Imprescindibles que ver en El Pardo (Guía práctica)
El Pardo se puede definir de muchas maneras. El estigma de la Historia de un país durante siglos, antiguo cazadero real, una suerte pintada de verde dentro de Madrid o un paréntesis de naturaleza en uno de los mejores bosques mediterráneos de toda Europa. A escasos quince kilómetros de la tumultuosa Puerta del Sol se extiende este territorio inmenso de encinas arropadas por el impulso de las corrientes del Manzanares donde quienes llegan se desprenden de todo lo que recuerde a ciudad. Porque El Pardo es Madrid, pero está muy alejado sensorialmente de ella. Poco más de tres mil habitantes tiene este barrio que antes fuera pueblo y que fue anexionado a la capital en los años cincuenta. Pero la población local va más allá del espectro humano pues en su interminable cercado se dejan ver ciervos, gamos, jabalíes, liebres y numerosísimas especies de aves, algunas protegidas como el mismísimo buitre negro. Y aunque es más lo inaccesible que lo que se puede visitar, hay realmente mucho que ver en El Pardo dentro de sus muchas facetas, pero sobre todo la histórica y la que a naturaleza a raudales se refiere.
Para ello he seleccionado una serie de lugares, razones y momentos que tienen que formar parte de una visita a El Pardo. Se trata de una guía breve con ideas y sugerencias para aprovecharse de una escapada. Y, sobre todo, valorar un espacio que forma parte de la capital pero que se trata, eso seguro, de otra cosa.
El Pardo, histórico cazadero real vertebrado por el Manzanares
Un poco de Historia
Aunque son todavía muchos quienes identifican a El Pardo con Generalísimo Francisco Franco, muchísimo antes de que éste estableciera allí su residencia y, por su puesto, de que fuera enterrado en el cementerio de Mingorrubio tras más de cuarenta años en el Valle de los Caídos, este lugar ocupaba no pocos espacios en las páginas de la Historia. Nada menos que desde los tiempos del rey Enrique III de Castilla, abuelo de Isabel la Católica (siglo XV), quien estableció en este frondoso lugar una gran casona desde la que salir de caza (Enrique IV haría de ella un castillo con su propio foso). El Monte de El Pardo siempre ha sido rico en fauna y, por ello, muy pronto fue considerado uno de los mejores cazaderos posibles en todo el reino, incluso antes de que la corte se estableciese en Madrid. El Emperador Carlos V se encargó de que la construcción ya existente se convirtiese en palacio, aunque sería ya a mediados del siglo XVIII, bajo el reinado de Carlos III y la buena mano de Sabatini, cuando este fue ampliado hasta obtener su imagen actual. De hecho este monarca pasaba aquí alrededor de tres meses al año (se dice que desde el día de Reyes hasta Semana Santa), siendo la residencia de la Corte no pocos inviernos.
Ya por entonces se había constituido nuevos emplazamientos (la Quinta del Duque del Arco o el Palacio de la Zarzuela) y, por supuesto, nuevos personajes llenaron sus estancias. En una cama del Palacio de El Pardo fallecería de tuberculosis Alfonso XII o en la antigua casa de postas (ya inexistente) viviría Francisco de Goya varios años. Y así hasta llegar a tiempos de la II República (Al propio Azaña le sorprendió en el Palacio de la Quinta el alzamiento de julio de 1936) y, por supuesto, a las décadas de la dictadura franquista, cuando el propio Franco establece su residencia habitual, trayendo a un numeroso personal con él (entre personal de confianza, guardias, etc.). Con la transición su uso se fijó para actos públicos y para acoger a distintas personalidades extranjeras que formaban parte de las distintas casas reales, así como políticos de múltiples países del mundo.
