En Ayna amanece que no es poco
En el bello pueblo albaceteño de Ayna amanece, que no es poco, aunque al Sol le de por llevar la contraria y salir por donde no debe, enfureciendo al cuerpo de la Guardia Civil, que no duda en disparar hacia el cielo por tan incongruente disparate. No estamos hablando de un lugar cualquiera, ni mucho menos. Ayna es un pueblo de mucha cultura, de unas peculiaridades de gran valor y de un folclore muy variado, de hecho en la taberna se canta ópera a todas horas y no existe nadie que no haya leído «Luz de Agosto» de William Faulkner. Allá donde la Casa Cuartel es también biblioteca, los hombres nacen en el bancal o puede salirte un fogonazo del trasero con el más mínimo pensamiento lascivo. En realidad nada es normal en este enclave perdido de la Sierra de Albacete, el pueblo que dijo Pepe, aunque tiene la inmensa capacidad de convertir sus alocadas extravagancias en pura rutina. Pero antes de que empiece a levitar quince palmos del suelo y os preguntéis de qué demonios hablo tengo que confesaros que Ayna es, realmente, el lugar principal del rodaje (junto a Molinicos y Liétor) de la película más surrealista del cine español: «Amanece que no es poco», dirigida por José Luis Cuerda y protagonizada por el mejor elenco de actores, actrices y extras que se haya podido reunir en nuestro país. Y como fan de esta película de culto pude disfrutar de una visita a a esta localidad que aún recuerda los días de gloria de una grabación de la que ya se han cumplido tres décadas.
Si el Alcalde, el Párroco o la Guardia Civil no lo impiden, me gustaría que juntos diésemos un paseo por el escenario de muchas de las tomas de Amanece que no es poco, aquellos lugares que hicieron ordinario lo extraordinario. Un post en clave amanecista pero dedicado también a quienes no lo son aún, siempre que estén sujetos terriblemente a las pasiones.
Hay quienes llaman a esta zona «La Suiza de Albacete». El propio Antonio Resines, uno de los protagonistas de la película, comentaba que pocos minutos antes de llegar no podían creerse que llamaran Suiza a un llano. Pero la sorpresa de Albacete es esa… que de repente rompe todos los esquemas y se vuelve abrupta, eliminando de raíz todos esos tópicos estúpidos que niegan cualquier tipo de interés turístico. Pero por un lado, puede que esa mentira en la que muchos caen, sea su suerte, la baza de permanecer auténtica y alejada de los focos. Basta con asomarse a uno de los miradores que hay cuando se está a punto a alcanzar Ayna, allá donde el Sol sale al revés, y darse cuenta de que lo que vemos resulta hermosísimo.
El pueblo es parte de la ruta de Amanece que no es poco que recorre otros municipios como Liétor y Molinicos. Actualmente muchos de los escenarios están señalizados y convenientemente explicados para que los aficionados a la película podamos conocer estos lugares y muchos de sus secretos. De hecho se organizan encuentros que los fans convocan por internet para reunirse allí y emprender una de las peregrinaciones más surrealistas que se puedan llevar a cabo hoy día. Turismo rural y cine unidos en una misma pasión.
Como surrealista fue ser recibidos por el actual Alcalde de Ayna, Emiliano Rodríguez, y gritarle un «¡Viva el munícipe por antonomasia!» o «¡Todos somos contingentes, pero tú eres necesario!» tal y como acostumbran a hacer los vecinos del pueblo en la película. Esta vez no traía ninguna mujer despampanante junto a él ni había niños cantando «Valencia» subidos a un montículo. Estábamos nosotros, los bloggers de viajes, tan metidos en «Amanece que no es poco» que no pudimos evitar subirnos al sidecar con el que Teodoro y Jimmy llegaron aprovechando el año sabático del primero en la Universidad de Oklahoma (ya se sabe, se trabajan seis y se libra uno).
