Crónicas de un viaje a Indonesia 3: Borobudur y Dieng Plateau
7 de julio: BOROBUDUR O EL CAMINO A LA VERDAD; DIENG O LA CHIMENEA DE AZUFRE
Para mí un lugar GRANDIOSO con mayúsculas, es aquel que logra arrebatarme el habla, elevar mi ritmo cardíaco, ponerme la carne de gallina e incluso los ojos vidriosos. Que cuando lo tengo delante el sosiego se convierte en una conmoción casi incontrolable y el mero hecho de llegar hasta allí justifica todos los esfuerzos empleados para hacerlo. El sentido de viajar se impulsa gracias a la belleza del mundo, capaz de regalar momentos de incuestionable emoción. Pero no son tantos los lugares GRANDIOSOS con mayúsculas. Sólo unos pocos, en función de cada persona, logran transmitir esa sensación de felicidad no contenida y vulnerabilidad ante un empequeñecimiento progresivo del «Yo» para ser tan sólo una pieza ínfima de un puzzle casi infinito. Y eso es algo que vi nítidamente reflejado en Borobudur.
Porque Borobudur logró emocionarme como pocos. El monumento budista más grande del mundo, levantado sobre una colina del centro de Java hace más de un milenio, contiene todos los elementos que lo elevan a las cotas más altas de la Belleza y la Pureza, del Arte visto como la representación de lo intangible, de una idea que muestra cómo llegar al último estado de la perfección, cómo alcanzar el Nirvana.
Aquel 7 de julio de 2010 anduvimos por el Camino a la Verdad última, viajamos a través de distintas etapas del Ser Humano cinceladas delicadamente en la piedra por los artesanos celestiales. Borobudur, donde estuvimos desde primera hora de la mañana, dio paso después a otro lugar de Java más remoto situado en las alturas, Dieng Plateau, donde la Tierra late a ritmo de volcán y de fumarolas con un humo continuo y agua hirviente buscando la superficie.
LA HOJA DE RUTA
Con más razón que nunca había que madrugar más de la cuenta. Los planes lo exigían porque eran bastante ambiciosos. Aunque el templo de Borobudur (a 40 km) estaba encaminado a ser el sumo protagonista, teníamos interés en llegar un poco más allá, a la Meseta de Dieng (a 100 km más), donde sabíamos no iba a haber ni la décima parte de turistas y en la que estábamos dispuestos a dejarnos sorprender por un área menos conocida pero realmente recomendable. Para llegar a estos lugares y, sobre todo, poder invertir el tiempo suficiente, no podíamos remolonear de más. De hecho nos levantamos a las cuatro y cuarto de la mañana puesto que quince minutos después vendría a buscarnos el conductor con el que habíamo ido a Prambanan el día anterior.
A Borobudur sería fácil y rápido llegar, sobre todo a esas horas en las que Yogya se estaba empezando a despertar y aún no había demasiado tráfico. Pero lo de Dieng iba a ser arena de otro costal puesto que la carretera que se dirige hacia allí es penosa a más no poder y uno puede aspirar a hacer cerca de 25 kilómetros en una hora. Afortunadamente todo esfuerzo tiene su recompensa.
A pesar de ser todavía de noche Yogya comenzaba su ritmo diario tal y como pudimos ver desde la ventanilla del coche, un vehículo diferente al que habíamos utilizado para Prambanan. Los mercados de abastos ya se habían puesto en pie, con sus productos iniciando un ciclo largo que pasaría de un lugar a otro hasta llegar finalmente a su consumidor final. La fruta y el pescado fresco se vendían al por mayor desde las propias furgonetas, aunque no era lo único con lo que se comerciaba a pie de calle. Las bicicletas, las motos y los becaks imprimían ritmo a una metrópoli aún en penumbra.
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La distancia de Yogyakarta a Borobudur es de unos 40 kilómetros que, sin tráfico, hicimos en algo más de tres cuartos de hora. Casi inapreciables gotas de luz se proyectaban a las palmeras que había a uno y otro lado de la carretera junto a líneas de niebla muy tenues pero muy normales en estos lares en los que aún huele a selva profunda y húmeda. De hecho cuando llegamos al dormido mercado a la vez que parking de Borobudur y nos aproximamos a la puerta de acceso al complejo, aún cerrada, absorbimos las mismas esencias que yo ya había probado en otras junglas, como por ejemplo la de Costa Rica.
HORARIOS Y PRECIOS DE BOROBUDUR
El conductor había dejado su coche en un todavía vacío parking repleto de puestos aún cerrados. Salvo uno en el que pudimos comprar algo de bebida y unas galletas de desayuno. Rebeca y yo fuimos los primeros en acercarnos a las puertas de acceso a la «Taquilla de Extranjeros», ya que al igual que en Prambanan, los indonesios pasan por una caja diferente y desembolsan una cantidad mucho menor que la que necesita depositar uno de fuera. Faltaban cerca de quince minutos para que se abrieran dichas puertas por lo que aprovechamos para desayunar tranquilamente.
El horario de Borobudur va desde las seis de la mañana hasta aproximadamente las seis de la tarde, aunque ya a las cinco comienza a desalojarse para que cuando sea de noche quede completamente vacío de turistas. Es uno de los monumentos más visitados tanto de Indonesia como del Sudeste Asiático, por lo que se puede lograr una intimidad relativa en los primeros momentos de apertura y los últimos del cierre. El resto del tiempo está completamente lleno de gente, sea el día que sea. Aunque julio y agosto son meses predilectos para que esto rebose mucho más de la cuenta.
Los precios de acceso a Borobudur para extranjeros son de 15 dólares la entrada de adultos y 8 dólares la de estudiantes con carnet que lo acredite. En mi caso conseguí hacerme con la más barata gracias a una tarjeta que no tenía nada que ver con el mundo estudiantil pero que justifiqué como la universitaria normal y corriente en España. Y como en Prambanan, coló sin el menor atisbo de duda. Y como premio, supongo que por pagar un precio de turista, nos invitaron tomar un té y a que nos lleváramos alguna que otra botella de agua.
En el momento en que el reloj dio las seis en punto de la mañana debíamos estar allí en torno a quince personas. Pero el goteo iba a ser incesante, por lo que no dudamos en aprovechar la coyuntura y disfrutar de un Borobudur más tranquilo que el que habría a horas más tardías. La ocasión la merecía.
LA NIEBLA, PRIMER TELÓN DE UN MONUMENTO HISTÓRICO
Nos encaminamos bajo una ligerísima capa de niebla hacia algo que era, como decía al inicio del capítulo, GRANDIOSO con mayúsculas. Un lugar especial incapaz de dejar indiferente a cualquier viajero que se precie. Alrededor olía a jungla, sonaba
Pero es inevitable preguntarse, ¿Y qué es exactamente Borobudur?, ¿Cuál fue su función?, ¿Por qué razón cautivó y sigue cautivando a todo el que lo visita? He aquí algunas pistas de lo que se conoce, lo que se presume y lo que se desconoce de un lugar fascinante.
