Alquerías de Las Hurdes - El rincón de Sele

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Alquerías de Las Hurdes, olvidados reinos de pizarra

La leyenda negra de Las Hurdes de la que nos hablaron Buñuel, Unamuno, Marañón, Legendre, Cela y compañía fue como un puñal de doble filo clavado con cierta saña en esta apartada comarca cacereña. Por un lado sacó a la luz un periodo de miseria y pobreza de un lugar aislado que, por qué no decirlo, no se diferenciaba tanto de muchos sitios de la España de principios del siglo XX. Pero, por el otro, colocó en el mapa para siempre a una zona extremadamente peculiar en la que su autenticidad se convirtió en motivo para mirar hacia delante con orgullo. Las singularidades hurdanas hoy día brillan con luz propia en su verde mar de montañas y de meandros, de jaras en flor y nieblas matutinas, de sabor a miel y a ensalada de limones. Y, por supuesto, a través de esa red de diminutas aldeas conocidas como alquerías en las que sobreviven casas y chozos de pizarra que antaño dieron cobijo a la vida rural de Las Hurdes.

Detalle de la alquería de El Gasco en Las Hurdes

Si bien una visita a las vertiginosas tierras hurdanas suele centrarse en disfrutar de un magnífico entorno natural, hay en las viejas alquerías mucho de lo que Las Hurdes fueron, lejanos micromundos u olvidados reinos de pizarra en los que pudo escasear el pan pero no las ganas de vivir. 

Las alquerías hurdanas dentro de la leyenda negra

Son seis pueblos de cierta enjundia y tamaño los que se recuerdan siempre de Las Hurdes. Esto son Pinofranqueado, Casar de Palomero, Casares de Hurdes, Caminomorisco, Nuñomoral y Ladrillar. Pero bajo su jurisdicción, así como del de las sierras, valles, ríos y cascadas hurdanas, surgen cerca de cuarenta aldeas minúsculas que mantienen su denominación de «alquería» desde tiempos del Al-Ándalus. En lengua árabe el término alquería servía para denominar pueblos o pequeñas comunidades rurales habitadas por unas pocas familias que se ocupaban de explotar las tierras de alrededor.

Ruinas en la alquería de El Gasco (Las Hurdes)

El aislacionismo de dichas alquerías hurdanas, no sólo con el resto de España sino entre ellas mismas, tiene mucho que ver con la imagen de extrema pobreza que proyectó Buñuel en su película-documental Tierra sin pan, así como en el Viaje a Las Hurdes del Rey de España Alfonso XIII en 1922. Eran entonces pequeños universos en los que la población raras veces llegaba a conocer incluso otros valles de la comarca. Lugares donde no existieron carreteras en muchos casos hasta los años noventa y que, por tanto, sufrían de limitaciones para la llegada de medicamentos y otras necesidades que acuciaban a muchas familias.

Detalle de la alquería de Sauceda (Las Hurdes)

Las alquerías, por tanto, fueron durante mucho tiempo la representación más evidente de esa leyenda negra proyectada sobre Las Hurdes, de la cual sus habitantes recuerdan aún ofendidos, a sabiendas de que se convirtieron en puro exotismo patrio, en una auténtica rareza. Pero que recuerdan que el aislacionismo, ni esas calles sin asfaltar llenas de barro, ni ese pan duro que se mojaba con agua para podérselo comer, no era exclusivo de esta comarca cacereña sino de cientos de pueblos de una España que no había entrado, ni por asomo, al siglo XX.

PARA PROFUNDIZAR SOBRE LA COMARCA: Las Hurdes, un viaje de leyenda a todo color

Ruta visual por las alquerías de Las Hurdes

Hoy día Las Hurdes han pintado de vivos colores una colección de paisajes que dejaron de ser en blanco y negro hace mucho tiempo. Las carreteras permiten acceder a muchos rincones de la comarca y esas alquerías de antaño mantienen parte de su esencia. Aunque fueron levantadas nuevas casas de ladrillo más grandes, modernas y adecuadas a las necesidades de la población, sobreviven aún en éstas barrios enteros donde se puede pasear entre casitas y chozos centenarios, muchos reconvertidos en corrales o graneros, y cuyos muros ennegrecidos por la pizarra y el paso del tiempo cuentan mucho más de Las Hurdes que cualquier documental de la época.

