La magia del Lago Atitlán, el espejo de Guatemala
En el Lago Atitlán se detiene el mundo. Es un microcosmos que en el corazón de Guatemala protagoniza uno de los mejores viajes que podríamos soñar. Porque alrededor del que probablemente sea el lago más hermoso del planeta convive la cultura maya en doce pueblos que emergen de sus orillas y tres perfectos volcanes que se fusionan en una estampa difícilmente superable. San Juan, San Pablo, Santiago, San Pedro o Panajachel circundan este espejo con su alma nativa. Se aferran a las aguas que ocasionalmente remueve Xocomil a través de remolinos como férreos baluartes de la tradición maya en lengua kakchikel, quiché o tz’utujil, sin olvidar ese sincretismo religioso cristiano-ancestral que marca su vida diaria.
Guatemala, el auténtico corazón del mundo maya, tiene en el Lago Atitlán uno de sus mayores referentes. Y particularmente conocerlo me proporcionó las sensaciones y experiencias más inolvidables de mi viaje al país centroamericano. Porque asomarse a las aguas de Atitlán puede explicar semejante sensación de paz y felicidad vamos a dar un paseo juntos por el lago. ¿Os apetece subiros en barca conmigo?
Santa Clara La Laguna y canopy en Chuiraxamoló
Nunca olvidaré la primera vez que vi el Lago Atiltán. Fue desde lo alto del Parque Ecológico Regional Chuiraxamoló, un bosque nublado perteneciente a Santa Clara La Laguna en el Departamento de Sololá. Acabábamos de venir de Ciudad de Guatemala y nos encontrábamos en lo alto de una montaña enclavada en el extremo noroccidental del lago. Me quedé sin habla nada más ver el color que reflejaba el agua y los volcanes que se apreciaban justo detrás. Era una distancia bastante prudencial pero probablemente ofrecía una de esas panorámicas de postal que parecen estar trucadas. En ese mismo instante supe que aquello era mucho más de lo que me podría haber imaginado nunca. No hay fotografía que le haga justicia a esta parte del mundo. Es sencillamente uno de esos rincones del mundo que hay que ver por uno mismo y que no te debería contar nadie.
Todos los nombres de los pueblos alrededor del lago tienen el denominador común de llevar el «San o Santa» delante. Incluso Panajachel, el más concurrido, que uno pensaría se desmarca radicalmente de los santorales, se llama realmente San Francisco de Panajachel. Y a casi todos ellos le sigue el apelativo La Laguna. De los doce, Santa Clara es uno de los más pequeños y menos habitados pero tiene la suerte de contar en su territorio con una reserva natural utilizada para practicar senderismo y turismo activo con vistas al lago. Chuiraxamoló, uno de esos nombres que tienes que pronunciar varias veces para no desentonar, posee tan sólo dos cables para hacer canopy (tirolina), pero uno de ellos mide nada menos que 400 metros de longitud, saltando entre dos colinas dejando abajo una distancia de caída de 200 metros. Algo que por nada del mundo nos íbamos a perder.
El primer canopy de 200 metros de un extremo a otro sirvió para perder el miedo y soltar nervios a través de la velocidad con la que viajas por él. Afortunadamente un freno en la última etapa impide te revientes contra unos sacos de arena que parecen de trincheras. Pero el de 400 es el que justifica completamente Chuiraxamoló, sobre todo como cuando aquella mañana se agarró la niebla a mitad del trayecto y durante varios segundos largos como siglos no se apreciaba dónde estaba el final. No es algo apto para quienes sufran vértigo pero es el canopy más adrenalítico que he hecho en mi vida y a quien le gusten este tipo de cosas se lo recomiendo de forma encarecida.
San Juan La Laguna, pueblo de textiles, pinturas… ¿y ultraortodoxos judíos?
Ya sin cascos ni arneses, en la parte del parque que se utiliza para hacer trekking, nos encontramos con improvisados rezos mayas en antiguos altares de piedra. El centro del mundo de estos pueblos indígenas muy diferentes entre sí pero unidos por un lazo transparente con la denominación maya se encuentra en el área del lago. Y precisamente hacia él nos fuimos con el coche para seguir nuestra ruta, dejando atrás también a San Pablo La Laguna, en cuyo cartel de entrada se leía era «el pueblo más limpio de Guatemala», hasta llegar a San Juan La Laguna por una carretera llena de curvas que nos acercó aún más si cabe un Atitlán que se mecía entre nubes bajas.
