Oxidados barcos varados en un desierto llamado Mar de Aral
Cuando llegamos a Moynaq, una de las ciudades más remotas y desoladas de la República Autónoma de Karakalpakstán (dentro de Uzbekistán), y vimos en el cartel de bienvenida la figura de un pez nos pareció una broma macabra. Aquel fantasmagórico lugar había sido próspero décadas antes cuando se trataba de uno de los puertos principales del Mar de Aral, el cuarto lago más grande de todo el Planeta. Pero tras el que probablemente fuera el mayor desastre ecológico de la Historia, consentido y orquestado, ha quedado batido en la pereza y soledad de un desierto de partículas tóxicas cuya orilla se ha perdido a cientos de kilómetros, siéndole robado el presente y el futuro. El Mar de Aral es apenas un 10% de lo que fue, y lo que queda, absolutamente contaminado, se ha alejado de puertos como Moynaq dejándolos a expensas del olvido y de un vetusto y oxidado cementerio de barcos que ya no tienen razón de ser. El viento no movía olas sino granos de veneno bacteriológico que se colaba en las paredes herrumbrosas de aquellas embarcaciones rodeadas de anacronismo y pesadumbre. Nunca pensé que fuera a quedarme sin palabras…
Uno de los retos de nuestro viaje a Uzbekistán era pasar del cielo de la Ruta de la Seda a ser testigos del infierno que provocó la falta de ética y sensibilidad del ser humano para permitir que el mundo perdiera uno de sus grandes mares. El Mar de Aral ya no es un mar inmenso y abundante, sino algo perdido en un desierto envenenado y maldito. Y allí estuvimos para verlo con nuestros propios ojos.
¿CÓMO Y POR QUÉ SE SECÓ EL MAR DE ARAL?
Cuando se viaja a Uzbekistán uno ansía visitar lugares como Samarkanda o Bukhara y meterse en la piel de Marco Polo, Ibn Battuta o el español Ruy González de Clavijo para tocar con los dedos el corazón de la Ruta de la Seda. Pero muy a menudo, tras un escenario histórico glorioso, uno se encuentra viajando con guerras, injusticias sociales y verdaderos asesinatos ecológicos con lugares vitales para el Medio Ambiente no sólo de una región o un país sino de todo el mundo. La historia del Mar de Aral, de la que se habla poco o nada, es la de uno de los mayores atentados que se han perpetrado en contra de la Naturaleza, y en contra de una Sociedad que sólo puede aspirar a emigrar bien lejos porque le han arrebatado el futuro. Trataré de ser lo más explícito y breve posible para hacer comprender cómo se desecó a conciencia un mar interior de 68.000 kilómetros cuadrados, más o menos la extensión de la superficie de un país como Irlanda o la suma de dos Comunidades Autónomas de España juntas como pueden ser Aragón y Valencia.
“La irrigación hará más que cualquier otra cosa para revitalizar y regenerar la región, enterrando el pasado y haciendo la transición al socialismo más segura”. Vladimir Ilich Ulianov, Lenin.
Todo nació en los despachos del Kremlin. Políticos, militares y científicos del régimen comunista de la URSS deciden que al Mar de Aral y, sobre todo, los ríos que lo alimentan, el Sir Daria y el Amu Daria, deben utilizarse para irrigar una vasta extensión de desierto para convertirlo en una de las más ricas plantaciones de algodón del mundo. Sabedores de que una sobreexplotación de los recursos fluviales podía terminar con el Mar de Aral en sí, llevan a cabo un ambicioso plan que discurre con toda prisa al construirse cientos y cientos de canales que desviaran las aguas de los dos grandes ríos nacidos más de 2000 kilómetros antes de su desembocadura en el «inmenso oasis entre dos desiertos».
El Mar de Aral era una especie de milagro, un hábitat con una rica biodiversidad en pleno Asia Central, repartido en dos países como Uzbekistán y Kazajistán. Era un regulador del clima de primer orden en una zona de por sí muy seca. Y, sobre todo, el recurso natural del que habían vivido en armonía distintos pueblos durante miles de años. Moscú, a miles de kilómetros, no se atuvo a más razón que la de sacar un beneficio inmediato a través de una industria agrícola que requería, sobre todo, de agua, de muchísima agua. Aunque pareciera una locura irrigar un desierto para plantar cualquier cosa, la maquinaria se puso a trabajar y muy pronto vio nacer campos de algodón con los que convertirse en una de las grandes potencias del sector. Pero la cantidad de los canales era tan grande, y los materiales tan pobres, que esa voracidad en unas prisas injustificables llevó a perder más del 70% del agua de los ríos por el camino.
