica (Moni)–> Novia de Koke. No había hablado con ella hasta este viaje y terminó siendo otra de las personas a las que guardo mucho cariño. Al igual que Koke, se portó de sobresaliente conmigo.

* Jesús (Jesulen o Sulen)–> El hermano de Kalipo siempre vendría conmigo a los viajes porque es de las pocas personas que se lo preparan y se documentan para que después las cosas salgan bien. Hace el trabajo sucio que después disfrutan los demás. Aporta coña tras coña y la capacidad de doblar su cuello hasta límites insospechados. Se incorporó a la expedicion en Ulan Bator (Mongolia) aunque después aguantó una semana más en China.

* Javier (El Gallego)–> Fue uno de los fichajes de Saúl procedente de su Erasmus en Würzburg (Alemania). Aportó austeridad extrema y una capacidad de ahorro fuera de toda duda. La Cofradía del puño cerrado le ha puesto un altar.

* Cristina (Criss, la del local)–> No la conocía de antes pero me sorprendió como una de las revelaciones del viaje. La alegría de la huerta, se adapta a todo y tiene un aguante fuera de toda duda.

* Irene–> La novia de Jesulen en ese momento se reincorporó de forma tardía en Beijing (China). Aún la recuerdo subida conmigo en un taxi en Xian para ir a contratar un minibus con conductor que nos llevara a ver los Guerreros de Terracota.

* Jose (Sele)–> Al que os habla le conocéis de sobra. Y si no, echad un ojo a esta página (El Rincón de Sele).

Echas las presentaciones de los expedicionarios no puedo dejar de mencionar a otras personas que hicieron que esto fuera posible. Personajes míticos como Bimba, Bad o Bayer (Conductores y traductor de Mongolia), las prodvonitsas Julia y Kate (sobre todo la primera), un ruso que vive en Letonia llamado Yuri y un largo etcétera en que caben muchos más. Podría estar escribiendo siglos este post y no terminarlo nunca. Quizás algún día escriba un libro o un diario digital como en otros muchos viajes que he llevado a cabo en estos años y que tenéis a vuestra disposición. Pero por el momento quisiera ofreceros mi visión global acerca del viaje, comentar qué fue lo que más me gustó y ofrecer alguna recomendación válida para toda esa gente deseosa de hacer el Transiberiano y que suele pedirme consejos. Intentaré ser breve:

¿Qué es exactamente el Transiberiano?

Es una red ferroviaria que conecta la Rusia occidental con su provincia más oriental (Vladivostok), y que cuenta con unas variantes que terminan en Pekín (Beijing). A dichas variantes se las conoce como Transmongoliano (el que nosotros realizamos y que va a China pasando por Mongolia) y Transmanchuriano (va a China sin pasar por Mongolia). No es del todo conveniente decir que el Transiberiano es un tren. Es un tramo o una ruta que atraviesa Rusia de este a oeste (y viceversa), y que puede llegar tanto a China como a Mongolia. Quiero decir esto porque muchos lectores me preguntan si cogí el tren transiberiano. Y la respuesta siempre es la misma: No cogimos un tren directo sino que seguimos el tramo original haciendo varias paradas. Aunque hay que decir que sí existe un ferrocarril que del tirón y en 5 días llega a Vladivostok en el Mar de Japón. Se llama Rossiya y sale de Moscú. Por lo tanto, hacer el Transiberiano no consiste en subirse a un tren determinando, sino en llevar a cabo un recorrido fiel al que en su día fue diseñado en la Rusia de los Zares.

¿Qué documentación se necesita? ¿Hacen falta vacunas?

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Además del Pasaporte en regla y con vigencia superior a 6 meses, es necesario obtener Visado tanto para Rusia, Mongolia o China, siendo necesario por tanto tramitar dicha documentación en las Embajadas o Consulados correspondientes. El papeleo ruso es el más engorroso y difícil, por lo que hay que armarse de valor y tener paciencia.

Respecto a las vacunas, ninguna es obligatoria, aunque son recomendables las siguientes: Hepatitis A y B, Fiebres tifoideas y Tétanos (que cubre también Difteria y Tosferina). Estas son las que yo me apliqué en mi Centro de Vacunación Internacional correspondiente. Dependiendo de las zonas a visitar pueden ser necesarias otras, por lo que para ello lo mejor es consultar las Recomendaciones que ofrece el Ministerio de Sanidad español.

