Viaje a Munich y Dachau 2007
Desde la noche del viernes 23 de marzo hasta la del domingo 25 estuve pasando en Munich uno de mis fines de semana viajeros que tantas alegrías me están dando en este año 2007. Si Oslo supuso un rencuentro 6 años después del primer Interrail, mi pequeño viaje a Munich no fue menos en este sentido. No sólo me sirvió para redescubrir una de las ciudades más bellas de Alemania, sino que también me ayudó a conocerla más detalladamente que en la primera ocasión. Incluso parte del tiempo invertido fue destinado a rememorar la barbarie nazi en el escalofriante Campo de Concentración de Dachau, el primero de los muchos creados por Adolf Hitler durante el Tercer Reich. Mi compañero de viaje fue Carlos (el que vive en Suiza) con el que repetía un mes después de mi visita a Zurich, Lucerna y Zug. Y el alojamiento sería de nuevo gratuito gracias al excelente sistema de hospedaje de Hospitality Club/Couchsurfing.
Llegué al Aeropuerto de Munich a las diez de la noche aproximadamente en un vuelo de Iberia procedente de Madrid (nuestra queridísima T-4). Como había quedado en la Estación Central de Trenes con Carlos, que ya estaba allí desde mediodía, tuve que coger un tren de cercanías desde el mismo Aeropuerto (Línea S1 u S8) que en 40 minutos me dejó en dicha terminal ferroviaria. Allí estaba mi amigo, quien me llevó a la casa de Sina, la chica que nos ofreció una gran habitación en su casa situada en el barrio de Lehel, a unos minutos del centro. Una vez dejé el equipaje no quise acostarme sin dar una vuelta nocturna por las frías pero elegantes calles muniquesas. Una gran nevada nos acompañó durante el paseo. Y así estuvo toda la noche, copo tras copo hasta dejar una fina alfombra blanca visible hasta primeras horas de la mañana, en que paró de nevar.
El planning para el fin de semana era claro. Durante la mañana del sábado nos desplazaríamos a Dachau para ver el campo de concentración. Ya después de comer comenzaríamos nuestro recorrido por el centro de la ciudad, el cual continuaríamos durante todo el día siguiente. A grandes rasgos esto fue lo que hicimos y vimos durante el fin de semana:
* Sábado 24 de marzo: Para llegar a Dachau, en el noroeste de Munich (a 20 km) tuvimos que coger el tren S2 en dirección a Petershausen. Nada más salir de la Estación nos subimos a uno de los dos autobuses (nº 724/726)que en cinco minutos dejan a los turistas a la puerta del Memorial más visitado de Alemania. Dachau conserva parte de lo que en su día aterrorizó a las más de doscientos mil internos, de los cuales más de treinta mil perecieron asesinados, torturados o enfermos por las lamentables condiciones del Campo que sirvió de modelo para todos los que llegaron después. Tras ver las rejas accedimos por la misma entrada por la que lo hicieron tantos inocentes a los que le fue arrebatada su condición humana. El mensaje que leían nada más pasar sigue forjado en la puerta metálica. La irónica y malvada frase es: Arbeit macht frei (El trabajo os hará libres).
Actualmente este Memorial conserva parte de lo que un día fueron sus instalaciones: Edificio principal que sirve como museo y exposición con la historia y funcionamiento del centro; Un barracón de los muchos que había en los que se hacinaban a los presos; Edificio con cámara de gas y hornos crematorios; Terreno con fosas comunes; Vallado de alrededor que en su día estuvo electrificado y en el que se siguen alzando las torres de vigilancia;
Sólo puedo decir que la visita a Dachau me encogió el alma y me puso los pelos de punta al estar en uno de los focos de la mayor vergüenza del siglo XX. Fueron muchas las personas que sufrieron horas de trabajo, golpes, castigos y muertes arbitrarias. Aunque quizá su muerte comenzó cuando les separaron de su familia, de sus amigos, les arrebataron sus pertenencias y les convirtieron en un simple número que había que exterminar. Esto es algo que no debe ocurrir nunca más. Aprendamos de ello para no repetir los mismos errores.
