Marsella y Avignon: Un fin de semana en la Provenza francesa

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Marsella y Avignon 2007: Un fin de semana en la Provenza francesa

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Marsella y Avignon 2007 por ti.

Aún con las imágenes frescas del Interrail por los Países del Este me vi sin comerlo ni beberlo en en otra de las mías. Aunque en esta ocasión no fui yo el único culpable de llevar a cabo otro de mis típicos weekends viajeros que tan buenos momentos me están dando en este año 2007. Hay que pedir cuentas (positivamente hablando) a mis compañeros de trabajo, que tuvieron a bien regalarme un billete de ida y vuelta a Marsella (de Ryanair) por mi 27º cumpleaños (1 de agosto). Y es que son sabedores de primera mano de esa loca afición viajera que llevo en la sangre.

Teniendo una fecha establecida (del 7 al 9 de septiembre), y mi segura llegada al Aeropuerto Internacional de Marsella, tan sólo había que elaborar un plan para dichos días.
La visita de la ciudad marsellesa, capital provenzal y puerta histórica de la Costa Azul francesa, la tenía bastante clara. Pero faltaba un segundo lugar al que trasladarme. No debía quedar demasiado lejos de ésta, y si estuviese bien conectada con el Aeropuerto, mejor que mejor. Por ello pensé en una de las poblaciones más bonitas de Provenza como es Aix-en-Provence, aquella que vio nacer al impresionista Cézanne, que dibujó como nadie las siluetas de sus montes. Pero debido un problema de disponibilidad de alojamiento para estas fechas, tuve que desviar mi objetivo más al norte. Y no pudo ser más certero… Avignon, un lugar en el que la HISTORIA se escribe con mayúsculas. Así que después de tener el itinerario planificado tan sólo me hizo falta buscar sitio donde dormir…y esperar qué me deparaba el fin de semana.

Llegué al Aeropuerto de Marsella a eso de las ocho y media de la tarde del viernes. Como no había facturado equipaje salí rápidamente a informarme de dónde debía coger el autobús para ir a Avignon, donde me iba a alojar tanto ese día como al siguiente. A las nueve ya estaba tomando un Terravision (12 euros) que tardó hora y media en llegar a su destino. Atravesé la pequeña ciudad amurallada y tomé uno de los puentes que cruzan el Ródano, ya que en medio del mismo, en la Ile de la Barthelase se encontraba el Camping/Aubergue Bagatelle en el que pagué unos 15€ /día (desayuno incluido). Habitación compartida, eso sí.
Sin más dilación os contaré, a quienes queráis hacer un viajecito similar, qué me pareció tanto la propia Avignon como Marsella alternando algún detalle de mi visita.

AVIGNON es una de las ciudades con más historia de toda Francia. Durante buena parte del Siglo XIV fue residencia de los Papas, que ejercieron aquí su pontificado en una época convulsa para la cristiandad. Por una vez Roma dejó de Palacioser Sede papal y Avignon fue la depositaria de un poder nunca antes imaginado por sus gentes. La ciudad del Ródano, río que nace en Los Alpes suizos y muere en el Mediterráneo, posee no pocos atractivos de esta etapa que son dignos de toda visita. El Palacio de los Papas es sin dudarlo lo más destacado. Con razón está entre los 10 monumentos más visitados de toda Francia e incluso forma parte de la Lista de Patrimonio de la Humanidad que elabora la UNESCO. Y es que el que es considerado como el Palacio gótico más grande de toda Europa esconde tras sus inmensos muros incontables historias y secretos que se gestaron en la época del poderoso papado de Avignon. Abre a las nueve de la mañana y se pueden visitar sus enormes dependencias (lamenteblemente quasi-vacías tras saqueos varios) en grupo o individualmente. No soy muy amigo de los audioguías pero tuve que coger uno para enterarme un poco de lo que allí había y así ponerme en situación.

La visita es larga ya que como dije anteriormente, el Palacio posee unas enormes dimensiones. Conviene utilizar el carnet de estudiante para ahorrar un poco y si no se puede dar el caso, hacerse con el Avignon Pass, que permite obtener importantes descuentos en Museos y Monumentos tanto de esta población como de la vecina Villeneuve-lez-Avignon. Junto al Palacio se encuentra la Catedral de Nuestra Señora, más discreta en el exterior que en el interior.

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Otro de los lugares destacados de la ciudad es semiderruido Puente de Saint Bénezet, mandado construir a este campesino por designios divinos según la Leyenda. El puente más célebre del Ródano tiene incluso capillas además de otras dependencias interiores que convienen visitar.

