El instante viajero (III): La belleza del invierno
No voy a negar que pasaría los 365 días del año en manga corta y bañador, que necesito el Sol como el aire que respiro y que soy de las personas que cuentan los días que faltan para que llegue el verano siguiente. Pero a veces el invierno tiene escenas, parajes y momentos que me seducen enormemente. Como acurrucarme en el sillón tapado con la manta, ver llover desde el otro lado de la ventana o charlar hasta las tantas junto a la chimenea frotando las manos en busca del maná de un fuego embriagador. O mejor aún, buscar paisajes nevados desde una cabaña o el terco vaivén de un tren que atraviesa las montañas. Este es el motivo del instante viajero de hoy, un cuento en los Alpes suizos en pleno ascenso al Jungfrau (4099 metros) en un tren cremallera desde la localidad de Interlaken.
Aquel viaje fue una muestra más de lo cierta que es la belleza del invierno y que Suiza tiene tanta postales bucólicas protagonizadas por la nieve como millones de euros escondidos en los bancos de Ginebra. Es complicado asimilar y digerir tal sucesión de estampas hermosas que metro a metro jalonan una naturaleza que es un verdadero prodigio. Complicado pero excitante, divertido y emocionante. Como si hubiésemos pensado que sólo se podían contemplar desde la barrera de los libros o los colorines difusos de una felicitación navideña trazada sobre un cartón rugoso.
Logro olvidarme del verano cuando tras el cristal azulea un cielo al que le cuesta tragar luz, y más aún cuando escucho crujir los pasos en la nieve, regalando una melodía cargada de nostalgia y buenos recuerdos. Quizás porque en parajes como el de la foto se plasman sin trampa ni cartón los cuentos de toda una vida, con o sin moraleja, metafóricamente veraces e inspiradores de un millón de pensamientos en una sola décima de segundo.
Dan ganas de caminar con la nieve por encima de las rodillas para llamar a la puerta de aquella casita de madera en mitad de las montañas y buscar el calor de su refugio. Para desde allí ver nevar hasta que caiga la noche y los silencios del viento se mezclen con los de las brasas de una chimenea amiga. Y contarse historias con las que el invierno más bello también sea el mejor de los viajes…
Sele
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* ¿Te gustan los instantes viajeros? Pues te recomiendo le eches un ojo a esta sección que ha venido para quedarse.
4 Respuestas a “El instante viajero (III): La belleza del invierno”
Completamente de acuerdo, hay rincones tan especiales en invierno.., el disfrutar de una tarde observando el fuego de la chimenea no tiene precio, imaginarse figuras entre las llamas, es tan entretenido..No conozco Suiza aunque me gustaría, de momento para disfrutar de lugares así de bonitos pero un poco mas cercanos me quedo en la Montaña Palentina, pueblecitos como Triollo, Cardaño, Alba de Los Cardaños tienen ese encanto que a mi me gusta. Si no lo conoces te facilito el enlace de un post sobre la zona :
http://turismodepalencia.wordpress.com/2013/02/26/desde-cervera-hasta-cardano/ ,
Saludos desde Venta de Baños
Qué inspirador ha sido tu relato querido amigo. Con el calor que estoy pasando ahora en el hemisferio sur, ese «aire gélido» que parece emerger de tu fotografía, me llega en el mejor momento. Me he sentido muy identificado con tus palabras. Sin duda un post lleno de poesía. Me ha encantado. Un abrazo!
Es curioso porque siempre queremos lo contrario a lo que tenemos,aunque el tema verano-invierno es como el de sandia y melón va por gustos,impresionante la foto!
La verdad que Suiza en invierno tiene que ser como vivir en una postal… precioso. Yo también soy de las que adoran el verano aunque si no tuvieramos invierno seguro que lo echaría de menos. Por lo menos para ver paisajes como el que compartes en este artículo. Lástima que en Holanda no haya montañas y que este invierno no hayamos visto la nieve.
un saludo,
Sonia.