10 especies animales que ver y fotografiar en Galápagos - El rincón de Sele

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10 especies animales que ver y fotografiar en Galápagos

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Es probable que no exista un lugar como Galápagos. Y no es sólo por cuestión de fauna, que es variada como en pocos lugares del mundo sino también por la forma en que los animales se comportan, como si el ser humano jamás hubiese pisado las islas. Su inocencia, la cercanía con la que se les puede observar y el respeto reverencial que existe hacia ellos en todo el archipiélago permite al viajero vivir una experiencia completamente única, muy alejada de los safaris habituales en otros países. La visita a Galápagos no consiste exclusivamente en ver animales sino más bien en integrarse con ellos en un medio natural muy singular cuyo aislamiento ha permitido el mantenimiento de una conducta original. Son la muestra evidente en un pequeño universo rodeado de océano de que Charles Darwin dio en el clavo con su teoría de la Evolución de las especies. Es decir, llegar a las islas es una manera de vivir la naturalidad hasta sus límites más ancestrales y lamentablemente olvidados en el resto del planeta. Por eso y muchas más razones se ha convertido con todo derecho en uno de los mejores destinos para observar, fotografiar y, sobre todo, comprender una fauna bastante peculiar adaptada a un entorno que debe seguir siendo intocable, reserva Patrimonio de la Humanidad… y la Naturaleza.

Iguana marina de islas Galápagos

Una vez hemos comprendido que venimos a convivir y estorbar lo mínimo posible sólo falta cargar la batería de la cámara, llevar suficientes tarjetas de memoria encima y contar con el beneplácito de los muchos seres que habitan las islas encantadas y que aparecerán como actores en un escenario teatral. Tras las bambalinas nada menos que la vida salvaje, y de espectadores nosotros, los que llegamos hasta aquí con la ilusión de presenciar una entretenidísima función. Por mi parte, si puedo aportar algo de luz y ayuda a esta aventura tan especial y soñada por muchos, os hablaré de 10 especies animales que pude ver y fotografiar durante el último viaje a Galápagos. Sólo ellos son los auténticos protagonistas que todos los visitantes de las islas deberían intentar contemplar en absoluta libertad y tachar de una check-list con la mejor y más completa fauna moradora de lugar sin igual como bien Darwin advirtió en su diario.

Ni que decir tiene que hablar de diez especies es una manera como cualquier otra de delimitar una explicación sobre Galápagos. Fueron muchas más las que se mostraron ante mis ojos durante la semana de viaje que pasé en San Cristóbal, Santa Cruz, Santa Fe, Plaza Sur, Bartolomé o Isabela (por este orden). Quizás no las mismas que hubiese encontrado en Pinzón, Española, Floreana, Marchena, Wolf, Seymour, las más alejadas o en áreas incluso de las mismas islas visitadas. Ya se sabe que para la noble tardea de observar y fotografiar naturaleza hace falta algo más que destreza o conocimiento. Me refiero a la suerte, a que el animal de turno pase justo en el momento oportuno y uno tenga la cámara de fotos preparada.

Sele fotografiando una iguana marina de Galápagos en isla Plaza Sur

Breve Guía de fauna de islas Galápagos

Aquí van esas 10 especies de animales de Galápagos que se prestaron a hacer aún más increíble la experiencia en estas islas ecuatorianas:

Tortugas terrestres gigantes de Galápagos

Qué mejor que empezar con la curiosa especie que dio nombre al archipiélago allá por el Siglo XVI. Sin duda las tortugas de Galápagos diferenciadas por subespecies según islas, ya que existe variación entre ellas sobre todo en el caparazón, son la búsqueda estrella de viajeros y naturalistas. Se trata del vertebrado más longevo del mundo, superando en ocasiones los 150 años de edad,  y entre las tortugas terrestres no existe ninguna de mayor tamaño en el planeta. Hablamos de algo más de un metro de longitud y exceder en ocasiones los 400 kilogramos de peso. A pesar que estuvieron al borde de la extinción (crónicas de barcos narraban con precisión cómo cargaban en bodegas más de doscientas en cada viaje, las cuales se mantenían vivas sin comida ni bebida) se cree debe haber hoy día algo más de 15.000 ejemplares. Se trata de una recuperación milagrosa que, aún muy lejos de las 150.000 estimadas antes de la llegada de los primeros europeos, mantiene un crecimiento constante gracias a las leyes de conservación del Régimen Especial de las Galápagos y al trabajo de los criaderos.