ÉRASE UN MANDALA, ÉRASE UN CAMINO…
Visto desde abajo Borobudur es una inmensa stupa, relicario que simboliza el camino a la iluminación, levantado a través de varios niveles y compuesto por numerosas stupas más pequeñas. Pero visto desde el aire, es un perfecto mandala de piedra, es decir, el diagrama que representa la totalidad del cosmos (círculo dentro de un cuadrado). El templo de la montaña es probablemente lo más cercano y perfecto que existe a un Universo tridimensional.
Borobudur, el mandala arquitectónico, se compone de nueve plataformas superpuestas y decrecientes (cuadrangulares y circulares) que corresponden a las tres etapas necesarias para alcanzar el Nirvana:
- 1ª plataforma-base (forma cuadrada): Kamadhatu o el mundo de los deseos. La vida terrenal, en la que nos dejamos envolver por necesidades materiales y mundanas.
- 2ª a 6ª plataforma (forma cuadrada): Rupadhatu o el mundo de las formas. La vida de Buda y la posibilidad de ir ascendiendo a través del ciclo de reencarnaciones.
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7ª a 9ª plataforma (forma circular): Arupadhatu o el mundo de las no-formas. Se han soltado las cadenas con lo terrenal y se ha obtenido, por tanto, la liberación. En la stupa principal, en su último extremo, se ha logrado alcanzar el Nirvana.
En cada una una de las plataformas cuadrangulares, por las que se va accediendo a través de escaleras al norte, sur, este y oeste (los puntos cardinales abiertos son básicos para desarrollar un mandala), hay dispuestos algo más de 2600 paneles en relieve que tienen que narran escenas totalmente acordes a cada uno de los «mundos» a los que pertenecen. Al igual que 504 estatuas de Buda, resguardadas en nichos. En el caso de las plataformas circulares, lo que hay son estupas con forma de campana, y los Budas se encuentran en el interior de cada una de ellas.
El monumento está dispuesto para que ir recorriendo todas y cada una de las galerías de cada plataforma hasta llegar a la última stupa. De esa forma los peregrinos caminarían aproximadamente 5 kilómetros en el sentido de las agujas del reloj en las que leyendo cada una de las esculturas en relieve y cubriendo etapas llegarían simbólicamente al culmen de la perfecta vida de un budista.
CAMINANDO A TRAVÉS DE LAS PLATAFORMAS CUADRANGULARES
Nosotros fuimos siguiendo la ruta de los peregrinos desde la base hasta la cúspide rodeando el monumento a cada nivel en el sentido que marca la tradición. El comienzo nos lleva al los aspectos más mundanos de la vida, al apego a lo material y el desapego a lo espiritual. El Kamadhatu es el día a día de cualquier ser humano amarrado al mundo de los deseos.
A primera hora de la mañana no éramos muchos los que iniciábamos la marcha en Borobudur. Nos extrañó que la mayor parte de los turistas se saltaran el recorrido lógico y se encaminaran directamente a la estupa de arriba sin acometer los pasos necesarios con los que se logra ascender «física y metafísicamente» al final. Pienso con firmeza que el templo se «comprende» mejor en su totalidad si se hace poco a poco, atando cabos en un ensablaje realmente perfecto.
Superada la base cuadramos el nivel uno, el dos, el tres… Estábamos en el mundo de las formas, en el que el proceso de
Cada panel es la hoja de un libro, por lo que a cada paso que se da en las galerías uno se empapa de un concepto diferente, de una idea secundaria que sumada una con otra lleva a la idea principal, al Nirvana. Aunque para llegar hasta allí es necesario nada menos que 5 kilómetros de superación.
Haber llegado a Borobudur con el amanecer fue un rotundo acierto. Gracias a evitar a las masas (que pueden llegarse a contar por miles) tuvimos la fortuna de seguir el sendero de forma relajada, disfrutando del Arte y las formas que se nos iban desplegando en pleno silencio, importunado únicamente por el sonido de la naturaleza que rodea al conjunto.
El Rupadhatu tiene un sentido puramente aleccionador. Sus esculturas tratan de demostrar qué es lo que no se debe hacer y que si se actúa de forma inadecuada el alma tomará forma de un ser inferior en la otra vida. Mientras que si uno obedece a lo que sí se debe hacer y se actúa en consonancia con las encomiendas del Budismo, el alma prosperará y ascenderá otro nivel. Esta es una idea que de forma abstracta se repite en gran parte de las religiones del mundo. Si nos olvidamos de las reencarnaciones, a nadie nos debe chocar esta sucesión de: Bueno-premio, Malo-castigo… cielo, infierno. De una forma u otra cada religión es una misma idea dentro de un envoltorio diferente.
Continuamos el ascenso a través de las plataformas cuadrangulares en las que todo permanecía relativamente igual, no había variaciones demasiado reseñables. Por supuesto, siempre el siguiente nivel es de menor tamaño que el anterior. Eso por supuesto afecta al número de estatuas de Buda que observan al visitante desde sus nichos. Así en las plataformas cuadradas 2ª-6ª, es decir, en el Rupadhatu hay un total de 432 figuras repartidas de abajo a arriba de la siguiente manera: 104-104-88-72-64, quedando entonces 72 en los niveles circulares.
Lamentablemente de las 504 estatuas de Buda, unas 300 están mutiladas por culpa de saqueadores y cazatesoros que se
Uno de los detalles que se nos pasaron por alto en el momento de la visita tiene que ver precisamente con dichas estatuas. Nos pareció que todas eran exactamente idénticas, sentadas de una misma manera, con las piernas cruzadas. Pero a
Además de los Budas y de las figuras esculpidas en relieve son visibles en Borobudur otro tipo de criaturas, más monstruosas, como las que dan forma a los caños que desagüan cuando hay lluvias, las cuales son abundantes en esta región. Algo así como las gárgolas de las Catedrales son estos seres esculpidos en las esquinas denominados makaras, los cuales están situados en todas las esquinas de los niveles existentes. Sin ellos todo se hubiera venido abajo porque no hubieran soportado la más mínima inundación.
Es complicado caer en la cuenta de todos los detalles del templo, pero es sencillo apreciar su armonía e incluso su energía, caminando por sus largos corredores mientras la niebla se va disipando lentamente para demostrar que el entorno natural es otra de sus virtudes.
Durante nuestro «peregrinaje» tuve la sensación constante de que Borobudur lograba transmitirme mucha Paz, como si fuera una máquina hecha en piedra para hacer meditar y reflexionar al que va. Aquel viaje virtual al Nirvana se estaba convirtiendo en un sendero de sensaciones y sentimientos que afloraban al igual que lo hacía un Sol cada vez menos tímido.
