Encuentro en el Lago Sanabria de El rincón de Sele y Chavetas

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Encuentro en el Lago Sanabria de El rincón de Sele y Chavetas

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Viajar es lo más parecido que hay a despertarse dentro de un bonito sueño. De repente te ves en mitad de un pequeño paraíso y te olvidas de todo lo que te rodea en tu mundo real. Recuerdo que un día abrí mis ojos y me encontré en el mismo centro de un lago hermosísimo que atraía el reflejo de el cielo azul más limpio que jamás había visto. Estaba sentado en una barca, con muchas dudas sobre cómo demonios había ido a parar allí. Pero no estaba solo. A mi derecha estaba situada otra persona, un chico con camiseta naranja y gafas de sol que no reconocía y que también parecía estar despertándose en ese mismo momento. ¿Quién era?, ¿Dónde estábamos realmente?, ¿Qué estaba sucediendo? -me preguntaba. Entonces me dirigí a él directamente y entablamos una conversación en aquel lago que nos llevó a comprender muchas cosas. Vaya, lo recuerdo como si hubiese sido ayer….

Aquel lugar donde despertamos en sueños era el Lago Sanabria, en Zamora. Decorado de una bonita metáfora que explica un encuentro que deseábamos tener hace mucho tiempo. Isaac y Paula, de la web de viajes Chavetas.es, y Rebeca y yo, de elrincondesele.com, por fín nos juntábamos para conocernos personalmente y darnos cuenta de que nuestras vidas son más paralelas de lo que podíamos imaginar. Enfermos incurables de los viajes y de que no queden en el olvido una vez finalicen. Un fin de semana a medio camino entre Madrid y La Coruña donde se estrecharon unos lazos muy fuertes y se plantearon proyectos y sueños futuros.

DECIDIDO, NOS VAMOS A SANABRIA

Todo esto se lleva barruntando mucho tiempo. Yo diría que desde hace dos años, cuando de repente un día supe de la existencia de la web Chavetas.es. Isaac dedicó unas bonitas palabras al Rincón de Sele y me puse en contacto con él para agradecérselo. Desde entonces los chavetas se convirtieron en una de mis webs de viajes preferidas, por su frescura, por su pasión, por su colorido, por su dinamismo y su información siempre detallada y útil. Directamente era lo que andaba buscando y me costaba encontrar en la red de redes. A partir de ese momento tuvimos una comunicación fluida y constante e incluso llegamos a definir una «hermandad» entre ambas páginas web. Hubo guiños desde distintos puntos del mundo, Perú o la Antártida, Indonesia o el Sur de África.

Nunca dábamos el paso de conocernos personalmente hasta que un día de agosto me animé a proponer encontrarnos en un lugar intermedio entre nuestras ciudades, La Coruña y Madrid. Surgió entonces la posibilidad de ir al Lago de Sanabria y nos pusimos a trabajar en esta idea. Conseguimos reservar una cabaña de madera en el pequeño pueblo de San Justo (25€/pers/día en cabaña de 4 plazas) para el fin de semana del 27 al 29 de agosto. Y allí nos encontramos…por fín.

Viernes 27 de agosto: EL ENCUENTRO

Los cuatro llegamos más o menos a la misma hora, a las siete de la tarde. Aunque fueron Paula e Isaac quienes vieron la cabaña por primera vez. Nos dimos un fuerte abrazo y comenzó una conversación que duraría en torno a 48 horas… No haría falta ni un solo minuto para darnos cuenta que habíamos congeniado y que lo de pasar un fin de semana en Sanabria había sido una idea genial. Además la cabaña estaba fenomenal, perfecta para los cuatro. Y a un precio realmente bueno.

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Dejamos las mochilas en las habitaciones y nos marchamos de San Justo hasta El Puente, un pueblo más grande y con un buen número de terrazas al aire libre donde poder beber algo. Una ronda en la que aprovechamos a preguntarnos mil cosas sobre las que teníamos curiosidad los unos de los otros. En realidad nos conocíamos de antes, pero virtualmente, y nos interesaba de forma mutua la opinión que teníamos de ciertos viajes y anécdotas, de las webs, de cómo anda la blogosfera, etc…

Cuando el fresco pasaba al frío clásico de las noches sanabresas decidimos irnos a cenar a un lugar que nos habían recomendado nada más llegar, la Pizzería Stop, en Villarino de Sanabria, apenas a 1 km de las cabañas. No era una pizzería corriente, sino más bien un buen restaurante que servía todo tipo de platos y que estaba especializado en la cocina con setas recolectadas en la comarca. Simplemente trasladamos allí una charla que no se detenía. Porque siempre surgían preguntas que hacernos los unos a los otros.