Un lugar de un elevado valor ecológico
Si bien en los alrededores del Palacio Real de El Pardo se fue desarrollando un fabuloso y fastuoso conjunto monumental, no se debe obviar el que, a mi juicio es el valor más importante, su paisaje. Este gran bosque mediterráneo tiene alto valor mediambiental, con una gran cantidad de especies de flora (120) y de fauna (más de 200). También es ZEPA (Zona Especia de Protección de Aves). Cierto es que la gestión de Patrimonio Nacional es extremadamente restrictiva, ya que casi un 95% de su área total (que se estima en unas 16.000 hectáreas, una cuarta parte del municipio de Madrid) se encuentra vallada perimetralmente a lo largo de nada menos que 66 kilómetros.
Por lo que nos queda un 5% que puede parecer ínfimo pero repleto de posibilidades. De hecho basta darle un botón para ver todo lo que puede llegar a suceder en un minuto en el Monte de El Pardo, algo de lo que escribí recientemente y donde se comprende cómo es la naturaleza en mayúsculas dentro de este enorme territorio.
¿Qué ver en El Pardo? Lugares esenciales que dan para más de una visita
Ahora sí, procedo a desgranar la gran cantidad de opciones que nos permite vivir El Pardo. Pensado no sólo para una visita de un día sino para varias. Porque si de algo estoy convencido es de que este rincón privilegiado de Madrid da muchísimo de sí. ¿Qué se puede ver y hacer en El Pardo? ¡Toma nota!
Palacio Real de El Pardo
Sin lugar a dudas se trata del monumento más importante y visitado de El Pardo. El Palacio Real, cuyos orígenes se remontan a los comienzos del siglo XV y por donde han pasado numerosos miembros de tres dinastías monárquicas (Trastámara, Austrias y Borbones) a lo largo de la Historia de España, permite la visita accediendo desde su fachada oeste (se puede aparcar próximo a esta puerta o llegar en los buses interurbanos 601 ó 602). Tras un foso que recuerda los tiempos en que de un pabellón de caza se convirtió en un castillo medieval se llega a distintos patios porticados cubiertos de tapices. A partir de ahí tras subir por una escalera se suceden las galerías, los grandes comedores y salones, así como dormitorios de la realeza, con el mobiliario estilo imperio adoptado por Fernando VII. Se pueden observar no sólo una gran colección de relojes o grandilocuentes lámparas de araña sino valiosísimas obras pictóricas (si bien las más importantes se perdieron en un incendio a comienzos del siglo XVII), aunque los tapices aportan calidez a buena parte de las estancias. No hay que olvidar que fue durante siglos residencia invernal, por lo que estas obras elaboradas por la Real Fábrica de Tapices, con bocetos incluso de Francisco de Goya, servían para mitigar el frío propio de esta época del año.
Durante el recorrido se visitan también los aposentos de Franco y Carmen Polo, así como el gran cine que se hicieron construir en las dependencias palaciegas. Parte, también, de la historia del lugar.
Conviene no perderse un paseo por los jardines, así como asomarse a la Capilla Real.
PRECIO Y HORARIO DE VISITAS (ACTUALIZADO A ABRIL DE 2021)
El orden del recorrido de la visita ha ido variando a lo largo de los últimos años. De hecho las visitas eran guiadas, aunque ahora en tiempos de pandemia se han convertido en libres, pero conviene preguntar porque pueden darse cambios como está sucediendo con los horarios*. El palacio abre sus puertas a los visitantes de martes a domingos (lunes cerrado así como cuando hay dignatarios extranjeros alojados o hay previsto algún acto de la Casa Real). El horario de visitas es de 10:00 a 19:00 entre abril y septiembre, mientras que el resto del año varía (martes a viernes hasta las 16:00) y sábados y domingos hasta las 18:00. IMPORTANTE: La taquilla cierra siempre una hora antes.
El precio normal de la visita es de 9€ por persona, aunque hasta el 9 de mayo de 2021 (coincidiendo con el fin del Estado de Alarma) todos los Reales Sitios están a mitad de precio por lo que el coste es de 4,5€ 8un 50% a menores de 16 años y mayores de 65). A partir de entonces está prevista su vuelta al precio normal. Eso sí, la entrada es completamente gratuita para todos los visitantes los miércoles, todo el día, y los domingos, de 15 a 18 horas.