En ese momento ya estábamos listos para ascender al siguiente nivel…
BIENVENIDOS AL MUNDO DE LAS NO-FORMAS
Otras escaleras nos llevaron a iniciar el camino a través de las plataformas circulares, las tres últimas de Borobudur, y así abandonar los pasillos del mundo de las formas. Nos encontrábamos en el Arupadhatu, el lugar que representa la liberación definitiva de las necesidades materiales, condición imprescindible para alcanzar el Nirvana. La estructura y la decoración del templo en este último nivel constituye un cambio radical respecto a los dos niveles inferiores. Otra etapa, otro Borobudur…
En esta parte se agrupan stupas perforadas formando un círculo concéntrico que abraza el punto central y definitivo, la stupa mayor.
Los paneles con relieves dejan de existir para mostrarnos únicamente 72 stupas distribuidas en 32, 24 y 16 en las que son las tres últimas plataformas. No hay que olvidar que la stupa es el elemento primordial dentro de la arquitectura budista, por lo que se entiende que los últimos movimientos que deben hacer los peregrinos consistirán en rodear de izquierda a derecha y de abajo a arriba estas construcciones que recuerdan bastante a las campanas.
Salvo la última y más grande, las 72 stupas estaban preparadas para contener figuras de Buda en su interior. Aunque algunas han desaparecido, es posible ver aún bastantes en el interior de las mismas a través de las incisiones, bien cuadrangulares o bien romboidales, por las que uno puede asomarse si así desea.
Una de las imágenes más fotogénicas de Borobudur se encuentra en una stupa que se ha partido por la mitad, dejando al descubierto uno de estos hermosos Budas en piedra.
Aunque es bien complicado no encontrar lugares donde poder tomar cientos de fotos de lo que puede considerarse una aunténtica maravilla para todo aquel que le guste la fotografía. No hay más que mirar a un lado u otro y encontrará algo digno de inmortalizar, como el mar de stupas con la verde selva como telón de fondo.
Al final es la sencillez la que hace aún mayor esa Grandiosidad de la que hablaba en un principio. La parafernalia y el afán detallista se termina a los pies de la stupa principal, que definitivamente premia al peregrino con un Nirvana de preciosas vistas. Un regalo que se puede disfrutar mejor acudiendo a primeras horas de la mañana, con una temperatura más benévola y una menor presencia de turistas.
De eso quería hablar ahora, de la gente y, sobre todo, de esas casualidades que nos hacen ver que, en realidad, no vivimos en un mundo tan grande ni que estamos tan lejos, por muchos miles de kilómetros que recorramos. En la cúspide del Templo de Borobudur viví una de estas situaciones curiosas y difíciles de olvidar que corroboran esta teoría. Debía haber no más de quince o veinte personas dentro de esas tres últimas plataformas circulares. Pero entre ellas, apostados sobre la stupa principal, me pareció ver a dos españoles, chico y chica, charlando con unos niños. Su inglés les delataba. Pasamos por delante suyo y les
Tengo que reconocer que me sorprendió mucho esta situación. Encontrarme a un buen lector de mis crónicas viajeras a tantos miles de kilómetros fue algo que, sin ser la primera vez, me ruborizó y alegró a partes iguales. Sinceramente fue un orgullo y, más aún, cuando resultó ser gente tan simpática y agradable con la que compartimos unos minutos realmente especiales en un lugar como en el que estábamos.
BOROBUDUR VISTO DESDE ABAJO
Nos despedimos de quienes habían sido nuestra «sorpresa» de la cima del templo y permanecimos allí sentado un rato más cuando comenzó a aparecer mucha más gente que ya copaba las plataformas superiores. Se repitieron de nuevo las escenas que habíamos vivido en Prambanan cuando un buen número de indonesios nos pidieron en múltiples ocasiones que nos tomáramos una fotografía con ellos. Nos hicieron más fotos que a los Budas de piedra utilizando incluso los teléfonos móviles. Lo que se salió de madre fue cuando nos echaron a los niños (bebés incluidos) en brazos para que posáramos con ellos. Nos colocaban a los pequeños como si fuesen muñecos. Alguno de ellos no se nos cayó rodando por las escaleras de milagro. Pero el afán porque se los sostuviésemos para la foto fue tan grande que no tuvimos más remedio que prolongar unas sonrisas de anuncio de pasta de dientes y dedicar la mejor de nuestras poses a la causa.
Ya se sabe que todo lo que sube tiene que bajar, y eso fue precisamente lo que hubo que hacer una vez finalizado nuestra peregrinación virtual al Nirvana en aquel Mandala gigante de piedra. Cierto es que Borobudur se aprecia en toda su magnitud caminando a través de sus galerías, observando sus relieves, budas y stupas casi a quemarropa. Pero para hacerse una idea de la excelencia del monumento conviene también alejarse de la base y, en la distancia, obtener una panorámica de lo que a todas luces es la Gran Pirámide del Sudeste Asiático.
Es entonces cuando los Budas te empequeñecen con la mirada, transmitiendo serenidad y constancia en sus ejercicios de meditación. Como si un día hubieran sido monjes y un hechizo les hubiera petrificado dejándoles tal y como se les puede ver ahora. Quien sabe si el volcán, siempre ambiguo con Borobudur por abandonarlo primero y resguardarlo después con su manto de ceniza, es el único en conocer la verdad.
He aquí un video tomado desde abajo:
Sería el momento entonces de hacer lo más difícil, marcharse del lugar y echar la vista atrás por penúltima vez, porque siempre queda un último vuelco, casi furtivo, con el que decir adiós definitivamente. Aunque no me resigno a no regresar a Borobudur y recordarlo únicamente a través de estas líneas. De una forma u otra tengo toda una vida para hacer el camino al Nirvana.
RUMBO A DIENG: TRES HORAS PARA CIEN KILÓMETROS
¿Cien kilómetros en tres horas? – le preguntamos a nuestro conductor que nos esperaba medio dormido dentro del coche. Eran las nueve de la mañana y hasta mediodía, siendo optimistas, no llegaríamos hasta Dieng Plateau tal y como nos acababa de contar el buen hombre tras nuestro paso por Borobudur. En ningún momento habíamos pensado que era necesario tanto tiempo de trayecto, pero puesto que habíamos madrugado suficientemente, sí vimos conveniente ir hasta allá puesto que queríamos ver otra faceta de Java menos conocida que las que habíamos estado hasta el momento.
Que tardáramos tanto en llegar a Dieng desde Borobudur se explica con que la hasta el momento confortable carretera que habíamos tomado para llegar al Templo de la Montaña se convirtió más adelante en un infierno de curvas, cuestas, baches y badenes utilizado por otros coches, motocicletas, camiones e incluso carros tirados por bueyes que hacen tremendamente lento el camino. Aquel fue un trayecto en el que no faltaron conductores kamikaze, adelantamientos en los que nos vimos obligados a cerrar los ojos y rezar, o giros bruscos con los que esquivar profundos socavones.
Afortunadamente también vivimos el lado más positivo, que no fue otro que disfrutar de unos paisajes impresionantes, muy verdes, con arrozales por todas partes y deliciosas escenas de la vida rural en el centro de Java. Pasamos por aldeas de otro tiempo con bulliciosos mercados o nos cruzamos con campesinos portando el típico «sombrero chino» que dirigían a los patos y al ganado al campo. La vida rural es, en realidad, la mayoritaria en Indonesia, y son estas imágenes campestres las verdaderamente cotidianas en las 18000 islas.