La niebla fue despejándose poco a poco e incluso dejó de llover (agua, no arroz de calasparra o higos, como alguno hubiese deseado) por lo que pudimos ir caminando tranquilamente por las empinadas y estrechas callejuelas de Ayna. Allá donde nuestro guía nos decía que este u otro había salido de extra o que en este lugar estaba la casa de Ngé o los interiores de la taberna más culta que haya existido jamás. Casualidades de la vida tuvimos que dejar pasar al coche que conducía de verdad el chófer del Alcalde en la película, el de «Esta vez trae una tía despampamante» o pasar por el bar regentado en la actualidad por uno de los borrachos del pueblo, el que opinaba tras beberse unos anises que «el rizoma de los replantaos es como el del lirio común». Todo un disparate, surrealismo mezclado con la realidad más absoluta. Porque es cierto que allí viven muchos de los personajes que tuvieron algún diálogo en el filme de Cuerda. Ayna huele a delirio amanecista…
Un Guardia civil que se persigue a sí mismo para ir a misa se pasea en nuestra imaginación, así como la imagen del negro Ngé caminando en zig zag para tardar más en hacer el recorrido y pensar mejor a donde va uno (algo que debíamos empezar muchos a hacer). No hay que olvidar que en este pueblo se tiene un respeto reverencial por las minorías étnicas, aunque no opine lo mismo Pedro, el viejo agricultor al que le gusta escribir a máquina e irse con señoritas, que es incapaz de asimilar que lleva viviendo 40 años después con un negro más negro que el tizón al que le da por llevarse las cabras a medianoche y plantarse en el monte como un auténtico masai.
Ayna tiene historia, mucho más allá de la actual o la cinematográfica. Es una de las muchas localidades que los musulmanes levantaron en la Sierra de Albacete para protegerse de las embestidas de los cristianos en plena Reconquista. De hecho se conserva parte del trazado original además de una fortificación del Siglo XII.
En estas que hablábamos de ese tema tan bonito del libre albedrío cuando entramos a uno de esos rincones que los «amanecistas» apreciamos como pocos, el Centro de Interpretación de Amanece que no es poco, que abrió sus puertas en el año 2010. Dentro de un edificio de excelentes cualidades históricas y artísticas (no hay más que mirar sus techos) hay una exposición con fotografías, objetos y diálogos de la película. Uno puede, si así lo desea, escuchar a la cantante de ópera de la taberna o fotografiarse con una de las bicicletas que utilizan los sudamericanos del pueblo los días que deciden no oler a Lomo de Ángel. Todo un santuario en el que quienes nos sabemos la peli casi de memoria podemos disfrutar a lo grande.
Fuimos salimos del centro y comenzamos a bajar aún más las callejuelas que llevan a la orilla del río y, por tanto, a los bancales. Aunque aún nos quedaba un largo trecho en el que se fueron sucediendo algunos rincones que aparecen en «Amanece que no es poco», como por ejemplo la escuela en la que Don Roberto, el maestro rural, enseña lecciones a sus pupilos a través de las canciones como la que dedica a esa víscera que no es una máquina y tampoco es un motor llamada corazón y que dice «Pero si algún día poco a poco deja de latir, prepárate, que te vas a morir». No quisimos llamar a la puerta porque todavía había niños haciendo un examen sumamente largo sobre las ingles. Al parecer se habían quedado atrancados en las preguntas «No ha nacido todavía la ingle que me domine y su porqué» y «Las ingles de Andalucía y el clavel».
Igualmente pasamos por ese callejón por el que la labradora Elena, interpretada por una jovencísima Pastora Vega, se marcha a cuidar su bancal donde le acaba de nacer un hombre al que los demás agricultores (Morencos y el aspirante a intelectual) le recomiendan arranque o transplante cuanto antes para que no le deje la tierra seca.
O por donde la pareja de guardiaciviles caminan tranquilamente contando lo que le sucede a los exiliados de la política de Ayna, «un pueblo de la Sierra de Albacete», en el que pueden llegar al levitar hasta quince palmos con el problema que supone que se te caigan encima o te caguen como los pájaros, como ha sucedido más de una vez.
Ya os he dicho que todo el pueblo es muy surrealista e incomprensible. Y si no, que se lo digan a ese médico con tan poco interés científico que disfruta a lo grande cuando a sus pacientes se les está yendo la vida, que todavía no se explica cómo a su esposa le salieron dos pares de gemelos a raíz de sendos coitos con el labrador Morencos. Vamos, lo que viene a ser un «Sin Dios».
