Guía práctica de un viaje en coche a la Provenza/Costa Azul - El rincón de Sele

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Guía práctica de un viaje en coche a la Provenza/Costa Azul

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Francia es una caja de sorpresas que no posee fondo. No importa cuántos viajes haya podido hacer al país vecino que es cada vez mayor mi ansia por seguir conociendo sus rincones. Para este verano me decanté por una ruta en coche desde España a la Provenza, concretamente a la Costa Azul, y degustar así las mismas luces, cielos y olas que trataron de recrear numerosos artistas en los dos últimos siglos. La luminosidad que atrajo a Van Gogh, Chagall, Picasso, Renoir o Cezánne es la protagonista de la misma paleta con la que se elabora y disfruta un viaje provenzal en el cual también juegan los aromas. Es la lavanda, las mimosas y flores frescas las que expiran hacia el Mar Mediterráneo y visten los perfumes nacidos en la Riviera francesa que seducen a todo el mundo. Y así se dibujan en el mapa Cannes, Niza, Grasse, Antibes, Menton, Saint-Paul-de-Vence o la glamurosa Montecarlo que atrapó para siempre a Grace Kelly, la más hermosa de las musas que pudo dirigir en su vida el gran Alfred Hitchcock . Por medio, con carretera y manta elaborando un discurso medianamente improvisado, aparecieron Nimes, Arlés, la escondida Gourdon o la mágica Éze retando al vértigo desde su castillo de cuento de hadas.

Eze (Costa Azul)

Viajar a la Costa Azul en coche, la suculenta y siempre apetecible Côte d´Azur, conlleva elogiar al verano, el buen cine  y las rutas de volante y ventanilla, esos roadtrip con los que indagar más aún en la piel fina, suave y perfumada de una de las zonas más apetecibles de Francia. A continuación os detallo la hoja de ruta, los lugares a visitar más recomendables y algunos consejos en la que espero pueda ser una práctica guía de un viaje a la Provenza/Costa Azul.

LA PROVENZA, LUZ INSPIRADORA

Los Alpes marítimos dejan sitio a la insistente cigarra que se aferra a una costa quebrada de acantilados, turquesas y yates inalcanzables salvo por la mirada. El clima, la calidad de vida mediterránea y el cine clásico han tenido mucha culpa de que la Costa Azul se haya impregnado de cierta fama. Y es que ésta es otra Francia que poco o nada tiene que ver con demás regiones, excepto si hablamos de mantener el encanto intacto de sus ciudades y pueblos. La mágica luz de La Provence sigue inspirando a los viajeros (y muchos turistas con que cuenta en verano) tal cual lo hizo con esos pintores, ahora inmortales, que se enamoraron de la luz más pura y azul de toda Francia.

Calle de Antibes (Provenza, Costa Azul, Francia)

La Provenza además sirvió de puente entre pueblos del Mediterráneo, desde la época romana que tantas huellas dejó en ciudades como Arlés, junto a Nimes conservadora de uno de los mejores anfiteatros que podemos ver en Europa, pasando por la Edad Media a través de pueblos de piedra con calles empinadas y murallas impermeables a los ataques venidos desde el mar. Ya los siglos XIX y XX convirtieron a esta región en taller de impresionistas, en decorado de cine (basta ver «Atrapa un ladrón» de Hitchcock) hasta ser finalmente en villa de cineastas y multimillonarios que vienen a relajarse a la costa a bordo de tremendos yates o los modelos de deportivo más caros.

Existe, por supuesto la Costa Azul de las apariencias, ese constante reto de grandiosidad y quilates, pero basta con que nos fijemos bien para darnos cuenta de que los pequeños detalles siguen midiendo la vida a cámara lenta de esa curva con la que el mar y el sol se columpian mutuamente. Una camiseta de rayas blancas y azules al final de la calle nos induce a pensar que Picasso aún no se ha marchado del todo, que juega a ser inmortal junto un loco que en vida sólo vendió un cuadro, Vincent Van Gogh. Esa es la esencia de La Provenza, esas son las ondas de las olas que aparcan yates y veleros en la bien llamada Costa Azul.

HOJA DE RUTA DEL VIAJE EN COCHE A PROVENZA / COSTA AZUL: RECORRIDO DESDE ESPAÑA

Ocho días completos entre ida y vuelta, es decir, una semana, fue el tiempo que nos ocupó un viaje cuyo punto de partida fue Madrid, el transporte un vehículo Citroen C4 con el kilometraje sobrepasado, y cuatro personas para hacer el camino. La variante respecto a otros roatrips hechos en Francia como el del Valle del Loira, la ruta de los cátaros, el Gers, Poitou-Charentes (El País del Cognac), Midi-Pyrénees o el Périgord es que sí existió una base principal, en este caso Cannes. Los cuatro alquilamos un apartamento para una semana en esta emblemática ciudad de la Riviera francesa y desde allí hicimos un buen número de excursiones en coche por la Costa Azul. Todo sobre la marcha aprovechando que no teníamos demasiados kilómetros entre destinos.

Herboristería en Antibes (Provenza, Costa Azul, Francia)

Tanto en la ida como en la vuelta aprovechamos a conocer ciudades como Arlés o Nimes, este último perteneciente a Languedoc (ahora englobado en la región de Occitania, de nueva creación), aunque prácticamente fronterizo con la región de Provenza. De ese modo el viaje desde/a España fue un tanto más relajado, evitando hacer 1300 kilómetros del tirón.