En Wonosobo, la población más grande antes de llegar a Dieng viniendo desde Borobudur o Yogyakarta, y base para muchos viajeros, advertimos un cartel que indicaba que faltaban 26 kilómetros para llegar a nuestro destino. Una distancia que no parecía ser demasiado grande pero que requirió de nada menos que una hora de viaje sentido subida. Es a partir de Wonosobo cuando da inicio el ascenso por carretera a la montaña, ya que Dieng es un altiplano situado a 2093 metros de altitud. Y fue en el momento exacto en que dejamos atrás dicho pueblo cuando el cielo azul nos abandonó para dejarnos a expensas de unos grotescos nubarrones grises y, lo que era peor aún, una fortísima lluvia que no dejaba apenas visibilidad en el cristal delantero. Daba la impresión de que en vez de subir al un altiplano, nos adentrábamos de lleno en Mordor y que más arriba nos esperaba el malvado Sauron con toda su furia.
Yo mismo dudé si se nos iba a torcer Dieng Plateau y si no hubiera sido mejor haber escogido otro destino a hacer después de Borobudur. Había oído hablar muy bien de este lugar pero qué podíamos hacer si no dejaba de llover. Esperar la suerte, nada más.
RAZONES POR LAS QUE DIENG ES TAN ESPECIAL
La apuesta por Dieng se había puesto sobre la mesa por distintos motivos, pero sobre todo por ser un lugar diferente. Situada en plena montaña, esta altiplanicie es consecuencia de la inquietud de los volcanes, que ya se sabe en Indonesia son especialmente juguetones, una especie de caldera humeante que se confunde con las neblinas casi permanentes que se agarran con fuerza a los cerros. La piedra se abre para hervir como si fuera una colección de chimeneas que rebrotan todo el calor del subsuelo.
Y para más inri, inmersos en este paisaje hostil mucho más húmedo y fresco que el del resto del territorio javanés, se encuentran antiquísimos templos hinduístas, levantados tiempo antes que Prambanan o Borobudur, que se cuentan por centenares.
Por sus montañas y cráteres, por sus lagos, por sus construcciones milenarias, por sus fumarolas y, sobre todo, por ser otra Java bien distinta, Dieng estaba encaminada a ser una de las revelaciones del viaje. Por lo menos si el tiempo no impedía que así fuera.
PACIENCIA Y UN POCO DE FE
Cuando llegamos a Dieng (pueblo) siguió jarreando de lo lindo. Eran chuzos de punta los que caían, haciendo imposible cualquier mínima posibilidad de hacer alguna ruta. Por lo menos hasta que aminorara un poco la intensidad de la lluvia. El conductor se detuvo en un pequeño aparcamiento rodeado de tiendas donde estaba uno de los accesos al Complejo Arjuna, poseedor de los principales templos de la meseta. Nos compró una entrada a cada uno (20.000 Rupias/pers., incluyendo el Cráter de Sikidang) pero no había valiente que saliera fuera con la que estaba cayendo.
No nos quedó más opción que esperar dentro del coche a que escampara, algo que haríamos durante un buen rato. Aunque sí aprovechamos el tiempo en conseguir en una tienda que había junto al aparcamiento unos paraguas de alquiler» por 5000 rupias cada uno. Poco después, cuando dábamos casi por perdido Dieng, disminuyó la intensidad de la lluvia y aprovechamos para salir por fín a aprovechar el tiempo con el que contábamos. No fuera a regresar el Diluvio Universal.
EL COMPLEJO ARJUNA
Dieng deriva de Di-Hyang, que quiere decir «Morada de los Dioses», nombre que explica el valor sagrado de la meseta en la que residió un elevado número de sacerdotes hinduístas dispersos en los cerca de 400 templos existentes durante los últimos siglos del primer milenio. Al igual que sucedería con muchos de los lugares sagrados de Java, sucumbieron ante un abandono repentino y prolongado que los expertos tratan de achacar precisamente a los volcanes y terremotos, que incidieron severamente a que la mayor parte de los habitantes del centro de la isla se marcharan bien lejos. Aunque sería precisamente este hecho el que una vez más sirviera para que monumentos antiquísimos como los existentes en Dieng, permanezcan en pie hoy en día en un estado de conservación espectacular. El complejo Arjuna es un claro ejemplo de ello (Entrada= 20.000 Rupias).
Los cinco templos de Arjuna son shivaístas, aunque sus nombres (añadidos con posterioridad) sean meros caprichos relacionados con la Mitología y el Epicismo del Mahabharata (Srikandi, Sembadra, Semar, Puntadewa y Arjuna), una de las mayores epopeyas del Hinduísmo. Todos ellos están bien comunicados por medio de senderos, aunque eché en falta algún que otro cartel o panel con información de cada uno, sobre todo porque no logramos identificarlos ni si quiera por los nombres, que sólo conocíamos a través de la guía Lonely Planet.
Su aspecto y, sobre todo, su tamaño, poco o nada tienen que ver con Prambanan y Compañía. Los templos del Complejo Arjuna son bastante más pequeños y casi carentes de los ornamentos si los comparamos con éstos. No son, por tanto, inmensas construcciones repletas de relieves ni nada parecido. Esa no fue la intención de sus arquitectos y menos de los monjes que los habitaron. En realidad se pretendió que fueran conjuntos armónicos a la vez que prácticos para servir a la escasa población de la Meseta de Dieng. Es por ello que sus dimensiones son ciertamente discretas, que no quiere decir que estos templos dejen de ser hermosos. En absoluto, porque sin duda lo son.
La lluvia siguió con nosotros pero a un nivel menor al que habíamos soportado minutos antes. Además, con aquellos paraguas alquilados de colorines que más bien se asemejaban a sombrillas de playa, no había gota de agua que llegara hasta nosotros. Aunque era bien seguro que no debimos pasar demasiado desapercibidos.
En realidad la lluvia y la niebla de las montañas pegaban mucho con el entorno que nos rodeaba. Eran elementos idóneos para construir una atmósfera de misterio bastante evocadora. Los oscuros templos hinduístas eran una extensión más del carácter poco benigno de la meteorología a más de 2000 metros sobre el nivel del mar cuyo parecido con la de Yogyakarta es inexistente.
En Arjuna se entra por un lado y se sale por otro, justo donde se encuentra otro pequeño templo llamado Candi Gatutkaca, lugar en el que nos subimos de nuevo al coche para continuar una hoja de ruta que habíamos diseñado rápido y corriendo.
CANDI BIMA
De camino al cráter Sikidang, apenas un kilómetro después del Complejo Arjuna, nos detuvimos unos instantes en un pequeño templo de tres plantas llamado Candi Bima. La particularidad existente en sus ocho metros de altura tiene que ver con un conjunto interesante de cabezas humanas esculpidas (kudus) en las paredes. Es un ejemplo único en Java.
