Almas de Benín y Togo en blanco y negro (Serie rostros y escenas humanas)
Viajar a Benín y Togo es un sueño hecho realidad para los amantes de la fotografía. Y más aún para quienes profesen verdadera pasión por el retrato y, en definitiva, sacar a la luz escenas humanas cargadas de matices. Se capturan instantes para congelarlos en el tiempo, recordarlos, mimarlos y llevarlos con nosotros, pero también para que cada gesto, cada mirada y cada arruga en la piel se encargue de narrar su propia historia. Es justo reconocer que casi en cualquier calle, poblado o sendero de estos países de África Occidental situados en las costas del Golfo de Guinea se gozan de estampas dignas de fotografiar. La sonrisa contagiosa de un grupo de niños que dan patadas a un balón desinflado, esa campesina que camina con un cántaro de leche sobre su cabeza y portando a su bebé a la espalda, los entresijos de un ritual vudú, un rostro ajado por las escarificaciones y los tatuajes. Pedacitos de vida y cultura, de antropología pura. Y es que son más de cincuenta las etnias que comparten territorio en esta parte del mundo. Un ejemplo de la diversidad étnica, religiosa y cultural que abarca posibilidades extraordinarias para quienes que se deciden llegar hasta aquí.
Os he contado muchas cosas sobre el último viaje a Togo y Benín. Tanto momentos inolvidables como recomendaciones a nivel práctico. No es mi intención, ni mucho menos, daros hoy la lata con datos o información densa. La cuestión es que de allí me traje algunos rostros y escenas humanas que me hace ilusión compartir. Pero no a todo color, que en África rebosa, sino en blanco y negro, dentro de una pequeña y modesta serie fotográfica en la que he estado trabajando estos días. ¿Os apetece verla?
Fotografía de almas en Benín y Togo
Dijo una vez el gran fotoperiodista canadiense Ted Grant que «cuando fotografías gente en color, fotografías sus ropas». Mientras que «cuando fotografías gente en blanco y negro, fotografías sus almas». Sin duda capturar este tipo de imágenes, estando acostumbrados a un mundo de color, te permite observar y plasmar ciertos matices de los que que, de otra manera, jamás te hubieras percatado. El blanco y negro obliga a mirar las cosas de otro modo, como si el duotono fuese el secreto definitivo para desenmascarar formas, gestos y, sobre todo, intenciones. O, como diría Grant, la mejor manera que existe de capturar almas. Curioso, lo mismo piensan muchas personas de diferentes culturas, no sólo de África sino de muchas partes del mundo las cuales se niegan a ser retratadas. Y es que existe una creencia aún más generalizada de lo que imaginamos de que la fotografía, sobre todo si es sin consentimiento, atrapa su esencia y roban un elemento de sus almas, poniéndolas a su vez en peligro.
En la presente serie fotográfica en blanco y negro aparecen personajes y escenas de la vida cotidiana de países como Benín y Togo que, por supuesto, han sido retratados con un consentimiento previo y explícito. Base de un respeto entre iguales y de una confianza que hay que ganarse en todo momento, aunque a veces no resulte sencillo. Buena parte del resultado de este trabajo debo agradecérselo al bueno de Euloge, de Loana Travel, quien nos guió por los vericuetos más inverosímiles durante nuestro viaje a Benín y Togo y nos permitió acceder donde nunca hubiésemos imaginado para poder fotografiar esas almas en blanco y negro. A él van dedicadas estas fotografías:
El danzante taneka
Los taneka celebran su particular rito de iniciación cada diez años. Los jóvenes, tras visitar el bosque sagrado junto al sacerdote de la aldea, deben pasar determinadas pruebas para alcanzar un nuevo status. Las danzas son parte de estos festejos de los que fuimos testigos en el territorio de los taneka al noroeste de Benín.
El baobab sagrado de los tamberma (somba)
El pueblo somba, más conocido en Togo como tamberma, donde fue tomada esta instantánea, considera sagrados a los baobabs. Durante siglos sus gentes vivían en el hueco de estos árboles de gran grosor, aunque con el tiempo levantaron sus hogares, los tata-somba, junto a éstos. En la imagen podemos ver a un varón adulto que custodia el árbol sagrado de una aldea cualquiera del valle de Koutammakou (Togo) y, en el costado izquierdo, a una niña que se agarra a uno de los salientes del tronco.