Los billetes de tren, un gran mar de dudas…

Las preguntas de los distintos viajeros respecto a cómo compramos los billetes, los precios de los mismos, y si conviene hacerlo con agencias intermediarias, son el pan nuestro de cada día. Trataré de contestar de forma breve y concisa para decir que no es necesario utilizar a terceros y es posible comprarlos sobre la marcha, en el propio Moscú (y en posteriores paradas). De esa forma uno se ahorrará bastante dinero. Nosotros hicimos bastante cola para hacernos con los primeros, que fueron los del tren Moscú-Novosibirsk (capital de Siberia). Ya en el propio Novosibirsk compramos el siguiente (a Irkutsk), y así sucesivamente. Y sin ningún problema ni dificultad, que como mucho estribaba en la pasividad de las taquilleras rusas, no muy amigas de complicarse la vida. Los precios no los recuerdo, al igual que los horarios, pero ni son tan caros como venden los intermediarios ni tan escasos de como se habla. No creo que en todo el viaje nos dejáramos 300 euros en todos los trenes y buses. Para saber horarios y más información útil de los ferrocarriles rusos hay una página llamada Way to Russia (en inglés) que nos fue clave para los preparativos. Espero que haya quedado claro mi consejo. Compradlos sobre la marcha y huid de las agencias. Y nunca está de más tener escrito en ruso (y en alfabeto cirílico) el nombre del destino al que queráis llegar (y hacer lo propio tanto en Mongolia como en China). Os ahorraréis bastante tiempo en las taquillas de la Estación.

¿Qué trenes tomamos? ¿Cómo son? ¿Qué duración tienen?

He aquí todos los trenes que tomamos en el viaje: Riga (Letonia)-Moscú (17 horas aproximadamente); Moscú-Novosibirsk (52 horas, el más largo); Novosibirsk-Irkutsk (30 horas aprox.); Irkutsk-Ulan Bator (Mongolia) (previa parada en la Naushki, frontera ruso-mongola, duración: cercana a los dos días por el tiempo en que la policía rusa dedica en revisar equipaje y vagones); Sainsand (Mongolia)-Frontera China (no llegó a las 8 horas); Datong (China)-Beijing (8 horas aproximadamente); Beijing-Xi´an (14 horas aprox.); Xi´an-Shanghai (17 horas aprox.); Shanghai-Suzhou (1 hora).

En otros trayectos no fue necesario tomar el tren: De Berlín a Riga fuimos en avión; de Irktutsk al Lago Baikal fuimos en taxi; En Mongolia nos movimos en minivans con conductores que nos recogieron en la capital Ulan Bator y nos dejaron en Sainsand, donde continúa la línea ferroviaria que cruza el país; La frontera entre Mongolia y China la pasamos en todoterreno con conductores chinos; De Erenhot (primera ciudad de China entrando desde Mongolia) a Datong (China) fuimos en un autobús-cama bastante tóxico a la vez que original. Y para trasladarnos de Suzhou a la villa acuática de Zhouzhuang tomamos un taxi. Los trenes no son como los ICE europeos, aunque tampoco son del todo malos. Es posible elegir entre asientos (lo más barato), literas duras y literas blandas (en camarotes, las más caras). Nosotros utilizamos los segundos, en los que es posible dormir cómodamente y dejar el equipaje. Dicha opción se encuentra tanto en Rusia como en Mongolia o China. No son lo más limpio del mundo, pero sí lo suficiente para pasar tantas horas en ellas sin subirse por las paredes. Si se trata de recorridos largos hay vagones-restaurante, e incluso se venden artículos en el mismo. En los rusos, la azafatas o auxiliares, reciben el nombre de Provodnitsa (2 por vagón) y se ocupan de que «su ley» se cumpla en sus dominios. Suelen ser señoras con fama de muy mal humor, aunque de vez en cuando es posible llevarse una sorpresa y encontrar alguna joven estudiante con una preciosa sonrisa. La nuestra se llamaba Julia, y a mí personalmente me alegró un largo viaje de 52 horas.

En cada vagón hay una máquina de agua caliente llamada samovar para prepararse un té o unos noodles (tallarines) precocinados muy típicos en esas tierras. Por tanto. se puede comer lo que te ofrezcan dichas provodnitsas, lo que se haya comprado con antelación, lo que haya en el vagón-restaurante o lo que buenamente se puede adquirir en las paradas que hace el tren, donde se agolpa mucha gente comerciando con toda clase de productos. Vaya, la comida no es buena pero nadie se muere de hambre haciendo el Transiberiano. La duración de los trenes en los tres países asiáticos que cruzamos fue en ocasiones sumamente elevada (el más largo fue de 52 horas), aunque no tan insoportable como en un principio pensaba. Es posible hacer amigos y amigas en los mismos además de servir como lugares en los que se puede descansar, leer y relajarse antes de la vorágine viajera que viene a su término. Es por ello que recomiendo no escatimar en la calidad del asiento y hacerse, por lo menos, con una litera (dura o blanda).

Además, el paisaje es suficientemente atractivo como para observar el paso de la vida por esos lares tan lejanos a las grandes urbes. En Rusia apenas encontramos un lugar sin árboles, y en la estepa mongola aparecen y desaparecen los típicos gers o yurtas (las tiendas donde viven los nómadas) o los jinetes a caballo o incluso camello, con sus llamativos ropajes. En China, las terrazas de arroz y los humedales tampoco nos dejaron indiferentes. Por tanto, no hay que agobiarse con pasar tanto tiempo en los trenes. Lo mejor es mezclarse con la gente y disfrutar por miles de detalles como puede ser atravesar 7 husos horarios diferentes. Eso es algo que no se puede hacer en ningún otro lugar…

¿Qué fue lo mejor de cada país? ¿Qué no se puede perder? Historia-resumen del viaje.

