Bempton Cliffs, el paraíso de las aves marinas en Yorkshire
Probablemente en Inglaterra no exista un lugar como Bempton Cliffs para ver y fotografiar aves marinas. Estos vertiginosos acantilados situados en la costa de Yorkshire dibujan un paisaje colosal donde la erosión ha creado una pared de más de 100 metros de alto que se extiende durante unos 10 kilómetros hasta llegar al Cabo Flamborough. Es aquí donde aprovechan cientos de miles de aves para buscar pareja, hacer sus nidos y dar a luz a nuevos miembros. Durante todo el año, aunque sobre todo en la primavera y el verano, los acantilados de Bempton se convierten en un espectáculo ornitológico de primer nivel donde se puede observar, escuchar y disfrutar los trinos y aleteos de distintas especies de pájaros que cruzan el océano para acudir al unísono a un lugar sin parangón en toda Gran Bretaña.
Con prismáticos y la cámara de fotos lista para disparar me presenté en Bempton Cliffs dispuesto a capturar los instantes que me permitieran las bandadas de frailecillos, alcatraces, alcas o gaviotas, las cuales formaban una ensordecedora multitud en esta barrera natural atlántica.
El mejor lugar para ver aves marinas en Inglaterra se llama Bempton Cliffs
El litoral de Gran Bretaña es, en ocasiones, tan escarpado que para ver el mar uno debe primer sentir vértigo en las rocas. Los acantilados son además refugios de aves migratorias que acuden año tras año a poner sus huevos. En los acantilados de Bempton se eleva una gran muralla en la que sin importar el viento temible que golpee sobre ella, se recrea la vida en toda su extensión. Son precisamente los pájaros que, venidos de latitudes lejanas, anidan en el lugar en el que muchos nacieron y volaron por primera vez.
La RBSP (Royal Society for the Protection of Birds), la mayor organización sin ánimo de lucro de Europa dedicada a la vida salvaje, con más de un millón de socios y sede en Bedfordshire (Inglaterra), se ocupa de gestionar el cuidado y las visitas de múltiples reservas naturales británicas, entre las que se encuentra Bempton Cliffs que, como comenté antes, forma parte de la costa más accidentada de Yorkshire. Por apenas 3 libras y media (menos de 5€) su personal formado por multitud de voluntarios que están allí por puro amor a la naturaleza y ganas de aprender, explica al visitante todas las características del lugar, las especies que se pueden encontrar e incluso muestra distintas webcams situadas en puntos estratégicos de la reserva donde tienen controladas las idas y venidas de estas aves.
Nada más abandonar la caseta de bienvenida surge un sendero hacia el filo del acantilado que se encuentra tan sólo a 100 metros. A partir de ese momento podemos elegir si comenzar por la izquierda o derecha e irnos deteniendo en los miradores desde los cuales admirar el paisaje y la vida que de despliega en todos sus costados. Los acantilados de Bempton tienen más de una foto de postal que vale muchísimo como paisaje. Pero para comprender este lugar en toda su magnitud no basta con abrir bien los ojos sino también en escuchar el jolgorio de los miles de habitantes que viven en las rocas y pasan a escasos metros de distancia.
Especies de aves que ver y fotografiar en Bempton Cliffs
Durante todo el año se pueden observar aves de distinto tipo, aunque en la primavera y en verano, la presencia de las «especies estrella» o protagonistas aladas atrae a mucha más gente. Tres destacan sobre todas las demás. En este orden: Frailecillos, alcatraces atlánticos y alcas comunes. Si hubiera que hablar de una cuarta sería la gaviota tridáctila (el 10% de la población del Reino Unido), así como la presencia invernal de lechuzas que se acercan a estos acantilados, aunque verlas supone una auténtica quimera.
Frailecillos
Aunque a los simpáticos frailecillos (Fratercula arctica) los hemos identificado siempre con Islandia (donde anida un 60% de la población mundial) se pueden ver en otros lugares del Atlántico como la isla de Terranova, Groenlandia, Noruega y también Gran Bretaña. A partir de abril, aunque sobre todo entre mayo y julio, tras un largo viaje vienen los frailecillos (puffins en inglés) a poner sus huevos. Primero se quedan en el agua unos días (son más de mar abierto que de tierra) antes de escoger lugar donde poner el nido en el acantilado buscando siempre que haya tierra o hierba y estar protegidos de los depredadores.
