¿Viajar solo o acompañado?

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¿Viajar solo o acompañado?

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Hace unos días un  buen lector de esta página que mora ultimamente por tierras sudafricanas me preguntó abiertamente si prefería viajar solo o acompañado, y de ahí surgió un diálogo en el que llegamos a la conclusión de que el tema merecía un post aparte. Este un debate muy usual entre viajeros y creo que puede ser interesante tratarlo con más profundidad y así contemplar distintos puntos de vista. Porque habrá tantos como individuos, y experiencias para dar y tomar que definan un criterio u otro.

Personalmente reconozco que no estoy adscrito en firme a viajar solo en compañía. Practico ambas casi por igual, por lo que es complicado hacerme cofrade de una sola. Al fin y al cabo disfruto mucho viajando sea como sea, viviéndolo como un niño que abre una puerta secreta en un sótano y ansía descubrir nuevos lugares con una linterna con las pilas medio gastadas. Eso para mí es lo principal, ver mundo.  Y en lo que respecta a realizarlo en solitario o con más gente creo que depende de las expectativas que tenga, de lo que «el cuerpo me pida» en ese momento. También, obviamente, de si tengo compañía o no para unas determinadas fechas. En fin, que no responde a un criterio fijo.


Café solo…

La primera vez que viajé solo lo hice a la ex-Yugoslavia, debido a una contingencia no esperada en la que mis amigos debían volver a casa y yo tuve que decidir si hacer lo mismo que ellos o continuar por mi cuenta. Horas antes de tomar el avión a Belgrado y asumir que me esperaban países como Serbia, Bosnia, Montenegro, Croacia y Eslovenia estaba bastante nervioso e inquieto no por si iba a ser capaz de poder llevar a cabo un recorrido por ellos, sino más bien por si iba a sentirme a gusto, tranquilo y sin miedos. Tenía claro que era una experiencia que deseaba, pero no sabía en que desembocaría. Finalmente las vivencias que obtuve fueron muy positivas, no sintiéndome solo en ningún momento y cundiéndome el tiempo como nunca. De hecho acabó desembocando en nuevos viajes en solitario como el que me llevó al Desierto de Marruecos en una Renault Kangoo, al País Cátaro (Francia), a Japón y las dos Coreas, a la India y, por último, a Camboya y Singapur. Aunque entre medias vinieron muchas más aventuras con amigos y/o con mi novia y compañera de avatares, Rebeca, que también me proporcionaron momentos inolvidables. Hasta ahora no ha habido un viaje malo, y espero no lo haya nunca.

… o con leche

Pero lo que sí puedo hacer es meditar y plasmar las ventajas que he encontrado en ambas formas de viajar. La ventaja de una de las opciones tiende a contraponerse a la otra.  Así que colocamos la balanza y a ver qué sale de todo esto…

CINCO VENTAJAS DE VIAJAR EN SOLITARIO

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– Independencia absoluta que te permite planificar en consonancia con tus gustos y hacer lo que más te apetezca sin necesidad  que adaptarte a deseos y apetencias ajenas. Un recorrido, un hotel, un restaurante, un espectáculo…a tu perfecta medida. Que te gusta acostarte más temprano o más tarde, lo haces. En resumen, adaptas un viaje a tus preferencias y a tu forma de ser.

– Si cometes un error no tienes que rendir cuentas a nadie. Reconozco que esto es algo que me libera de mucha presión. Cuando viajo en grupo y organizo yo algo que no acaba satisfaciendo a uno o a varios, me incomoda haber fallado. Te puedes permitir perder un tren por tu culpa, que no le afectará a nadie más que a tí.

– Nunca escucharás frases como «Pues esto no me gusta», «Pues que aburrimiento», «Pues qué decepción», «Pues el hotel está sucio y la comida muy mala», «Pues yo hubiera hecho esto otro». O mucho peor, la frase que puede hacer desencadenar una crisis a nivel mundial. Son estas tres palabras: TE LO DIJE. Cuando alguien pronuncia un «te lo dije» nunca lleva nada bueno, sobre todo si esa persona se ha desentendido por completo de toda planificación.

– Cuando viajas solo o sola te abres mucho más, lo que te permite absorber en mayor medida un lugar. La consecuencia directa de esto es que conoces a mucha más gente. Es pura supervivencia. Incluso suele darse el caso de compartir parte del recorrido con otras personas. Por ello creo que nunca se viaja solo del todo. Y se llega a tener más afecto a un viajero o viajera con el que has compartido unas horas que con gente a la que conoces de toda la vida. Viajar une.

– Aprovechas más el tiempo en el sentido de que no hay que esperar que se movilice un grupo. No es lo mismo visitar una ciudad yendo uno o dos que haciéndolo con seis o diez. Vas más rápido. En grupos grandes hay que parar para que uno vaya al baño, otro saque dinero, otro busque lo que ha perdido, otro se meta en una tienda y un largo etcétera. El movimiento es más lento, evidentemente.


El día que llegué al Desierto de Marruecos en una Renault Kangoo. Mi segundo viaje en solitario.