Es complicado elegir aunque sí es fácil recordar lugares increíbles y numerosos momentos mágicos que con suerte pude compartir con mis amigos. Son muchos los retales que guardo con mucho cariño y que mantendré en la memoria mientras viva. Eso es viajar, acumular experiencias que se recuerden para siempre. Veamos mis mejores recuerdos según países:

Noche berlinesa como pistoletazo de salida: Berlín, capital de Alemania fue el primer lugar que pisamos en el viaje. Tendríamos toda la tarde-noche para dar una vuelta y dormir lo que se pudiera. Algunos ya habíamos estado antes por lo que dedicamos unas horas para enseñar a los «nuevos» algunos sitios importantes de la ciudad: El Muro de Berlín, recuerdo de lo que en su día separó la RDA y la RFA, la Alexanderplatz con el Ayuntamiento, la Catedral y el Museo de Historia a tiro de piedra… Algo relajado antes de marchar al Aeropuerto Schönefeld y buscar un hueco para plantar nuestros sacos y mochilas y hacer lo posible para dormir. Aunque eso fue misión imposible para mí…

IMG_0921Riga, pequeña pero con clase: La capital de Letonia, verdadero comienzo «terrestre» del recorrido, es una ciudad que está mejorando a pasos agigantados. En la Plaza del mercado cayeron jarras de cerveza a granel, e incluso un par de ellas se rompieron gracias a un brindis salvaje entre Capello y Chema. Allí aparecieron dos miembros nuevos para la expedición, Saúl y «El gallego», personajes esenciales en la búsqueda de la toxicidad y socios de honor de la Cofradía del puño cerrado. Ya estábamos casi todos. Tan sólo quedaba Jesulen (que se reincorporaría en Ulan Bator) e Irene (que haría lo propio en Pekín) para completar la lista de «Transis», nombre cariñoso para apodar a los valientes expedicionarios.

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Desde Rusia con amor: Mucho amor y mucho buen rollo fue lo que se respiró en la ex-Unión Soviética. Quizá fue el momento en que mejor se llevó el grupo, y eso no hay quien lo ponga en tela de juicio. Lo pasamos fenomenal en IMG_1216Moscú, visitando su Plaza Roja y el famoso Kremlin, haciendo un mini-crucero por el Río Movska y dando cuenta de la noche moscovita donde más de uno alcanzó altas cotas de embriaguez. No diré el nombre de la persona a la que tuve que acompañar a la habitación y meterla en la cama como a un bebé… Nunca olvidaré el tren más largo de mi vida, que nos llevó de Moscú a Novosibirsk, capital de Siberia y que duró la friolera de 52 horas. Y no fue ni mucho menos aburrido y cansado porque hicimos amigos y amigas por todas partes. Soldados ebrios, una cantante con su propio disco que leía las manos, dos provodnitsas simpáticas (mi adorada Julia y su amiga Kate) y más y más personajes indispensables en un tren bautizado como «del amor». Novosibirsk fue su destino, una ciudad típica comunista de color hormigón y con olor a tubo de escape. Allí Lenin parece seguir vivo a tenor de las muchas estatuas que se conservan de él. Exenta de atractivos, cada cual se las arregló para pasar mejor su día. La mitad del grupo se bañó en las contaminadas aguas del Río Ob, y la otra mitad se fue a dormitar al Teatro mientras asistía a un espectáculo de Ballet ruso al módico precio de 1 euro.

El siguiente destino fue Irkutsk, separado de Novosibirsk por un trayecto de 32 horas. Lamentablemente nos tocó una provodnitsa con bastante mala idea a la que incluso le compusimos una canción para dedicársela a su paso (al ritmo de la Barbacoa de Georgie Dann: La provonitsa, la provodnitsa, que hija de p.., que p.. es). Pero en este caso el destino sí que fue mejor. Irkutsk es una ciudad con mejor apariencia, conocida por muchos como la París siberiana, que no deja de ser una tosca exageración. Las casas señoriales de madera y un par de iglesias ortodoxas de estética aceptable le hacen parecer un mundo aparte, siempre que se le compara con la anteriormente mencionada Novosibirsk.

Pero lo que sí fue de otro mundo cubriendo algunas de las mejores horas de todo el viaje fue el inmenso Lago Baikal, que ostenta varios records y varias cifras dignas de mención como la que nos dice que contiene el 20% de agua dulce de todo el Planeta. Fue allí donde tomamos un barco para «perdernos» en una orilla solitaria donde comer, beber y bañarnos en sus gélidas aguas. Atravesamos un Puerto abandonado y ruinoso para acceder a un trocito de paraíso donde un atardecer de color de rosa sirvió de preludio a una noche memorable entre amigos. Posiblemente allí pasé uno de los mejores momentos de mi vida, rodeado de buena gente que me regaló mil conversaciones, mil risas y mil anécdotas junto a una hoguera… Eso sí, nos levantamos completamente empapados y helados por la humedad del Lago, que amaneció con una estampa tan indescriptible como hermosa. Desde allí, nuestro último tren ruso a una frontera solitaria llamada Naushki donde los soldados y policías nos tuvieron varias horas al sol para revisar vagones y equipaje y dejarnos cruzar a Mongolia a ritmo de aplauso.