Anciana holi
Los tatuajes y las escarificaciones son un indicador no sólo del sentimiento de pertenecia a la etnia holi o a un determinado clan. Para las mujeres es, además, una manera virtuosa de representar la belleza femenenina. Hasta hace muy poco, pues la tradición se está empezando a perder, lo raro era no llevar el cuerpo plagado de tatuajes. Esta anciana holi, con la que estuvimos departiendo en un sendero campestre de Benín, no dudó en mostrarnos su torso convertido en un lienzo del que decía sentirse muy orgullosa.
Ahumando pescado
En Cotonou, la capital de Benín, pudimos visitar un pequeño ahumadero de pescado gestionado completamente por mujeres. Allí llevan el resultado de la pesca de los días anteriores para ahumarlo y así después venderlo al mejor postor. Lo que no capta la instantánea es el olor a humo de un lugar en el que a los pocos segundos de entrar te lloran los ojos, poco acostumbrados e incapaces de adaptarse a estas condiciones en las que trabaja mucha gente cada día.
Hechicero fumando en pipa
Sorprendemos a un hechicero taneka fumando una larga pipa. El papel de este tipo de sacerdotes es fundamental para cualquier etnia animista. Los hay en cada aldea y vertebran la vida religiosa de sus habitantes, lideran rituales y según las creencias taneka, son capaces de recibir e interpretar mensajes de los dioses y espíritus para solventar problemas y participar de manera influyente en la toma de decisiones. Suelen vestir atuendos muy cortos de piel de cabra y cubrir su cabeza con un sombrero decorado con caorís.
Mascarada Gelede
Para la tradición yoruba el objetivo de una ceremonia de máscaras Gelede es rendir homenaje a la madre primordial, Iyà Nlà, así como destacar la importancia de la mujer en la sociedad. A través de danzas con delicadas máscaras de madera de rostro femenino se celebran determinados acontecimientos como dar gracias tras las buenas cosechas, implorar que vuelvan las lluvias en caso de sequía o soliviantar al espíritu en caso de que las epidemias se ceben con el pueblo. En este tipo de mascaradas de la sociedad secreta Gelede, las cuales se dan tanto en Benín como Togo o Nigeria se canta en lengua yoruba para narrar la mitología e historia de una cultura muy presente en el Golfo de Guinea.
Puede interesarte el artículo: Danzas, tambores y máscaras en una ceremonia Gelede en el corazón de Benín.
Vudú en el templo de las calaveras
Fuimos invitados a asistir a un ritual vudú en un templo en el que guardan las calaveras de los condenados por el dios Changó. Éstas formaron parte de la ceremonia donde los bailes y la música de tambores se alternaban con los sacrificios ofrecidos a la deidad del trueno.
La belleza está en la sonrisa
Bellísima mujer taneka a la que no le importó posar tras ser testigo de una danza improvisada. Nunca me podré quitar de la cabeza ese gesto sonriente y amable que es capaz de transmitir tantas cosas.
Niños de Togoville
En Togoville, la antigua capital de Togo fundada como colonia alemana (ahora es Lomé), nos encontramos con estos niños que jugaban en la calle mientras sus padres departían a la sombra de un árbol junto a la figura de Legba, una de las deidades más importantes de la religión vudú. Les encantaba verse retratados en las pantallas de nuestras respectivas cámaras de fotos. Aunque cuando de verdad se pusieron contentos fue cuando pudimos entregarles lápices, colorines y bolígrafos, puesto que de material escolar andaban escasos lamentablemente.
Mujer tamberma
El País Somba no entiende de líneas divisorias. Se extiende a ambos lados de la Sierra de Atacora, meciéndose entre Togo y Benín quienes habitan una frontera de papel. A esta mujer de la etnia somba la sorprendimos fumando en pipa. Es de las pocas de la aldea que aún llevan los clásicos piercings de cuarzo en la barbilla, un auténtico icono para una cultura interesantísima (y fotogénica).
Manos de un varón fulani
Los fulani están considerados como uno de los últimos pueblos nómadas de África. Están todos o casi todos los países del Golfo de Guinea y su procedencia original sigue siendo un misterio. Los hombres se dedican al pastoreo de vacas y las mujeres venden leche y queso, además de ocuparse de levantar los campamentos temporales así como de cuidar a los niños. Sus rasgos étnicos difieren mucho de otros pueblos de África Occidental y tanto ellos como ellas (sobre todo) se prodigan con la coquetería y la colección de avalorios (pendientes, pulseras, anillos) no carentes de simbología. Es un pueblo realmente hermético que apenas se mezcla con otras etnias más que por razones comerciales.
