Consejos para preparar una vuelta al mundo (Viajes de larga duración y sin billete de vuelta)
Hay un deseo recurrente en el baúl de sueños de quienes tienen a viajar entre sus romances más idealizados y placenteros. Se trata de poder hacer un viaje de larga duración, sin billete de regreso o, al menos, con una fecha de retorno bastante lejana. Dar la vuelta al mundo o plantearse una ruta muy prolongada en el tiempo requiere de una planificación con cierto sosiego para marcharse con las ideas claras y, sobre todo, con un horizonte despejado. Sabiendo qué es lo que queda atrás y cuánto aguarda por delante. Aunque cierto es que quienes hemos tenido la suerte de vivir una circunstancia de este tipo hemos experimentado que lo más difícil de todo el proceso, sin lugar a dudas, pasa por tomar la decisión y marcar una fecha concreta de partida. Pero, a partir de ese instante está en camino una de las mayores aventuras de nuestra vida.
Hace algunos años pude cumplir el sueño de viajar sin prisas en un viaje con sólo billete de ida, en concreto al continente americano. Fueron meses apasionantes de aprendizaje y múltiples vivencias de los que sólo guardo buenos recuerdos. Gracias a lo cual hoy me gustaría compartir unos cuantos consejos para preparar una vuelta al mundo o cualquier viaje de larga duración, así como comentar determinados momentos y dudas razonables que surgirán en este largo camino.
Estas recomendaciones están planteadas para «el mundo de antes del coronavirus». Y, por supuesto, para «el después también». Ahora es momento de quedarse en casa para no arriesgar ni nuestra salud ni la de los demás. Porque para cuando todo esto termine… no se detendrá la lucha por alcanzar los mismos sueños.
Este artículo nació a partir de una de los Directos viajeros en Instagram de @elrincondesele donde pudimos conversar sobre vueltas al mundo y viajes de larga duración. Durante el tiempo que estemos en cuarentena nos vemos todos los miércoles a las 19:00 horas. ¿Te pasas un rato?
Viajar sin fecha de regreso: Vueltas al mundo, recorridos largos y años sabáticos
Antes incluso de empezar a viajar soñaba con dar una vuelta al mundo o embarcarme en una larga ruta donde supiera la fecha de ida pero no la de regreso. Y no precisamente como la de Willy Fog en ochenta días sino empleando todo el tiempo que fuera preciso. Años después, tras haber estado en numerosos países del planeta, el deseo se hizo aún más pronunciado (Cosas que suceden cuando la enfermedad del ansia de viajar es muy aguda). Probar las mieles de viajar sin prisas, sabiendo que no es necesario correr de un lado al otro, detenerse a conocer gente nueva o cambiar de ruta de manera improvisada porque sí, era un dulce demasiado apetitoso como para no intentarlo. Pero nunca me vi capaz de encontrar el momento preciso. La vida empezaba a ser un carruaje con cada vez más palos en la rueda. Y no me daba cuenta que quien ponía dichos palos no en una sino en todas las ruedas era yo mismo.
Recuerdo que al poco de escribir un artículo profético en mi vida al que titulé «Radiografía de un segundo» le puse fecha a este propósito quitándome un peso tremendo de encima. Y tomé otra decisión consistente en no dar la vuelta al mundo al uso sino concentrarme un solo continente, América, que era donde menos me había movido hasta entonces. Surgió entonces un proyecto personal y profesional al que denominé Mochilero en América donde sólo conocía algunos detalles de lo que me depararía. Partiría solo, empezaría en Buenos Aires y tanto Patagonia como Isla de Pascua serían dos de muchos baluartes que sostendrían esta aventura. También tenía claro que viajaría lento, sin más previsiones que mi primer hospedaje en la capital de Argentina, porque dejaría que la improvisación marcara lodo lo que fuera aconteciendo.
Así que corté la corbata con unas tijeras, guardé el traje aburrido de oficinista (o de oficinista aburrido) en el armario y tomé las riendas de mi vida. Por primera vez. Me esperaron más de siete meses por países como Argentina, Uruguay, Chile, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, México, Belice, Guatemala o Estados Unidos.
A toro pasado no me arrepiento de un solo minuto vivido en este «viaje-aprendizaje». Porque desde ese preciso momento en que goberné mi vida las cosas empezaron a ir mucho mejor. ¡Ay si lo hubiera sabido antes!
Si tú, quien está leyendo estas palabras, estás en ese proceso de decidir si dar la vuelta al mundo o hacer un gran viaje, o incluso ya le has puesto fecha a la aventura de tu vida, quizás te convenga tomar nota de algunas recomendaciones o consejos porque es posible que te sirvan de ayuda.
CONSEJOS PARA DAR UNA VUELTA AL MUNDO O EMBARCARSE EN UN VIAJE DE LARGA DURACIÓN
1. Toma la decisión (y te lo advierto, nunca será el mejor momento para ello).
Lo más difícil de poner un paréntesis en la rutina y llevar a cabo una vuelta al mundo o un viaje de larga duración sin billete de regreso pasa, sobre todo, por tomar la decisión. Todos y cada uno de nosotros tenemos y tendremos siempre ataduras que nos impidan podernos permitir pasar varios meses, un año o más tiempo fuera de casa. Y resulta lógico. De hecho, si alguna vez te atreves a sugerírselo a alguien cercano, muy probablemente te recomiende que esperes a un mejor momento. Spoiler: Ese momento nunca llega. Al contrario, con el tiempo la madeja va teniendo más y más nudos. Y el sueño se complica día a día.
La cuesta arriba de un proyecto de este tipo es todo lo que implica tomar dicha decisión. Porque todo, queramos o no, tiene consecuencias. Y debemos asumirlas. Pero, mientras nadie demuestre lo contrario, vivimos sólo una vez. ¿No crees que es preferible arrepentirse de lo que has hecho que de algo que ni tan siquiera has intentado?
Hay un libro de Jesús Calleja, persona a la que admiro profundamente, que se titula «Si no te gusta tu vida, cámbiala». Frase de quien empezó siendo peluquero pero soñaba con ver mundo y ascender las montañas más altas. Y que hoy puede decir que su profesión es la de aventurero y comunicador nato que vive haciendo algo que le apasione. Sin que nadie le regalara lo más mínimo. Puro talento y puro esfuerzo.
