Si alguna vez me preguntan cuál es el pueblo catalán más bonito que he visto en mi vida diré que aún me quedan muchos viajes a Cataluña para descubrirlo. Pero si me vuelven a insistir , aunque sea un poco, probablemente deba mojarme para confesar que para mí Peratallada, ubicado en la comarca gerundense del Baix Empordà, lo que viene a ser Costa Brava tierra adentro, se trata del pueblo medieval más hermoso y auténtico de cuantos he visitado en este territorio. Quizás sea porque allí mi reloj no sumó minutos sino todo lo contrario, se atrasó una madeja de siglos para convertir una escapada ampurdanesa en todo un viaje a la Edad Media.

Sus laberínticas calles de piedra, su castillo de cuento y las enredaderas estrangulando muros y ventanas recuerdan a lo mejor de la Toscana. Son escenarios de los libros de caballerías, con ese repique solemne de campanas, ese chirriar de espadachines imaginarios y el perfumado aroma de las buganvillas colándose en los callejones. Peratallada bien vale un viaje en el tiempo. 

Peratallada, probablemente el pueblo medieval más bonito de Cataluña

Veníamos de Besalú y de sobrecogernos con la impactante imagen de su puente viejo. De hecho en el coche teníamos la sensación de haber presenciado uno de los rincones medievales más extraordinarios no sólo de Cataluña sino de toda Europa. Algunos amigos nos habían recomendado también Peratallada para este viaje por tierras gerundenses, por lo que abandonamos La Garrotxa para dirigirnos al corazón del Baix Empordà, donde nos llevaríamos una de las mejores sorpresas posibles. Dejamos el coche junto a la iglesia consagrada a San Esteban (Sant Esteve si lo decimos en catalán), un templo del siglo XIII con fachada típica del románico tardío ampurdanés cuya espadaña está compuesta de nada menos que cuatro torres. Entre los muros un humilde rosetón y tímidos vanos son la única luz que entra a este recinto que encontramos, lamentablemente, cerrado a los visitantes. En su interior yace en un sepulcro gótico el Barón Gilabert de Cruïlles, el primer Señor de una familia nobiliaria de raíces antiquísimas sin la cual se explicaría Peratallada tal y como se le conoce.

¿Qué ver en Peratallada? Un paseo por la Historia

El Portal de la Virgen

El porqué del nombre de Peratallada se descubre nada más avanzar por el Portal de la Virgen, la puerta de acceso al conjunto fortificado que mejor se conserva en la actualidad. Un foso ofrecía espacio suficiente para evitar asaltos y ataques a este pueblo amurallado al que se entraba por un puente levadizo (hoy inexistente). Es fácil advertir cómo la roca ha sido cortada para ser aprovechada arquitectónicamente. De ahí que Pera (piedra) tallada (cortada) sea la origen etimológico más evidente de la localidad ampurdanesa.

Al parecer esta torre cuadrada con arcos de punto redondo contaba con una cavidad en la parte superior en la que se debía guardar una imagen de la Virgen. Si bien, no es la única torre de Peratallada, sí se le considera el acceso principal al municipio. A partir de este momento uno debe olvidarse en el siglo en que se encuentra porque se sumerge, sin darse apenas cuenta, en un auténtico viaje al pasado.

Callejando por un conjunto medieval de primer nivel

Las calles de Peratallada muestran el trazado original, incluso en algunas zonas su calzada es la misma que se pisaba hace más de cinco siglos, aunque afortunadamente por ellas no corren como antaño aguas mayores y menores del que fuera el gran desagüe urbano (La Edad Media no era un decorado de Romeo y Julieta precisamente). Nuestros pies se pusieron a caminar sin rumbo fijo (porque nos debemos olvidar de los mapas si queremos divertirnos mucho más) para no dejar de sorprendernos de semejante estado de conservación de su casco viejo medieval, declarado Conjunto Histórico-Artístico en el año 1975.

Es innegable cómo Peratallada ha sido capaz de preservar sin aderezos su esencia medieval. La armonía de las construcciones permite regalar a la vista un equilibrio arquitectónico en el que no existen estridencias ni extravagancias que desentonen como lamentablemente ha sucedido en tantas y tantas localidades del país que perdieron su encanto original con auténticas chapuzas. Precisamente el respeto a los orígenes y la intención de mantener las cosas tal y como estaban justifican la fama de este pueblo amurallado. La autenticidad es la razón de ser de Peratallada y eso atrae a mucha gente, sobre todo durante el verano.

Las flores del estío se fusionan con la piedra en calles y callejones. Resulta imposible no abstraerse de tanta belleza y olvidar el manejo de la cámara de fotos. De hecho tengo la impresión de que Peratallada se fotografía sola, que por cada paso que uno da sobre el empedrado suena insistentemente ese click propio querer inmortalizar el momento.

