Crónicas de un viaje a Bulgaria y Macedonia 5: Lago Ohrid

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Crónicas de un viaje a Bulgaria y Macedonia 5: Lago Ohrid

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12 de noviembre: EL LAGO OHRID Y LAS AGUAS DE LA HISTORIA

El Patrimonio natural y cultural de la Región de Ohrid es de la Humanidad. O al menos eso nos dice la UNESCO desde hace algo más de treinta años cuando lo inscribió con todo merecimiento en su prestigiosa y oficial lista de los Tesoros más valiosos de nuestro Planeta. Las aguas cristalinas del Lago Ohrid, que bañan dos países como Albania y Macedonia, son testigos fieles de la vida agitada de los pueblos que han vivido alrededor suyo. Naturaleza, Historia y, por ende, Cultura, Arte y Religión, son estandartes válidos para presentar uno de los lugares con mayor hechizo y encanto que he podido presenciar en toda mi vida. Nuestro paso por la República de Macedonia y en sí nuestro viaje por tierras balcánicas alcanzó todo su sentido cuando pudimos leer las hojas diáfanas y transparentes del gran lago mientras el Sol se iba perdiendo en el horizonte albanés.

Hay quien llama a Ohrid la pequeña Jerusalén puesto que tiene en torno a 365 templos cristianos, algunos próximos al milenio de vida. Eso nos daría para permanecer un año completo en la región y visitar una iglesia, un monasterio o un santuario todos y cada uno de los días que allí estuviéramos. Pero bastaría únicamente con sentarnos en la orilla para darnos cuenta de que la Humanidad nos pertenece por unos instantes.

NUESTROS PLANES PARA LA JORNADA

El sábado estaría destinado por completo al lado macedonio del Lago Ohrid. Madrugaríamos para tomar el primer bus de la mañana que saliera de Skopje (6:00), alojarnos en un hotel a orillas del lago y a continuación visitar a conciencia la antiquísima ciudad de Ohrid. Ya por la tarde nos las arreglaríamos para ir al Monasterio medieval de Sveti Naum, a tan sólo un kilómetro de la frontera albanesa, y así disfrutar de la soledad de uno de los principales núcleos de la Cristiandad en Europa durante la Edad Media.

De Skopje a Ohrid hay 185 kilómetros por carretera utilizando Kičevo, la escala más típica en los trayectos en bus que comunican ambas ciudades. El Lago Ohrid se encuentra exactamente en el suroeste del país, limitando con Albania y a no demasiada distancia de la frontera con Grecia.

Ya hablamos en el capítulo anterior de los horarios invernales del autobús Skopje – Ohrid, pero no está de más recordar las horas a las que nos informaron había disponibilidad para comprar billetes:

HORARIOS AUTOBUS SKOPJE A OHRID –> 06:00 – 08:00 – 10:00 – 14:00 – 15:00 -15:30 – 16:30 -18:30

* Precio: 520 MKD (aprox 9€); Duración trayecto: 3´5 horas.

En cualquier caso en el período estival las frecuencias de salida entre Skopje y Ohrid son mayores, por lo que no es para nada complicado conseguir billetes. Aunque para evitar sorpresas, debería cerrarse la reserva de los mismos al menos con un día de antelación.

¡NOS VAMOS A OHRID!

Menudo madrugón nos dimos para llegar con estricta puntualidad a la Estación de autobuses de Skopje y tomar el primer bus de las seis de la mañana. No tardamos nada en encontrar un taxi a la salida del hotel (precio: 50 MKD) y mucho menos en llegar a la dársena correspondiente. Diría que entre una cosa y otra no hicieron falta ni diez minutos. La noche era aún cerrada y había bastante niebla, algo que suele ser normal durante casi todo el año debido a la proximidad de las montañas. El bus salió a su hora y no tenía ocupada ni la cuarta parte de los asientos.

A pesar de las horas tempraneras no logré dormir ni un solo minuto a lo largo del trayecto. Con los primeros rayos del alba aproveché para disfrutar de las deliciosas panorámicas de Macedonia que iban mostrándose por la ventanilla. Los frondosos y coloridos valles ocultaban pequeños pueblos con altísimos minaretes blancos enfatizando su condición de musulmanes, aunque cuando más fuimos avanzando estos se convirtieron en campanarios y cruces. Es mayoritaria la presencia musulmana en el norte del país mientras que el sur y el este tiene más proporción de cristianos. El oeste está algo más repartido. Quienes no faltan prácticamente nunca son los albaneses, sean de una religión u otra, de los que se podría asegurar que se encuentran en casi todas partes. En el viaje pude ver más las banderas de Albania, con su característica águila bicéfala en un fondo rojo, que las de la propia Macedonia.