* Nota: Dada la variabilidad de los horarios y precios, se puede obtener más información en la web oficial www.patrimonionacional.es/visita/palacio-real-de-el-pardo donde incluso es posible adquirir las entradas online)
La casita del Príncipe
Saliendo del Palacio Real, si continuamos caminando a mano derecha (Paseo de El Pardo) durante aproximadamente cuatrocientos metros, nos toparemos con un palacete de pequeño tamaño. Se trata de la conocida como Casita del Príncipe, edificio destinado a los entonces príncipes Carlos IV y Maria Luisa de Parma como casa de recreo. Fue diseñada por completo en 1783 por el arquitecto de Juan de Villanueva, uno de los máximos baluartes del estilo neoclásico que ha dado España, cuya fachada fue considerada por él como un ensayo de lo que haría poco después en el Gabinete de Historia Natural, hoy día Museo del Prado.
La carretera corta el antiguo jardín, aunque lo más destacado de esta construcción de ladrillo y granito está en el interior. Profusamente decorada (hay elementos propios incluso de rococó), contiene obras de Mengs, Lucas Jordán, Maella y Bayeu. Los frescos en la bóveda del comedor son una de las joyas de la corona, aunque los expertos destacan, sobre todo, los bordados de seda que decoran siete de las nueve estancias de las que dispone esta casa principesca.
¿SE PUEDE VISITAR LA CASITA DEL PRÍNCIPE EN EL PARDO?
Tras muchos años de cierre volvió a abrir este lugar, una vez fueron solventados los daños provocados por las humedades, en 2009. Cierto es que no se puede visitar tan fácilmente como se hace, por ejemplo, en el Palacio Real. Se debe concertar la visita previamente por teléfono (91 376 15 00) únicamente para los miércoles (el precio es de 3€).
* Nota: En la actualidad (abril de 2021) no se pueden visitar sus instalaciones. Es probable que tras el fin del Estado de Alarma sea posible su reapertura.
Sala histórica de la Guardia Real
Apenas unos metros antes de alcanzar la Casita del Príncipe habremos dejado de un lado un museo tan original como interesante. Pero conviene detenerse si coincidimos con que esté abierto. La Sala histórica de la Guardia Real atesora objetos, uniformes, vehículos y documentación de las tropas que han custodiado a la Casa Real desde el siglo XVI (La Guardia Real se funda en 1504) hasta la actualidad. Llama la atención el modelo de Mercedes Benz G 4 W31 que Adolf Hitler regaló a Franco en 1940 o el Rolls Royce utilizado en la proclamación de los reyes Juan Carlos I y Felipe VI.
Tras muchos años de cierre volvió a abrir este lugar, una vez fueron solventados los daños provocados por las humedades, en 2009. Cierto es que no se puede visitar tan fácilmente como se hace, por ejemplo, en el Palacio Real.
El Cristo de El Pardo
Cruzando por el puente que salvaguarda a sus pies la corriente del río Manzanares hay una subida a una colina que se puede hacer a pie o en vehículo particular (hay un pequeño aparcamiento) hasta el Convento de los Padres Capuchinos, cuyo origen es del siglo XVII, aunque la fachada apenas tiene que ver con la original. De este templo religioso destaca, sobre todo, la escultura que luce en el interior de una urna acristalada ubicada en la capilla lateral. Se trata de un Cristo yacente (El Cristo de El Pardo), tallado en madera policromada por el artista vallisoletano Gregorio Fernández. Al parecer fue encargada por el rey Felipe III y ofrendada al convento en 1615 con motivo del nacimiento de su primer hijo varón (quien a la postre sería Felipe IV).
Esta obra maestra de la escultura barroca cuenta con numerosos devotos y devotas, no sólo en este distrito madrileño. Ha sobrevivido a las invasiones napoleónicas y fue escondido en numerosos lugares durante la II República y la Guerra Civil española. Desde hace mucho tiempo cada Viernes Santo el Cristo es llevado en procesión por las calles de El Pardo. Normalmente parte del convento de los Capuchinos a las 19:00 horas y es custodiado por la Guardia Real hasta la entrada al pueblo. Una vez allí a dicha procesión se incorporan a la procesión la Virgen Dolorosa y Jesús Nazareno, recorriendo juntos la calle principal.
