Postales del Salar de Uyuni, el desierto blanco de Bolivia

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Postales del Salar de Uyuni, el desierto blanco de Bolivia

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Recuerdo que entramos aún siendo de noche en el Salar de Uyuni, considerado el mayor desierto de sal del mundo y a más altura. Tres días atravesando el Altiplano boliviano desde la frontera de Chile habían sido el mejor preludio para lo que estaba por llegar. Si de Atacama decía que no era de este mundo, las primeras luces de la mañana me demostrarían que aún se podía llegar más lejos en la composición irreal e imposible del paisaje de Uyuni. Montones de sal apilados se reflejaban bajo un suelo húmedo que nos servía de espejo, el horizonte se expandía hasta el infinito mientras un frío agudo se clavaba como un afilado punzón en todo aquella parte del cuerpo que no tuviéramos bien a cubierto. Pero los diez grados bajo cero de aquellos instantes eran apenas un soplo en comparación con el espectáculo que se cernía sobre nuestras narices. ¿Acaso nos sumergíamos en algo que no existía más que en la imaginación de un loco? Mi cabeza daba vueltas entre la realidad y la ilusión mientras caminaba por aquel suelo blanco mojado que reflejaba los colores del amanecer… y de los sueños.

Salar de Uyuni (Bolivia)

En el Salar de Uyuni sólo hay espacio para le emoción, la lágrima fácil y la marea de sensaciones. Se puede volar, convertirse en una gota de agua, quedarse con la mente en blanco y volverse absolutamente loco tratando de atrapar la esencia del vasto desierto blanco. Creo haber traido un pedacito de este Paraíso de somnolientos y chiflados, pero sólo podría haceróslo llegar por medio de imágenes o postales que hablan por sí mismas.

ALGUNOS DATOS DEL SALAR DE UYUNI: EXTENSIÓN, CÓMO LLEGAR, CONSEJOS, ETC…

Aproximadamente 12.000 kilómetros cuadrados forman la superficie de un lago extinto de Bolivia, el Tauca, que formó este inmenso desierto de sal que tapona corrientes de agua en su interior. A 3600 metros de altura, se establece como el situado a más altura del mundo, ya que está enmarcado en el Altiplano dentro de la Cordillera de los Andes.

Está considerado el lugar natural estrella de Bolivia y no somos pocos los que nos hemos sentido atraídos de siempre por las fotografías que nos han llegado. Se encuentra en el suroeste del país, a cierta distancia de la frontera chilena y del Desierto de Atacama.

Dado que yo fui subiendo por Chile en una ruta de los pies a la cabeza, la mejor manera que tenía de llegar hasta el Salar de Uyuni era cruzar el límite de ambos países desde mi campamento base en San Pedro de Atacama. Allí son numerosísimas las compañías que preparan tours de 3 días y 2 noches hacia el salar (4 días en el caso de retornar de nuevo a tierras chilenas), por lo que me pareció acertado contratar uno de ellos en vez de viajar en transporte público a la localidad de Uyuni y después tener que hacerme allí con algo (Es la otra opción, posiblemente más barata pero más incómoda). Podía ser un viaje divertido y pausado a través del inconmensurable altiplano, recorriendo lagos, campos de geysers y volcanes nevados sobre un suelo desértico antes de encontrarme de cara con el gran salar.

Los precios en San Pedro para esta época iban de los 60.000 a los 70.000 pesos chilenos, aproximadamente 100 euros en los que se incluía el transporte en todoterreno, el alojamiento de dos noches y las comidas, cenas y desayunos necesarios. Lo único que debía llevar era 150 bolivianos para pagar la entrada a la Reserva Nacional de Fauna Altoandina Eduardo Avaroa (no aceptan otras monedas), una garrafa de agua potable y papel higiénico (por si acaso…). Por supuesto que la cámara con la batería al máximo y ropa de abrigo abundante porque a 4000 metros hace mucho frío, sobre todo de noche. Lo contraté a la agencia IncaNorth Tours (Calle Toconao 441), con quienes había hecho ya algunas rutas por el área de Atacama y me había ido bastante bien.

Mapa del recorrido por el salar de Uyuni
Mapa del recorrido realizado en el tour de Uyuni

Dormí en dos lugares distintos, un refugio muy básico (sin enchufes) en Laguna Colorada en el que el frío era polar y había que taparse con todo lo que se pudiera (todo el que hace el viaje se detiene aquí), y un pequeño y modestísimo hostal residencial en la localidad de Uyuni (Hostal La Roca).

