No pierdas el Norte en Perú...

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No pierdas el Norte en Perú…

Perú es un país absolutamente maravilloso. Posee tal cantidad de atractivos y posibilidades que es difícil enumerar todo lo que el viajero puede tener a su alcance. Pero es evidente que el enfoque turístico está tan dirigido al sur, que en ocasiones se pasan por alto las bondades de todo lo que va de Lima o Cuzco hacia arriba. Basta con fijarse en la mayor parte de las rutas programadas a Perú e incluso de los lugares más mencionados en los medios de comunicación tradicionales o en la propia red. Si uno indaga un poco más se dará cuenta que las opciones de viaje en el norte son infinitas. Por ello no quise dar un salto y olvidarme esta parte sino que traté de detenerme en rincones que no poseen tanto renombre pero a los que no les falta la autenticidad que tanto nos gusta a los viajeros. Lugares con historia, arqueología viva, naturaleza inmensa y la fortuna de no haber sido tocados por la varita del turismo de masas. Me he enamorado irremediablemente del norte peruano, teniendo tiempo para hacer muchas cosas allí y vivir momentos extraordinarios.

Sarcófagos chachapoyas en el norte de Perú

Perú no sólo es Machu Picchu o los incas. Hay mucho más detrás, como las avanzadas y sorprendentes culturas Mochica, Lambayeque, Chimú o Chachapoyas. Como esa ciudad tan llena de color llamada Trujillo, el tercer salto de agua más alto del mundo o auténticas pirámides de barro escondidas por los siglos de los siglos. Para muestra de que no se debe perder el norte en Perú va una relación de los lugares que he podido visitar en esta fase del viaje rotundamente fantástica y que recomiendo encarecidamente.

¿POR QUÉ EL NORTE?

Perú es un país que siempre me llamó la atención y del que me he empapado mucho en estos años. Tenía pues algunas pistas en torno a que el norte contaba con rincones interesantísimos y la inocencia de no formar parte del turismo masificado visto en Cuzco y alrededores. Eso ha sido algo que he podido confirmar (y disfrutar) en persona. Aún así la sorpresa y el encantamiento han sido mucho mayores a medida que he ido indagando un poco más en esta parte realmente importante del país.

En el siguiente mapa podréis ver los lugares visitados durante esta fase del viaje:

Y algunas pistas de porqué hay que dejar un huequito al norte cuando se viaje a Perú:

+ El sosiego en las ciudades es mucho mayor, a pesar de contar con infinitas posibilidades para el turismo. Ni cabe el agobio ni la persecución del turista para que acceda a un restaurante, contrate un hotel o un tour.

+ La afluencia de visitantes, sobre todo extranjeros, es realmente reducida. Así en la ciudad perdida de Kuélap, para muchos la Machu Picchu del Norte, es raro que se superen las 30 visitas diarias (Macchu Picchu cuenta con en torno a 3000).

+ Las costumbres locales no se han visto modificadas en demasía con los nuevos tiempos. Así el litoral norte se caracteriza por la prevalencia de culturas aún chamanistas y el entorno rural de Chachapoyas es semejante al de los últimos siglos.

+ Los hallazgos arqueológicos se suceden unos detrás de otros, cambiando el panorama y la oferta hacia el viajero que se siente involucrado en los nuevos aconteceres. A los amantes de la Historia les parecerá que se encuentran inmersos en el milagro de desenmascarar y desempolvar grandes secretos.

+ Es más barato moverse, hacer excursiones o rutas, dormir o comer. Sin duda la parte económica no puede pasar desapercibida para el viajero independiente y mochilero, tan cuidadoso con adecuarse a presupuestos ciertamente limitados.

En fin, la autenticidad de los lugares, no estar tan sumamente promocionados en revistas, guías u otras fuentes, hace que el norte termine siendo una verdadera sorpresa.

Ahora sí, me dispongo a resumir brevemente uno por uno los rincones que han formado parte de una de las rutas más interesantes de este viaje de Mochilero en América:

TRUJILLO, UNA CIUDAD COLONIAL A TODO COLOR

Su nombre fue puesto en honor a la ciudad cacereña que vio nacer al conquistador Francisco Pizarro. Avanzada en tiempos coloniales, posee un encanto basado en su particular arquitectura de casonas con grandes ventanales y colores llamativos que contrastan los unos con los otros en las calles del casco histórico. Amarillo, rojo y azul se mezclan en la acogedora Plaza de Armas y en las avenidas que parten de ella. Rejas y balcones realizados por verdaderos artistas otorgan personalidad a la que es conocida como «la ciudad de la Eterna primavera» por lo envidiable de su clima.