HORARIO DE VISITA: El convento abre sus puertas a diario de 9:30 a 13:00 y de 16:30 a 20:30. Hay misas de lunes a viernes a las 20:30, los sábados a las 8:30 y a las 19:00 y los domingos a las 11:00, 12:00, 13:00 y 19:00 horas.
Palacio y jardines de la Quinta del Duque del Arco
A la Quinta del Duque del Arco no llega tanta gente como a otros rincones de El Pardo como la zona del Palacio Real o el largo paseo junto al río Manzanares. Quizás porque no se accede al sitio por la carretera principal sino que de esta, dejado pasar Somontes y el Campo de Tiro hay que desviarse a mano derecha. Decisión que no toma precisamente la mayoría. Si lo hacemos, apenas un par de minutos alcanzaremos un portón que sirve de entrada a un espacio de corte aristocrático con unos jardines estupendos y mucho espacio al aire libre para pasear o pasar el día.
Aquí hubo en su día una casa de labor, la cual adquirió en 1717 Alonso Manrique de Lara y Silva, Duque del Arco, Caballerizo Mayor de Felipe V y, sin duda, uno de sus cortesanos de mayor confianza. Levantó en el lugar un palacete similar al de La Zarzuela (residencia actual de los Reyes de España), quizás algo más pequeño, aunque a su muerte pasaría a la Corona, cuando se desplegara el aspecto actual que muestra una mezcolanza perfecta entre jardines aristocráticos y campos de cultivo de olivares y frutales, con la esencia del Monte de El Pardo a este lado del tapial.
En el palacio (no visitable) le alcanzaría a Azaña la sublevación del 36 y Juan Carlos I realizaría sus primeros despachos antes de ser proclamado Jefe de Estado. Pero lo que destaca, y que sí está abierto al público por completo, es el jardín barroco con una fuerte pendiente y varias terrazas divididas por muros. Con fuentes de tipo cascada, estanques, esculturas mitológicas por doquier y grandes jarrones ornamentando este espacio donde, por otro lado, se han rodado películas y series (la más reciente «La cocinera de Castamar», cuyos exteriores fueron filmados tanto aquí como en los jardines del Palacio del Infante D. Luis en Boadilla del Monte).
Al otro lado del jardín, en la parte de arriba, hay un inmenso olivar donde pasear, desconectar de todo o sentarse a comer una tortilla de patatas bajo un árbol. Su densidad de visitantes no tiene nada que ver con otras zonas de El Pardo, por lo que aquí podemos encontrarnos bastante más tranquilos.
HORARIO DE VISITA: Los jardines de la Quinta del Duque del Arco, así como sus alrededores (no el interior del palacio) se pueden visitar libre y gratuitamente de 8:00 a 18:00 horas de octubre a marzo (inclusive). Desde abril hasta el 30 de septiembre el horario se amplia de 8:00 a 20:00 horas.
La senda fluvial del Manzanares
Uno de los objetivos de quienes visitan El Pardo tiene poco que ver con su valor cultural o patrimonial. Sino, simple y llanamente, pasar un día relajado en este entorno natural. Desde el parking de Somontes, al poco de acceder al El Pardo desde la M-30, existe la posibilidad de realizar una ruta de alrededor de seis kilómetros por la ribera del río Manzanares en su curso medio. Se trata de un paseo apto para todos los públicos, sin desnivel alguno, y cuya meta es la Presa de El Pardo. Hay quien no inicia la marcha en Somontes y lo hace, bien avanzado, en el puente de los Capuchinos (por el que se sube al Cristo de El Pardo). Incluso quien pasa olímpicamente de caminar o de hacer bicicleta y se sienta en el primero sitio que ve (hay diversos merenderos, aunque también se puede extender una buena toalla en el suelo) para pasar una jornada de relax, hacer un picnic y desconectar un poco.