En San Juan La Laguna teníamos prevista una parada especial y más calmada. Realmente sería el primer pueblo que visitaríamos con más profundidad y en el que no teníamos el más mínimo interés en si había o no monumentos sino en ver cómo vive la gente, mayoritariamente tz’utujil. Entramos a una de las muchas asociaciones de mujeres que trabajan el textil, la Comunidad Ixoq Ajkeem, quienes nos explicaron cómo tiñen los tejidos que usan y venden. Nos hicieron una muestra con hojas, semillas o raíces para ver la manera de sacar colores con ellas. Rojo, amarillo, verde, negro o violeta, aunque lo que más me llamó la atención fue una planta que en función de si se hervía con luna llena daba un azul completamente diferente a si no la había. Aprovechamos también a comer en su local ellas y probar los tres colores del maiz que cultivan así como tamales y un pollo en salsa delicioso.
No cabe duda que actualmente tanto San Juan como todo los pueblos alrededor del Lago Atitlán viven de la artesanía y la llegada de un turismo que en Guatemala va a aumentando año a año. Aunque es cierto localidades pequeñas como San Juan la tranquilidad es absoluta y no existe demasiado movimiento foráneo por las calles, ya que todo se lo llevan San Pedro y Panajachel. Aunque bien es verdad que nos encontramos con lo que menos hubieramos podido imaginar, una amplísima comunidad de judíos ultraortodoxos que llevaban meses en el pueblo y que a uno le hacía preguntarse si estaba en un distrito de Jerusalén o en plena Centroamérica. Una presencia realmente curiosa que, por lo que pude saber, estaba ocasionando muchos desencuentros que parecía complejo se solucionaran en poco tiempo.
Algo que también pone en el mapa de Atiltán a San Juan es la cantidad de murales pintados con motivos eminentemente mayas, aunque con las particularidades del pueblo tz’utujil. El arte urbano viste de costumbres y religiosidad los muros de calles y casas que se convierten en paradas obligadas para los aficionados a la brocha y el graffiti. Me recordó mucho a las aldeas de Gambia que apostaron por este tipo de arte para ser atractivas para el turismo y ser objetivo de viajeros que nunca se hubieran fijado en ellas. Cierto es que San Juan La Laguna es uno de los lugares que me parecieron más interesantes para vivir la versión más relajada del lago Atiltán, pero esta nueva versión de museo al aire libre lo hace más interesante si cabe.
Santiago Atitlán, tradición y visita a Maximón
En el embarcadero, con edificios parcialmente hundidos desde el fatídico Huracán Mitch que en 1998 asoló Centroamérica, nos esperaba un bote de madera para llevarnos a la orilla contraria y poder visitar así mi pueblo predilecto del lago, Santiago Atitlán. Dejaríamos atrás, quien sabe si para siempre, a un San Juan que nos había recibido con los brazos abiertos.
No existe mejor manera de moverse entre pueblos del lago Atitlán que en bote. Los hay públicos a precios muy modestos (1 ó 2€ por plaza) y se pueden encargar de forma privada para tener más flexibilidad y no ser demasiado esclavos del tiempo. Se ofrecen multitud de excursiones, sobre todo en Panajachel, e igualmente hay personas que ponen a disposición de los turistas su embarcación para lo que conviene que acordar un precio justo para ambas partes. En realidad el que no se mueve a sus anchas por el lago es porque no quiere. Y además es una forma fabulosa de conocerlo mejor y tomar fotografías que desde la orilla resultarían imposibles. Eso sí, mientras Xocomil, una confrontación de vientos del sur con los del norte que origina remolinos y fuertes olas en el lago y que los mayas explican como la forma de vaciar los pecados de los hombres, no le de por actuar, algo que suele ocurrir normalmente durante el mediodía.
El embarcadero medio quebrado de Santiago fue nuestra entrada al que en particular me pareció el pueblo más auténtico y pintoresco del lago. En primer lugar bastaba fijarse en la vestimenta de hombres y mujeres que aún conservan una indumentaria destinada a ser una de sus mayores señas de identidad. Santiago Atitlán es igualmente tz’utujil, pero con unas peculiaridades indisolublemente unidas a una tradición que les lleva a ser la cabeza de un antiguo reino maya.