Después del varapalo emocional de Dachau nos marchamos a Munich ciudad para comenzar a recorrer su más que notable centro histórico en el que no faltan atractivos para los turistas. Es siempre recomendable iniciar toda ruta en Karlsplatz. Nada más cruzar Karlstor, la antigua Puerta de la ciudad, se accede a una amplia avenida peatonal (Neuhauser Strasse) que atraviesa el corazón de Munich y desde la cual salen calles que muestran verdaderos tesoros al visitante. Primeramente la Michaelskirche (Iglesia de San Miguel), donde reposan los restos de la familia Wittelsbach (Emperadores, príncipes, princesas…) en un entorno puramente renacentista. Y a pocos metros, a mano derecha se alza la inmensa Catedral (Frauenkirche) caracterizada por sus altas y majestuosas torres coronadas con cúpulas verdes con forma de cebolla. Pero no es ese el centro de todas las miradas de admiración. Es la inigualable Marienplatz la que atrae al mayor número de personas que visitan Munich. Desde allí alza elegante el Ayuntamiento neogótico cuya fachada recargada es digna de observar durante horas. En el centro de la misma, el famoso Carrillon hace bailar a las figuras de la realeza al son de la melodía de un antiguo reloj mecánico. Justo cuando llegué a Marienplatz, con la carne de gallina y los pelos de punta, y fui a proceder a fotografiarlo, mi cámara dejó de funcionar lamentablemente. Después de 4 años de alegrías y tristezas juntos se fue casi sin despedirse. Descanse en paz mi Olympus C-50 Zoom. No tuve más remedio que hacer las fotos con el móvil, así que pido disculpas a mis visitantes porque la inevitable baja resolución de las mismas.
Estábamos en Marienplatz, ¿no? Un consejo, si queréis tener las mejores vistas no sólo de este lugar sino de todo Munich, subiros a la torre del Campanario de la Peterskirche (Iglesia de San Pedro) que está justo enfrente suyo. Por dos euros os aseguráis una panorámica sin igual de la capital de Bavaria, donde incluso se ve a lo lejos el Parque Olímpico o el Estadio Allianz Arena, estrenado para albergar el Mundial de Alemania. Es también posible subir a la torre del Ayuntamiento pero os recomiendo ante todo la de Peterskirche ya que es desde allí donde mejor se ve todo.
Detrás de esa zona se encuentra uno de los mercados con más colorido y movimiento de Munich. El Viktualienmarkt es un mercado de comida, productos típicos y flores al aire libre en el que se encuentra género de la mejor calidad. Incluso es posible sentarse a degustar un rico codillo alemán o algunas de las salchichas mundialmente conocidas.
A medida que fue haciéndose más tarde hicimos una visita fugaz a la siempre abarrotada Hofbräuhaus, la más importante cervecería no sólo de Munich sino de toda Alemania. Inaugurada en 1589 la fábrica cervecera reúne miles de visitantes anualmente, sobre todo en el Oktoberfest. En este enorme patio cerrado en el que se mezclan las enormes jarras de cristal con la mejor gastronomía de Baviera se celebraron las primeras reuniones del Partido Nacionalsocialista. Hitler siempre admiró esta ciudad y en alguna ocasión dijo «Munich es la ciudad que más cerca llevo del corazón». Me gustaría saber a qué corazón se estaba refiriendo…
Cada callejuela, cada pasaje, cada rincón tiene algo que te llama la atención. Siempre hay una torre, una balconada, una decoración gótica, un color llamativo. No es difícil dejarse llevar por esta ciudad y deambular apreciando sus formas, sus secretos, sus sombras…
Tampoco pudimos resistirnos a pasear por la Plaza en que se juntan el Gran Teatro de estilo neoclásico cuyo gran tamaño es característico y la Residenz, donde vivió la dinastía de los Wittelsbach rodeada de todo lujo. De este tesoro hablaré más adelante porque fue algo que dejamos para el domingo. Al igual que haré de la Odeonsplatz, de la que tan sólo puedo decir maravillas. Tampoco se nos escapó el Jardín de los Reyes o las muchas calles comerciales cuidadas hasta el más mínimo detalle.
