Las experiencias y viajes más asombrosos donde ver animales salvajes en libertad
Algunas de las sensaciones y emociones más bellas en el mundo de los viajes pasa por poder observar una escena de fauna en su hábitat natural. Esos instantes en que eres testigo en vivo y en directo de algo que durante años habías estado presenciando en documentales bajo el filtro de una pantalla justifican por completo todo el esfuerzo requerido para llegar hasta ellos. La primera vez que se escucha rugir un león en la sabana africana nunca se olvida. O contemplar a un oso pardo cazar salmones en un río de Alaska. Y qué decir de los osos polares y las morsas en los hielos del Ártico o cuando se busca la mirada de un jaguar oculta bajo el espesor de la selva y eres plenamente consciente de que cuando te adentras en su territorio, él en realidad te está mirando a ti. Así es, ver animales salvajes deslizarse con sigilo en sus propios dominios te permite percibir tu propia insignificancia ante la naturaleza que nos rodea y, a su vez, desear con mayor firmeza un planeta donde la mayor justicia sería dejar que todo siguiera su curso.
Hay algunos viajes o destinos en el mundo donde eres tú quien realiza tu propio documental de fauna. ¿Cuáles son las mejores experiencias o esos encuentros únicos donde ver animales salvajes en libertad? A continuación te propongo un rastreo o safari a través las aventuras más asombrosas donde el mundo, bajo el amparo de la Madre Naturaleza, se encarga de mostrar increíbles escenas, no siempre hermosas, de la vida animal.
Las 27 experiencias más fascinantes para ver animales en su estado salvaje
Quienes amamos los viajes de naturaleza vivimos cada encuentro en los que los animales aparecen (o pueden aparecer en cualquier momento) con la emoción de la primera vez. Da igual si se ha visto al leopardo rondar caminos una o cincuenta veces, que en la cabeza de quien está observando la escena, aquel felino moteado es lo único que le importa en la vida en ese preciso instante. Observarlo sin más, en absoluto silencio, quizás sin más intención que retratar su elegante pose o escudriñar con la mirada cada movimiento de su cuerpo fibrado nacido para la velocidad y la depredación como una perfecta herramienta de supervivencia.
Hace algún tiempo en algunos lugares del mundo se han dado cuenta de que conservar y respetar atrae más beneficio a su sociedad que cazar o aislar. Pero falta mucho por hacer. No cabe duda de que el equilibrio y la sostenibilidad bajo la lámpara del turismo responsable y un profundo respeto a los animales que habitan un determinado territorio es una manera de luchar por la preservación de quienes llegaron mucho antes que nosotros. Y, en definitiva, de luchar por nosotros mismos.
¿Cuáles son los mejores lugares del mundo para ver fauna? ¿Qué experiencias con animales son las más impactantes? ¿Qué animales son los más deseados para vivir un encuentro o fotografiar? No me extiendo más, que estoy empezando a escuchar pasos y algo va a suceder…
1. Safaris en África en busca de los cinco grandes.
No hay nada mejor que hacer un safari en África para vivir el máximo exponente de la naturaleza salvaje en este planeta. Es como estar en la película de El Rey León pero en vez de encontrarse a los leones en una observando las estrellas junto a su padre los ves peleándose por hincarle el diente a un impala. Uno de los grandes objetivos de un safari en este continente pasa por toparse con los Big Five o cinco grandes. ¿Y cuáles son los miembros de este prestigioso club? Pues el elefante, el búfalo, el rinoceronte, el leopardo y el león. Pero, en realidad, son muchos más los miembros de este increíble documental en el que te sumerges por la sabana africana. Cebras, jirafas, búfalos y un gran cantidad de antílopes completan un paisaje donde depredadores como el leopardo, el guepardo, el león o el caracal andan a la busca de carne fresca. Sin olvidar a las hienas o licaones, auténticas máquinas de matar.
Sin duda África del Este, con Kenia y Tanzania a la cabeza, también Uganda, es la región del mundo donde el safari fotográfico trae un 100% de éxito y buenos recuerdos. Un «Memorias de África» al natural pero sin escopetas ni romances a lo Karen Blixen. Simplemente la vida pasando a tu lado.
La gran migración, un momento cumbre: Todos los veranos, entre julio y agosto, cientos de miles de ñúes migran desde Tanzania a Kenia cruzando el río Mara desde el mítico Serengeti para buscar mejores pastos en los que alimentarse. Con ellos atraen muchos más animales y, sobre todo, grandes felinos ávidos de carne fresca. Ese instante, el cruce del Mara en el propio Parque Nacional Masai Mara de Kenia, con grandes manadas atravesando el río al mismo tiempo a expensas de los cocodrilos, puede ser una de las visiones más impresionantes que disfrutar en África, al menos una vez en la vida.
Sudáfrica y el Parque Nacional Kruger constituyen otro de los grandes objetivos de quienes desean ver animales en libertad. Pero mucho menos masificados y altamente gratificantes son los safaris en Botswana, Namibia, Zambia o Zimbabwe. En el África Austral la fauna hay que buscarla y no se presenta tan en bandeja como en Kenia. Pero cuando lo hace… muchas veces te permite disfrutarlo a solas. ¡Y eso vale mucho!
Entre mis preferidos de la lista está , sin duda, Botswana. Con el Delta del Okavango (o en avioneta o navegando en mokoro) bañando un área desértica donde fluye la vida casi como ningún otro lugar. Allí parques como Chobe (con Savuti como santuario de felinos donde fuimos testigos de una imponente una escena de leones cazando un búfalo), Moremi o Kalahari poseen una colección de animales digna de emprender un viaje de este tipo. A ser posible en safari móvil con un guía experto, aunque reconozco que mi primera vez fue por libre conduciendo un 4×4 (eso sí, un riesgo mucho mayor).
Y, aunque sin tanta cantidad de fauna, conviene no olvidarse de África Occidental. Porque hay algunos países como Costa de Marfil, Senegal, Gambia o Ghana donde se pueden realizar safaris bastante interesantes. Probablemente el Parque Nacional Pendjari en Benín, en la frontera con Burkina Faso, sea el mejor lugar de la región para avistar leones, elefantes y otras muchas especies sin masificación alguna (sólo hay un alojamiento).
¿TIENES PLANTEADO HACER TU PRIMER SAFARI EN ÁFRICA? No te piedras entonces estos 20 consejos para hacer un safari en África y aprovechar al máximo el viaje de naturaleza por antonomasia. Además en 2024 realizaré un viaje de autor al continente africano a los que podrás acompañarme. En mayo iremos de safari a Kenia y Tanzania (pregúntame para recibir información).
Por último recalcar que ante un safari en África tres pilares para su éxito son:
- Paciencia, que no estás en un zoo (afortunadamente) y no siempre salen los animales cuando tú quieres.
- Un buen guía o rastreador es el 90% del éxito de un safari, por lo que yo no escatimaría en algo así. El resto queda relegado a la suerte y tu experiencia previa.
- Respeto y responsabilidad: No molestar ni provocar a los animales, ni tampoco cortarles el paso, respetar las distancias.