Mi caso fue la de un chaval que odiaba el trabajo que tenía y que se pasaba la vida queriendo que fuera viernes o llegara el momento de irse de viaje. Sin darse cuenta que el hueco entre ambos era de tres cuartas partes de un año natural. Por lo que cuando por fin le puse fecha a mi sueño, todo empezó a ir mejor. ¡Nudos fuera! Aquella madeja enredada se convirtió en una auténtica línea recta con algunas curvas, por supuesto, porque un largo viaje es una gran metáfora de lo que es la vida real. Pero esa estancia por tierras americanas fue la llave no sólo para una una grandísima experiencia personal sino también para una nueva fase profesional a la que, de otra manera, no me hubiera atrevido dar el salto.
2. Escoge el tipo de viaje que quieres hacer y piensa en una ruta posible.
¿Vuelta al mundo o diseccionar un solo continente?
Ya tienes fecha, ¿verdad? Si es así debes escoger el tipo de viaje que deseas o puedes permitirte hacer. Aunque probablemente fue primero el huevo que la gallina y ya lo sepas perfectamente. Lo más usual para estos casos es dar la vuelta al mundo visitando varios continentes yendo de este a oeste o viceversa. Pero quizás te apetezca más visitar un solo continente en profundidad o perderte unos meses en Australia, Nueva Zelanda y las islas de los llamados Mares del Sur. Cubrir Siberia desde los Urales hasta Kamchatka. Quizás seguir los pasos de Marco Polo haciendo la ruta de la seda de principio a fin (aunque es cierto que existen distintos comienzos y múltiples destinos finales para algo así, de Venecia a Xi’an es lo propio). O llevar a cabo un largo recorrido utilizando una bicicleta, un viejo coche o incluso tus propios pies. Es el momento que pongas encima de la mesa tus sueños, incluso aquellos que te parezcan más ambiciosos, y estudies con detenimiento cómo llevarlos a cabo. ¡Rétate! Para hacer algún tachón ya habrá tiempo.
Acudir tras el verano más largo de tu vida
Otro tipo de propuestas van encaminadas a viajar con más comodidad como es perseguir el buen tiempo y tratar de lograr vivir en un eterno verano. Si visitas países como Argentina, Brasil, Chile, Bolivia o Perú entre diciembre y marzo, o zonas como Norteamérica, el continente europeo, Siberia, Oriente Medio o algunos países del África subsahariana desde mayo/junio hasta septiembre. Y saltas al Sudeste Asiático una vez terminadas las lluvias monzónicas entre noviembre y marzo, habrás pasado prácticamente todo el tiempo bajo la la estación más calurosa del año.
¿Cuáles son los países más baratos del mundo para hacer un viaje que requiera un presupuesto menor?
También resultan interesantes determinadas opciones low cost para hacer un largo viaje pero evitando aumentar demasiado la cuenta. Para ello países del Sudeste Asiático como Tailandia, Vietnam, Laos, Camboya, Indonesia, Malasia o, incluso, perderse entre las islas de Filipinas, parecen ideales para un bolsillo más menguado de recursos. Si se quiere, se puede dormir y comer muy barato en estos destinos con infraestrucuras muy preparadas para los mochileros. Sin salir de Asia, está claro que Nepal, India o incluso Sri Lanka también merecen mucho la pena y pueden no resultar demasiado exigentes económicamente hablando. También algunas regiones de China o los países de Asia Central como Uzbekistán.
Otros países que pueden resultar asequibles dentro del continente americano son, por ejemplo, Bolivia, Paraguay, Nicaragua o Perú.
En Europa el país más barato probablemente sea Albania. Otros como Rumanía, Bulgaria o Macedonia también cuentan con precios relativamente asequibles, sobre todo si lo comparamos con Europa Central o los países nórdicos.
En Oriente Medio Irán y también Turquía pueden hacerse en profundidad sin tener que ponerse caretas de Dalí y robar el Banco de España.
O todo lo contrario…
Después está la opción totalmente contraria. Aprovechar a que tienes tiempo y has acumulado unos buenos ahorros todos estos años para permitirte visitar esos destinos con los que llevas soñando toda la vida pero que asequibles no son, ni mucho menos. Ahí surgen Alaska, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Polinesia, la Patagonia, los países escandinavos, Japón o una expedición en barco por las islas del archipiélago de Svalbard, la mismísima Antártida o incluso Groenlandia.
3. Ten tu pasaporte al día e infórmate sobre los visados que puedes necesitar.
Pasaporte en vigor y con hojas libres
Tu salvoconducto es y será tu propio pasaporte, así que protégelo con el mayor de los mimos y, por favor, asegúrate que se encuentre en vigor y no vaya a caducar durante el periodo en que tengas previsto estar fuera. Éste se puede renovar en cualquier comisaría un año antes de que deje de ser válido. Además, la mayor parte de los países exigen una vigencia mínima de seis meses para poder acceder a los mismos. Y, en muchas ocasiones que las autoridades competentes deban estampar sellos o pegar visados, se pide un mínimo de dos hojas libres. En este caso si se renueva pero aún tiene vigencia, te lo devolverán pero con la misma fecha de validez que el antiguo. (Aunque por ley para casos excepcionales se podría solicitar uno nuevo con mayor vigencia mediante la perceptiva justificación).
¿Qué hacer en caso de pérdida/robo del pasaporte?
En caso de urgencia (que vaya a caducar de manera inminente y te pille fuera, que lo hayas perdido o te lo hayan robado) en una embajada o consulado español te pueden gestionar la renovación del mismo mostrando el DNI, entregando una foto tamaño carnet y pagando una tasa que suele ser de 30€. A veces exigen que si ha habido robo, lo denuncies previamente en comisaría y entregues la hoja de la denuncia.
Lleva anotados desde el principio los teléfonos de emergencia de las embajadas y consulados (incluso los honorarios) de los países que tengas previsto visitar. Incluso no es mala idea tener las direcciones de los mismos, aunque es algo fácilmente consultable a través de internet hoy día.
España cuenta con representaciones diplomáticas en buena parte de los países del mundo (embajadas, consulados físicos y consulados honorarios). Si en plena urgencia no se tiene a ninguna de esas cerca, es posible acudir a una embajada de cualquier país miembro de la Unión Europea donde se establece un mismo nivel de protección por parte de sus autoridades diplomáticas.
Inscríbete en el Registro de Viajeros del Ministerio de Asuntos Exteriores de España aportando datos personales, así como del viaje que vas a realizar, con el objeto de que si hubiera un caso de emergencia las autoridades españolas puedan localizarte o contactar contigo con mayor celeridad.
