Comienza en Egipto la Expedición Kamal: Rumbo al Sáhara desconocido - El rincón de Sele

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Comienza en Egipto la Expedición Kamal: Rumbo al Sáhara desconocido

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Uno sueña desde pequeño con vivir cosas así. Después de semanas de incertidumbre, papeleos y libros manoseados me embarco en una aventura fabulosa al Desierto Occidental de Egipto. Partiré al mítico y poco accesible Desierto Líbico, siguiendo las huellas del Príncipe Kamal el Din, que en los años veinte renunció a reinar su país para dedicarse a explorar lugares insólitos, descubriendo y poniéndole nombre a la Meseta de Gilf Kebir. Justo donde poco después el aventurero László Almásy, más conocido por «El Paciente inglés» hallaría unas cuevas rupestres con dibujos de nadadores que demostrarían que hace miles de años el Sáhara no fue un desierto. Aquella fue parte de su ansiada búsqueda del Oasis de Zerzura del que había una Leyenda antiquísima, y que se encontraría anclado en esa meseta pedregosa ahora bañada por un mar de dunas. El propio Almásy, cuyo mecenas había sido el Príncipe Kamal, dedicaría un coqueto monumento conmemorativo en la propia Gilf Kebir a la muerte de éste hace algo más de ochenta años.

Expedición Kamal

Será un viaje que no haré solo, ya que estaré bien acompañado de arqueólogos, geólogos, científicos y demás aventureros que formarán parte de una expedición inédita que busca iluminar los pasos de Kamal, Almásy y muchos otros personajes que se abrieron paso en este rincón inhóspito, solitario y hermoso al mismo tiempo.

EXPEDICIÓN KAMAL: TRAS LAS HUELLAS DEL PRÍNCIPE

Esta aventura auspiciada por el Ministerio de Turismo de Egipto y esponsorizada, entre otros, por el Automobile & Touring Club of Egipt, tiene como objetivo adentrarse en el Desierto Líbico y más concretamente en la zona suroeste con Gilf Kebir y Jebel Uweinat de protagonistas. El conocido como Desierto blanco y oasis como Kharga también formarán parte de una larga ruta en todoterreno que cuentan será la más grande e importante desde la II Guerra Mundial. De hecho sabemos que existen posibilidades de toparnos con vehículos y aviones derribados de esta época. Como he comentado antes, esta zona de desierto es muy vasta e incomunicada, y es muy poca gente la que llega hasta ella.

Salgo para El Cairo hoy día 13 de mayo, aunque será mañana cuando se inicie la expedición propiamente dicha. El retorno está previsto sea el próximo día 26, aunque llegaré a Madrid ya el 27. Hasta entonces me olvidaré de ordenadores, teléfonos móviles y redes sociales puesto que en el desierto no me servirán absolutamente de nada. Reconozco que esta parte también alienta, puesto que harán falta los cinco sentidos (o seis si me apuráis) para absorber cada momento vivido en una zona cartografiada por primera vez en los años veinte y en la que cualquier carretera es una quimera situada a cientos de kilómetros. Nada, absolutamente nada, podrá distraer mi atención en un lugar como este.

Mapa Expedición Kamal (Egipto)
Mapa con la ruta de la Expedición Kamal en Egipto

Tengo la fortuna de ser uno de los participantes y vivir noches en la hoguera en la que historiadores narren qué sucedió realmente con «El Paciente inglés», qué significado tienen las pinturas halladas en «La cueva de los nadadores», cómo era el Sáhara durante la glaciación o cómo se formaron los cristales verdes esparcidos en el desierto que llegaron a la mismísima tumba del Faraón Tutankhamon.

Foto antigua con los Citroen Kegresse

Mi biblia durante estas semanas será la obra de Almásy titulada «Nadadores en el desierto» (que está descatalogadísima y ha costado mucho encontrar), de la cual no me pienso separar en esta travesía. Este viaje es además un homenaje a quienes salieron donde nadie había llegado antes y se decidieron ir más allá con unos curiosísimos y fortachones Citroën Kegresse, que en vez de ruedas traseras contaban con un mecanismo similar a de los tanques de la época. Y con esa tracción hicieron miles de kilómetros en desiertos y montañas de medio planeta.

Libro

Desde que sé que voy a formar parte de la Expedición Kamal no hago más que buscar en Google Maps la meseta de Gilf Kebir, tratar de adivinar dónde está el Aqaba Pass que la atraviesa y calculando los kilómetros con las cercanas fronteras de Libia y de Sudán. Sin duda este viaje a Egipto poco o nada tiene que ver con el de los Faraones y el río Nilo. Todavía en estas dunas, rocas y alejados oasis se conoce demasiado poco. Hay más leyendas que realidades y el único que dicta sentencia es el cielo estrellado más brillante que se pueda admirar. Estoy convencido que durante la ruta algunos destellos serán guiños de ojos de quienes, antes que nosotros, alcanzaron la belleza secreta del desierto.

Meseta de Gilf Kebir en Google Maps

A diferencia de otros viajes no puedo deciros eso de «os lo iré contando» sino más bien que «os lo contaré» en cuanto llegue. Prometo tomar buena nota, garabatear muchos mapas, hacer fotos hasta la saciedad y, sobre todo, disfrutar de una aventura que llevaba esperando toda la vida.

Me despido con un dicho popular beduino con el que no puedo estar más de acuerdo:

«El desierto es terrible e implacable, pero quién lo haya conocido jamás dejará de intentar volver a él»

En el Desierto de Lut (Irán), otro de mis desiertos preferidos

Me marcho rumbo al Sáhara desconocido. ¡Buenos vientos y buenos viajes!

Sele

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PD: Para abrir boca os cuento algunos de mis desiertos preferidos en los que he tenido la fortuna de estar.

Los 5 desiertos más hermosos que he visto jamás

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