Las mujeres suelen llevar una blusa blanca conocida como huipil, que suele estar rellenada muy contundentemente de diseños geométricos y distintos tipos de aves. Una tela enrollada en la que predomina el color rojo en sus distintas tonalidades sirve como falda. Y lo más típico de Santiago, el tocoyal, una cinta enrollada en la cabeza que todavía portan muchas señoras mayores y que pesa bastante. Precisamente una de ellas nos mostró su elaborado tocado para que viéramos cómo se componía de varios metros la cinta que día a día debe colocarse con mucha paciencia.
Los hombres, ataviados siempre con sombrero, se han resistido a los influjos modernos para mantener su característico pantalón corto blanco bordado con motivos geométricos y de animales. Antiguamente se medía la riqueza de estas personas en función de la profusión de dibujos en la tela que formaba este curioso pantalón, aunque la mayoría de los que vimos se componían de meras líneas rectas. Normalmente en pueblos indígenas de este tipo los hombres sucumben antes que las mujeres a la vestimenta occidental. Pero en Santiago aún hay remanentes dignos de llamar la atención. Ya digo que es un pueblo muy particular y aferrado a ser el corazón tz’utujil en el lago Atitlán.
Del embarcadero a la plaza principal tuvimos que superar una larga y empinada cuesta que servía como mercado de artesanía. A pesar de la potente lluvia que nos acompañó durante buena parte de la tarde, nos detuvimos numerosas veces en los distintos puestos en los que vendían telas, estatuíllas, máscaras de madera propias de ceremonias mayas, bolsos, cuadros y un largo etcétera que a mí que me gusta comprar artesanía local me volvieron muy loco. Los precios de esta clase de objetos son más económicos que en otros países del entorno, aunque conviene negociar. Es cierto que en Guatemala el regateo no es como en Marruecos y no te van a pedir el triple de su valor real, pero siempre se le puede bajar un 20% (y en ocasiones más). Resultado de mi paso por Santiago Atitlán: Dos máscaras y una estatuilla de cerámica.
Dejamos el mercado y llegamos a la plaza o parque central, con un molde del lago Atitlán que suelen utilizar los guías turísticos para contextualizar sus explicaciones, estaba repleta de vida a pesar de la lluvia. Quienes no estaban resguardados en soportales venían en el suelo frutas y verduras. Los niños, a los que empaparse no parecía importarles en absoluto, jugaban tanto al fútbol como al baloncesto en una cancha improvisada. Este parque es de los de sentarse y observar sin más, olvidándose incluso de la cámara de fotos para saborear los instantes de autenticidad que son sencillos de vivir en Santiago.
Tras atravesar el parque central subimos un poco más, encontrándonos con unas escalinatas de piedra que llevaban hasta la iglesia de Santiago Apóstol, construida en 1547 y considerada la más antigua del Departamento de Sololá y probablemente la más interesante y mejor conservada del Lago Atitlán. En mitad de la plaza se mantenía con firmeza una cruz de aquella época. Las formas de esta iglesia de una nave son muy humildes si la comparamos con los templos religiosos de Antigua Guatemala o el área de Quetzaltenango. Se preserva su fachada exterior, encalada en blanco, a la perfección. Adosada a un convento franciscano de la época colonial es esta joya arquitectónica dedicada al Apóstol Santiago una de las visitas ineludibles en este pueblo del Atitlán.
El interior está cargado de historia y tradición. Las capillas que recuerdan a las víctimas de una Guerra Civil demasiado oscura se entremezclan con santos vestidos de tz’utujiles que explican en pleno siglo XXI el sincretismo religioso que se vive en las poblaciones más antiguas de Guatemala. El catolicismo impuesto a base de evangelizaciones express no dejó atrás las creencias locales que en vez de desaparecer se mezclaron con la nueva religión traída de la vieja Europa. No hay más que fijarse en las propias iglesias y, sin irnos muy lejos, en la de Santiago Atitlán. Su retablo de madera profusamente tallado esconde motivos mayas, lo que permitía seguir rezando a los mismos dioses de siempre sin necesidad de rechazar la religión cristiana.
