Algunas cosas que aprendí en mi último viaje a Sevilla - El rincón de Sele

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Algunas cosas que aprendí en mi último viaje a Sevilla

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Lo único que puede ser mejor que visitar Sevilla por primera vez es tener la oportunidad de regresar y seguir descubriéndola. Esa es toda una suerte, un boleto de lotería en el que se gana tiempo para continuar indagando en una de las ciudades con más personalidad que conozco. Y así, paso a paso, los callejones de tu certeza te llevan por otros derroteros, las paredes vestidas de blanco y amarillo albero iluminan tu camino, y un nuevo secreto es desvelado con la Giralda como testigo de excepción. Mientras las cuerdas de una guitarra se desgarran para ofrecerte sus claves y despejar incógnitas con música aderezada con azahar y vino de naranja. Machado tenía razón. Al igual que Bécquer, Cernuda, un figurado Don Juan Tenorio y hasta la voz rasgada de un cantaor de los de tasca en tasca y tablao en tablao. Como Sevilla no hay nada.

La Giralda de Sevilla por la noche

Durante mi último viaje a Sevilla, el tercero, aprendí o más bien comprendí mejor la personalidad de los barrios, unas pocas Leyendas que esconden rejas y portones sellados además de algunos rincones de locura. Precisamente para eso viajamos, nos movemos y respiramos, para aprender. Por eso quiero compartir algunas notas de lo que me deparó la ciudad hispalense en el premio que siempre supone volver.

ESCAPARSE A SEVILLA A TIEMPO, UNA VICTORIA SEGURA

En el cambio de guardia de febrero a marzo un AVE desde Madrid nos arrancó la piel de la rutina de una semana insulsa para ponernos la capa de sevillanos de toda la vida y vivir lo que esconden los callejones de la judería, olvidarnos del reloj y fiarnos del toque de campanas que se cuelan en la estrechez de fachadas se besan a escondidas. Nuestro faro la Giralda y unas ganas inmensas de dejar bien arrugados los mapas que se pierden en sus propias señas. Mientras ojeábamos hoteles en Sevilla sólo deseábamos que pasara el tiempo lo antes posible y que comenzara nuestra andadura por la ciudad andaluza.

En el AVE a Sevilla

Quisimos dejarnos llevar por lo evidente, que siempre apetece saborear las veces que sea necesario, y también por lo nuevo, porque percatarse de los detalles que antes pasamos por alto es una de esas satisfacciones que nos ofrece viajar y, sobre todo, repetir un postre que no debe quedarse en el plato.

«COSITAS BUENAS» QUE APRENDÍ REGRESANDO A SEVILLA

Un fin de semana es insuficiente para conocer Sevilla en profundidad pero estupendo para quererse quedar y mejorar la letra en un incompleto cuaderno de notas donde dibujar nuevos conocimientos y experiencias. ¿Queréis conocer algunas cosas que aprendí en mi último viaje a Sevilla? Recurro nuevamente a mi libreta y fuerzo la vista para leer unos apuntes que metaforizan el tiempo discurrido entre la llegada y la partida. Algunas «cositas buenas», como aquel título de ese genio llamado Paco de Lucía que nos ha dejado hace muy poco…

Fachadas del barrio de Triana (Sevilla)

La Leyenda de la cabeza del Rey Don Pedro

Hay nombres en las calles de Sevilla que guardan grandes historias y leyendas que han pasado de generación en generación. Una de las más curiosas es la que hay en la Calle Cabeza del Rey Don Pedro, a no más de cinco minutos caminando desde la Catedral. Allí hay un busto en piedra de un monarca y, sobre todo, una historia digna de contar. Y es que resulta que allá a mediados del Siglo XIV, con el Rey Pedro I de Castilla en el poder (apodado el Cruel por sus enemigos y el Justiciero por sus partidarios) y viviendo en los Reales Alcázares de Sevilla, era muy propenso a escaparse por las noches en busca de escarceos amorosos. Ni su ceceo ni su rodilla renqueante que decían sonaba a un claro partir de nueces, le echaba para atrás zafarse de su guardia en busca de un desenfreno que se empezaba a convertir en recurrente. Una noche se encontró de forma azarosa con uno de los miembros de la Familia Guzman, enemigos irreconciliables que apoyaban a la dinastía de los Trastámara. Se batieron con la espada y Don Pedro venció dejando el cadáver sangrante de su rival en el suelo.