Las religiones, etnias y lenguas se entremezclan en los distintos pueblos que se adhieren a las montañas, valles y ríos. Macedonia y su accidentada naturaleza son en sí la metáfora más pura de la existencia y supervivencia de un país que hasta su propio nombre genera controversia. La pequeña República ex-Yugoslava no ha estado exenta de polémica desde su fundación, pero el mundo desconoce casi por completo la realidad de sus paisajes, de sus monasterios e iglesias medievales, de una hermosura y una autenticidad que están fuera de toda duda. Por eso aún resulta enormemente atractivo observar un poco más allá y no quedarse dormido apoyando la cabeza sobre el cristal…

Absorber las escenas cotidianas y los gestos de la gente, reirnos de unas letrinas tóxicas a más no poder en la Estación de Kičevo donde nos deleitamos durante varios minutos de parada, en fín… viajar en autobús hasta un destino soñado que estaba a punto de convertirse en realidad.

NUESTRA HABITACIÓN JUNTO AL LAGO…

Aproximadamente a las nueve y media de la mañana el autobús nos dejó en la humilde estación de Ohrid Center. Hacía un día increíblemente bello, azul a rabiar e ideal para estar inmersos en pleno mes de noviembre. Sobraba cualquier cazadora puesto que no debíamos bajar de los veinte grados.
No teníamos tiempo que perder, por lo que tomamos el taxi de la primera persona que nos asaltó por el camino. Pagamos 70 MKD (aprox 1€) por un trayecto de seis o siete minutos hasta nuestro alojamiento, el Hotel Villa Denarius, que quedaba a orillas del Lago en lo que se le conoce como el Bulevar del Mariscal Tito.

Nuestra habitación tipo suite venía a ser ese capricho que en todos los viajes nos damos al menos una vez. Por aproximadamente 30€ por persona nos homenajeamos con un precioso cuarto con vistas al lago. Amplio, luminoso, confortable, con una cama gigantesca, wi-fi, etc…  Pero lo mejor de todo era que lo primero que íbamos a ver nada más levantarnos al día siguiente era el azul perfecto del lago reflejándose en el techo y en las paredes. Sin duda el remate del viaje estaba destinado a ser grandioso.

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Pero nuestra presencia en la habitación duró lo que tardamos en dejar las mochilas sobre el suelo, comprobar que la cámara iba bien de baterías y salir a la calle. Una calle convertida en un tranquilo y bucólico paseo por la orilla del lago a poca distancia de la ciudad vieja de Ohrid.

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LENTO CAMINAR A LA ANTIGUA OHRID, UNA CIUDAD LEGENDARIA

Lo primero que nos llamó la atención fue la extraordinaria claridad de las aguas del lago. Al parecer se debe a la baja cantidad de fósforo, que permite que incluso en las zonas más profundas pueda haber una visibilidad de más de veinte metros hacia abajo. El Lago Ohrid, de origen tectónico, es de los más antiguos del Planeta junto a otros también conocidos como el Baikal (donde estuvimos durante el Transiberiano) o el Titicaca. Y se tiene constancia de la zona ha estado habitadada de forma permanente durante miles de años. Documentos helenos del Siglo IV antes de Cristo nos remiten a Lychnidos, que significaba Ciudad de la Luz.  Y en el Imperio Romano nos hablan del Lago Ohrid como Lacus Lychnitis, asegurando los viajeros de la época que jamás habían vislumbrado una transparencia semejante.

Se convirtió en uno de los emplazamientos más importantes de la Via Egnatia, senda romana que unía el Mar Adriático con el Egeo, las ciudades de Dyrrachium (actual Durres en Albania) con Bizancio (Constantinopla, ahora Estambul, Turquía). Esto ayudó a que Lychnidos fuera una de las ciudades más prósperas de los Balcanes y que creciera tanto la población como el nivel de vida de sus habitantes.