Por acceder a dicho templo no pagamos nada. Es simplemente una parada a destacar antes de llegar a lo que de verdad nos impactó tanto a Rebeca como a mí en Dieng… Kawah Sikidang.
KAWAH SIKIDANG: FUMAROLAS, AZUFRE Y AGUA HIRVIENDO
Kawah en lengua indonesia significa Cráter. Dieng está repleto de ellos, por lo que Sikidang es tan sólo uno más dentro de este colador que separa el altiplano de un subsuelo de confusa estabilidad. Los carteles de PELIGRO advierten que hay que andar con cuidado por la zona, sobre todo cuando se está junto al cráter, en el que si uno cayera no quedarían ni los huesos por recoger. (Acceso con entrada combinada «Arjuna Complex + Sikidang» por 20.000 Rupias).
Pero Sikidang no es únicamente su cráter. Porque alrededor quiebran la piedra incesantes fumarolas que actúan como chimeneas por las que respira la caldera que hay bajo los pies del que camina por allí. Parece una estampa del averno donde el humo y el hedor a azufre brotan por doquier. El suelo no está quieto un solo instante.
Aquel espectro volcánico y humeante nos pareció sencillamente espectacular, la demostración de que la Tierra nos tiene en un puño y que en una milésima de segundo podría acabar con nosotros. Indonesia, levantado sobre un círculo de fuego, es propensa en el exceso a erupciones y terremotos, muchos de ellos causantes de desastres naturales y humanos que aún se recuerdan.
Nos fuimos acercando al cráter, del que salía una columna de humo impresionante, y mientras lo hacíamos escuchamos con nitidez el sonido del agua hirviendo. Y digo escuchamos porque no lo veíamos. Era el ruido que se transmitía bajo algunos pequeños agujeros que había junto a las rocas. Había que mirar bien dónde pisábamos, no fuéramos a tener un escurrir tonto en que lo mínimo que podía pasar era ponernos perdidos de azufre y oler a gato muerto. Lo demás prefería no imaginarlo. Y escurrirse no era complicado porque no paraba de llover y estaba todo mojado.
Rebeca posó para una foto junto a un cartel de peligro como si estuviese al lado de una columna romana. Muy pancha y muy tranquila con el cráter de fondo.
Pero poco más adelante me esperó a que fuera yo quien se comiese de lleno el humo de olor apestoso y comprobar si se veía algo más allá. Ciertamente tenía mucha curiosidad en acercarme al límite, aunque para ello tuviese que aguantar la respiración como si estuviera bajo el agua. La pestilencia del cráter era inaguantable, pero el viento lo proyectaba directamente a la cara, dejando apenas visible el camino. Hasta que me coloqué en una posición más idónea y pude saber qué era lo que dejaba ver aquel agujero.
¡Agua hirviendo! El interior del cráter era una verdadera caldera donde el agua burbujeaba y explosionaba con más potencia cada cuatro o cinco segundos. Era la representación fiel de la hediondez. ¿A cuántos grados estará el agua? me preguntaba mientras las gotas de lluvia caían cada vez con más fuerza sobre mi ridículo paraguas de colores. Fui a por Rebeca a que viera por ella misma aquella olla caliente antes de marcharnos a otra parte porque regresaba un nuevo diluvio imparable.
¡Dieng se inunda, Dieng se quema! Sin duda, un lugar apasionante y por el que estaba valiendo la pena el largo trayecto hasta allí.
Nos cubrimos junto a un mercado tradicional de especias y frutas que había junto al aparcamiento. Era el único sitio, además del coche, donde podíamos estar tranquilamente sin empaparnos. Aunque esto no supondría esfuerzo alguno puesto que es sabida mi afición por ver lo que se cuece en los mercados corrientes y molientes de las ciudades y los pueblos del mundo, que de una forma u otra son el espejo de una región. Y donde siempre se pueden atrapar fotografías ciertamente interesantes de esa normalidad tan llamativa para nosotros.
TELAGA WARNA, EL LAGO TURQUESA
La lluvia volvía a las andadas y no estaba la cosa para hacerse un trekking o una ruta a pie en la que no nos empapáramos. Llegaba la hora de comer y no queríamos marcharnos sin tachar de la lista de objetivos el lago más hermoso de toda la meseta, Telaga Warna, por lo que apretamos los dientes ante el aguacero y salimos para ir hasta su orilla y contemplar su color turquesa. Pagamos una entrada de 9000 Rp. y le dimos un rodeo casi completo al lago, a pesar de los pesares.
Telaga Warna es en realidad un cráter cubierto de agua en el cual el azufre es el causante de los colores que se forman, principalmente una mezcla de azul, verde y amarillo. Que haya material sufúreo y ciertas zonas en las que se asoma una tímida capa de humo explica que no sea apto para el baño.
Nos tomamos unas fotos con unos indonesios que insistieron en ello y nos fuimos para el coche. Era imposible caminar mínimamente tranquilos porque era demasiada el agua que estaba cayendo. Y no tenía pinta de parar viendo las nubes cerradas que volaban casi al ras de las montañas.
Nos paramos a la entrada del Complejo Arjuna a devolver los paraguas y abandonamos Dieng para marcharnos a comer a Wonosobo, al que tardamos una hora en llegar, durante la cual nos quedamos totalmente traspuestos. Empezábamos a pagar habernos levantado a las cuatro de la mañana.
DIENG-WONOSOBO-YOGYAKARTA
En total tres horas y cuarenta y cinco minutos para hacer el recorrido de vuelta a Yogya. Sin contar, por supuesto, el tiempo invertido en comer en un restaurante de Wonosobo algo mediocre con comida más mediocre todavía y unos precios para nada indonesios (50.000 Rp.). El Krishna Corner, que así se llamaba, no permanecerá demasiado tiempo en nuestros recuerdos, ya que tuvimos más suerte en otros lugares con platos más agradecidos.
Lo que no olvidaremos serán los paisajes durante el camino y que regresó el buen tiempo en cuanto pisamos Yogyakarta, ya de noche, con las estrellas en todo su esplendor.
Dejamos cerrado el coche a Semarang para el día siguiente a horas también tempranas (400.000 Rp.), ya que a las 11:40 salía nuestro avión dirección Pangkalan Bun, es decir, dirección Borneo.
Ya en el hotel nos despedimos de nuestros amigos madrileños Tirso, Nieves y Oto, quienes ya habían solucionado sus problemas logísticos. Y conocimos a una pareja de navarros que iban a hacer Java, Sulawesi y Bali. Lo más curioso es que la mujer me reconoció al rato de estar hablando con ellos. Sabía del Rincón de Sele y de mi participación en el Foro Lonely Planet. Otro mundo dentro de un pañuelo…
Dimos una vuelta por Malioboro Street y cenamos algo de pollo frito antes de irnos a la cama y dormir como unos benditos. A las cinco de la mañana nos iría a buscar el coche que nos tenía que llevar al Aeropuerto de Semarang.