En el caso del parking de Somontes, los fines de semana y festivos puede llenarse rápido, por lo que conviene no ir demasiado tarde. Y tampoco está de más acudir en transporte público (hay parada de la línea del bus 601, que parte de Moncloa) si existe la posibilidad.
Otra opción muy usual, y que particularmente prefiero, es hacerlo al revés, aparcar cerca de la presa, en el parking de la colonia de Mingorrubio, y buscar sombra en alguna de las muchas encinas que hay en la zona.
La ribera del Manzanares ofrece muchas posibilidades para los amantes de la fauna, sobre todo de las aves (hay muchos tipos de anátidas, se deja ver el Martín Pescador, garzas, cormoranes y una larga lista de especies).
La berrea del ciervo y la ronca del gamo en los senderos interiores
Quién diría que tan próximo al núcleo central de una urbe de varios millones de habitantes se halla uno de los mejores lugares no sólo de Madrid sino de España para escuchar la berrea del ciervo o la ronca del gamo. Espectáculos de la naturaleza en la que los machos astados caen rendidos al aroma de las hembras en celo y se las disputan para ir formando su harén. Pueden pelear entre ellos, por supuesto. De hecho, lo hacen. Pero antes vociferan con su llamada a la madre naturaleza, creando un eco repetido de llamadas como preludio a la necesidad de saciar los instintos más primitivos. Y eso se deja oír casi en cualquier momento desde las primeras lluvias al final del verano y bien entrada la estación otoñal, sobre todo por las noches, al amanecer y en la puesta de sol. La ronca del gamo empieza algunas semanas más tarde, pero casi coincide en el tiempo con la berrea.
También puede ser usual ver ciervos, gamos y jabalíes al otro lado de las zonas valladas. Si se sube por el Cristo de El Pardo y se continúa hasta el final, próximo al aparcamiento del restaurante El Torreón se ofrecen vistas bastante amplias. Y raro es que no se deje ver algún ejemplar o escuchar el sonido de la berrea del ciervo rompiendo los esquemas de los asistentes a uno de estos espectáculos de la fauna ibérica que suceden apenas a un paso de la ciudad.
Otra cosa que recomiendo es perderse por otros senderos de el Monte de El Pardo. Algunos surgen en la carretera a Fuencarral (hay varios apartaderos donde dejar el coche y salir a caminar o a montar en bicicleta). Aunque el cercado de Patrimonio Nacional sigue siendo de límite inexpugnable hacia lo más salvaje.
Observar su límite más septentrional en el Puente de la Marmota (Colmenar Viejo)
Como he comentado antes, sólo es accesible a los visitantes un 5% del Monte de El Pardo. El resto no. Y vaya si es grande que si pudiésemos continuar hacia su extremo más occidental llegaríamos hasta Las Rozas. ¿Y al norte? Nada menos que a Colmenar Viejo. Desde aquí hay un sendero de naturaleza que ve cómo el río Manzanares vapulea un estrecho cañón hasta poderse atravesar por el llamado Puente de la Marmota. Las vistas desde la tapia muestran una estampa formidable de El Pardo. Protagonista de esta historia personal titulada «Un minuto en el Monte de El Pardo» y que da muestra de lo mucho que atesora este territorio. Al que, por cierto, y es opinión, está tardando demasiado es ser proclamado Parque Nacional y en llevarse a cabo una gestión medioambiental diferente.
DÓNDE COMER EN EL PARDO
Hay un buen surtido de restaurantes donde comer en El Pardo. Y muy bien, por cierto. No me resultaría sencillo quedarse con un solo lugar, por lo que voy a anotar los que más me gustan:
- Restaurante El Gamo (Av. De la Guardia 27. Teléfonos: 91 376 03 27, 91 376 08 70 ó 609 806 414. Web: www.elgamo.net/el-gamo): Un clásico en pleno casco urbano de El Pardo, apenas a unos pasos de la entrada al Palacio Real. Buena carne de caza (gamo, sobre todo), menús del día muy completos y fabuloso su plato de setas. Tiene amplios salones interiores pero destaca la terraza semicubierta que tiene al otro lado de la carretera (justo al lado cerca queda el restaurante «La Plaza», también con terraza).
