Londres 2007 + 2008
Londres, capital de Inglaterra y del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, era otra de esas cuentas pendientes que con más fuerza tenía apuntada en mi cuaderno de propósitos. Hay tantos medios para ir, está tan cerca relativamente, que fui dejando una vez tras otra mi visita a la que por muchos es una de las ciudades más cosmopolitas y recomendables del mundo. Ese lugar que nadie debería perderse y que reúne alicientes para los amantes de la Historia, del Arte, de la Fiesta, de la Música, del Teatro, de la Lectura, de las Compras, del Fútbol… Londres tiene mucho de todo esto. No obstante fue la tierra en que el mítico Shakespeare desarrolló su labor que se ha convertido en eterna. Y es el paraíso de una de las Monarquías más antiguas del mundo, que marca desde hace siglos el ser y el hacer de sus pobladores. Es el país donde se inventó el fútbol y donde salieron (y siguen saliendo) algunos de los más grandes grupos y cantantes de la Historia de la Música. Y eso se nota a cada palmo en un Londres habitado por gente de aquí y de allá que aportan un mestizaje convertido en seña de identidad. La ciudad del Támesis, frenética y dinámica, culmina una serie de tópicos típicos que ya se han hecho familiares para todos. Muchos no habíamos estado nunca allí, pero conocíamos mil historias, mil calles, mil personajes, mil leyendas… Y tarde o temprano debía llegar el momento de poner mis pies en la ciudad más grande de Europa.
Sería junto a mi amiga y ex-compañera de trabajo, Rebeca, con la que ya había compartido un par de viajecitos a esa otra Dinamarca, con quien marchara a tierras inglesas para pasar algo más de 72 horas (del 8 al 11 de noviembre de 2007) y descubrir todo eso de lo que os estoy hablando. Unos billetes de avión de Easyjet (al Aeropuerto de Gatwick) adquiridos meses antes por internet, un alojamiento próximo a la Estación Principal de Trenes (Victoria Station) llamado Caswell Hotel, además de los consejos de las guías, las webs y los foros de viaje sirvieron de bagaje para comenzar otra nueva aventura.
He aquí un breve resumen de lo que sucedió, que espero venga acompañado de sugerencias y recomendaciones que sean de utilidad o de base para otros viajeros que quieran acercarse a la capital británica.
JUEVES 8 DE NOVIEMBRE
El avión fue muy puntual en su salida. Ni un minuto más ni un minuto menos de las 17:15, en que estaba previsto el despegue. En algo más de dos horas, después de un vuelo tranquilo y que se pasó rápido, pusimos los pies en la mojada pista del Aeropuerto de Gatwick. Retrasamos los relojes una hora para adecuarnos al GMT (Greenwich Mean Time) que marca la vida en dicho meridiano que cruza el propio Londres. Tras hacernos con las suficientes Libras Esterlinas y recoger nuestras maletas nos dirigimos directamente a la Estación de Trenes para subirnos al Gatwick Express, que es la forma más rápida y cara de plantarte en 30 minutos escasos en la Victoria Station. Nosotros habíamos comprado los tickets en el propio avión (con un 5% de descuento), aunque son muchas las ventanillas y medios que existen para adquirir dichos billetes, caros como ellos solos. Afortunadamente hay otras maneras más o menos económicas de trasladarse a la ciudad de Londres desde este Aeropuerto.
El Caswell Hotel es uno de esos muchos alojamientos de escasa capacidad que se agolpan en los aledaños de la Victoria Station, conexión importante y céntrica donde se pueden tomar los diversos medios de transporte (ferrocarriles, metro, autobuses y taxis). A mí siempre me gusta hospedarme en lugares próximos a Estaciones para así poderme mover con más posibilidades y mayor celeridad. Además, es cierto que desde la Victoria Station es muy factible hacer numerosos itinerarios a pie por Londres, que le da más puntos a su favor. En 5 minutos llegamos al Hotel, no sin antes haber sufrido varios intentos de atropello por nuestra torpeza a la hora de cruzar. Nunca me acabé de acostumbrar a su forma de conducir por la izquierda y siempre miraba al lado contrario, por lo que los pitidos fueron el pan nuestro de cada día. Menos mal que en muchas calles hay escrito en el suelo LOOK RIGHT o LOOK LEFT para saber si los coches vienen por la derecha o por la izquierda respectivamente. Otra de esas cosas que hacen peculiares a los ingleses, tan diferentes del resto de los mortales…
El Caswell Hotel era pequeño, humilde y enmoquetado hasta en los rincones más insospechados. Es curiosa la manía británica de poner alfombra en todas partes. A mí personalmente me parece poco higiénico, porque favorece a una acumulación de bacterias y ácaros que se amarran a la tela. Y vaya, huele peor. Pero bueno, para unos días lo veía incluso gracioso. La habitación era coqueta, bastante pequeña, aunque no le faltaba un aparato para calentar agua y hacerse un té, práctica considerada institucional e inherente a la vida inglesa.
No le dedicamos mucho tiempo a la habitación, lo justo para dejar las cosas y dar un primer paseo por el Londres nocturno y despejado de nubes que ya habían descargado rato antes de que nosotros llegáramos. Simplemente deseábamos tener nuestra primera impresión de la ciudad y movernos alrededor de donde estábamos, sin tomar ni siquiera un bus o el metro. Las casas blancas y de aspecto victoriano que rodean el barrio del hotel dieron paso al ajetreo de la Estación Victoria, donde los típicos autobuses rojos de dos plantas se movían a sus anchas y sus izquierdas junto a los taxis de aspecto clásico (Black Cabs, no tomarlos a no ser que tengáis muchos ceros en vuestra cuenta corriente). Las luces de algunos teatros con musicales de éxito señalaban que nos encontrábamos en un paraíso de este género, del que reconozco ser aficionado. ¿Y qué calle tomar? Siguiendo con mi dedo índice un recorrido factible a través de avenidas, plazas y calles, tomamos la Buckingham Palace Road para llegar, obviamente, al Palacio Real más fotografiado en papel cuché. Más pequeño de lo que se ve en la televisión, pero bien engalanado con banderas y con una glorieta dedicada a la longeva Reina Victoria, posiblemente la más célebre e histórica de todas. Del color grisáceo de sus muros y de su simetría que mezcla neoclasicismo y barroco varias luces se despegaban de las ventanas. Quien sabe si era la misma Isabel II haciendo uso de algunas de sus habitaciones. Posiblemente no, pero bueno, la imaginación vuela.
