Desembarco de 48 horas en Normandía y Bretaña: Del Mont Saint Michel a las playas del Día-D
Desde el viernes 13 de marzo por la tarde hasta la noche del domingo 15 mi novia Rebeca y yo estuvimos ejecutando otra de las misiones viajeras más esperadas: La Misión Marea alta. ¿En qué consistió? En visitar uno de los monumentos más impactantes del Patrimonio de la Humanidad que hay en Francia, el Mont Saint Michel.
El Mont Saint Michel, conocido como «La Maravilla de Occidente» es un pequeño promontorio situado en la Baja Normandía en el que desde hace 1300 años se levanta una ciudadela medieval y una majestuosa abadía consagrada a San Miguel Arcángel. Hasta ahí todo puede parecer más o menos normal. Pero la particularidad y la magia de este lugar radica en que dos veces al día las mareas aislan velozmente el monte convirtiéndolo en una isla. Ese juego de las mareas, que llegó a convertir al Mont Saint Michel en una de las fortalezas más inexpugnables de Europa, es un fenómeno que varía cada día en lo que altura del agua se refiere. Y casualmente marzo, y concretamente el fin de semana en que nosotros estuvimos, las aguas marinas tapan algo más de 13 metros del Monte, siendo la mayor altura del año.
El Mont Saint Michel, objeto de Leyendas medievales de diversa índole, es un lugar del que había leído, visto y escuchado bellísimas historias y anécdotas. Y por mucho que lo hubiera hecho, la emoción y la sorpresa han quedado intactas. Es de esos lugares capaces de tranportarte a varios siglos atrás en el tiempo y que te permiten alcanzar cierta sensación de eternidad.
Quizás su lejanía de los Aeropuertos principales de Francia me echaba para atrás para ir hasta allí. Pero al final mi novia y yo nos liamos la manta a la cabeza y compramos dos billetes (40€ por persona i/v) con destino Paris Beauvais (donde deja Ryanair desde Madrid) para que pudieramos cubrir en un coche alquilado (Hertz, 90€) los casi 400 km de distancia que hay entre ambos.
Para la primera noche no llevamos alojamiento, ya que no sabíamos hasta cuándo y dónde nos va a apetecer conducir. Nos daba igual parar en cualquier hotel de carretero o dormir en el coche. Pero finalmente cubrimos todo el trayecto y dormimos en un Hotel Ibis próximo al legendario monte. De esa manera pudimos estar a las nueve de la mañana allí, cuando la marea alcanzaba sus cotas más elevadas. Le dedicamos aproximadamente cuatro horas en las que apenas quedó muralla que recorrer o callejuela por la que pasar, sin olvidarnos de la magnífica Abadía dedicada al Arcángel San Miguel que da nombre al monumento.
En la localidad de Saint Malo, a 50 km, teníamos reservado el Hotel Les Acacias, con vistas al mar, por lo que fuimos allí por la carretera de la costa (simplemente maravillosa) para llegar a la hora de la comida. Saint Malo, perteneciente a la Bretaña francesa, el lado más celta del país galo, es una ciudad amurallada muy popular sobre todo en los meses de verano, con un centro histórico realmente interesante. Sus edificaciones homogéneas que se abrazan a una muralla y defendidas por numerosas fortificaciones que emergen en el Canal de la Mancha, le confieren una gran personalidad que no pasa desapercibida ni en su fantástico y animado paseo marítimo ni en el casco antiguo, llamado Intramuros. Saint Malo, desconocida hasta el momento de preparar el viaje, supuso una sorpresa agradable con la que honré mi primera visita a la Bretaña francesa.
Por la noche no pudimos evitar la insistente recomendación que mis amigos del foro Lonely Planet me habían dado, ir a Saint Michel de nuevo. Gracias a Dios que les hicimos caso y conocimos la faceta más solitaria, mística y evocadora de la ciudadela medieval. Porque cuando el sol baja el telón, las hordas de turistas organizados desaparecen y es cuando se puede caminar por el empedrado sin apenas compañía, disfrutando del silencio y el color resaltado por la acertada iluminación.
Soy yo ahora el que se suma a recomendar encarecidamente a los viajeros que deseen visitar el Mont Saint Michel que lo hagan tanto de día como de noche. Serán dos viajes completamente diferentes y complementarios.