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Mongolia, regreso al pasado: Decir que la mayor parte de los mongoles son nómadas y van de un lado para el otro con sus gers (tiendas desmontables), sus aperos y su ganado, es volver a los comienzos del ser humano. Este país sorprende a cada paso que se de por conservar costumbres ancestrales y formas de vida casi desaparecidas en nuestro Planeta. Nuestra primera toma de contacto fue con la capital Ulan003 Bator (nos alojamos en el Mongolian Resorts Guest House), donde se estaba celebrando el Naadam Festival, que es el verdadero acontecimiento del año en que los propios mongoles ataviados con ropajes propios de la época de Genghis Khan compiten en tres vertientes: Lucha mongola (una mezcla de sumo y grecorromana), Tiro con arco y Carreras de caballos. Nosotros no quisimos perdernos la peculiar «Olimpiada mongola» y acudimos al Estadio principal de la ciudad después de comprar las entradas en reventa por un par de euros. Fue en esta ciudad donde se incorporó Jesulen para dos días después tomar dos mini-vans con conductor y traductor (gestión llevada a cabo por él), tan necesarios para recorrer el país. Ulan Bator apenas cuenta con demasiados atractivos, ya que es reflejo fiel de cuando fue provincia de la URSS, pero aún conserva una zona de Templos donde destaca el Monasterio de Gandan Khiid, que es de los pocos que quedaron en pie después de las purgas estalinistas. Allí conocimos a un aprendiz de monje que nos mostró sin apenas hablar que se puede ser feliz con muy poco.

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IMGP0484Como he dicho antes, contratamos de forma lógica y por internet dos mini-vans con conductores (Bimba y Bad) y un traductor (Bayer) a través de la agencia rusa LEYEND TOURcon sede en Ulan Bator. Nosotros lo tratamos todo con Tatiana Klimova, pero lo mejor es contactar con ellos por e-mail. Sólo conductores que sean de allí se manejan bien en un país sin apenas carreteras y donde se guían por piedras, colinas, ríos e incluso estrellas si la noche les pilla desprevenidos. Eso sí, si pedís presupuesto, que os especifiquen si incluye gasolina y el alojamiento/comida de los conductores (en nuestro caso no). Así se evitan sorpresas de última hora.

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Nosotros les contratamos para diez días aproximadamente, con un itinerario previsto por nosotros y que podíamos cambiar sobre la marcha. Vamos, que tuvimos libertad absoluta para hacer un buen recorrido que comenzamos tras pasar un par de días en Ulan Bator. El primer P1010066destino fue el Terelj Park, a 80 km. de la capital y bien comunicado con la misma. Allí montamos a caballo, vimos la famosa roca con forma de tortuga y acampamos casi en la orilla del río donde cocinamos una enorme olla de espaguetis. El frío que pasamos por la noche y gritos de «di no a la enfermedad» fueron otra cosa bien distinta. De ahí marchamos al Karakorum, antigua capital y reserva espiritual y budista más importante del país, ya que es allí donde se alzan los restos de un gigantesco monasterio amurallado llamado Erdene Zuu Khid (Siglo XVI). Tardamos un porrón de horas en llegar, gracias entre otras cosas, a que atropellamos una cabra y hubo que vérselas con los dueños subidos a caballo que querían una compensación para arreglar el desaguisado. Aunque lo que hubo que arreglar fue el coche, tarea difícil pero que se logró, a pesar de la tormenta que se avecinaba en medio de la estepa. Pero una vez llegamos a Kharkhorin (Karakorum), nos dimos cuenta que el trayecto valió la pena completamente tanto por el paisaje como por el monasterio amurallado en el cual llegaron a habitar más de 1000 monjes y hubo más de 60 templos. Pero tras las purgas estalinistas apenas quedaron tres templos y pocos supervivientes, que tratan de inculcar la tradición budista paralizada durante décadas.

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El siguiente destino, ya fuera de toda carretera, fue un lugar solitario y verde llamado Orkon Waterfalls debido a las cascadas que en primavera brotan con fuerza. En verano es misión imposible pero sirvió para montar durante muchísimo tiempo a caballo (con monturas tradicionales de madera que destrozaron las posaderas a más de uno) en uno de los mejores días de todo el viaje. Los siguientes días los pasamos moviéndonos a lo largo y ancho del Desierto del Gobi, que ocupa el 30% del país adentrándose incluso en China. Las horas de coche y la insana dieta mongola (carne de cabra vieja, arroz, noodles y empanadillas grasientas) nos minó un poco la moral. Pero tuvimos la oportunidad de dormir en gers, de conocer gente que vive aislada totalmente y de visitar auténticos tesoros paisajísticos entre los que destacan los Flaming Cliffs (en Bayanzag), un lugar de rocas anaranjadas en que se han descubierto numerosos fósiles y restos de dinosaurios (sobre todo los velocirraptores).