Salvo estas excepciones ya mencionadas de Arlés/Nimes nuestro radio de acción desde Cannes fue de no más de 60 kilómetros, siendo Menton, pegado a Italia, lo más lejano de la ruta (hablamos de menos de una hora de viaje). El otro lado de la Riviera francesa, Saint Tropez y Port Grimaud, lo habíamos visitado apenas unos meses antes haciendo un crucero muy especial en el Costa neoRiviera, así que no volvimos a incidir por ahí. También hace años estuve recorriendo Marsella y Avignon en un mismo viaje, pura Provenza también, por lo que esta ruta en coche se puede decir que estaba centrado mayoritariamente en el flanco oriental de la Costa Azul.

Los cuatro en una calle de Grasse (Provenza, Costa Azul, Francia)

Y aunque no es Francia sino un país independiente, también fuimos a visitar Mónaco utilizando la ruta de la Moyenne Corniche y parando en el pueblo medieval de Éze, uno de los descubrimientos del viaje.

Mapa con el recorrido por Provenza / Costa Azul

A continuación os muestro un mapa que explica nuestra ruta en coche por La Provenza / Costa Azul:

Mapa de la ruta en Provenza y Costa Azul (Francia)

SALIDA DESDE MADRID – Nimes (haciendo noche) – Cannes (Campamento base Le Cannet) – Antibes – Cannes – Grasse – Gourdon – Niza – Cannes – Saint Paul de Vence – Menton – Cannes – Éze – MónacoCannes – Arlés – Perpignan (sólo noche) – REGRESO A MADRID.

En total fueron 3000 kilómetros en toda la semana, contando la ida y la vuelta desde Madrid y, por supuesto, los peajes de los que os hablaré más adelante. Al fin y al cabo son compañeros infatigables (y un poco pesados) de un viaje de este tipo…

En nuestro caso, repito, fue con coche propio, pero en muchos casos para esta ruta la gente alquila vehículo. Yo suelo alquilar coche utilizando un comparador donde, además, se ofrecen precios bastante competitivos y múltiples posibilidades.

Como siempre tengo que decir que no sé si es el viaje ideal por la Costa Azul pero sí el que se sujetaba a nuestras posibilidades, condicionantes y ganas en ese momento. Nos han quedado cosas por hacer, por supuesto, ya que la región de Provenza es muy grande, pero sí nos ha servido para volvernos con un buen sabor de boca y conocer nuevos destinos en una de las zonas más interesantes de la Francia mediterránea.

NOTAS ACERCA DE LOS LUGARES VISITADOS EN EL VIAJE A LA PROVENZA / COSTA AZUL

Tal como os acabo de mostrar en el mapa, hemos visitado un buen número de lugares, y todos muy recomendables. A continuación os muestro una breve reseña de cada uno de ellos:

Nimes

Es la única ciudad no provenzal propiamente dicha que incluimos en la ruta, puesto que forma parte del Languedoc-Roussillon (ahora es Occitania), a pesar de que está más próxima en todos los sentidos a Arlés (ya en Provenza) que a Montpellier, por poner un ejemplo. Nimes es la Nemausus romana, enclave de la Via Domitia entre Itálica e Hispania, y el lugar en el que los veteranos del César encontraron un hogar tras sus campañas militares en Egipto. De hecho el emblema de la ciudad tiene a un cocodrilo encadenado a una palmera, recuerdo de los éxitos de los soldados romanos a orillas del Nilo. La huella romana es la clave para no perderse esta ciudad, cuyo corazón se encuentra en Las Arenas, uno de los coliseos mejor conservados del mundo. Preparado para albergar a más de 20.000 personas, sigue en funcionamiento dos milenios después de su construcción, aunque en estos momentos se utiliza para la celebración de corridas de toros. Nimes es muy taurina y en Francia hablar de Las Arenas es como hacerlo en España de Las Ventas o La Maestranza.

Las Arenas de Nimes (Francia)

En nuestro primer vistazo a este espectacular coliseo romano coincidimos casualmente con un concierto de David Guetta que tenía una sonoridad tan buena que nos enganchó muy pronto a la ciudad. Pero Nimes tiene mucha más Roma que dar al viajero y para ello basta con caminar hasta la Maison Carrée, un templo mandado levantar en el viejo foro por Augusto en el año 16 antes de Cristo y que se trata del único ejemplo absolutamente intacto de templo en toda la Galia. Realmente tan perfecto como éste nos costaría encontrarlo hoy día en Italia.

Maison Carré (Nimes, Francia)

Para completar este trío romano faltarían los Jardines de la Fontaine con las ruinas del templo de Diana y en lo más alto la Torre Magna (Tour Magne), la única que permanece de todo el emplazamiento defensivo de murallas que en el pasado rodeaba la ciudad. Los tres monumentos (Arenas + Maison Carrée + Tour Magne) se pueden visitar con entradas conjuntas (y añadiendo el estrendo Musée de la Romanité en 2018). Por separado sería más caro, ya que sólo Las Arenas viene a costar 13€. Ya si nos vamos a 20 kilómetros hacia el norte el Pont du Gard nos muestra uno de los mejores acueductos romanos de Francia y, aunque es gratis, hay que pagar unos 10€ de parking para llegar hasta él.

Tour Magne de Nimes (Francia)

Pero Nimes no es sólo Roma, también posee un casco viejo medieval muy compacto y asequible para hacer a pie (realmente no hace falta coche o tomar ni un autobús para ir de punta a punta). De las Arenas si entramos a la Plaza del Mercado nos encontramos con callejones estrechos y fachadas bien pulcras de una ciudad agradable como pocas cuyo remate final está en la Catedral levantada sobre un templo de la época romana en la que destacan, sobre todo, los frisos de la parte delantera que narran en estatuas los capítulos más esenciales del Antiguo Testamento. Es una joya arquitectónica y, sobre todo, escultórica que conviene leer con tiempo suficiente.