Trujillo es una ciudad para pasear tranquilamente, conocer (gratuitamente) su Catedral o algunas de las muchas mansiones coloniales que se han mantenido intactas hasta ahora. Igualmente es un lugar donde se come especialmente bien puesto que es numerosa y variada su oferta gastronómica en la que el ceviche sabe fenomenal.

Asímismo es la base ideal para visitar sitios arqueológicos imprescindibles que formaron parte de la civilización mochicha (Huacas del Sol y la Luna, Huaca Arco Iris o Complejo el Brujo) o chimú (Chan Chan), con los cuales está bien enlazada.

COMPLEJO ARQUEOLÓGICO EL BRUJO Y LA TUMBA DE LA DAMA DE CAO

Los mochicas colmaron la vasta área del litoral norte de Perú con santuarios y centros ceremoniales en los que reflejaron sus creencias, sus deidades e igualmente enterraron a sus muertos de mayor alcurnia. Las denominadas Huacas eran montículos (bien naturales, bien artificiales o una mezcla de ambos conceptos) similares a pirámides invertidas en las que aún se puede leer el Universo de la denominada Cultura Moche (100 a.C – 700 d.C), la cual evolucionó considerablemente no sólo como civilización sino también como los mejores ceramistas de Sudamérica.

En el caso de El Brujo, denominado así por la alta presencia histórica (y actual) de chamanes y hechiceros, los descubrimientos se suceden sin descanso, estando abierto a las visitas desde el año 2006. El trabajo de los arqueólogos es incesante y gracias a ellos es posible hoy día ver unos relieves fantásticos que detallan cómo eran los sacrificios moches y el ritual de la copa de sangre que el líder bebía para saciar la sed de los dioses en momentos difíciles para el pueblo.

Pero quizás el mayor de los hallazgos hasta la fecha en El Brujo tiene que ver con la tumba de una mujer que despierta todos los enigmas posibles, la Dama de Cao. Siempre se pensó que los mochicas habían estado liderados por hombres, hasta que en 2006 se descubre el lugar de enterramiento de una mujer que parece única en su tiempo puesto que fue «llevada a la otra vida» con todos los honores y tesoros posibles. Incluso le acompañarían distintas personas que fueron sacrificadas para irse con ella, lo que hace pensar que pudo haber gobernado a los mochicas en algún momento del Siglo IV después de Cristo. Diademas, aros, narigueras, cetros de poder, tejidos de gran valor, joyas, oro puro son parte del increíble tesoro de la Dama de Cao.

Además de la tumba donde fue hallada ésta se puede visitar un Museo de sitio a la altura de las circunstancias en los que se exponen los objetos encontrados así como la propia momia de la Señora de Cao, conservada de tal manera que se aprecian incluso los tatuajes que llevaba en brazos y piernas.

HUACAS DEL SOL Y LA LUNA

Sin duda los arqueólogos coinciden en que las Huacas del Sol y la Luna fueron respectivamente el centro político y espiritual de los mochicas. Los trabajos de investigación no dejan de regalar luz, además de nuevos interrogantes, hacia este núcleo de poder. Muy recientes son las excavaciones que nos permiten hoy en día disfrutar de los frisos de la fachada principal de la Huaca de la Luna, la cual constituye un auténtico puzzle en el que tratar de comprender el cómo y el porqué de las creencias moches basadas en el Dios degollador con apariencia de monstruo Ai Apaec que alivia su sed con la sangre de los sacrificados en su honor.

Lo mejor de visitar estas Huacas, así como otros lugares moches, es que uno está caminando por la arqueología más viva. Perú es un hervidero de descubrimientos, de escondites vírgenes para los despiadados saqueadores. Y en el litoral norte del país están siendo desvelados numerosos secretos… cada día.

HUACA ARCO IRIS

En la Huaca Arco Iris, engullida por el crecimiento exponencial de Trujillo, pasamos de la cultura moche a la cultura chimú, sus sucesores antes de la llegada de los incas. Sus formas varían respecto a las construcciones de siglos anteriores, prevaleciendo una serie de relieves más esquemáticos pero igual de importantes para conocer más de quienes construyeron, entre otras cosas, la ciudad de barro más grande del mundo, Chan Chan.