Cabeza del Rey Don Pedro I en Sevilla

El propio Don Pedro se marchó ocultando su fechoría y días después se comprometió a que se cumplirían las leyes y el asesino sería capturado y degollado, dada que una presión que en Sevilla había sobre este tema era cada vez mayor. Los Guzmanes conservaban un poder inmenso, a pesar de estar enfrentados al Rey de Castilla. Lo que no sabía el monarca era que había habido una testigo que reconoció una melena rubia, un ceceo al hablar e incluso escuchó un crujir de huesos realmente sospechoso. Don Pedro hizo llamar a esta señora y le pidió le confesase a la cara quién era el asesino de aquel miembro de la familia Guzmán. La mujer al principio se negó, pero ante la promesa del Rey de que no le pasaría nada ésta pidió un espejo. Se lo puso frente a la cara de él espetando «Míralo, aquí tiene al asesino que anda buscando».

Cabeza del Rey Don Pedro (Sevilla)

Don Pedro cumplió su palabra, pero sólo a medias. Dijo que en el lugar donde fue hallado el cuerpo sin vida del muchacho se pondría un busto con la cara del criminal, pero con una caja encima que no se podría retirar hasta el día después de su muerte. Ésta fue vigilada día y noche hasta que Don Pedro I fue asesinado en 1369 por su hermano Enrique (y curiosamente también degollado) y entonces la gente de Sevilla se arremolinó ante el busto del que se destapó la caja que lo tapaba. Todos se quedaron estupefactos, el Rey Don Pedro había sido quien había matado al joven miembro de los Guzmanes. Desde entonces la cabeza del Rey continúa en ese sitio (la actual es posterior, sustituyendo a la original que se hiciera entonces) y aquella historia sigue tan viva como hace siglos.

Exposiciones gratuitas en el Archivo de Indias

Para un documentalista como yo, loco por la Historia y que me las he visto con legajos de todas las épocas, hablar del Archivo de Indias es como mencionar el Sancta Sanctorum. Es un edificio que albergó la antigua lonja de Sevilla y que desde finales del siglo XVIII posee la que probablemente sea la mayor colección de documentos vitales para comprender el Descrubrimiento de América, la colonización e incluso las aventuras de grandes navegantes. Lo mejor es que además de admirar un interior magnífico donde la escalera principal es una auténtica obra de arte hecha en mármol, contiene un fondo documental que se utiliza en interesantísimas exposiciones que explican a los ciudadanos (y gratis en todos los casos) la relación entre España y América, además de los avatares de los Pizarro, Hernán Cortés, Álvaro de Mendaña, Núñez de Balboa, Elcano, Bartolomé de las Casas y compañía.

Tuvimos la suerte de asistir a la exposición sobre España y los Mares del Sur, con información detallada y bien explicada en mapas, documentos y objetos que contextualizaban la primera vuelta al mundo de Magallanes, la llegada a diversas islas del Pacífico (el objetivo era Molucas, en busca de especias), las relaciones con países lejanos como China, Japón, Filipinas o incluso la isla de Papúa. Pudimos ver incluso hasta el primer mapa de China que llegó a manos de Felipe II hace casi cinco siglos.

Exposición Pacífico en el Archivo de Indias (Sevilla)

Siempre he pensado que en nuestro país se ha ninguneado a los primeros exploradores, a esos barcos que dieron nombre a infinidad de tierras y que partieron sin saber que les iba a deparar. En Reino Unido o Francia son tremendamente elogiados y estudiados pero aquí poca gente historias que dejan sin habla. ¿Sabíais que existía una ruta marítima entre Acapulco (México) y Mindanao (Filipinas)? ¿O que Álvaro de Mendaña descubrió decenas de islas de la Polinesia como Salomón o Cook?

El Archivo de Indias es un lugar por el que merece la pena pasarse y conocer qué exposición o visita han montado. Porque valdrá la pena seguro.

La Sevilla judía (Ruta por la judería)

Se observa por todas partes el pasado árabe, romano e incluso visigodo de Sevilla. Pero parece desconocerse que contaba con una de las juderías más grandes de la antigua Sefarad. La ciudad, una fortificación inmensa, poseía un barrio judío que hoy día es indispensable para responder a muchas preguntas. Tuvimos la fortuna de hacer un recorrido concertado con Creatour por la Edad Media sevillana en la que la judería jugaba un papel esencial. Desde el callejón tan encantador que parte del Patio de las banderas pasando por las Calle Vida, Muerte y, en definitiva, los barrios de Santa Cruz, San Bartolomé o San Nicolás, fuimos descubriendo escenarios repletos de historias y huellas de la Sevilla judaica.