Y no olvidar que presenciar en directo escenas de caza es complicado. Hay gente que lleva años haciendo safaris y jamás lo ha conseguido. Pero, con paciencia y buena energía, de vez en cuando sucede…
2. La mirada del tigre de Bengala.
¿Alguna vez has tenido la tentación de salir a buscar a Shere Khan? No cabe duda que el felino más imponente y que genera más terror a sus posibles víctimas es el gran tigre de Bengala. Aunque la caza furtiva (absolutamente desmedida a partir del siglo XIX) dejó a la especie tiritando hacia su propia extinción, se ha dado una ligera y esperanzadora recuperación en determinados parques de India o Nepal (en Banghadesh es absolutamente minoritario) donde se han dado cuenta que trae más beneficios económicos un solo tigre vivo que cien muertos.
India es el país con mayor población de tigres de Bengala. Y aunque se ha puesto de moda ir a buscarlos al Parque Ranthambore en el Rajastán las probabilidades de verlo allí son ínfimas (aunque conozco varios casos de éxito muy cercanos). Tampoco la Reserva de Tigres Corbett ofrece esa garantía. Si alguien está buscando con mucho interés la mirada del tigre de Bengala en India, debe bajar al Estado de Madhya Pradesh y hacer un safari en los Parques Kanha y Bandhavgarh, lugares en los que se basó Rudyard Kipling para escribir El Libro de la Selva.
Aunque requiere dedicarle unos cuantos días y no llegar tan lejos para después prever una simple jornada de safari. Rastrear al gran tigre no es fácil, si bien uno cuenta con la ayuda no sólo del avezado guía de turno (no se puede hacer por cuenta propia) sino de los propios animales (aves y monos, sobre todo) que montan un jaleo impresionante para avisarse los unos a los otros de presencia de este felino.
En Nepal son habituales los safaris en el Parque Chitwan, muy recomendable aunque hay más probabilidades de encontrarse los rinocerontes asiáticos que al depredador de pelaje naranja y rallas negras. Sundarbans en Banghadesh es otro de los santuarios de este animal asombroso, aunque esquivo.
¿Y el tigre siberiano? El más viajero de los tigres es, sin duda, el siberiano. Habita los vastos bosques de la cuenca del río Amur en el extremo oriental de Siberia (Rusia) adentrándose incluso en China. Aunque su población es escasa y realmente difícil de avistar. Se organizan safaris y rastreos, pero las posibilidades de éxito son muy bajas y muchas veces uno se conforma con encontrar huellas o visionar imágenes del tigre nacidas de las cámaras de trampeo que hay esparcidas en el bosque.
3. Gorilas en la niebla.
Los montes Virunga y las selvas de Bwindi son el último refugio de los grandes gorilas de montaña. Es decir, Uganda, Ruanda y el nordeste de la República Democrática del Congo. Un reducido espacio para una especie imponente que se reúne en familias o grupos que se mueven por zonas de vegetación espesa resguardados por la niebla y las copiosas lluvias. Contemplar de cerca un espalda plateada, el patriarca, puede ser una de las mayores experiencias que se pueden tener en la naturaleza. Pero nunca mirándole fijamente a los ojos. Ese es uno de los requisitos que los guardas del Parque nacional del Gorila de Mgahinga o del Bosque impenetrable de Bwindi en Uganda, el Parque Nacional de los Volcanes en Ruanda y en el Parque Nacional Virunga en RD Congo, exigen a los visitantes que deben mantener las distancias y estar con el grupo máximo una hora.
Pero esta experiencia conlleva asumir una alta tasa que supera los 600 dólares por persona (y es más alta en función de la temporada). Una medida económica que ha permitido controlar el número de visitantes diarios y que ha repercutido en el crecimiento poblacional (superior a los 1000 ejemplares) del gorila así como en mejorar la vida de los habitantes de esta región de África Oriental. Se trata de uno de los casos que explican que el turismo ha ayudado a la supervivencia de una especie concreta. Y aunque se haya convertido en una actividad muy costosa para el visitante, es probable que allí arriba junto a los gorilas muchos que hayan tenido la suerte de realizarlo puedan decir que han vivido probablemente la mejor hora de su vida.
Precisamente acabo de realizar un viaje de autor a Uganda para cumplir un sueño. Puedes leer aquí todos los detalles de lo acontecido en dicha aventura.
Pero la de montaña no es la única especie de gorila que habita en África. Hay gorilas de llanura en países como Camerún o, sobre todo, Gabón. Allí se está recuperando la población y, aunque hay un turismo muy escaso, es posible salir a rastrear a pie a estos grandes simios en parques como Moukalaba Doudou o Loango.
4. Los orangutanes de Borneo y Sumatra.
No sólo África puede presumir de contar con grandes simios. En el Sudeste Asiático, concretamente en países como Indonesia o Malasia, vive el orangután. Su nombre quiere decir en malasio «hombre de la selva» puesto que su hábitat natural son precisamente las tupidas selvas de las islas de Borneo y Sumatra. La caza y su uso para actividades lúdicas (circos, peleas, etc.) que se pusieron de moda en el siglo XX hicieron un gran daño a esta especie, pero nada parecido a la deforestación y maltrato continuado a causa del crecimiento imparable de las plantaciones de palmas de aceite.
Estos primates de pelaje naranja te dejan boquiabiertos con sus rasgos, gestos y actos donde se trasluce humanidad si buscamos el mejor afán a esta palabra. Su población, cada vez más menguante, se puede encontrar en algunos parques naturales de Borneo donde destaca, sobre todos, Tanjung Puting en Kalimantan (la parte indonesia de la isla). Se llega en barca estrecha (klotok) tras largas horas de navegación en un río color negro que se adentra en lo más profundo de la selva. Allí se puede ver a estos animales en su estado natural y a una proximidad asombrosa.
Otra opción nos lleva hasta el Borneo Malasio al norte en la provincia de Sabah donde la reserva de orangutanes de Sepilok permite a los visitantes contemplar a esa especie en estado de semilibertad (son libres pero aún son dependientes de que el ser humano les provea de alimento). Aunque es mucho más accesible que el parque indonesio, por lo que hay muchos más visitantes y la experiencia resulta menos íntima. Para ello lo más recomendable estando en esta parte de Borneo es aproximarse a las orillas del río Kinabatangan y navegarlo en canoa. Porque allí se pueden ver completamente salvajes junto a otras muchas especies (cocodrilos, calaos de varios tipos y el curiosísimo mono narigudo, endémico de esta isla). Un auténtico Amazonas en su versión asiática.
Sumatra también cuenta con una interesante población de orangutantes, pero mucho menor a la de Borneo. Y para llegar hasta ellos son necesarias intensas jornadas de senderismo en la selva. Los lugares más típicos para salir a buscar al orangután de Sumatra son el Parque Nacional Gunung Leuser, Bukit Lawang, el primer centro de recuperación de Orangutanes de la isla (avistamientos garantizados) o los pocos que aún quedan en Ketambe y que no están nada acostumbrados a la presencia de humanos.