Esa noche soñé con el rumor de la selva, con una larga travesía en barca, con unos traviesos orangutanes trepando por los árboles… Un sueño destinado a ser pura realidad en pocas horas. Iniciábamos una fase de tres días que podría calificar de insuperables. Aún se me eriza el vello de pensarlo. Dejad que os cuente qué sucedió en el Borneo indonesio…
CONTINUARÁ…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
27 Respuestas a “Crónicas de un viaje a Indonesia 3: Borobudur y Dieng Plateau”
Genial, como siempre! Esto es a lo que me refiero cuando te digo que, aunque puedas estar por un relato horas o días, tus relatos son un salto de calidad en enriquecer el mundo viajero en internet !!son verdaderos documentales !!
Me encanta la foto de Rebeca con el cartel de Dangerous, jajjaa.
Un abrazo muy fuerte pareja
Chapeau Sele una vez más!
He de reconocer que había leído ya los dos capítulos anteriores, y que esperaba este por ser Borobudur un sitio que hace tiempo ansío conocer. De hecho casi coincidimos allí este verano! Me alegro enormemente de que disfrutaras como un enano y que sigas compartiéndolo tan maravillosamente.
Y que como sigas así vas a ser famoso! En este viaje me he encontrado a dos o tres personas que me han hablado del rincón! Como creen un Ministerio de Viajes te vas a convertir en Embajador!
Yo no ando todavía en Madrid, paso unos días en Sevilla tratando de poner orden y asimilar las mil experiencias y enseñanzas de esta escapada asiática,que me ha tocado especialmente, y apenas salgo de casa. Poco a poco iré completando mi blog con más historias y reflexiones.
Un abrazo y me alegro de leerte de nuevo!
A seguir así, embajador!
Toma ya que capitulazo!
Fantastico, Sele!
Me ha encantado como has descrito Borobudur. Qué lugar tan fascinante… No me lo imaginaba tan grande, pero la verdad es que es un lugar que seguro tiene que emocionar mucho. Una pasada.
Y la Dieng Plateau también tiene muy buena pinta, lástima que por la dichosa lluvia no lo pudierais disfrutar como era debido…
Y no me puedo despedir sin decirte antes que este capítulo también es bastante cómico:
1. La foto de Rebeca en Dangerous! Ella tan tranquila, claro que si Rebeca! (Un abrazo por cierto, jeje)
2. «Vamos a llegar a tu próxima casa Rebeca; el infierno» jajajajaj Qué cachondos que sois…
3. «Inside the fumarola» jajaja Me encant eso Sele!
Y aún me río con el Sultan de Yogyakarta y sus meadas por los lugares de la ciudad xD
Un abrazo, amigo, es un auténtico placer poder leerte!
Blai
Felicidades Sele,como siempre un espectacular capitulo,tienes ese arte que llevas dentro de hacer las cosas bien,con mucha ilusion.
Nosotros fuimos de Yogya a Borobudur en transporte publico,te puedo decir que fue «Impresionante»,subian y bajaban nativos de todo tipo(estudiantes,abuelas con nieto mas cargadas de bartulos,currantes de camino al trabajo, y como no,un grupo musical que sus instrumentos eran latas y un tronco con una cuerda.
Una pasada.
Bueno,seguiremos por aqui.
Un abrazo.
Javier y Deborah
Muy buenas,
Por fín viernes, aunque en mi caso el viernes debió empezar ayer poque me acosté tardísimo. Eso sí, aquí estoy dando el callo a primera hora de la mañana…
Ya veo algunos comentarios que ha despertado el tercer capítulo de Indonesia. Sabía que Borobudur no iba a pasar desapercibido y que Dieng os iba a llamar la atención tanto como a nosotros. Voy uno por uno:
+ Isaac y Paula (mis chavetas): Isaac, más de una vez hablé contigo y siempe te decía «Bueno, voy a seguir escribiendo…» Elaborar este capítulo me ha llevado cerca de una semana, acostándome tarde algún que otro día. Por supuesto que lleva tiempo hacerlo cuando quieres que salga como a tí te gusta, pero creo que al final vale la pena. Así que para mí es un orgullo que tengas esa opinión de mis relatos en general y de este en particular. Al final lo que queda de ellos es la gente como vosotros.
+ Antonio Aguilar (Historias de este planeta): Ví las fotos que colgaste en facebook de tu último viaje y se me cayó la baba, tío. Son geniales. Es verdad que casi casi hubiéramos terminado en Indonesia en la misma época. Hubiera estado genial, ¿no crees? Y bueno bueno… cuéntame eso de que te han hablado del rincón por esos lares. ¿Eran lectores? ¿Habían dejado algún comentario aquí? Este verano me está contando la gente anécdotas de ese tipo. Una amiga del trabajo se fue el mes pasado a Marbella (los del curro son los que más horas al día me padecen), hizo mucho colegueo con una profesora extremeña y resultó que poco antes se había ido a Tierra Santa con mis crónicas bajo el brazo. Bueno, Antonio, me alegra verte por aquí de nuevo. Ya sin vacaciones pero con nuevas experiencias dentro de la mochila.
+ Blai: Señor Taberner, recuerdas que te dije que estaba deseando que vieras Borobudur porque te iba a sorprender? He aquí. ¿Ves la magnitud del que para mí es un grande al nivel de los más grandes? Espero darte el testigo y seas tú el que corone la estupa, eso sí, previo recorrido de todas y cada una de las galerías. Que si no, no llegas al Nirvana. Sobre el «lado cómico» que comentas jejej tenías que estar con Rebeca y conmigo un buen rato y te ibas a dar cuenta que estamos todo el día de vaciles. Una de las cosas que más me une con ella es todo lo que nos reímos juntos. La foto de Rebeca con el cartel de Dangerous es genial. Si le pones detrás la tienda de chucherías del barrio también pega jejeje. Anda… si tienes la oportunidad de estar con nosotros!! Sí, sí, sí.. no te escondas. Un fin de semana de puros viajes, humor y buena gastronomía te están esperando en Balmaseda… ¿Que cuándo? El finde del 17 al 19 de septiembre (lo mismo se lo digo a todo el que quiera venir.)
+ Javi&Debo: Balmaseda os pilla un poco a desmano a vosotros, ¿no? Creo que es como si yo me subo a Copenhague jeje Ya sabía, Javier, tu opinión sobre Borobudur y después de ver lo feliz que llegásteis no tenía ninguna duda de que no me iba a decepcionar nada de lo que me iba a encontrar. Allanaste el camino en Java Central. Ahora asómate quien sabe si a un próximo viaje… en Borneo!! Que de esa fase tratará el próximo capítulo.
Bueno, amigos, a seguir bien, a ir preparando un buen fin de semana, a disfrutar de sus vacaciones quien las tenga y, sobre todo, a seguir soñando con el mundo en el que vivimos.