Guatemala es uno de los países con mayor fervor cristiano de toda Centroamérica, pero conserva tradiciones y rezos puramente mayas que se llevan practicando desde hace muchos siglos. Se ora ante el Dios cristiano sin olvidarse de creencias consideradas entonces paganas. Algo similar sucede en países como Perú, en que el Inti, el Dios Sol, aparece en numerosas representaciones que a priori pasaron el filtro de las órdenes religiosas y la mismísima Inquisición durante la época colonial. Eso, en resumen, es lo que se conoce como sincretismo religioso, un rasgo muy visible en la vida diaria de ese alto porcentaje de población nativa que habita el país.
Pero el sincretismo en Santiago no queda ahí. No se puede decir que se ha estado en este pueblo del Lago Atilán sin haber presentado respetos a Maximón. Esta deidad es el mejor ejemplo de lo que viene a ser el sincretismo en Guatemala, puesto que Maximón… o San Simón, agrupa formas y una espiritualidad totalmente dual que absorbe conceptos ancestrales vestidos de occidentalidad. Pero no se encuentra en las iglesias, ni mucho menos. En Santiago Atitlán se venera su figura esculpida en madera cuya custodia jamás aparece en las guías debido a que su ubicación varía de año en año. Lo que significa que para encontrarlo hay que preguntar a la gente del pueblo.
Rilaj Maam, Maximón o San Simón, también conocido como «el abuelo de los mayas» es algo más que un concepto espiritual que nos lleva a los antepasados de un pueblo muy antiguo. Se adora, protege y ruega desde tiempos inmemoriales aunque las formas cambiaron a partir del encuentro forzoso con los conquistadores. De ahí que cuando uno escucha Cofradía de San Simón no suene en absoluto a nada relacionado con el mundo maya, aunque sí lo esté, y mucho. La explicación del sincretismo modelado como una estatua de madera procedente del árbol de tz’atel se comprende en la búsqueda de este personaje que protege a los habitantes de Santiago Atitlán (u otros pueblos del país que tienen su propio Maximón).
Aunque cambia año tras año el lugar donde se guarda la escultura de madera de Maximón, no lleva demasiado tiempo encontrarla puesto que son muchos quienes conocen su paradero ocasional. En nuestro caso, primavera de 2014, lo hallamos en una de las casas del alcalde del pueblo que tenía en la parte alta de la ciudad, a unos 10 minutos a pie de la iglesia de Santiago que acabábamos de visitar. Tuvimos que dar un donativo para pasar a verlo y tomar fotografías. Por otra parte nos venía bien quedarnos un rato para refugiarnos del agua en tromba que estaba empezando a inundar las calles del pueblo.
Nos sentamos frente a Maximón. Tras él no se movieron dos personas siempre vigilantes. Nos contaron que debían turnarse para no dejarle solo salvo cuando llega la noche y es guardado en otra dependencia diferente que sólo se abre en caso de urgencia (por ejemplo ante la muerte inminente de algún cofrade o feligrés por el que quiere rezar su familia). Su figura contrastaba con la que cualquiera podría esperar. Con un sombrero tras otro cubriéndole la cabeza, camisa y decenas de corbatas que tapaban prácticamente todo el cuerpo. También llevaba zapatos, aunque no quedaban a la vista. De su boca salía un puro sin consumir. A pocos centímetros velas encendidas y flores frescas eran las únicas que ponían normalidad en una escena cuanto menos curiosa.
Aunque en Santiago no vimos ninguna ceremonia o rezo ante él (sí en Zunil), normalmente se utiliza para ritos de purificación, limpieza o plegarias de todo tipo. Para ello se le suele dar de beber alcohol que le entra por la boca de su agujereado cuerpo. El abuelo de los mayas no sólo requiere buenas vestimentas, que los cofrades donan, sino también de alcohol o tabaco. No hay que pensar en que Maximón sea un santo a la imagen y semejanza de los cristianos por mucho que escuchemos eso de San Simón. Es un espíritu o deidad que demuestra una constante dualidad entre el bien y el mal. En realidad es mucho más complejo que eso y hay que estar muy versados en la religiosidad local para comprenderlo del todo.