¿Qué visados harán falta? ¿Se pueden obtener en el aeropuerto o frontera permanente o hay que tramitarlos con antelación?
Estudia con detenimiento qué países de tu ruta exigen visado así como las condiciones de los mismos. Muchas veces con pasaporte español no se exige visado (es uno de los que más posibilidades ofrecen para viajar al extranjero) pero hay otras ocasiones, y no son pocas, en que sí se requiere este requisito, que suele ir ajustado a una tasa. Hay destinos que permiten obtenerlo online, otros que se pueden gestionar directamente en sus aeropuertos internacionales e incluso en frontera (visa on arrival) y otros más complejos que requieren hacer llegar la documentación necesaria (pueden pedir pasaporte, fotos, copia de los billetes de avión, nombres de los hoteles durante la estadía, carta de invitación, etc.) a las embajadas o centros consulares correspondientes.
Lleva copia de toda la documentación importante
Además de tener siempre consigo varias fotos tamaño carnet para la expedición o extensión de posibles visados turísticos, o por si sucede algún inconveniente con el pasaporte y sea necesario renovarlo, es una idea tan buena como necesaria llevar copia de la documentación más importante. Alguna fotocopia del pasaporte guardado en algún apartado del equipaje separado del documento original siempre está bien. Pero mi recomendación es que tanto pasaporte, posibles visados, billetes de avión, cartilla de vacunación, póliza del pertinente seguro de viajes, carnet de conducir, así como algunos números de teléfono importantes (seguro, pérdida de tarjeta de crédito, etc) los tengas a tu disposición de manera online. Lo que haga falta escanearlo, escanéalo, aunque hoy día casi todo se entrega a través de internet. Sea como fuere reúnelo todo en un correo electrónico y remítetelo a ti mismo. O súbelo a la nube. Haz lo que quieras pero tenlo todo junto y localizable fácilmente para que en caso que suceda algo puedas actuar de manera rápida y no pierdas el tiempo buscándolo.
Si tienes previsto conducir durante el viaje deberías tratar de sacar el carnet de conducir internacional, ya que hay países que te lo pueden exigir. Se obtiene con facilidad acudiendo a la Jefatura u Oficina de tráfico (bajo cita previa) y tiene validez para un año. Hay que mostrar identificación (DNI o pasaporte), entregar una foto carnet y pagar unas tasas de 10,30€ (actualizado en 2020).
4. Ten las vacunas también al día.
Cuando tengas clara la fecha de partida, el tipo de viaje que vas a realizar y una ruta aproximada, tómate tu tiempo para saber qué vacunas tienes puestas y cuáles pueden resultar necesarias en la ruta que vas a acometer. De hecho, aunque encontrarás la información expuesta en varias fuentes en internet (la ofrecida por el Ministerio de Sanidad sobre la situación sanitaria y vacunas exigidas de cada país es bastante explícita y de sencilla consulta) lo más aconsejable es que te dirijas a tu centro de vacunación internacional más cercano y solicites cita presencial. Allí un profesional médico te informará de manera adecuada y podrás solicitar las vacunas pertinentes.
Las vacunas como el tétanos, hepatitis A y B las deberíamos tener siempre, incluso viajando muy poco. Luego pueden ser recomendables otras como la de las fiebres tifoideas (suelen tener una duración efectiva de dos años) y la Fiebre Amarilla en países donde exista riesgo de ello. Esta última, contagiada por un mosquito, es la única vacuna que puedes encontrar como obligatoria en algunos países del mundo. Sobre todo se suele exigir certificado de vacunación contra la fiebre amarilla a los viajeros procedentes de países con riesgo de transmisión de la fiebre amarilla.
Para el paludismo o la malaria, también contagiada por la picadura de un mosquito, no existe aún vacuna pero tu facultativo en caso de ir a uno o varios países donde se da esta enfermedad, puede recetarte unas pastillas que sirven tanto como para prevención como para tratamiento.
5. ¿Comprar billetes especiales de vuelta al mundo o improvisar sobre la marcha?
Bonos RTW
Salvo que decidas hacer todo tu viaje por tierra o por mar necesitarás subirte a unos cuantos aviones. Para quienes desean dar la vuelta al mundo y saltar entre varios países y continentes existe una modalidad de billetes de avión conocidos como bonos Round the World (RTW) que ofertan algunas compañías o alianzas aéreas como Oneworld, Star Alliance o SkyTeam en las que se pueden comprar a la vez y a un precio más reducido varios billetes de avión para poder hacer determinadas paradas en la ruta designada. La oferta es bastante amplia, por lo que existe un abanico de posibilidades tremendo y que se puede ajustar al tipo de viaje que quieras realizar, su duración y el presupuesto del que se disponga. De cara a precio puede ser interesante, pero existen algunos inconvenientes, como requerir una planificación exhaustiva o una ruta bastante detallada incluso con unas fechas prefijadas (con penalización ante los cambios), lo que afecta a una de las bondades de un viaje largo: IMPROVISAR.
Uno de los más usuales por es el bono del sistema Oneworld (modalidades Explorer, Global Explorer y Circle Pacific) porque permite precisamente modificar paradas sin penalización (pero no así las fechas elegidas en un punto determinado, cuando sí habría que pagar extra), el precio se mide por millas realizadas y cuenta con nada menos que trece aerolíneas de bandera con las que poder diseñar tu ruta (Iberia, British Airwais, American Airlines, Cathay Pacific, Finnair, Japan Airlines, LATAM, Malaysia Airlines, Qantas, Qatar Airways, Royal Jordanian, S7 Airlines o Sri Lankan Airlines) o, lo que es lo mismo, acceso a más de mil cien destinos en ciento ochenta y cinco países de todo el mundo. Eso sí, sólo se puede viajar en una dirección y cruzar los océanos Atlántico y Pacífico una vez cada uno.
También hay empresas como Travel Nation o Round the World Experts que te hacen presupuestos personalizados para adquirir este tipo de bonos RTW. Y últimamente se ha destapado Air New Zealand como aerolínea para comprar billetes de vuelta al mundo a un precio competitivo, aunque con sus propias exigencias tales como salir de Reino Unido, hacer una parada en Asia, otra en Nueva Zelanda, otra en Estados Unidos y otra en una de las islas del Pacífico (Islas Cook, Tahití o Fiji).