Frisos de la catedral de Nimes (Francia)

No te pierdas esta breve guía con los mejores lugares que ver en Nimes y un montón de consejos para sacarle el mayor partido a la ciudad occitana durante uno o dos días.

Cannes

Nuestro campamento base en la Costa Azul. Aunque realmente estábamos hospedados en un apartamento de Le Cannet, situado en las colinas que quedan por encima, teníamos la ciudad a tiro de piedra, o mejor dicho, a tiro de cuesta. Las razones por las que escogimos Cannes son puramente casuales, ya que fue allí donde encontramos un alojamiento a buen precio para las cuatro personas que hicimos este viaje.

Cannes es el típico caso de pueblo de pescadores de la costa que atrajo a famosos, ricos y artistas y empezó a crecer sin parar. Por fortuna su Vieux Port (Puerto viejo) mantiene la esencia y el encanto que un día tuvo y subir hasta la torre de la iglesia sigue siendo un regalo. Particularmente siento que la parte más interesante de la ciudad sigue estando allí, en su casco viejo, y pasear por Rue Meynadier (la de los restaurantes y terrazas) o Rue Antoine (la de las tiendas, aunque también hay cafés muy coquetos y buenos restaurantes) es hacer un retorno inminente a la Belle epoque.

Vieux port de Cannes (Costa Azul, Francia)

La Cannes del Paseo Marítimo es producto del crecimiento y la elección de éste junto a Saint Tropez, Antibes, Niza o Menton como un destacado destino vacacional en la Costa Azul de Francia. Los hoteles cinco estrellas y los Ferraris van de la mano hasta sucumbir en el Boulevar de la Croisette. Los yates de gran eslora atracados en el puerto se funden con el Palacio de Festivales y Congresos, sede del mítico Festival de cine de Cannes que lleva desde los años treinta entregando la prestigiosa Palma de oro a directores y artistas de todo el mundo. Razón por la que esta ciudad francesa es la más internacional de todas las que copan la Provenza, sobre todo en verano en que se encuentra a rebosar.

Cannes es de las pocas ciudades de Costa Azul con playas de arena, pero tiene el impedimento que las del centro son casi todas privadas (y no baratas precisamente) y la que es pública no se encuentra en las mejores condiciones posibles cuando llega la temporada alta. Acude mucha gente y se acumula bastante basura que, aunque se recoja a primera hora de la mañana, vuelve a estar igual pasadas unas horas.

Rebeca y Sele en Cannes (Costa Azul, Francia)

Probablemente Cannes lo tenga todo para ser fabulosa y pretenciosa a la vez. Su vanidad es legendaria, pero sin ella no se comprendería la Riviera francesa. Y para el viajero puede ser un punto estratégico esencial como lo fue para nosotros (y sobre todo para los ricos que viven en mansiones en Le Cannet y Les Collines).

Si quieres leer más sobre esta ciudad no te pierdas el artículo titulado Cannes, una ciudad con sabor a cine en la Costa Azul, publicado en este mismo blog.

Antibes

Abrazada por gruesas murallas y vigilante por sus torres sarracenas nace una de las más bellas ciudades de la Costa Azul, con uno de esos cascos históricos que rezuman un encanto inaudito. La familia Grimaldi, los mismos de Mónaco, se ocuparon de defender este emplazamiento de la que fuera colonia griega antes que ciudad romana. Pero la Antibes de hoy, si nos olvidamos de los lujosos hoteles y villas de los alrededores, es medieval con una pizca de la bohemia decimonónica en faroles y contraventanas.

Antibes (Provenza, Costa Azul, Francia)

No se puede decir más de una visita Antibes que no pase por los muros de una gran fortaleza utilizada en la actualidad como Museo de Picasso ni de lo mejor de todo, vagabundear por unos callejones que forman un gran decorado de arcos, flores y grandes ventanas. El sonido del mar no llega hasta aquí, se pierde en el ruido del Mercado Provenzal y el tintineo de faroles a los que cuesta adormecer en la Rue Sade en su entrada a la algarabía de la Place Nationale. Aunque sea una tarde (o incluso una noche) Antibes merece mucho la pena.

Antibes (Provenza, Costa Azul, Francia)

Grasse

La capital mundial del perfume, no sólo por ser la localización de gran parte de la obra de Suskind «El Perfume» que recientemente llegó al cine, sino porque nunca encontraríamos en otro lugar semejante densidad de perfumistas por metro cuadrado. Cuentan que todo comenzó con un toque de olor a los guantes de piel que llevaban las damas y caballeros del Siglo XVII y a partir de ahí nació una industria que en la Provenza encontraba suficiente materia prima en los campos de lavanda y mimosa. Se pueden visitar en Grasse, apenas a 14 km de Cannes camino a las montañas, perfumerías centenarias con sus alambiques originales para vivir una explosión de toda clase de aromas. También existe el Museo Internacional del Perfume, pero sus 6€ no suelen competir con las exposiciones de perfumerías como Fragonard, justo al lado, que son a coste cero (Moulinard o Gallimard a las afueras también son interesantes pero requieren más tiempo).

Alambique de Frangonard en Grasse (Provenza, Costa Azul)

Desde Boulevard Fragonard entramos de lleno a la Vieille Ville (ciudad vieja) entre tiendas en las que venden perfumes o souvenirs varios. La calle principal reune suficientes atractivos pero puede resultar más interesante perderse por los callejones puramente medievales que salen a izquierda y derecha. Las sorpresas son múltiples en todos los casos porque podemos encontrar desde una libería de viejo a un callejón sin restaurar en el que sentirse de lleno en la película «El Perfume». Lo mejor es descubrirlos y fotografiarlos en la medida de lo posible, ya que merece la pena una indagación minuciosa en el centro histórico de Grasse.