Tortuga gigante de Galápagos (Santa Cruz)

Se pueden ver tortugas con seguridad en Centros de recuperación de la especie como la Estación Darwin de Santa Cruz o en el Centro de Crianza Arnaldo Tupiza (gratis, aunque no en libertad), pero una manera de observarlas en su estado salvaje es ir a buscarlas en zonas altas, sobre todo fincas o haciendas, a las que suben a alimentarse. En nuestro caso el mejor lugar para ver tortugas gigantes de Galápagos en libertad lo encontramos en la Finca El Manzanillo (a 3 km desviándose del pueblo de Santa Rosa, en isla Santa Cruz) donde había decenas (o mejor dicho cientos) de estos animales. Incluso en una de las villas (en Montemar, a mitad de camino entre Santa Rosa y el Manzanillo) en las que pasamos la noche las podíamos ver desde la ventana. Nos han hablado también de la finca El Chato (en Santa Cruz) como otro lugar imprescindible. Eso sí, durante los meses de junio, julio y agosto las hembras bajan a tierras más bajas y calientes a depositar sus huevos, por lo que mengua la población en estas fincas durante ese tiempo, lo que no quita que se puedan ver a muchos machos.

Sele fotografiando una tortuga gigante de Galápagos

Un consejo es mantener una distancia mínima, procurar no tocarlas ni interrupir su paso, aunque hay que decir que son bastante asustadizas y reaccionan muchas veces metiéndose en su caparazón tras respirar con fuerza a lo Darth Vader (esto se debe a que tienen sus pulmones arriba y hacen esfuerzo para introducirse en el caparazón). Lamentablemente el único depredador que han tenido en su vida ha sido el hombre, que las cocinaba o mataba para comérselas o aprovehcar su grasa. Por fortuna aquella época queda bastante lejos y el respeto de la población hacia las mismas es ejemplar.

Tortugas gigantes de Galápagos bañándose en una charca

Tortugas marinas

Probablemente en Galápagos he podido satisfacer algunos de los mejores snorkeling de toda mi vida. Ya había nadado antes con tortugas, como por ejemplo en Cayo Caulker (Belice) o incluso en Indonesia, pero aquí pude hacerlo con mayor cantidad y ejemplares más grandes. Aunque se dejó ver la Carey en un par de ocasiones, la más presente en las islas es la simpática tortuga verde. Ya fuera en San Cristóbal (snorkeling de Kick Rock o el León dormido, 100% recomendable) o en los Túneles (Isla Isabela, fascinante) no era demasiado complicado toparse con estas tortugas marinas que se alimentan en el fondo y suben a la superficie cada pocos minutos a tomar aire. Los ejemplares más grandes con los que nadamos estaban en los túneles de lava de Isabela, una de las mejores excursiones de todo el viaje tanto fuera como dentro del agua.

Tortuga verde en Galápagos

Leones marinos

Sin duda se trata del mamífero que más veces encontraremos en islas Galápagos, ya sea nadando o dormitando en playas o rocas. Es del todo inviable pasarse un día entero sin ver leones marinos (en América se refieren a ellos en castellano siempre como lobos marinos). Las islas están repletas de loberías (muy recomendable la lobería de San Cristóbal, a 5 minutos del aeropuerto), aunque basta caminar incluso por los puertos principales para verlos en acción (o en inacción, como en algunos bancos de Puerto Baquerizo Moreno o Puerto Villamil que utilizan para dormir cual mendigos).