5. Las tortugas gigantes de Galápagos y los animales que no temen al ser humano.
Uno de los mejores destinos de naturaleza de todo el mundo es el archipiélago de Galápagos en Ecuador. Y las razones van más allá de los descubrimientos que le sirvieron a Darwin para compartir su Teoría de la Evolución de las especies y revolucionar el conocimiento del planeta al respecto. Incluso más allá de sus tortugas gigantes que viven en el estado terrestre las cuales llegan a vivir más de un siglo. Lo que resulta realmente apasionante de un destino como las Galápagos es que, además de poseer una gran cantidad de fauna endémica y exclusiva de estas islas, ésta no le tiene miedo al ser humano, permitiendo admirar con una proximidad increíble a leones marinos, las propias tortugas gigantes, iguanas terrestres y marinas, pingüinos y aves como el emblemático piquero de patas azules, un auténtico dibujo animado hecho realidad.
Durante mucho tiempo proliferaron los cruceros en embarcaciones de lujo (y reducidas) para recorrer la islas, buena parte de las mismas deshabitadas. Pero es posible (y menos caro) organizar un viaje a Galápagos por cuenta propia utilizando Santa Cruz, San Cristóbal o Isabela como bases desde la que ir haciendo excursiones a los mejores rincones del archipiélago.
Galápagos es un viaje a la vida. Un santuario de la naturaleza en el escalafón más alto posible para los viajeros y viajeras de todo el mundo. Lo que es capaz de proporcionar en cuanto a sensaciones puede ser comparable únicamente a lo que supone viajar a la Antártida o a las regiones más aisladas del Ártico en Groenlandia o Svalbard en crucero polar. Pero puedo asegurar que no existe, en realidad, nada parecido a este lugar.
Puede ser de interés: 10 especies animales que ver y fotografiar en Islas Galápagos. O 50 consejos prácticos para viajar a Galápagos por tu cuenta.
6. Los Osos salmoneros en Alaska y Kamchatka.
Cada verano en Norteamérica y en múltiples parajes del litoral de Rusia, cuando millones de salmones deciden regresar del océano para remontar los ríos donde nacieron para desovar y, a posteriori, morir habiendo cumplido su función vital, los osos pardos encuentran la oportunidad de alimentarse de pescado durante semanas para reponer fuerzas y sobrevivir no sólo al momento sino también a su larga hibernación. El salmón se convierte en la gran fuente de nutrientes y energías de estos grandes mamíferos que se reúnen en los ríos, estuarios y cascadas donde lograr hacerse con este manjar (del que valoran las huevas incluso por encima de la carne).
¿Dónde se puede ver este espectáculo natural? Sin duda en Alaska, en el noroeste de los Estados Unidos, se albergan múltiples posibilidades de asistir a algo así. En los Parques Nacionales de Katmai y Lake Clark, entre los meses de junio a septiembre (aunque julio y agosto son el momento más álgido), la presencia de osos pardos o grizzlies se cuenta por miles. Y, aunque se trata de lugares inaccesibles por carretera, se ofrecen tours de unas horas en avioneta desde las localidades de Homer o Anchorage (cuestan de 600$ para arriba), pudiendo aterrizar en la playa o en el propio mar si es con hidroavión y acercándose allá donde los osos están comiendo plácidamente. Y tan sumamente concentrados en dicha labor que ni se percatan de la presencia gente con sus cámaras tomando imágenes increíbles de los osos capturando salmones en Brook Falls (el mejor sitio de todos) o, si van en junio, desenterrando moluscos en las largas y solitarias playas de Lake Clark. Observar osos en Alaska es una de las actividades estrella donde se sale a la búsqueda de fauna salvaje.
Más desconocida y menos trillada es la posibilidad de ver a decenas de osos a la vez en las orillas del Lago Kuril de Kamchatka, en el extremo oriental de Rusia. Este lugar, una caldera volcánica completamente inundada, en una zona deshabitada a cientos de kilómetros a la redonda, se produce la mayor concentración de salmones desovando de toda Eurasia. Julio y agosto son los meses centrales. Sólo se puede llegar a este lugar en helicóptero (600€ aprox). Después se toma una lancha a la boca de un río donde hay una nutrida presencia de osos y también se camina bajo la custodia de un ranger armado por otra zona de elevada concentración de plantígrados. Más sencillo (y económico) es hacer una actividad de rafting en el río Bistraya. Salen osos cuando menos te lo esperas. Y en una cantidad exagerada. Cosas de Kamchatka, porque esta península rusa es uno de los refugios naturales más fabulosos a los que se puede ir donde no sólo hay osos, lobos o alces sino la mayor densidad de volcanes activos del planeta.
¿Se pueden ver osos en Europa? ¿Y en España?
El continente europeo posee no pocos núcleos de naturaleza habitados por el gran oso pardo. En este caso no van en busca de salmones sino que se alimentan eminentemente de vegetación y, en ocasiones, de otros animales (aunque en menor medida). La población de osos más notable la encontramos en los países nórdicos, sobre todo en Suecia (en más de dos terceras partes del territorio y con un número que ronda los 3000 ejemplares) y Finlandia (sobre todo en la frontera con Rusia, concretamente en los parques en Kuusamo, el Parque Nacional de Hossa o Kuhmo.).
En España el oso pardo resiste casi milagrosamente en la cordillera Cantábrica, sobre todo en la zona de Picos de Europa y el Parque Natural de Somiedo. Asturias y Cantabria cuentan con la mayor población de la Península Ibérica. También hay en los Pirineos o en las montañas de Palencia así como en Los Ancares (León).
7. El fantasma de los Himalayas, el leopardo de los nieves.
Quizás el más escurridizo de los felinos sea el conocido como «fantasma de los Himalayas», el fabuloso leopardo de las nieves. Animal que es propio de alturas de más de 3000 metros e incluso ha sido avistado a los 6000. Y que se mueve siguiendo las curvas de la cordillera del Himalaya (China, India, sobre todo la región de Ladakh, Bután, Pakistán) o en países como Afganistán o Mongolia. Le dicen fantasma porque puedes tenerlo a escasos dos metros y no verlo porque tiene una excepcional capacidad para camuflarse en su entorno. De hecho «los coleccionistas de retratos animales» saben que con el leopardo de las nieves lo tienen extremadamente complicado porque hay que trabajárselo muy mucho (y tener una paciencia infinita) para poderlo contemplar y fotografiar, casi siempre a una elevada distancia.
Ladakh, conocido por ser «el pequeño Tíbet de India», empieza a destacarse como destino principal para quienes desean hacer un buen trekking en el Parque Nacional de Hemis donde quizás se de la mayor concentración de este felino. Si existe una mínima posibilidad de ver al leopardo de las nieves, éste es el lugar.
8. El gran tiburón blanco en Sudáfrica.
La película «Tiburón» lo puso en el disparadero. Su director Steve Spielberg confesó que si hubiera sabido la repercusión tan negativa que tuvo este animal convertido de repente en un asesino cuando la única verdad es que causa menos muertes que una simple tostadora (verídico), quizás no habría hecho nunca esa película. Cierto es que la imagen de este escualo que puede llegar a medir más de 6 metros con esos dientes que parecen puñales no es la de un angelito, pero eso no significa que sea malo. Es un depredador más de cuantos viven en el mar y salvo excepciones contadas, que por supuesto las hay, es bastante inofensivo.