¿El precio? Varía en función de las paradas elegidas, de si quieres hacer destinos más caros para volar como Isla de Pascua, Galápagos, Polinesia, etc. Pero un «viaje normalito» supera los 2000€ hasta los 4000€. Cada compañía o alianza tiene sus propias reglas del juego y tú debes tantear si te merece la pena hacerlo de este modo o no.
Billete de ida y… ¡A improvisar!
Hay gente, entre la que me incluyo, a la que le agobia un poco tener que atar tanto su viaje y que desea tener la posibilidad de variar el rumbo si así se lo pide el momento. Es un viaje largo y hay tiempo de moverse de muchas maneras y optar a opciones a veces más económicas para ir de un sitio a otro. Para una vez que no tenemos prisa para viajar, tener algo extremadamente definido y calculado arrebata una de las mejores partes que conllevan este tipo de viajes, sean vueltas al mundo o rutas prolongadas. Me refiero a dejarte llevar por el instinto e improvisar, a quedarte más días o semanas en una ciudad donde te sientas a gusto o cambiar la ruta por completo porque te ha llamado la atención un aspecto determinado, deseas profundizar más o simplemente has conocido a alguien durante el camino (algo muy frecuente) y no quieres depender de unas fechas determinadas.
Te cuento mi caso. Me marché tan sólo con un billete de ida a Buenos Aires, me moví por tierra durante meses utilizando los aviones para casos muy concretos como, por ejemplo, volar a Isla de Pascua o para dar un salto de Colombia a México y de México a Florida (Estados Unidos). Conocía mi punto de partida y mi visita a Rapa Nui. Nada más. El resto fue completamente improvisado. Aunque es cierto que mi objetivo era recorrer un solo continente. Regresé a casa desde Nueva York alrededor de siete meses después de comenzar el viaje.
¿Y qué ocurre en los países donde te exigen demostrar un billete de vuelta para poder entrar?
Un caso con el que se topa la gente que tiene un billete de ida y no de vuelta porque van a llevar a cabo un viaje largo y no saben cuándo van terminar, es que hay países, sobre todo en Latinoamérica, que exigen la acreditación de su regreso mediante billete de avión u otra forma de justificar esta salida. Por experiencia es una solicitud que sólo ocurre cuando se llega por aeropuerto internacional y no en las fronteras terrestres. Y salvo excepción, nunca se pide en los países receptores sino en los emisores.
Lo explico mejor con un ejemplo. Argentina exige que los viajeros que lleguen a este país por vía aérea posean documento o billete que acredite su salida del mismo, ya sea de avión, bus o ferry. Es muy improbable que dicha información la exijan a la entrada estando en la propia Argentina, pero SÍ ES CASI SEGURO que desde España la aerolínea con la que vas a viajar te pida dicho documento. ¿Y qué hacer si no sabes cuándo vas a volver? Toma nota de este truco:
Una manera eficaz es comprar un billete de avión al destino que te venga en gana (el más barato posible) y que te permita realizar cancelación pasado un período. Muchas compañías lo permiten, incluso reservar un billete cancelable a las 48 horas (se suele utilizar para garantizar una tarifa). También hay empresas tipo Onward Fly (onwardfly.com/es) o Bestonwardticket.com, que son agencias de viajes autorizadas legalmente para adquirir billetes reembolsables a nombre de sus clientes y que se encargan de cancelar la compra de dichos billetes tras un período máximo de 48 horas. El coste de sus servicios es de alrededor de 12€. Y fin del problema.
En siete meses tan sólo me pidieron acreditar mi regreso en el aeropuerto Madrid-Barajas. Nunca más.
6. Contrata la póliza de seguro de viajes más completa que puedas.
Hacer cualquier viaje al exterior sin un seguro que nos cubra por enfermedad, accidente, robo, etc. es más temerario que olvidarse el pasaporte en casa. Es FUNDAMENTAL CONTRATAR UN BUEN SEGURO, y más en un viaje tan largo en el que pueden surgir millones de problemas (tanto a ti estando allí como a tus seres queridos aquí) en los que necesites asistencia y atención médica. Hay países como Estados Unidos donde un análisis de sangre puede costar 700$ (más los emolumentos de la consulta), una radiografía 1000$, una noche de hospitalización más de 7.000$, un traslado en helicóptero por accidente casi 10.000$ o una simple operación de apendicitis con varios días en el hospital alrededor de 50.000$ (y en cosas así no tienes opción a decir que no).
Y lo mismo sucede en muchos países del mundo (incluida Tailandia, China, Japón y un largo etcétera) donde muchas personas que fueron atendidas u hospitalizadas se han encontrado en la más absoluta ruina económica para enfrentarse a los gastos de su tratamiento. Y todo por no llevar seguro.
Tanto para mi gran viaje de varios meses Sudamérica como para todas y cada una de mis salidas al extranjero suelo contratar el seguro de IATI Seguros. Existe una opción para vueltas al mundo o viajes de larga duración, independientemente de los países que quieras visitar, que se llama IATI GRANDES VIAJEROS. Una póliza ideal para ir bien cubiertos para este tipo de aventuras de entre seis meses y un año de duración. Con una cobertura de hasta 200.000 euros de gastos médicos y otras muchas coberturas como repatriación en caso de fallecimiento o enfermedad, regreso anticipado por hospitalización o fallecimiento de un familiar, indemnizaciones por robo o pérdida del equipaje, adelanto de fondos, información de carácter legal, defensa ante casos de responsabilidad penal en el extranjero y un largo etcétera que incluyen deportes de aventura (y por un pequeño suplemento ofrecen cobertura adicional para aventura con un riesgo mayor como grandes trekkings hasta 5.400 metros de altura o buceo).
Los lectores de este blog pueden contratar el Seguro de viajes de IATI que mejor se adecué a lo que están buscando con un 5% de descuento (que se aplica de forma directa entrando a través este enlace o haciendo clic sobre la imagen que aparece sobre este párrafo).
7. Lleva contigo varias tarjetas de crédito (y algo de dinero en efectivo)
Una de las preguntas que se suelen hacer quienes van a emprender un viaje largo es cómo organizar el tema del dinero. ¿Llevar todo en efectivo? ¿Euros o dólares? ¿Mejor ir tirando de tarjetas de crédito? En realidad para este caso todo pasa por aplicar la lógica y tener varias opciones para no depender de una sola cosa. Diversificar siempre suele ser la solución.