Nos despedimos de Maximón y las figuras que tenía alrededor para abandonar definitivamente Santiago Atitlán, deteniéndonos de nuevo en su mercado. Dejó de llover justo cuando alcanzamos el embarcadero donde nos esperaba la barca que nos llevaría a Panajachel para pasaríamos la noche. La luz de la tarde se filtraba con dificultades sobre las nubes bajas mientras los pescadores faenaban con modestísimos botes de madera aprovechando la quietud del agua.
El camino a Panajachel lo hicimos en silencio. Con el viento en la cara no éramos capaces de pronunciar palabra sino de sentir felicidad. El Atitlán tiene algo que te atrapa y te cierra la boca para que te centres sólo en él. Probablemente no he visto en mi vida un lago tan maravilloso como éste. A pesar de llevar muy poco en Guatemala esos momentos justificaban de pleno un viaje que no había hecho más que comenzar. Y sé que por mucho que lo diga y que lo repita no seré nunca capaz de transmitir la milésima parte de todas aquellas sensaciones que me hacían creer con firmeza que me encontraba en el lugar en el que debía estar.
Noche en Panajachel
Pasamos con la barca justo por delante del volcán San Pedro, precisamente al que intentaríamos echar el guante la mañana siguiente. Un cono perfecto de tupida vegetación nos incitaba a tener nuevas experiencias que debíamos posponer tras un largo día de viaje. Llegamos a Panajachel, que es el pueblo más turístico y concurrido del lago, donde teníamos una habitación de hotel con vistas al lago. El Hotel Porta del Lago se le puede considerar con toda probabilidad el hospedaje con mejores cuartos y panorámicas de todo el pueblo. Aunque, como suele suceder en este tipo de viaje, la habitación no se aprovecha demasiado porque te acuestas tarde y te levantas temprano.
Panajachel está repleto de agencias que organizan todo tipo de excursiones alrededor del Lago Atitlán. Así como de restaurantes de estilo occidental (y cuyos precios de carta superan la media de Guatemala) e incluso discotecas que abren hasta altas horas de la madrugada. El ambiente que había allí no me cautivó demasiado y considero más preferible buscar la tranquilidad de las poblaciones menores de alrededor donde quizás no se pueda comer pizza cuatro estaciones pero sí vivir mejor la autenticidad del lago.
Lo mejor de este primer día en el Lago Atitlán lo recogió mi compañera de viaje Inés Fernández Tuesta, de Mis viajes por ahí, con un reportaje en vídeo digno de ver:
Amanecer en el Lago Atitlán y rumbo a San Pedro
Tras un merecido descanso el mejor regalo que nos pudo hacer Panajachel fue despertar con el Lago Atitlán en cercano horizonte. Como el lienzo bosquejado por un maestro anónimo, las vistas del lago, los volcanes y las nubes arremolinándose en el cielo eran dignas de no pestañear mientras fuera posible. Sólo por semejante amanecer había merecido la pena haber escogido este alojamiento situado junto a los muelles.
Eran las seis de la mañana y el madrugón estaba justificado para no sufrir demasiado el calor y aprovechar más la mañana, ya que esa noche el plan era dormir en Quetzaltenango, para el que teníamos un viaje por delante de tres horas. De Panajachel a San Pedro necesitamos tan sólo de veinte minutos y nos llevamos el clásico pic-nic del hotel para no perder tiempo y comenzar el senderismo en el volcán en las horas más frescas del día. Como había sucedido el día anterior, el trayecto en barca parece aún más importante que el destino final.
Trekking con vistas en el volcán San Pedro
San Pedro es también turístico, quizás no tanto como Panajachel, aunque resulte bastante más interesante. La mayor parte de la gente busca hospedaje barato y hacerse un curso intensivo de español, por lo que hablamos de turistas venidos, sobre todo, de Estados Unidos. Además del mercado del pueblo y una iglesia bonita, el mayor interés que despierta a los viajeros son los trekkings a la cima del volcán San Pedro. Tuk tuks y 4×4 esperan en los muelles para llevar a la base del volcán a la oficina en la que registrarse e iniciar la caminata. Hay quien sube también a pie hasta aquí, pero puede resultar incluso más agotador que el propio trekking. Otros factores esenciales para comenzar temprano y no entretenerse demasiado es que el calor aprieta bastante y que a las nubes les gusta agarrarse al cráter, por lo que si se quiere encontrar la zona despejada conviene no empezar la caminata más tarde de las 7:00-7:30.