Pero Avignon no es sólo el Palacio Papal ni siquiera el puente… Avignon son sus calles de piedra, sus edificios cuyas P1040894contraventanas se convierten en objetos decorativos y ensalzantes, sus terracitas y restaurantes ofreciendo lo mejor de la gastronomía provenzal, sus murallas y demás elementos de una riquísima época medieval. Esta ciudad, con animada vida tanto en la Plaza de los Papas como la del Reloj, vive del turismo y del espectáculo (es una importante sede teatral), pero también permite disfrutar de un silencio abrumador en las estrechas y cotidianas callejuelas que se crean a raiz de la Avenida Principal o de la República. Iglesias cuyo repique rebota en los rincones más vacíos y museos ideales para los amantes más sivaritas de la Historia y el Arte. Muy recomendable es la visita del Lapidarium contenedor de una gran colección de estatuas romanas e incluso egipcias, así como el Museé du Petit Palace, en la propia Plaza del Palacio de los Papas, con importantes cuadros de pintura italiana y provenzal.

Recomiendo tomarse el día con tranquilidad y pasear hasta el crepúsculo viendo cómo el Sol tiñe de rosa el Ródano mientras se despide de los verdes montes provenzales. Y sentarse a comer en un Restaurante céntrico, los cuales abundan, para degustar platos de nombres irrepetibles que dan muestra de la buena Gastronomía francesa. Yo probé con algunos y di por buena la experiencia. Y no es un ejercicio de extremo coste económico tal y como sucede en lujosa París.

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VILLENEUVE-LEZ-AVIGNON a pesar de no ser Sede Papal sí vivió un gran florecimiento en la Edad Media P1040850cuando se retiraron allí a vivir personajes importantes de la Iglesia. La cercanía con Avignon la convierte practicamente en un barrio de la misma, aunque con un carácter propio y unos atractivos también vistosos. Destacan ante todo los elementos defensivos. Hay dos que merecen el protagonismo en Villeneuve: La Torre de Philipe le Bel (el mismo que acabó con los Templarios en Europa) y el Fuerte de Saint André.

El primer monumento es ideal para divisar el Ródano y la silueta avignonesa bien definida por sus murallas y el Palacio papal. El segundo es un castillo en condiciones que sirvió de bastión en el medievo. La protección estaba asegurada.

MARSELLA, la segunda ciudad de Francia en tamaño y población (obviamente París es la primera) tiene buenísimos accesos en los distintos medios de transporte. Yo utilicé el tren (17€) que en una hora (entre las siete y las ocho de la mañana) me dejó en la Estación de San Carlos (Gare Saint Charles). En cuanto descendí de mi vagón supe las razones de la dificultad en encontrar alojamiento en esta ciudad. Se estaba celebrando el Mundial de P1040916Rugby, y es por ello que Marsella, una de las sedes, se encontrara abarrotada. Aunque al menos, como era temprano y la fiesta de los aficionados había sido larga el sábado noche, aproveché las tempraneras horas dominicales para adentrarme en solitario en lo más profundo de una urbe con no muy buena fama, para que nos vamos a engañar. Está claro que no está ni entre las diez más bonitas de toda Francia pero es posible apreciar un encanto especial presente tanto en el Puerto Viejo (Vieux Port) como en los Barrios de la Canebière y de Panier. Estos lugares constituyen el centro neurálgico de una ciudad que para mi gusto aún no ha echado toda la carne en el asador en lo que a infraestructura turística se refiere. Eso sí, el tema del ocio «millonario» lo tiene controladísimo, a tenor de los miles de barcos de recreo aparcados en sus muchos embarcaderos.

GUÍA DE MARSELLA

 

Aquí tienes reunidos una serie de consejos y lugares que ver en Marsella durante una escapada de un par de días.

Comencé la excursión en el Barrio de Panier, que es el más antiguo de la ciudad. Calles estrechas, escalinatas y fachadas desgastadas (y también con las siempre recurrentes contraventanas) y algún lugar especial como la Charité, P1040936que se distingue por su magnífica cúpula. El edificio que fuera Hospicio de pobres alberga un sinfín de Museos que desafortunadamente los encontré cerrados al ser domingo. Me hubiera encantado ver el de Arte Africano, Amerindio y Oceánico, con piezas de gran valor. Pero en dimanche (domingo en francés) la cosa era complicada. Con un poco más de callejeo, dejando atrás la pintura colorida a la vez que ajada de las viviendas, siempre con faroles de épocas pasadas enganchados por inercia, fui a parar a la Catedral de La Mayor, un precioso templo católico de arquitectura y decoración bizantina. Tal cual uno se lo puede encontrar en Bulgaria, Rumanía o Grecia. De ahí no queda muy lejos uno de los dos Fuertes que guardan a un lado y al otro el Puerto Viejo. Próximo a la Catedral está la Fortificación de Saint Nicolas (utilizada como museo). Y en frente, separado por el mar que da salida a los lujosos yates, la de Saint Jean, ambas protegiendo la ciudad más antigua de Francia.