La noche, después de descansar un rato en casa, la pasamos con Sina y sus amigos (Silvia, Fil y Flo) quienes tras echar unas partiditas al Pro Evolution Soccer nos llevaron a un club de moda en la ciudad (lo siento, no recuerdo el nombre) en que ponían música electrónica. Nuestros anfitriones (algo fumetas), no dejaron de beber, fumar y bailar. Allí les dejamos hasta la mañana siguiente porque nosotros tuvimos que volver a la habitación si queríamos estar sanos y salvos el domingo.
* Domingo 25 de marzo: Si queríamos aprovechar bien el tiempo debíamos levantarnos temprano, a pesar del agotamiento que llevábamos encima. Para el domingo nos habíamos dejado la parte más museística del viaje, ya que en Munich son muchos los museos y centros de exposiciones que abren sus puertas al público a coste cero o a precios simbólicos (1 ó 2€) durante ese día de la semana. Königsplatz y alrededores son los lugares predilectos por los muniqueses y extranjeros para llevar a cabo este tipo de visitas turísticas. Así que Carlos y yo no fuimos menos y nos trasladamos a la Plaza del Rey (que es lo que viene a ser Königsplatz), en la que hay tres inmensos edificios neclásicos de apariencia griega. Este era uno de los lugares escogidos por Hitler para llevar a cabo sus multitudinarios desfiles. De todos es sabido su megalomanía y su preferencia por lo tosco, lo colosal, y por qué no decirlo, por lo clásico. Pero la época nazi ha quedado muy atrás y ahora dos de sus edificios exponen piezas del arte grecorromano, sobre todo la Gliptoteca, que posee una de las mejores colecciones de escultura griega y romana. También visitamos en el edificio de enfrente una exposición sobre Troya, en la que me entusiasmaron las presiosas vasijas y los objetos de oro.
A pocos minutos de esta Plaza nos encontramos los 3 museos de Arte de mayor importancia en Munich: La Antigua Pinacoteca (Alte Pinakothek), la Nueva Pinacoteca (Neue Pinakothek) y la Galería de Arte Moderno (Pinakothek der Moderne). La primera alberga una de las más importantes colecciones de pintura clásica del mundo. Rubens tiene aquí más de cien cuadros, pero no faltan demás maestros como Rembrandt, Durero, El Greco… La segunda (la nueva) supone una continuación de la antigua, con obras de los siglos XIX y XX. No entramos a ésta pero sí a la de Arte Moderno que de mediados del XX a la actualidad se exhibe una muestra que a mí me cuesta bastante entender. Entretenido pero me sigo quedando con los clásicos…
Después de comer en los aledaños del ya mencionado Viktualienmarkt me desplacé en solitario a lo que debe ser una visita obligada en Munich: La Residenz (6€, 9 si se combina con «El Tesoro»). Tal y como dije unas lineas más arriba, fue el Palacio de la Casa Wittelsbach, y representa el poder y el lujo de una familia que dominó Baviera durante cinco siglos. Fue uno de los edificios que más sufrió las consecuencias de las bombas en la II Guerra Mundial, pero tras una larguísima y meticulosa restauración, actualmente es uno de los imprescindibles en la ciudad, en la región y en Alemania. Para verlo bien requiere estar casi un día entero, ya que son más de cien las habitaciones y dependencias en las que la palabra opulencia se queda pequeña. Disfruté durante mi paseo por Palacio, sobre todo de algunas zonas del mismo: El Antiquarium (un Salón renacentista abovedado con más de cien bustos romanos), la Galería de retratos donde está representada toda «la familia», la Sala de reliquias (Simplemente admirable la colección de «restos» de santos y de relicarios lujosísimos. Incluso hay dos niños supuestamente asesinados en el infanticidio de Herodes) y el patio Grottenhoff todo hecho con incrustaciones de conchas. Y no hablo de las habitaciones reales, de la Sala del Trono, la Sala pétrea y otras muchas. Uno de los tesoros más valorados en la Residenz me lo encontré cerrado: El Teatro Cuvilliés, una dependencia rococó del S.XVIII que deja boquiabiertos a los visitantes.