 

Fue una de las primeras ciudades de la región en abrazar el cristianismo y por ello en la Edad Media, durante el II Imperio Búlgaro, del que formó parte, se convirtió en Sede Arzobispal. Bastión importante de la Cristiandad en tiempos más convulsos, basó dicha condición para crecer en influencia y reunir a la flor y nata de la cultura eslava. DeP1170961 hecho fue la llama desde la cual se expandieron las enseñanzas de los Santos Cirilo y Metodio en uno de los primeros centros de educación europeos, el Monasterio de San Pantalejmón (Plaosnik), erigido por su más importante discípulo, San Clemente de Ohrid. Hay quien declara firmemente que fue la primera Universidad de Europa. Se sabe que llegó a albergar cerca de 4000 estudiantes cada año que aprendieron la escritura glagolítica, el alfabeto cirílico y que desde allí se impulsaron las traducciones de la Biblia al eslavo antiguo. Ohrid (la denominación de Lychnidos desaparecería aproximadamente en el S. VIII), por tanto, fue una de las ciudades más importantes durante el medievo.

Tomada por los otomanos, como la mayor parte de los Balcanes, disminuyó en importancia pero ahí quedó su Historia, el sinfín de templos religiosos (iglesias y monasterios que pasaron a ser mezquitas para volver a ser cristianos) y, sobre todo, la luz. La luz azulada y nítida que convierte al Lago milenario en el espejo de lo que vulgarmente se conoce como la Jerusalén de Macedonia. Por ello es lógico que en el año 1979 la UNESCO los inscribiera dentro del conjunto que forma parte del Patrimonio de la Humanidad. Y que no pase desapercibido para los muchos viajeros que no se han olvidado de Ohrid. De hecho es un lugar muy concurrido, sobre todo en verano, por sus condiciones históricas y culturales, por su clima envidiable y porque se han acondicionado muchas zonas de playa en las orillas casi inmaculadas del Lago. Hacía muchos años que lo había incluido en mi lista de propósitos y por fín estaba disfrutando de algo que había valido la pena esperar. A Rebeca le entusiasmó tanto o más que a mí. No podíamos estar más contentos y satisfechos de estar allí.

DESCUBRIENDO OHRID A PIE

Nos acercamos hasta el puerto donde varias personas nos ofrecieron excursiones en lancha de 30, 60 minutos o lo que quisiésemos. Al ser temporada baja había más oferta que demanda, por lo que quizás se podía haber podido ir en barco por un precio mucho menor que en verano. Pero teníamos ganas de perdernos por los callejones, de descubrir sus iglesias medievales y admirar todo lo que la ciudad es capaz de regalar al viajero. Nos decantamos, por tanto, a realizar un recorrido a pie por Ohrid que nos llevaría poco más de tres horas hasta que nos detuviésemos para almorzar.


Mapa de Ohrid donde aparece señalada la ruta que realizamos

Fue un itinerario casi circular, en el sentido de las agujas del reloj, primero al ras de lago, casi en la orilla, para ir subiendo las empinadas cuestas que llevan al Monasterio de San Clemente, a la Fortaleza de Samuil y la Iglesia Perivleptos, y desde ahí bajar de nuevo para ir hacia el puerto.

Las calles de la vieja Ohrid son estrechas y, a menudo, oscuras por las galerías que funcionan como puertas entre una y otra parte del laberinto. Las rayos solares que proyectaba el lago a esas horas de una mañana radiante chocaban con las paredes blancas e inmaculadas de las casas. En general las fachadas presentan un aspecto similar en toda la ciudad, muy mediterráneo. Los muros son blancos y lisos haciendo un contraste evidente con los marcos y travesaños de las los ventanales, de un color cercano al de los granos de café.

Lo único que conseguía orientarnos en el primer tramo del recorrido fue la orilla cercana, aunque más adelante algunos carteles identificativos nos ayudaron más que los propios mapas que llevábamos con nosotros. Tampoco es que hubiera mucha gente en la calle para ir preguntando, por lo que muchas veces nos fuimos encontrando de sopetón algunos de los lugares que teníamos anotados. Los primeros templos religiosos que visitamos son basante pequeños y suelen pasar desapercibidos, pero tienen un cierto encanto, quizás por no esperar a más gente que algunos feligreses de la localidad: Santa Maria Bolnichka (Bogorodica Bolnichka) y San Nicolas Bolnichki (Sveti Nikolai Bolnichki), del S. XIV, asociados a sus funciones originarias junto a hospitales o salas de espera de la muerte, últimos suspiros de la extrema unción de los ciudadanos de Ohrid que apagaban sus vidas en los mismos. Pudimos entrar al primero, gracias a que una mujer nos abrió la puerta y nos permitió pasar con una suave sonrisa.