Durante muchos años el Mar de Aral dejó de recibir el agua que lo alimentaba y, por tanto, empezó a evaporarse a pasos agigantados. Nadie abrió la boca cuando año tras año el nivel de este Mar interior disminuía considerablemente. En 1965 un alto cargo ruso dijo que «El Mar de Aral debía morir como un soldado en la batalla». De los mismos tintes eran las declaraciones de los mandatarios de la URSS que tenían los datos encima de la mesa que aseguraban que a ese ritmo el Mar de Aral estaba destinado a desaparecer muy pronto. Otra frase escuchada en los pasillos del Kremlin fue la de «No podemos esperar favores de la Naturaleza, nuestro propósito es arrebatárselos». Incluso los cienfíticos afines al régimen se vanagloriaban de estar con el progreso industrial a costa de los recursos naturales. Así un Presidente de la Academia de la Ciencia de Turkmenia aseguró lo siguiente: «Yo pertenezco a ese grupo de científicos que creen que secar el Mar de Aral aporta más ventajas que conservarlo».
Lo peor era que mientras el nivel del Mar de Aral seguía bajando no hubo protestas por tan increíble atropello medioambiental. Hasta finales de los ochenta, cuando el lago había perdido más de una tercera parte de su caudal, y los problemas ya eran evidentes no sólo a nivel de biotopo sino también social, no hubo conciencia de que lo que sucedía en aquella zona de Asia Central era una absoluta catástrofe. Una vez cayó el telón de acero se empezaron a idear maneras de «recuperar lo que había» pero el daño estaba hecho y ni si podía ni se quería hacer nada.
Medioambientalmente hablando la desecación ha supuesto que se conserve menos de un 10% de su tamaño original. El Mar de Aral quedó dividido en norte y sur, siendo el primero más grande que el segundo. Esto ha traído consecuencias nefastas como la desaparición de numerosas especies animales y vegetales, algunas endémicas, e incluso un cambio de clima radical. La salinididad es extrema y ha volado a decenas de kilómetros matando zonas fértiles de los dos países protagonistas. Pero eso no es todo, se ha sabido de la utilización de fertilizantes muy fuertes para acelerar el crecimiento de las algodoneras que hoy en día suponen un veneno que se mezcla con la tierra y el viento. Las tormentas de arena, prácticamente incesantes, y la contaminación del agua y del aire ha multiplicado los casos de enfermedades respiratorias que antes apenas tenían presencia en la zona. Así la tuberculosis es un problema en aumento que afecta a un número grandísimo de pacientes. En el período 1973-1988 los enfermos de fiebres tifoideas se multiplicaron nada más y nada menos que por veintinueve. Lo mismo ocurre con las hepatitis y el aumento de los casos de muertes por cáncer.
Y si en cuestiones de Medio Ambiente y Salud las consecuencias han sido extremas, económica o socialmente han sido igualmente nefastas. El desempleo y la falta de oportunidades han vejado a una población que tenía un futuro próspero por delante y que ahora ha tenido que abandonar pueblos y ciudades que vivían del lago. Pescadores, industrias conserveras, vendedores y un largo etcétera de conceptos asociados a lo que el Mar es capaz de proveer han volado con la arena y la sal contaminadas. Hoy en día el Karakalpakstán así como la parte que afecta a Kazajistán son zonas sumamente pobres con unos elevadísimos índices de paro.
Pobreza y enfermedad en lo que antes era el Mar de Aral y actualmente es el Desierto de Aral, el mejor ejemplo de lo que sucede cuando se sobreexplotan los recursos naturales y no existen planes de sostenibilidad medioambiental. Probablemente estemos hablando de la mayor catástrofe ecológica de la Historia. Pero ha tenido la mala suerte de encontrarse en una perdida esquina de la remota Asia Central y no importar a prácticamente nadie. Aún no se ha escuchado la palabra «perdón» a ninguno de los muchos jerifaltes que dejaron que esto ocurriera. A la vista de todo el mundo… no se hizo nada para evitarlo cuando era evidente que el Mar de Aral estaba destinado a desaparecer en pocos años, como así ha ocurrido. Larga vida al desierto…
TESTIGOS DE LA CATÁSTROFE EN MOYNAQ
Habíamos conseguido en Khiva que uno de los pocos corasmios o khorezm que hablaban español en la ciudad, Izzat, nos llevara en el coche de su padre (con su padre como compañero) hasta el que era uno de los puertos más prósperos del Mar de Aral antes de que este empezara a bajar su nivel. Moynaq, que también se puede encontrarse en textos como Moynak, Muynak o incluso Mo’ynoq, es la ciudad en la que uno puede tocar el drama con la yema de los dedos y ver las consecuencias in situ de haberle sido arrebatado el mar de su litoral.