Librería de Grasse (Provenza, Costa Azul, Francia)

En Notre Dame de Puy, muy cerca del Ayuntamiento y su elevado torreón, encontramos uno de los mejores interiores catedralicios de la Provenza. No demasiado lejos una placita se asoma a un mirador desde el cual admirar los campos y, si el tiempo no lo impide, la brisa de un mar más próximo de lo que podría parecer. En verano celebran allí mismo lo que han venido a llamar «siestas perfumadas» consistente en colocar tumbonas y sillas plegables desde las cuales echar una cabezada mientras uno recibe constantes chispazos de lavanda.

Callejón medieval de Grasse (Provenza, Costa Azul, Francia)

El mejor consejo que puedo dar para Grasse es perderse sin más y descubrirlo de forma improvisada. Todo está muy a mano pero conviene salirse de las vías principales y sentir un silencio que parece arrancarnos el verano a golpe de turistas y escandalosas cigarras.

Gourdon

Un pueblo de montaña a 16 km de Grasse al que para llegar hay que serpentear una carretera panorámica asombrosa (Gorges-du-Loup) donde no está de más detenerse a hacer fotografías. Gourdon no aparece en casi ninguna guía de viajes de Provenza o Francia, pero su arquitectura de piedra y, sobre todo, su emplazamiento merece mucho la pena. Es la combinación perfecta con Grasse en una mañana (o una tarde) completa. De hecho está enclavado en la lista de Les Plus Beaux Villages de France, que suele tener bastante tino a la hora de escoger sus pueblos miembros.

Gourdon (Provenza, Francia)

Gourdon nace de una vieja fortaleza sarracena en altura. Y a partir de ella creció una pequeña población de piedra y contraventanas azules plagado de detalles y paz (salvo en agosto cuando llegan más turistas que nunca). Sus highlights son ella misma, sus vistas, las regaderas colgadas en las puertas y la sensación constante de vivir dentro de un cuento.

Gourdon (Provenza, Francia)

Niza

La ciudad más europea de la Costa Azul, y a su vez la más completa. Tiene de todo, el clásico casco viejo de la Provenza mediterránea con castillo en lo alto, una plaza que podría estar en cualquier rincón de Italia (Garibaldi o la enorme Place Massena) y el paseo marítimo más agradable de la Costa Azul. Niza gana por goleada a Cannes en muchos factores, incluso esta última no tiene un hotel tan emblemático como Le Negresco, cuya cúpula y palmeras forman parte de la silueta más reconocible de la ciudad.

Place Massena de Niza (Costa Azul, Francia)

Le Promenade des anglais (Paseo de los ingleses) recorre durante kilómetros una playa de aguas azules que, a diferencia de las que estamos acostumbrados en el Mediterráneo, es de piedras y no de arena. Sus aguas son muy limpias si las comparamos con las de Cannes y tiene una mayor extensión de zonas púbicas. Salvo por lo de las piedras, algo demasiado común en la Costa Azul, es una playa lo bastante atractiva como para darle una oportunidad.

Hotel Le Negresco (Niza, Costa Azul, Francia)

Indispensable para salir a comer o a cenar Cours Saleya o la Place Charles Félix, paralelos al paseo, con un buen número de restaurantes y terrazas que se encuentran llenísimas en verano (un consejo es probar la comida italiana de La Favola, en el número 13 de Cours Saleya, con unas raciones mastodónticas muy interesantes).

Sele en Niza (Costa Azul, Francia)

Niza es para dedicarle tiempo, mínimo todo un día para sacarle cierto partido. Mejor dejar para última hora de la tarde la Vieille ville (subir al castillo al atardecer) curioseando por los callejones donde surgen espectáculos de forma improvisada. Es una ciudad agradable, acogedora y merecedora de mucha más fama de la que tiene. No sólo es un destino vacacional de la Costa Azul sino también uno de esos lugares que merece la pena conocer en profundidad. Estratégicamente, salvo por sus consabidos atascos, es otro emplazamiento que podemos considerar idóneo en esta parte de la Provenza (a 30 km de Cannes y 20 de Mónaco) y sirve de comienzo para las Corniches o rutas de carretera aptas para quienes les guste moverse en coche disfrutando de los paisajes.

Plaza Garibaldi en Niza (Costa Azul, Francia)

Saint-Paul-de-Vence

No es casualidad que Marc Chagall viviera hasta el final de sus días en este fantástico pueblo encaramado a lo alto de una montaña en pleno corazón de la Provenza. Ni que atrajera a Renoir, Picasso, Braque, Matisse, Modigliani o incluso al catalán Joan Miró. Todos ellos compartían una pasión, la luz de este rincón escondido del Mediterráneo con aire de medievo. Saint-Paul-de-Vence es todo inspiración desde el momento en el que lo ves venir desde la carretera. La concentración de genios y genialidades no ha hecho más que sumarlo a la lista de lugares que no podemos perdernos en esta vida. Y para los aficionados al arte, sea cual sea su concepto, no encontrará en menos espacio semejante número de galerías.

Saint Paul de Vence (Provenza, Costa Azul, Francia)

Se accede por una gruesa puerta amurallada desde la cual nace una grieta que corta en dos un pueblo al que no le faltan los detalles. Desde la gran fuente (Place de la Grande Fontaine) hasta las flores de lavanda perfumando los ventanales que han sido testigos de muchas historias. Se puede hacer el paseo de ronda por las murallas pero no hay mejor consejo que olvidarse de los mapas y las guías de viaje y dejarse llevar por donde quiera el pueblo.

Saint Paul de Vence (Provenza, Costa Azul, Francia)

Se recomienda visitar la torre medieval, ahora sede del Ayuntamiento, y admirar la mezcla de estilos en la iglesia de San Pablo que da nombre a la ciudad (muy sorprendente la capilla barroca de Saint Clément que emerge de uno de sus laterales).