Pero debimos caminar no más de tres o cuatro minutos para arribar la Iglesia de Santa Sofia (Sveta Sofia) que tuvo galones de Catedral en el Siglo XI cuando fue construida sobre los restos de una Basílica anterior. En esa época el Arzobispado de Ohrid abarcaba un territorio realmente importante llegando al Danubio hacia el norte, al Mediterráneo por la actual Albania y hasta la griega Tesalónica. Santa Sofia es la Iglesia más sobresaliente de Ohrid, aunque no es tan conocida como la fotogénica Sv Jovan Kaneo o Sv. Panteleimon (99% levantada y restaurada de nuevo en 2002). Sus galerías de arcos en los costados apenas son un esbozo de lo maravilloso que es su interior, que la catapulta a ser lo mejor de lo mejor de la Edad Media en la ciudad.

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El precio de la entrada era de 100 denares (aprox 1´5€), pero al no haber nadie atendiendo en la taquilla pasamos sin P1170974más y disfrutamos de ella totalmente solos. Más bien disfrutamos de su principal atractivo, los frescos de los Siglos XI, XII y XIII que adornan por completo las paredes, los techos y ábsides. Con la llegada de los otomanos Sv. Sofia se convirtió en mezquita y las paredes fueron encaladas totalmente, escondiendo las escenas religiosas propias de su origen cristiano. Cuando se llevaron a cabo diversas obras de restauración en los años 50 se redescubrieron estas pinturas de un valor incalculable. Sólo Santa Sofia de Kiev puede estar a la par en cantidad y conservación de frescos cristianos de esta época. Por tanto estamos hablando de algo muy pero que muy difícil de igualar, razón por la cual se considera a este templo como uno de los de indiscutible visita en Ohrid. Y si no hay que rascarse el bolsillo pues mejor que mejor…

P1170987Salvo un jardinero pasando el cortacésped y unos obreros que trabajaban en las reformas en un restaurante (son clásicos estos lavados de cara con objeto de estar relucientes en verano) no había prácticamente gente en la calle. De hecho debían ser extranjeros y desconocían el camino hacia Sv Jovan Kaneo, que era nuestro próximo propósito. Aunque al final no harían falta los consejos porque lo mejor fue nuevamente seguir los caminos más próximos a la orilla y pasar por delante de esas casas privilegiadas que con sólo abrir la ventana se ven envueltas en la magia de un Lago presente en todos y cada uno de los días. Porque el lago es su luz, su razón de ser.

El sendero a Sv Jovan Kaneo, en el extremo más oriental y esquinado de la ciudad, lo realizamos en parte utilizando una larga pasarela de madera, los montones de piedra que agrupados en la orilla y los accesos a las viviendas que dan sombra a gran cantidad de gatos somnolientos a mediodía. Poco tiempo atrás el aislamiento de esta bella y fotogénica iglesita que se asoma al lago era mucho mayor, pero los nuevos tiempos han facilitado las cosas a los viajeros y a los locales para llegar hasta el que es uno de los lugares más emblemáticos de la ciudad.

Poco a poco nos fuimos aproximando hasta ella, teniendo siempre como compañero al lago. La claridad desmesurada de sus aguas se convertía en todo un deleite para los sentidos. Bajo un Sol espléndido, a algo más de veinte grados centígrados, compartimos nuestros pasos con el inapreciable vaivén de lo que a la vista parece cristal. Unas barcas de pesca apartadas y las montañas albanesas eran el mejor telón de fondo del Lago Ohrid, que tantos secretos ha callado y tantas palabras le ha arrebatado al tiempo.

P1170998Un tramo más de escaleras y… nos situamos dentro de una imagen de postal. Sveti Jovan Kaneo o, lo que es lo mismo, San Juan Kaneo, dedicada al Evangelista, se asoma al lago desde un pequeño acantilado que hace de balcón natural. La diminuta iglesia ortodoxa se remonta a mediados del Siglo XIV, siendo bastante posterior a Santa Sofia o a San Clemente at Plaosnik, pero gozaP1170999 de una ubicación tan especial, tan privilegiada, que hace que sea más visitada que las otras. En este caso el exterior, favorecido por el entorno que le rodea, es la clave de cualquier aproximación al templo, aunque por 100 MKD se puede echar un vistazo dentro. Nos abrió la puerta un hombre de unos setenta años, quien en un francés muy poco «ortodoxo» nos explicó las particularidades históricas y artísticas de la iglesia, que también presume de haber recuperado sus frescos originales tras la capa de cal con que fueron cubiertas las paredes durante el período otomano. El Pantocrátor de la cúpula y los apóstoles del ábside son las escenas pictóricas más reconocibles de un lugar al que muchos enamorados acuden a casarse después de trasladarse hasta allí en una barca nupcial. Sin duda son bodas de película…