Cría de león marino de Isla Santa Fe (Galápagos)

Galápagos es uno de los pocos lugares del mundo para nadar con leones marinos, aunque lo más correcto sería decir que son ellos quienes nadan e incluso juegan contigo. Santa Fe es probablemente de los mejores sitios para hacer snorkeling con estos animales, aunque en nuestro caso también los vimos bajo el agua en isla Bartolomé, Kick Rock (S. Cristóbal) o en Isabela (Excursión «Túneles»). Fuimos además en época de cría, por lo que en las playas se escuchaban los llantos de bebés nacidos apenas unos días atrás y que aún estaban torpes para caminar como era debido. (Nota: No tocar bajo nigún concepto a los leones marinos y mucho menos a las crías, puesto que existe el peligro de rechazo por parte de las madres durante sus primeros días de vida).

Sele fotografiando un león marino de Galápagos

Un consejo cuando se esté uno bañando y aparezcan leones marinos es tener ojo al macho alfa (suele ser el que aparece ladrando para imponer orden y delimitar su territorio), que nos regañará y avisará de que no nos acerquemos demasiado. No nos va a hacer nada en ningún caso, salvo si nos pasamos de listos. Lo mejor es que todo fluya con naturalidad y que sean los propios animales los que se acerquen por pura curiosidad, que casi siempre lo harán así.

León marino de Galápagos en la lobería de San Cristóbal

Por otra parte debo decir que tuvimos la gran suerte de observar las dos clases de leones marinos que habitan en Galápagos. El más frecuente es el león marino que hace millones de años llegó a las islas desde Baja California (Zalophus californianus wollebaeki), aunque en islas como Isabela o Fernandina todavía se pueden ver a los lobos peleteros de Galápagos (lobo de dos pelos), pariente lejano del mismo que ahora está en las costas de Chile o Perú. Eso sí, éste es mucho más difícil de encontrar puesto que sobreviven menos ejemplares tras siglos de caza indiscriminada con la que su piel estaba bien cotizada.

En una playa de isla Santa Fe (Galápagos) con leones marinos

Iguanas terrestres y marinas

Se cuenta que las iguanas y otros reptiles, así como las tortugas terrestres que después se hicieron gigantes, llegaron a islas Galápagos flotando en troncos de madera que quedaron a la deriva tras aguaceros y temporales en el continente. Ellas explican a la perfección la teoría de la evolución de las especies de Darwin, puesto que en cada isla se adaptaron de una forma diferente, por lo que existen características muy concretas de estos miembros según dónde se encuentren. Así por ejemplo tenemos la iguana de Santa Fe, especie única, con un color amarillo pálido perfecto para camuflarse en este terreno isleño. Distinta a otras terrestres como las de isla Plaza Sur (que es la predominante en el archipiélago), con un amarillo mucho más intenso.

Sele tomando una fotografía de una iguana de Santa Fe (Galápagos)

Por otro lado están las iguanas marinas, normalmente negras (y con pintitas bien rojas o bien blancecinas, incluso amarillentas) porque suelen esconderse en las rocas volcánicas de este color, además de absorber mejor el calor después de salir del agua. Lo curioso de éstas es que son las únicas iguanas del planeta capaces de sumergirse en el mar y hacerse allí con su comida (normalmente un tipo de algas). Ser endémicas (lo que significa que sólo se encuentran en estas islas) hace que sea una de las especies más fotografiadas por los turistas. Sobre todo cuando se las ve nadar con aparente torpeza (bucean mejor y más rápido que nadan en superficie o caminan por la tierra) o tomar el sol agitando la cabeza.