Judería de Sevilla

Calles como Jamerdana, nombre hebreo que se refiere al lugar donde se dejaban los despojos del matadero, o la Puerta de la Carne (ahora inexistente pero que sigue nombrando una zona) nos sedujeron para comprender cómo Santa María la Blanca, una de las iglesias más hermosas de Sevilla, fue sinagoga (y también mezquita), cómo el trazado y los callejones estrechos de entonces siguen dibujándose en el mapa de la ciudad o cómo en el Convento de las monjas dominicas (Madre de Dios) existió una de los templos judaicos más grandes de España tras la del Tránsito de Toledo. Todo en el tiempo en que Samuel ha-Leví, cuyo nombre y apellido nos advierten de su origen y religión, era tesorero del Rey Don Pedro I el Cruel y gozaba de toda su confianza.

Convento de la Madre de Dios en Sevilla

Aprendimos que las rejas del Palacio renacentista de Mañara (en la calle Levies, el nombre lo dice todo) forman parte de una de Calle Jamerdana de Sevillalas mejores colecciones de forjas hebreas de toda Sevilla, que en el actual Convento de las Salesas también existió una sinagoga (en realidad hubo más de veinte en la Edad Media) y la historia de la bella y desdichada Susona, la cual traicionó a su familia judía desvelando los planes de un alzamiento en la ciudad de éstos por defender su romance apasionado con un apuesto caballero cristiano. Por su culpa los instigadores de la conspiración serían ejecutados. Y tal fue su pesar que no sólo se volvió cristiana sino que dejó como testamento que a su muerte se dejase su cabeza sujeta por un clavo a la puerta de su casa para hacer recordar a quien pasara por allí las consecuencias de una terrible traición. Y esta no fue una leyenda sino una realidad, puesto que la cabeza de Susona permaneció allí durante fácil doscientos años según se ha podido documentar. De ahí el origen de la Calle Muerte, llamada ahora calle Susona en honor a esta dama.

Calle Susona

En definitiva, historias de la judería que van más allá de algunos nombres o símbolos que forman parte del presente de la ciudad, de una Sevilla envuelta en numerosos enigmas y algunas respuestas. Fue todo un acierto contar con expertos en este tema, quienes nos hicieron una ruta histórica que se salió de lo cotidiano y más evidente. Y lanzo una pregunta a los lectores, ¿sabíais que más del 80% de los sombreros negros de los judíos de Israel o Estados Unidos están hechos en Sevilla? La empresa ISESA los fabrica con piel de conejo y se exportan a Nueva York y Jerusalén, entre otras muchas ciudades del mundo. En cierto modo sigue ligada a un pasado hebraico mayor del que muchos imaginábamos.

Iglesia de Santa Maria la Blanca (Sevilla)

La fortuna de perderse en Triana durante los carnavales

El barrio de Triana es la mano con la que Sevilla esconde sus mejores cartas. Autenticidad, orgullo y pasión la de una barriada que se enfrenta a la frontera natural que le pone el Guadalquivir. Cuando se cruza el puente de Triana sólo pueden ocurrir cosas buenas. Y en el comienzo de los carnavales meterse sin buscarlo en un multitudinario concurso de chirigotas con una gracia tremenda en la que lo complicado es decidir cuándo marcharse de allí. Porque entre pitos y rimas cantadas con tanto arte como el que más uno se pasea por el verbo de una sociedad que entre humor e ironía se ríe en la mismísima cara de la actualidad.

Chirigotas en Triana

Triana tiene esas cosas, que depara una sorpresa tras otra que provoca cruzar ese puente que guiña un ojo a la Mastranza que, al otro lado, sabe lo que te espera.