Existe una manera de poder mirarle a los ojos, o mejor dicho a la boca, de este animal marino. Y a una distancia ridícula. ¿Dónde? Gansbaai, en Sudáfrica, está considerada como La Meca del tiburón blanco. Lugar desde el que se puede navegar para después sumergirse en una jaula en el agua desde la que ver llegar con total seguridad a este gran carnívoro. Una experiencia que te deja sin habla. Y es que no todos los días se tienen tantos dientes afilados a escasos centímetros de tu rostro.
9. Los pingüinos de la Antártida e islas subantárticas.
El viaje de los viajes… la Antártida. Territorio de hielo e historias de superación, de conquistas y barcos varados aguardando el final del invierno. Dominio también de múltiples especies de pingüinos, aunque sólo cuatro de ellas nidifique en la Antártida propiamente dicha (Pingüino Emperador, Barbijo, Adelia, Papúa y el de Penacho amarillo). El resto, y en grandes cantidades, sobre todo de pingüino rey, se encuentran en las islas Maldivas, las Georgias del Sur y Sándwich del Sur, las conocidas como islas subantárticas.
Estas aves no voladoras exclusivas del hemisferio sur tienen en esta región del mundo su hogar. Aunque el calentamiento global está afectando muchísimo a estos animales y su población, desgraciadamente, no deja de menguar.
Si no se quieren ver en zoológicos y hacerlo en libertad, viajar hacia el Polo Sur es la oportunidad de cumplir el sueño de muchos. Aunque son viajes de un coste bastante elevado que se suele hacer en crucero polar normalmente desde Ushuaia y también desde Nueva Zelanda (mucho más caro). De 6000€ para arriba, sin contar vuelos ni demás gastos. Ese es el precio de este objetivo.
No sólo hay pingüinos en la Antártida e islas subantárticas. También hay varias especies en Sudamérica como por ejemplo los pingüinos de Magallanes en la Patagonia tanto argentina como chilena. O los de Humboldt, que suben desde Chile hasta Perú. El único que toca el Hemisferio Norte es el pingüino de las Galápagos. Pero, lo que no mucha gente sabe es que en Bahía Inútil, en pleno Estrecho de Magallanes dentro de territorio chileno, hay una colonia creciente de pingüinos rey que llegaron allí y nidificaron de la noche a la mañana.
10. Los osos polares en los hielos del Ártico.
El depredador terrestre más grande que existe (hay ejemplares de más de 3 metros) es y será el oso polar. Animal propio de las regiones árticas donde el frío extremo y los hielos a la deriva son amigos de una especie afectada, como no podía ser menos, por el maldito cambio climático. Se puede encontrar en el norte de Alaska o Canadá, así como por casi todo el litoral de Groenlandia, aunque la Bahía de Baffin es uno de sus paraísos particulares. También en el Ártico ruso, donde todavía se permite su caza. Pero si hubiera que escoger dos lugares del mundo donde tener más posibilidades de avistamiento de osos polares estos serían Churchill (Manitoba, Canadá) durante los meses de octubre/noviembre y el archipiélago de Svalbard, islas situadas al norte de Noruega donde viven más osos polares que personas. Me centro en esta última.
El objetivo primordial de quienes arriban a la región habitada más septentrional del planeta (muy cerca del Polo Norte) es poder ver osos polares. Aún así las opciones de tener un encuentro con estos plantígrados de pelaje blanco no son tan elevadas como se pueda pensar. Los osos polares, cuando llega el verano y el deshielo, suelen dirigirse hacia el norte donde pueden ir tras las focas, su comida preferida. De ahí que viajar en crucero polar en Svalbard se trata de una de las opciones más factibles de poder contemplar en vivo a esta especie.
11. El último león asiático.
Muchas personas desconocen que hay leones en Asia. Y no precisamente en un zoológico. Antiguamente esta especie se extendía mucho más de lo que pudiéramos imaginar. Por los Balcanes, Turquía, el Cáucaso, Oriente Medio, Persia e India, entre otros. No hay más que ver la cantidad de leones que muestra la célebre Puerta de Ištar que formó parte de las murallas de Babilonia y ahora se puede admirar en el museo de Pérgamo en Berlín. Pero estos animales fueron cazados y masacrados hasta su práctica extinción. Salvo en un rincón de India oriental que se convirtió en un auténtico milagro. En el Estado de Gujarat el gobernador de la ciudad de Junagadh en el año 1900 protegió, dentro del conocido como Bosque de Gir, una reserva del alrededor algo más de 5.000 km² donde resistían los últimos ejemplares salvajes y libres de leones indios. Y ni aún así valió para seguir siendo cazados, llegando a quedar únicamente una veintena de estos animales. Pasados los años esta reserva pasó a ser denominada Parque Nacional y Santuario de vida salvaje Gir, controlado directamente por el gobierno indio. Y tras una labor concienzuda de preservación y cría se llegó a multiplicar la población hasta superar el número de 600. Pero su crecimiento en un sector tan pequeño ha traído otras consecuencias que afectan directamente a los ganaderos, quienes se lamentan de ataques en sus reses, por lo que se están planteando tratar de que los leones puedan criar en otras zonas donde desaparecieron a finales del siglo XIX.
El bosque de Gir se ha convertido, por tanto, en un destino de interés turístico donde se llevan a cabo safaris para poder contemplar a los últimos leones asiáticos en su estado salvaje. Leones de un tamaño algo más pequeño que su pariente africano, y con menos melena en el caso de los machos. Los últimos supervivientes de una estirpe de depredadores que mucho tiempo atrás se las tuvieron que ver con el mismísimo tigre de Bengala. ¡Me pone los pelos de punta sólo imaginar ese encuentro!
12. Navegar con los delfines rosados del Amazonas.
Hablando de rarezas, pongamos a la palestra a los delfines de color rosa que viven en el Amazonas, el Orinoco y otras cuencas fluviales y ríos tributarios en esta amplio sector de Sudamérica. No tienen nada que ver con los delfines de mar, poseen un tamaño superior a los dos metros, el hocico bastante largo con 56 dientes bien afilados distribuidos en ambos lados de su mandíbula y una capacidad cerebral de alrededor de un 40% superior a la de los humanos. Recorren grandes distancias para alimentarse de numerosas especies de peces y nacen completamente grises, aunque probablemente sea el desgaste de la piel la que les muestre su corpachón rosado que tanto llama la atención.
Lamentablemente se trata de una especie amenazada en evidente peligro de extinción. Sobre todo en la cuenca del Amazonas donde la contaminación por las minas de oro y la caza furtiva les hace mucho daño. Quizás el interés que proporciona a los visitantes que vienen de muy lejos para admirarle sea su última oportunidad. Es posible, por tanto, observar este animal en las áreas más próximas del Amazonas de Colombia, Venezuela e incluso Bolivia (en las Pampas del río Yacuma se ve con cierta facilidad). Y, por supuesto, en Brasil, aunque es donde más peligro corre esta especie, con mucha diferencia.