Ascendiendo rampas para ir alcanzando niveles cada vez menores (lo contrario que con los mochicas) uno no puede dejar de admirar los motivos modelados en el barro y que se han salvado de los avatares históricos y climáticos de los últimos siglos.

Se suele visitar con la mismo ticket de entrada de Chan Chan por un precio módico de 10 soles.

CHAN CHAN, INMENSA CIUDAD DE BARRO

Cuando se habla de Chan Chan, a escasos 5 km de Trujillo, cuesta imaginarse cómo puede ser una ciudad hecha de barro y adobe por entero hasta llegar a ser la más grande de Sudamérica (y 2ª del mundo) construida en este material. Los chimúes lo lograron con 20 kilómetros cuadrados preparados para nada menos que 100000 habitantes que llegó a haber en su momento de máximo esplendor. Actualmente esta urbe dedicada al Sol es Patrimonio de la Humanidad y, aunque gran parte de ella está consumida por las lluvias de tantos y tantos siglos, quedan restos absolutamente maravillosos, como el Palacio Nik An (que es lo que se visita), en el que uno puede absorber energía e imaginarse en los tiempos de los Chimúes, mucho antes del descubrimiento de América.

Una sucesión de corredores altos y decorados te va llevando a dependencias a cada cual más impresionante. Analizar el sentido de los dibujos e incluso de cómo están ordenados es parte de la experiencia de conocer algo más de una cultura que terminó siendo absorbida por la inca y, por tanto, desapareciendo para siempre, salvo por la fortaleza de unos muros de barro que se resisten a desaparecer del todo.

Se ve una pequeñísima parte, diría que un 1% de todo lo que hay, pero el complejo de Chan Chan es tan grande que no es posible abarcarlo todo de un vistazo ni desde un mirador que valga.

HUANCHACO: PLAYA, SURF Y CABALLITOS DE TOTORA

La playa de Trujillo se encuentra a pocos kilómetros de Chan Chan, más concretamente en lo que se conoce como el Balneario de Huanchaco. Lugar predilecto de surferos y amigos de la playa, es una opción interesante para vivir propiamente la costa peruana. Viejas embarcaciones de totora (los caballitos de totora) se apelotonan en la arena para recordar las tradiciones más allá de las tablas de surf que juegan con las olas hoy en día. Igualmente es posible que quienes te hagan compañía sean los simpáticos pelícanos.

Una opción más playera que de vez en cuando también apetece…

CHICLAYO COMO BASE PARA OTROS RESTOS ARQUEOLÓGICOS IMPORTANTES

Si desde Trujillo se tienen al alcance de la mano los lugares hasta ahora mencionados, es mejor desplazarse a Chiclayo para ver los siguientes. En un bus local que tarda en torno a tres horas (17 soles) llegué a esta estresante ciudad que tiene lo mejor fuera de ella, aunque desde la misma nacen algunas de las mejores rutas del norte del país. Aunque la estrella, sin duda, es todo lo relacionado con el descubrimiento del Señor de Sipán.

Igualmente la utilicé de enlace para marchar desde allí a Chachapoyas en bus nocturno. Es, digamos, un buen nudo de comunicaciones en el norte peruano.

PIRÁMIDES DE TÚCUME

La cultura Lambayeque o Sicán (no confundir con Sipán, que no tiene nada que ver) se movió como pez en el agua cuando llegó el fin de los mochicas, absorbiendo gran parte de los conocimientos de éstos, aunque sin ocupar tanta extensión de territorio. Quizás mucho más desconocidos que moches y chimúes tuvieron también su importancia y nos dejaron importantes restos arqueológicos que se están analizando en estos momentos. De todos ellos tuve especial interés en acercarme a Túcume donde aún se pueden observar en torno a veinte pirámides de barro (nada más y nada menos), cada cual en distinto estado de conservación, pero muestra del poderío de la que fuera la última de las capitales de los Lambayeque.