Una cúpula que produce hipnosis en los Reales Alcázares

La Alhambra de Granada, la Mezquita de Córdoba… y los Reales Alcázares de Sevilla. Aquello es oro puro, arte a raudales y la constatación de que los árabes trajeron tantas cosas buenas que nunca les estaremos suficientemente agradecidos. Los trabajos minuciosos y delicados de un mozárabe palacio de los reyes en Sevilla nos hace enamorarnos del Patio de las Doncellas, de la fachada de la puerta de entrada, de los jardines que se pierden en laberintos de naranjos… pero nunca me había fijado en aquella cúpula. Y es que en la Sala de los Embajadores del Real Alcázar de Sevilla doblar el cuello hacia arriba tiene premio, con una obra que parece de otro mundo, que hipnotiza y te tira por la borda tu baúl de recuerdos de otros viajes. ¿Acaso puede haber algo más hermoso que aquello? ¿Cómo pudieron…?

Cúpula del Salón de los Embajadores en los Reales Alcázares de Sevilla

La visita a los Reales Alcázares da para una mañana y no importan las veces en que vuelvas que siempre te darás cuenta de algo distinto. Este lugar es una metáfora de Sevilla en pleno, las bondades del Al-Andalus en su máxima expresión. El Rey Don Pedro no era tonto, ni mucho menos, y se hizo un palacio en el que los mejores artesanos, fueran musulmanes o cristianos, compusieran su gran obra maestra.

Cúpula del Salón de los Embajadores de los Reales Alcázares de Sevilla

Tampoco me había fijado nunca en los baños de Maria Padilla, un lugar en el que los 50 grados de agosto son refrescantes cuando uno se oculta en los subterráneos del Alcázar (la entrada se hace por los jardines). Aquel lugar tiene algo que también te deja mudo, que te hace pensar.

Los baños de Maria Padilla (Sevilla)

El sonido de la guitarra en el callejón de la judería

Volvemos a la judería, quizás porque es la zona con mayor encanto y alma de Sevilla. Justo en el callejón que nace del Patio de las banderas reside el encanto teñido de blanco inmaculado. Es un lugar complicado verlo a solas pero a veces la fortuna se alía con nosotros y nos lo muestra intacto pero junto a unas manos acariciando una guitarra que se agarra a nuestras entrañas y nos hace estremecer, pero de placer.

Tocando la guitarra en Sevilla

Hay que volver varias veces al día. Si tenemos la suerte de que hay alguien tocando la guitarra más vale prepararnos para acariciar el cielo con ese sonido de cuerdas que será inmortal en nuestro recuerdo.

Guitarra en Sevilla

Vino de naranja en la Goleta con Álvaro Peregil

En Mateos Gago, con la Giralda escuchando lo que decimos, hay tantos bares que uno no sabe por dónde empezar. Algunos turísticos pero otros de los de toda la vida, con apenas un hueco para acercarse a la barra y comprobar cómo allí no ha cambiado nada en las últimas décadas. La Goleta (número 20 de Mateos Gago) es una de esas tascas que nadie debería tocar si quiera una mota de polvo porque es la verdad más grande que tiene Sevilla. Allí Álvaro Peregil, hijo del cantaor Pepe Peregil, engrandece la Leyenda de su padre con delantal, labia y buenas historias. Para él no existen clientes sino amigos a los que saciar tanto la sed como las ganas de conversación con un delicioso vino de naranja que se sirve bien frío de una jarra a unos tímidos vasitos de cristal que rara vez ven atravesar la luz.

Hay vino de naranja (La Goleta de Álvaro Peregil)

Álvaro, como su padre, engrandece la profesión de tabernero con su omnipresencia, su increíble sentido del humor y la capacidad de que te sientas mejor que en tu casa. Pregúntale por los buenos vinos de Huelva, por los antiguos conquistadores o por ese baño por el que «no se puede correr» aunque uno quiera. O por ese canario enjaulado que está «mu callao» y por cuántas pesetas vende la garrafa de vino de naranja. Te habrás hecho con él rápidamente y cuando te quieras dar cuenta estarás degustando unos sabrosos chicharrones de Cádiz y pidiendo rellene otro vaso más de vino de naranja. Verás la Giralda aún más cerca, y posiblemente multiplicada por tres.

La Goleta de Álvaro Peregil (Sevilla)

La gozada de comer en unos baños árabes

Uno de los descubrimientos de este viaje ha sido el Restaurante San Marco . Este local situado en C/ Mesón del Moro 6-10 no ofrece comida tradicional española, sino que es un italiano como su propio nombre indica. Pero guarda una de las localizaciones más interesantes de la ciudad. Se encuentra nada menos que en el interior de unos antiquísimos baños árabes que aún conservan su estructura de arcadas, por lo que posee un escenario absolutamente real en el que la atmósfera está por encima incluso de su gastronomía.