Alquería en Las Hurdes

Siempre me han llamado la atención de los pueblos esos retozos de arquitectura rural que se resisten a verse superados por los acontecimientos y la posibilidad de pasear en silencio por su historia. Caminar por el empedrado y jugar con la cámara de fotos en las alquerías de Las Hurdes son, para mi, uno de los grandes imanes de la zona. Un repaso por auténticos reinos olvidados, por aquellos tiempos difíciles con paredes frías y vanos minúsculos que se asoman a una tierra que es «hija de los hombres» y no al revés, como aseveraría Miguel de Unamuno tras recorrer muchos de sus pueblos en 1913 y darse cuenta de que la idiosincrasia hurdana tenía que ver con preferir “malvivir, penar, arrastrar una miserable existencia en lo que es suyo, antes que bandearse más a sus anchas teniendo que depender de un amo y pagar una renta. Y luego es suya porque la tierra la han hecho ellos, es su tierra hija, una tierra de cultivo que han arrancado, entre sudores heroicos, a las garras de la madrasta naturaleza”. 

Alquería de Aceitunilla (Las Hurdes)

¿Qué alquerías de Las Hurdes permiten un viaje en el tiempo?

Son muchas las alquerías hurdanas que si no por completo, conservan una parte de lo que un día fueron. Pero algunas mantienen mejor que otras esas callejuelas sin nombre, el rumor de puertas cerradas a la oscuridad de una vivienda que apenas tenía una planta para cocinar, dormir o realizar diferentes labores, dejando la segunda como estancia de los animales. Lo que es lo mismo, granjas en su mínima expresión física y con vecinos al frente, atrás y a los lados. Un un sendero estrecho para ir de un lado al otro.

Riomalo de Arriba, el conjunto urbano mejor conservado de Las Hurdes

Recuerdo que la primera alquería que visité fue Riomalo de Arriba, parte de la ruta de Alfonso XIII puesto que ésta fue una de las localidades por las que anduvo el monarca y de la que quedaron testimonios. No llegan a la decena las personas que viven en esta pequeña aldea perteneciente al concejo de Ladrillar y que cuenta tanto con una iglesia parroquial como con una modesta piscina natural. Probablemente su conjunto arquitectónico sea uno de los más destacados de la comarca de Las Hurdes y caminar por sus empinadas calles conformen todo un premio a la supervivencia de una alquería diminuta de tamaño pero mayúscula en contraprestaciones.

Alquería de Riomalo de Arriba en Las Hurdes

La colección de casas hurdanas de Riomalo de Arriba reflejan las particularidades de las plantas cuadradas o circulares que antiguamente invadieron la comarca. Piedra, pizarra y ventanas mínimas que apenas dejaban entrar la luz a estas pequeñas viviendas que nada tienen que ver con las casas de Sierra de Gata u otras comarcas extremeñas donde siempre reinó el entramado de madera. Las Hurdes, arquitectónicamente hablando, son un universo aparte, un paréntesis pedregoso y humilde en mitad de la montaña.

Alquería de Riomalo de Arriba en Las Hurdes

El Gasco, la alquería del volcán

Donde se puede visitar e interpretar el interior de una casa de pizarra típicamente hurdana es El Gasco, una pedanía a la que se va y se vuelve por la misma carretera (¡De los años noventa!), puesto que no tiene comunicación con ningún otro lugar de la zona. Más conocido por ser el punto de inicio de la ruta al Chorro de la Meancera (4 km entre ida y vuelta, de fácil acceso), tiene mucho de esas alquerías de principios del siglo XX dentro del municipio de Nuñomoral y próxima a un «volcán» que en realidad se ha demostrado que se trata del cráter originado por la caída de un meteorito.

Así que si El Gasco tiene motivos suficientes para formar sí o sí de una ruta en Las Hurdes en su faceta más natural, la historia le ha dado un empujoncito más para mostrar un entramado urbanístico que permite volverse loco con la cámara de fotos, aún cuando el día amanece lluvioso y el agua se ocupa de empapar la pizarra y las angostas calles clavadas en un tiempo que para muchos no resulta tan lejano.

Detalle de la alquería de El Gasco (Las Hurdes)

UN CONSEJO GASTRONÓMICO: Además de la visita de los restos de la vieja alquería, del uso de la piscina natural de la localidad así como de ser el inicio de la ruta al Chorro de la Meancera (también llamado de la Miacera) El Gasco posee uno de los mejores restaurantes de Las Hurdes. El restaurante Meancera (número 12 del poblado de El Gasco), con unas vistas inmejorables del valle, propone una degustación de múltiples platos que permiten innovar dentro de la rica gastronomía hurdana. Buen gusto, precios asequibles, trato exquisito y la seguridad de que la cocina moderna no es sinónimo de quedarse con hambre.

 

NO TE PIERDAS: Dónde comer (muy bien) en Las Hurdes. Una selección de restaurantes donde acertar seguro.