Saint Paul de Vence (Provenza, Costa Azul, Francia)

Saint-Paul-de-Vence es probablemente el pueblo más célebre de la Costa Azul. Y, aunque lo es por muchos motivos, esto supone que sea un trasiego constante de gente que nos obligue a elegir mejor las horas de visita. Lo más aconsejable es llegar muy temprano al pueblo o, al contrario, venir a última hora de la tarde. Siempre que se trate de temporada alta, por supuesto. El resto del año lo tendremos prácticamente para nosotros solos.

Sele en Saint Paul de Vence (Provenza, Costa Azul, Francia)

Menton

Probablemente la de Menton es la mejor postal de la Costa Azul (desde el faro o el puerto deportivo). Su colorido de fachadas es más italiano que provenzal, aunque esta ciudad ha abrazado todas las naciones y estilos. Ha sido ligur, romana, monegasca, italiana…¡e incluso parte de la isla de Cerdeña! Aunque finalmente fueron los franceses quienes se llevaron el gato al agua y este espacio con un microclima especial que trae más de 310 días de sol al año, tratándose además de la única tierra en la que se cultivan los limoneros, es otro de esos destinos que conviene tener muy en cuenta en todo viaje a Provenza. Bien lo supo el autor de «Cañas y barro», el valenciano Vicente Blasco Ibáñez, que residió y falleció en esta ciudad fronteriza a 5 kilómetros de Ventimiglia, Italia.

Casco viejo de Menton (Costa Azul, Francia)

En Menton probamos su playa pública tras encontrar aparcamiento milagrosamente. Ésta es de piedra, aunque el agua clara y limpia lo compensara (recomiendo llevar sandalias o calzado adecuado para estos casos). Al otro lado del puerto, justo donde empieza la ciudad vieja, hay una playa de arena que es más pequeña, aunque el agua no es «tan azul», quizás porque los barcos atracan muy cerca de allí.

Playa pública de Menton (Costa Azul, Francia)

El casco antiguo es muy interesante y repleto de restaurantes y tiendas. No cabe un alma en verano, aunque siempre nos quedará el faro o subir por los callejones empinados hasta arriba para encontrar la tranquilidad y el silencio de una ciudad que, como he comentado más arriba, es de auténtica postal.

Menton (Costa Azul, Francia)

Éze y la Moyenne Corniche desde Niza

Si no hubiera sido porque nos quedamos atascados en uno de los túneles de Mónaco quizás nunca hubiésemos tenido que utilizar la Moyenne Corniche, una de las mejores carreteras panorámicas de toda la Costa Azul. Regresando a Niza hicimos un último intento de ir a Mónaco, y qué sorpresa fue la nuestra que nos encontramos con uno de esos tramos de carretera en los que ir al volante se convierte en un sueño. Las vistas del mar, islas, veleros y yates lujosos era tan atractiva que bien valió detenerse en el arcén (y en miradores) en varias ocasiones.

Vistas desde la Moyenne Corniche de la Costa Azul entre Niza y Mónaco

Uno de los descubrimientos más deliciosos que collevó hacer la Moyenne Corniche (también existe la baja y la alta) es poder conocer Éze, un pueblito hermosísimo agarrado a un acantilado. Se le dice «el nido del águila» y es que se sostiene milagrosamente sobre las rocas en un punto privilegiado de la Riviera francesa. Destino vacacional de Walt Disney o inspiración de Nietzsche (dicen que aquí escribió varios capítulos de «Así habló Zaratustra»), Éze también forma parte del cine, ya que algunas tomas de «Atrapar un ladrón» fueron rodadas en este lugar (no es de extrañar que Cary Grant y Grace Kelly se volvieran locos por la Provenza).

Éze (Costa Azul, Francia)

En este caso decir que «es de cuento» sería repetitivo e incluso vacío. Éze es algo más, probablemente el paseo y las vistas a las que todos hemos soñado enfrentarnos alguna vez. Las gotas de la Edad Media distribuídas como el perfume en estrechos callejones rivalizan contra todo lo que se ponga frente a él. Podemos no detener la búsqueda pero nunca encontraremos un lugar como éste… como Éze. Perdérselo sí que hubiera sido un pecado.

Éze (Costa Azul, Francia)

El Principado de Mónaco

No cambiamos de paisajes pero sí de país, aunque se trate del segundo más pequeño del mundo tras el Estado de la Ciudad del Vaticano. Famoso por la Familia Grimaldi, el Casino de Montecarlo y reunir al mayor número de millonarios por metro cuadrado, es uno de esos lugares que no hay que perderse si se está viajando por la Costa Azul. En un día (y en medio también) se puede visitar perfectamente lo esencial del Principado de Mónaco para darnos por satisfechos. Y, si se me admite un consejo, vale la pena llegar a ver cómo le alcanza la noche…

Puerto de Mónaco

Los lugares a visitar en Mónaco, bien para hacerlo por nuestra cuenta o en una visita con un guía experto, están bien definidos: A un lado y encaramado a una colina se encuentra la ciudad vieja con el Palacio Real, la Catedral y diversos edificios gubernamentales, así como embajadas, consulados y firmas de prestigio. El palacio real almenado es excepcional para tomar fotos a cualquier hora del día, aunque iluminado gana bastante más. Sobra decir que las panorámicas de Mónaco, desde las murallas a Montecarlo pasando por el puerto, son fabulosas. Y si nos apetecen los museos el Oceanográfico ya lo merece, aunque sea sólo por degustar su recargada fachada.