Se suelen dejar ver en Bempton Cliffs solitarios o en parejas, mezclados entre las colonias de alcas, gaviotas o alcatraces. Su enorme pico, cara de dibujo animado y el naranja de sus patas los delatan ante otras aves y por eso son fáciles de localizar, aunque a una distancia prudencial. En los meses de verano, cuando hay mayor número, resulta más sencillo verlos. En la primavera hay que andar con prismáticos y tener mucho tino, pero el tiempo y la ayuda de otros visitantes (muchos de ellos ornitólogos con catalejos y cámaras que podrían fotografiar una mota de polvo en la luna) nos permitirá observarlos y, con suerte, fotografiarlos.
Suelen estar a una distancia de aproximadamente 30 metros, aunque a veces se acercan mucho más (a 10 ó 15 metros). Su vuelo aparentemente torpe y desgarbado se aprecia entre las otras miles de aves. Suelen ir y volver del acantilado una y otra vez.
Aunque si uno es un verdadero apasionado de estas aves, Islandia sigue siendo el destino perfecto para ver frailecillos, ya que allí se reúne el mayor número de miembros de esta especie desde finales de abril hasta finales de agosto. Si bien es cierto que pocos, muy pocos, se imaginan que se puedan disfrutar tan de cerca es un escenario del calado de los acantilados de Bempton.
Alcatraces atlánticos
Si bien la atracción y máximo objetivo de mucha de la gente que visita Bempton Cliffs es la de poder ver frailecillos, el espectáculo terminan ofreciéndolo los alcatraces atlánticos (Morus bassanus). Al final uno se da cuenta de que son los grandes protagonistas en los acantilados, quienes pagan por sí solos la entrada, con unos vuelos acrobáticos que pasan a tu lado y esa manera tan particular que tienen de pescar como si fuesen auténticos misiles disparándose contra el agua.
El hermano atlántico del piquero de patas azules que se puede ver en Galápagos o en la costa pacífica escoge los acantilados de Bempton para criar, siendo ésta la única colonia presente en toda Inglaterra. Aunque resulta muy numerosa. Hay momentos en los que es imposible contar todos los alcatraces (gannets en inglés) que tenemos frente a nuestras narices. Si no se encuentran en pleno proceso de pesca están buscando pareja (o cortejándola) mientras que otros más avanzados ya están cuidando sus huevos que empiezan a descascarillar bien entrada la primavera. Aunque lo más habitual es verlos recogiendo pastos con el pico para acondicionar sus nidos lo mejor posible. Por eso en numerosas ocasiones resulta muy fácil observarlos con los picos llenos de hierba o en la parte superior del acantilado donde hay mayor cantidad de vegetación, apenas a un par de metros del camino que utilizan los visitantes, momento excepcional para fotografiarlos en distancias cortas.
De plumaje blanco, salvo el oscuro negro o parduzco de las alas y el característico pico gris azulado de los miembros adultos, el alcatraz atlántico es una de las aves marinas más hermosas que se pueden disfrutar en las costas británicas. En determinadas zonas de Bempton, podemos contar cientos en apenas unos metros cuadrados (sobre todo si seguimos el camino de la caseta de entrada hacia la derecha).
Alcas comunes
Es curioso lo que el alca común (Alca torda, en inglés razorbill) llega a recordar a los pingüinos. De hecho su ancestro ya extinto, el alca gigante, fue la primera especie que llevó el nombre de pingüino (del gaélico pen gwyn, que significa «cabeza blanca» por las manchas de este color que poseen), aunque no tuviera que ver de hecho con las famosas aves no voladoras del hemisferio sur. De un tamaño de apenas 40 centímetros de longitud y con una característica línea blanca entre la cabeza y el pico, es un ave capaz de estar más de un minuto bajo el agua para alimentarse. Pero vuela, lo que les aleja más de hecho de los pingüinos.
Un clásico de islas y acantilados rocosos en el Océano Atlántico, tiene en Bempton Cliffs un hogar en todos y cada uno de los recovecos que se ocupan de ocupar en el acantilado. Al contrario que sucede con frailecillos y alcatraces, no requieren de tantos pastos ni hierbajos para acondicionar sus nidos y desovar (ponen un solo huevo entre mayo y junio, incubado por macho y hembra). Se reconoce a estas aves, además de su apariencia física y la línea blanca que llega hasta el pico, por un sonido estruendoso más parecido al croar de las ranas que al piar de un pájaro.