Sobre nuevos posts en el rincondesele.com decir que el martes habrá uno completo sobre la Exposición y charla viajera de Balmaseda, que me he currado un vídeo animándo a venir a la gente que incluiré en dicho artículo, y que justo después empezaré a desengranar lo de Borneo y los orangutanes. Aunque antes queda alguna que otra cosa interesante que ya os iré contando.
Hasta luego!!!!
Sele
Todos los capitulos fantasticos, yo creo que no conoceré el lejano oriente y por vosotros lo estoy haciendo.
Mi viaje a Turquia estupendo, 16 días disfrutando, acordandome de mis dos preciosas nietas que a ver si crecen pronto para acompañarme.
Un abrazo a los dos.
Ehhhh menos cachondeo con lo del cartel, yo soy una profesional de la foto y hay que guardar las composturas y hacer como que no pasa nada aunque te pongan al lado de un cacharro que echa agua hirviendo y huele a huevos podridos, porque mira que olía mal aquello… 😉 Muy buen relato Jose, me esta gustando mucho revivir este viaje a través de los posts.
Besotesssss
Guapossssss!!!
Estupendo, increïble, magnífico… yo también esperaba con ansia el capítulo de Borobudur y sin duda, no me ha defraudado lo más mínimo… ahora, para pedir más, ya estoy taquicárdica esperando el de Tanjung Puting… si el relato puede ser la mitad de bueno que este… intuyo que se me van a saltar las lágrimas!!! ;)))
Gracias de nuevo por hacerme revivir esta Indonesia que tanto me ha tocado a mi también la fibra… por cierto… estoy pensando en volver el año que viene… os apuntais???!!!!
Un besote muy, muy, muy grande…
Y queda pendiente vuestra visita a Girona, donde podeis hospedaros en Xose&Noe’s Guesthouse… Muacssssssssss!!!
Madre mía, ya con ofertas vacacionales para el próximo verano jejejje
¿Qué tal guapa? Gracias por la sugerencia, la invitación a Girona y este comentario tan positivo y alegre como todos los tuyos.
Sé que esperas con ansia el de Tanjung Puting. Y será el próximo relato de Indonesia, aunque antes quiero publicar un par de cositas mientras preparo este. Porque pienso hacerlo a lo grande. Voy a tomarme todo el tiempo necesario para que quede lo mejor posible. Por ahora he elaborado el mapa de la ruta y estoy dimensionándolo un poco. Pero mi intención es que sea uno de los más espectaculares de la Historia del Rincón de Sele. Porque la ocasión lo merece, porque fue uno de los lugares donde Rebeca y yo nos hemos sentido más felices y porque hay que crear un poco de conciencia con que hay que cuidar a los últimos orangutanes que nos quedan. Sólo te digo que es muy probable con que dicho relato cuente con aproximadamente veinte vídeos. Y por supuesto habrá muchas fotografías. Creo que en un lugar así casi casi sobrarán las palabras y dejaré más protagonismo a la imagen. Qué mejor que sean los propios orangutanes quienes narren siendo ellos mismos lo que nosotros pudimos vivir allí. Basta con verlos saltar para que aún logre emocionarme.
Sin prisa pero sin pausa. Valdrá la pena. Y así mientras voy publicando un avance de lo que sucederá en Balmaseda en el mes de septiembre y alguna que otra sorpresa que tengo en mente. Voy a seguir trabajando al máximo porque estoy más ilusionado que nunca.
Noe, muchos besos. Y dale recuerdos a Xose.
Sele
¡Qué lindo y macanudo todo cuanto leo acá!
Acá en el http://www.elrincondesele.com hay calidad literaria a raudales y arte de viajar que no se puede aguantar ¿viste?
Sele, vos tenés mucho talento y salero escribiendo crónicas.
Creo que ya va llegando la hora de que al compadre Antonio Aguilar le promocioneis en vuestro elenco de Páginas Amigas su bárbara web de «Historias de este Planeta», pues allá relata historias verdaderamente bárbaras sobre la India y África, como cuando agarra un tren en Mauritania subiéndose al techo, o donde narra su convivencia con los anacoretas del Himalaya, que están todos flacos de practicar al ayuno.
Haceme caso, es un consejo; el que avisa no es traidor.
Chau
Wenas!!
Isaac, ya echaba en falta tus comentarios. Si es que eres como de la familia. Hay que ver lo que amas viajar, ehh, diría que más que todos los que estamos aquí. Te veo a tí también con los anacoretas algún día jejeje
Y por supuesto ya le tengo echado el guante a las Historias de este Planeta. Antonio escribe fenomenal y, sobre todo, tiene historias increíbles en muchos sitios remotos del mundo. Me entusiasmó su post de Cachemira y la posible tumba de Cristo y me empapé ya de ese tren mauritano. Estoy echando el ojo tanto a ese como a otros blogs y de aquí a septiembre voy a colocar incorporaciones nuevas a esos enlaces amigos y, sobre todo, viajeros en los que el que entre no se sentirá defraudado. Y las Historias de este Planeta entrarán en un pequeño bloque.
Hay grandes viajeros y grandes relatos. Eso es lo importante.
Os dejo, que me voy un rato con Rebeca (que da recuerdos para todooooos!!!)
Un saludo,
Sele
Realmente impresionante Borobudur, había visto cantidad de imágenes pero esos vídeos me han hecho babear por momentos.
Hace como un año mi desconocimiento sobre el Sureste Asiático era bastante alto, pero gracias a unos documentales me fui empapando de la zona y ahora con tus relatos mis ganas van en aumento por visitar esa zona, encima para mi cumpleaños mi chica me regaló la guía del Sureste Asiático de Lonely Planet y desde entonces lo tengo en la mesilla de noche para ojearlo antes de irme a dormir 😀
Una pregunta que siempre se me pasa de hacerte, tanto en tu anterior aventura en solitario por Camboya como ahora, llevas trípode para hacer las fotos? en caso positivo, has tenido algún problema en introducirlo en alguno de estos lugares? si no llevas y me puedes contestar por la observación que has tenido del resto de turistas, ya me dirás.
Visto lo visto la siguiente entrada promete mucho, ya solo ojeando lo que vas subiendo por flickr se puede ir uno haciendo una idea.
Bueno Sele aquí estaremos esperando la siguiente entrada, por mi no tengas prisa que las próximas semanas las tendré ajetreadas y no quiero «distracciones» jaja es broma seguro que encontraré un hueco para leer lo que cuelgues.
Saludos.
Jajajajaja!! Bueniiiiiiiiiisimas! jajajajajaja… especialmente la de Lost y la de Irak, y ahí Rebeca sin inmutarse, jejjejee….
Desde luego que no hay mejor forma de afrontar un lunes que con un poco de humor.
Un abrazo muy fuerte a ambos!!!
Hola a todos!
Jaja! Me «escojono» viendo las fotos. Es una auténtica alegría ver lo que se ha montado con la fotografía, tanto por los comentarios de la gente como por los montajes. Me encanta el gesto de Rebeca, una mezcla entre sonrisa y un «esto pa mí no es ná». Y lo he leído creo que en tu respuesta a Blai, pero ya me puedo imaginar todo el día viajando juntos y las bromas constantes, jeje, os lo tenéis que pasar bomba!! Sin duda uno de los puntos fuertes de una pareja es el congeniar a la hora de divertirse.