Iguana marina nadando en un humedal de isla Isabela (Galápagos)

Dijo Fray Tomás de Berlanga, Obispo de Panamá y Consejero de la Casa Real, nacido en Berlanga de Duero (Soria), quien bautizaría a las islas como Galápagos, que este lugar tenebroso al que llegó por las corrientes marinas tratando de viajar a Lima, estaba copado de dragones provenientes del infierno. Con las creencias de la época era lógico creyese que veía dragones en vez de las inofensivas iguanas, las cuales puedes tener a un palmo de la cara y nunca hacerte daño alguno. Son, sin duda, uno de los animales más fotogénicos de todo el archipiélago. Están en todas partes, aunque en el caso de las marinas las más grandes las fotografiamos en Isabela (basta darse un paseo por tintoreras o estar alojado en el hotel Iguana Crossing desde el que se las ve pasar de la playa a un humedal que hay detrás para quitarse la sal) y de las terrestres Santa Fe o incluso Plaza Sur son lugares idóneos para encontrárselas a raudales. En este último lugar incluso hay híbridas entre terrestres y marinas, aunque con un elevadísimo índice de esterilidad en los nuevos miembros.

Iguana marina de Galápagos caminando

Fragatas

Las fragatas reales y comunes dominan los cielos de Galápagos con su muy reconocible silueta negra. La cola, que es su timón durante largas horas planeando, se bifurca en algo que parece unas tijeras abiertas. Son conocidas como los piratas del aire, puesto que su plumaje no está preparado para sumergirse en el agua por completo para capturar peces y se ven obligadas a recurrir a robar la comida a demás aves o capturar en pura superficie. Han llegado a obligar a otros pájaros regurgitar el pescado ya engullido para llevárselo ellas, lo que dice mucho del carácter temible de las fragatas.

Fragata volando en Galápagos

Fuera de sus comportamientos oscos las fragatas son reconocibles porque en la época de celo se les inflama una bolsa gular (bajo la garganta) de color rojo para atraer la atención de las hembras, a la vez que construyen un nido a media altura entre ramas secas. Finalmente quienes más grandes tienen estos buches o globos son quienes se llevan «la fragata al agua», es decir, procrean para aumentar la población de piratas del aire. Coincidir con la época de celo es esencial para observar a las fragatas con su bolsa bien hinchada, aunque nosotros llegamos a ver a una en la distancia (en Isla San Cristóbal) preparada para recibir a sus pretendientas. Dicen que una de las mejores islas para ver cantidad de fragatas en sus núcleos de anidación es Seymour Norte (en general esta es la joya para los más pajareros), sobre todo en el mes de junio. Pero realmente están presentes a lo largo y ancho de todo el archipiélago.

Fragata de Galápagos

A las fragatas les encanta ir siguiendo los barcos o yates rápidos de Galápagos, que con su movimiento revuelven el mar y pueden mostrar en superficie el pescado que necesitan para vivir y seguir su interminable vuelo. Por fortuna descansan por la noche y así otras aves marinas pueden salir a pescar sin que nadie les robe su comida.

Piqueros de patas azules

Es el ave preferida de la mayoría de los visitantes que viajan a Islas Galápagos. Quizás porque parece un dibujo animado no sólo en forma sino también en gestos y movimientos. Los piqueros de patas azules son realmente alcatraces cuya técnica para cazar consiste en lanzarse al agua en picado como un auténtico misil. Llegan a sumergirse en el agua hasta 6 ó 7 metros para alcanzar su objetivo. Pero por lo que enamoran a los visitantes es por sus pintorescas patitas de color azul intenso con las que caminan a lo Charlot por las rocas donde gusta permanecer cuando no están volando.

Piquero de patas azules (Islas Galápagos)

Los piqueros de patas azules son extremadamente sencillos de ver, aunque otra cosa es que los encuentres parados «posando para la foto» o sin las patas plegadas cuando te pasan al ras en pleno vuelo. Hay que tener paciencia, pero buenos lugares para ver piqueros en modo tranquilo son Isla Española y Seymour Norte, aunque no llegamos a ellas. Pero sí tuvimos ocasión de fotografiarlos bien en Isla Bartolomé (alrededor del pináculo donde también hay pingüinos), isla Tintoreras en Isabela y, sobre todo, en la excursión a «los túneles» también en Isabela. En esta última ocasión de túneles no sólo llegamos a verlos de lejos sino a pasar a pie por unas rocas en las que estaban anidando. Hubo suerte incluso de contemplar cómo se rompía un cascarón del que salió un nuevo piquero que, sin duda, había nacido para ser un patas azules.