Palacio principesco de Mónaco, el castillo de los Grimaldi

En el centro del país se encuentra el puerto deportivo con los yates más grandes y lujosos que nos podamos imaginar. Dado que la mayoría de los mortales no podemos ni siquiera subir a ellos, puede valer caminar por el paseo del puerto, tomar alguna fotografía y acordarnos de la «suerte» de muchos de los que están a bordo. Para los bajos presupuestos debo decir que comer en Mónaco no es imposible en esta parte, que está repleto de puestos de comida rápida con paninis, perritos calientes o kebabs a unos 5€.

Y para el final tomamos el túnel, la chicane que nos hace estremecernos del vérgigo en el Gran Premio de Fórmula 1 y voilá… el Casino de Montecarlo. A todas horas del día la rotonda de la fuente que da a este centro de juego está abarrotada de millonettis y deportivos, pero por la noche la cosa roza la locura. Si nunca te has imaginado un atasco de Lamborghinis, Ferraris, Bentleys o Rolls Royce éste puede ser el sitio para no parar de frotarse los ojos. Aunque llegue a resultar obsceno, hay que verlo alguna vez para asistir como público al escenario cuyos protagonistas están al otro lado de la balanza económica, ese 1% que dispone de la riqueza que carece el 99% de la población mundial.

Casino de Montecarlo (Principado de Mónaco)

Mónaco no deja indiferente a nadie. El lujo corre a raudales e históricamente tiene un peso que viene de muy lejos. Aunque las revistas de papel cuché han hecho mucho por envolvérnoslo para regalo.

Coches de lujo en Montecarlo (Mónaco)

Arlés

La primera vez que supe de Arlés fue de pequeño a través de un cuadro de Van Gogh llamado «Mi habitación en Arlés», cuya lámina a menor escala regalaban en un suplemento dominical. Posteriormente, ya que soy un apasionado de la obra del pintor holandés, indagué en lo prolífico que fue este retiro (y en todos los sentidos) para el genio y su polémico amigo Gauguin. Orejas cortadas aparte, fue en esta ciudad provenzal, en la taurina Arlés, donde Van Gogh tocó con los dedos su inspiración y su locura. Y mucho de lo que hallamos en calles, plazas y paseos están inmortalizados en los lienzos impresionistas que el pintor tiene expuestos en museos de medio mundo (lástima que en vida sólo lograra malvender uno de sus cuadros).

Arlés (Provenza, Francia)

Arlés, vecina de Nimes y que aprovechamos a visitar en nuestro regreso a casa, cuenta con numerosos monumentos protegidos de su época romana y medieval como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. No hay que olvidar que esta ciudad fundada por los griegos llamada Theline y después Arelate por celtas y romanos, fue una de las plazas más importantes de la Galia. Hoy, la mezcla perfecta de la época romana con la arquitectura románica y el toque magistral de los impresionistas hace de Arlés un destino maravilloso y, para mí, una de las ciudades más fabulosas de toda Francia.

Sele y Rebeca en Arlés (Francia)

Al igual que Nimes esta ciudad bañada por el Ródano conserva un coliseo romano magnífico, Las Arenas, también utilizado como coso taurino durante sus ferias populares, aunque antes vieran danzar por él a gladiadores o incluso al pueblo fortificado que se creó en su interior durante la Edad Media. Aunque no está en tan buen estado como el de su vecino, probablemente sus entorno es mucho más auténtico, diría que «más provenzal» y fotogénico. También posee los restos de un teatro a pocos metros, aunque nos lo encontramos con un escenario veraniego montado en medio y no se apreciaba demasiado bien.

Las Arenas de Arlés (Provenza, Francia)

Otro de los lugares de la Antigua Roma que me impresionaron de Arlés fueron los Criptopórticos, galerías subterráneas paralelas al Foro Romano y que poseen una extensión que resulta admirable. Tiene una luz tenue y se filtra el agua, cuyo goteo le da un toque un tanto tétrico que me gusta. Supuestamente servían para dar soporte arquitectónico a las construcciones de la superficie, aunque se aprovechaban para darles múltiples usos como el de almacén e incluso cárcel si la cosa se terciaba. Tanto el criptopórtico como el teatro, el anfiteatro o incluso las termas de Constantino, las mejor conservadas de la Galia, se pueden visitar con un combinado de entradas que se puede solicitar en cada monumento o en la Oficina de Turismo de la ciudad. Ya para el final lo ideal es dejar Les Alyscamps, necrópolis romano-medieval situada a las afueras de la ciudad en la que se puede pasear entre multitud de sarcófagos abiertos y ruinas bastante interesantes que también retrató Van Gogh.

Criptopórticos (Arlés, Provenza, Francia)

Pero Arlés es para saborearla poco a poco, recorrer sus calles estrechas, fijarse en las tiendas de antigüedades u observar la terraza donde Van Gogh pintó «Cafe La Nuit», que sigue existiendo hoy en día en la encantadora Place du forum, con restos romanos sobre fachadas de vivos colores. Y, por supuesto, admirar el pórtico historiado de Saint-Trophime, obra cumbre del románico provenzal que merece la pena quedarse leyendo escultura a escultura. La parte dedicada a los castigos de infierno es reamente soberbia, aunque es maravilloso todo el conjunto. La Place de la République donde se encuentra es un buen punto de partida para moverse de un lado a otro para conocer la ciudad. Y muy fotogénico por otra parte.

Place Forum de Arlés (Provenza, Francia)

A POSTERIORI… AIX-EN-PROVENCE

 

Años después de este viaje visité uno de los imprescindibles que no pueden faltar en Provenza. Se trata de Aix-en-Provence, a escasa distancia de Marsella y considerada de un modo u otro como la capital de la región. Ciudad de artistas, repleta de ofertas culturales y museísticas, además de tener un precioso casco urbano (manejable a pie) y haber sido el hogar de Paul Cézanne.