Las banderas de Reino Unido ondeaban a lo largo de la inmensa Avenida conocida como The Mall que finaliza en la ajetreada Trafalgar Square. Pero fue antes cuando hicimos un desvío para subir a la televisiva Piccadilly Circus, iluminada intensamente con anuncios publicitarios que pasan uno tras otro en una gigantesca pantalla. Más teatros y más rincones para el ocio en una Plaza bastante concurrida tanto por los vehículos como por las personas. Después bajamos hasta Trafalgar Square, coronada por una columna conmemorativa del Almirante Nelson (que venció a los españoles en la batalla que da nombre a la Plaza), bastante bonita, y con la National Galleryde fondo. Ni que decir tiene que ésta es una de las pinacotecas más importantes del mundo. No sabíamos si habría tiempo para visitarla durante nuestra estancia en Londres, pero se haría lo posible.
Nos acercamos al Támesis para cruzarlo por un moderno puente conocido como Golden Jubilee Bridge, desde el que se ve cercana la noria London Eye y se distingue perfectamente el Edificio del Parlamento, en el cual sobresale el símbolo más reconocible de la ciudad: El Big Ben. Fuimos, por tanto siguiendo el margen del río y tomando las fotos que podíamos de la preciosa silueta nocturna de Londres.
El frío y la humedad consecuentes de nuestra cercanía al río nos estaba dejando helados, pero satisfechos porque el primer acercamiento a la capital se nos estaba dando bien. Era importante tomar las dimensiones y hacernos a la ciudad para así tener las cosas más fáciles a la mañana siguiente y no pecar de pardillos.
Las vacías calles que nos acompañaron en nuestra vuelta casi de madrugada al hotel, denotaban que nos encontrábamos ante un día laborable. El fin de semana sería otra cosa… Porque en ese caso Londres no duerme.
VIERNES 9 DE NOVIEMBRE
Tras desayunar unos calentitos croissants y una taza de té comenzamos nuestra aventura londinense.
Un sol espléndido y un cielo azul que cortaba con sólo mirarlo nos dejaron boquiabiertos porque no era esperable que hiciera ese tiempo tan bueno a esas alturas de noviembre. La ciudad de la lluvia, del gris nuboso y de los paraguas nos estaba regalando un día resplandenciente. Y eso no se podía desaprovechar por nada del mundo. Al igual que a la hora de tomar fotos, que con esa luz deberían salir mejor que bien.
Lo primero que hicimos, después de hacer un poco el bobo con las típicas cabinas de teléfono rojas, fue bajar a la Estación del Metro de Victoria y adquirir unos bonos para tomar cuantas veces quisiéramos tanto el bus como el suburbano (allí llamado Tube). Estos abonos de transporte para turistas conocidos como Travelcards, los hay para uno, tres o siete días variando las tarifas su tiempo de validez o las zonas para las que se usen. Tanto Rebeca como yo nos hicimos con uno de tres días y dos zonas que salió a 16,40 libras cada uno. Con esto ya teníamos vía libre para utilizar el transporte público las veces que quisiéramos. Aunque ese día no le dimos precisamente demasiado uso. Procuramos movernos caminando a casi todas partes. Todo estaba a un fácil alcance caminando.
Y así fuimos directamente a nuestro primer punto, que da nombre al distrito. Me estoy refiriendo a la Abadía de Westminster, un lugar de culto de suma importancia y de imprescindible visita. Gran parte de la Historia religiosa, política, económica y civil de Reino Unido, está unida a este templo gótico que mandó erigir Eduardo el Confesor allá por el 1045.
En dicho edificio cumbre de la Iglesia anglicana han sido coronados practicamente todos los monarcas británicos del último milenio, además de haberles servido como lugar de fastuosos funerales y entierros. Y no sólo monarcas, ya que muchos políticos, nobles y artistas tienen a Westminster Abbey como su última morada. Por la no desdeñable cifra de 10 libras (7 con carnet de estudiante ISIC, que recomiendo para Londres más que nunca) se accede al interior del conjunto histórico Patrimonio de la Humanidad y se hace un recorrido quasi-circular empezando por el flanco izquierdo.
Lo primero que se ve son los sepulcros de políticos importantes del Siglo XIX, reunidos ante lo que se viene a llamar Pasillo de los Estadistas. Una vez se comienza el rodeo mencionado sobresalen capillas y sepulcros regios a cada cual más espectacular. Los Reyes, Reinas, Príncipes, Princesas, Infantas, Marqueses y demás personajes relevantes de la Aristocracia británica son recordados en sus tumbas con sus hieráticas efigies esculpidas sobre piedra o mármol minuciosamente trabajado. Entre todas éstas no hay que perderse la Capilla de Enrique VII y su techumbre gótica, el Sepulcro de la Reina Isabel y de María Tudor, además de la fría lápida de María Estuardo. Entre medias la antiquísima Silla de la Coronación, desde donde se han proclamado monarcas desde el Siglo XIII. Otro de los lugares más destacados es el Rincón de los Poetas, ubicado en el Crucero sur, y que sirve de memorial y recuerdo a los más célebres literatos que ha dado Reino Unido. No falta mención a nadie (o casi nadie) que en su día escribiera con letras de oro en la Historia de la Literatura inglesa. Lord Byron, Shakespeare (enterrados en otros templos) tienen su recuerdo pétreo en Westminster.
El modesto claustro, desde el cual se accede a Salas como la Capitular, conserva su carácter medieval y da la impresión de no haber pasado los siglos, y prácticamente un milenio sobre él. Un museo con moldes de madera y trajes de la Realeza sirve para adentrarse mejor a ese mundo de excesos vivido antaño en el Imperio Británico. Y para terminar, antes de la salida, más menciones a políticos y a soldados, que dan su toque patriótico y bélico al lugar. Aunque todo Londres es un recuerdo a los Caídos por todas las Guerras en que ha intervenido. Y no son pocas precisamente.