Tiburones martillo

Los fondos acuáticos de las Galápagos son especialmente prolíficas en tiburones. Los hay de todas las clases (muy abundantes en las costas el tiburón de punta blanca así como el tiburón de Galápagos), pero el objetivo número uno de buceadores y aficionados al snorkeling que llegan hasta aquí es el tiburón martillo. Si bien es más fácil encontrarlos en profundidad que en superficie (y en compañía casi siempre), nosotros contamos con la tremenda fortuna de que dos ejemplares de aproximadamente 3 metros de longitud nos pasaran por debajo en el área del León Dormido (Kick Rock), la excursión estrella de isla San Cristóbal. La lástima fue que en ese momento fugaz no teníamos encendida la cámara GoPro. No los volvimos a ver, aunque para los buceadores toparse con ellos es cuestión de perseverancia, de cuántos son los intentos que tienen para avistar de cerca un animal que no parece ser de este planeta.

Tiburón martilloEste es el único animal que vimos y no pudimos grabar o fotografiar, por lo que he escogido para esta ocasión una imagen perteneciente a Wikimedia Commons (tomada por Gary J. Wood). Todas las demás imágenes fueron tomadas por nosotros en nuestro último viaje a Galápagos.

Dicen que en las proximidades de Isla Wolf (también célebre por abundar los tiburones ballena) y Bartolomé suele haber grandes grupos, aunque a la primera el acceso es bastante complicado (sólo en cruceros de buceo). Debo reconocer que a nosotros nos sonrió la suerte por poder nadar al lado de una especie con cabeza de martillo y ojos a los lados. Esas cosas no le suceden a uno cada día ni forman parte de cualquier biografía.

Pingüinos de Galápagos

Cuesta imaginarse pingüinos lejos de los fríos hielos antárticos o de las ventosas costas patagónicas. Cuesta aún más pensar en que la línea ecuatorial sirve de límite a algunos de los pingüinos más diminutos del mundo, como son los de Galápagos (el pingüino pigmeo australiano puede ser algunos centímetros menor en ciertos casos). Parientes lejanos de los de Humboldt, que son los que se observan en las costas pacíficas del norte de Chile y sur de Perú, llegaron un día a las islas Galápagos y evolucionaron menguando su tamaño para adaptarse a su nuevo entorno natural. Lamentablemente se trata de una especie amenazada de la que se calcula sobreviven poco más de 2000 ejemplares, la mayor parte de ellos en las costas de Isabela, Fernandina, Floreana, Santiago y Bartolomé. Nosotros donde los pudimos ver en mayor número fue en la costa meridional de Isabela, así como en Bartolomé (en los alrededores del famoso pináculo). Buscan a su pareja ideal y si no la encuentran prefieren quedarse solteros, pero en el caso de hallar su otra mitad se caracterizan por mantener su fidelidad hasta el extremo. Por eso es fácil escuchar a la hembra llamar a su macho desde las rocas y que este aparezca nadando con menos vulnerabilidad que cuando caminan por el suelo con acrobáticos contoneos.

Pingüinos de Galápagos

Una de las últimas imágenes que tengo de este viaje a Galápagos fue el último día cuando estábamos a punto de subirnos a la lancha de Puerto Villamil (Isabela) a Puerto Ayora y había nada menos que siete ejemplares pescando al lado de las barcas. Eso dice mucho de cómo en esta isla y sus alrededores todavía se dejan sentir la divertida presencia del pingüino de Galápagos, una de esas especies cuyos movimientos hace ilusión retratar.