Taller de Cézanne en Aix-en-Provence (Francia)

Otra para indiscutible para muchos viajes a Provenza/Costa Azul es MARSELLA, una ciudad que ha cambiado muchísimo desde 2013. Podéis leer un montón de consejos sobre qué ver en Marsella (y qué hacer).

MEDIOS DE TRANSPORTE UTILIZADOS

Viaje con coche propio a la Provenza / Costa Azul

En este caso queda claro que se trató de un viaje íntegro en coche de Madrid a Francia y viceversa. Es una opción que recomiendo para ir a viajes en los que se visitan pueblos y lugares menos comunicados, aunque es cierto que varias ciudades de esta lista están bien unidas por tren y bus. Pero estando alojados en un apartamento en lo alto unas colinas hacían IMPRESCINDIBLE contar con coche propio para moverse. Así como ir de un sitio a otro con más celeridad, visitar localidades pequeñas no demasiado accesibles en transporte público y un largo etcétera de ventajas.

Cartel de la Junquera (frontera de España y Francia)

En el caso de que no hubiéramos llevado coche propio, otra opción era volar a algún punto cercano y alquilar un coche con el que recorrer la zona. Para alquiler de coches una buena idea es comparar precios en una web como Discovercars.com, que busca entre las compañías de prestigio (Hertz, Avis, Sixt, Budget, etc.) y suele ofrecer descuentos de hasta un 15%. Además es bastante fácil y manejable. Si queréis echar un vistazo al comparador, aquí tenéis un cajón de búsqueda donde ver precios y poder alquilar vehículos en Europa y en todo el mundo:


SOBRE PEAJES Y OTROS GASTOS: También hay que recalcar que el viaje lo hicimos cuatro personas, lo que minimizó el factor del coste de combustible y peajes. Hay infinidad de peajes. Si tenemos que hacer desde Madrid AP2 + AP7 para cruzar Cataluña hay que preparar unos 45€. En Francia es cierto que son más baratos pero hay un mayor número de peajes, sobre todo para ir a la Costa Azul. En el total del viaje, ida y vuelta y los numerosos trayectos desde Cannes pudimos pagar un total de 200 euros, aunque siendo cuatro los ocupantes del coche y yendo a escote «el daño» no lo fue tanto.

Símbolo de pagar en peaje con monedas

Si se va con tiempo no es mala opción evitar las autopistas de peaje, cuando así sea posible, sobre todo estando ya en la Costa Azul y escogiendo carreteras secundarias (por ejemplo, ir a Mónaco haciendo alguna corniche y aprovechar las panorámicas). Aunque si están muy sobrecargadas estas carreteras en verano el ahorro que estamos haciendo por un lado se nos va en el consumo de gasolina. De Cannes a Niza en autopista se pagan 3€ de peajes, y para llegar hasta Menton en la frontera hay que preparar aproximadamente 3´75€ más. Como he comentado antes no son peajes extremadamente caros y pueden hacernos ahorrar muchísimo tiempo, sobre todo en temporada alta.

Peaje en Francia

Me parece importante comentar que en la mayoría de los peajes de esta parte de Francia no aceptan tarjetas de débito tipo Visa Electron o Maestro de Mastercard. Sólo aceptan crédito desde el momento en que cruzas los Pirineos. Por supuesto siempre nos van a admitir billetes y/o monedas (euros, claro).

La gasolina es más cara en Francia que en España, pero hay diferencias tremendas entre unas Estaciones de Servicio y otras. Si aquí estamos acostumbrados que todas las gasolineras pacten precios (a pesar de estar prohibido por Competencia), allí podemos ver diferencias de hasta 20 céntimos el litro en apenas un par de kilómetros. Las de las compañias más conocidas en carreteras principales son siempre más caras que las que hay junto a centros comerciales tipo Carrefour, Auchan, Leclerc, Intermarché, etc… Y las más baratas de todas son las Express o autoservicio en la que metes la tarjeta de crédito en la ranura y te echas la gasolina tú mismo. En la Costa Azul hay muchas de éstas, por lo que en cuanto las encontrábamos aprovechábamos a llenar el depósito. Es cuestión de fijarse, te ahorras no pocos euros de esta manera.

Cartel de parkigPor último no puedo obviar un factor esencial para quienes se mueven en vehículo propio o de alquiler por la Costa Azul en verano. El aparcamiento es escaso y prácticamente el 99% de las veces de pago. Casi todas las calles requieren el ticket del estacionamiento regulado, aunque afortunadamente a partir de las 19:00 horas y hasta las 8:00 de la mañana es gratis. A pesar de ésto es complicado encontrar lugar para aparcar en la calle, por lo que se suele recurrir a los parkings. Para hacernos una idea de lo que cuesta la hora en éstos tenemos que irnos a una horquilla de entre 2 y 3€. Generalmente la media era de 8€ las tres horas, lo que puede servirnos de referencia a la hora de saber lo que nos vamos a gastar. Casualmente en Mónaco, donde nos esperábamos el estacionamiento más caro, pagamos a 30 céntimos la hora en el parking de la Estación. Pero se debía a que era subvencionado y que a partir de las 19:00 horas reducía sus precios (hay miles de plazas disponibles, por lo que es más económico que en Niza, Cannes, Antibes, etc.).

Este relato cuenta un viaje particular en coche desde España. Pero puede ser que no vayas en coche y quieras hacer todo esto desde Cannes y Niza, por lo que te puede interesar reservar con antelación una o varias excursiones y visitas guiadas en la Costa Azul con un guía experto en castellano y que incluya todos los traslados. 