En toda esta zona el barro y el adobe fueron el material protagonista para la construcción de templos, palacios y edificios importantes (e incluso de ciudades como hemos visto con Chan Chan). El litoral peruano se ha caracterizado siempre por ser seco y carecer de lluvias importantes, pero la tendencia ha ido cambiando, sobre todo en las últimas décadas hasta recibir mucha más agua de la normal. Han sido éstas y, por supuesto los huaqueros o profanadores, los causantes de grandes daños a estos edificios ceremoniales (o huacas) que llegaron a superar los treinta metros de altura.

Lo mejor es caminar aún entre los trabajos de los arqueólogos que tan sólo han podido analizar cuatro de ellas. Muchos descubrimientos le esperan al viajero. Quizás el próximo viaje nos muestre otra Túcume diferente.

HUACA RAJADA, EL LUGAR DEL HALLAZGO DEL SEÑOR DE SIPÁN

A las afueras de la pequeña y modesta localidad de Sipán, a 30 km de Chiclayo, hubo un centro político, civil y religioso importante de la cultura mochica. Huaca rajada consta de un palacio de barro de 35 metros de altura y un cementerio de personajes nobles al costado. Allí, en 1987 cuando los huaqueros acababan de ser descubiertos profanando una tumba (de la cual se ha recuperado sólo una pequeña parte, quedando el resto en las fauces del mercado negro) el arqueólogo Walter Alva dio la voz de alarma de que allí tenía que haber tumbas de gran relevancia para conocer el pasado moche. Pero nunca imaginó que sus excavaciones le llevarían a encontrar el mausoleo del que se conocería como el Señor de Sipán, un importantísimo gobernante mochica, con tal cantidad de tesoros que la noticia dio la vuelta al mundo.

En Huaca Rajada uno puede ver la tumba del Señor de Sipán con una recreación de cómo debió ser encontrada: Envuelto en joyas, oros y tejidos de gran riqueza, en compañía de su esposa y concubinas, además de dos guerreros vigilantes (uno de ellos con espada y escudo en sus esqueléticos brazos). Uno ahí puede irse haciendo a la idea de la importancia de este descubrimiento, aunque hace falta visitar el Museo de las Tumbas Reales en Lambayeque, donde se encuentran expuestos todos estos tesoros para darse cuenta que el de Sipán fue uno de los mejores hallazgos del Siglo XX.

Pero como acabo de comentar Huaca Rajada fue un cementerio de gente importante, por lo que tras el Señor de Sipán han aparecido mausoleos nuevos de los que poco a poco vamos conociendo más. El sacerdote, el guerrero-sacerdote, y así distintas tumbas abiertas tan recientemente (vimos una de hace un par de años) que aún se puede sentir el aroma de la arqueología viva que rodea a todo este lugar.

Y, aunque la mayor parte de lo encontrado fue llevado al Museo Tumbas Reales (en Lambayeque), desde hace poco tiempo Sipán cuenta también con su Museo de Sitio, destinado a albergar los nuevos descubrimientos. Y es recomendable su visita.

EL MUSEO TUMBAS REALES, POSIBLEMENTE EL MEJOR MUSEO DE SUDAMÉRICA

Tras el increíble hallazgo del mausoleo del Señor de Sipán (1987) se decidió la construcción de un museo que recogiera todos sus tesoros, así como de algunas otras tumbas nuevas. Esta labor se retardó bastantes años y no fue inaugurado hasta 2002. Extrañamente no se encuentra en Sipán sino en Lambayeque, a casi una hora de distancia, pero generalmente se puede contratar que una agencia te lleve a ambos lugares (el del descubrimiento y el museo). Aquí es posible comprender perfectamente todo el proceso arqueológico que llevó a encontrar los restos del gran gobernante moche así como disfrutar de la exposición de piezas de un valor incalculable. Obviamente el esqueleto del Señor de Sipán y sus acompañantes, así como de la tumba del sacerdote (y otros) queda a la vista, con explicaciones realmente interesantes.

Para comprender la importancia del descubrimiento de la Tumba del Señor de Sipán hay que saber que sólo el tamaño de los tesoros, cerámicas y restos expuestos en este museo tendrían un único rival en el mundo, Tutankhamon y su cámara funeraria intacta hallada por Howard Carter en el Valle de los Reyes de Egipto. Y no es ninguna exageración, puesto que el de Tumbas Reales está considerado como el mejor museo de América Latina.