Efectivo guardado en más de un sitio
Por un lado, sobre todo cuando partimos, se aconseja tener consigo dinero en efectivo. No una cantidad inmensa pero sí lo suficientemente importante como para que dé para no necesitar sacar dinero del cajero en varios días. Y ese dinero, a ser posible, debes separarlo en dos o tres apartados para que, en caso de robo o pérdida, no te quedes a cero. La clásica riñonera donde se guarda el pasaporte y las tarjetas, que siempre va contigo, sería uno de esos sitios. Otros pueden encontrarse en la propia mochila. Sea como sea ingéniatelas para no depender únicamente de un solo lugar. Siempre deja algo apartado que pueda sacarte de un apuro.
¿Con qué moneda partir?
Aunque hoy día los euros los aceptan en casi todas partes, en determinadas zonas del mundo están más familiarizados con el dólar y son proclives en el tipo de cambio a equipararlos cuando en realidad 100 euros no son 100 dólares. Esto puede suceder en Asia o en América, por ejemplo, donde parecen estar más acostumbrados a la utilización del dólar. Si bien esta tendencia está cambiando a pasos agigantados.
Una buena idea pasa por ir con los dos tipos de moneda. Una parte del efectivo que lleves puede ser en euros y otra en dólares. La proporción debes contemplarla tú en función de los destinos a los que vayas a ir. En el continente americano siempre va a imperar el dólar, en África están bastante familiarizados a los euros y en Asia indistintamente a ambas.
Aún así después te encontrarás con la moneda local correspondiente. Y siempre va a ser más ventajoso pagar en la propia moneda del país que con euros/dólares para evitar un redondeo en las compras que no suele ser nunca a favor del cliente. Por lo que te tocará cambiar en una casa de cambio (en los bancos siempre te ahorrarás las comisiones) o sacar puntualmente del cajero automático.
Tarjetas de crédito
Lleva contigo varias tarjetas de crédito porque tampoco debes depender de una sola. Hay países donde puede haber determinadas tarjetas que no sean aceptadas o no funcionen en los datáfonos o en los cajeros, así que nuevamente debes abrir las opciones posibles. Los «por si acasos» en un viaje largo donde pueden darse mil circunstancias nos servirán para prever distintas situaciones. Y en temas como el dinero no se puede fallar.
Si tienes crédito y débito lleva ambas. Si tienes Visa y Mastercard, mejor no depender de una sola compañía (aunque Visa funciona en todo el mundo). Ahora bien, debes tener en cuenta de que las tarjetas de los bancos nacionales cobran comisiones cada vez que sacamos dinero o realizamos una operación de compra, por lo que es mejor no acudir al cajero muchas veces pudiéndolo hacer una sola.
Ha aumentado mucho la oferta de tarjetas de banca online donde no se pagan comisiones y aplican un buen cambio. Como, por ejemplo, BNEXT, Revolut o N26, cuya única pega la veo que limitan el dinero que se puede sacar del cajero cada mes para que no apliquen estas comisiones. Algunas, por ejemplo, sólo dejan sacar 200€.
Por eso lo mejor es llevar varias tarjetas y, por supuesto, tener muy a mano las herramientas para anularlas lo antes posible en caso de robo (ya sea por las webs o aplicaciones de las entidades bancarias o por medio de un teléfono para este tipo de emergencias).
CONSEJO: Cuando se paga con tarjeta en el extranjero y te preguntan si hacerlo «en euros o en moneda local» siempre suele ser más ventajoso hacerlo en moneda local.
8. Tantea las opciones de alojamiento que se ajusten a tu presupuesto… pero date tus caprichos.
Yo soy poco amigo de salir con un montón de reservas de alojamiento hechas de antemano. Generalmente para un viaje de una duración mayor a una semana suelo llevar únicamente el primer lugar donde poder dormir. Y el resto lo voy consultando y calculando sobre la marcha. Hasta no tener seguras unas fechas concretas prefiero no atarme demasiado. Pero cada persona es un mundo y hay gente que prefiere tener muy estudiados y amarrados los alojamientos más allá del corto plazo. E igualmente estará bien, por supuesto.
Resulta muy evidente que es aquí donde se va una parte importante del presupuesto de un viaje de larga duración, aunque la proporción del gasto tiene mucho que ver con el coste de la vida de los países que se visiten. Nunca será lo mismo el coste medio de pernoctar en Estados Unidos, Canadá, Islandia, Noruega o Nueva Zelanda que hacerlo en Vietnam, Camboya, India, Bolivia o la República de Benín.
Albergues donde compartir habitación
Suele ser recurrente acudir a hostels o albergues en los cuales se puede compartir habitación con más personas, ya que de esta manera dormir no resulta tan caro. Por ello no es nunca mala idea hacerse con el carnet de alberguista donde se pueden obtener descuentos a la hora de contratar alojamiento con los muchos alojamientos de la red Hostelling International, que se encuentra en todo el mundo. Se puede solicitar en la web de la Red Española de Albergues Juveniles por 5€ (hasta 29 años de edad) o 10€ (a partir de 30 años) para usarlo durante un año completo. Y los envían físicamente a casa, aunque ya existe una modalidad 100% online para llevar en el teléfono móvil.
Couchsurfing, experiencia local y gratuita
Y existe el más barato todavía. Tan barato que el coste es completamente cero. ¿Cómo? Pues a través de herramientas como Couchsurfing o Bewelcome donde hay millones de usuarios registrados de todo el mundo que ofrecen a otros viajeros una cama o un sofá de su propia casa para que puedan dormir. Es una inmensa experiencia local que he tenido la suerte de probar en múltiples ocasiones (Dublín, Munich, Zurich, Colonia del Sacramento en Uruguay, Tokyo, etc.) que me ha permitido conocer un montón de gente y vivir determinados destinos desde el punto de vista de quien vive allí. Y aunque son plataformas online que existen desde hace muchísimos años aún hay personas que las desconocen y cuando les hablas de ellas te preguntan siempre lo mismo:
- ¿En serio es gratis? Algo tendrás que pagar. RESPUESTA: No se paga, es gente que ofrece su casa para conocer gente nueva y porque le apetece.
- ¿Es un intercambio? ¿Luego tú tienes que dejar ir a esa persona a tu casa? REPUESTA: No es un intercambio. Nadie está obligado a hospedar a gente en su casa porque no siempre existe esa posibilidad. Es un sistema de hospitalidad entre viajeros de todo el mundo. Sin más.
De hecho hay personas que no pueden o no quieren ofrecer hospedaje en su piso pero sí forman parte de alguna de estas plataformas para ofrecerse a mostrar su ciudad, ir a ver algún museo o tomar algo.