Tampoco nos dejaron indiferentes los Hielos perpétuos próximos a la población de Dalanzadgad. Es curioso verP1010155 bloques de hielos en pleno verano en pleno Gobi, para ser más concretos en el Cañón de Yolym Am. Dejamos el coche en la entrada y después tuvimos que trotar durante más de media hora a caballo para acercarnos a dicho fenómeno de la Naturaleza. El final del Gobi se resume en una pérdida nocturna en pleno desierto, teniéndonos que parar en el medio y dormir a la intemperie (aunque algunos y algunas temerosos de las víboras lo hicimos dentro de las minivans). Los inenarrables Bimba y Bad, a los que entendíamos perfectamente sin que supieran una palabra de inglés o español, nos dejaron en Saynshand, donde pasa el la única línea de tren de Mongolia que les comunica con Rusia (al norte) y China (al sur). Por la mañana vivimos uno de los cruces de frontera más surrealistas de la Historia. En la propia Mongolia tuvimos que tomar unos taxis cochambrosos que se peleaban los unos con los otros por cruzar la línea (golpes de chapa incluídos). Un desbarajuste bastante divertido que nos dejó en Erenhot (también llamada Erlian), la primera ciudad de China accesible desde Mongolia.

P1010156 por ti.

 

Adentrándonos en la milenaria China: Este legendario, gigantesco y superpoblado país asiático cuenta con una tradición histórica fuera de toda duda. La futura primera potencia mundial me llamaba tanto la atención que fue una de las partes del viaje que más disfruté, y pienso que mis colegas igual, salvo algunas excepciones como Saúl, que cayó pronto con una gastroenteritis que se lo hizo pasar muy pero que muy mal. Decía anteriormente que el cruce de fronteras entre Mongolia y China fue surrealista. Pues mucho más lo fue la forma de lograr ir directamente a Datong, ciudad milenaria con grutas budistas que se me metió en vena después de leer sobre ella. Era un objetivo no tan conocido y turístico como otros, pero que acabó siendo un punto importantísimo del recorrido. Resulta que no salía ese día ningún tren o bus directo a esta ciudad perteneciente a la provincia china de Shanxi. Nosotros, que no andábamos demasiado sobrados de tiempo, hicimos lo que estuvo en nuestra mano por lograr ir hasta allí.

Y como no, lo conseguimos. Logramos desviar un autobús-cama (no había asientos, sólo literas) que iba a Pekín para que nos trasladara primero a nuestro destino. Era de línea y llevaba gente, pero por unos 10 euros por persona (130 en total) fue posible variar una ruta preestablecida. Los pobres chinos ni se quejaron, como si fuera algo habitual. Es como si España tomas un bus de Madrid a Sevilla y le pides (previo pago) que te lleve a tí primero a Salamanca. Vamos, sales del vehículo en marcha y sin dientes… De tal forma llegamos a Datong, en un bus con camas húmedas y cochambrosas que tardó en torno a las 10 horas en dejarnos en un oscuro callejón próximo a la Estación de trenes. El alojamiento, inferior a los 5 euros por persona, y la deliciosa comida (agasajos por un euro), no fueron lo mejor de una ciudad fundada 2000 años antes por la Dinastía Han. Aunque fueron los Wei (S.V) los que construyeron en un acantilado decenas de grutas y más de 50000 estatuas budistas sobre las mismas, siendo algunas de ellas de un tamaño sobrecogedor. Este lugar conocido con el nombre de Grutas del Yungang es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2001. Pone los pelos de punta encontrarse con una enorme escultura esculpida sobre la propia montaña que mida 17 metros. Razón suficiente, que no la única, para recomendar esta ciudad tan alejada de muchos circuitos turísticos. Y digo que no la única porque sus Templos Colgantes, construidos en mitad de una acantilado para protegerlos de las crecidas del río, son el mejor ejemplo de tradición budista y de vértigo posibles. Tanto las Grutas como los Templos colgantes están separadas a no pocos kilómetros de la urbe, por lo que contratamos un autobús con guía de una de las instituciones clave para el turismo chino. Estoy hablando de CITS, una compañía china de proporciona transporte y guías-estudiantes para poder visitar aquellos lugares más alejados (o más cercanos según se quiera). Suele haber varios en todas las ciudades, y en el caso de Datong, en la misma Estación de Trenes. Nosotros, al ser un número considerable de viajeros, podíamos conseguir dichos servicios por poco dinero, así que lo utilizamos tanto como pudimos (en Xian nos llevaron a ver los Guerreros de Terracota).