Y cada respuesta ofrecía un mismo poso. Teníamos muchas cosas en común. Isaac y yo vivíamos de la misma manera nuestra pasión obsesiva por los viajes y por trabajar en nuestras respectivas webs. Rebeca y Paula tenían una forma similar de ver la vida, incluso compartiendo su fobia a volar y su afición a hacer compras durante los viajes (siempre para los demás, no para ellas). La sensación permanente de los cuatro era que ambas parejas teníamos unas vidas muy paralelas.

Se nos hizo algo tarde y después de haber trabajado por la mañana y viajado en coche durante varias horas regresamos a las cabañas, emplazándonos a la mañana para disfrutar de un sábado muy completo. Curiosamente la cerradura sólo funcionaba desde fuera por lo que la cabaña sólo se podía cerrar con llave saliendo por la ventana…

Sábado 28 de agosto: CÓMO SE NOTA QUE NOS GUSTA VIAJAR…

Nos levantamos pasadas las nueve de la mañana. Para poder abrir la puerta y salir a ver qué día hacía, Isaac tuvo que salir por la ventana. Una situación cómica que Paula no dudó en retratar.

Entonces fue momento de abrir por unos instantes los dos portátiles desde los que trabajamos cada día en Chavetas.es y el Rincón de Sele respectivamente. Mostramos el uno al otro el esqueleto de nuestras páginas web, cómo editamos los relatos y trabajamos con las fotos, las estadísticas de nuestras visitas y algunos detalles más que nos sirvieron para tomar buena nota de algunas cosas que nos resultaron interesantes. Un mano a mano, teclado a teclado, pantalla a pantalla, de lo que hay detrás de todo lo que véis cada día en vuestros ordenadores.

Paula y Rebeca se rieron de nosotros y nos dijeron casi a la vez la misma frase: «¡Si es las páginas parecen vuestros hijos!». Después insistieron en ir a desayunar, por lo que cerramos nuestros «submundos» y nos marchamos a una pastelería de El Puente para cargar las pilas a base de bien antes de ir al lago. Rebeca y yo comimos una ensaimada rellena de crema que estaba para chuparse los dedos.

En el coche de Isaac nos fuimos a dar un rodeo al Lago de Sanabria, el único de origen glaciar que hay en España. Más de 300 hectáreas de paraíso acuático rodeado de monte y bosques en los que aún puede llegar a escucharse el aullido de los lobos (Está muy cerca de la Sierra de la Culebra, el lugar de España con mayor densidad de ejemplares de lobo ibérico).

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Dejamos el coche y nos retiramos a una orilla para disfrutar de aquel entorno y remojar los pies en el lago.

Por un lado las chicas…

Y por otro los chicos…

O aún mejor los cuatro juntos estrenando en primicia las nuevas camisetas de los Chavetas…

Lo estábamos pasando de miedo en Sanabria. Todo bajo un cielo y un sol espectacular.

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Aunque como quisimos disfrutar del lago desde otro prisma, alquilamos durante una hora una barca de patines (15€ total) con la que poder perdernos en mitad de lo que Miguel de Unamundo definiría como «Espejo de Soledades».

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En pleno centro del lago nos dejamos cegar por el Sol y nos sentimos como en un yate navegando en el Océano (alguno lejano, seguro). Creo que tan ciegos nos quedamos que nos volvió un poco locos para atrevernos a hacer el vídeo que ha encabezado este post. Una maquinación de los cuatro que grabamos a la primera. No cabían tomas falsas, siendo así más divertido. Tampoco pensábamos ser seleccionados para la próxima película de Amenábar.

A Isaac y a mí nos tocó pedalear bien fuerte cuando nos dimos cuenta que la hora de alquiler de la barca se pasaba y aún estábamos muy lejos de la miniplaya donde debíamos dejarla bien aparcada. Llegaríamos unos minutos tarde, pero llegaríamos.