Antes de pasar a mostraros las imágenes del Salar de Uyuni, al cual llegamos en el tercer día de ruta, no puedo dejar de enfatizar que tuve los mejores compañeros de viaje posibles. Sheila e Iván, una pareja compuesta por una barcelonesa y un chileno sumamente divertidos, y un gringo de California llamado Eben (Jaime para los amigos) con el que me llevo de maravilla (de hecho continuamos viajando juntos por Bolivia hasta el momento). Los cuatro formamos el equipo perfecto a bordo del 4×4 conducido por el tímido Florentino, más cómodo con el quechua que con el castellano. El éxito de este viaje tuvo mucho que ver con que lo compartí con todos ellos.

EL AMANECER IMPOSIBLE DE UYUNI

En primer lugar es el amanecer quien abre el abanico de colores y formas inimaginables de un gélido e imponente salar. Los montones de sal apilados en el suelo para secarse reflejan sus cuerpos triangulares sobre las aguas que llegaron de las últimas lluvias. La composición del agua, la sal, los montoncitos y las tonalidades que proporciona la salida del Sol eleva al máximo un panorama tremendamente original. Puedo asegurar que en la vida no había visto nada semejante.

CONDUCIENDO EN EL CIELO

A medida que nos alejamos de las zonas de agua podemos decir que definitivamente nos encontramos circulando sobre un desierto blanco. El suelo es tan sólo una nube más por la que transitar. Un 4×4 es apenas un punto oscuro en un aura de luz repleta de fulgor. Desde un automóvil se tiene la impresión de ir volando. El suelo queda muy abajo, muy lejos de todo.

UN PEDACITO DE LUNA

De repente algunos montoncitos de sal se asemejan a pequeños cráteres o erupciones del satélite lunar. Sobresalen del suelo blanco como salpullidos de una piel imperfecta añadiendo al paisaje un ápice menos de la monotonía propia de una planicie que no parece tener fin. De pronto las similitudes con lugares extraterrestres brotan de un vocabulario que se queda corto para explicar lo que se tiene al frente. Pesan entonces las distancias, los miles de kilómetros convertidos en estandartes de un reto para cualquier viajero que valore lo diferente, lo original, lo imposible.

LA BELLEZA DE LO SIMPLE… EL INFINITO

Cada kilómetro en Uyuni pasaba a ser un centímetro sin apenas darnos cuenta. Era como si no nos moviéramos, como si el horizonte plano y blanco no tuviera límite alguno. Todo se medía por la lejanía y perdíamos toda noción de verticalidad, palabra prohibida en Uyuni. El suelo se agrietaba recordando la agonía del Lago Tauca y a su vez hacía brillar sus vetas como perlas en la mañana. Osado el que mirara fijamente hacia cualquier lugar, pues los destellos de un Sol traicionero podían volverse en su contra. Era la luz la que hacía del cielo y la tierra una sola. Así es la belleza de lo simple, así es el infinito.

PERDIENDO EL EQUILIBRIO…

Cuando la noción del espacio y el tiempo se pierden el suelo del desierto blanco de Uyuni te permite jugar a ser fotógrafo y, sobre todo, a hacer payasadas en la inmensidad del paisaje. De esa manera en cualquier visita a Salar se convierte en lo menos ortodoxa posible. Perder el equilibrio, hacerse el muerto, saltar de distintas maneras, buscar tu reflejo en cualquier charco o deshacerte de tu sombra, retar a las distancias que se pierden en el infinito… Todo menos aburrirse.

E INTENTAR VOLAR…

Me encanta saltar, y cuando lo hice sobre la nube de sal de Uyuni pude creer que estaba iniciando un vuelo sin retorno. Miraba al cielo, respiraba fuerte olvidándome que en sí el Salar ya se elevaba a más de 3600 metros de altura sobre el nivel del mar, y me lanzaba desde aquel suelo como si de un trampolín se tratara. Lo importante no era rozar el cielo sino sentirlo. Y, por supuesto, divertirme.