Un tren nocturno que dejaba bastante que desear por ir demasiado lleno y no estar del todo limpio nos trasladó a Pekín (Beijing) a la que llegamos con un bochorno insoportable a las siete de la mañana. No teníamos concertado alojamiento alguno, como en la totalidad del viaje, pero no costó demasiado encontrar a los «enviados» por los muchos hostels existentes en la capital china. Después de negociar y de trasladarnos a nuestra base de operaciones para tres días (Leo Hostel, a 5 minutos de la Plaza Tiananmen) analizamos lo que íbamos a hacer, ya que no contábamos con demasiado tiempo. El pobre Saúl, ya andaba fatal de su gastroenteritis y ni opinaba, al igual que otros que también se pusieron malos, aunque no con tanta virulencia como con él. Pero con todo y con eso decidimos ir esa misma mañana a hacer una doble excursión: Muralla China y Tumbas Ming.
Tomamos un bus-estafa que nos paró en tiendas de souvenirs e incluso en un Centro de Medicina Natural, pero que al menos nos «depositó» (junto a muchos chinos) en la mítica Muralla China (en el tramo de Badaling, el más turístico y conocido), la cual serpentea sorprendentemente por la poblada montaña. La lluvia nos acompañó en nuestra difícil subida, ya que los escalones son tremendos. Fuimos un tanto desperdigados, pero recuerdo que gran parte del recorrido lo hice con Pilar. Reconozco que si retrocediera hubiera escogido otro tramo (Simatai o Mutianyu son mejores) pero lo pasamos bien igualmente, ascendiendo por una de las 7 Nuevas Maravillas del Mundo. Estar en la Muralla era un símbolo de que nuestra misión había sido un éxito, aunque quedaban más cosas por hacer. Esa tarde la cerramos en una de las Tumbas Ming, vacías de turistas, y es que los listos del bus que contratamos, nos llevaron cuando prácticamente la estaban cerrando (nos habían hecho perder el tiempo parándonos a sitios absurdos como un museo de cera, un megastore de gastronomía típica y varios sitios más). Raúl era muy reacio a visitarlas las Tumbas por la injusta opinión de Lonely Planet al respecto, pero al final nos gustó a todos. La información de las guías hay que cogerla con pinzas…

Nuestro segundo día en Beijing se caracterizó por las lluvias torrenciales que nos mantuvieron realmente empapados durante todo el día. Es lo que tiene ir en verano al Lejano Oriente, que el Monzón no perdona. Aún así penetramos en el corazón de la capital china, y más concretamente en la Plaza Tiananmen, la más grande del mundo (880 x 550 metros) y construida para reunir a centenares de miles en Revoluciones pasadas. La fotografía de Mao Tse Tung reina y precede a lo que para mí es lo mejor de Pekín, la Ciudad Prohibida, Palacio Imperial de las Dinastías Ming y Qin que tiene alrededor de los 800 edificios profusamente decorados con motivos orientales. Se le conoce como «Ciudad prohibida» por la imposibilidad de su entrada a las personas ajenas a la Corte o a la más destacada aristocracia en la época de los Emperadores. Hoy es un laberinto capaz de trasladar a cualquiera a tiempos inmemoriales, y digno de dedicarle bastantes horas. La lluvia nos estaba rompiendo muchos esquemas, pero qué mejor que evitarla durante un rato comiendo en un restaurante fantástico. A un paso de la Plaza maoísta de Tiananmen, The Roast Duck prepara el mejor Pato laqueado de la ciudad. Koke, Mónica y yo dimos cuenta de ello, inflándonos por las muchas raciones que nos regalamos. Soy un amante de la comida oriental y allí me encontré en el Paraíso.

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Como el Real Madrid de los Galácticos se encontraba en Pekín en mitad de su Gira Asiática, no pudimos evitarP1010243 plantarnos en el Estadio de los Trabajadores, hacernos con entradas «en reventa» y ver a nuestro equipo jugar a miles de kilómetros ante la admiración y los ooohhhs del público chino, al que tuvimos que enseñar algunos cánticos propios del Estadio Santiago Bernabéu. Qué cierre de jornada tan magistral, sobre todo para un madridista de corazón…

El tercer día pequinés consistió en visitar el Templo del Cielo y el enorme parque en que se encuentra, con miles de chinos haciendo taichi. Lamentablemente dicho templo estaba cubierto de andamios por lo que no pudimos disfrutarle demasiado. Después unas compritas en el Silk Market, paraíso de las falsificaciones donde uno se puede sacar una maleta de ropa por menos euros de lo que en España te compras unos pantalones vaqueros.

Para el resto del día nos movimos por los Hutongs, callejuelas tradicionales y estrechas de la China imperial, además de ver como Dios manda y con el cielo despejado la Plaza de Tiananmen y todo lo que conlleva. La noche la pasamos en un tren dirección Xian (o Xi´an), el extremo más oriental de la Ruta de la Seda, aunque a esta ciudad se le conoce por albergar en las afueras uno de los mayores descubrimientos de la Arqueología, el Mausoleo del Primer Emperador Qin, en el cual hay semienterradas más de 7000 figuras de terracota a tamaño real. Representaban al ejército del Soberano, que simbólicamente acompañarían al mismo a su último viaje al más allá. Un minibus fletado por CITS, anteriormente mencionado, nos llevó al extraordinario yacimiento, con gran afluencia de turismo pero que sobrecoge por su espectacularidad. En fila, soldados de todos los rangos, e incluso algunos con sus caballos, todos totalmente diferentes, guardando un halo de misterio que aún está sin desvelar. Y se dice que apenas se ha llegado a desenterrar apenas nada de lo que puede ser una de las tumbas más importantes del mundo.