Escarificaciones I
Multitud de rostros y cuerpos poseen líneas o escarificaciones realizadas, en ocasiones, cuando son bebés. A las mujeres de la etnia holi, además de llevar marcada la piel por medio de incisiones, les gusta tatuarse el cuerpo entero. Este proceso, que según ellas no es tan doloroso como parece, se lleva a cabo en múltiples culturas africanas. Muchas personas del África subsahariana, en tiempos de esclavitud, se salvaron de ser portadas en los barcos esclavistas porque sus posibles amos o amas tenían miedo de los rostros escarificados. Decían que asustaban a sus hijos.
Escarificaciones II
Las mujeres holi sostienen la creencia de que las incisiones en la piel les ayudarán durante toda su vida. Son, además de libros que narran su pertenencia en este mundo, mecanismos útiles para ahuyentar a los espíritus del mal y, por tanto, protegerse de la muerte. En la actualidad, bajo nuestro mundo globalizado, esta tradición pasa horas bajas, pues las nuevas juventudes consideran que es un freno para encontrar trabajos estables y, de ese modo, poder abandonar la tribu con el objeto de llevar una nueva vida.
Guerreros
Uno de los significados de taneka, el nombre que engloba a esta etnia de Benín, es «guerreros». Muchos escaparon de ser atrapados por los cazadores de esclavos enviados por el reino de Dahomey, aunque también se enfrentaron con rudeza a los ataques y emboscadas ordenados por el Palacio Real de Abomey. Los varones se preparan todavía durante años para ser iniciados y mantener esa fama de aguerridos guerreros y mantener las razones que les llevaron a que su pueblo se salvara, en la medida de lo posible, de ser vendido en el mercado de esclavos de Ouidah.
Mujer fulani con bebé
Las mujeres fulani visten ropajes coloridos y son sumamente fáciles de reconocer, aunque en Togo y Benín no hay tantos miembros de esta etnia como en Burkina Faso o Costa de Marfil. Dado que sus campamentos móviles suelen estar en el interior de zonas selváticas y de difícil acceso, resulta más sencillo poder verlas a ellas, sobre todo, en los mercados donde acuden a comprar o también a vender e intercambiar productos.
El mensajero con el tocado de púas
Y de pronto apareció un señor ataviado únicamente con un pantalón corto y con un tocado de púas de puerco espín en la cabeza. Fumaba en pipa. Se trataba del mensajero que trabajaba a las órdenes del hechicero del pueblo quien, superados los noventa años de edad, requería de un emisario para trasladar su palabra y llevar a cabo determinados rituales mágicos.
Reunión de vecinos
Para el final dejo una de mis preferidas de todo el viaje a Benín y Togo. No es fácil tener juntos en una misma imagen a tantos vecinos de una pintoresca aldea tamberma en el valle togolés de Koutammakou, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO dada la valiosa singularidad de sus casas ornamentadas de adobe (tata-somba). Pero aquel día fue especial y tuvimos un recibimiento a la altura de nuestras expectativas. Aquella parte del país, así como al otro lado de la frontera beninesa, justifica por sí las horas de avión y coche necesarias para un viaje de este calado.
Matriarca
En muchas etnias de África Occidental se comprende mucho mejor la figura matriarcal como fuente principal y autoridad dentro de un clan. El el caso de los fulani es más que evidente, pues ellas se encargan de la gestión de los recursos económicos así como de la organización y manutención del poblado.
Y hasta aquí algunas de esas fotografías con las que, de vez en cuando, viajo de nuevo a África para recordar vivencias y miradas. ¿Qué os parecen? ¿Os gusta la fotografía en blanco y negro?
MÁS SOBRE BENÍN Y TOGO:
- 20 consejos prácticos para viajar a Benín y Togo (cómo llegar, mejor época, vacunas, lugares, recomendaciones, etc.).
- Los mejores momentos de un viaje a Benín y Togo.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
3 Respuestas a “Almas de Benín y Togo en blanco y negro (Serie rostros y escenas humanas)”
Qué buenas!!! Puedes participar en un concurso fotográfico con muchas posibilidades de ganar.
Fotazas.
Sin palabras todo lo que trasmiten .
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