Caminando por Peratallada me pregunté en más de una ocasión si aquello no era uno de esos pueblos medievales con tanto encanto de la región de Toscana, en Italia. Algunas de las calles me hacían viajar con la mente a Volterra e incluso a algunos callejones de San Gimignano, aunque pronto las banderas catalanas me ponían en su sitio de nuevo. Antes de formar parte de un viaje en los albores de agosto a la Costa Brava nunca había visto una sola foto de este lugar. Sí de Besalú, incluso de Pals o Monells, que quedan prácticamente al lado (y son maravillosos). Pero por alguna razón Peratallada se me había escapado del punto de mira. Afortunadamente los buenos consejos hicieron que no me saltara bajo ningún concepto esta belleza medieval (que no medievalizada) en la que perderse es lo mejor que le puede suceder al viajero.

Plaça de Les Voltes, el corazón abovedado de Peratallada

Desde la Calle Mayor arribamos a la Plaça de les voltes, en castellano Plaza de las bóvedas. Y es que una parte de uno de los pocos espacios abiertos de Peratallada se encuentra completamente abovedada, concretamente el lado norte. Estas arcadas que dan nombre a la plaza conforman una de las postales más típicas de la villa medieval. Justo en frente se encuentran algunos de los mejores restaurantes. En Les coques del Psss, que hace esquina, tienen un menú degustación exquisito en el que no faltan los productos de la tierra. Bonay es otro clásico de la plaza que lleva funcionando desde 1936 y que cuenta con una clientela fija.

Plaça del castell

Otro arco nos llevó de Les Voltes a las mismísimas puertas del castillo-palacio de Peratallada. A un extremo la torre del homenaje se observa si uno se coloca en una esquina de la Plaça del castell, aunque por la calle de Jaume I también hay una buena panorámica del edificio. Si nos quedamos en la oficina de turismo (Donde nos ofrecieron valiosa información de la villa y alrededores y donde fueron realmente amables con nosotros) lo que apreciamos son las ventanas góticas que decoran este recinto que existe nada menos que desde el año 1065. En el interior se puede completar la visita con las distintas fases que vivió el castillo. Una de sus áreas más importantes es la conocida como Aula Mayor, donde el Señor feudal, el Barón Cruïlles, impartía justicia.

Peratallada es una villa medieval donde perder el rumbo

En la plaza del castillo continuamos la marcha sin más pretensión que la de perdernos. Por Carrer del Forn y Carrer d’en Vas, dos de las más bellas de la villa, perdimos la cuenta de las fotografías que tomamos. Si bien era una tarde de mucho calor, el empedrado regulaba la temperatura para hacerla más agradable. Los adoquines originales, pura roca cortada, como de las murallas o la fórmula para mantener la verticalidad de varios elementos como el castillo y el foso, nos acompañan de principio a fin en nuestra ruta por el pueblo.

Otra de las postales más hermosas que ver en Peratallada la encontramos en la confluencia entre las calles de La Roca y Hospital con un edificio gobernado por completo por las enredaderas (si en verano la estampa es hermosa, en otoño puede ser la mejor).

Atrás dejamos la torre del reloj y otras que se conservan adosadas a las murallas de esta fortificación privilegiada que forma parte del municipio de Forallac y que, para mí está desde entonces, entre los pueblos medievales más hermosos de Cataluña que he podido visitar hasta ahora.

¿Y qué ver en los alrededores de Peratallada?

Lo mejor de Peratallada no sólo está su férreo corazón medieval sino también en que su visita se puede combinar con otros muchos lugares interesantes de la zona. Pals, también muy destacado pero donde se nota más la restauración de los edificios, es imprescindible. También lo es Monells, donde se rodó buena parte de la película protagonizada por Dani Rovira, «Ocho apellidos catalanes». Muy cerca el monasterio de Sant Miquel de Cruïlles esconde los que son unos de los murales románicos más primorosos en la provincia. Y casi sin salir de Peratallada, a cinco minutos, se pueden visitar los restos del poblado ibérico de Ullastret.

Un lugar a 30 minutos de la ciudad de Girona o de la costera Begur. Como para no hacerse una ruta de las buenas por el Baix Empurdà (o Bajo Ampurdán).

En nuestro caso esa misma noche nos esperaba un concierto de jazz en el Festival Tempo de Girona. De hecho el viaje tenía ese componente precisamente, una pizca románico de día, algo de adrenalina entre medias (como volar en el túnel del viento de Empuriabrava o saltar en paracaídas) y Festivales de verano por la noche. Para eso precisamente la Costa Brava es perfecta. ¿Y sabéis por qué? Porque lo tiene TODO.

Sele

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