El domingo de camino de vuelta a Beauvais (el avión de vuelta salía pasadas las 19:00) tiramos de improvisación y nos detuvimos a hacer parte de una de las rutas más interesantes para quienes, como yo, sean unos apasionados de la Historia de la II Guerra Mundial. Decir Normandía y decir Día-D ó Desembarco es lo mismo.
Lo iniciado el 6 de junio de 1944 fue considerado no sólo la mayor invasión por mar jamás realizada sino la acción más decisiva para volcar la balanza hacia los aliados y mermar irremediablemente las posiciones nazis.
Hoy en día se conservan numerosos restos que sirven de testimonio a dicha acción militar. Las playas de Utah, Omaha, Sword, Gold y Juno, a lo largo de casi 80 kilómetros de litoral, fueron protagonistas del «Día más largo» y a la postre definitivo de aquel año 1944 en que miles de soldados norteamerianos, canadienses y británicos alcanzaron Normandía para liberar Francia del dominio nazi. Es obvio que el recuerdo de aquel 6 de junio está presente en numerosos monumentos conmemorativos, bunkers, cráteres producidos por las bombas y un sinfín de parafernalia militar conservada en distintos museos. Nosotros nos centramos en hacer la franja que va desde el Pointe du Hoc, escarpado acantilado que escalaron los Rangers americanos más avezados, hasta casi el final de la Playa Omaha, que fue donde la batalla fue más encarnizada y murieron más militares. Símbolo de tantas pérdidas humanas es el inmenso cementerio norteamericano de Colleville sur mer ubicado en una larga explanada de hierba tapizada con miles de cruces blancas que se asoman a la playa «más sangrienta» del desembarco.
Omaha cerró un itinerario que espero proseguir algún día en las otras playas, ya que no hubo tiempo para más. Sólo para retornar a un todavía lejano Aeropuerto de Paris-Beauvais donde un avión de Ryanair nos debía devolver a Madrid.
Junto a este breve resumen de lo acontecido el 13 al 15 de marzo, adjunto una gran SELECCIÓN DE FOTOGRAFÍAS del viaje.
Hasta pronto!
José Miguel Redondo (Sele)
7 Respuestas a “Desembarco de 48 horas en Normandía y Bretaña: Del Mont Saint Michel a las playas del Día-D”
Ya lo habia leido antes… pero las ganas que tengo de ir a Saint Michel me ha hecho leerlo otra vez. Espero que el año que viene en alguna escapada me vaya alli y a la otra punta carcassonne que tambien le tengo unas ganas tremendas
es una caña normandia .si te gusta la hisoria de la 2 guerra mundial el desembarco,lo belico me apasiona saber que esto marco la historia de europa cuando estaba invadida por los nazis, en especial francia
Pues si, la verdad es que bretaña y normandia son una sorpresa muy agradable. Yo el año pasado hice una ruta de unos 12 días y además de los sitios que tan bien nos ha relatado Sele, a mi me encantaron Vannes, Pont Aven (aunque este es un poco demasiado turístico para mi gusto), la costa de granito rosa, Dinan y, por supuesto, Rouen. Alli vivi una cosa de la que solo había oido hablar, el sindrome de Stendhal. Es decir, llegue a una saturación de belleza tal que no podía soportarlo más. Ya se que resulta un poco extraño pero os juro que no estoy loca, cada cosa que veíamos nos gustaba más y más, cada casa, cada calle, cada iglesia y llega un momento en que tus ojos y tu mente necesitan descansar de tanta hermosura. No se, fue un momento muy extraño. Pero en cualquier caso, es una ciudad que recomiendo, esta apenas a 150 Km de Paris y aunque solo sea por su catedral, merece la pena visitarla.
Gracias por la información. Estoy pensando en hacer exactamente ese mismo recorrido y me ha ayudado muchísimo todo lo que describe.
Un saludo.
Muchas gracias Mila. Espero sea un viaje que disfrutes. Asómate por aquí en más ocasiones y dinos qué tal lo has pasado cuando llegues!
Un saludo,
Sele
[…] Rocamadour (en el Departamento de Lot) sea el pueblo más visitado de Francia junto con el Mont Saint Michel no tiene que ver con la suerte. Es uno de los mejores ejemplos de marketing religioso de toda […]
[…] + Circuito guiado desde París de 3 días de duración con un programa que incluye el castillo de Langeais, Clos Lucé, jardines de Villandry, Tours, castillos de Chenonceau, Cheverny y Chambord. Y el impresionante Mont Saint Michel en Normandía. […]