De la iglesia surgen nuevas escaleras que escalan por el acantilado y que dejan a la vista una extraordinaria panorámica del lago. Quietud y silencio, pura belleza sensorial que mata el stress, relaja los músculos y te carga de energía positiva. Unos minutos en Ohrid hace más que el mejor de los spas.

Continuamos la ruta en cuesta hacia arriba, manteniendo siempre la referencia de la Fortaleza amurallada del Zar Samuel, uno de los máximos exponentes del Primer Imperio Búlgaro. Pero a los pocos minutos, a medio camino de las P1180010murallas, nos encontramos con las ruinas del que fuera el Centro de Enseñanza desde donde se propagaron las consignas de San Clemente y de los Santos Cirilo y Metodio. El Monasterio de San Clemente, que atendió a un número cercano a los 4000 alumnos por año, fue durante la Edad Media la Universidad más importante de los eslavos, un estandarte cultural de primer orden que hoy en Macedonia se están ocupando de recuperar. El calor de la mañana no impidió que arqueólogos y obreros trabajaran sobre los restos del gran monasterio que ahora no es más que un puzzle a ir completando poco a poco. Los restos que se conservan son parte de los muros y, sobre todo, unos mosaicos bastante extensos. El objetivo es restituir la vieja universidad eslava, cuyo alma nunca se ha separado del acantilado ni del lago.

La iglesia de San Clemente  (Sv Kliment) y San Pantaleón (Sv Panteleimon), junto a los restos del monasterio, es una una restauración completa en la que lo único que permanece original es una colección de fragmentos de pinturas que siglos atrás decoraban las paredes. La tumba del propio San Clemente también está allí. El templo se construyó en 2002 a imagen y semejanza del que hubiera en la Edad Media, pero no es más que un bello recuerdo de lo que pudo ser.

No pagamos un solo denar por entrar. Desconozco si es porque no había nadie atendiendo o porque el pase tanto a los restos arqueológicos como a la iglesia nueva es gratuito.

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Retomamos nuevamente el camino hacia la parte más elevada de la ciudad, llegando hasta la Puerta Alta (Gorna Porta) flanqueada por antiguas y fuertes murallas.

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P1180015Cuando estábamos a punto de tomar una calle que nos devolviera de nuevo al puerto nos dimos cuenta que subiendo una pequeña cuesta nos encontraríamos de cara con la Iglesia Sv. Bogorodica Perivleptos, cuyo nombre se puede traducir como «Santa Madre de Dios Glorioso». Su importancia en Ohrid fue vital cuando los turcos se hicieron con el poder en los Balcanes y transformaron la vieja Catedral de Santa Sofia en una Mezquita, ya que permitieron ejercer como tal precisamente a ésta. Las referencias a la San Clemente son obvias cuando la Historia recoge la custodia temporal de reliquias de tan insigne santo.

P1180016Sv Bogorodica Perivleptos fue toda una sorpresa al alcance por el precio fijo de 100 MKD (si se guarda la entrada se puede entrar durante todo un año sin pagar). Este templo cruciforme está completamente inundado de frescos de los Siglos XIII y XIV, que fueron descubiertos en un tiempo relativamente reciente. Aunque en este caso no se puede decir que fueran los musulmanes quienes se ocuparan de esconderlos bajo la cal sino que el trabajo lo hizo el humo de las velas y el incienso que los propios feligreses ortodoxos prendieron fueron prendiendo de forma incesante en esta iglesia que nunca dejó de serlo ni en los momentos más complejos para la cristiandad en la Península de los Balcanes. Afortunadamente las nuevas técnicas de restauración han permitido que no se perdieran en la oscuridad semejantes regalos para la Historia del Arte.

Si hubiese que escoger tres templos cristianos que ver en Ohrid el Sv Bogorodica Perivleptos tendría que incluirse con toda seguridad junto a Santa Sofia y San Juan Kaneo. Lo recomiendo poderosamente no sólo por la iglesia en sí sino también porque desde los jardines que tiene alrededor hay tremendas vistas de la ciudad vieja y la Fortaleza de Samuel, donde ondea la bandera de Macedonia y que tanto me recordó a la Kale de Skopje.