El Parlamento, de estilo neogótico (mitad del XIX), es posiblemente el edificio más representativo de Londres. En su interior alberga la Cámara de los Comunes, la Cámara de los Lores e innumerables salas y patios de gran belleza e interés.
Lamentablemente, dado que estaban enmarcados en días festivos recordando a los veteranos de guerra y a las víctimas británticas de todas las contiendas, nos lo encontramos cerrado. Al menos sus muros exteriores, con la célebre Torre Big Ben que me impresionó por su grandiosidad más de lo que me esperaba, o la Victoria Tower, por la que entran sólo los Monarcas, dan para muchos comentarios e imágenes, que a este y otro lado del río tomamos sin cesar. Siempre digo que hay cosas que tienen una fama desmedida, pero en este caso, es bien merecida y por ello es uno de los símbolos de la ciudad.
Parliament Square y Parliament Street, engalanadas y neoclásicas, son otro pedacito más de Historia. El búnker de Churchill, el número 10 de Downing Street (donde vive el Presidente), el Horse Guards Parade (la caballería al poder) además de otros edificios relevantes para la administración cotidiana del país están decoradas por infinitas estatuillas dedicadas a los Caídos (allí este tema es matriz). Y es el perfecto preludio a Trafalgar Square, que a esas horas de la mañana y con el fabuloso tiempo que estaba haciendo, reunía a numerosos turistas y ciudadanos. Las fuentes y la elevada columna de Nelson gozaban del alboroto de las muchas personas que disfrutaban del sol o de la belleza de un día increíble.
Tuvo que ser en Picadilly Circus y alrededores donde pasáramos un buen rato para almorzar mal tirando a peor. Todo es carísimo (hasta un chino de poca monta) y con presupuestos tímidos como el nuestro no podíamos permitirnos gran cosa. Y el capricho del viaje se había quedado para asistir al afamado Musical Chicago, que celebraba una década de éxitos en la capital inglesa. Sí, me salí con la mía y reservé para el sábado noche.
Durante el otoño y el invierno londinense los días son realmente cortos, pero aún teníamos luz suficiente para acudir a nuestra cita con Buckingham Palace, al que había que ver con iluminación natural. Pocas veces he visto tantas banderas y tan grandes. The Mall (la avenida que va de Trafalgar Square al Palacio) recogía en sus farolas los estandartes patrios a un lado y otro del ancho Paseo que conforma. El Parque de Saint James veía caer las hojas otoñales mientras centenares de paseantes gozaban de los rayos de sol, a los que no les quedaba demasiado tiempo para despedirse. El Palacio de Buckingham, no visitable a excepción de los meses de verano, se yergue solemne ante la mirada de los turistas que se agolpan ante su reja. Todos esperan ver un cambio de guardia, pero pocos recuerdan que son por la mañana (los horarios son variables). O al menos entrar o salir el lujoso coche de algún miembro de la Familia Real. Se les ve tanto en los medios que ya parece que les conocemos de verdad.
Atardecer en Hyde Park era un propósito de enmienda. Sin duda sentir el otoño en uno de los Parques más grandes del mundo y más concurridos de Londres, fue un verdadero placer. Tuvimos suerte de encontrarnos más de una juguetona ardilla, que junto a las ocas, palomas y patos conforman la fauna de ese lugar. El Serpentine, que es un estanque bastante grande que en su día fue río, reúne a la mayoría de ciudadanos, que en época estival utilizan románticamente sus barquitas. Pero para recorrer Hyde Park hace falta tener paciencia y una buena resistencia física. Parece no terminar nunca. Nuestro recorrido por el enorme parque tuvo final en el Speakers´ Corner, donde los charlatanes sermonean a los allí presentes desde hace muchísimos años. Lamentablemente es una actividad reservada para los domingos por lo que tuvimos que conformarnos con merendar allí en compañía de las tóxicas y pesadas palomas, más conocidas como «las ratas del aire» (habrase visto un ave tan fea). Dichos pajarracos intentaron asaltar a la pobre Rebeca, que no podía terminarse su tarta de zanahoria y naranja.
Ya con la luz agonizando tomamos el metro hasta Tottenham Court Roadpara llegar al que posiblemente es uno de los Museos más importantes de todos los tiempos: El British Museum. Había que aprovechar que los viernes abre hasta las ocho y media (en vez de las seis de la tarde como el resto de los días) para dedicarle unas cuantas horas a algunas de sus gigantescas y pobladas salas con tesoros de las más importantes civilizaciones del Planeta.
Su gratuidad sorprende a cualquiera, y más en un país donde te cobran hasta por respirar. Al menos nos dan la posibilidad de no dejarnos una libra en los museos estatales más importantes. Y este, sin duda alguna, lo es.
Soy una persona crítica con este museo por la razón de albergar la mayor colección de expolios y robos a innumerables países. Los frisos y estatuas del Partenón (realmente impresionantes), paredes enteras de templos egipcios, griegos, romanos, asirios, persas… y un sinfín de piezas de incalculable valor llenan numerosas y amplias salas a las que se accede a través de un patio interior espectacular (obra de Norman Foster). La parte egipcia (con la piedra Rosetta como estrella) y asiria fueron las que más me impactaron. Y hay espacio a galerías sobre Japón, China, África, Oceanía, la Edad Media, por nombrar unas pocas. Uno puede estar un día entero allí y no haber visto ni la mitad, por lo que conviene ajustarse a una serie de «destacados» o highlights que nadie debe perderse. Hay mapas a 2 libras que pueden sacar de más de un apuro. Aprovechadlos si vais y juzgar vosotros mismos. Recomendable 100%.