Aproximadamente son 367 kilómetros los que separan a Khiva de Moynaq, una distancia considerable tratándose de Uzbekistán y que se hace compleja, sobre todo, en transporte público. En ese caso habría que ir a la capital de Karakalpakstán, Nukus, una olvidada y desolada urbe soviética de bloques de hormigón, anchas avenidas y un olor a tubo de escape que enrarece el aire, y ver si algún destartalado autobús va hasta Moynaq. La vuelta sería similar. Dado que esto podía suponer varios días en el proceso decidimos negociar con Izzat, uno de los guías que se ofrecen a los turistas en la puerta principal (oeste) de la ciudad amurallada de Khiva y que habla un perfecto castellano, una ruta en coche que nos llevara hasta la propia Moynaq y posteriormente a Ayaz Kala para tener la experiencia de dormir en una yurta en Uzbekistán. Algo que supondría entre dos y tres días de viaje. Acordamos un precio total de 120€ (gasolina incluída) y salimos muy temprano, aún con el cielo poco iluminado, para no llegar muy tarde a nuestro destino. Era pleno julio y además el calor podía ser abrasivo tal y como suele golpear en esta época del año en las llanuras de Asia Central.
Invertimos aproximadamente 5 ó 6 horas de viaje. Se me hizo más rápido de lo previsto, aunque hubo tramos en que la carretera no se encontraba en demasiado buen estado. Y, sobre todo, cuando nos alejamos de la triste y gris Nukus, el panorama se fue haciendo más desolador, más vacío. Apenas algún negocio familiar, alguna casa desperdigada en una ruta que se sumergía en la soledad que había dejado a la zona la desecación del Mar de Aral.
Recuerdo cuando llegamos a Moynaq y nos sorprendimos con el cartel de la entrada y el símbolo del pez que comentaba al principio como ironía del destino. A partir de ahí nacía una avenida con viviendas y edificios oficiales, todos del mismo estilo. Hormigón gris y algunos dinteles y ventanales de color azul, quizás como semblante de cuando hasta hace no mucho fue villa marinera. La estética no existía ni se la esperaba, al igual que la población local, que apenas se la veía paseando por la calle. Tan sólo en una especie de gasolinera y en la parada del autobús. El resto parecía desierto…
Hacía mucho calor a esas horas, pero no tanto como esperábamos. La pregunta era obvia, ¿pero dónde demonios se ha metido la gente? Moynaq, a pesar de haber disminuído su población, cuenta con más de 9.000 personas censadas, aunque cuando nosotros pasamos apenas vimos unas pocas saliendo de casa y en una apestosa tienda de alimentación en la que fuimos a comprar algo y nos encontramos con que tenían el género caducado y hecho un asco. Tan sólo pudimos sacar unas bebidas. Quedarse allí a dormir no parecía muy buena idea…
Un cementerio de barcos de un Puerto con vistas al desierto
En Moynaq no hay nada que hacer. Apenas un par de hostales familiares de mobiliario caduco donde se va la luz cada dos por tres y un museo que abre cuando le parece. No tiene nada más. Aunque no hay que confundirse, el que viaja hasta allí no espera encontrarse con Samarkanda ni nada parecido. Espera visualizar frente a frente una catástrofe ecológica y social. No es un lugar turístico, ni mucho menos. Realmente es un rincón del mundo perdido al que muy pocos pretenden llegar. Aquel día, salvo nosotros, no vimos a ningún viajero visitando lo que Moynaq fue y ya no es.
Lo verdadermente interesante se encuentra a las afueras del pueblo, apenas a un kilómetro en sentido norte. Uno llega hasta una especie de acantilado que va a dar a un Mar que ya no está, que es un absoluto desierto. Cuando llegamos y nos bajamos del coche había una especie de triángulo de hormigón que hacía referencia a Moynaq y su mar antes y después de secarse. Junto a él planos explicativos de cómo ha ido bajando el nivel del agua hasta quedar apenas un 10% de lo que contuvo hace tan sólo 50 años.
Entonces nos dirigimos al mirador, a lo que no hace demasiado debía ser un lugar para pasear con el agua casi al ras del suelo y los barcos amarrados en los muelles. Y allí nos quedamos petrificados, sin palabras. Como si una bomba hubiese explosionado en nuestro interior, arrebatándonos cualquier imagen previa del subconsciente. Aquello era más mucho más demoledor e impactante de lo que me había imaginado. Bajo nuestros pies una pendiente de en torno a 30 metros de altura y en el horizonte un vastísimo desierto donde corría el aire abriéndose camino. Todo aquello que era un mar, ahora es un llano inmenso, seco y polvoriento… Un ser vacío y silencioso.
Una fila de barcos oxidados se extienden de forma inútil en lo que parece un cementerio de antiguas naves. Al parecer hace años habían muchas más desperdigadas por aquel desierto, pero terminaron siendo desgüazadas como esos coches abandonados que no pueden avanzar un solo metro. El Mar está ya muy lejos de aquellos barcos, lo menos a 200 kilómetros. Imagináos una localidad con costa que conozcáis, con su paseo marítimo, su puerto, su playa.. Moynaq tenía todo esto, incluso recibía a gente proveniente de todos los rincones de Uzbekistán para pasar mejor los calurosos veranos. Era una ciudad turística, con niños jugando entre las olas, castillos de arena en la playa, una industria pesquera magnífica… y todo se esfumó con un par de decisiones tomadas desde un despacho a miles de kilómetros de allí. Ahora no hay nada, absolutamente nada.