DSC_0068El reloj marcaba que eran cerca de las dos y media y nos fuimos a buscar un buen sitio para comer. Necesitábamos llevar a cabo un homenaje gastronómico y se me ocurrió buscar un lugar donde muchos años antes, en una parada técnica que hice con mi familia en unas vacaciones a Galicia, había podido ver uno de los chuletones más grandes de mi vida. No recordaba el nombre del restaurante. Sólo el chuletón, una crema de limón deliciosa y, por supuesto, unas vistas sensacionales del lago. Tampoco es que hubiera muchos lugares donde servían comidas a pie del Lago de Sanabria, por lo que la memoria no tardó en situar dicho restaurante en un punto intermedio de la carretera entre Puebla y Ribadelago (altura kilómetro 13.400). Era el Restaurante Los Robles, parte del Camping de primera más solicitado de la comarca. Y sí…los chuletones y las distintas carnes de dinosaurio seguían preparándolas de maravilla.

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Pulpo a la gallega de aperitivo, un chuletón que no cabía en un plato tamaño fuente o un irresistible solomillo con roquefort fueron algunos de los platos degustados. Previo postre de crema de limón. Todo por menos de 20€ por cabeza…

Y con el aliciente de tener a la vista el hermoso Lago de Sanabria. Es decir, que lo único que hubiera mejorado la comida hubiera sido que nos invitaran.

Tanteamos diversas opciones para hacer después de comer. Una charla sobre el lobo ibérico nos llevó a preguntar por la zona sobre algún experto en este tema que nos recomendara dónde existe la remota posibilidad de ver a estos animales. Sabíamos que hoy en día es casi imposible tener un avistamiento de lobos, pero aún así quisimos intentarlo. Conseguimos un teléfono de alguien que organizaba caminatas en la Sierra de la Culebra pero cuando le llamamos nos dijo que en agosto, con tanto calor, las ínfimas posibilidades de incluso escucharlos se reducían a la nada. Nos recomendó intentarlo ya en septiembre, en época de berrea, cuando los lobos salen a buscar a los ciervos en pleno frenesí hormonal.

Desechamos la idea de los lobos y nos volcamos en otra que no podía pasar de largo a alguien que le gusta viajar y contar con la más mínima excusa para salir al extranjero. Teníamos Portugal a tiro de piedra, y visitar alguno de los pueblos de la zona rural de Montesinho se antojaba como una excelente idea. Así que tras curvas y más curvas…y más curvas cruzamos la frontera con el país vecino.

Montesinho es para muchos la zona más silvestre de Portugal, una continuación de La Culebra y con unos accesos limitados a distintas poblaciones lusas. Con unas carreteras dignas del Paleolítico el aislamiento de muchas de las aldeas es casi una constante en cada invierno. Miramos un mapa del Parque Nacional que había en la carretera antes de decantarnos por algún lugar donde detenernos.

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En el coche de Isaac, nos internamos los cuatro en la Portugal más solitaria y rural colindante con España.

Estuvimos en dos aldeas. La primera, diminuta, llamada França, de poco más de 100 habitantes, con apenas dos viejecillos tomando el fresco en una parada de autobús. Y la segunda, donde más tiempo pasamos, Rabal, un claro ejemplo de la arquitectura tradicional del nordeste portugués.

Las pocas personas que había en el pueblo nos saludaron con gran amabilidad. No parecían estar demasiado acostumbradas a forasteros. Y menos con ese calor que hacía.

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Las viejas casas de piedra y tejado de losa pulido con las centurias daban cobijo a las enredaderas que, junto a las flores, rebañaban un nostálgico escaparate rural.

Tomamos unos refrescos bien fríos en un bar del pueblo para saciar nuestra sed antes de cruzar de nuevo la frontera a España. Una frontera casi imaginaria sin rastro de barreras ni aduanas pasadas en la que sólo unos carteles de bienvenida te hacen saber el preciso instante en que pasas de un país a otro. Curvas, curvas y más curvas antes de llegar al principal núcleo de la comarca sanabresa, Puebla de Sanabria.

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Puebla es un conjunto arquitectónico muy destacable que se ha mantenido durante siglos en su posición estratégica de lo que en tiempos fuera una frontera incómoda. Aún conserva su castillo y, sobre todo, unas calles llenas de personalidad que se agolpan en empinadísimas cuestas. La piedra regula la temperatura en invierno y en verano, y sus casas solariegas invitan a adentrarse en un reducido pero interesante espacio histórico.