Todo lo que sube tiene que bajar, y eso fue precisamente lo que hicimos. Nos dispusimos a atravesar la ciudad vieja de arriba a abajo, de la Puerta Alta a la Puerta Baja y cerquita del lago sentarnos tranquilamente a comer. De camino nos detuvimos en un Anfiteatro romano que se continúa utilizando en los veranos para diversos festivales de música y de teatro al aire libre. El graderío excavado en la colina de Lychnidos conformaría nuestra última visita antes de hacer una pausa merecida en un buen Restaurante que se encontraba pegado a la propia orilla del Lago Ohrid. El Restaurant Dalga  (Calle Kosta Abras nº3) es uno de los más célebres de la ciudad y su oferta gastronómica es tan variada como atractiva. Probamos unos pimientos rellenos que quitaban el hipo. Aunque bien es cierto que cuenta con precios popularísimos es posible comer bien (cualitiva y cuantitativamente) por aproximadamente 500 MKD cada uno, que no llega a ser ni 10€. Y con el agua a no más de dos metros de la mesa…

La sobremesa, bastante relajada, la pasamos yendo a hacer unas pequeñas compras en el Paseo o Bulevar Makedonski, que parte del Puerto de Ohrid y que es la vía peatonal más concurrida y turística de la ciudad. Digamos que es la típica calle destinada a los peatones repleta de tiendas de recuerdos, artesanía y ropa. Para quienes necesiten ir al banco, acudir a un cajero o cambiar dinero, basta con acercarse hasta allí. Quienes deseen adquirir un buen icono, una camiseta o una miel riquísima, allí lo tienen. Quienes deseen… etc tienen etc…

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Al final de la calle hay dos mezquitas del Siglo XVI que vienen a juntarse en una plazita llamada Krusevska Republika Square y que por fuera nos parecieron ciertamente interesantes (la primera es la Mezquita de Ali Pasha y la segunda la Zeinel Abedyn). Entre medias se yergue el Çinar, que viene a ser un ejemplar de Plátano Oriental (árbol Platanus orientalis, no confundir con los bananeros) que cuenta con nada menos que mil años de vida. Todo ello forma parte del barrio Mesokastro, que puede considerarse como la parte «más turca» de Ohrid. No llega al Çarsiya de Skopje porque es mucho más sofisticado y menos tradicional, pero nadie duda que es el centro comercial de la ciudad, huela o no huela a kebab.

NOS VAMOS DE EXCURSIÓN A POCOS METROS DE LA FRONTERA CON ALBANIA

Teníamos la sensación de que habíamos hecho los deberes en Ohrid y al mirar el reloj nos dimos cuenta de que al sol le quedaban poco más de un par de horas. Entonces debatimos sobre las posibilidades que teníamos no sólo para la tarde en la que estábamos sino también para todo el día siguiente en el que no habíamos cerrado absolutamente nada. Después de un rato de charla decidimos intentar lo siguiente:

+ Buscar un transporte, a ser posible un taxi y negociar una carrera de ida y vuelta, con la consiguiente pausa, al Monasterio de Sveti Naum, a 27 kilómetros de Ohrid y a escasos metros de la frontera con Albania. Este lugar era una recomendación manifiesta de un buen amigo viajero (Floren, de Fmanega por el mundo) y no podíamos ni queríamos obviar sus consignas.

+ Como el día siguiente teníamos a media noche nuestro bus de vuelta a Sofia y, por tanto, al final del viaje, contábamos con toda la jornada para volver plácidamente a Skopje. La intención era hacerlo no de forma directa sino tratando de detenernos en distintos puntos señalados de un pequeño país como es Macedonia. Por tanto, ¿qué mejor que emprender negociaciones con un conductor y sondear un precio lo más asequible y justo posible?

Pero conseguir un conductor que supiera inglés y que quisiese hacer un largo viaje que durara todo el día y que aprobara nuestro presupuesto podía no ser demasiado fácil. O al menos eso es lo que pensamos en un principio…

La suerte se alió con nosotros. En tan sólo un intento encontramos a un taxista joven que hablaba inglés perfectamente con el que acordamos en primer lugar ir a Sveti Naum, darnos tiempo suficiente para visitar el templo y detenernos en el camino las veces que hiciera falta para tomar fotografías. Todo por 900 MKD(aprox. 15€). Calculando que todo podía llevarnos algo más de dos horas creo que no era un mal precio, ni mucho menos. No le comentamos nada de lo que teníamos pensado para el día siguiente porque queríamos ver qué tal era la experiencia y lo cómodo que estaríamos con él para tantearle «la excursión» y ponernos a negociar con los últimos denares que guardábamos en los bolsillos.

