La carretera de los alces en Suecia (Road to Nikkaluokta) - El rincón de Sele

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La carretera de los alces en Suecia (Road to Nikkaluokta)

En las múltiples ocasiones en las que tengo la suerte de viajar a Laponia Sueca, algo que últimamente sucede bastante, suelo realizar una ruta por carretera no muy larga donde siempre me han surgido encuentros cara a cara con la naturaleza más salvaje que habita este territorio. Puedo afirmar, que no ha habido ocasión en la que no haya viajado desde la ciudad de Kiruna, una de las bases para todo viaje invernal al norte de Suecia que se precie, hasta Nikkaluokta y su profundo valle de origen glacial, y que a lo largo de sus poco más de sesenta kilómetros no hayan surgido avistamientos de animales. Sobre todo de alces. Si bien es cierto estos inmensos herbívoros se distribuyen por buena parte del país, es aquí donde puedo decir que he contabilizado un mayor número de ejemplares. La explicación después de varias idas y venidas parece que se debe a que a lo largo de esta estrecha y sinuosa carretera con grandes lagos y meandros a ambos lados de la misma muchos de estos animales se agrupan en rebaños para sobrevivir a la fiereza del invierno a una distancia muy próxima de algunas aldeas donde se crían caballos y se almacenan grandes pacas de heno. ¡Alimento fresco! No podía ser de otra manera…

Alce bajo la nieve en Laponia Sueca (carretera a Nikkaluokta)

La que me gusta llamar “la carretera de los alces” y la cual, por cierto, estimo como una de las más bellas para recorrer en tierras laponas (la mera recompensa en Nikkaluokta justifica de por sí un viaje) me ha regalado momentos realmente emotivos en buena compañía donde hemos podido observar y fotografiar a estos animales de gran tamaño a una distancia muy corta. Muchas de las veces, con la nieve cubriendo su grueso pelaje. ¿Quieres ver algunas imágenes de estos alces? Entonces adelante. Porque vamos “Road to Nikkaluokta”.

Alces en la carretera de Kiruna a Nikkaluokta (Laponia Sueca) durante el invierno

Entre la ciudad minera de Kiruna y la diminuta población de Nikkaluokta no hay demasiada distancia (aproximadamente sesenta kilómetros). Durante el invierno el tráfico por esta ruta es mínimo y, apenas transitan por ella algunos habitantes de las comunidades agrícolas y ganaderas existentes, así como, por supuesto, las máquinas quitanieves que en Suecia funcionan hasta en los lugares más insospechados.

Mapa de la carretera entre Kiruna y Nikkaluokta
Mapa de la carretera entre Kiruna y Nikkaluokta (Laponia Sueca)

Así como la carretera entre Kiruna y el Parque Nacional de Abisko (el mejor lugar de Laponia Sueca para ver auroras boreales) tiene más tráfico entre camiones y turistas que vienen o van a Noruega o visitan este espacio natural, la de Nikkaluokta en la estación invernal regala sus curvas y bosques a la más estricta soledad (al contrario que en verano). Razón por la cual siempre haya que extremar las precauciones al volante, no excederse con la velocidad e ir muy atentos porque en cualquier momento se nos puede cruzar algún animal. Excepto los osos que hasta la primavera andan en su clásica hibernación, por esa zona además de renos y alces puede haber otra fauna más escurridiza como linces, glotones, urogallos, liebres árticas, perdices nivales o el casi imposible cárabo lapón. Salvo los primeros, muy difíciles de ver, aunque no de perseguir las huellas de una fauna que poco tiene que envidiar a la que se puede encontrar en Alaska, por ejemplo.

Carretera a Nikkaluokta (Laponia Sueca)

Pero, en cuanto a los alces, es debido prestar atención porque cuando uno menos se lo espera pueden vérseles con cierta facilidad moverse por el bosque, atravesar la carretera sin prisa alguna o permanecer tumbados en una gruesa alfombra de nieve (sobre todo las madres con crías). Hablamos de animales que pueden pesar hasta ochocientos kilos los cuales no pasan, en absoluto, desapercibidos.

Señal de tráfico que advierte del cruce de alces (Carretera a Nikkaluokta en Laponia Sueca)

Fotografías y curiosidades sobre los alces

He aquí algunas tomas de los alces que pude observar y fotografiar durante los últimos años en la prolífica y entretenida carretera entre Kiruna y Nikkaluokta, acompañadas de algunos comentarios curiosos sobre estos grandes cérvidos que habitan latitudes muy septentrionales de nuestro planeta.