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Xi´an, aparte del famoso Mausoleo, es una urbe amurallada bastante interesante que cuenta incluso con su medina y su mezquita. Y es que es un bastión importante de la China musulmana. Es curioso ver esta mezcla de culturas tan diferentes. Era ésta la ciudad en que se separaría gran parte del grupo, ya que una mitad se volvía antes a Madrid (Ra, Chema, Criss, Mónica, Koke, Pilar y Capello) y la otra (Saúl, Gallego, Kalipo, Alicia, Sulen, Irene y yo) disfrutaría de unos días más en China. La intención de los que aguantábamos un poco más era ir a las Gargantas del Yantsé antes de que se terminara la presa y acabara con todo, pero sucedió lo que nunca debió suceder. Por confiarse y hacer el tonto, perdimos el tren. Y el que supuestamente salía a las once de la noche no llegó a aparecer quedándonos tirados, agotados y sucios en la Estación de Xi´an. El pobre Saúl estaba fatal y tuvo que irse al Hospital (bendito Seguro) acompañado de su inseparable «Gallego». La situación de agotamiento, de no saber qué hacer, y de sentir que se estaba perdiendo el tiempo, nos llevó a Kalipo, a Alicia y a mí a tomar la decisión de subirnos al primer tren que se dirigiera a Shanghai. Jesulen e Irene, que tenían más tiempo se quedaron, al igual que Saúl y Gallego, los cuales después de la recuperación tomarían un vuelo a dicha ciudad.

Entonces la parejita (Kalipo y Ali) y yo, invertimos 17 horas de reposo en un tren. El 80% del tiempo lo pasamos durmiendo, y el resto comiendo. Y fue lo mejor que pudimos hacer. Recuperados para unos días en Shanghai y alrededores, que terminaron por ser muy pero que muy grandes. Shanghai es el futuro, y no hay más que alzar la vista y darse cuenta de que cuenta con algunos de los rascacielosP1010063 más modernos y vanguardistas del mundo. Su skyline deja la boca abierta a cualquiera, sobre todo si se acude al Bund (con P1010320construcciones en plan años 20) y se mira al otro lado del río Huangpu, el distrito de Pudong. Allí la panorámica es de otro siglo, otro milenio, y de entre todos los rascacielos destacan dos: La Pearl Tower (468 metros) y la Torre Jin Mao (420 metros, 88 plantas), a la que nos colamos. Si hay que escoger una calle no hay que perderse Nanjing Road, con luces por todas partes, llena de tiendas y de sitios de ocio. Allí es posible encontrarse con los famosos KTVs, lugares en que se pueden alquilar salas de Karaoke (cosa que dejamos para el último día) y hacer un poco el gamba. Y para los amantes de la Cultura y Tradición China, el Templo del Buda de Jade es el mejor paréntesis de Paz y Silencio que se puede encontrar en medio de una de las ciudades más tumultuosas del país.

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A poco más de una hora de allí, en tren, nos desplazamos hasta Suzhou, ciudad que por sus canales recibe el P1010136apelativo de «Venecia china». La Pagoda del Templo Norte o la del Tigre de la Colina son algunos de sus monumentos, aunque quizá lo más destacado son los jardines orientales. Nosotros visitamos «El Jardín del Maestro de las Redes», que es uno de los mejores ejemplos de la ciudad. Logran la armonía deseada utilizando elementos como agua, rocas y madera, además de las propias flores y plantas, rodeadas de la belleza arquitectónica de la vivienda en que están situados. También asistimos a una ceremonia Taoísta, otra de las religiones más influyentes a este lado de Asia.

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Para ver todas estas cosas negociamos con un taxista, al que nos costó regatear más de la cuenta. Incluimos los P1010150principales puntos de la ciudad y la visita a una Zhouzhuang, una aldea que sí merece el apelativo de veneciana, porque la atraviesan decenas de canales donde la gente se mueve en sus barquitas estrechas. Además sus puentes de piedra de más de 5 siglos de antigüedad forman parte de un entramado de callejas y casitas pequeñas en las que el agua navegable es la protagonista. Y además son muchos los templos existentes, por lo que para ser un pueblo tan pequeño, reúne todas esas imágenes preconcebidas de una típica aldea china, cuya gente porta los sombreros tradicionales de paja con los que se resguardan del sol. A esta excursión, al igual que a la de Suzhou participamos Ali, Irene, Jesulen, Kalipo y yo.