Unas improvisadas escaleras nos permitieron tocar el fondo marino sin necesidad de aletas ni gafas de bucear. El calzado se interpuso fácilmente en el suelo arenoso en el que apreciábamos restos de anacrónicas conchas de mar. La intención era acercarnos a aquel cementerio de barcos abandonados que, en gran medida, simbolizan todo lo que allí ha ocurrido y está ocurriendo ahora. Porque esas naves eran de pescadores, de marineros a los que navegar era su fuente de vida. ¿Qué habrá sido de todos ellos? ¿Dónde estarán las lonjas, las conserveras, los vendedores de pescado en los mercados? ¿Dónde quedó el olor a brea y a salitre? ¿Y esa brisa marina que tanto alivia en los días de verano?
Todo aquello murió, desapareció sin más dejando un escenario fantasma, mil torbellinos removiendo sal e infinidad de elementos tóxicos provenientes de fertilizantes y de experimentos bacteriológicos realizados en Islas como Vozrozhdeniye y Gruinard, de las que se sabe hay enterrados barriles con toneladas de antrax, entre otras cosas. La imagen de la desolación no me dejó interponer una sola palabra durante minutos. El único hablador era el viento…
Grotescos espectros oxidados y olvidados. El sarcasmo en forma de barcos sin agua…. Como un aroiris monocolor, triste… apagado. Lo que antes era un paréntesis de frescura entre dos desiertos, ahora es uno aún más grande y creado por la estupidez humana, la insolencia con la Naturaleza que nos rodea. Y el resultado queda a la vista… duele, golpea con fuerza a todo el que es consciente de que aquel ha sido el mayor castigo que se le ha podido ofrecer a un pueblo, o más bien a un Planeta.
Al jerifalte ruso que pronució la frase lapidaria de que «El Mar de Aral debe morir como un soldado en la batalla» probablemente le contestaría que no murió con honor, murió ejectutado vilmente, amordazado y por la espalda. Un asesinato a todas luces en el que muchos se dieron la vuelta para no mirar, ni si quiera opinar. Un entierro sin oración ni condolencias… un muerto arrojado a la fosa común del egoísmo y la incompetencia.
La Naturaleza es sabia y no olvida, es más, toma la matrícula de todas estas cosas y después pasa la factura. En el caso del desastre del Mar de Aral lo ha hecho desde el primer momento y esto se pagará por los siglos de los siglos. Enfermedad, pobreza, cambio en el clima o abandono son palabras que van a sociadas a quienes viven el día a día de estar en un mar que es un desierto. Les han robado el futuro a muchos, nos han robado parte de la vida a todos…
De repente eché la mirada atrás para retomar la vista al mirador del que habíamos venido, a aquel triángulo de hormigón que señalaba al horizonte vacío en el que nos encontrábamos en ese momento. Entonces no sólo me percaté de la extensión de tierra sino también de la profundidad a la que estábamos. Era sobrecogedor pensar que justo en aquel punto elevado no hace mucho tiempo salpicaban las olas. Ahora es prácticamente un socavón hacia el mismo infierno.
El de imaginar cómo fue toda esa zona, antes de que a unos incompetentes valoraran la idea de plantar algodón en un desierto a costa del Mar de Aral y los ríos que lo regaban, es un ejercicio cargado de toda lógica. El contraste del antes y el después es algo inevitable cuando uno se halla caminando acalorado en un fondo marino con barcos varados. Desaparecieron los peces, desaparecieron las gaviotas. Allí no había un solo ave surcando el cielo azul e hirviente en la plenitud del verano. Allí no se escuchaba el chapoteo de unos niños jugando en sus primeros baños en un mar que si antes les quedaba lejano ahora les queda imposible. Hubo un día en el que Moynaq pudo sugerir la palabra vacaciones… Hoy es silencio ventoso y desgraciada soledad.
Entre aquellos esqueletos teñidos de herrumbre y los rasguños propios del tiempo vagamos durante un largo tiempo, escudriñando puertas y ventanas, recorriendo proas vacías y popas con desaliento. Izzat nos fue contando muchos detalles que desconocíamos en aquel amasijo de abandono, en aquel crater de bomba nuclear medioambiental. Cada frase, cada explicación era hiriente con el propio sentido común, con todo aquel que escuchara una historia de la que extrañamente no se habla todo lo que se debería.