13. Canguros, koalas y otras rarezas australianas.
Australia está plagada de especies que cuando fueron vistas por los primeros navegantes europeos les dejaron completamente perplejos. Habría que ver la cara de Cook al toparse con su primer canguro, sin duda el icono de este gran continente oceánico junto a la ternura que desprenden los koalas abrazados a sus eucaliptos, ajenos a su cada vez más menguada población (los incendios de 2019 y 2020 en Australia han sido fatídicos para estos entrañables marsupiales). Pero qué decir del ave australiano más peligroso, más incluso que esos cocodrilos de 5 metros que tienen algunos ríos y humedales del país, el casuario. Me refiero al casuario, un animal que parece sacado de una de las películas de Parque Jurásico. Recuerda en maneras al avestruz, pero con el pelaje del cuello y el rostro azulado y una protuberancia ósea que sale de su cabeza con la que dando golpes se queda solo. Aunque lo más «chungo» del casuario son sus afiladas garras, con las que puede cercenar y abrir en canal a sus víctimas en cuestión de segundos. Siempre que se sienta amenazado o perturbado, por supuesto. Otro que «siempre saludaba a sus vecinos en el portal» pero luego…
¿Dónde ver kanguros en Australia? ¿Y koalas? ¿Y al casuario?
Sin duda es más sencillo poder ver a los canguros saltarines en Australia, quienes se mueven en un territorio bastante extenso, que a los koalas en su hábitat natural. Famoso a no demasiada distancia de Sidney se encuentran los prados de Morisset donde se juntan numerosos canguros gigantes. O saltando por las playas de Jervis Bay. También hay una población notabilísima en Kangaroo Island. Pero, lo dicho, basta viajar en coche por el continente australiano para tener más de un encuentro con kanguros y otros tipos de marsupiales que se mueven dando saltos.
Zona de koalas es la Great Ocean Road, en la zona «Melbourne», subidos a los eucaliptos. En Port Stephens, Nueva Gales del Sur también hay bastante probabilidad de encontrarlos.
Aunque para dar en el clavo el Koala Conservation Center de Phillip Island, aunque en régimen de semilibertad. Aquí también se pueden ver pingüinos en la conocida como Penguin Parade. En Brisbane el famoso Lone Pine Koala Sactuary se considera la mayor reserva de koalas que existe en todo el mundo.
El hábitat del casuario, especie de la que cada vez quedan menos ejemplares, se encuentra en los bosques lluviosos tropicales situados al norte de Queensland. Garantía casi segura es Etty Bay, próxima a una ciudad llamada Inninsfail. ¡Se les ve plácidamente buscando alimento en la playa!
14. Las manadas de bisontes en las llanuras de Yellowstone.
Más norteamericano que el bisonte muy pocas cosas. Auténticos iconos de leyenda, los reyes de las grandes llanuras son el mamífero terrestre más grande y pesado del continente americano (alrededor de una tonelada). Aunque su reinado fue interrumpido tras la conquista del lejano oeste cuando esta especie quedó prácticamente arrasada de un territorio que partía del norte de México hasta bien entrado Canadá. Hoy día hay manadas esparcidas en buena parte del Medio Oeste de los Estados Unidos, pero sin duda es el Parque Nacional de Yellowstone el mejor lugar del mundo para admirarlos en libertad. Allí hay alrededor de 5000 miembros de esta especie, aunque su facilidad reproductiva está llevando a las autoridades del país a la caza controlada para evitar daños a los campesinos.
Suelen moverse en manada y no son pocos los casos en los que se les ha visto embestir con su enorme cabeza a sus rivales sino también a los coches de los visitantes que pasaban por allí y se llevaron un recuerdo en forma de puerta hundida o cristal roto.
¿Hay bisontes en Europa?
En efecto, Europa tiene bisontes. También hubo millones esparcidos por todo el continente (no hay más que comprobar los motivos pictóricos de Altamira) pero la única población salvaje permanece relegada en una diminuta porción en el bosque de Białowieża, Reserva de la biosfera y parque de carácter transfronterizo puesto que se ubica entre dos países como son Polonia y Bielorrusia. En ambos lados, sobre todo en el polaco, se da cierta actividad turística donde uno de los atractivos de este bosque virgen es, precisamente, poder contemplar y fotografiar a los últimos bisontes europeos.
También se están llevando a cabo múltiples reintroducciones y programas de cría en otras regiones de Europa. En España, por ejemplo, hay varios ejemplares diseminados en régimen de semilibertad en los pinares de Lastras de Cuéllar así como en El Cubillo, ambos en Segovia. Aunque hay múltiples ejemplos con los que se pretender aumentar la población de un animal que roza la extinción desde hace mucho tiempo.
15. Caminar entre dragones de Komodo.
No todos los días se tiene la oportunidad de caminar por un territorio plagado de dragones. ¡Sí, de dragones! Los varanos más grandes de la Tierra (de 2 a 3 metros de longitud) se encuentran en las islas indonesias de Komodo, Rinca y, en menor medida, en las pequeñas Gili Motang y Gili Dasami. También en determinadas zonas de la costa occidental de Flores. El dragón de Komodo mata a sus presas no sólo utilizando sus garras o su afilada mandíbula sino, sobre todo, gracias a la cantidad de bacterias que tiene en la saliva y provocando una infección mortal. De hecho la manera de matar a mamíferos grandes sin necesidad de gastar demasiada energía en su empeño les lleva a morderlos y esperar a que en dos o tres días el efecto de los patógenos hagan su efecto y les tire al suelo. Son capaces de distinguir olores a kilómetros, como si dispusiesen de un radar de toda la gran isla de Komodo y supieran dónde está su comida, aunque ésta se encuentre en constante movimiento.
Hace algunos meses las autoridades indonesias aprobaron cerrar la isla de Komodo durante todo un año pero finalmente cancelaron lo que parecía un hecho. Allí hay alrededor de 1700 ejemplares. Aunque conviene decir que es más sencillo observarlos en Rinca durante una sencilla ruta de senderismo (guiada), puesto que se trata de una isla de mucho menor tamaño y allí parece complejo que pasen desapercibidos.
16. Las ballenas de la Patagonia.
Seguramente poder admirar el salto de una ballena es una de las grandes cosas que nos puede regalar la naturaleza. Es obvio que los lugares y las actividades de avistamiento de cetáceos son numerosísimos. Estos son un éxito en muchos países del mundo. Antártida, Noruega, Húsavík y otras zonas del norte de Islandia (auque también Reykjavík o la Península de Snaefellsnes), Alaska, Vancouver o Quebec en Canadá, Baja California en México, Hermanus en Sudáfrica y un larguísimo etcétera que nos llevaría a recorrer medio planeta.
Pero mis lugares preferidos para ver ballenas (y muchas) a una distancia ridícula son Puerto Madryn y Península Valdés, en la Patagonia Argentina que mira al Atlántico donde, de mayo a diciembre, aunque septiembre y octubre sea el momento TOP, se ven decenas de ballenas australes tan cerca de la cosa que sus saltos se aprecian desde el paseo marítimo de esta ciudad.
Aunque el lugar donde más y más cerca he visto las ballenas ha sido en el Estrecho de Magallanes navegando por la zona chilena utilizando un buque de expedición. Concretamente en el área que abarca el Parque Francisco Coloane, uno de los más importantes de la República de Chile. Son, sobre todo ballenas jorobadas que rehúsan bajar hasta la Antártida para alimentarse ya que encuentran ricos nutrientes en el estrecho y sus fiordos, aprovechando la ventaja de que dos océanos como el Atlántico y el Pacífico se comunican por este inmenso corredor.