La noche del viernes la pasamos en uno de los barrios más marchosos que jamás he visto: El Soho (metro de Leicester Square). Calles como Old Compton Street, Chinatown y demás aledañas donde no hay coches, están llenas de pubs y discotecas en las que hay que esperar cola o estar en lista si se quiere entrar. Es un barrio bastante gay friendly, a tenor de lo que vimos, aunque allí se divierten personas de todos los sexos. Siempre abarrotado de gente que busca incansablemente los numerosos locales de moda en que estrellas y grandes grupos de la Historia del Rock (Rolling Stones, Queen y un largo etcétera, etc..) dieron sus primeros pasos. No es extraño cruzarse con limusinas de color blanco para dar un toque de glamour a este lugar tan especial. Vaya, se sea o no fiestero (que no lo soy) hay que verlo. No defraudará a nadie. Una buena forma de terminar el día.
SÁBADO 10 DE NOVIEMBRE
Tanto la linea de metro amarilla (Circle Line) como verde (District Line) tienen como una de las paradas más concurridas a Tower Hill, cuyo nombre nos indica que estamos en las cercanías de otro de esos monumentos esenciales que explican la Historia de Inglaterra y de una de las ciudades más importantes del mundo como lo es su capital. Formando parte de la prestigiosa Lista del Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO, la Torre de Londres ha sido protagonista del devenir anglosajón durante el último milenio.
Los romanos amurallaron la colina para proteger la antigua Londinium, pero no fue hasta mediados del Siglo XI cuando Guillermo el Conquistador construyó la central y emblemática Torre Blanca para fortalecer su defensa contra los posibles ataques normandos.
Desde entonces cada uno de los monarcas y gobernantes aportaron nuevos edificios y planes de crecimiento para el recinto, que terminó por ser Residencia real, Fortaleza e incluso Prisión. Aquí fueron decapitadas dos de las esposas de Enrique VIII, aquí estuvo el famoso Ricardo Corazón de León, aquí fueron ajusticiados personajes como Tomás Moro (escritor de Utopía), aquí desaparecieron sospechosamente tanto Eduardo V como su hermano en lo que fue considerado uno de los crímenes más perfectos de la Historia.
En la actualidad es posible visitar numerosos edificios y torres, siendo los más destacados la famosa Torre Blanca (hoy Armería Real) y los Waterloo Barracks, que albergan las Joyas de la Corona, además de la Bloody Tower (Torre sangrienta) donde los príncipes mencionados anteriormente fueron asesinados con el «real motivo» de no permitirles gobernar a ninguno de los dos.
Intrigas, intereses, lujo, poder y un gran recuerdo a los encarcelados, torturados y ajusticiados que pasaron por la Torre de Londres, ya fuera por la Puerta Principal o por la Puerta de los Traidores, si es que les traían en barcos. Los museos interactivos ayudan a entender una época muy misteriosa, pero sin duda las mazmorras y prisiones con las firmas de algunos de los muchos prisioneros que allí perecieron son lo más interesante de un lugar tan cargado de Leyenda. Como por ejemplo la que reza que si alguna vez los cuervos abandonan algún día la Torre de Londres, el Imperio se desmoronará. Es por ello que existen los Beefeaters, que abogan porque esto no suceda. Si vais comprobaréis cómo hay muchos cuervos de un tamaño más grande de lo normal. También observaréis la presencia de los propios Beefeaters, con sus llamativos trajes, aunque hoy su función se ha convertido en algo eminentemente turístico.
Hasta ahí todo bien. Me figuro que os habrá llamado la atención lo contado acerca de este lugar, que repito, es uno de los «imprescindibles» de Londres y de todo el Reino Unido. Pero es que aún no os he hablado del precio…
En el momento en que nosotros fuimos, la entrada de adultos costaba 16 libras y la de estudiantes 13 (traduciendo a ojo, 22 y 18 euros respectivamente). Como veis, no es ninguna broma. Es más, se pueden levantar los brazos y gritar ¡Manos arriba, esto es un atraco!
A la misma altura del Támesis se alza desde finales del Siglo XIX un puente que también forma parte de esa inmortal silueta de Londres que todos tenemos en nuestra cabeza. Un símbolo para la ciudad conformado por el Tower Bridge, un puente levadizo de 244 metros de largo con dos torres de 65 metros. Tanto a mi como a Rebeca nos encandiló dicho lugar, cuyas dimensiones reales superaron a las existentes en nuestro pensamiento previo. En su interior se puede visitar una exposición, que al parecer tiene bastante éxito, pero nuestros fondos no estaban para demasiados trotes. Por tanto cruzamos el puente acompañados con un terrible viento que apenas nos dejaba caminar. Las nubes cerradas oscurecían el cielo aunque no llegaron a romperse para llover. El día no era soleado como el anterior, ni mucho menos, pero nos respetó bastante.
Ya en el otro lado del puente tuvimos la bonita paronámica del este londinense con el propio Tower Bridge, la Torre de Londres y uno de los distritos financieros de la ciudad que hacen la competencia al conocido como Canary Wharf. Una exquisita mezcla de antigüedad y futuro, con mucho carácter. La modernidad, representada por dicho barrio de los negocios, se refleja en algunos de los edificios de vanguardia que tratan de emular envidiables skylines de otras urbes. Quizás la cilíndrica y acristalada Swiss Re Tower, obra de Norman Foster, sea uno de los rascacielos más asombrosos de la ciudad. Por lo menos uno de los más originales.
Seguimos el Paseo de la Reina, que es como se llama el camino que desde el Tower Bridge bordea la orilla sur del río. Centros comerciales, pubs e incluso oficinas de diversas compañías, salieron a nuestro encuentro. Y anclado al Támesis nos cruzamos con un gigantesco buque de la II Guerra Mundial que sirve de Museo Naval. El HMS Belfastsobrevivió a algunas de las más importantes hazañas de la flota inglesa en su lucha contra el III Reich. Su precio, que conviene consultar, oscila entre las 6 libras (estudiantes) y las 10 (adultos). Este es otro museo con tintes bélicos que tanto gustan a los británicos, amantes de ensalzar sus hitos en las diferentes contiendas en que han participado. Este lugar forma parte del triángulo que también conforman el Cabinet War Rooms y el Imperial War Museum (tan sólo este último es gratis).