En viajes de vuelta al mundo o de larga duración couchsurfear es una opción muy destacable. Sobre todo para quienes viajan en solitario porque terminan haciendo un montón de amistades de todo el mundo. Y descubren múltiples sitios que de otra manera resultaría muy complicado.
No siempre hay que compartir cuarto
Hay países del mundo que permiten gastar muy poco dinero sin necesidad de compartir habitación. Si la diferencia no es tan notable y puedes asumirlo, trata de conseguir un cuarto individual para ti. O al menos combina ambas opciones. Te vendrá bien para descansar mejor (las habitaciones de hostel con muchas camas a veces ocasionan molestias de ruido), organizar tus cosas, usar el baño el tiempo que te plaza y acostarte cuando te de la gana sin molestar al de al lado. Incluso para esos días que no son tan buenos y no deseas hacer nada (sí, eso también sucede en los viajes de larga duración) salvo despejar la mente, escribir tu diario o necesitas hablar con la familia y tus amistades.
En Sudamérica encontré muchísimos hospedajes con habitación individual por alrededor de 10€ diarios. Aunque parezca difícil sí que es posible, aunque sea en hostales o pensiones/residenciales. Hay más opciones de lo que nos podamos imaginar.
Trabajo a cambio de alojamento
Resulta también usual de cara a viajes a destinos que requieren un coste elevado poder trabajar mientras viajas. Si eres nómada digital y tu trabajo se puede realizar enteramente a través de internet sólo hace falta que busques lugares con buena conexión y ya lo tienes hecho. Pero si no es así también puedes emplear unas horas al día echando una mano en granjas, hoteles, albergues y un largo etcétera. Las plataformas más usuales donde se publican ofertas para este tipo de trabajos viajando son Worldpackers.com, Hovos, Wwoofing (especializado en granjas), Helpx, Crewbay (especializado en barcos y yates) o la más conocida, Workaway.
Working Holiday Visas
Son muchos los países que ofrecen visados donde se puede obtener permiso para trabajar y viajar en un país durante 12 meses. Y se han convertido en una opción excelente en países como Australia, Nueva Zelanda, Canadá o Estados Unidos, aunque los cupos anuales no son demasiado grandes y conviene informarse de los requisitos necesarios con cierta antelación para poder acogerse a esta posibilidad.
En general este tipo de visados están enfocados a gente joven de hasta 30 ó 35 años de edad, que se garantice la existencia de fondos económicos suficientes para poder mantenerse en el país mientras se busca empleo. Así como demostrar un seguro de viaje o garantizar que se posee cobertura médica durante el tiempo que dure la estancia.
Cuando puedas, viaja de noche
Si debes realizar un trayecto largo en tren o autobús trata de hacerlo por la noche. De ese modo te ahorras pagar el alojamiento de ese día. En algunos países como Argentina, Chile, Perú, Colombia o Vietnam hay buses VIP con asientos que se reclinan tanto que ya querrían muchas aerolíneas para su clase business.
Y ojo, que lo barato a veces sale caro…
No cabe duda que en un viaje de larga duración es necesario medir el presupuesto al máximo para poder estirar la estancia sin aprietos. Pero eso no significa que te la juegues por unos pocos euros. Si la diferencia entre estar en una habitación cochambrosa y una más normal tiene que ver con una cantidad ridícula, no lo dudes. Porque salir con el cuerpo masacrado por los chinches y más granos que en una paella (algo que me sucedió en un par de ocasiones) acaba generando un coste mucho mayor que lo que has ahorrado. Grábate esto en lo cabeza, a veces lo barato sale caro. Evita las cochiqueras a toda costa, que pueden traerte problemas. Asegura unos mínimos estándares de limpieza y seguridad en los hospedajes.
9. Viaja con un equipaje que sea lo más ligero posible.
Parece difícil decirlo pero te recomiendo que para una vuelta al mundo, dure tres meses o un año, llevar lo mínimo imprescindible en tu equipaje. Aquí «los por si acasos» pueden suponer diez kilos de más. Así que mi consejo si no quieres ir cargando contigo el baúl de la Piquer es que metas en la mochila o maleta todo aquello que necesitarías para una sola semana. O incluso menos. Soportar tanto peso durante meses termina siendo algo que te termina hastiando y lastrando.
En realidad no hace falta tanto como pensamos. Y si podemos llegar a necesitar algo se puede comprar in situ. Así que, si tienes ocasión, lava la ropa que vayas utilizando en los hospedajes donde tengas pensado pasar más noches para que pueda dar tiempo a que se seque. Incluso plantéate llevar la ropa a la lavandería o encargárselo a tu alojamiento, que salvo que sea un hotel de categoría, no te va a cobrar demasiado.
Uno de los inconvenientes que impedirían aminorar peso sería ir a lugares donde fuese a hacer distintos tipos de climas. Quienes salgan a viajar en busca del eterno verano o tengan pensado no moverse del Sudeste Asiático lo tienen más fácil porque no deben dejar espacio a voluminosos abrigos. Pero si vas a vivir en lugares donde se encuentren en pleno invierno la cosa se complica (abrigo, forro, ropa térmica, etc.). Y si llevas material fotográfico u ordenador para trabajar, más aún.
He visto gente que lleva mochilas de dos o tres kilos y va tan feliz. Y, de verdad, les envidio muchísimo porque yo no he sido capaz en este tiempo de ir tan ligero de equipaje.
¿Mochila o maleta?
La eterna pregunta es si llevar una mochila grande o si «traicionar» la tradición mochilera utilizando una confortable y espaciosa maleta de ruedas. ¿Y por qué no un híbrido con lo mejor de las dos? Yo llevo años viajando con una especie de maleta blanda con ruedas que compré en Decathlon, la cual se abre por detrás y cuenta con asas para cargarla como una mochila cuando surge la ocasión.
Además de esta maleta más grande (ideal si se tiene que llevar ropa para climas más fríos) recomiendo una mochila pequeña para excursiones de un día. De ese modo mientras la maleta/mochila grande se queda en la habitación o guardada en una taquilla (de hotel o estación) tú puedes irte de excursión o a hacer turismo con algo más cómodo donde poder llevar agua, un chubasquero, alguna muda o comida.