La marcha a la cima lleva 4 horas y cuando ha llovido en tiempo reciente el camino puede volverse insoportablemente resbaladizo, que es otro factor importante a tener en cuenta. El principio entre plantas de café y cruzarse con los trabajadores puede resultar más entretenido pero pronto el sendero se convierte en una constante de mucha pendiente. Las vistas desde cada tramo merecen la pena, aunque si no se quiere subir del todo como fue mi caso, a 90 minutos de marcha se halla un mirador encaramado a la ladera casi vertical del volcán desde el cual se pueden obtener unas panorámicas inmensas. Yo no me encontré con demasiadas fuerzas ni ánimo para alcanzar la cima y preferí hacer ruta hasta este punto. Quedaba mucho tiempo de viaje y no hay nadie mejor que uno mismo para admitir limitaciones y administrar cansancios.
Los mejores momentos de este ascenso al volcán San Pedro lo podéis ver a través del vídeo que grabó Inés Fernández Tuesta, de Mis viajes por ahí. ¡Merece la pena!
Callejeo por San Pedro La Laguna
Del mirador al cráter había dos horas y media más de camino empinado, tiempo que invertí en quedarme a hacer fotos, bajar tranquilamente fotografiando pájaros y plantas extrañas y en conocer los entresijos de San Pedro La Laguna, sobre todo su mercado de alimentación y su iglesia. En esta parte de la ciudad, a media altura si tenemos en cuenta la base del volcán y el embarcadero, es lo que queda de la San Pedro auténtica y colorida suficientemente apartada de carteles en inglés y los hippies que venden colgantes y pendientes hechos por ellos mismos. Es el pueblo del lago que más atrae al movimiento hippie actual y no hace falta caminar mucho para darse cuenta de ello. Y es que se trata de un lugar excelente para vivir y quien sabe si empezar de cero.
Callejear por San Pedro, salvo si se hace la larga calle del mercado, supone subir y bajar sin descanso. Es un pueblo que se entiende de arriba a abajo, algo a lo que la gente local lleva con total normalidad aunque porten con ellos cajas de más de veinte kilos. Para los más perezosos hay siempre tuk tuks dispuestos a llevarte donde quieras. Lo idóneo es empezar ya arriba e ir bajando lentamente, atrapando momentos y escenas en el mercado y el área que rodea la iglesia.
A la iglesia del Apóstol San Pedro le encontré cierto parecido con la de Santiago, aunque se construyó con posterioridad y del interior no queda demasiado tras haber pasado multitud de temblores de tierra. También acosutumbran allí a vestir sus figuras para después sacarlas en procesión y se conserva algún retablo de cierto interés. No es un prodigio colonial monumentalmente hablando aunque quizás lo interesante sea observar lo devota que es la gente del pueblo. Observar con respeto y en silencio es una buena idea para capturar las esencias de San Pedro. Incluso es mejor quedarse fuera, sentados en la plaza, y ver cómo pasa la gente.
Para el final dejamos unos jugos de frutas tropicales y la deliciosa limonada a la menta que tan bien preparan en Guatemala. Probabemente el mejor reconstituyente que existe para los días de más calor. Después buscamos un lugar para comer junto al muelle y terminamos en una terracita casi al borde del lago llamada Nick´s place en la que aprovechamos a conectarnos a uno de los pocos wifis que funcionaban en el pueblo. Aunque si queríamos hablar con España las 8 horas que nos separaban nos ponían las cosas muy complicadas.
Retorno a Panajachel
Después de comer tuvimos que retornar a Panajachel, donde quedaba nuestro equipaje y desde el cual debíamos tomar nuestro transporte a Quetzaltenango. El tramo en barco no fue tan benevolente como los anteriores puesto que fue el momento exacto en el que comenzó a gestarse una fortísima tormenta. Durante unos minutos no lográbamos ver nada alrededor y era complejo imaginar que estábamos en un lago interior y no en pleno océano. Por fortuna era tan sólo el inicio y llegamos al hotel sanos y salvos, aunque con el tiempo justo para recoger las cosas y marcharnos hacia una nueva etapa en este viaje a Guatemala.