¿Dónde ver ballenas en España?
Las islas Canarias son excepcionales para salir a ver varios tipos de cetáceos. Además de delfines los calderones (ballenas piloto) forman parte de este cóctel atlántico y Adeje (Tenerife) es uno de sus puntos donde se navega en su búsqueda. En la Península Mazarrón en Murcia, así como la propia Cartagena, también tiene actividades. En Tarifa la empresa Turmares tiene larga experiencia en el Estrecho de Gibraltar donde incluso hay posibilidad de ver orcas. Y en el País Vasco en las localidades de Bermeo o Santurce también existe la posibilidad de contratar salidas en barco.
17. Tras la pista del jaguar en el Pantanal de Brasil o en las selvas de Costa Rica.
Hemos hablado de leones, tigres y hasta de los leopardos de las nieves. ¿Cómo puede faltar el jaguar? En absoluto, el rey de las selvas tropicales de América merece un aparte. Quizás uno de los lugares donde más fotografías se han hecho de este depredador moteado ha sido el Pantanal de Brasil, ya que gusta de cazar en humedales y lugares de difícil acceso. Esta zona del Mato Grosso es, sin duda, el lugar al que hay que ir si se quiere prácticamente asegurar el avistamiento. También en Cockscomb Basin (Belice) existe una reserva de algo más de medio millar de hectáreas donde se cree que hay una densidad de jaguares única en el mundo. Las selvas del Petén en Guatemala, Chiapas y el sur del Yucatán (rondan las ruinas mayas de Tikal y Calakmul) y, por supuesto, el Amazonas es también el hogar de este animal tan fascinante que incluso se atreve a atacar a los cocodrilos. Sin olvidar a Costa Rica, cuyo pequeño tamaño no debe hacer olvidar que posee un importante porcentaje de la biodiversidad del planeta. En el Parque Nacional de Corcovado, que abarca casi toda la Península de Osa, se han llegado a fotografiar jaguares caminando por la playa.
18. Entre miles de frailecillos en Islandia.
Algo tiene esta ave blanquinegra aparentemente torpe y dotada de un prominente pico anaranjado que quien la observa de cerca se enamora irremediablemente. Esa fragilidad que muchos le presuponen a estas aves al verlas emprender el vuelo o ese rostro tan payasesco quizás esconden que el frailecillo pasa las de caín en las frías aguas del Ártico y el Atlántico durante los largos meses de invierno. Sin tocar tierra. Hasta que a finales de abril y comienzos de mayo se dirigen a lo más alto de los acantilados de Europa Septentrional (desde las costas del Reino Unido o Irlanda hasta el archipiélago de Svalbard casi rozando el Polo Norte). Es entonces cuando el fratercula arctica, más comunmente conocido como frailecillo, tiene sus crías en el mismo nido de siempre con la misma pareja de siempre. Porque además de simpático es muy fiel.
La mayor población durante la época de cría (desde finales de abril hasta últimos de agosto) se encuentra en Islandia. Allí hay millones de estas aves, que se pasan buena parte del día pescando arenques en el agua y que al final de la tarde regresan a sus nidos. Los mejores sitios de Islandia donde ver frailecillos son el promontorio de Dyrhólaey (un imprescindible de cualquier ruta por el sur del país) o los acantilados de Látrabjarg, en los conocidos como Fiordos del Oeste. También las islas Vestman (Vestmannaeyjar), donde se sitúa la mayor colonia de frailecillos de toda Islandia (y quizás de todo el mundo) El islote Heimaey es una joya atestada dpor estas aves. También conviene tener en cuenta la isla Papey, a la que hace falta tomar un barco en el del puerto sudoriental de Djúpivogur o incluso Borgarfjörðu, en el nordeste de la isla.
También las Islas Feroe son otro de los refugios atlánticos preferidos por los frailecillos.
19. El buey almizclero, ese mamífero prehistórico.
Otra reminiscencia del Pleistoceno es el buey almizclero. Una pieza cotizada por los fotógrafos de naturaleza (y lamentablemente por los cazadores que tienen una escopeta clavada en el cerebro), sabedores de lo difícil que resulta poder observar en libertad a este inmenso animal que recuerda al bisonte pero que no tiene que ver en absoluto con él. De hecho forma parte de la familia caprinae, a la que pertenecen también cabras y ovejas). Presente en territorios circumpolares como Canadá (las islas que surge en el conocido Paso del Noroeste son prolíficas en bueyes almizcleros, sobre todo Banks), Rusia y, sobre todo Groenlandia (costa noroccidental y nororiental). En esta última Kangerlussuaq es el lugar donde más población puede haber y donde más fáciles pueden resultar los avistamientos en la tundra. Tras intentos fallidos de reintroducción en Svalbard, se han continuado otros proyectos en Alaska, Siberia y la Noruega continental donde parece que la cosa no está saliendo mal del todo. Por ejemplo, la población reintroducida en Noruega ha cruzado la frontera con Suecia, lo que se considera un éxito para mantener ciertas esperanzas.
Si no se desea (o más bien, no se puede) viajar a Groenlandia o a las áreas más extremas de Canadá existe una posibilidad más económica y cercana precisamente en territorio noruego. El Parque nacional Dovrefjell-Sunndalsfjella ofrece elevadas probabilidades de avistamiento. Y es que durante los meses de verano se organizan incluso safaris a pie (con guía) donde el éxito está casi garantizado.
En mi caso pude verlo en Kangerlussuaq, Groenlandia, el destino del planeta con mayor densidad de población de bueyes almizcleros.
20. Las manadas de elefantes de Sri Lanka.
Sri Lanka, la antigua Ceylán, es un país fascinante no sólo por su riquísimo Patrimonio histórico y cultural (cuanta nada menos que con ocho lugares Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO) sino también por su exuberante naturaleza y una cantidad increíble de especies animales que habitan esta isla. Recuerda a un reducto de África en el Índico donde incluso uno puede llegar encontrarse con felinos como el leopardo (en el Parque Nacional Yala hay bastantes). Pero si hay un animal que predomine en este país es el elefante. De hecho este ostenta una densidad de paquidermos de Récord Guiness. El Parque Nacional Minneriya así como otras reservas próximas como Huluru (también el mencionado Yala) se ha convertido en territorio safari donde desde los jeeps se ven manadas muy numerosas. Un auténtico paraíso para esta especie protegida y cuyos censos permiten observar un crecimiento constante de su población. Quizás ayude que sólo un 7% de los machos nazcan con colmillos. Así se mantiene alejado al furtivismo capaz de matar por el maldito marfil.
21. La migración de las grullas y otras aves en la Península Ibérica.
No hace falta salir de España o de la Península Ibérica para disfrutar de algunos espectáculos naturales de gran interés, sobre todo por parte de los ornitólogos y aficionados a los aves, conocedores saben que en el último escalón de Europa antes de llegar a África es uno de los mejores rincones del planeta para observar gran variedad de pájaros. Uno de los momentos más intensos e interesantes tiene lugar entre octubre y marzo, cuando cientos de miles de grullas viajan desde el norte de Europa para pasar el invierno en la soleada España, mucho menos fría que Noruega, Suecia, Finlandia, las Repúblicas Bálticas, Polonia e incluso Siberia, lugares de procedencia de este ave voladora de gran envergadura y no carente de elegancia. La mayor parte de las mismas se dirigen hacia Extremadura o Andalucía Occidental, aunque prácticamente todas ellas utilizan a la Laguna de Gallocanta (entre Teruel y Zaragoza) como su apostadero preferido. Muchas se marchan después pero hay miles deciden quedarse durante toda la invernada.