Alegremente fuimos bajando a los bancales cantando madrigales cuando llegamos al que para mí es el centro de la película. ¡¡Qué digo!! El corazón de todos los discursos, odas y alabanzas que se hayan podido realizar no sólo en España sino en el mundo entero. Nadie, absolutamente nadie, ha demostrado en esta vida mejor cordura y sensibilidad que el agricultor Pedro, un personaje que, a pesar de estar sujeto terriblemente a las pasiones y escribir a máquina en sus ratos libres, no ha llegado tarde al bancal un solo día. Cada tarde, cuando le toca ir a recogerse fumándose un cigarro de liar, no se olvida de quien no ha faltado nunca es sus momentos más difíciles… la calabaza.
Pues exactamente allí, justo en el lugar donde se rodó la escena, uno puede ponerse en la piel del Señor Pedro y dar las gracias una vez más a la calabaza por prestar oídos a nuestras quejas e iluminar nuestro camino. En mi caso, que llevo la calabaza en el corazón, no pude evitar recitarle la oda y aliviar mi pena.
Posteriormente, apenas unos metros de la calabaza, nos encontramos con la fachada recreada del hogar en la que viven el propio Pedro con su hermana (Chus Lampreave) y su sobrino Ngé. Esperamos a que nos lanzaran las llaves desde la ventana para pasar a la casa y tomar unos vinitos, pero nos dimos cuenta que era un decorado, ya que la construcción original fue derribada hace años.
Muy cerca fuimos a toparnos con el semillero de hombres, aquellos que les da por no brotar y no brotan, dando igual que se les riegue que se les abone. De esa forma son ya varios los siglos en los que el pobre Garcinuño lleva agostado, tiempo que ha empleado a cultivar su mente y así devorar los grandes maestros del Siglo de Oro español (aunque él siempre tuvo cuerpo de Góngora). Yo mismo, reconozco, me agosté por solidaridad con los hombres que nacen en el bancal y dejan la tierra seca.
Pero si algo tienen los bloggers de viajes, es ir todos a una, por lo que finalmente acabamos unánimemente posando en el semillero, quien sabe si podía servir para que brotaran nuevas ideas.
Los huertos van al ras del Río Mundo que nace no muy lejos de allí en otro de esos paisajes indiscutibles por los que Albacete merece mucho la pena tenerse en cuenta para viajar y practicar turismo rural. Ayna es uno de los pueblecitos en los que se puede saborear mucho al respecto puesto que ingredientes no le faltan.
Siguiendo la margen del Río Mundo nos encontramos con más elementos amanecistas, tales como la parcela de Elena donde le brotó un apuesto hombre al que bautizó como Mariano y terminó dejándole cojito para toda la vida por sacarle a destiempo. O el agua del canal de riego que alivió la quemazón en las posaderas del pobre Morencos cuando de las mismas prendió un fogonazo al emocionarse demasiado pensando en la moza del Alcalde, la bella santanderina con acento andaluz que los jóvenes querían fuese comunal, para desgracia del munícipe por antonomasia.
El final de nuestra visita a Ayna fue en una pequeña a la vez que exótica cascada de la que caía agua incesantemente. Donde muchos llegan para simplemente disfrutar de la vista, respirar aire puro y ver si se contagian de ese surrealismo tan divertido y tan sano que tiene que ver con este pueblo. Una forma de mirar al mundo de otra manera, de cambiar el gris de los acontencimientos con un humor irrefrenable que el mismísimo Dalí hubiese pintado en cine si hubiese querido.