Los edificios de ladrillo oscuros fueron apareciendo, aunque con más intensidad en otro de esos barrios pintorescos de la ciudad, en la orilla sur del río. Southwark, que da nombre a la preciosa y coqueta Catedral con tintes Shakesperianos, tiene un mercado que viene muy bien para matar el gusanillo. El Borough Market es un compendio de las distintas gastronomías del Planeta, y por unas libras uno puede rendir cuenta de ello. Aparece, al igual que la Catedral, nada más dejar a la derecha el London Bridge, que no hay que confundir con el ya mencionado Tower Bridge.
Rebeca, aficionada al teatro y aspirante a actriz, tenía como uno de sus imprescindibles para visitar el Shakespeare´s Globe Theatre, que es una fidelísima reconstrucción del lugar en que trabajó el considerado como escritor más célebre en habla inglesa de todos los tiempos. En la época de Shakespeare, ya a ese lado del río (Bankside) tan lleno de tabernas, de clubes nocturnos y de miembros de la clase obrera, se alzaba un teatro de madera en forma de O (de ahí lo del Globe) y sin techo en que todos los estamentos sociales se juntaban para ver y participar en las muchas obras que allí se desempeñaban. Shakespeare puso en escena referentes teatrales como Hamlet, Romeo y Julieta, el Rey Lear, Macbeth. Durante el Siglo XVI y XVII más de 3000 espectadores se agolpaban en cada función y vociferaban a los actores cuando éstos no daban todo lo que tan exigente público demandaba. Un incendio y una demolición perversamente planeada por los puritanos enemigos de la libertad terminaron con esta Institución. Pero siglos después, con mucho afán, mucho trabajo, y mucho dinero, se ha vuelto a levantar el mítico Globe a 200 metros del anterior, siguiendo los parámetros del original. Una exposición, un museo y la posibilidad de volver a ver las obras cumbres de esa época gloriosa, se ha convertido en un sueño hecho realidad. La persona que comandó estos trabajos que duraron décadas dijo sabiamente que no podía ser posible que lo único que recordara a Shakespeare fuera una mísera placa. Y hoy, para todos, vuelve a estar en pie el Globe. Un aplauso merecido pero con demasiadas libras de por medio.
Desde el Globe, la visión se dirige al Millenium Bridge, un puente futurista realizado para conmemorar el cambio de milenio. Es uno de los mejores sitios para tomar una fotografía de la espectacular Catedral de San Pablo (Saint Paul´s Cathedral), cuya cúpula destaca sobre todos los tejados de la ciudad. A pesar de su cercanía tardamos una eternidad en llegar hasta ella porque había una especie de cabalgata de militares que atravesaba la calle y no se nos permitía cruzar al otro lado. Parecía algo similar al Día de las Fuerzas Armadas que celebramos en Madrid, pero mucho más pomposo y repipi. Y la gente agolpada a ambos lados de la calle, con banderitas en las manos y aplaudiendo el paso de soldados, policías, bomberos, carros de caballos y todo lo que se movía por allí. Hubiera estado bien ver a la Reina, con la alegría que le caracteriza. Tan maja ella…
La Catedral de San Pablo, a pesar de que su configuración actual tenga 300 años, recuerda muchísimo a San Pedro del Vaticano, sobre todo por la cúpula cuyas dimensiones no deben estarle muy a la zaga. De muros blanquecinos y de estilo barroco, es una de las obras maestras del arquitecto más prolífico que ha dado Londres, Christopher Wren. Y ha sido protagonista de Bodas Reales como la de Carlos y Diana, o de funerales como los de Churchill, Nelson o más recientemente de las víctimas del 11-S y del 7-J.
Lástima que su precio de entrada sea tan desmesurado y no se permita la gratuidad de ciudadanos y turistas a un templo cristiano. Es una práctica que se está poniendo muy de moda y que perjudica a los de siempre, es decir, a la gente de a pie.
Nos fuimos a comer algo de alimento tóxico al otro lado del Blackfriars Bridge, y bien que nos costó encontrar un dichoso bar. Casi todo por la zona permanecía vacío y cerrado. Aunque para vacía, silenciosa y misteriosa la zona conocida como The Temple, cuyo nombre viene por la Iglesia de los Caballeros templarios que hay en el barrio. Quisimos ir a verla porque es uno de los espacios mecionados en el exitoso Bestseller «El Código da Vinci» de Dan Brown. Pero nunca imaginamos que los alrededores son los propios del Londres del XIX, de Jack el Destripador y de las historias de Sherlock Holmes. Si alguna vez decidís viajar a esta ciudad, perderos por estas calles y buscad la Iglesia, que os enseñará un rincón diferente y muy novelesco. Ideal para alejaros del mundanal ruido que hay a menos de un kilómetro. A nosotros nos faltó la niebla para sentirnos inmersos del todo en una película de misterio, intriga y terror.
Nos vino fenomenal antes de volver al ajetreo de un Trafalgar Square bastante animado que cambiaba la luz natural por otra artificial. Minutos antes en el Támesis observamos cómo el los rayos de Sol se despedían de Londres entre nubes dejando una bellísima estampa del Parlamento y del London Eye con mil colores en el horizonte.
Ya con la noche cerrada en la tarde que recién comenzó, convenimos pasar unas horas en la National Gallery, a pesar de que no teníamos fuerzas para tenernos en pie. Este museo pictórico que, por cierto, es gratis, alberga una de las colecciones más importantes del mundo. Los grandes pintores que llevaron a cabo su obra hasta el final del Siglo XIX están representados en sus numerosas galerías. Leonardo, Rafael, Velázquez, Tiziano, Veronés, Caravaggio, Van Gogh, Degas, Renoir, Monet, Rubens y decenas y decenas de maestros inmortales tienen presencia en la prestigiosa pinacoteca. Como es complicado recorrerse todas y cada una de sus salas, en el sótano hay varios ordenadores en que se informa de las colecciones existentes, de la temática de las obras, pudiéndose además realizar un itinerario imprimible en papel para no perderse los highlights o cuadros más célebres. Los reyes, sin duda alguna son las siguientes obras: «La Venus del Espejo» de Velázquez, «Los girasoles» de Van Gogh, «El Matrimonio Arnolfini» de Van Eyck, «La Virgen de las Rocas» de Leonardo da Vinci, «Venus y Marte» de Boticcelli, «Baco y Ariadne» de Tiziano… Son algunas de muchas que quitan el hipo a aquellos que sientan muy dentro el Arte, la Historia, y sobre todo…el buen gusto.
