Viaje a Oslo 2007: Crónica de un fin de semana en la capital noruega
En el quinto fin de semana viajero del año 2007 hice uso nuevamente del bajo coste para regresar a una ciudad en la que había estado años antes, Oslo. La capital noruega sirvió durante el interrail 2001 de puerta a los Fiordos y a Cabo Norte, nuestro objetivo principal. Pero aquel día dedicado a la ciudad me encontré enfermo con fiebre y no quedaron en mi memoria excesivos recuerdos de la misma.
Cuando Ryanair puso base aérea en Madrid y comprobé que salían aviones en dirección al Aeropuerto de Torp Sandefjord (a 110 km de Oslo) me puse manos a la obra y convencí a dos amigos para darle una nueva oportunidad a la ciudad y animarnos a coger uno de esos billetes baratos que estaban saliendo por internet. En unos minutos nos habíamos hecho con 3 por 30€ cada uno. Estábamos a mediados de octubre por lo que teníamos tiempo de sobra para prepararlo (4 meses aproximadamente). Fue entonces cuando comenzó mi locura de fines de semana y terminé cogiendo vuelos a Dinamarca (en 3 ocasiones), Zurich (Suiza) y Munich (Alemania) como ya habréis podido comprobar anteriores relatos.
Oslo sería entonces una ciudad que redescubriría años después, ya sin fiebre pero con muchísimo frío. Y en la que hubo bastantes cosas que hacer…
El viernes 9 de marzo me desplacé al Aeropuerto de Madrid desde el trabajo y me encontré con mis tres compañeros de viaje: Carlos (Kalipo), Alicia y Vladi, un amigo del pueblo de ambos al que yo no conocía. El vuelo salió puntual (15:40) y llegó a las 19:05 al pequeño Aeropuerto de Torp Sandefjord donde tomamos un bus (Torp Ekspressen) que nos dejó en la Estación Central de Oslo. Allí nos esperaba uno de nuestros anfitriones de Couchsurfing que nos ofreció hospedaje en su casa a escasos diez metros de la Karl Johans Gate, la calle principal de Oslo que parte desde la Estación de Trenes y llega al Palacio Real. Robert y Linda fueron quienes nos dejaron su salón para dormir durante el fin de semana noruego. Ambos son una pareja sueca de 22 y 21 años respectivamente que trabajan en una empresa de seguridad y comparten un pequeño piso en una situación céntrica que nos resultó excelente.
Durante nuestra estancia en la capital noruega tuvimos la fortuna de darle un «repaso» considerable para empaparnos de su gran oferta cultural. Oslo es quizá ser la capital escandinava «más flojita» estéticamente hablando pero no le faltan atractivos. Interesantísimos museos, una preciosa fusión de naturaleza y arte, la montaña y el ski a pocos minutos, animación y movimiento en las calles, y un precioso fiordo bañándola. Y además es la la puerta de paisajes de ensueño…
El viernes noche nos lo tomamos con tranquilidad y cenamos con nuestros couchsurfers para conocernos mejor. El sábado 10 de marzo por la mañana iniciamos nuestro recorrido por los principales puntos de la ciudad. Y qué mejor comienzo que caminar por la elegante y rectilínea Karl Johans Gate desde la gran escultura del tigre de bronce que hay en la Estación hasta el Palacio en que residen los monarcas de Noruega. Entre medias uno puede aprecial la Catedral (poco lustrosa), el Parlamento, La Universidad y el Teatro Nacional, que utilizando los cánones del Neoclasicismo engalanan la zona más noble de Oslo.
En el Palacio Real vimos la parafernalia tradicional de los soldados que lo custodian (uno de los peores trabajos del mundo) y desde su parte trasera accedimos a la calle donde se encuentra el apartamento en que Ibsen (Casa de Muñecas) residió hasta su muerte. Hoy convertido en Museo recibe a un gran número de visitantes que se han dejado llevar por la obra del autor noruego.