Una metáfora visual recurrente rondaba continuamente en mi cabeza. Era una bañera enorme a la que, de repente, alguien le quitaba el tapón y se vaciaba por completo. Y nosotros nos encontrábamos en aquella bañera reseca y carcomida por el viento seco y el salitre. Alguien le arrebató al Planeta un mar… Alguien sumó un nuevo desierto allá donde floreció la vida.
Aunque en principio habíamos pensado quedarnos a pasar la noche en Moynaq en alguno de los alojamientos baratos que allí había, terminamos desechando tal opción y viajando hasta los pies de una vieja fortaleza Khorezm con objeto dormir en una yurta típica de los países de Asia Central. En aquel lugar tenebroso ya no podíamos hacer más que no olvidarlo mientras vivamos.
EL VÍDEO DEL MAR DE ARAL
He preparado un pequeño vídeo con imágenes que grabé en Moynaq y que vale más que cualquier palabra que escriba.
Vídeo del Mar de Aral from Sele on Vimeo.
Que el Mar de Aral descanse en Paz…
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: Recuerda que puedes saber mucho más sobre lo que conlleva un viaje a Uzbekistán a través de una Guía práctica llena de consejos y datos sobre ruta, alojamiento, transportes, cambio de dinero, etc…
47 Respuestas a “Oxidados barcos varados en un desierto llamado Mar de Aral”
Gran historia Sele, es una pasada lo bien que te has documentado.
Gracias Pau!
Esta historia llevo queriendo contarla mucho tiempo. Y necesitaba trabajarla bien para que no se escaparan muchos detalles. Las frases de los jerifaltes soviéticos asustan, ¿verdad?
Un abrazo,
Sele
Fantástico relato en el que te has documentado perfectamente para describir un magnicidio ecológico del que -reconozco- no sabía nada hasta que leí tu relato a la vuelta de vuestro viaje a Uzbekistán.
El vídeo es perfectamente ilustrativo y sobran las palabras… Me encanta la banda sonora que has elegido. ¿Podrías decirme/decirnos título y autor?
Un abrazo y mucha suerte en la charla del miércoles.
Ricardo Lafita.
Gracias Ricardo,
Magnicidio ecológico… es el resumen de todo, como tú muy bien has expresado. Cómo se hicieron oídos sordos mientras se protestaba sobre otras cosas. Quizás porque era la URSS la que estaba detrás y no había quien tosiera al otro lado del telón de acero. Hoy pagamos todos estas consecuencias. El del cementerio de barcos varados es quizás la metáfora que mejor describe aquel horror.
La canción es de la Banda Sonora de «Requiem for a Dream» compuesta por Clint Mansell. Se ha utilizado muchas veces (incluso para el trailer de la 2ª del Señor de los anillos) y me parece una pasada, no me canso de escucharla.
Un fuerte abrazo, amigo!
Sele
Sabíamos alguna cosa sobre éste mar pero no tanto como lo que acabamos de aprender. Gracias por ésta información y enhorabuena, nos ha encantado!
Me has dejado sin palabras Sele… Hace años que oigo hablar del Mar de Aral, lo estudié en la Universidad como parte de un master en Relaciones Internacionales y, francamente, no salgo de mi asomo… Esos cascarones vacíos y oxidades de los barcos sorprendidos por el descenso de una marea que nunca volvió, la ciudad desierta…
Gracias por un post tan bueno y por recordarme las ganas que tengo de visitar esa zona 😉
Espeluznantes fotos, qué impresión debe dar estar delante de esos esqueletos herrumbrosos de barcos. Pensar en un mar donde ahora hay desierto se antoja difícil. Muy bien documentado el desastre del Mar de Aral; me pregunto hasta cuando no vamos a aprender de estos megaerrores y empezamos a pensar en una explotación sostenible del medioambiente….la verdad que soy un poco pesimista al respecto. Me ha encantado Sele. Un saludo!
Estoy planeando ir a Uzbequistán pronto y seguro que no pasaré por alto este curioso lugar ni tus recomendaciones, increíble lo que le pasó al Mar de Aral, esperemos que sea el último lugar donde la dejadez de unos cuantos provoca semejante desastre ecológico.
Un abrazo Sele!
Qué barbaridad y qué pena contemplar toda esta desolación causada por el hombre. Deberíamos tomar nota para no permitirlo de nuevo en cualquier otro rincón del planeta.
Dantesco. De las peores cosas que hemos visto nunca. Y el problema es que hay ejemplos de atrocidades como esta por todo el mundo 🙁
Menudo lugar más dramático, de esos que cuesta creer que existan y lo peor de todo que no es ni el primero ni será el último en el que ocurra algo así 🙁
Estupendo lugar y perfectamente documentado.
Saludotes!!!
Yo también estuve allí y es realmente sobrecogedor.
Lo cierto es, tristemente, que los canales que llevaban agua a los campos perdían casi tanta agua como transportaban, por filtraciones, evaporación, etc. Es decir, que encima se hicieron mal, necesitando mucha más agua de la que inicialmente las extensiones de algodón hubieran necesitado.