Tras el museo subimos caminando a Leicester Square, que estaba llenísimo de gente cenando o incluso iniciando su «fiesta nocturna». Los aledaños del Soho presentaban un lleno hasta la bandera, aunque no menos lo estaba Covent Garden, sin tantos pubs y discotecas pero con más Tiendas y Teatros. Un aire fresco de glamour cuando el tiempo se acercaba para ver el Musical Chicago en el Teatro Cambridge. Luces de neón, rótulos recordando «una década de decadencia» (slogan del espectáculo que arrasa en Londres) y una limusina en la puerta que se llevaba todas las miradas. A las ocho en punto comenzó el espectáculo, que durante dos horas y media me llevó a una época corrupta en plenos años 20, llena de escándalos y de maleantes pero en la que todo es jazz…
Come on babe, why don´t we paint the town? And all that jazz…DOMINGO 11 DE NOVIEMBRE
El cielo se despertó con las nubes más plomizas que en el día anterior. Era posible que incluso llegaran a descargar en cualquier momento, cosa bastante normal considerando que estábamos a 11 de noviembre. Un once de noviembre que pondría punto y final al viaje que nos estaba mostrando un Londres muy completo y lleno de vida. Pero aún quedaba su más puro ámbito comercial, representado tanto por sus célebres mercados como por los Grandes Almacenes más conocidos allende los mares. Portobello, Camden Town y Harrods, por este orden, serían protagonistas de la jornada dominical que nos llevaría a otra de las facetas más identificativas de Londres.
Tras recoger minuciosamente nuestro cuarto y dejar el equipaje en recepción, caminamos en dirección Victoria Station para poder tomar el Tube y comenzar a tachar nuestra lista de objetivos. Utilizamos la linea verde (District Line) para descender en la estación Fulham Broadway y poder saciar mi hambre futbolística. No podía irme de Inglaterra sin ver al menos un Estadio de fútbol de la Premier League, competición a la que soy aficionado desde hace muchos años. En este caso me decanté por Stamford Bridge, campo en el que juega sus partidos el Chelsea FC, el equipo presidido por el multimillonario Roman Abramovich, el cual tira todos los veranos de talonario para pagar verdaderas fortunas con objeto de incorporar nuevos jugadores. Era día de partido, y a esas horas en que la amenaza de lluvia se había hecho realidad tan sólo estaban los trabajadores del Estadio y algún aficionado que otro con su bufanda azul en el cuello. Dimos la vuelta por los exteriores del campo para atestiguar cómo este recinto con capacidad para más de 40000 espectadores es uno de los más modernos que he tenido ocasión de ver. Cuenta con Centro comercial y con dos hoteles de lujo, los cuales tienen vistas directas al terreno de juego. Posters gigantes de jugadores de la talla de Didier Drogba, Lampard, Terry, Essien o Makelele ocupaban parte de los muros. En Inglaterra se vive el fútbol casi como en ningún sitio. Uno de mis sueños es asistir a un partido del Liverpool y escuchar a decenas de miles de aficionados cantando el «You´ll never walk alone». Simplemente pone los pelos de punta. Echad un ojo a este video y emocionaros…
La lluvia aumentaba su fuerza a cada paso que dábamos, ayudada por un temible viento que hacía inútil el paraguas. El día, que tendría bastante de «aire libre», se complicaba bastante con esa meteorología que nos quería regalar una última velada pasada por agua. Pero afortunadamente el susto duró lo mismo que nuestro trayecto de metro hasta Notting Hill Gate, cuando las nubes volvieron a callarse y dejaron paso incluso a los tibios rayos solares. Nos encontrábamos en uno de los barrios más exclusivos y elegantes de la ciudad. Notting Hill, que incluso da nombre a una película de Hugh Grant y Julia Roberts, comienza en la esquina noroeste de Hyde Park, y está habitado por la clase alta de Londres tal y como se puede ver en sus viviendas de estilo victoriano, sus restaurantes de nivel y sus boutiques de firmas relevantes en el panorama de la moda. Fue casi a la salida del metro cuando vimos un puesto de periódicos cuya noticia estrella era el «¿Por qué no te callas?» del Rey Juan Carlos al Presidente venezolano Hugo Chávez. Desde ese momento me pasé el día imitando al monarca y mandando callar a la pobre Rebeca con la que se ha convertido en la frase del año.
Volviendo a Notting Hill, sobra decir que nuestra visita a dicho barrio se explica por ser el lugar donde se encuentra Portobello Road Market, uno de los mercados con más nombre de Londres. En dicha calle (Portobello Road) con edificios de máximo dos alturas, abundan las tiendas que comercian con Antigüedades, siendo una de las más importantes del mundo en este género.
Paredes coloridas y establecimientos con bastante solera suelen atraer a turistas y coleccionistas de muchos países para hacerse con alguna pieza de valor. Aunque no sólo de anticuarios vive Portobello, ya que también se vende ropa y alimentos. Su día grande es el sábado, que es cuando vale más la pena ir. En domingo abren menos tiendas y hay muchísima menos gente. Aún así, es recomendable darse un paseo por la zona si se tiene la posibilidad de hacerlo.