Martilandrán, un balcón al río Malvellido

La alquería de Martilandrán, muy cerca de El Gasco, dentro del valle del Malvellido (con una gran colección de meandros que fotografiar desde la carretera), fue la misma en la que Luis Buñuel rodó el despeñamiento de una cabra montesa (que no fue accidental sino que dispararon con una escopeta al pobre animal para grabar la escena). Considerada entonces una de las más pobres y remotas de la comarca de Las Hurdes, hoy día Martilandrán ha dejado colgando de un hilo a un grupo de casas viejas y deshabitadas.

Martilandrán y uno de los meandros del río Malvellido (Las Hurdes)

A pie de carretera (El valle de Malvellido es rico en miradores) se aprecia una superviviente cuarta parte de lo que fue la alquería de Martilandrán (topónimo que viene del nombre Martín Andrán), pero precisamente en las faldas de esta pedanía. Como un reflejo colgante y vertiginoso de uno de los escenarios de Tierra sin pan. Casas en miniatura, como de una maqueta imaginaria que reta a la curvatura de un río bastante revoltoso, a los acantilados pedregosos de enfrente y, por supuesto, a los bancales en terrazas que tan típicos en estas tierras reflejo de la supervivencia y empeño de los hurdanos.

Aceitunilla, un museo hurdano al aire libre

La localidad de Aceitunilla, la cual forma parte de Nuñomoral, al igual que las dos anteriores, se trata, sin duda, de una de las alquerías con más carácter y personalidad de Las Hurdes. Rica en petroglifos, divide su núcleo urbano en una zona de casas más modernas, dejando latiendo la otra mitad con las clásicas casas de pizarra tapadas por lajas negruzcas en el tejado. Probablemente Aceitunilla fuera repoblada por gallegos durante la Edad Media, como sucedió también en tierras extremeñas con éstos y los asturleoneses, ya que a los locales se les ha conocido siempre como galléguh. De hecho estas viviendas guardan formas con cierta similitud a las pallozas bercianas y de Los Ancares en León. Siempre la pizarra como absoluta protagonista.

Alquería de Aceitunilla en Las Hurdes

En San Antonio de Padua (13 de junio) y en la Fiesta de la Albahaca (14 de agosto) aparecen reflejadas algunas de las tradiciones de Aceitunilla. Bien curiosa es la segunda y más conocida como Robu de la Albehaca donde al son de los tambores los jóvenes de la alquería roban toda la albahaca que las mujeres del pueblo han escondido en los lugares más inverosímiles.

Alquería de Aceitunilla en Las Hurdes (Cáceres, Extremadura)

La Taberna El Bailaero de Aceitunilla marca un antes y un después a toda visita a Aceitunilla que se precie. Chimenea, embutidos caseros, pescados de río al ajillo o en adobo, y charlar con el dueño y los vecinos de la alquería representan una experiencia 100% hurdana (Selección que aparece en el artículo Dónde comer en Las Hurdes de este mismo blog).

Sauceda, donde las casas de pizarra son corrales

Cercana a Pinofranqueado, en la alquería de Sauceda, muchas de las casas viejas de pizarra que se conservan han pasado del abandono a tener un uso ganadero y agrícola. Con el río como frontera, las antiguas viviendas que ahora son corrales, se separan del núcleo habitado formando un pequeño pueblo fantasma que alimenta las historias y cuentos mágicos que tanto han arraigado en Las Hurdes.

Alquería de Sauceda (Las Hurdes)

Pero además de Sauceda, Aceitunilla, Martilandrán, El Gasco o Riomalo de Arriba, se suceden los reinos olvidados de la pizarra en territorio hurdano. Y se requiere tiempo para visitarlos todos. Me vienen a la mente alquerías como Horcajo, Las Erías o El Moral (ya despoblado completamente) donde salir a buscar la esencia de Las Hurdes.

En un rincón cualquiera de una de esas alquerías dentro de la Extremadura más peculiar y remota, aprendí a amar a Las Hurdes y a que los tópicos son sólo tópicos a no ser que salgamos a corroborarlos o desmontarlos. Dijo Buñuel tierra sin pan. Y Unamuno, tierra hija de los hombres. Me gusta más eso de tierra por descubrir…

Sele

PD: No os perdáis el reportaje de este blog titulado Las Hurdes, un viaje de leyenda a todo color, en el que profundizamos sobre muchos de los aspectos de la comarca. Junto a ésta se encuentra Sierra de Gata, la cual os aconsejo 100%. Esto forma parte de la sección RINCONES DE ESPAÑA con todos los artículos dedicados al país que me vio nacer.

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