El castillo de Gormaz, la mayor fortaleza califal en Europa
Entre los siglos X y XI, cuando el río Duero ejercía de difícil frontera entre musulmanes y cristianos, las luchas se sucedían en uno y otro bando. La tan ansiada Reconquista de la Península Ibérica para serle devuelta a la cristiandad pasaba por un hecho o, más bien por un lugar. El castillo de Gormaz, bajo el poder califal y considerado como la fortaleza más grande y poderosa de la Europa medieval, debía ser derrotado. Quien se hiciera con este enclave vital (situado en el interior de la actual provincia de Soria) daría el paso más importante durante los siete siglos de reconquista. Desde lo alto de una colina, protegido por un perímetro amurallado de más de un kilómetro, las huestes árabes vigilaron aquella tierra de nadie que todos ansiaban controlar hasta que se decantó la balanza en el año 1060. Sería bajo el reinado de Fernando I de León cuando la guerra se puso cuesta abajo para los cristianos. Destaca la insigne figura de El Cid Campeador como Señor del castillo dos décadas más tarde. Sin Gormaz ni un califa tan guerrero como Almanzor, hacerse con la totalidad de la península era cuestión de tiempo.
Hoy día las ruinas de la mayor fortaleza califal jamás construida en territorio europeo son la sombra de un pasado de asedios y batallas cruentas. Solitario, olvidado de su propia fama y bajo un sol impenitente restregándose sobre la meseta soriana, el castillo de Gormaz se limita a mirar con sus arcos de herradura como ojos esos campos de Castilla a los que nos llevara la poesía del gran Machado. Su carácter humilde contrasta con su papel en la Historia de España y son los viajeros quienes, extraordinariamente asombrados, devuelven el orgullo a este lugar con piropos y suspiros.
Gormaz, un castillo sin parangón en la Europa medieval
A lo largo de mi vida he podido estar en el castillo de Gormaz tres o cuatro veces. La primera vez fue con mi padre, quien me inculcó su pasión por los castillos y con quien realicé muchas escapadas desde muy corta edad. Nunca olvidaré la sorpresa que me llevé al divisar aquella fortaleza completamente sola, las vistas de los campos que la rodean y la imponente puerta califal que sobresale en la muralla. Casi veinte años más tarde la escena es idéntica. Los turistas llegan a cuentagotas, hay que venir por una carretera angosta que pasa por el pequeño pueblo de Gormaz y dejar el coche casi arriba del todo. Nada o casi nada ha cambiado allí. Tampoco el asombro que genera aquel lugar situado en el corazón de Soria que permitía controlar el norte del río Duero y que embelesó a personajes históricos de la talla de Almanzor o el Cid.
El castillo de Gormaz se ve venir desde lejos. Desde su atalaya son muchos los kilómetros que alcanza visualmente esta fortaleza, la cual se va engrandeciendo por momentos hasta que uno se pone justo debajo de ella. Es entonces cuando se comprenden las palabras de Don Luis Díez de Corral, que fuera miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y la Real Academia de la Historia, quien no dudaba en asegurar que «la fortaleza de Gormaz no tuvo parangón con nada que hubiese en el siglo X en Europa». Tiene razón. Las cifras de sus dimensiones hablan por sí solas. El conjunto amurallado de Gormaz cuenta con un perímetro de 1200 metros, de una punta a otra del cerro hay 446 metros protegidos y 28 torres sobresalen en esta fortaleza califal que sería ligeramente modificada tras la Reconquista. Se sabe que durante un largo tiempo sirvió como cárcel y que después quedó abandonada completamente hasta verse lo que queda hoy de ella.
La visita al interior del castillo de Gormaz
A pesar de su estado ruinoso, sobre todo el interior, se distinguen completamente algunas partes de la misma. Al este queda la zona noble o alcázar, utilizado por los nobles o señores del castillo como residencia así como su administración. Aquí fueron acometidas la mayor parte de las reformas tras serle arrebatado a los musulmanes, aunque se conserva todavía la conocida como «Torre de Almanzor» y rasgos de la arquitectura árabe como el arco de herradura que mira hacia el norte. Una gran torre del homenaje estilo mudéjar, así como el aljibe donde se almacenaba el agua de la lluvia, son la parte más completa para tratar de identificar cómo debía ser esta fortaleza en su época. Basta seguir el rastro a marcas de escaleras y paredes rotas para tratar de entender cómo era la parte más privilegiada del castillo.