Restaurante San Marco (Sevilla)

Madonna, Tom Cruise o Cameron Díaz son algunas de las muchas «celebrities» que no han podido resistirse a disfrutar de una cena romántica con el sonido de los chorros del agua vibrando junto a la mesa. Un emplazamiento de diez.

Freiduría Puerta de la carne… pescaíto frito para comer con las manos desde 1929

Esta recomendación no es para una comida o una cena de mesa y mantel. Sería más idóneo decir que es una comida de mesa y papel. Y, sobre todo, nada de cubiertos. Puerta de la carne era una entrada a la judería (y abierta las 24 horas durante la Edad Media) y éste es el nombre de un local de los de toda la vida en el que sirven un pescaíto frito al peso de los que lo pruebas y no puedes parar. Escoges el género y te lo envuelven en un cuchurucho de papel que, si quieres, te lo puedes llevar a unas mesas en terraza que hay fuera.

Freiduría Puerta de la carne

Por aproximadamente 10€ tienes medio kilo de pescaítos variados y de muy buena calidad. Se encuentra exactamente en la Calle Santa María la Blanca nº 32 con Puerta de la Carne nº2 (debajo del Hotel Puerta de Sevilla) y es un consejo gastronómico que cumple las tres B´s: Bueno, bonito y barato. Abstenerse quienes no les guste comer con las manos que, aunque parezca raro, existen.

Pescaíto frito de la Freiduría Puerta de la carne (Sevilla)

Unas magdalenas que son pecado de monja

Sin salirnos del buen comer aquí un consejo para los amantes de la bollería y los buenos dulces. En el Convento dominico de la Madre de Dios (C/ San José nº4), el mismo que antes comentaba fue una enorme sinagoga prácticamente sin parangón en España, se guardan secretos que van más allá de la religión. Las monjas de clausura que viven tras sus muros blancos son unas auténticas maestras de la repostería y venden unas de las mejores magdalenas que he probado en mi vida. Y no sólo eso, pastas de aceite, almendrados, roscas de anís y un sinfín de exquisiteces que rellenan una lista y que se pueden comprar todos los días salvo los domingos. Y a muy buen precio.

Un lugar diferente (y raro) con unas vistas prodigiosas de Sevilla

Casi todos los turistas que visitan Sevilla no se pierden las vistas desde la Giralda. Pero en este último viaje hemos ido a lo que formalmente se conocen como Metropol Parasol en la Plaza de la Encarnación de Sevilla. Y digo formalmente porque en el boca a boca sólo existe un nombre: Las Setas. Un extrañísimo diseño arquitectónico que ciertamente parece un grupo de setas a las cuales se puede subir en un estrafalario ascensor y disfrutar de unas panorámicas realmene completas de la ciudad.

Vistas de Sevilla desde las setas

No hace falta ser muy listo para saber que fue una construcción no exenta de polémica política, económica y, sobre todo, estética. Fueron años de obras, muchos gastos y la sensación de que se estaba haciendo algo que rompía demasiado con la tradicionalidad urbanística de Sevilla. Pero con el tiempo parece que los sevillanos se han ido haciendo a las setas y hoy día es una atracción turística que va ganando adeptos. La subida al mirador cuesta 3€, los cuales incluyen una consumición que, por otra parte, se agradece.

Vistas de Sevilla desde las setas

Las vistas realmente son extraordinarias, con esa Sevilla de paredes blancas, campanarios que antes fueron alminares, y un toque futurista que necesita su tiempo para «querérsele» un poco más. Debajo además hay tiendas y una excavación arqueológica que salió con las obras que nos muestra cómo uno hace un boquete en el suelo y le salen unas ruinas romanas o andalusíes.

La noche silenciosa de Sevilla

Una noche cualquiera en Sevilla uno puede irse a dormir, sentarse a escuchar (o bailar) flamenco del bueno, irse de bares y cerrar todas las discotecas de la ciudad, que no son pocas precisamente. Pero en ese momento, cuando de verdad puedes escuchar tus pasos, darse un paseíto por los callejones de Santa Cruz o poder mirar la Giralda sin apenas compañía es una suerte que no debe dejarse pasar por alto. Nosotros somos de los de disfrutar de las ciudades a la noche, gozar del silencio de quien se mantiene en vela y con los ojos bien abiertos. Sevilla por la noche es una auténtica maravilla, con las luces iluminando los monumentos de forma elegante (ni mucho ni poco, perfecto), volviendo tenues los rincones del casco viejo y acompañándote por esas callejuelas por las que salía a perderse un inquieto Rey Don Pedro I de Castilla.