Pero el Mercado que más impresiona es el de Camden Town, por lo que nuestro siguiente paso a dar era ese. Aunque antes decidimos hacer una parada en Hyde Park (en la Estación Marble Arch, de la linea roja llamada Central) para ver qué se cocía en el Speakers´ corner, ya que es el domingo el día de la semana en que esa zona cobra vida propia. Unos cinco charlatanes subidos cada uno a una escalera de mano hablaban de lo divino y de lo humano, del sentido de la vida, de la religión y de lo que surgiera. A cada cual más friki y extravagante, todos ellos estaban gesticulando al máximo, entonando sus monsergas a los curiosos turistas o ciudadanos que acudían allí a ver qué cosas se contaban. Incluso alguno de ellos entraba al trapo y filosofaba de forma absurda más por llamar la atención que por otra cosa. Un paripé que apenas tiene que ver con lo que en su día supuso este lugar. Karl Marx dijo de Hyde Park que era el lugar donde se había iniciado la Revolución inglesa. Es por tanto que desde mediados del XIX hasta la actualidad, pasando por los difíciles momentos vividos en la II Guerra Mundial, el Rincón de los Oradores era el más importante bastión de Londres para llevar a cabo un Derecho que debía considerarse implícito en nuestra Sociedad, La Libertad de Expresión.
Fue un paréntesis ante lo que llegaría después. Porque Camden Town (que los domingos es su momento de la semana) es uno de esos lugares esenciales por los que todos los que acudan a Londres deben pasar al menos una vez. Tomando la Northern Linede metro (de color negro) y descendiendo en la abarrotada estación Camden Town, se llega al paraíso de la moda alternativa, de los looks más rockeros, heavies, indies e incluso punks. Una legión de gente venida de todas partes se agolpa en las tiendas buscando ropa más o menos extravagante. Y lo que no esté en Camden, no existe. Punks recomendándote con carteles ésta u otra peluquería, personajes hipertatuados haciendo publicidad de aquellos sitios en que mejor tatúan o ponen los pearcings, siniestros vestidos como Brandon Lee en El Cuervo (The Crow) adquiriendo peculiares ropajes de índole vampírica… Música de todos los estilos (rap, britpop, rock, heavy metal y un largo etcétera) compone la variopinta Banda Sonora de algo que es más que un Mercado. Y las fachadas de los edificios, al igual que los escaparates, son a cada cual más original, más llamativo. Yo me hice con una sudadera bastante guapa y Rebeca compró regalos para ciento y la madre, como suele hacer siempre. En eso y en comer rápido en un fast-food muy conocido de Pollo frito que estaba a reventar de gente se nos fueron nuestras últimas libras, que habían desaparecido en un visto y no visto. Por cierto, un consejo. Suelen cerrar la Estación de Camdenpara evitar tumultos. Sólo es posible llegar en metro hasta ella, pero no tomar el tren desde allí. Por lo que lo más recomendable para abandonar el lugar es seguir recto Camden High Street hasta llegar a la Estación Chalk Farm, también de la Northern Lineanteriormente mencionada. Se tarda poco más de 10 minutos en hacer todo el recorrido.
Para el poco tiempo que nos quedaba en esa tarde que recién comenzaba, tomamos un tren hasta Knightsbridge para acudir a los Grandes Almacenes Harrods, que son seña de identidad en Londres. En la Calle Brompton Road, se alza un gigantesco edificio que supera los 20.000 metros cuadrados distribuidos en cinco plantas, que es propiedad del multimillonario egipcio Mohammed Al-Fayed, más conocido en la última década por la lucha que tiene en querer demostar que tanto su hijo Dodi como la princesa Diana fueron asesinados en un enrevesado complot. Harrods es un Centro Comercial con un toque de distinción que no sólo se ve reflejado es los elevados precios en que están tasados sus artículos. A diferencia de otros muchos que puedan existir en cualquier ciudad del mundo, estos Grandes Almacenes son algo así como un Palacio de compras en que hay diversos escenarios donde hacerse con perfumes, joyas, ropa o cualquier alimento. Cada espacio es único y está meditado cada detalle, cada nimiedad, para así otorgar un grado más del glamour que tanto gusta a su público. Aunque la gente, sobre todo turistas, se suele poder permitir tan sólo unas bolsas de plástico para presumir de que alguna vez estuvieron en Londres…
Las últimas horas en la ciudad las apuramos subiéndonos sin destino determinado a más de un autobús rojo de dos plantas, utilizando nuestra casi extinta travelcard, válida tanto para este medio como para el metro. Nos metió por las concurridas avenidas e hicimos una leve parada para observar el Royal Albert Hall, un Teatro con todas las letras que lleva funcionando desde 1871, en plena época victoriana, y que ha obsequiado a varias generaciones con actuaciones y conciertos de los más grandes. Enumero algunos para que se pueda comprender la trascendencia y la importancia de este lugar: The Beatles, Rolling Stones, Bob Dylan, Led Zepellin, etc… Vaya, casi nada, ¿no?. Un edificio circular que significa todo en el mundo del Teatro y de la Música.
Pero el tiempo se consumía tanto que tan sólo tuvimos unos minutos para volver a ponernos enfrente del Big Ben, que contrastaba con un cielo semioscuro que arañaba sus primeros minutos a la noche. Y fue allí donde tomé la última fotografía, que parece una instantánea en blanco y negro sin serlo en realidad. Oscura, gris, pero que quizás con más color y energía que muchas otras tomadas a lo largo de estos años de andanzas y desandanzas. Era nuestro último regalo, nuestra última sorpresa en Londres, una ciudad que siempre será algo más que que una simple ciudad. Una metrópoli que bien podía ser la capital del Planeta. No creo que ande demasiado desencaminado.
Cierro este capítulo dando el link para que dejéis pasar UNA SELECCIÓN DE FOTOS de esta aventura londinense de 2007. Además quisiera dar las gracias a todas las personas que me leen y me escriben desde los lugares más variopintos, y que están pendientes de las humildes palabras de este viajero que no hace más que señalar posibles destinos en un viejo papel.