Alce en la carretera a Nikkaluokta

Los alces son los miembros de la familia de los ciervos (cérvidos) más grandes que existen. Su peso oscila entre los trescientos y los ochocientos kilos, teniendo los machos un tamaño bastante superior al de las hembras.

Alces madre y cría en la carretera a Nikkaluokta (Laponia Sueca)

Mientras que los machos son más solitarios, las hembras suelen ser vistas en múltiples ocasiones junto a sus crías. Cuando son primerizas tienen una sola, pero a lo largo de los años pueden llegar a parir dos a la vez después de una gestación de unos ocho meses de duración. Durante el invierno, ante la difíciles condiciones del entorno, abandonan su soledad para juntarse varios miembros de distintas familias, algo que durante el estío resulta extremadamente complicado.

Alces en la carretera de Kiruna a Nikkaluokta (Laponia Sueca)

Los únicos que poseen astas son los machos, pero al igual que otros cérvidos se les caen durante el invierno y les vuelven a crecer entre la primavera y el verano para que a comienzos del otoño (entre septiembre y octubre), en la época de celo, puedan utilizarlas en caso de tener que batirse en duelo con otros machos para quedarse con las hembras. O de cara a ser seleccionados por las mismas, las cuales se decantan por el tamaño del astado de sus pretendientes. Tienen, por tanto, su propio periodo de berrea aunque la manera de vociferar del alce cuenta con menos estruendo y eco que la de sus familiares más pequeños, los ciervos (Si te interesa el tema te recomiendo leer los mejores lugares de España para ver y escuchar la berrea del ciervo).

Alce cruzando la carretera de Kiruna a Nikkaluokta (Laponia Sueca)

Alce macho en Laponia Sueca

Por cierto, en el caso del ejemplar de la anterior imagen se aprecian dos símbolos para diferenciar al macho de la hembra cuando aún no le han crecido las astas. Por un lado entre las orejas y los ojos se observa un agujero grisáceo de donde los próximos meses nacerá su característica cornamenta, la cual le crecerá en torno a un centímetro diario hasta tenerla completamente formada. También se vislumbra la prominencia de una papada que terminará siendo como un colgajo peludo.

Alce en Nikkaluokta (Suecia)

Además de Suecia , hay otros muchos países en latitudes septentrionales donde se distribuye esta especie. Dentro de Escandinavia también se pueden encontrar en Noruega o Finlandia. Y bastante más abajo como en Estonia, Polonia o Bielorrusia. Se expande a lo largo de Siberia hasta el último confín ruso en la Península de Kamchatka. Así como, por supuesto, en Canadá y Estados Unidos (En Alaska puede haber una de las mayores poblaciones de alces de todo el mundo).

Una de las mayores causas de accidentes de tráfico en tierras laponas, así como en otras regiones del mundo donde hay nutridas poblaciones de alces, son los atropellos a estos mamíferos. Hay que pensar que muchos cuentan con una altura que supera los dos metros y que además tienen patas cortas y delgadas, lo que provoca que ante un golpe se les quiebren las extremidades y se termine venciendo hacia la luna del vehículo. Por tanto en lugares señalizados toda precaución es poca, sobre todo cuando llega la noche y la visibilidad se reduce notablemente. En el caso de la carretera a Nikkaluokta además de alces pueden aparecer renos deambulando plácidamente por el arcén o apostados en mitad de la calzada.

Alce alzándose para comer (Laponia Sueca)

Los alces, a pesar del impacto generado por sus dimensiones, son seres sumamente pacíficos. Si bien se trata de animales muy territoriales, no pondrán demasiado empeño en defender su espacio con otros miembros de su especie o con otros herbívoros. Esquivan los conflictos, pero eso no significa que los humanos nos acerquemos demasiado a ellos. No hay que olvidar que se trata de animales salvajes y que conviene dejar una distancia prudencial con los mismos. Una de las señales de alerta es cuando echan las orejas hacia atrás, erizan el pelaje de la nuca o emiten ciertos sonidos, incluso con castañeo de dientes. En ese momento mejor cesar en el empeño, pues una retirada a tiempo es una victoria.