Es curioso ver tu foto de los barcos: ¡los han colocado ordenaditos para que se vean desde el mirador! Cuando yo fui en 2005 no estaban… está claro que el pueblo quiere sacarle algo de partido a esos hierros oxidados…
Vale la pena ir al museo, a ver las fotos de las plantas de envasado, cómo trabajaba la gente en ellas, cómo limpiaban el pescado las mujeres… una desgracia de gran magnitud, como acertadamente relatas.
Muy buenas!!
Por la gente con la que he ido hablando estos días me doy cuenta que esta catástrofe se conocía muy de oídas. Es una auténtica barbaridad lo que allí ha ocurrido. Y lo peor es que fue a sabiendas. Contesto a la gente que me faltaba:
+ Pau: Muchas gracias majo. Para hacer comprender todo esto había que documentarse bien. Ya lo hice cuando viajé allí y lo he hecho de nuevo para componer este reportaje.
+ Valentin Hotels: Nunca os acostaréis sin saber una cosa más. Encantado!
+ Madaboutravel: Mucha gente que va a Uzbekistán no llega hasta aquí, no sé si por ser remoto o porque es un lugar realmente triste. Aunque creo que estos «horrores ecológicos» hay que ir a verlos para comprender lo que ha sucedido y no se puede volver a repetir.
+ Calíope VyV: Yo también soy muy pesimista. Cierto es que hay una concienciación mayor, pero de una pequeñísima parte. Lo que apenas un 2% tratamos de no contaminar, hay un buen número que lo sigue haciendo. Y muchas veces por falta de conocimiento. El problema es que sea tarde. El problema de los plásticos nos va a comer a todos algún día.
+ Azcárate: Deberías ir y sé que llegarás y me lo contarás, amigo Jaime. En el momento en que te asomes a ese acantilado te vas a quedar sin palabras.
+ Viajares: Tú lo has dicho, una barbaridad. Impresiona muchísimo. Y las consecuencias se pagarán durante miles de años.
+ Edu y Eri: Es un drama, sí. Sobre todo para la gente que perdió su futuro, para esas especies ahora extinguidas. En realidad para toda la Tierra.
+ Pablo Strubell: Al parecer mercaderes de chatarra empezaron a desgüazar los barcos para vender su chatarra. Esos al menos no los tocan para que la gente sea más consciente del drama. El museo lo encontramos cerrado. En realidad no había casi nadie en Moynaq. Es un lugar desolador y triste.
En fín, creo que todo hemos aprendido un poco de este «magnicidio ecológico» sin precedentes. Imaginad un mar que comunica Madrid con Barcelona y que desaparece casi por completo, dejando contaminación, caos y enfermedad a millones de personas.
Ha sido un placer escribir este artículo. Gracias por vuestros comentarios,
Sele
Gran relato Sele. la verdad es que la antigua URSS y el comunismo en general tiene algunas barbaridades ambientales tremendas. Las reformas agrarias en esos países siempre han sido algo tenebroso, que se han llevado la vida de millones de seres humanos y auténticos genocidios ambientales. Si te apetece leer de la vieja URSS creo que te va a gustar mucho el escritor viajero Colin Thubron con sus libros «El corazón perdido de Asia», » En Siberia» , «Entre rusos» y » La sombra de la Ruta de la Seda» Y sobre la locura del Kremlin los libros «Koba, el temible» y «Stalin, el tirano rojo». Un abrazo amigo
Hola, gran artículo, la verdad es que desconocía este hecho, no me lo puedo imaginar un pueblo como Moynak cuyo mar desaparece literalmente, a veces la codicia al ser humano nos vuelve locos, como se puede tener tan poca consideración con la naturaleza, y no sólo con ella, sino con otras gentes que viven de la misma como los habitantes de los pueblos cercanos al mar.
Bueno gracias por el artículo
Desgraciadamente, los errores de la izquierda tienden a ocultarse. A ver si una vez por todas se dejan de lado los sectarismos y empiezan a conocerse mejor tragedias como ésta y otras de carácter humano y no solo mediambiental.
No conocía esta historia, he disfrutado leyendola y me ha dejado helado. Tiene que ser impactante asomarse a esa mirador que antes mostraba un horizonte vivo y contemplar… la nada. En fin, una muestra más de que el ser humano es capaz de lo mejor, pero también de lo peor…
Es una pena que dejasen morir este mar de tal forma. El curso de la naturaleza no se puede ni debe parar así, sino haber puesto todos los medios para que no se extinguiese. Un triste recuerdo el de esos barcos, de días mejores. Gracias por acercarnos el relato.
Yo ya sabía lo del mar de Aral, pero igualmente me ha impresionado tu relato y las imágenes. ¿No piensas que eso es lo que le pasará al Delta del Ebro si finalmente se hace el trasvase?