Además de camisetas de manga corta, pantalones, alguna que otra sudadera y elementos que tienen que ver con la vestimenta necesaria para el tipo de viaje que vas a emprender, toma nota de algunas cosas que pueden venirte bien en cualquier momento. Como, por ejemplo:
- Poncho-chubasquero, con el que puedas resguardarte no sólo tú sino también tu mochila. Trata de tener también algún plástico para proteger tu equipaje. Que las tormentas tropicales son muy traicioneras y se preparan en pocos minutos.
- Bañadores y toallas finas. Aunque tu viaje sea el mismísimo Polo Norte o Siberia en invierno, no sabes la de veces que vas a necesitar ropa de baño.
- Pañuelo o bluff (braga) para cubrir el cuello. Los aires acondicionados son amigos íntimos de los resfriados y más vale prevenir que curar.
- Linterna frontal. Para esos días en los que se te hace de noche y no se ve demasiado o tienes que buscar algo en la mochila de tu habitación y no quieres despertar a la gente que está durmiendo. Las hay que no necesitan pilas y funcionan con batería de litio como un teléfono móvil.
- Red antimosquitos en lugares tropicales. Por supuesto también spray antimosquitos extrafuerte para evitar picaduras y disgustos.
- Un botiquín con algunos imprescindibles (paracetamol, ibuprofeno, anihistamínico por si surgen las alergias tiritas, gasas, esparadrapo, betadine para las heridas, suero oral hiposódico para evitar la deshidratación en episodios de diarrea y pastillas antidiarreicas tipo Fortasec para casos donde no exista más remedio).
- Un rollo de papel higiénico por si acaso viene lo inevitable.
- Neceser con elementos esenciales para el aseo (gel, champú, pasta y cepillo de dientes, etc.).
- Un adaptador para poder cargar a la corriente tus aparatos electrónicos. Yo suelo llevar un pequeño aparato en forma cubo que se puede enchufar en cualquier parte y tiene puertos USB y con él cargo baterías, ordenador y teléfono móvil.
Además, si te gusta la fotografía, no escatimes en tarjetas de memoria o baterías. Ten una cuenta en la nube para no perder las fotos del gran viaje de tu vida y, a ser posible, un pequeño disco duro externo. El ordenador, cuanto más ligero sea, mucho mejor.
10. Aprende a viajar lento.
Algo que suele suceder cuando se comienza un viaje de este tipo es que te invade tu buena energía y sientes tal vitalidad que visitas los lugares con la rapidez con la que lo hacías antes. Pisa el freno, baja la intensidad y aprovecha la oportunidad para mirar alrededor. Absorbe cada escenario y cada momento. Porque no volverán. Y encontrándote haciendo el viaje de tu vida tienes la posibilidad de hacer que el reloj avance mucho más despacio. Esa magia no es como pasarla por alto.
Viajar más despacio permite inmensas satisfacciones. Vas a pasar mucho más tiempo en los lugares que visites, por lo que te puedes permitir recrearte y saborearlos muy despacio (con el gusto que da eso). Conocerás muchas personas por el camino con quienes te auguro horas de conversaciones, risas y confidencias.
Y otro aspecto, también importante, viajar lento es más barato. No tienes la necesidad de abarcar lo máximo posible en un tiempo más que limitado. Por lo que puedes permitirte elegir entre todas las alternativas para llegar a los rincones que deseas formen parte de tu aventura.
Viajar sin prisas enriquece… y te permite ahorrar. ¿Cómo vas a negarte a semejante privilegio?
11. Asume que vendrán momentos no tan buenos.
Una vuelta al mundo o un viaje de larga duración es una montaña rusa emocional que da para un capítulo aparte. Si piensas que vas a encontrarte en un estado perenne de felicidad, te equivocas. Un viaje es como la vida, repleto de altibajos, curvas, repechos y líneas rectas. Por supuesto que sentirás la emoción de poner tus pies sobre algunos de los lugares más maravillosos del planeta. Pero también echarás muchísimo de menos bastantes de las cosas que has dejado atrás. Tus seres queridos, tus colegas, poder celebrar ese cumpleaños que nunca te perdías, esas cervecitas en el barrio… . E incluso, aunque no lo creas, echarás de menos tener cierta rutina que vivir viajando te ha podido arrebatar.
En esos días en los que eches de menos hablar con los tuyos aprovecha las tecnologías para hacerlo. Te compensarán las palabras de las personas a las que más quieres y que están a miles de kilómetros de distancia. Y habla con alguna de tus amistades. Más de una vez y más de dos veces cuando les preguntes qué han estado haciendo en este tiempo o si hay alguna novedad escucharás la respuesta «Nada, lo de siempre, todo sigue igual». Aprovecha pues para hacerte esa misma pregunta. ¿Para ti también está siendo «lo de siempre»?
Cuando sientas agotamiento, detén la maquinaria y quédate varios días en un mismo sitio. No es necesario ni que salgas de la habitación si no quieres. Si durante tu vida antes del viaje te gustaba descansar más en determinados días, no va a dejar de sucederte. Permítete el noble arte de NO HACER NADA sin sentir culpabilidad o que estás perdiendo el tiempo. Al revés, estarás cargándote de energías y de motivaciones de cara a lo que está por venir, que es mucho.
Otra cosa que suele funcionar durante los momentos de bajón es dejar la ciudad o el sitio en el que estás y llegar a otro nuevo. Y más aún, retorcer los planes e introducir lugares y objetivos nuevos. Es lo que tiene poder improvisar.
12. ¿Viajar en solitario? ¡Nunca tendrás tanta compañía!
Son muchos los viajeros y viajeras las cuales deciden emprender esta gran aventura en solitario. Y este es un hecho que en ocasiones suele suscitar cierta incertidumbre, sobre todo a quien no tiene la costumbre de viajar sin la compañía de sus amistades, sus parientes o su pareja. No seré yo la primera ni la última persona que te lo diga pero, si así fuera, te adelanto algo en primicia. En pocas ocasiones a lo largo de tu vida vas a tener más compañía. Conocerás a muchísima gente de un montón de países, habrá incluso quien se incorpore en determinados tramos de tu ruta (o tú a la suya), así como a determinadas personas a las que te encuentres en numerosos sitios que visites porque están haciendo lo mismo o algo parecido a ti. Harás amigos que te marcarán para siempre. Y no hablo de coleguitas de tomarse una birra (también los habrá a cientos) sino de amigos de verdad con los que habrás compartido momentos tan especiales que les recordarás con un cariño especial y que, de una forma u otra, formarán parte de tu vida.