El conductor se llamaba Naum, igual que nuestro próximo objetivo. Captó rápidamente nuestras pretensiones y nos ofreció detener el vehículo en numerosas ocasiones para que pudiéramos hacer las fotos que quisiésemos. Y la tentación de parar era constante puesto que la carretera que bordeaba el lago y por la que transitábamos proyectaba constantemente imágenes increíbles dignas de atrapar con la cámara.

P1180036El Parque Nacional Galicica (se puede leer también como Galičica o Galichica), llamado así por la montaña situada entre los lagos Ohrid y Prespa, en el extremo suroccidental del país, salió a nuestro encuentro en las mejores condiciones posibles. Porque el otoño regaba sus bosques caducifolios de colores imposibles, tremendamente bellos, que se abrazaban a la carretera estrecha y llena de curvas que une Ohrid con Albania. Allí arriba – nos contó Naum- , viven los osos, y son muchas las historias de los aldeanos que se han topado con ellos tanto de forma afortunada como desafortunada. Pero no son fáciles de ver puesto que se esconden de su gran enemigo, el hombre. Galicica es uno de los tres Parques declarados Nacionales en Macedonia. Los otros dos son Mavrovo National Park y Pelister National Park.

La carretera ya sólo permitía dos opciones. Seguir rectos y pasar el puesto de control albanés (en esos momentos había que pagar una tasa fronteriza de 10€) o tomar un desvío para llegar al Monasterio de Sveti Naum. La tentación es fuerte cuando se tiene una frontera de un país nuevo tan cerca, pero preferimos continuar con nuestros planes puesto que íbamos a tener tiempo de pisar suelo de Albania y marcharnos. Creo que este país es un viaje aparte y que a no muy tardar realizaremos. Albania podía esperar…

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P1180037Lo que sí se apareció con suma inminencia es el edificio del Monasterio de Sveti Naum, elevado en un promontorio y dominando todo el área lacustre que queda a sus pies. Detuvimos el vehículo y subimos por una cuesta hasta llegar a una puerta que más bien parecía la entrada a un castillo y no a un lugar religioso. Aunque en la Edad Media y los siglos posteriores de ocupación otomana, los monasterios eran considerados como «Fortalezas de la Fe», tan inquebrantables como el más rocoso de los castillos. De hecho este, cuyas puertas estábamos a un paso de franquear, sufrió de lleno las acometidas turcas pero ni los ataques ni los fuegos pudieron echarle abajo. Al contrario, indirectamente estaban haciéndole más fuerte.

Cruzamos hasta un patio bastante amplio, rodeado por las celdas de los monjes y con una preciosa iglesia de ladrillo en el centro, la misma cuyos muros protegían los restos de Naum, el santo del medievo que participó y extendió la labor de Cirilo, Metodio y San Clemente de Ohrid. El propio Naum, que se había convertido en un afamado maestro, se ocupó de fundar este lugar en los primeros años del Siglo X en uno de los entornos más bellos que se conocían. Y su obra terminó siendo su tumba, su última morada.

No vimos absolutamente a nadie ni en el monasterio ni en la iglesia. Los únicos signos de habitabilidad los ofrecían los pavos reales que vivían a sus anchas en el claustro y caminaban junto a nosotros o se agazapaban en ventanas y puertas. Estas aves de orgullosos contoneos parecían ejercer responsabilidades de vigilancia férrea del complejo religioso. Los monjes no pudieron encontrar mejores guardianes.

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No había mejor silencio que aquel, mejores sensaciones de paz en el ambiente, mejor equilibrio… El Monasterio de Sveti Naum te atrapa antes de que te des cuenta, te recompensa con su energía, te deleita con su armonía. Quizás fuera el lago al que observa desde su balcón, o la sombra de las montañas, o el olor de un otoño templado, o quien sabe si el viento meciendo las ramas de los árboles. Sea lo que sea tiene algo especial que te hace sentir que tantos miles de kilómetros han merecido la pena.