Fue una lástima despedirse del lago de esa manera tan ingrata, con una lluvia torrencial en ciernes y la quietud de las aguas siendo tan sólo un recuerdo pasado. Aún así miré hacia atrás y me despedí de uno de los lugares que más me habían logrado emocionar en mi vida. Era, sin duda, la Guatemala que había venido a buscar…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
27 Respuestas a “La magia del Lago Atitlán, el espejo de Guatemala”
Hola!
He leído con detenimiento tu artículo, soy de Guatemala y al igual que tu, el lago de Atitlán es quizá uno de los destinos más bonitos de todo el país.
Agradezco tomarte el tiempo de visitar Guatemala y sobre todo de escribir un artículo en el que se detalla tan bien todo que hasta pone la piel de gallina.
En mi fb tengo fotos de otros destinos de Guatemala, cuando quieras puedes pasar.
Enhorabuena por el post. Nosotros tuvimos la oportunidad de visitar Atitlán hace 3 meses y fue una experiencia extraordinaria, al igual que Sololá, que queda a solo 12 km de Pana.
Le dedicamos también un post por si a alguien le interesa.
Un saludo Sele! a ver si algún día coincidimos en este mundo de Diós. Sería un honor para mi.
La verdad que Guatemala es uno de esos países de los que salen imágenes como el Lago Atitlán y dices ¿Aún existen ecosistemas así de vírgenes en nuestro planeta? Además brindan panorámicas de postal, de esas que parece que el photoshop es el único capaz de conseguirlas tan perfectas.
Ya vi hace unos días el vídeo de las tirolinas, encima con esa niebla debe dar una impresión brutal ¿Llegará el cable hasta el final? ¿Me encontraré con alguna sorpresa inesperada?
Muy bueno el relato. Un saludote amigo 😀
Muchas gracias por vuestros comentarios:
+ Carlos, ya te lo puse en Twitter, me halaga muchísimo que le haya gustado el artículo a alguien de allí. Realmente tenéis un país muy auténtico donde uno se siente muy a gusto.
+ Jordi, seguro coincidimos alguna vez en el rincón más remoto del mundo. Sería un placer conocerte, por supuesto.
+ José Carlos, cuando vas a Atitlán te das cuenta que las fotos desmerecen la realidad. El lago Atitlán visto por tus propios ojos es aún más de postal de lo que te puedas imaginar. Es uno de los lugares más bonitos que he visto nunca. Y lo de la tirolina, me hice la misma pregunta cuando estaba a mitad de camino y no veía el fin. Ha sido el mejor canopy que he hecho en mi vida. Y mira que hice tropecientos en Costa Rica, la cuna del canopy en el mundo.
Un saludo, próximamente seguiremos ahondando en Guatemala.
Sele
Fabulosas fotos!
Hola Sele,
En primer lugar enhorabuena por tu blog, por lo que se ve un gran trabajo, que me he encontrado de casualidad mientras pensaba qué hacer con mis vacaciones. Decirte que me das una envidia tremenda, con tanto viaje. Yo sólo puedo viajar una vez al año o así, durante el mes de vacaciones. Eso sí, me suelen dejar elegir la fecha :-).
En fin, si no es molestia, quería preguntarte, porque veo que acabas de estar por Guatemala, que es uno de los destinos que nos planteábamos con mi pareja por libre. En algunos sitios leímos hace un tiempo que algunas partes del país son inseguras para los turistas, pero parece haber información contradictoria al respecto, por lo que mi compañera es algo reticente. ¿Cual es tu sensación sobre eso?
Somos mochileros, por presupuesto y filosofía, y hemos estado por Asia, que encontramos muy seguro, y de Sudamérica sólo conocemos Perú.
Me gustaría preguntarte, ya que has viajado también mucho por Sudamérica, ¿cual sería tu recomendación?, si dispusieras de un mes.
Muchas gracias por anticipado y a seguir el buen trabajo 😉
Hola Juanjo,
A mí Guatemala me pareció un destino seguro para viajar de forma independiente. Las dos veces que he estado no he tenido ni visto ningún problema. No digo que no lo haya y que hay que tener las precauciones lógicas de siempre, pero te lo recomiendo de verdada.
En un mes… Guatemala y pasaría a Belice a conocer los cayos (Caulker es tremendo). Tendrías tiempo también de pasar a ver las ruinas mayas de Copán, en Honduras, y de bucear en Roatán. Ufff, ¿me puedo ir en tu maleta? Llevo mes y medio en Madrid y me subo por las paredes jeje
Un fuerte abrazo y aquí estoy para lo que necesites,
Sele
Enhorabuena por tu página.