Yo de mi viaje como mochilero en América del que han pasado ya unos cuantos años guardo grandes amistades. Como, por ejemplo, un californiano con el que hice buena parte de Bolivia vino a mi casa a visitarme. Qué decir de mi gran amigo Víctor Alonso, a quien admiraba antes de conocer en persona que me hizo más fácil los comienzos en Buenos Aires y con quien pasados los años terminaría yendo a buscar al tigre de Bengala en la India. No me olvido tampoco de Diego Sepúlveda, mi chileno favorito, quien junto a su padre me permitió descubrir San Pedro de Atacama y que acudiría incluso a mi boda con Rebeca en el verano de 2014. E incluso me reencontré con un amigo de la adolescencia en un pueblo de Wisconsin, en Estados Unidos. Y esas conversaciones con Martin en Buenos Aires, aquel partido en el campo de Vélez y las dunas de Huacachina en las que tuve la suerte de coincidir con Víctor y Eva…
Recuerdo un montón de gente con quienes que compartí trayectos en coche o en autobús. Y cenas. Y monumentos.
Viajar solo es una opción. Pero no se está solo en un viaje de este tipo. Ya te darás cuenta.
13. Escribir sobre tu viaje puede ser terapéutico.
Intenta cada día, o si no puedes cuando tengas momentos de tranquilidad, escribir en un diario, blog o en un simple cuaderno de notas aquellos lugares, momentos y sensaciones que te acompañen cada día. No importa la profundidad ni la calidad de tus escritos. Puede ser algo perfectamente para ti, simplemente para recordar en un futuro o para asimilar las experiencias en el presente más viajero que puedas vivir. Anotar la ruta, los nombres de las personas a las que vas conociendo. Son demasiadas las experiencias (y el cúmulo de emociones) que vas a tener y llega a ser incluso terapéutica ponerlas todas en orden en un papel o en el ordenador. Y si realmente te gusta mucho escribir, puedes animarte a compartir tus vivencias en un blog personal. Muchos empezamos así, escribiendo notas y subiendo fotos para que nuestros familiares y amigos supieran dónde nos encontrábamos, y terminamos enganchados al noble arte de contar historias y recopilar consejos para tratar de ponérselo más fácil a otras personas que deseen realizar lo mismo.
14. Sí, pero… ¿Cuánto cuesta dar la vuelta al mundo o realizar un viaje largo?
Es una pregunta clásica – ¡Venga, Sele, al grano.! ¿Cuánto hay que gastar para dar la vuelta al mundo o para pasar un año sabático? – Me parece realmente difícil o casi imposible dar una respuesta correcta. Depende de tantas cosas, realmente. Importa el tipo de viajes que desees realizar, si vas a viajar por el Sudeste Asiático o prefieres hacer países como Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Estados Unidos y Japón. Si prefieres dormir siempre en habitación individual o vas a compartir cuarto, incluso si vas a utilizar plataformas como Couchsurfing para aminorar los gastos de alojamiento. Si quieres visitar todos los continentes o prefieres hacer una larga ruta por Sudamérica o emulando a Marco Polo en los países que conforman la antigua ruta de la seda. ¿Tienes pensado trabajar en destino? ¿Vas con alguien más o prefieres irte en solitario? (suele ser más barato porque compartes ciertos gastos) ¿Te vas un año o seis meses?
Bajo mi experiencia de siete meses fuera por Latinoamérica y preguntando a muchos amigos que han dado alguna vez la vuelta al mundo parece evidente que hay una amplia horquilla que va de los 6.000 a los 15.000 euros sin exagerar en los dispendios y mimando el presupuesto. Entre vuelos y el seguro se pueden ir 3000-4000 (salvo que sólo tomes uno o dos y decidas hacerlo todo por tierra, que ahí puedes bajar bastante la factura). A partir de ahí hay que sumar. Y cada viaje de vuelta al mundo es eso… un mundo. No es igual llevar tu propia tienda de campaña e ir en bicicleta que querer dormir todos los días en lugares calientes y confortables. Ni escoger destinos polares como Groenlandia o navegar a la Antártida que pasarte medio mes en la isla de Palawan (Filipinas) y otro medio mes en el Lago Inle de Myanmar.
Viajar es caro, por supuesto, pero en un viaje de larga duración es muy posible vivir necesitando menos dinero que si te quedas en tu ciudad en el caso de ir a países con un coste de la vida muy bajo. Y eso, quien lo ha podido realizar alguna vez, lo sabe. Pero pagando con €€€€€€ y/o $$$$$$$. El aire nos permite respirar desde que nacemos pero no aún no nos paga la cuenta.
Si tienes pensado embarcarte en un gran viaje y tienes muchas preguntas que hacerte, te recomiendo te hagas con un ejemplar del libro (en papel o electrónico) de CÓMO PREPARAR UN GRAN VIAJE: El manual de los trotamundos escrito por Pablo Strubell e Itziar Marcotegui y publicado por La editorial viajera. Sin duda se ha convertido en un libro de cabecera para muchos entusiastas de los grandes viajes a quienes simplemente les falta «dar el paso». Ellos lo han dado en tantas ocasiones que son autoridad en el asunto. Proponen a través de textos amenos y muy fáciles de leer todos esos ingredientes que conviene tener en cuenta para planificar un viaje de este tipo. O, como dicen ellos mismos, un gran viaje.
En el caso de que deseéis ver ejemplos de una vuelta al mundo low cost tengo que recomendarte el libro ¡A TOMAR POR MUNDO! en el que José Pablo García Báez y Maria José Morón Gómez, responsables del fabuloso blog atomarpormundo.com, compañeros de Travel Inspirers y además amigos, cuentan su experiencia de varios meses de viaje por más de veinte países en la que se propusieron gastar 20€ al día y demostrar que era más caro quedarse en casa que salir a conocer el mundo. O, como ellos dicen… irse a tomar por mundo.
Lo ideal es que si tienes este sueño en mente, vayas empezando a ahorrar porque te aseguro que viajar sin prisas y conocer el mundo es el mejor regalo que podrás hacerte. No me canso de repetirlo…VIAJAR ES INVERTIR EN VIDA. Y la decisión sólo la tienes tú.
Así que cuéntame. ¿Cuándo comienza tu gran viaje?
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
+ Canal Instagram @elrincondesele
One Reply to “Consejos para preparar una vuelta al mundo (Viajes de larga duración y sin billete de vuelta)”
Realmente me gusta la información que has compartido en tu publicación.