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Nos reencontraríamos con Saúl y el Gallego al día siguiente para pasar una jornada tranquila en Shanghai, acudiendo al Barrio Francés, repleto de boutiques, buenos restaurantes y un mercadillo de falsificaciones más que interesante P1010020en lo más parecido a Europa que se puede ver en la ciudad. De noche hubo tiempo pegarnos un homenaje en forma de cena y terminar la noche en KTV cantando temazos de Oasis, entre otros. La Aventura se terminaba con nuestra llegada al Aeropuerto, o al menos eso creíamos, porque debido a un retraso, no tomamos nuestro enlace en Moscú para ir a Madrid. Por lo que el día de mi cumpleaños lo pasé encerrado en Moscú en un Hotel junto a un periodista deportivo que sigue al Sevilla FC, un empresario riojano, Miss Costa Rica, además de Kalipo, Ali, Saúl y el Gallego, por supuesto. Al menos nos reímos, aunque por no llorar, ya que el comportamiento de la gente de Aeroflot, con quien volábamos, dejó mucho que desear. Pero finalmente llegaríamos a Madrid, un día más tarde de lo previsto (1 de agosto, mi cumpleaños), pero con la ilusión de saber que había hecho algo muy difícil de superar. Y en compañía de buena gente, que es lo importante.

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¿Salió muy caro el viaje? ¿Qué país es más barato? ¿Y el mejor para hacer compras?

El gasto total en mi caso fue alrededor de 1900 euros teniendo en cuenta los visados (100 euros), los Billetes de Avión (600 euros; Madrid-Berlín; Berlín-Riga y Shanghai-Madrid), los trenes (300 euros aprox), los coches con conductor en Mongolia incluyendo gasolina (250 euros), el alojamiento, la comida y otros gastos. Contando que fue un mes es más que razonable, y siempre es muy ventajoso ser un número alto de personas para abaratar el coste de la habitación, de los coches alquilados y de las excursiones. Y para comer barato hicimos buen uso de los supermercados, sobre todo en Rusia. El país más barato es Mongolia sin duda alguna, aunque le faltan muchos productos. Es decir, lo que hay es poco pero es barato. China es un país muy económico, sobre todo cuando se sale de las grandes urbes como Pekín o Shanghai. Tiene de todo y a buenos precios. El alojamiento y la comida es más que asequible en ambos países, factor que ayudó mucho en no elevar demasiado el presupuesto. China es un paraíso para hacer compras porque tiene de todo. Falso pero de todo. Y la variedad de «recuerdos» y souvenirs hace que sea el lugar indicado para adquirir regalitos. Para ropa está muy bien pero no conviene hacerse con aparatos electrónicos, cuya validez y garantía son más bien escasas. Hay que regatear igual que si se estuviera en un país musulmán, aunque los chinos son más fríos y se les ve venir menos. Siempre pedirán un precio varias veces más al que tú estás dispuesto a pagar, por lo que hay que armarse de paciencia y abaratarlo lo máximo posible. No conviene mostrar excesivo interés e incuso coger la puerta si no quedan ganas de seguir negociando. Es posible que te persigan sonrientes con su calculadora para darte un precio más justo. Y recuerda, siempre siempre ganan ellos. De lo contrario serían filántropos y no comerciantes. Apuntad el Silk Market de Beijing y el Mercadillo del Barrio Francés de Shanghai para hacer vuestras compras.

LO IMPORTANTE DE LLEVAR UN BUEN SEGURO DE VIAJE PARA HACER EL TRANSIBERIANO

Cuando viajamos al extranjero nos conviene estar protegidos por todo lo que pueda pasar. No conviene hacer un viaje de este tipo sin una buena póliza que nos cubra en países como Rusia, Mongolia o China ante posibles accidentes, enfermedades o contratiempos que puedan suponernos un sobrecoste (la hospitalización o atención médica en muchos países es extremadamente cara).  En mi caso para viajes de este tipo utilizo siempre el Seguro de viajes de IATI porque me parece que cuenta con una cobertura superior a la media, te adelantan el dinero si sucede algún problema y ofrecen un trato personalizado. Los lectores de este blog pueden contratar el Seguro de viajes de IATI que mejor se adecué a lo que están buscando con un 5% de descuento (que se aplica de forma directa entrando por este enlace).

Álbum de fotos

Puede que la cantidad de fotos sea superior a las tres mil si tenemos en cuenta que llevamos siete cámaras digitales y una de las de toda la vida. Es por tanto que he seleccionado una pequeña parte que tenéis a vuestra disposición en el respectivo ÁLBUM DE FOTOS

Y POR ÚLTIMO…UN VIDEO HOMENAJE

Un magnífico resumen video-fotográfico elaborado por uno de los miembros de la expedición, Jesulen. No tiene desperdicio alguno. Comienza en el momento en que algunos perdemos un tren en Xi´an. Después hay una transición de diapositivas y termina con unas divertidas escenas en el Desierto del Gobi.

Y he aquí el final de un post que debió ser escrito hace mucho tiempo en el que a grandes rasgos he hecho lo posible por explicar algunos detalles del viaje que me cambió la vida. Espero que os guste y que sirva de inspiración a otros aventureros que estén dispuestos a llevar a cabo algo similar. ¿Alguien se anima a intentarlo? Será una de las mejores decisiones posibles…

PARA COMPLEMENTAR ESTE POST LO MEJOR ES ESCUCHAR EL PROGRAMA SOBRE EL TRANSIBERIANO REALIZADO EN RADIO GÁLDAR EL 20 DE MAZO DE 2009. DALE AL PLAY, ESCUCHA Y LEE!!

Entrevista del Transiberiano en Radio Gáldar

Sele

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