La Navidad es
Un viaje a las emociones de la niñez. Una recena de sabores cotidianos. Días aparentemente intrascendentes que trascienden a la memoria. El sonido del papel rasgado de un regalo a medio desenvolver. Ese timbre sonando de noche y el repicar de unos pasos por la escalera del portal. Ilusión con reflujo de una nostalgia emergente. Prisas, pausas y risas. Querer mucho y añorarlo todo. Un bingo de juguete dando vueltas con nocturnidad y alevosía. Abrigos encima de la cama y pijamas taciturnos en el cajón de la mesilla. La mirada limpia de quienes empiezan a soñar y de los que deciden seguir soñando. Mantecados de limón y un presente en el roscón. Cascanueces mirando por la ventana y un tren de juguete dando vueltas sobre el árbol. La nieve empeñada en no dejarse ver un año más. La familia, los recuerdos y las figuras desordenadas de un Belén traído de muy lejos.
La Navidad para mí se trata de embarcarse en una ruta hacia las emociones más profundas. Y uno de esos trayectos de los que no me gustaría bajarme nunca, aunque no siempre tengamos los mismos pasajes. Hay que vivirla. Hay que sentirla. Para todas esas personas que creéis en el poder de la Navidad, que amáis viajar y que seguís a El rincón de Sele, os deseo que disfrutéis al máximos de estos días en los que todo es posible. Y con una aurora boreal de fondo, que no se diga que aquí no hablamos de viajes. ¡¡FELICES FIESTAS!!