- Restaurante El Torreón (Carretera del Cristo de El Pardo, 3. Teléfono: 913 76 07 77. Web: restauranteeltorreon.com): Quizás se trate del restaurante más conocido en todo el Monte de El Pardo. Y no sólo por sus muchos anuncios publicitarios sino por tener la mayor capacidad para albergar comensales. Cuenta con varios salones y terrazas, vistas al monte y un amplio espacio infantil, lo que le da puntos para quien vaya con niños. El precio de los platos y raciones, sobre todo de carnes, asados y arroces no se caracteriza precisamente por su moderación.
- Restaurante San Francisco (Carretera del Cristo de El Pardo. Teléfono: 913 76 07 52. Web: www.restaurante-sanfrancisco.es): Poco antes de llegar al Cristo de El Pardo se encuentra este adalid de la elegancia y el buen gusto. Posee también amplios espacios en interior y terraza. Cocina elaborada con una presentación exquisita. La calidad de sus productos es elevada y sus precios están algo menos inflados que en el caso de El Torreón.
- La terraza de Mingorrubio (C/ Fortaleza, 4. Teléfono: 913 76 22 78. Web: laterrazademingorrubio.es): Que este lugar se llene siempre tiene razón justificada. Comida casera y raciones deliciosas. Un lugar bastante más económico que los dos anteriores. Pero sin repercutir a la calidad y cantidad de los platos. Mucho ojo a las berenjenas con miel y su «salivante» tarta de queso. 100% recomendado.
¿Y PARA EL POSTRE? LA MARQUESITA
En un lateral de la plaza principal de El Pardo «La Marquesita» (Avda de La Guardia 29) sigue siendo uno de esos lugares con encanto y sabor de antaño donde tomar el postre, desayunar o merendar es un capricho. Esta pastelería tradicional es un pecado capital para los amantes de los dulces. Debe ser de los pocos pecados o, más bien el único, para subir al cielo.
MAPA DE EL PARDO (LUGARES MENCIONADOS)
A continuación comparto un mapa (Google Maps) con los lugares que aparecen mencionados en el presente artículo sobre qué ver y hacer en una visita a El Pardo.
CÓMO LLEGAR A EL PARDO
En vehículo privado se accede bien por la M-30 desviándose en la salida 25 dirección «El Pardo» (manteniéndose en el carril de la izquierda en la bifurcación). Si se viene del norte de Madrid se puede ir por la carretera 612 entrando desde el barrio de Montecarmelo.
Aunque si se tiene posibilidad hay dos buenos autobuses que comunican bien El Pardo con el centro y norte de Madrid. Desde Moncloa (Isla 3, dársena 35) sale el 601 (Moncloa – El Pardo – Mingorrubio) que te coloca en el corazón de El Pardo en apenas un cuarto de hora (frecuencias 15 a 25 minutos). Desde el Hospital de La Paz se puede viajar en el 602 (sale uno cada hora).
DÓNDE DORMIR EN EL PARDO
No existe hotel ni hostal alguno en todo El Pardo, por lo que a no ser que seas un importante dignatario extranjero, diplomático o una entrañable amistad de la Casa Real, la cosa está difícil. Pero estando tan cerca del centro de Madrid no parece suponer ningún problema.
RESPONSABILIDAD, POR FAVOR
Un lugar de un valor ecológico como el del Monte de El Pardo merece el respeto de los visitantes. Y dejarlo tal cual (o mejor) de como se ha encontrado. Es cuestión de civismo, educación y, sobre todo, sentido común. De ese modo no seremos los únicos en disfrutarlo sino que podrán seguirlo haciendo las generaciones venideras generando el mínimo impacto posible.
No se debe obviar que El Pardo es una de las maravillas de Madrid. Y que merece la pena darle una y mil vueltas. Ahora sólo hace falta que los organismos le pongan en valor como merece y, por supuesto, que los visitantes estemos a la altura de uno de los rincones más privilegiados de la región.
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Sele
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