De ese modo las comarcas del Jiloca (Teruel) y Gallocanta (Zaragoza) prestan sus parajes esteparios así como la propia laguna (el mayor humedal salino de Europa) para que se pueda disfrutar cada amanecer de la partida de miles de grullas a la vez y unos atardeceres donde los trompeteos se convierten en la banda sonora tanto de esta zona natural como de los pueblos de alrededor. Y todo a una hora de Zaragoza o Teruel y cerca de tres desde grandes ciudades como Madrid y Barcelona (queda prácticamente a mitad de camino).
22. Los apostaderos de morsas de Chukotka.
Se estima que hay en todo el mundo alrededor de 250.000 morsas en el Hemisferio Norte, próximas a las zonas tocadas por la línea imaginaria del Círculo Polar Ártico, tanto en el Atlántico, como el Pacífico. Pues bien, aproximadamente la mitad de todas ellas se encuentran entre el Mar de Chukchi y el Estrecho de Bering, sobre todo en lo que se conoce como Distrito Autónomo de Chukotka (Rusia). Tanto en la parte siberiana como en la gran isla de Wrangel. Allí forman inmensas colonias en apostaderos donde vienen a juntarse centenares e incluso miles de estos pinípedos de largos y afilados colmillos a los que el oso polar se sabe perdedor de una batalla contra ellos (aunque sí le gusta medrar en grupos grandes para provocar avalanchas y, con ello, aplastamientos que dejen muertos o malheridos a los ejemplares más débiles).
Lugares como Cape Schmidt permiten ver en zonas muy próximas a municipios a un número ingente de morsas. Y, por tanto, a sus majestades los osos polares.
23. Avistamiento de orcas en el Atlántico y el Pacífico.
En inglés orca se dice «killer whale» o, lo que es lo mismo, asesina de ballenas. Este cetáceo blanco y negro de la familia de los delfines posee una fama de extrema voracidad. ¿Merecida? No cabe duda que se trata un «superdepredador» en lo más alto de la cadena trófica capaz de atacar a todo ser marino que se le ponga por delante cuando es para comérselo, por supuesto. Es un animal realmente inteligente, algo demostrado por la versatilidad en las estrategias de caza. El caso del varamiento intencional que se puede ver en Península Valdés (Patagonia Atlántica, Argentina) ha sido objeto de múltiples estudios. Las madres orcas transmiten a sus crías el conocimiento basado en la experiencia para saber dejarse llevar por las mareas y quedar varadas durante segundos en las playas donde descansan mamíferos marinos como leones o elefantes marinos. En otras ocasiones se ha visto a varios miembros de esta especie provocando oleaje e incluso golpeando bloques de hielo sobre los que hay focas refugiándose. El final, casi siempre, es el mismo. ¡La comida está servida!
¿Cuáles son los mejores lugares del mundo donde ver orcas en libertad? He aquí algunos sitios donde hay bastantes probabilidades:
- Vancouver y otros puertos de Columbia Británica en Canadá como Victoria (el número 1).
- Península Valdés en la Patagonia argentina.
- Price William Sound en Alaska (saliendo desde Valdez).
- Las islas Vesterålen (Andenes es capital para salir a hacer avistamientos), Lofoten, Narvik y Tromso (Laponia Noruega) desde noviembre hasta últimos de febrero. Se organizan incluso viajes de buceo con orcas.
- Península de Kamchatka (salidas en barco en excursiones de uno o varios días desde Petropavlovsk), Sajalín e Islas Kuriles en Rusia.
- Estrecho de Gibraltar (se organizan salidas en barco desde el puerto de Tarifa).
24. El mundo de los lémures en Madagascar.
Los endemismos de una gran isla africana separada del continente como es Madagascar producen cierto entusiasmo a los naturalistas que tienen en este lugar una de sus perdiciones. No son pocas las rarezas faunísticas de este país, pero si existe un icono que represente la naturaleza malgache como ningún otro, ese es el lémur. O, mejor dicho, los lémures, porque hay cantidad de especies distintas que se esparcen por los distintos parques y reservas de Madagascar (lo que ha permitido la excesiva deforestación, problema capital en la isla). De cola anillada, el rojo, el marrón de collar, el lémur negro, la sifaka, indri indri, bambú y un largo etcétera que llevaría a elaborar una larga lista de pequeños primates que habitan la isla.
Los parques de Ranomafana o Andasibé, e incluso la reserva Anja son algunos de los santuarios de naturaleza más importantes de Madagascar donde la garantía de ver lémures en libertad es prácticamente del 100%
25. El lince ibérico en el sur de España.
En España (y poco a poco en Portugal) podemos presumir de contar en nuestro territorio con el felino más hermoso de Europa, el lince ibérico. Icono de la riqueza natural de un país con una diversidad de fauna realmente excepcional. Y de lo que es capaz de lograr el ser humano para mal: Que a finales de los noventa quedaran menos de cien ejemplares. O para bien: Que en 2020 haya casi 800 linces ibéricos gracias a los programas de cría en cautividad y protección de esta especie que estaba tocando las puertas de su propia extinción. Aún así no hay que bajar la guardia y seguir el empeño para hacer crecer a este carnívoro de orejas pinceladas que se alimenta principalmente de conejos, pájaros y roedores.
Por el momento la población principal de lince ibérico en España se encuentra en el Parque Nacional de Doñana y en la Sierra de Andújar en Jaén. Se mueve cada vez más por toda Sierra Morena y ha cruzado tanto a Ciudad Real como a los Montes de Toledo. En el sudeste de Portugal también hay varios ejemplares, mientras que en determinadas provincias españolas está «de paso» pero sin establecerse definitivamente. Por tanto, quizás lo mejor para tener ciertas opciones de encontrarse o fotografiar el lince ibérico pasa por ir a Doñana y/o Sierra de Andújar, donde hay empresas que organizan salidas con guías expertos.
26. Narvales, el sueño (casi inalcanzable) de ver unicornios marinos.
Lo que el leopardo de las nieves es al medio terrestre, en el mar es el narval. Un cetáceo de aspecto mitológico con un cuerno en forma de hélice de aproximadamente dos metros de longitud (el cuerno, no el cuerpo) que se mece por las gélidas aguas del Ártico y que, aunque viaja en grupo, es un animal sumamente escurridizo. Contemplarlo en su medio salvaje es algo así como que que te toque la quiniela, aunque el premio en metálico es poder estar cerca del auténtico unicornio marino.
El noroeste Canadá y norte de Groenlandia son las zonas donde se suele mover. También las islas del archipiélago de Svalbard así como Franz Joseph Land y otros puntos poco explorados del Ártico ruso.