OBSERVAR EL HORIZONTE Y PENSAR

Tantas veces había soñado con estar en el Salar de Uyuni que no pude evitar sentirme emocionado, diría que eufórico. La Naturaleza con cada una de sus lecciones nos hace ver que no somos más que motas de polvo dentro de algo mucho más grande. Eso tiene precisamente Uyuni, al igual que los desiertos del mundo, que hacen desvanecerse las voces extrañas, que te hablan si tienes interés en escuchar y que te hacen asimilar tu propia insignificancia. En lugares así se puede comprender lo que te dicta el silencio, la propia conciencia y la fortuna que se tiene por haber recalado en ellos al menos una vez en la vida.

LAS LÁGRIMAS DEL TAUCA

El extinto Lago Tauca, en ocasiones, deja caer sus lágrimas sobre su piel áspera y blanquecina. La amargura de su recuerdo permite encontrarlo bajo la sal en el momento menos esperado. Son las lluvias sus mejores cohartadas para seguir alimentando su salar y dejar que los demás, los puntos negros en el horizonte, vislumbremos su obra. Muchas veces son magníficas las composiciones, basta con salir a buscarlas entre la inmensidad del gran Uyuni.

ALGUNOS CONSEJOS PRÁCTICOS PARA EL SALAR DE UYUNI

Como el disfrute en el salar está garantizado, tomad nota de algunos consejos para vuestra visita al mismo. Tened en cuenta que yo lo hice partiendo desde Chile, por lo que me refiero también a los clásicos tours de 3 ó 4 días que se hacen por la zona. Anotad lo siguiente:

– Imprescindible ir bien surtido de ropa de abrigo. Todo vale y nada sobra, más aún cuando cae la noche y puede hacer -20º. Aún así el frío es inevitable.

– Las gafas de sol se convierten en las mejores aliadas en el salar. De lo contrario el reflejo del Sol sobre el blanco lo notan bastante los ojos.

– A la hora de contratar tours es mejor recalar referencias de las agencias. Hay algunas realmente malas cuyos chóferes gustan de beber más de la cuenta. En el caso de mi grupo diré que un guía de Cordillera Tours (la que más recomiendan las guías) nos robó el coche y la gasolina mientras nuestro conductor descansaba placidamente. El pobre tuvo que retornar desde el refugio en Laguna Colorada hasta San Pedro para tener gasolina suficiente. Igualmente si es posible evitar a Colque Tours, mejor que mejor. Se llevan la palma en los comentarios negativos.

– Si se va desde Chile es necesario cambiar a pesos bolivianos. Con tener unos 200 es suficiente (para pagar la entrada al Parque de fauna altoandina y poco más), ya que en Uyuni hay cajeros y en San Pedro el cambio no es el mejor del mundo.

– No hay enchufes en los refugios, por lo que se recomienda ir pleno de baterías. Además en el Salar de Uyuni la cámara está más encendida que apagada por razones obvias.

– Un tour sin ver amanecer en el Salar de Uyuni no es un tour. No importa que te mueras del frío, pero hay que estar allí con las primeras luces del alba.

– Hacer el payaso lo máximo. Las posibilidades que da el Salar de Uyuni para las fotografías son tantas que si se le echa imaginación pueden salir instantáneas muy buenas (no hay más que buscar por la red).

Y EL VIAJE PROSIGUIÓ POR POTOSÍ Y SUCRE… DOS PERLAS BOLIVIANAS PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

Todo sigue viento en popa. Bolivia es una maravilla por su autenticidad, sus paisajes y por contar con un Patrimonio Histórico excelente. Primero Potosí (con visita a las minas incluida) y después Sucre (tan andaluza como La Giralda) marcaron mis primeros pasos en un país que estoy disfrutando al máximo. Como me temía es América Latina pura y dura, con lo que eso significa para lo bueno y para lo malo. Y era justo lo que estaba buscando.

El siguiente paso es llegar a La Paz, si no lo impiden los mil y un bloqueos que se reparten por todo el país, y quedarme unos días antes de ver las ruinas de Tiahuanaco y tocar la región amazónica boliviana en Santa Rosa del Yacuma. ¡Qué bien suena todo!

Cada vez tengo más claro que este viaje me está cambiando la vida…

Sele

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* Recuerda que puedes seguir todos los pasos de este viaje en MOCHILERO EN AMÉRICA

27 Respuestas a “Postales del Salar de Uyuni, el desierto blanco de Bolivia”

  • […] formas geométricas, perdido en el Altiplano de Bolivia. Así definen el Salar de Uyuni mis amigos Sele e Inés. Probablemente sea uno de los lugares más conocidos y turísticos del país andino, pero […]

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