Después descendimos hacia la zona del puerto donde se ubica el llamativo edificio del Ayuntamiento (Oslo Rådhus) reconocible por sus dos torres y su esperpéntico diseño aladrillado. Desde el puerto quisimos coger un ferry a la península de Bygdoy pero como hasta el mes de abril no comienzan a dar servicio tuvimos que buscar un autobús (nº30) que nos llevara hasta allí.
Bygdoy es probablemente el lugar más interesante de Oslo, ya que contiene los mejores y más atractivos museos (tanto cubiertos como al aire libre) de la capital del Reino de Noruega. Quizá el más conocido es el Museo Vikingo, que contiene 3 magníficos ejemplos de embarcaciones de este pueblo que durante siglos dominó el «arte» de la navegación y la guerra. A estos barcos se les conoce con el nombre de Drakkars y los aquí expuestos tenían una función funeraria apoyada en la costumbre vikinga de enterrar a los reyes o líderes más notables con sus más valiosas posesiones. Son impresionantes, y quizá aquí se encuentren los mejor conservados del mundo (sobre todo el de Oseberg, que es el primero que uno se encuentra al entrar). Otro de los Museos de interés de Bygdoy, sin salirnos de la temática naval son por este orden el Fram y el Kon-Tiki. El Fram es el nombre que recibe el único barco en el que se ha navegado tanto al Polo Norte como al Polo sur, y en el que personajes como Admunsen hicieron historia con sus expediciones antárticas. La conocida como «nave más resistente del mundo» conserva sus camarotes y cuartos practicamente intactos y en su museo se exponen miles de objetos (algunos animales disecados) traídos durante aquellos años coincidentes con el final del Siglo XIX y principios del XX. Recomiendo enormemente su visita. Nosotros quedamos muy satisfechos. No así tanto como el del Kon-Tiki, que conseva las curiosas y casi artesanales embarcaciones en las que Thor Heyerdahl se aventuró en recorrer la Polinesia o en viajar desde Egipto hasta América con una nave hecha en papiro con la que demostró la viabilidad de posibles rutas a lo largo de la historia.
Pero uno siempre debe guardar una hora como mínimo para visitar el Museo del Pueblo noruego (Norsk Folkemuseum). Nosotros nos lo pasamos fenomenal viendo las casi doscientas casas antiguas traídas de distintos puntos del país en las que da la impresión de que de ellas va a salir un guerrero con coraza, un hobbit o el mismísimo Gandalf el Blanco. Y sin duda, lo más destacado y más impactante de ese museo al aire libre es la Iglesia vikinga de madera procedente de un pueblo con el insólito nombre de Gol. La Stavkirke es asombrosa, con motivos de dragones y con formas no vistas por mi hasta ahora. De lejos incluso parece un templo religioso oriental…
La tarde nos la tomamos con más tranquilidad y después de comer y de dejar al pobre Kalipo (estaba enfermillo) en casa de Linda y Robert, tomamos un tranvía Vladi, Alicia y yo para visitar el Parque Vigeland, que es sin duda el mejor parque urbano de toda Escandinavia. Las más de 300 hectáreas son en sí un museo escultórico casi inigualable en la que Gustav Vigeland diseñó varias decenas de figuras de bronce que muestran acontecimientos de la vida cotidiana en todos sus sentidos. Tristeza, felicidad, amor, muerte son conceptos enormemente reseñables en este inmenso parque. El monolito con más de 121 cuerpos desnudos entrelazados es sin duda el más vistoso, pero no deja desapercibido a nadie «el niño de la rabieta» o «la rueda de la vida». La expresión de los rostros, el movimiento de los cuerpos, la interrelación de los personajes son clave para comprender el éxito y la magia de este lugar.
El sábado noche fue el perfecto para perder los papeles durante unas horas. Linda nos llevó a la casa de una amiga donde organizaban una fiesta a la que estábamos invitados. Allí comprobamos de primera mano cómo les gusta a los noruegos hacer experimentos con el alcohol, creando cockails y chupitos de todos los colores y sabores. Pasamos una noche movidita cuanto menos. Al menos la gente se fue con la lección aprendida del «Arriba, abajo, al centro y p´adentro».