UN AÑO DESPUÉS…
DEL 28 AL 30 DE NOVIEMBRE CANTÉ EL CUMPLEAÑOS FELIZ A MI MADRE…EN LONDRES
VER LAS MEJORES FOTOS DE ESTE VIAJE (ALBUM FLICKR)
Poneros en situación. Es vuestro cumpleaños y una persona cercana, ya sea padre, madre, hijo, hija, novio, novia o un buen colega os dice que vuestro regalo es hacer un viaje con él o ella para el siguiente fin de semana. No os dicen dónde, simplemente que preparéis la maleta y que aguardéis la sorpresa. Esa misma fue la trama que preparé para mi madre, quien tuvo que esperar a estar sentada en el avión para saber que su destino era la inimitable Londres. Apenas un año después de mi primer viaje a la capital inglesa regresé con todas las ganas de repetir y así hacer cumplir otro de los sueños de mi madre, la que de verdad sufre mis aventuras y desventuras por el mundo, y que, sin duda, merece todos los regalos que pueda hacerle.
El recorrido realizado es lo menos importante porque fue un mix concentrado del viaje hecho en noviembre del año anterior, con algunos ajustes debido a que contábamos con menos tiempo de disfrute. En realidad tocamos todos los palos, nos movimos por muchos de los principales atractivos con que cuenta la más cosmopolita de las ciudades europeas, la Gran Babilonia del Siglo XXI. Westminster Abbey y el inconmensurable Parlamento, Trafalgar Square, la luminosa Picadilly Circus, la Torre de Londres con su pintoresco puente cruzando el río Támesis, la vuelta a las historias de Sherlock Holmes y Jack el destripador en el Temple District, el Soho que nunca duerme, el West-end como Broadway made in England, el exclusivo y cinematográfico barrio de Notting Hill con el mercado de antigüedades de Portobello, Hyde Park, que es el parque de los parques, el alternativo y psicodélico Mercado de Camden donde se puede encontrar absolutamente todo, y los célebres Grandes Almacenes Harrods, paraíso de las compras para los que cuenten con los cheques más gruesos…
Lo mejor es que os haga un pase con las FOTOS DEL VIAJE A LONDRES 2008 que ya he colgado en flickr y que juzguéis vosotr@s mism@s por qué me gusta tanto esta ciudad.
Hasta la próxima. See you, my friends…
José Miguel Redondo (Sele)
8 Respuestas a “Londres 2007 + 2008”
Buenas Sele. Ya lei y he tomado nota de cositas para mi proxima escapada a Londres… A mi me molaria ver a la gente en la esquina del parque predicando, pero es que justo me voy el sabado… Ya que no podre ver camden el domingo, me has dado la idea de ver el de portobello el sabado. A ver si tengo otro rato y leo el siguiente de esta ciudad.
Un saludo!!
Buenoooo… te puse que iba a leer el siguiente y veo que es solo esas lineas jejeje.. Normal, por que repetir todo otra vez… Bonito regalo a la mama. La mia es que no se quiere subir a un avion la jodia… si no a algún sitio me la llevaria.
Un saludo!
Me ha encantado tu crónica de Londres; este verano lo pisaré por primera vez…Las fotos increíbles y el entusiasmo que transmites también. Un saludo!
Gracias me voy a esta ciudad el dia 9 de diciembre y regreso el 14 llego y salgo desde el Aerop de Gatwick con Ryanair y vamos desde Sevilla mi mujer mi hijo de 12 años y yo somos una pareja de 45 años y tenemos muchas ideas pero nada definido aun gracias por las ideas y es evidente que nos servirá de muy mucho mi hotel es el President que esta centrico en Russell Square veremos que somos capaces de visitar y que aguante tiene nuestro hijo y nosotros, ya te contaré y gracias por compartir y si puedes hacerme mas sujerencias de ultima hora te lo agradeceriamos sobre todo para el tema de billetes de bus- metro y entradas para todo lo que hay que ver y poder ahorrar por lo menos en transportes sitios para comer bueno bonito y barato ,un saludo y gracias
Acabo de descubrir tu página y me tiene entusiasmada, llevo toda la
tarde leyendo tus aventuras, creo que eres una gran ayuda,
especialmente para gente como yo que no suele viajar mucho y nos encontramos perdidos, he llegado a tu página porque voy a visitar Oporto este verano y también tengo en mente el próximo viaje Londres. Muchas gracias por compartir tus experiencias.
Un besote
Me ha encantado tu blog… y sobre todo los lugares que has visto! Felicidades por el sitio. Acabo de mudarme a Londres, mi blog (muy nuevo) intentará explicar tooodo acerca de lo London!! Espero que sirva a la gente como sirve el tuyo,
saludos!!!
Ana
HOLA SELE, no quiero dejar de saludarte preguntándote antes como sigue el embarazo de Zara o es que el niño o la niña ya nacieron? Otra vez teniendo en cuenta tus tips antes de emprender nuestros viajes, pero esta vez nos íbamos a embarcar en un hermoso viaje a Israel Jerusalem, Cisjordania , belén, Jordania, Petra Amman y Jerash dentro de 10 días cuando lamentablemente la decisión unilateral del presidente de Estados Unidos ha convertido esa zona en muy peligrosa y nos encontramos en estos momentos cambiando nuestro destino que comenzaba el 3 de enero del 2018.
Hoy he tomado tus tips de Londres y como pensamos cambiar el viaje hacia Vietnam, Laos y Camboya, comenzare a leerte esta semana para instruirme un poco en los tips necesarios antes de iniciar el viaje.
Le he pasado tu web a mi hijo de 33 anos y también te lee. De todos los blog de viajeros que hay en el web, para nosotros la tuya es la mas equilibrada respecto a los comentarios y hasta ahora la mas creíble! jajajajaja
Continuaremos consultando tu pagina mientras continuemos viajando
Un saludo para Ti y Zara
Patricia de Argentina
www. bajoloscielosdelmundo.com
Hola Patricia,
El niño ya nació, se llama Unai 😉 Eso sí, mi mujer se llama Rebeca y no Zara jejeje
La verdad que vaya rabia lo de que tuvieras que anular el viaje (ojo, yo no lo haría, la cosa se va a enfriar, ya verás). Soy muy aficionado al Sudeste Asiático, así que escojas lo que escojas de allí harás bien. Los templos de Angkor son… ufff son lo más. Arqueológicamente incomparable con nada.
Muchísimas gracias a ti y a tu hijo por ser seguidores del blog. Espero veros más veces por aquí!
Un saludo!
Sele