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Ya en horas de más trasiego y calor, escogí una de las muchas terrazas de la Quai du Port donde sirven helados, crèpes, paninis y zumos naturales que te quitan el sentido. Mejor refrigerio imposible para continuar mi visita de la ciudad, en esta ocasión mirando hacia el otro lado del puerto, donde se encuentra una de las construcciones monacales más antiguas de Europa, la Abadía de San Víctor, en la cual son visitables sus bajos fondos en los que se encontraba el templo medieval y catacumbas de los inicios de la cristiandad. Recordemos que pulula la leyenda de que Marsella fue uno de los primeros lugares fuera de Tierra Santa y de Roma en que se propagó el cristianimo, siendo la propia María Magdalena la que pudo llegar allí mismo en barco. Pero esas son historias y novelas que aún carecen de la veracidad necesaria para creérselas a pies juntillas.

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P1050002Uno de los lugares más visitados por los turistas y por los devotos religiosos es la Basílica de Notre-Dame de la Garde, que se alza en lo más alto de la ciudad. Monumento construido en el Siglo XIX sobre lo que fue un templo románico medieval, es con seguridad el lugar desde el que se pueden obtener las mejores vistas tanto de Marsella como de muchos kilómetros a su alrededor. La gente «normal» suele ir en el autobús número 60 que se coge en el Vieux Port o incluso en uno de los ridículos trenecitos que pasean a los guiris más guiris. Pero para los incautos como yo está la opción de echarle narices y subir andando por empinadísimas cuestas destrozapiernas. Eso sí, al final compensa, y mucho. No sólo por el bonito templo de estilo bizantino como la Catedral, decorado en lo más alto con una gigantesca virgen de oro sino también por esa maravillosa panorámica de la urbe rodeada de un mar azul con vetas verdes en la orilla. Fue uno de los lugares asediados durante la II Guerra Mundial y se puede dar fe de ello en algunas paredes en que aún se ven marcas de balas y metralla.

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Afortunadamente el descenso del monte fue menos duro que la subida, aunque a esas horas las piernas y el estómago P1040965habían hecho mella. No ayudó demasiado pasear por las calles aledañas al Viejo Puerto atestadas de Terrazas y Restaurantes en las que los comensales degustaban marisco y otras ofertas del menú no aptas para mi escasa profundidad de bolsillo. Al final tomé algo de pasta en el propio Quai de Port, a unos metros del otro local en el que había tomado un tentempié por la mañana. No sin antes haber visto uno de los Mercados de la ciudad en el que la población magrebí (un porcentaje elevadísimo) ha logrado recrear algo similar a un zoco de Marruecos, Argelia o Egipto. Por momentos parecía estar en esos países donde la gente se sienta en pequeñas sillas fuera de sus casas tomándose sus incontables tés, o donde los comercios huelen a especia. Es otro de los rasgos de Marsella, donde el origen magrebí de muchos de sus habitantes le otorgan un toque especial.

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Luego, no me quería ir sin ver alguna playa, sin tener el mar a mi disposición. Pero en ese tema quedé un tanto P1050049desengañado ya que las playas son escasas, de arena las menos y muchas en las que hay que pagar a los restaurantes u hoteles que quedan por encima de ellas. Para esos temas del baño y del buceo lo mejor es marchar a alguna de las paradisiacas calas de Les Calanques, a los que se puede acceder en coche o en barco contratándolo desde el Puerto. Otra excursión que me hubiera gustado realizar es la de la Isla de If, que alberga un castillo que sirvió de baluarte defensivo y de cárcel en siglos pasados. Se puede también contratar en el Vieux Port, pero se requiere algo de tiempo. Ideal para el que visite Marsella en un par de días. El tiempo siempre es limitado, y más en un Weekend Viajero… cuando ya en la medianoche como La Cenicienta me encontraba durmiendo en mi habitación, en mi casa… Un fenomenal fin de semana, y el lunes, trabajando. Un parón en la actividad que compensa, y mucho. Descubrir mundo es aprender…es vivir.

A POSTERIORI… AIX-EN-PROVENCE

 

Años después de este viaje visité uno de los imprescindibles que no pueden faltar en Provenza. Se trata de Aix-en-Provence, a escasa distancia de Marsella y considerada de un modo u otro como la capital de la región. Ciudad de artistas, repleta de ofertas culturales y museísticas, además de tener un precioso casco urbano (manejable a pie) y haber sido el hogar de Paul Cézanne.

Taller de Cézanne en Aix-en-Provence (Francia)

Como véis todo salió perfecto. Avignon y Marsella son lugares bien diferentes que engalanan la Provenza francesa y que conviene conocer. Y como siempre, para adornar tanta palabrería que gasto, os doy un respiro visual con una SELECCIÓN DE LAS MEJORES FOTOS de este viaje de fin de semana que sigue alegrando este año 2007 que no será sencillo repetir. Y aún queda mucho por venir antes de que se acabe…

José Miguel Redondo (Sele)

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