El domingo lo reservamos para subir al Monte Holmenkollen donde se estaba celebrando en Campeonato Internacional Anual de Esquí. En ese lugar donde las vistas del fiordo y de Oslo son inigualables se encuentra el Trampolín de Saltos de Esquí que fue construido para los Juegos Olímpicos de Invierno de 1952. En algo menos de media hora de metro desde el centro nos plantamos en este lugar junto a muchos aficionados a los deportes invernales. Nos sorprendió que a tan pocos kilómetros de la ciudad hubiera tanta nieve. Y eso que en 2007 el calor por el cambio climático estaba azotando fuerte. Me pregunto cómo estará tanto esa zona como Oslo en los años en que las temperaturas no se vuelven locas y continúan el cauce normal.
Desde lo alto tuvimos la suerte de advertir una panorámica paisajística bastante notable. Además, la luz, que empezaba a disminuir a esas horas, nos permitió ver un horizonte color fuego bañándose en las aguas del fiordo. Un atardecer que comenzaba a mediodía y que se marchaba definitivamente en torno a las seis de la tarde, hora a la que teníamos planeado estar en el Aeropuerto
Pero antes de eso aún hubo tiempo para más. Tras volver en metro al centro de Oslo, fuimos raudos y veloces a la Galería Nacional de Arte (Nasjonalgalleriet) para, entre otras obras, ver una de las versiones de El Grito de Edvard Munch (la otra está en el museo de este autor, pero no a la vista por restauración). Este es uno de mis cuadros favoritos y a los cuatro nos hacía mucha ilusión verlo pero no hubo suerte ya que estaban acondicionando la sala para el día siguiente. Pero al menos la visita salió gratis y tuvimos la oportunidad de observar algunas obras de excelentes pintores que nos ha dado la Historia (Velázquez, Van Gogh, Renoir, Monet, Degas, Rubens…).
La última parada en Oslo la llevamos a cabo en La fortaleza (Akhershus) próxima al puerto donde dentro de sus muros se encuentra el mayor baluarte defensivo de la ciudad, y en cuyo centro se levanta un castillo (Oslo Slot) y varios museos, entre ellos uno dedicado a la Resistencia Noruega ante la invasión nazi en la Segunda Guerra Mundial. Interesante. Recomiendo también que quien vaya a pasar unos días a Oslo se pase por aquí.
Y finalmente tocó regresar a casa. No sin antes despedirnos de nuestros amigos Linda&Robert a los que les estaremos eternamente agradecidos por habernos dado alojamiento desinteresadamente. Simplemente por el mero hecho de conocer gente nueva. Y eso es algo muy loable en los tiempos que corren.
Ya podéis las mejores FOTOS del miniviaje a la capital noruega. En este caso he tenido que ejercer algo de autocensura para no herir la sensibilidad de mis queridísimos lectores.
Como véis, mi intención de ver esta ciudad como Dios manda se ha visto cumplida con creces. Y encima con amigos como Kalipo y Alicia, o como Vladi, nuevo en estas lides viajeras y con el que espero compartir otras aventuras. Es por tanto que este pequeño (debería de poner lo de pequeño entre comillas) apartado sobre Oslo va dedicado a ellos tres.
Hasta pronto!!
José Miguel Redondo (Sele)
3 Respuestas a “Viaje a Oslo 2007: Crónica de un fin de semana en la capital noruega”
Holaa!!, viajo a Noruega en Septiembre, concretamente voy a Trondheim, y claro, estoy algo perdidilla, el cambio de moneda lo podría hacer allí? no me gustaria verme con los euros y no poder pagar jeje, es muy lioso el aeropuerto de Torp, o cuesta trabajo andar por ahi? ya que tengo que cojer otro vuelo hasta Trondheim desde allí, y no me gustaría perderme. Gracias!!
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