Sevilla por la noche (Giralda iluminada)

La algarabía de la mañana, salvo que se encuentre en fiestas (que ese es otro cantar), se reduce por la noche en su máxima expresión. Y queda todo para tí. Quizás incluso suene una guitarra traspasando los muros de un tablao incapaz de contener su alegría. En este viaje aprendí que caminar por la noche con la cámara y el trípode es otro de esos premios que más vale aprovechar.

DATOS PRÁCTICOS

El transporte

El viaje a Sevilla desde Madrid lo hicimos en el AVE pero es la primera vez que no consultamos los precios desde la página de Renfe. Hemos utilizado un nuevo comparador que está teniendo mucho tirón en algunos países europeos y que se llama GoEuro. La diferencia con otros es que te calcula la ruta «de puerta a puerta» incluyendo opciones no sólo de avión sino también de autobuses o trenes. Al poder filtrar mejor los precios y horarios es bastante más sencillo encontrar gangas, incluso en fin de semana, y aprovechar a contratar distintas combinaciones. Esta vez no pasamos de los 60€ de viernes a domingo y no es que el AVE sea más barato sino que hallamos justo lo que necesitábamos y no se nos iba de precio.

AVE Madrid-Sevilla

Un viaje de dos horas y media entre las Estaciones de Atocha y Santa Justa se pasa volando. El único pero es que no siempre te tocan trenes con enchufes en los asientos y encender el netbook  mucho rato o cargar el móvil es misión imposible. De tener wifi mejor ni hablamos…

Algunas visitas guiadas en Sevilla

El alojamiento

Realmente esta vez encontramos «nuestra casa en Sevilla». Llevábamos muchos meses hablando por redes sociales con Alhóndiga 24 (que se llama así porque está en la Calle de la Alhóndiga número 24, a 10 minutos caminando de la catedral) y es que es un concepto novedoso que aúna lo mejor de los hostels (precio, ambiente…) con atenciones de hotel y, mejor aún, la sensación de que estár en una casa de vecinos de verdad. Alhóndiga 24, con tres enormes patios, fue precisamente una corrala en sus tiempos, pero se ha adaptado para recibir viajeros de todas las edades y bolsillos. El trato es fabuloso, las habitaciones super limpias (las compartidas no son de litera) y tiene dos routers distintos para que llegue la señal wi-fi a todas partes del alojamiento.

Alhondiga 24 (Sevilla)

Allí precisamente supimos de la gente de Creatour, con quienes hicimos la ruta de la judería que tanto nos interesaba conocer en este tercer viaje a Sevilla. Estos sitios aportan valor añadido y trato más personal. La fusión de un hostel, un hotel y una pensión familiar y realmente bien situado (desde Santa Justa el bus 32 te deja justo al lado en 10 minutos, aunque en taxi es visto y no visto). Agradecemos enormemente la atención que nos dispensaron Sergio, señora, hermana y un afable Octavio procedente de Michoacán, en México, que también ha viajado (y vivido) lo suyo.

Alhóndiga 24 (Sevilla)

Y para cerrar esta lista incompleta de experiencias y aprendizajes varios viene al pelo una frase fabulosa que el gran Antonio Gala pronunció en una ocasión:

«Lo malo no es que los sevillanos piensen que tiene la ciudad mas bonita del mundo…lo peor es que puede que tengan hasta razón»

Nada más que decir…¡Viva Sevilla!

Sele

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20 Respuestas a “Algunas cosas que aprendí en mi último viaje a Sevilla”

  • […] El Palacio de Mañara, de estilo renacentista, cuenta con una excelente colección de forjas hebreas, pero es sólo un detalle más de los muchos que guarda la vieja judería donde todavía se conserva buena parte del trazado de la época. Las matanzas de judíos finales del siglo XIV y su expulsión de España en 1492 fueron definitivas para borrar muchas de sus huellas en la ciudad, pero no las suficientes para que todavía podamos conocer la historia de Susona y la relación de ésta con la Calle Muerte (si quieres saber de qué trata así como otras curiosidades no te piedras Algunas cosas que aprendí en mi último viaje a Sevilla) […]

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