Yo desde luego si lo pienso, pero al igual que aquellos políticos de la URSS que decían semejantes salvajadas, también aquí tenemos políticos que en nombre de un mal llamado desarrollo, secarían el delta sin tan si quiera pestañear.
Gracias
Hola David Andrés, si eso ocurre (que espero que no porque la Naturaleza hay que dejarla como está) no se llegarían a los niveles tan «gores» de lo ocurrido en el Mar de Aral. Y siempre habrá quien se haga eco de lo que suceda. Allí nadie hizo nada por evitarlo…
Yo estuve alli … hace ya algunas primaveras, y comente la visita (creo se publican mis rollos viajeros en «viamedius»; te felicito sinceramente por tu articulo; es preciso, detallado y objetivo …y estoy de acuerdo con todo lo que dices …; un ruego: sigue viajando, sigue comunicando, y … «carpe diem»!
Un abrazo viajero!
Juan, Tino Tafao
P.D. Intento enviarte mi «rollo del dia»: 15.jun.2005 …. recorriendo la zona …
05.06.15 – nº 5 –
final en TURKMENISTAN y visita a UZBEKISTAN, en dos etapas …
Hola Tino, mil gracias por tu mensaje. Es un honor tremendo tenerte aquí. He reubicado tu texto en el enlace a todo tu relato, la gente tiene que entrar y conocerlos. Eres uno de los mayores viajeros españoles, y con diferencia, así que entren a tus relatos y disfruten, amigo.
Gracias!!
Y Jesús, me alegra muchísimo que te haya gustado el relato. Aquí hay una historia tremenda que mucha gente desconoce!
Sin palabras Sele, artículo completísimo.
No conocía la historia que había detrás del mar Aral , es una pena como las potencias políticas pueden hacer y deshacer a su antojo algo que nos pertenece a todos dejando para siempre el recuerdo del mar aral.
Impactante las fotos de los barcos en el desierto
Jesús Martínez
Vero4travel
Sele, quedé asombrada al ver esta página y el vídeo, de lo horroroso accionar de unos dirigentes locos al proceder de esta manera equivocada en pos de la naturaleza, mil veces reprochable, es así como el hombre poco a poco va matando nuestro mundo, priorizando sus mezquinos intereses entonces nosotros que no se si somos los mas o menos, defendemos el medio ambiente a como de lugar. Me alegro que uds. hayan hecho este reportaje, muy completo con las imágenes es mas impactante , soy chilena de acá del fin del mundo y en todas partes ocurren cosas similares, ojalá tuviéramos el poder de revertir o evitar estas atrocidades.
impactante, una vez mas les digo que es increíble el proceder de esos maniacos destructores de nuestra naturaleza tan perfecta y hermosa. felicitaciones por el reportaje, fotos, opiniones y correos. gracias por el altruísmo y el hecho de dar a conocer al mundo estas calamidades que se cometen en desmedro de nosotros y de toda la humanidad.tere
no hay fieras ni bestias en fauna animal tan atroces como el hombre
Cuando estos desastres lo hacen norteamericanos.
muchos gritan: estúpidos yanquis! estúpido capitalismo!
pero cuando se muestras cosas como estas causadas pro otros gobiernos.
muy pocos dicen:
estúpidos soviéticos. maldito comunismo.
olvidan que toda politica extremista es un error sea hacia la izqueirda o hacia la derecha.
Todos los extremos son malos. Y en este caso a quien hay que vituperar es al radicalismo soviético, que hizo muchas barbaridades…
Increible relato!!!
Gracias por mostrarnos lo que no conocemos o sobre lo cual sabemos poco.
Muy buenas imagenes y relatos,aqui en sudamerica destruyeron dos de los lugares mas hermosos del planeta,el ecocidio nº 2 las cascadas del guaira(paraguay),ecocidio Nº3 cascadas salto grande(concordia,argentina).todas tapadas por represas.
Excelente artículo –
He seguido el tema por años, conocí la zona en un viaje realizado en 2001 cuando trabaje para una empresa contratist de la ONU – tus palabras se quedan cortas a la hora de contar el impacto que esto ha tenido en la salud y la agricultura….
Sin embargo hay algo que me sorprende y no encuentro explicación o artículos que lo cuenten – sí ves hoy los mapas de Google de la zona, pareciera que los planes por devolver el agua se hubiesen concretado y ya las cosas fuesen muy diferentes – incluso, midiendo el área con las herramientas de Google mapa, pareciera que el mar tiene hoy de nuevo 43000 kilómetros – sabes algo de esto? En mis tiempos existió un plan para devolver el agua sólo al norte, pero aquí pareciera que ya toda el área esta cubierta por agua –
con lagrimas lei este articulo es de no creer,dolor,desarraigo,tristeza,impotencia es lo que se siente al leerlo;pero no vamos tan lejos en colombia tambien se esta haciendo lo mismo en las zonas mineras del nordeste de antioquia «solo desiertos» y el gobierno vendiendo sus riquezas al mejor o peor postor.Ojala sea cierto lo de los «nuevos 43000 k»de agua ver para creer.felicitaciones por tan impactante articulo,salud y suerte.