Recordé entonces las palabras de mi amigo Floren cuando apenas un mes antes me dijo que no podíamos perdernos Sveti Naum por nada del mundo. Fue un buen consejo y le transmití como pude mi agradecimiento a través de un sms que estoy convencido se alegró de recibir. De una forma u otra estábamos compartiendo este lugar con él.

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La perfección de la fachada de ladrillo era paralela a lo que pudimos encontrarnos en su interior (precio de entrada: 120 MKD, aprox 2€, aunque no pagamos porque no había nadie). Bien es cierto que ni los frescos ni el iconostasio son los originales del Siglo X, puesto que la iglesia que alberga la tumba del santo sucumbió a los fuegos otomanos, pero eso queda a un lado cuando se está dentro de sus muros. Las entrañas de la Iglesia de Sveti Naum son magníficas se mire donde se mire, a vueltas en 360º o en una pausa para fijarse en detalle en una escena pictórica determinada. Naum, el conductor y no el santo, encendió unas velas y se santiguó siete veces. De hecho lo hacía cada vez que pasaba por un templo religioso, fuese caminando o conduciendo por la carretera.

Finalmente estuvimos en el monasterio algo más de cuarenta minutos. Tiempo suficiente para verlo y para disfrutarlo tanto por fuera como por dentro. Nos sentamos en un balcón de piedra con Galicica al fondo y charlamos con nuestro conductor, quien se mostró como una persona bastante cabal y afable, y al que estábamos dispuestos a pedirle nos llevara a Skopje en una larga jornada por los vericuetos macedonios. De hecho le sondeamos allí mismo con dicha posibilidad, aunque no acabaríamos de cerrar este asunto hasta nuestro regreso a Ohrid.

Os dejo un vídeo grabado en el monasterio en el que podéis haceros más a la idea de cómo es este lugar y por qué nos encandiló de aquella manera:

LA BATALLA DE LA TARDE

Despedimos Sveti Naum y antes de subirnos de nuevo al coche se nos ofreció un hombre llamado Nikolai a realizar un paseo en barca por una zona de manantiales que había en el lado opuesto al monasterio. De hecho se presentó como el mismo Nikolai Pavleski que aparece mencionado y recomendado en la Guía Bradt de Macedonia que llevaba en mis manos. No niego que fuera algo que nos apetecía, y más por los 150 denares que nos ofertó, pero el atardecer estaba aproximadamente y queríamos vivir el adiós del sol a orillas del Lago Ohrid. No teníamos tiempo que perder y por ello emprendimos el camino de regreso a la espera de podernos detener para disfrutar (y fotografiar) los colores de la tarde sobre las aguas del lago.

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Las curvas de la carretera atravesaban en zigzag los bosques otoñales de Galicica. Amarillos, rojos, verdes, ocres… colores y tonalidades de una tarde cualquiera de otoño por los senderos macedonios. Otro de los placeres de un noviembre atípico en los balcanes.

Más adelante, cuando los últimos rayos de Sol removían el fondo de las montañas albanesas, paramos el coche y nos asomamos al filo de un acantilado para gozar de ese espectáculo diario llamado atardecer. Aquello se convirtió en una batalla a cielo abierto, blandiendo armas y haciendo brotar los fuegos precedentes a una victoria segura de la Noche. Aunque no cabe duda que el triunfo es de todos los que en una ocasión tuvimos la suerte de poder presenciarlo con nuestros propios ojos.

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De un cielo igneo y todopoderoso pasamos a colores más blandos y ténues. La suavidad de los rosas y violetas llevó a chapotear a las aves en la quietud de las aguas mágicas del Lago Ohrid.

Todo lo demás dejó de existir. Sólo podíamos mirar, escuchar, saborear, tocar y oler el que pensamos que es uno de los lugares más maravillosos no sólo de Europa sino del Planeta.

Y apareció la oscuridad justo en el instante en que Naum nos dejó a las puertas del hotel. Entonces volvió a salir la idea de una ruta escalonada a Skopje, de horas y horas por carreteras secundarias, pueblos perdidos y paisajes inmensos de Macedonia. Llegamos rápidamente a un acuerdo por un total de 6000 MKD (100€, gasolina incluida), partiendo del hotel a las nueve de la mañana. Íbamos a poder descubrir un poco mejor al pequeño país balcánico, que muchas veces se queda en las aguas del Lago Ohrid o en Skopje y no sale de ahí. Estaba escrito que el final del viaje iba a ser ser apasionante…

CONTINUARÁ…

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