El año pasado hicimos un recorrido por la repúblicas bálticas, y nos ayudó muchísimo tu itinerario, lo seguimos casi paso a paso.
Este año nos vamos a Guatemala (con coche alquilado y por nuestra cuenta) y estoy un poco liada con el recorrido. Hoy te entrevistaron en la cadena Ser hablando de China, y me acordé de tu página, estoy buscando si tienes un recorrido por Guatemala, pero no lo encuentro, no sé si lo tienes o no, pero seguro que nos ayudaría bastante.
Muchas gracias.
Hola Ana,
Estoy publicando cosas del viaje a Guatemala que te pueden servir. Mira lo de hoy, por ejemplo, y ve tirando del hilo 😉
Suerte!!
Sele
Hola!!
Este año en mis vacaciones paso por el lago Atitlan. ¿Dónde os quedasteis a dormir?
Gracias!!
Hola María,
Pasamos dos noches en «Porta del lago» en Panajachel, casi en la orilla del Atitlán. Un pelín más caro que la media, pero estaba bastante bien.
Saludos!
Sele
Estuve en el lago Atitlán el pasado mes de marzo, en San Juan un guía local me contó que echaron a los judios de allí porque les querían cambiar sus costumbres mayas, yo no ví ninguno, sí los vi en San Pedro
Muy bueno el artículo, realmente el lago Atitlán es hermoso, y toda su cultura Tsutujil, Cachiquel, etc está muy viva. Guatemala es precioso, solo estuve 10 días pero volveré seguro
Como siempre muchas gracias querido Sele por inspirarnos estas ganas de conocer el mundo. Este año estaremos por Guatemala, si! Dejamos Asia para regresar a América y este post nos ha sacado de alugunas dudas.
Un abrazo de los tres!
Buenas, es la primera vez que escribo y te doy la enhorabuena por el blog. Solo queria saber si tuvisteis sensacion de pais poco seguro para viajar… Esque se lee de todo…
Graciasss
Hola Marta,
Tienes que tener ciertas precauciones lógicas, pero te aseguro que se puede viajar, y bien, por tu cuenta. El Lago Atitlán, por ejemplo, es un remanso de paz.
Anímate a conocer Guatemala, es de los países más bellos del mundo.
Saludos!!
Sele
Interesante artículo. Voy para Guatemala, aunque ya conozco gran parte del país fue hace como 15 años, así que me ilustró y me dejó más entusiasmada hacer este viaje. Voy a celebrar mi cumpleaños. Viajo siempre para esta época, es el mejor regalo que me puedo dar.
Gracias,
No se me ocurre mejor regalo que un viaje a Guatemala, Daissy.
Disfrútalo mucho!
Sele
Mañana salgo para Guatemala, y ha sido una verdadera suerte encontrarte y leerte. He recorrido con tus relatos, todo lo que voy a hacer. Gracias, no dejes de escribir de esa forma tan maravillosa
Y gracias a ti Mari Carmen, por dejar un comentario tan positivo.
Disfruta del viaje y cuando vuelvas cuéntanos qué te ha parecido Guatemala.
Saludos!
Sele
Muy interesante .. he leído detenidamente cada palabra de este post y me ha encantado. Iré para Guatemala en un par de días y he leído que cosas hacer y ver y este postre esta bien. Completo gracias por tomarse ese tiempo en elaborarlo tan detalladamente me ha servido muchísimo
Mil gracias
Muchas gracias por tu comentario, Mapiraz. Ya verás que cuando llegues vas a encontrar un lugar muy pero que muy especial.
Feliz viaje!
Sele
Estaré en Guatemala ( Antigua y Lago Atitlan) sus comentarios me han dado una guía para el viaje.
Gracias.
No sabes cuánto me alegra leer tu mensaje, Bettina. Mucha suerte en tu viaje a Guatemala!!
Sele
Wow una magnifica reseña ( y guia) de Atitlán. . Yo pronto estaré por aquellos rumbos y quizá siga su recorrido tal cual. . .
Gracias por el Post! Saludos desde la Chula Puebla, México.
Muchas gracias!!! Un placer saber que me leen de la Chula Puebla 😉
Un abrazo!
Sele
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