El lado oriental, de mayores proporciones grande, servía para acoger a los soldados que iban a la guerra y sus caballos. Una enorme alberca indica que aquí llevarían los animales a beber el agua de lluvia. Es el área del castillo de Gormaz que menos restos posee, pero cuenta con la grandiosidad de su Puerta Califal, enorme arco de herradura y vestigio del arte islámico en la Península Ibérica. Este elemento básico de la arquitectura medieval en los países dominados por el Islam es donde se halla «la mejor fotografía» que se puede tomar dentro del castillo. Se trata, posiblemente, del icono más reconocible de la fortaleza de Gormaz y su pasado musulmán, la puerta abierta a esa zona tan estratégica que árabes y cristianos deseaban controlar por encima de todo.
La visita al castillo de Gormaz es gratuita. Tal y como dije al principio del texto, la fortaleza se encuentra completamente sola, sin taquilla o vigilancia que valgan, agazapada en sus propias ruinas dentro esa Soria fabulosa que está aún por descubrir y cuyo lema «Ni te la imaginas» no puede ser más acertado. La fortaleza califal de Gormaz es uno de los lugares más auténticos y con más energía que he tenido la suerte de encontrarme en los senderos castellanos que siempre aguardan llenos de historia, de fronteras invisibles y batallas cuyo rumor se mece en días soleados.
Y mucho más que no perderse…
Sin salir de Gormaz, justo bajo el castillo, la ermita de San Miguel de Gormaz cuenta en su interior con valiosísimas pinturas mozárabes que se cree fueron elaborados por la misma escuela que en el siglo XII se ocupó de la ermita de San Baudelio en Casillas de Berlanga, también en Soria, y considerada la Capilla Sixtina del arte mozárabe. Muy cerca en coche da para una ruta magnífica que toque El Burgo de Osma, San Esteban de Gormaz, Berlanga de Duero y el pueblo medieval de Calatañazor, además de la propia San Baudelio (SELECCIÓN DE LOS PUEBLOS MÁS BONITOS DE LA PROVINCIA DE SORIA).
De hecho existe una ruta en coche por la comarca de Tierras de Berlanga que continúa por todo lo que fue la vieja frontera árabe en la que surgieron imponentes castillos, atalayas y preciosas muestras del románico más puro de la región.
En mi última escapada a tierras sorianas, aprovechando una estancia de relax y balneario en el Hotel Termal Burgo de Osma, regresé, como no podía ser menos, a la fortaleza de Gormaz. Allí mismo, en mitad de su puerta califal, creí escuchar al mismísimo a Machado recitando parte de su poema a los campos de Soria donde decía eso de:
¡Soria fría, Soria pura,
cabeza de Extremadura,
con su castillo guerrero
arruinado, sobre el Duero;
con sus murallas roídas
y sus casas denegridas!
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
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6 Respuestas a “El castillo de Gormaz, la mayor fortaleza califal en Europa”
Bellisimos estos lugares donde se respira el peso de la historia. Que lindos esos lugares donde las piedras de las construcciones estan apiladas tal como la dejaron hace tantos siglos atras.
Es un lugar impresionante. A pesar de que ya solo quedan los lienzos, desde la lejanía ya de deja boquiabierta. Una vez en su interior, todo el territorio que se domina desde allí, te da una idea de cual era su dominio.
Es muy interesante visitar también las atalayas islámicas que hay en la zona, torres de vigía con las que se comunicaba con señales de humo o lumínicas, como la Atalaya de Quintanilla de Tres Barrios o la de Uxama.
Gracias Mercedes.
Lo de las atalayas sorianas es otro cantar. Había muchas más incluso de las que se ven hoy en día. Y como tú dices, se comunicaban las unas con las otras y llegaba la información a gran velocidad.
Un saludo!
Sele
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