Debo contradecir al Cabo Pascual, del Cuerpo de la Benemérita, quien aseguraba que en Ayna no había fonda. Todo lo contrario, hay hospedaje de distintos tipos y categorías. La posibilidad de hacer turismo rural es un hecho, y de esa forma no sólo hacer a conciencia la Ruta completa de «Amanece que no es poco» sino también ir a ver el Nacimiento del Río Mundo, Riopar, Arroyofrío o los distintos enclaves naturales de las Sierras del Segura y Alcaraz. No hace falta hacer como Jimmy y Teodoro, que se empeñaron en llamar a las puertas a deshoras diciendo que habían venido a hablar de Dostoievski (aunque eso ayudaría sin ninguna duda), sino quererse quedar más tiempo y vivir este lugar tan peculiar y a la vez tan auténtico. Opciones las hay, siendo uno de ellos el Hostal Miralmundo, que está atendido por Juan Ángel, cuyo papel en la película de Cuerda fue la del «Niño deprimío» que no prestaba atención alguna a las indicaciones de tañir campanas pero bien se lo pasaba cantando al corazón en clase de Don Roberto. Precisamente con él y con otro ex-alumno de la escuela más musical de todos los tiempos estuvimos disfrutando un día antes de las Jornadas de las tapas de Albacete. Pero esa… es otra historia.
Ayna y sus alrededores merecen ser conocidos en varias vertientes, la más puramente amanecista para fans locos como el que os escribe y la que tiene que ver con su entorno histórico o natural, con su cultura o una gastronomía capaz de arrebatarte el sentido. Nada mejor para quitarse de encima los tópicos sobre Albacete, salvo el del buen humor (que doy fe que es así). La Ruta de Amanece que no es poco es un señuelo perfecto para ir tirando de la cuerda e ir descubriendo unos escenarios magníficos.
Aquí uno debe «desdoblarse» para aprovechar todas las oportunidades de turismo rural que ofrece la zona. Eso sí, sin pimplarse el vino de misa hasta dejar a la Iglesia sin existencias, ni quitarle la chica al Alcalde por muy despampanante que sea. No vayamos a montar un Sin Dios a la mínima y provocar una revolución en el pueblo. Porque todos somos contingentes… pero Ayna es necesaria.
Sele
9 Respuestas a “En Ayna amanece que no es poco”
Bravo, Sele! Has capturado y recreado con el punto justo de surrealismo y grandes dosis de gracia lo bien que lo pasamos en Ayna siguiendo la ruta de Amanece que no es poco… Decir que fue un placer compartir blogtrip con vosotros sería quedarse corta…
Un abrazo enorme desde Barcelona
Buena entrada Sele! No he podido evitar sonreir recordando varias escenas de la peli a medida que iba leyendo!!
Saludos
A pesar de ser yo un ser muy primario, que no piensa,casi,y que está sujeto terriblemente a las pasiones, desde que vi esta película he hecho muchas cosas contingentes pero necesarias las siguientes: retratarme con una calabaza, leer a ‘Fulner’ sin estropearle la novela, cagarme en todos los muertos de Dostoievski, ir a Ayna (pienso volver)y ver ‘Amanece…’ muchísmas veces.
Lo que no me sale son los fogonazos por el culo y eso que pienso en mozas comunales casi todo el día. También bebo una gotita
Enhorabuena
No he visto la peli, a ver si me animo un día de estos que me ha entrado la curiosidad jejeje!
YO tengo la camiseta, jajaja qué buena y qué friki la peli.
Amanecistas (y los que no lo sois aún)… Yo os llevo en el corazón!!!
Muchas gracias por vuestros comentarios. Cierto es que ese día lo disfruté muchísimo. Y tuvimos una compañía inmejorable 😉
Nos vemos, calabazas…
Sele
Que bello lugar y que película mas buena….
Pero, Sele!!!!
Si has estado por mi tierra, y yo sin enterarme!!!!
Te agardezco que en tu blog, donde se han tratado lugares tan lejanos y exóticos, hayas dado cabida a bellas zonas de mi querida provincia, y a sus gentes.
Querría aprovechar a todos los lectores de «El rincón de Sele» a conocer nuestra provincia albaceteña, especialmente sus zonas rurales (tanto el entorno de la Sierra del SeguraAlcalá del Júcar, Chinchilla, Alcalá del Júcar, etc), su gastronomía, y a sus paisanos.
Olvidaos de prejuicios y tópicos injustos, y venid a conocernos!
Por supuesto Sele, siempre serás bienvenido cuando quieras volver.
[…] en Europa) a la cuna del humor surrealista. Mucha gente desconoce que en Albacete y, concretamente en Ayna, se rodó Amanece que no es poco, una película de culto del cine español que se hace más grande cada año que pasa. Los […]