Alces en la carretera de Kiruna a Nikkaluokta (Suecia)

En la famosa carretera a Nikkaluokta no sólo se observan alces en el bosque sino también realmente cerca de las aldeas. Se debe a que ante la dificultad de hallar alimento en parajes tan nevados durante el invierno (y lo agotador que les resulta caminar en estas condiciones extremas), se arriman para robar el heno con el que los lugareños tienen a bien alimentar a los caballos. De ahí a que estén un poco acostumbrados a los humanos y se les observe más relajados que en otras áreas absolutamente despobladas de Laponia (tipo el Parque Nacional Störa Sjofallet, uno de los tesoros más alucinantes y desconocidos que visitar en Laponia Sueca el cual recibe escasas visitas fuera de la temporada estival), donde no se quedan tan tranquilos si encuentran movimiento alrededor.

Alce en la carretera de Nikkaluokta (Suecia)

Se calcula que en Suecia existe una población de alces que ronda los cuatrocientos mil ejemplares durante el verano, contando con una de las mayores densidades de todo el planeta con respecto a estos mamíferos. Dado que la presencia de depredadores que puedan con ellos es escasa (sólo lobos y puntuales ataques por parte de osos) su mayor enemigo son los cazadores. De hecho se permite la caza de cerca de cien mil ejemplares al año, ya que los expertos calculan que otros cien mil nacerán durante la primavera y que, de ese modo, se mantiene un equilibrio.

Alce durante una nevada en Nikkaluokta (Laponia Sueca)

La afición por la caza de los suecos es tremenda. Basta con observar un kiosko de prensa del país  donde aparecen más de una decena de revistas diferentes de este género. ¡Llegan a licitarse permisos para cazar al precioso lince boreal! Nunca he comprendido que a alguien le entusiasme disparar a animales tan bellos.

Alce macho en Laponia Sueca

 

LOS ALCES Y LA CULTURA SAMI

En las tierras del norte, donde el viento canta entre las montañas y las estrellas brillan con un resplandor ancestral, los pueblos sami han tejido historias sagradas sobre los nobles alces que deambulan por los bosques nevados. En la antigua lengua sami, las palabras fluyen como el río en primavera, llevando consigo el eco de las leyendas que han sido transmitidas de generación en generación.

Ealga,” susurran los ancianos sami alrededor del fuego, usando la palabra sami para referirse al alce, “es el guardián de nuestros bosques, el espíritu de la naturaleza que nos guía y protege en nuestro viaje a través de la vida.” Con reverencia, los cazadores sami rinden homenaje al Ealga antes de emprender sus expediciones en busca de alimento y abrigo, ofreciendo oraciones y plegarias en su honor.

Alce en Suecia

En las noches de invierno, cuando la luna brilla sobre la nieve virgen y el viento susurra secretos antiguos entre los árboles, se dice que los alces bailan bajo el resplandor plateado del cielo. Los jóvenes sami escuchan con asombro las historias de estos bailes mágicos, donde los alces muestran su gracia y elegancia en movimientos que parecen desafiar la gravedad misma.

Y así, entre las estrellas y los árboles, los alces se convierten en símbolos de fuerza, sabiduría y conexión con la tierra en la cultura sami. Su presencia en los bosques es un recordatorio constante del vínculo sagrado que une a todas las criaturas de la naturaleza, y su espíritu perdura en las historias y canciones de los pueblos sami a lo largo de las generaciones.

Nikkaluokta nos lleva al final del camino, con las cumbres del Kebnekaise (2097 metros), la cima de Suecia, al fondo de un inmenso valle glacial. En este caso los vehículos no tienen cabida sino los pies (o las raquetas de nieve) para disfrutar del senderismo a cualquier nivel. Tanto para llegar a las faldas del Kebnekaise o de los glaciares en el valle de Tarfala (parte de la Kungsleden o Ruta Real) como para el mero hecho de avanzar unos kilómetros en llano y disfrutar a orillas del Láddjujávri, un grandioso lago rodeado de montañas.

Sele en Nikkaluokta (norte de Suecia)

En invierno, además, se trata de uno de los mejores lugares además de Abisko para ver auroras boreales. Por lo que si además de alces se ven danzar las luces del norte, se entiende que sea un enamorado de esta carretera. Road to Nikkaluokta.

Auroras boreales en la carretera a Nikkaluokta (Laponia Sueca)

Si quieres conocer más sobre las posibilidades de viajar a Laponia Sueca en invierno o incluso durante el otoño boreal lapón, en este blog cuentas con mucha información sobre esta región de la que acabamos de regresar y donde, si nada falla, regresaremos durante el invierno de 2025 en un nuevo viaje de autor a tierras nórdicas (contacta para más información). Los alces, también nos aguardan.

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