Sea como sea es una experiencia que recomiendo a todos los viajeros. Por probarlo no se pierde nada.

CINCO VENTAJAS DE VIAJAR ACOMPAÑADO

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– Compartes los buenos momentos con la gente. Ver junto a tu pareja, tus amigos o tu familia un atardecer en el Taj Mahal, por poner un ejemplo, tiene un componente mágico. Personalmente me hace muy feliz ver disfrutar e ilusionarse a la gente con la que voy.

– Te sientes más seguro en todos los sentidos, sobre todo cuando ocurre algún contratiempo. No es lo mismo caer enfermo tú solo que tengas junto a tí a gente que pueda prestarte atención y ayudarte.  Este aspecto te da una gran tranquilidad. Seguridad da también el sentir una cierta colaboración y esfuerzo de tus compañeros de viaje. Además pienso que cada persona cuenta con un don, con algo que controla o conoce muy bien. Si se aglutinan dones se cubren un montón de carencias que hacen que las cosas salgan bien y muchos problemas vean solución.

– Los tiempos muertos lo son menos. Las horas de espera en un aeropuerto, un tren largo, un recorrido en autobús no tienen porqué ser aburridas porque siempre tendrás con quien hablar. Aquí los grupos más grandes son ideales. Y los tiempos «no muertos» se disfrutan a lo grande. Comer y cenar por ahí, salir de fiesta, charlar hasta altas horas. En fín, que la compañía es recíproca.

– Los costes del viaje se reducen considerablemente. Hay mucha diferencia si alquilas un coche tú solo en comparación a hacerlo con cuatro más. Al igual que el alojamiento, cuando normalmente se paga por una habitación individual casi lo mismo que por una doble. Incluso si toca dormir en un lugar a la intemperie se tiene menos reparo.

– A pesar de los desacuerdos, casuales y justificados porque cada uno es de su padre y de su madre, normalmente se estrechan lazos más fuertes con las personas con las que has compartido un viaje. Si una amistad es verdadera, volverá fortalecida. Aunque también surge el mismo efecto, pero en el sentido negativo, con quienes no tienes demasiado feeling. En el caso de la pareja, si se sobrevive a un viaje, significa que las cosas se están haciendo bien. Conozco a alguien que rompió con dos novios al volver de sendos viajes a la India. Ahora tiene muy claro que lo mejor para comprobar si hay compatibilidad o no es ir primero a la India y después ya se verá. Viajar es una prueba de fuego para el amor y la amistad.

 
Siete de los ocho integrantes del viaje al Sur de África detenidos en un poste que alertaba de la presencia de elefantes en la Franja del Caprivi (Namibia)

Podría extenderme mucho más y alargar la lista, pero creo que estas son ventajas relativamente genéricas que pueden servir para situar la cuestión. Todas ellas están escritas bajo mi humilde opinión y son susceptibles de interpretarse de una forma u otra por cada uno.

REFLEXIONES VARIAS

Veo ambas maneras de viajar como complementarias y se puede escoger entre una u otra en función de muchos motivos (mayoritariamente personales). La cuestión es hacerlo siempre estando seguro de tí mismo y confiar en que la opción elegida es la correcta. Es muy importante la situación personal de cada uno, que puede atraer unas apetencias u otras.


Que a tu pareja o a tu familia les guste viajar es cuanto menos importante para poder compartir con ellos una nueva aventura. Foto derecha: Con Rebeca en el Río Kasane (Botswana). Foto izquierda: Con mi madre en la Torre Eiffel de París.

Me gustaría incidir en un aspecto relacionado con los viajes en compañía. Creo absolutamente que es imprescible tener una cierta compenetración con las personas con las que vas. Si no se tiene una misma onda los desencuentros no tardarán en llegar. Un viaje es como una buena comida, cuando los ingredientes no combinan bien, acaba sabiendo fatal. No se puede echar sal donde ya hay azúcar.

 Con mi buen amigo Julián en una calle de Bratislava. Con él la buena onda está garantizada

Y en el caso de los viajes en solitario hay que tenerles respeto, pero nunca miedo. Son comprensibles ciertos temores y dudas, pero harán falta unas horas en el destino para que estos desaparezcan. Si el tiempo pasa y el miedo no se va habrás pulsado la opción incorrecta. Será cuestión de pensárselo mejor la próxima vez. Pero son muchos más los casos de quienes acaban reconociendo que ir solos ha sido todo un acierto. La mayoría de las personas que dan el paso y lo prueban…repiten. Al fin y al cabo eres tú quien lleva el timón.


Un claro ejemplo de que viajar solo no significa «estar solo». Aquí me véis con unos amigos japoneses que hice en Tokyo y con los que me inmortalicé en una Sala de Recreativos

VUESTRO TURNO

Esa es mi opinión pero, ¿y la vuestra? ¿Con qué opción os quedáis? ¿Sacaríais más ventajas e inconvenientes? ¿Alguna experiencia positiva o negativa que nos queráis contar? Es momento que fundáis la web a comentarios y mantengamos un diálogo al respecto.

Hasta la próxima!

Sele

 

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