Moderno, interactivo y con una colección extraordinaria. Merece la pena pagar los 10 soles del precio de la entrada. Eso sí, un consejo importante, cierra lo lunes, por lo que hay que tener en cuenta este dato para organizar una visita a la zona.

CHACHAPOYAS

Desde Chiclayo tomé un bus nocturno con Movil Tours (30 soles y 11 horas de viaje) a la localidad de Chachapoyas, en el Departamento peruano de Amazonas, a cierta distancia de la Madre de todos los ríos pero con impresionantes montañas nubladas que le anteceden. Chachapoyas, que además lo encontré en pleno Raymi Llaqta, sus fiestas mayores, me sirvió de base para explorar la que puedo asegurar ha sido mi región preferida del Perú.

Aquí surgió la cultura Chachapoyas, de la que se sabe muy poco pero de la que se están encontrando ciudades ocultas en la maleza o tumbas con momias y sarcófagos en plenos acantilados. Cómo llevaron allí a sus muertos es un absoluto misterio, así como todo lo que rodea a esta civilización pre-incaica. De hecho yo supe de este lugar gracias a un documental del Discovery Channel que narraba el hallazgo de una tumba intacta en un hueco sólo accesible… por helicóptero.

Desde aquí nacieron las distintas rutas que pude hacer por la zona, a cada cual más asombrosa (y que describiré a continuación). En el Hostal Revash, en plena Plaza de Armas de la ciudad de Chachapoyas, encontré el descanso y el punto de partida a una de las fases que más me han aportado en todo el viaje.

KUÉLAP, LA CIUDAD PERDIDA DE LOS CHACHAPOYAS

Una ciudad del Siglo VIII después de Cristo mucho más grande que Machu Picchu e igualmente olvidada durante centurias por quedar oculta en la cima de una montaña e inundada de bosque. Se cree que este nucleo fortificado de los Chachapoyas fue abandonado con la llegada de los incas a la zona. Para muchos expertos Kuélap se encuentra entre las mejores ruinas precolombinas de todo el continente americano, pero su conocimiento de cara al exterior es tan escaso que apenas recibe visitas, lo que agradecemos quienes decidimos incluirla dentro de un viaje a Perú.

Construcciones circulares, altas murallas, centros chamánicos, frisos misteriosos y las nubes como inevitable compañía, las cuales traspasan esta ciudad escondida en la cima de una montaña desde la cual las vistas son prodigiosas. En Kuélap no hay centenares de japoneses siguiendo a un guía identificado por un llamativo paraguas amarillo ni hay que tomar un tren de 90 dólares. Aquí el viajero tiene la oportunidad de caminar prácticamente a solas por unas ruinas tapadas por la frondosidad de la vegetación propia de un bosque lluvioso.  Y de hacerlo con facilidad, sin agobios y a un coste realmente asequible (la entrada cuesta 15 soles, que no llega a 5 euros).

Uno de los lugares más extraordinarios no sólo del norte peruano sino de todo el país, Kuélap representa esa ciudad perdida que espera aún ser redescubierta por los viajeros más apasionados.

GOCTA, EL TERCER SALTO DE AGUA MÁS ALTO DEL MUNDO

Es esclarecedor que en 2006 se descubriese que en la región de Chachapoyas se encuentra la tercera catarata más alta del mundo con 771 metros. Seis años tan sólo han pasado desde que se cuentan con los datos fieles de una de las maravillas naturales más asombrosas que he tenido la oportunidad de ver en mi vida, y no sólo porque esa caída te rompe los esquemas por sí sóla sino también porque el paisaje de alrededor, un bosque nublado en plena montaña, quita el hipo. Las cascadas de Gocta brotan de un Paraíso que se puede recorrer bien a pie o bien a caballo en una ruta que dura en torno a las tres horas.

Tuve la ilusión de hacer el recorrido a caballo a través de senderos enfilados, pasadizos cerrados por la vegetación, rocas con pinturas rupestres saboreando las mieles del pasado y unas estampas de una belleza demoledora. No importó agarrar el petate con la lluvia y la niebla porque finalmente el escenario se despejó para redondear la emoción de una jornada grandiosa en la desconocida Región de Chachapoyas.

Hice el camino desde la localidad de San Pablo (hay 6km de ruta). Los senderos son algo más benévolo que los que salen de Cocachimba, la otra entrada hacia las cascadas de Gocta. Para acceder hay que pagar 5 soles (1´5€) y si se quiere ir a caballo hay que añadir 25 soles (7€ aprox).

