Paseando por Caminito en el barrio de La Boca

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Paseando por Caminito en el barrio de La Boca

Dicen que los muchos emigrantes, italianos en su mayoría, que se fueron a vivir a la Boca del riachuelo que iba a parar al Río de la Plata no tenían para pintar sus casas. Se les ocurrió que podían colorear sus viviendas, cubiertas de madera o de chapa, con la pintura sobrante de los muchos barcos que llegaban a puerto. Al no haber para toda la casa, algo que era muy corriente, debían a recurrir a distintos colores, mezclando azules, rojos, verdes o amarillos y creando unos collages asimétricos pero muy alegres. Los boquenses, siempre muy imaginativos, hicieron de esta parte del barrio una zona en la que confluyera la creatividad y el arte. Y se le terminó llamando Caminito en honor a un tango de Juan de Dios Filiberto que hacía mención a este sendero que había recorrido en incontables ocasiones a lo largo de su vida. Hoy en día es un espacio cultural y sumamente turístico que ningún viajero que va a Buenos Aires se pierde.

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Donde resuenan los tangos, donde los puestos de artenanía estan a rebosar, donde los pintores secan al Sol su obra, donde Diego Armando Maradona tiene su trono mirando a la inmortalidad, donde el fútbol es algo más… ahí siempre estará Caminito.

Caminito que el tiempo ha borrado,
que juntos un día nos viste pasar,
he venido por última vez,
he venido a contarte mi mal (…)

Caminito no es un lugar cualquiera, ni mucho menos. Es, desde hace tiempo, una Calle-Museo de Buenos Aires muy concurrida por visitantes de todo el mundo. En mi caso hacerlo fue fácil hacerlo, ya que no tuve más que subirme en Plaza de Mayo al autobús (aquí a los buses se les llama colectivos) de la Línea 29 y pagar 1´20 pesos argentinos (al cambio en euros algo así como 0´20 céntimos). A lo lejos el Campo de Boca Juniors, la mítica Bombonera, me advirtió que nos estábamos adentrando en el vastísimo barrio de La Boca. Mientras que Caminito me saludó directamente en cuanto el conductor me confirmó que habíamos llegado.

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Lo primero que hice fue asomarme al Puerto, a «la boca» de ese riachuelo por el que tantos italianos y españoles se adentraron para establecerse en uno de los barrios con más personalidad en la ciudad de Buenos Aires. De fondo el Puente Nicolás Avellaneda, de estilo «eiffeliano» y las aguas que comunican los barcos con el Río de la Plata, que para muchos más que un río nos parece directamente un mar de lo grande y caudaloso que es.

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UNA EXPLOSIÓN DE COLOR

Desde ahí se ilumina de color un sendero, el célebre «Caminito», con alguna que otra figura de cartón piedra de un tal Maradona recibiéndonos a todos desde un balcón privilegiado. 

Lo mejor es caminar y conocer las que fueron el estilo de viviendas predominantes en el área, conocidas como Conventillos. Son casas, en su mayoría de chapa, divididas en numerosas estancias y en las que distintas familias compartían baño y cocina. Los espacios eran realmente reducidos y se adivina que la vecindad es un concepto que puede quedarse incluso hueco si nos referimos a estas construcciones en colmena. Allá donde la intimidad apenas existió ni existe, y los susurros traspasaban las finas paredes de cinc… allá donde prepararse algo en la cocina suponía encontrarse con más de un vecino.

Hoy la mayoría de esos conventillos se han reconvertido en espacios artísticos, aunque otros todavía siguen funcionando. Son tremendamente fotogénicos, ayudados en gran medida por ese estampado de colores rojo, amarillo o azul en unas fachadas que parecen cuadros abstractos procedentes de un Museo de Arte Moderno. 

Caminito es un un verdadero collage que narra a cada paso la creatividad argentina en todos sus aspectos. Por un lado el tango que se baila por las calles, por otro el olor procedente de la cocina de los muchos bares y terrazas que despachan lo más clásico de la gastronomía del país y finalmente ese ir y venir de banderas, figuras de Gardel, Maradona o Evita entre los muchos objetos de artesanía que se marchan envueltos en más de una maleta.

Obviamente lo que suele suceder con este tipo de espacios tan célebres es que venden parte de su alma al Turismo. En este caso se hace cada vez más fina la capa que separa la realidad del show. Pero en absoluto quita que sea un lugar indispensable para todos los que pasamos por Buenos Aires. Cuando algo es bueno y recomendable, lo es por algo. De hecho antes de que llegaran los turistas ya estaba ahí…

Y por eso, precisamente, no he querido dejar la oportunidad de mostraros otros pedacito de esa ciudad porteña que tanto me está regalando.

EL VIAJE CONTINÚA….

El viaje sigue avanzando a muy buen ritmo. Buenos Aires me ha tratado realmente bien, y lo mejor es que aún tengo que iros contando más cosas como el Encuentro de blogueros viajeros o lo que disfruté viendo un partido de la Liga argentina (Vélez Sarsfield – Arsenal).  Desde este lunes día 27 de febrero mis pasos irán por Uruguay. Primero Colonia del Sacramento, después Montevideo. Y el jueves-tarde volaré a Foz do Iguaçú, el lado brasileño de las magistrales Cataratas de Iguazú. Esta semana promete…

Sele

* Recuerda que puedes seguir todos los pasos de este viaje en MOCHILERO EN AMÉRICA

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