Pinzones de Darwin

Los pinzones son el ejemplo que puso Charles Darwin para explicar la Teoría de la evolución de las especies. Una sola especie llegó volando a las islas, y las circunstancias y contexto de cada una de ellas hizo que estas aves se adaptaran y, por tanto, evolucionaran a su nuevo medio natural formando nuevas subespecies. El diseño del pico, el color o el tamaño, son las características con las que los pinzones demuestran que la selección natural ha hecho su efecto para adecuarse lo máximo posible al entorno o al tipo de alimento presente en un área determinada. Así unos se alimentan de insectos, otros de frutas o semillas e incluso una de las subespecies de pinzones vive de alimentarse de la sangre de aves marinas (a este se le conoce como pinzón vampiro).

Pinzón sobre un cactus (islas Galápagos)

Pinzones hay en absolutamente todas partes, incluso se acercan a la mesa donde te encuentras comiendo porque no pueden evitar soñar con las migajas que quedan en el plato. Sus patitas finas como alambres y cómo se acercan a las personas, nos recuerdan que aquí en Galápagos los animales no temen al hombre ni mucho menos. Sólo les falta ponerse a despiojarnos como hacen algunas aves con grandes mamíferos en un modelo perfecto de simbiosis.

Gaviotas de cola bifurcada

Junto a la de lava una de las especies más curiosas y hermosas de gaviotas en Galápagos es la conocida como Gaviota de cola bifurcada. Anida en varias de las islas de Galápagos, aunque nosotros pudimos observarla anidar en isla Plaza Sur de forma multitudinaria y en compañía de centenares de iguanas terrestres. Es una gaviota pequeña, si la comparamos a la que se acostumbra a ver en otras zonas del mundo, y se caracteriza por sus aros de color rojo rodeando ambos ojos.

Gaviota de cola bifurcada (Galápagos)

Como antes he comentado éstas son sólo diez de las muchas especies animales que podríamos encontrar en Galápagos. A la mente me vienen los canarios, pelícanos, zapayas (el característico cangrejo de Galápagos), cormoranes no voladores (otro ejemplo de evolución, al no necesitar volar para alimentarse perdieron dicha capacidad), piqueros de patas rojas, piqueros nazca, albatros ojerosos, lagartos de lava y muchos otros. Sin hablar, por supuesto, del fondo marino poblado por varios tipos de tortugas marinas (carey, verde, laúd…), rayas, mantas, morenas, peces erizo, peces luna, tiburones de punta blanca y centenares de especies de peces tropicales. En las tiendas de Puerto Ayora, Puerto Villamil o Puerto Baquerizo Moreno, así como en los aeropuertos de Balta y San Cristóbal, venden folletos plastificados con las especies más conocidas de Galápagos para poderlas tachar como si fuera una check-list o un cuaderno de tareas para el viajero que visita las islas encantadas.

Como amante de los viajes de naturaleza he vivido Galápagos con una ilusión casi infantil. Es algo que por mucho que me hubieran contado me pareció diez veces superior nada más llegar al destino. Y estoy hablando de fauna, aún no de paisajes, de las historias de piratas escondetesoros o del paso del HMS Beagle con un Darwin aún imberbe que además de tomar notas almorzaba tortugas asadas. Ahí habría mucho más que contar.

Sele con una tortuga gigante de Galápagos

Desde que aterrizáramos en San Cristóbal desde Quito (volando con la compañía LAN) hasta que nos marchamos por Baltra, la pequeña isla aeródromo utilizada por los aviones desde la II Guerra Mundial, vivimos un cuento con días de más de 24 horas donde los seres humanos no son más que los animales, sino que se olvidan las jerarquías artificiales para convivir en igualdad y armonía. Este archipiélago ecuatoriano gobernado como un régimen especial ha sido, probablemente, una de las mejores aventuras de toda mi vida. No he encontrado aún nada comparable. Aunque quizás sea poco objetivo en estos momentos como para no ponerme romántico ni vestirme con el traje del idealismo utópico.

Galápagos me obsesiona, me ha cambiado la vida…

Sele

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PD: Si quieres saber más sobre las islas, te recomiendo eches un vistazo a esta Guía con 50 consejos prácticos para viajar a Galápagos como lo hicimos nosotros.

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