NUESTRO ALOJAMIENTO EN LA PROVENZA / COSTA AZUL

Apartamento en Cannes

El alojamiento principal durante este viaje a la Costa Azul fue un apartamento tipo estudio que encontramos en Cannes a través de una web dedicada a ofertar alquileres vacacionales (Homelidays). Nos hicimos con un alojamiento pequeño y bastante coqueto en Le Cannet, el norte de Cannes, fuera de la algarabía de la ciudad. Se trataba de un lugar cerrado con piscina comunitaria y garaje, lo que nos venía fantástico para aparcar el coche, ya que era complicado encontrar sitio en pleno agosto como he comentado más arriba. El precio del alquiler por una semana (de sábado a sábado) fue de 700 euros, lo que supuso 175 euros por persona dormir toda una semana en una zona en la que hospedarse es relativamente caro. Nos salía mucho más a cuenta que ir a un hotel, por eso nos decantamos por esta opción.

Nuestro apartamento en Cannes

De nuestro apartamento, bien equipado, además del espacioso salón me quedo sobre todo con la enorme terraza que tenía donde nos organizábamos desayunos, comidas y cenas. Para ahorrar un poco llevamos comida desde España, aunque luego bastó con complementar (para carnes, sobre todo) con uno de los muchos supermercados que había cerca. En definitiva, a lo que más uso le dimos de la casa fue con total seguridad a la terraza (también porque era el único lugar donde enganchábamos señal wifi).

Terraza de nuestro apartameto en Cannes

Hotel en Nimes (viaje de ida)

Nimes fue nuestra primera escala desde Madrid. Hicimos noche allí aunque contamos con tiempo suficiente para hacerle una visita a la ciudad. Encontramos a la salida de la estación el Hotel Adagio Access con habitaciones dobles a 30€ por persona. Disponían de cocina y nevera, lo que nos vino fenomenal para guardar los alimentos.

El Adagio cuenta con habitaciones sencillas y limpias típicas de los hoteles de la cadena Accor. Además, al estar tras la estación trenes, nos poníamos en Las Arenas a apenas a cinco minutos a pie.

Hotel en Perpignan Sud (viaje de vuelta)

El regreso a casa no lo hicimos del tirón, puesto que eran cerca de 1300 kilómetros. Fuimos volviendo tranquilamente, nos detuvimos varias horas en Arlés y para dormir escogimos en Perpignan el Hotel Ibis Sud Saint Charles apenas a un cuarto de hora de la frontera con España. El precio similar, 30€ por persona, con habitaciones espaciosas y camas realmente confortables. El pero está en que se encontraba en un polígono industrial muy tranquilo pero sin nada en los alrededores para poder tomar algo o cenar. Y los precios de su bar restaurante eran prohibitivos hasta para pedir una simple tostada.

Un hotel de paso para dormir y salir temprano. Cómodo y tranquilo. Y de ahí listos para unas cuantas horas de trayecto para volver a Madrid.

Viaja seguro…y con seguro

Cuando viajamos al extranjero nos conviene estar protegidos contra todo lo que nos pueda pasar. Aunque estemos viajando por Europa no está de más llevar una buena póliza que nos cubra en el destino, en este caso Francia, ante posibles accidentes, enfermedades o contratiempos (robos, pérdida de equipaje,etc..) que puedan suponernos un sobrecoste a posteriori. En mi caso para viajar siempre utilizo el Seguro de viajes de IATI porque me parece que cuenta con una cobertura superior a la media (no conviene escatimar en este aspecto ni ir a lo más barato), te adelantan el dinero si sucede algún problema y ofrecen un trato personalizado e inmediato en tu idioma. Los lectores de este blog pueden contratar el Seguro de viajes de IATI que mejor se adecué a lo que están buscando con un 5% de descuento (que se aplica de forma directa entrando por este enlace).

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Conclusiones

Este viaje a la Provenza ha sido el cuarto que he hecho a Francia este año tras Saint Lary en invierno, la ruta por carretera en el Périgord y nuestro paso por Saint Tropez y Port Grimaud en un crucero por el Mediterráneo con el Costa neoRiviera. Probablemente sea el último del año pero que volveré pronto es algo que tengo muy claro. Me encantan los viajes en coche a Francia y este de la Costa Azul ha superado totalmente mis expectativas. Al principio era reacio a viajar en temporada alta, pero tenía unas fechas para escoger sí o sí y la verdad que no me arrepiento. Es una zona interesante que da para estar más de una semana buscando conocer sitios nuevos y, a su vez, relajarse aprovechando las bondades del clima veraniego.

Típica casa provenzal (Gourdon, Costa Azul, Francia)

Es un viaje muy recomendable para hacer con amigos. Fuimos dos parejas que nos conocemos muy bien y las cuales no nos ha costado encajar puesto que íbamos con una onda parecida. Las cosas salieron bien y no me gustaría despedir el artículo sin mencionar a Rebeca, Juan Pedro y María, quienes han formado parte de una de esas escapadas que se me quedarán siempre grabadas en la retina.

Los cuatro en la Costa Azul

Ahora miro al frente y pienso en cuál será el próximo viaje… ¡Vaya, si ya está aquí la boda y la luna de miel! Esto no para… ¡nos vemos en cualquier lugar del planeta!

Sele

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PD: Son muchos viajes los que hemos hecho a Francia. Como por ejemplo al Valle del Loira

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O a la casa de D´Artagnan en el Gers.

Guía práctica del viaje al Gers, alma mosquetera de Gascuña (Francia)

También hemos hecho un viaje en coche por la Aquitania, centrándonos en Burdeos y el Périgord. ¡No os perdáis esta ruta!

Viaje a Burdeos y el Périgord (Aquitania, Francia)

¿Y si seguimos juntos la Ruta de los Cátaros?

Banner pais cataro por ti.

 

128 Respuestas a “Guía práctica de un viaje en coche a la Provenza/Costa Azul”

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