Contestando a tu pregunta, los lectores que he encontrado (que ya te digo que han sido más de uno) eran relativamente asiduos, aunque no comentan. Una pareja en Birmania ya me habló de tí, y de tu envidiable sección de próximos destinos. Recuerdo literalmente un » si es que este chico ha estado en ‘tos laos'».
La siguiente fué graciosa. Resulta que me desperté en el aeropuerto de Bangkok, donde dormía antes de volar de vuelta a la mañana siguiente, por una pareja, tendrían unos cincuenta y muchos, con tus varios capítulos de Angkor impresos y leyéndolos en voz alta (ella a el) junto a mí. Embarcaban a Siem Reap en breve y se leían la «Selely Planet». Eran muy majetes, y cuando les comenté que también conocía el rincón me dijeron que les encantaba tu güeb. Al final va a ser verdad que vas a ser el nuevo Embajador de viajes de España!
Y de paso agradecer tanto a Isaac sus halagadores y sobre todo amables comentarios, como a tí por tu respuesta. Sinceramente ando estos días tratando de asimilar el viaje, que me ha tocado hablando «de piel para adentro» más que ninguno de los que llevo.En breve volveré a compartir más historias, que traigo a porrillo, y he de confesar que estoy deseando hacerlo.
A seguir así Sele!
Hola Sele!!!
Qué gran relato, y que impresionantes las fotos del Arupadhatu. Transmiten una gran paz interior, así que supongo que estar allí debe ser increíble. Te debes sentir como en armonía con el universo, que creo que es más o menos lo que busca el budismo, si no ando muy mal encaminado.
Y también muy bien los montajes del director, jajaja. Es que esta Rebeca queda bien en cualquier lado.
Un abrazo enorme.
P.D.: Rebeca, no te mosquees, que sabes que, en el fondo (muy en el fondo), te aprecio mucho.
JAJAJAJAJAJAJAJAJA!!!!!
Madre mía Sele!!! Me desorinoooo! xD
Qué risas más tontas me he echado xD!!!
Que buenos que sois, menudos dos!!! Ya tengo ganas de veros en Balamseda y Bilbao, a ver con qué me sorprendéis xD!
Un abrazo enorme a los dos, cachondos! xD
Y la mejor es la de Irak!!!!! jajajajaj
Blai
Fernández, es como dices, Rebeca queda bien en cualquier lado, pero no me pases el fondo, aquí quiero ver las obras de arte que pueden surgir jejejej
Blai, te dije que te ibas a descojonar jejej A mí la de Irak tb es una de las que más me gusta aunque tiene su aquel la del Desembarco de Normandía y, sobre todo, la de Lost. A ver si ella fue la causante del humo negro… Quien sabe.
En Balmaseda, más y mejor jejeje
Sele
Mucho cachondeo veo por aquí…Sele ya no me vas a grabar más!!! No me vas a grabar más!!!! Voy a cobrar derechos de imágen por los montajes. Si es que me sacas las peores fotosssss!!!!!!Esto no va a quedar así… Mi venganza será terrible jejeje
Muy bueno el relato (ya espero la continuacion) y muy divertidas las fotos….. ya me explicaras cuanto os costo el vuelo a Mordor 🙂
JAJAJAJAJAJ… madre de dios que valiente es Rebeca!!!! Se ha atrevido a ir a Sálvame!!!! Eres un punto Jose! jejejeje
Sele muy bueno tus relatos, como siempre vamos!!!
Y por cierto muy graciosas las fotos de Rebeca!!
Ya volvi de Indonesia, y la verdad es que es uno de los paises que me he vuelto pensado que deje mas cosas por visitar, borneo, sulawesi, banda, celebes, gii, sumatra…
Solo visite un par de dias Jogyakarta, 3 dias Flores,1 dia Yakarta, y el resto de dias Bali a destacar un par de dias en Nusa Lembongian una isla enfrente de Bali junto a Sanur, bastante bonita.
Me gustaria compartir con vosotros algunos comentarios, por si ayudan a algunos.
-> Mi idea era enganchar Jogy hasta Denpasar visitando Bromo y el Lago Iwen. Desde alli me di cuenta que eran casi 30 horas de autobus en 3 dias por lo que los descarte. Me parecia excesiva tantas horas de autobus para 15 dias de vacaciones.
–> Impresionantes ( Prambanan y Borodudur).
–> Muy bonita Nusa Lembongian, alojamientos chulos y playas bonitas ( para el que no quiera llegar hasta Gili y quiera disfrutar de playa.
–> Negociar todo, todo incluso el agua ( si quereis claro).
–> Kuta, me parecia horrorosa… cancele la reserva alli el ultimo dia.
–> Maravillosos los paisajes de Bali, con arrozales de impresión cuando menos te lo esperas.
-> Templos como Ullu Watu y Tanah Lot imprescindibles, aunque hay muchos otros que también merecen la pena.
-> En Flores hize un viajecito de 2 dias y 1 noche, durmiendo en el barco ( alrededor de 65€ por persona, con comida incluida en el barco). Me gusto mucho esta opción, visitando por el camino Komodo y Rinca… islas paradisiacas, hacer snorkerl
-> Yakarta está a la altura de Kuta, claro está es una opinión personal.
PD: Aun recuerdo el viaje a Japon del año pasado con los retalos del Rincon de Sele y de Chavetas……dos grandes página para los viajeros.
Felicidades a ti también Isaac
Gran viaje que hacéis chicos!! Nosotros estamos mirando para ir de viaje a Indonesia y la verdad lo hacéis parecer fácil 🙂
Como contratasteis el transporte en coche para ir a los templos y Dieng? ¿Allí en la ciudad o previamente?
Saludos!!
Hola Morgoth!
Lo contratamos en Yogyakarta. Preguntamos en una agencia y lo conseguimos a un buen precio! Todo sobre la marcha.
Mucha suerte!!
Sele
Hola Sele he leido con atencion el viaje a Indonesia y me ha servido para decidirme a visitarlo, lo tengo organizado y me falta un guia para Yogyakarta para Los Dias 22 al 29 de Agosto, tienes information de algunos guia o agencies que lo solvetar . Much as gracias
Hola Xavi,
No lo hice con guías… Yogya y alrededores es fácil de hacer contratando un coche con condutor in situ. Lo único que llevé organizado en Indonesia fue la visita a los orangutanes de Tanjung Puting en Borneo.
Mucha suerte!
Sele
Hola Xavi,
Todo lo monté sobre la marcha así que no te podría decir lo de los guías o agencias. Es fácil conseguir coche con conductor negociando in situ.
Suerte!!
Sele
Buenas, sola una duda, que tardasteis en coche desde Yogya hasta Semarang, para calcular si llegariamos bien al vuelo …Y donde cogisteis el tour de los orangutanes??Esque vaya precios… Gracias!!! 🙂