Que mala onda que algo que DIOS hizo sea destruido por la mano de hombres sin pensamientos todo gracias a el dinero y por que quieren ser el mayor exportador de algodon del mundo teniendo con el mar mucho mas cosas y riquezas pero como decia que desastrazo que la mano de hombres haga eso que horror. Gracias por la historia la queria conocer
Muy buen articulo. Terrible lo que sucede cuando se toman decisiones sin hacer el menor análisis de impacto ambiental.
Lo único que veo muy «forzado» y aun no entiendo, es ¿que relación tiene Lenin que murió antes de 1930 con que el Aral se haya secado por una decisión del Kremlin tomada mas de 30 años después que él murió…? Aún en el caso de que su frase haya sido utilizada por los del Kremlin para justificarla.
Es lo mismo que, por poner solo un ejemplo, acusar a Madame Curie por las muertes de HIroshima y Nagasaki…
Yo quitaría esa cita ya que te desluce el resto. Y no! No soy el bisnieto de Lenin, jajajaja!
saludos!
Buenas Sele. No he podido evitar volver a leer este post. Que sepas que influyó decididamente en mi manera de enfocar mis post, ha sido pues mi modelo y me parece uno de los mejores post en castellano. Es brutal. Cuando uno lo lee siente que esta junto a ti explorando estis rincones del mundo y creo que ese es el mayor exito que puede tener un blogger de viajes. Gracias por narrarnos tus aventuras como lo haces y hacernos vivir experiencias semejantes desde casa. Un saludo
Qué bonitas tus palabras Ogmias. De verdad, es un lujo leerte. Ya me has animado esta noche, que con la derrota del Madrid estaba siendo triste 😉
Un abrazo!
Sele
Qué desolación. Con tu permiso, comparto tu artículo en mi muro.
Tuve un sueño curioso hace ya días, en el que caminaba por el fondo del mar seco junto a la Axarquía malagueña, el que mejor conozco, el de casa. No era desagradable, pero tan tan desconcertante. Anoche me encontré mal toda la noche y me volvió la «resaca» de ese sueño. Así que escribí sobre él en mi muro, y buscando una imagen di con tu blog. Me pareció muy muy interesante. Impresionante. Gracias por la información. Y por el testimonio tan sensible.
No sabía nada sobre este gran lago «Mar de Aral». Estoy impresionado.
Estos desastres ecológicos evitables deberían ser mucho más visibles para concienciar a la población.
Sele : muchas gracias por tu reportaje. Espero que lo vean las personas que tienen poder y entiendan lo que se consigue con decisiones equivocadas.
despues de leer tu relato aun tenemos mas ganas e ilusion por visitar este lugar
felicidades por saber explicar tan bien este desastre ya que no se puede hacer mejor
ojala no se vuelva a repetir nada igual
Por fin hoy hemos estado en Moynaq viendo el desastre del mar de Aral
Con Izzat como tu, un gran guia que habla perfecto español y es muy agradable
lo recomendamos 100%
Ha sido un gran dia
Cansados, pero felices
Gracias Sele por tu ayuda
Hola Silvia,
Me alegra que hayáis regresado «cansados pero felices». Me alegra que la labor de Izzat haya sido buena. Con nosotros se portó muy bien.
Un saludo desde Zambia!
Sele
Y para acabar el año salta la noticia que el lago Poopó en Bolivia el pasado 16 de diciembre se desecó por completo, dicen que por sequía, otros que por mala política, pero otro mar interior que ya no existe. Suma y sigue…
Madre mia, no hay cosa peor en este mundo que los seres humanos, como puede el Mar de Aral solo tener 10% y contaminado =/
En setiembre próximo esperamos poder ir a Moynak, más o menos sabemos que nos encontraremos, gracias a tí y a Chavetas, pero a pesar de todo queremos ver con nuestros ojos ese gran desastre perpetrado por unos desalmados.
Un saludo Sele y muchas gracias por tus consejos.
Ramon
[…] pasos de este viaje en MOCHILERO EN AMÉRICA. Y si te gustan los lugares olvidados no te pierdas la historia del Mar de Aral y los barcos varados en la arena. jQuery(document).load(function(){ […]
[…] enfría. No tenía una sensación semejante desde que había visto con mis propios ojos toda una fila de de oxidados barcos varados del Mar de Aral en Uzbekistán o un cementerio de trenes de Uyuni en […]
[…] acusado de nivel del agua en tiempos de la URSS en la que se estuvo a punto de cometer una catástrofe ecológica tipo Mar de Aral) se encuentra en una especie de península coronada por una colina que conviene ascender por unas […]