Entre las muchas alcas que hay en los acantilados es sencillo encontrar frailecillos infiltrados. De hecho son dos especies provenientes de la misma familia (alcidae). Aunque en ocasiones se pelean entre ellos por hacerse con su espacio en el acantilado.
Datos prácticos sobre Bempton Cliffs
– Los Bempton Cliffs se encuentran a mitad de camino entre Filey y Flamborough´s Head. Unos 80 kilómetros (1 hora y 15 de coche) hay entre la reserva natural y la ciudad de York. 57 kilómetros (1 hora aproximada de coche) separa a Whitby de Bempton Cliffs. El parking es gratuito, aunque no se puede pasar la noche en él con el coche o la autocaravana.
– Se puede acceder todo el año a los acantilados de Bempton previo pago de una entrada de 3´5 libras (de 5 a 17 años 2 libras, menores de 5 años gratis y entrada familiar 2 padres y 2 niños por 8´50 libras).
– Durante los meses de primavera y verano abre de 9:30 a 17:00, mientras que en invierno cierra una hora antes.
– Hay área de pic-nic, tienda (venden prismáticos, libros de aves, comida y regalos) y voluntarios que asesoran a los visitantes. Si queréis aprender no dudéis en preguntarles. Incluso tienen la lista de especies de aves presentes en Bempton Cliffs en varios idiomas (entre ellos el castellano).
– Organizan también visitas guiadas y en época de frailecillos llevan a cabo algo que llaman «Puffin patrols» con objeto de buscar a estas aves de la mano de un experto en aves de la reserva.
– Más información en la web oficial RSBP Bempton Cliffs.
– Toda la información sobre lugares y actividades turísticas de Gran Bretaña en la web oficial de Visit Britain (en español) que, además ofrece muchísima información sobre ciudades, pueblos y aldeas con encanto. Sin duda fuentes de inspiración en mi último viaje en coche por Yorkshire.
Se tenga afición a las aves o no, Bempton Cliffs es un lugar asombroso al que merece la pena detenerse si se está recorriendo el condado de York. En mi caso, además, fue la guinda del pastel que cerró un viaje magnífico.
Sele
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6 Respuestas a “Bempton Cliffs, el paraíso de las aves marinas en Yorkshire”
Nosotros vimos muchos en Escocia. Son preciosos
Qué te gusta a ti un frailecillo! Son preciosos 🙂
[…] la costa de Yorkshire hasta el gran Cabo Flamborough, donde subyace esa maravilla natural llamada Bempton Cliffs a la que vienen a perderse las aves marinas que uno imaginaría en latitudes más septentrionales del Ártico. Pero empezar, lo que es empezar, […]
[…] en Islandia o en cualquier lugar del Ártico son, por supuesto, los acantilados (también se dejan ver frailecillos en las costas de Gran Bretaña). Tendremos más posibilidad de éxito en el promontorio de Dyrhólaey junto a Vík (aunque cierran […]
[…] mejores sueños me hubiese imaginado. Días antes de viajar a Islandia había visto los primeros en Bempton Cliffs, un paraíso de aves marinas en territorio británico donde también acuden junto a alcatraces, alcas comunes o gaviotas tridáctilas, aunque en menor […]
[…] Tenía ganas de hincarle bien el diente a Inglaterra, olvidarme por un instante de Londres y las grandes urbes británicas para despejar a solas diversas incógnitas en la campiña, en ciudades diminutas de valor medieval y vida tranquila, así como en esos pueblos costeros en los que aún se cuentan historias de piratas y contrabandistas. Deseaba realizar un viaje en coche y empezar a hablar en millas y rotondas que se toman por la izquierda. Dicho y hecho. El destino me llevó a Yorkshire, en el norte, considerado el condado histórico más grande de Inglaterra. Allí me dejé perder en los callejones estrechos de York, en la fina Harrogate, en las vidrieras de Ripon y en las ruinas de abadías huecas con la hierba como suelo y el aire como ventanal de silencio y oración. También busqué las huellas de Robin Hood en la bahía que lleva su nombre, al misterioso Drácula de Bram Stoker en la incomparable Whitby e incluso tuve la suerte de perseguir el vuelo de frailecillos y alcatraces en los majestuosos acantilados de Bempton. […]