LOS SARCÓFAGOS DE KARAJIA

Los Chachapoyas depositaban a sus muertos en las cavidades naturales de los barrancos, muchas de las cuales aún quedan a la vista cuando se recorre la zona. Pero si algo llama la atención son los casos en los que los cadáveres fueron introducidos en sarcófagos de forma humana que asomaban a la vertiginosa verticalidad de la montaña. Fue algo muy usual, aunque hoy en día el número de ataudes intactos es mucho menor. Por eso una de las mejores actividades que se puede llevar a cabo en la región es «disfrazarse de intrépido arqueólogo» y salir a la búsqueda de estos sarcófagos antropormorfos que aún están rodeados de un aura de misterio. Dado que suelen estar bastante escondidos es una tarea ardua pero sumamente reconfortante. Quizás los más célebres y llamativos son los Sarcófagos de Karajia, donde una hilera de seis tumbas desafia la gravedad en el filo de un acantilado.

Estos sarcófagos miden en torno a 2´5 metros de altura y sus rostros modelados con arcilla de la montaña observan el escarpado paisaje de alrededor. Y aunque tuvimos que tomar la ruta más larga puesto que la carretera que más se acerca estaba cortada, la travesía mereció la pena cuando pudimos aproximarnos a los nichos de montaña, sortear huesos y calaveras humanas y ver a pocos metros las extrañas figuras de Karajia.

Los lugareños cuentan que llegó a haber más de cuarenta sarcófagos, pero que los movimientos sísmicos, los corrimientos de tierra y los saqueos dejaron sanos y salvos a unos pocos. Ni los huaqueros lograron acceder a los sarcófagos de Karajia y otros ocultos en la maleza que logramos identificar con la pericia de nuestro guía-arquéologo. Ahí es dónde surge la pregunta de cómo demonios hicieron llegar los cuerpos y las figuras hasta ese lugar…

LAS CUEVAS DE QUIOCTA

Los suelos y montañas de Chachapoyas son semejantes a un queso gruyère, lo que hace aflorar grutas en toda la zona. Las de Quiocta (también escrito Kyocta) son unas de las más llamativas. Pero que nadie se espere confortables pasarelas de madera en los suelos, iluminación de colores y música de ambiente. Todo lo contrario, Quiocta es una cueva que se visita en bruto, con botas para el barro, luz de candil o linterna en mano y la seguridad de que uno no regresa con su vestimenta impoluta. De hecho para entrar nos tuvieron que prestar las llaves para abrir una verja de protección y alquilar en una aldea cercana unas botas de goma por dos soles.

Una vez dentro la sorpresa por un lugar cuya existencia desconocía completamente se fue acrecentando. A la entrada restos óseos y colonias de murciélagos nos recibieron con todos los honores.

Aunque más adelante nuestra atención se dirigió a esa colección de estalactitas y estalagmitas que se asemejaban a las columnas de una soberbia catedral. Caminar por el barro y corrientes de agua, escuchar los goteos y los chillidos de los murciélagos forman parte de una intensa experiencia en Quiocta, la cual está abierta al público desde hace pocos años.

Hice estas cuevas el mismo día de los sarcófagos de Karajia. Es posible contratar ambas opciones, aunque el cansancio físico está garantizado. Eso sí, merece totalmente la pena…

ÚLTIMA MISIÓN… ENTRAR A ECUADOR POR UNA FRONTERA NADA CONVENCIONAL

Dejando claras mis emociones por haberme movido por el norte peruano el viaje continúa imparable. Y mis siguientes intenciones pasaron por tratar de pasar a Ecuador a través de una frontera no muy usual para los viajeros y mucho más tranquila que la de Tumbes. De Chachapoyas al Valle de Vilcabamba hubo un largo y complejo trayecto de por medio en el que tuve que tomar numerosos transportes locales. Pero estoy convencido de que el resultado ha merecido la pena. Muy pronto toda la información de este recorrido inusual…

Os lo seguiré contando! Saludos desde Cuenca, Ecuador,

Y recordad, no hay que perder el norte en Perú…

Sele

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* Ya sabes que puedes seguir todos los pasos de este viaje en MOCHILERO EN AMÉRICA

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