27. Chimpancés en los bosques lluviosos de África
La observación de chimpancés en su hábitat natural es una de las experiencias más enriquecedoras para los amantes de la naturaleza y la vida salvaje. África, con sus exuberantes selvas y bosques, dispone de los escenarios idóneos para encontrarse cara a cara con estos parientes cercanos de los seres humanos. En lugares como la región de Gombe Stream, en Tanzania, en los bosques de Kibale, Budongo o la Garganta de Kyambura en Uganda, o en países como Ruanda, RD Congo, Costa de Marfil (Parque Nacional de Tai) o Guinea Conakry se ofrecen oportunidades únicas para observar y fotografiar a estos inteligentes primates en su entorno natural.
Una de las razones por las que la observación de chimpancés es tan especial es la oportunidad de ver su comportamiento social complejo. Los chimpancés viven en grupos familiares y exhiben una jerarquía social fascinante. Las interacciones entre ellos, desde juegos y caricias hasta conflictos y alianzas estratégicas, proporcionan una visión única de la vida en la selva. Capturar estos momentos en fotografías es un desafío emocionante y gratificante para los amantes de fotografiar la vida silvestre.
Además, la observación de chimpancés ofrece una profunda conexión con la naturaleza y una comprensión más profunda de nuestra propia evolución. Al ver a estos primates en su ambiente natural, nos recordamos a nosotros mismos la importancia de preservar estos hábitats críticos y proteger a estas especies amenazadas.
28. La berrea del ciervo ibérico en España
Próximo al final del verano, justo cuando las lluvias se empeñan a teñir septiembre con el clima del otoño, comienza el periodo del celo de las hembras de ciervo. El macho, para atraerlas y mostrar su vigor, emite unos fortísimos bramidos que se escuchan a larga distancia. No sólo lo hace para impresionarlas a ellas sino, sobre todo, para marcar su territorio y, si es necesario, enfrentarse con otros rivales con tal de formar (o conservar) su harén. Es el momento en que los ciervos de grandes cornamentas se dejan ver con el grupo y están más expuestos a la vista de quienes, con cada vez más frecuencia, acuden a este fenómeno natural que sucede en buena parte de la península ibérica.
Hay muchos lugares donde ver la berrea en España. Cabañeros, Monfragüe, la Sierra de Andújar, el Monte de El Pardo, la Sierra de Boumort, Somiedo o el Parque Natural de Gorbeia son algunos de los principales.
PRÁCTICAS DE TURISMO RESPONSABLE
Todas estas opciones para ver animales salvajes deben gozar de la responsabilidad, ética y buena conducta por parte tanto de los operadores turísticos que las ofrecen como de los usuarios que adquieren este tipo de viajes. Muchas veces es cuestión de desconocimiento o no pensar en el daño que se puede estar haciendo, aún sea con la mejor intención del mundo. Yo mismo reconozco que he fallado en múltiples ocasiones y no niego la culpa de no haberme informado mejor. Aunque creo la concienciación es mayor que la que había hace diez, veinte o treinta años y es cuestión de poner de nuestra parte para que ese equilibrio entre la industria turística y la conservación/respeto animal sea el máximo.
Recomiendo leer estos consejos de buenas prácticas para safaris y avistamientos de fauna que aparecen en la web de la Fundación FAADA, creada para exponer los muchos problemas del uso de animales en el sector turístico y potenciar alternativas y conductas responsables tanto a empresas como a visitantes.
De las nada menos que veintiséis experiencias comentadas en este artículo… ¿Cuáles has tenido la ocasión de acometer? ¿Qué consideras que no debería faltar? ¿Cuál sería tu mayor sueño? Ya lo he dicho muchas veces. No bastarían ni siete vidas para poder hacer todo lo que uno desea. Pero veremos cuánto da con una sola…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
8 Respuestas a “Las experiencias y viajes más asombrosos donde ver animales salvajes en libertad”
Excelente artículo Sele. Simplemente comentar que los koalas también se pueden ver también muy bien en Kangaroo Island, No hay que olvidarse en Australia de la Gran Barrera del coral, yo aluciné haciendo buceo. Y buscar al esquivo ornitorrinco, uno de los animales más raros del mundo.
Los fraileicillos se ven estupendamente en las islas Feroe también. En una isla llamada Mykines tienes que tener cuidado para no pisarles, literal. Si no conoces las Feroe te las recomiendo fervientemente.
Como animal para ver imprescindible, añadiría los chimpancés, quizás físicamente el animal más parecido a nosotros.Tuve la suerte de verlos el año pasado en Uganda, en el parque de Kibale.
Un saludo y enhorabuena por el artículo.
¡¡Impresionante artículo Sele!! Muchas gracias por compartir todas tus experiencias, tanta información junta y, lo más importante, pensando en un turismo responsable.
Con un poco de suerte el parón mundial que estamos viviendo le da un respiro a estos animales y cuando se pueda volver a viajar, podemos conocer alguno.
Un abrazo muy grande
Muy buen articulo, es increíble ver la hermosa flora y fauna que posee nuestro planeta.
Es maravilloso disfrutar de la hermosa creación de Dios plasmada en los paisajes y animales.
Me trae grato recuerdo de un viaje que realice a Sierra Nevada.
¡Saludos y un fuerte abrazo!
Excelente artículo, Sele. Pero permíteme la crítica. Si se quiere practicar un verdadero turismo responsable con los animales no es necesario coger arañas en tu mano en Belice (visto en tu artículo), cebar al tiburón blanco alterando su alimentación para que los turistas puedan verlo sumergidos en una jaula o acercarse tanto a la fauna en Galápagos. Puntos a mejorar, que todos nos equivocamos. Un saludo.
Muy impresionante he visto muchos de los animales y parques que comentas, pero no tantos… No Groenlandia, Antártida, Alaska o Siberia. No me puedo quejar, voy en marzo a realizar un viaje largo de meses y me gustaría algún Consejo en temas de seguro, como renovar pasaporte, y otras Cuestiones prácticas. Saludos. Alfonso Díaz, Foni Díaz en Facebook.
Muy buenas!
Gracias por tu comentario. Sobre el seguro, sin duda te recomiendo IATI. Además tengo un descuento para lectores: https://www.iatiseguros.com/contrato_agencia.phtml?id=439&r=15870843538209 Es el que más y mejores coberturas tiene. Yo lo uso desde hace más de diez años.
Renovar pasaporte a qué te refieres? Aquí en España o si te caduca en el extranjero?
Un saludo!
Sele
Excelente artículo, estupendísimo. Como amante de los felinos que ya ha estado en Kenia y Tanzania, qué sitios me recomiendas con más posibilidades de ver cualquier tipo de felinos? Podrías hacer un ranking de tu top 10 o 20 de tus sitios favoritos para ver animales?
Gracias por tu comentario!!
Hay muchos destinos para ver felinos. En África, por supuesto, los que comentan, aunque Uganda también está bien. Después elegiría Botswana, Namibia y Sudáfrica.
En América creo que el mejor sitio para ver felinos, en este caso jaguares, es el Pantanal.
Y en India, Madhya Pradesh para ver el tigre de Bengala y Gujarat para ver los últimos leones asiáticos.
Espero haberte ayudado.
Saludos!
Sele