Quedé con Carlos, que había ido a por su mochila a casa de Sina, en la Odeonsplatz. Este lugar es también digno de admiración, por su monumentalidad, su colorido y su fuerza. Una de las alas de la Resindenz dan a este lugar pero lo que más le caracteriza a la Plaza son el edificio de la Comandancia militar (Feldhernhalle) y la Theatinerkirche (Iglesia barroca dedicada a San Cayetano). El primero es grandioso, con sus dos leones erigidos como vigilantes. La segunda es simplemente el templo religioso más bello de la ciudad. Tanto por fuera (de color amarillo) como por dentro, totalmente blanca, cuyos elementos parecen entrelazarse como si de vegetación se tratara.
Desde Odeonsplatz, como siempre llena de gente, atravesamos como en el día anterior el Jardín Real (Hofgarten) para buscar el inmenso Englische Garten (Jardín Inglés), un parque de casi cuatrocientas hectáreas que oxigena tanto a la ciudad como a los propios muniqueses, que no desaprovecharon las horas de sol para tumbarse a descansar, para jugar con sus hijos, sus mascotas o simplemente pasear en pareja o en solitario por el verde cesped. Aunque no todos van a lo mismo tal y como pudimos observar Carlos y yo cuando de repente nos encontramos a un señor caminando como Dios le trajo al mundo, es decir, en pelota picada… El pícaro era algo exhibicionista y no debió tardar mucho en llevárselo la policía por armar escándalo público. Lo que no me quedó claro fue quien utilizó la porra. Espero que no lo hiciera el extravagante caballero porque con ese elemento que casi llegaba a las rodillas podía haber reducido hasta el último miembro del cuerpo policial.
En el Jardín inglés hay una pequeñísimo montículo con un monumento circular con columnas conocido como el Templo del amor. Desde allí es una gozada ver la silueta de Munich iluminada por el Sol o ensombrecida por las nubes, que a esas horas se alternaban indistintamente.
Media vuelta y sin exhibicionistas a la vista, le dimos nuestra despedida a la Marienplatz a la que deseo no tardar demasiado en volverla a ver. Unos minutos hasta la Estación Central de Trenes bastaron para finiquitar nuestro fin de semana. Carlos cogería un tren a Suiza, y yo, después de los trámites aeroportuarios, marcharía de nuevo a mi Madrid querido a continuar con mi rutina, con mi vida… y con este texto que estáis leyendo.
Desde la noche del domingo tenéis acceso a las mejores fotografías (en la medida de lo posible) que espero no os parezcan demasiado malas.
Como véis, el año está siendo muy fructífero. No será que no lo adevertí,
Saludos a todos y muchas gracias por seguir aquí,
José Miguel Redondo (Sele)
6 Respuestas a “Viaje a Munich y Dachau 2007”
Qué plomo que es este compadre de Longines vendiendo relojes suizos.
Sele, borrálo y ponelo en la lista negra para que no venga más a molestar vendiendo relojes a tu web.
Estupenda información para preparar mi viaje a Munich de la semana que viene!.
Muchas gracias por compartirla.
Un saludo.
Gracias por hacer públicas tus vacaciones. Tus comentarios son utilísimos para preparar las nuestras.
Sele enhorabuena por tus diarios de viajes. Tu información es muy buena y de gran utilidad para preparar los viajes. Tienes un buen curriculum viajero que envidio. Este próximo julio iré a munich y desde allí a la zona de Fussen y alrededores para tener un contacto directo con el magnífico barroco bávaro. De nuevo gracias por tu información.
Me encantan tus vacaciones. En concreto estas en Alemania me parecen muy entretenidas!
[…] hubiera imaginado que Núremberg, la segunda ciudad más grande de Baviera después de Múnich, esa urbe celosamente amurallada y próspera que acogiera a emperadores y príncipes electores en […]