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Estuvimos sentados en una terracita hasta que empezó a atardecer. Con la proximidad de la noche numerosas bandadas de pájaros se alejaban para resguardarse de una fría luna llena que tampoco perdona en agosto. Fue en aquellas sillas donde sentimos que era buen momento de regresar a la cabaña.

Aunque antes nos detuvimos en la misma pastelería de El Puente en que habíamos desayunado para comprar unas riquísimas empanadas y cenarlas a cubierto. De esa forma pasaríamos lo poco que quedaba de tarde y parte de la noche dentro de nuestro acogedor y rústico hogar de fin de semana.

Nos contamos anécdotas divertidísimas con las que estuvimos dando la vuelta al mundo una y otra vez. Al fin y al cabo eso es lo que hacen las personas a las que viajar es su máxima pasión. Y continuaron los paralelismos una y otra vez. Teníamos más cosas en común de lo que nos hubieramos imaginado en un principio.

Sobre la una de la madrugada nos marchamos a dormir. Aún quedaba un plato fuerte para el domingo…

Domingo 29 de agosto: CORRE, CORRE CABALLITO

Dejamos niquelada la cabaña por la mañana. Lista para marcharnos y que pasaran los siguientes. Aunque no quisimos cerrar la puerta sin dejarles un breve texto en su libro de visitas que contaba con algunos comentarios realmente divertidos. Muchos de sus protagonistas eran unos gatos que nosotros no llegamos a ver y que, al parecer, sólo les falta poder hablar.

Marchamos a El Puente a desayunar y justo después nos fuimos a la pequeña aldea de Los Pedrazales donde se encuentra un picadero que organiza rutas a caballo por el Parque Natural del Lago de Sanabria (www.sanabriacaballo.com). Por 15€ cada uno nos apuntamos a un paseo a caballo de 60 minutos de duración. Sin duda una forma diferente de moverse por aquel entorno natural.

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Yo ya había montado a caballo en varias ocasiones (en Mallorca, en el Pirineo francés, en el Parque Nacional del Rincón de la Vieja, o en Monteverde, estos últimos en Costa Rica) e Isaac unavez de la que casi ni se acordaba. En cambio Rebeca y Paula eran primerizas en agarrar los estribos.

A los cuatro nos tocó montar caballos blancos. En fila india iniciamos una tranquila marcha por el bosque que duraría una hora.

El caballo es, a mi juicio, uno de los animales más bonitos y elegantes que existen, por lo que toda ocasión es buena para subirse a uno. Hacía tres años de la última vez que lo hacía y reconozco que me trajo muy buenos recuerdos. Aunque eché en falta poder ir un poco más deprisa en algunos momentos en que el terreno era más apto para hacerlo. Aún así fue muy divertido compartir esta «experiencia equina» con Rebeca y los chavetas.

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Se nos pasó volando la ruta a caballo. A lo tonto ya era más tarde de la una y media y si no queríamos quedar atrapados en los clásicos atascos de la operación retorno de las vacaciones de verano, debíamos salir ya cada uno hacia sus respectivas ciudades.

De esta forma se pondría fin al Primer Encuentro Chavetas/El Rincón de Sele & El Rincón de Sele/Chavetas en el que tuvimos la oportunidad de conocernos mucho mejor, de hablar largo y tendido de viajes y, sobre todo, de saber que contamos con nuevos buenos amigos.  Respecto a ambos, personalmente me quedo con el entusiasmo y el optimismo de Isaac y con la dulzura de Paula. Son una pareja fantástica.

Presumo que esta fue la primera vez de muchas y que lo que se inició no en Sanabria, sino en nuestros blogs dos años antes, terminará culminando, quien sabe, en un viaje increíble.

Por hoy y por siempre, Chavetas.es será la hermanísima de elrincondesele.com.

Sele

PD1: En Chavetas.es también encontraréis un post contando el fin de semana. Podéis verlo pinchando aquí.
PD2: Desde hoy retomo el cuarto capítulo de Indonesia que versará sobre nuestra experiencia en Borneo. Saldrá publicado el próximo lunes. Y como ya he contado en esta web, será un puro documental repleto de vídeos y fotografías de la selva y, por supuesto, de los orangutanes.

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