Minas de Riotinto y la ruta de los ingleses en Huelva
Un río tan rojo como un vino Gran Reserva desciende por la provincia de Huelva arrastrando desde su nacimiento óxido de hierro y otros muchos metales pesados. Semejante coloración explica su nombre, Río Tinto. De una acidez tan extrema que sólo algunos tipos de microorganismos son capaces de sobrevivir en un medio acuático de semejantes condiciones, lo que lo ha llevado a ser campo de pruebas de la NASA para estudiar la hipotética presencia de vida en otros planetas como Marte. Y donde los sedimentos del subsuelo han permitido que buena parte del territorio que atraviesa haya sido explotado desde hace más de cinco mil años. Íberos, fenicios, romanos, visigodos, árabes y un largo etcétera dejaron su impronta en el área que comprenden las poblaciones de Minas de Riotinto, Nerva y otros términos municipales aledaños. Pero la llegada de los anglosajones a mediados del siglo XIX y la adquisición de los derechos de explotación convirtieron a una buena parte de Huelva en una especie de colonia inglesa durante alrededor de cien años. Con excavaciones a cielo abierto (cortas) de auténtico récord que dejaron a la luz parajes de increíble apariencia marciana y, por supuesto, la creación de rincones en los cuales se tomaba el té de las cinco, se jugaba al tenis o al fútbol por primera vez y se celebraba con júbilo el cumpleaños de la Reina de Inglaterra.
¿Qué ver en Minas de Riotinto y qué hacer en sus alrededores? ¿Dónde fotografiar las mejores estampas del río Tinto? ¿En qué lugares podemos hallar el rico legado inglés en la Huelva de las minas? He aquí algunos comentarios, experiencias y recomendaciones tras un viaje a la cuenca minera del río Tinto y todos los elementos de la presencia británica que dotan de una extraordinaria, bella y exótica singularidad a la provincia de Huelva.
Huelva, tras el curso del río Tinto
Si a alguien le preguntan por Huelva seguramente salgan a la palestra tres conceptos. El de sus kilométricas playas, un clima envidiable y, cómo no, las deliciosas gambas blancas de Huelva. Quizás también se deje caer, por supuesto, la algarabía romera en la aldea de El Rocío o incluso la fastuosidad natural del Parque Nacional de Doñana. Conceptos tan verídicos como apreciados del extremo suroeste de España, cogido de la mano con tierras portuguesas en la frontera líquida del Guadiana. Pero hay mucha Huelva más allá de todo esto. Matalascañas, Mazagón, El Rompido o Punta Umbría son, faltaría más, nombres ilustres en su inagotable litoral. Aunque si miramos hacia arriba, justo a su norte (y no a excesiva distancia), nos encontramos con una faceta de la provincia muy distinta, con montañas, exuberantes bosques y extensas dehesas como es el caso de la Sierra de Aracena. Y bastante cerca, casi a mitad de camino, Minas de Riotinto, con el curso fluvial de un río empeñado en regar todo lo que se encuentra con tonos rojos y amarillos sulfurosos.
Justo en ese punto se logra sumar dentro de un paisaje que podríamos tildar de extraterrestre a uno de los mejores ejemplos de patrimonio industrial y minero de toda España. Con las peculiaridades añadidas de que más de cien años de presencia británica trajeron una inmensa colección de suntuosas casas-jardín, coquetas estaciones ferroviarias (hubo nada menos que trece líneas de tren relacionadas con las minas) y un conglomerado de edificios de aspecto decimonónico, ya sean oficinas centrales o mansiones, donde uno llega a perder la cuenta de dónde se halla en ese instante.
El objetivo de mi viaje en los últimos días del verano era seguir al río Tinto, desde su nacimiento junto a la Peña de Hierro en Nerva hasta su encuentro con el río Odiel, y todo lo que implicó (e implica) su rumbo teñido de carmín. Un recorrido con visitas a minas a cielo abierto, trayectos en tren de época, senderismo al ras del río y una persecución insana de las mejores muestras de la arquitectura colonial que en Huelva dejaron los británicos. Se puede hablar de una ruta de los ingleses en Huelva con Minas de Riotinto como base principal donde, además de las particularidades de la industria minera de los últimos siglos, me topé con conjuntos megalíticos de gran valor, castillos medievales así como la posibilidad de inmortalizar con la cámara el río más particular (y rojo) del Planeta Tierra. Con la improvisación y las sorpresas como ingredientes fundamentales para condimentar uno de esos viajes que dejan huella.
¿QUÉ VER EN MINAS DE RIOTINTO? PRIMER GRAN OBJETIVO DE LA RUTA
Llegar a Minas de Riotinto desde, por ejemplo, Aracena, te rompe todos los esquemas. De repente una gran mina a cielo abierto, Cerro Colorado, y un pequeño dique, te reciben diciéndote que esto no es sólo Historia. Que el territorio donde entras aún está vivo y se sigue exprimiendo a base de maquinaria pesada. Han pasado miles de años desde que se iniciara este proceso de obtención de cobre u otros muchos materiales en plena Revolución industrial. Y casi siglo y medio (1873) desde que la Rio Tinto Company Limited, empresa del Reino Unido, fuese la adjudicataria única de los derechos de explotación de este lado de la Faja Pirítica ibérica, una zona extremadamente rica en minerales. Quedándose en el lugar nada menos que hasta 1954.
Pronto es fácil darse cuenta de que en esta localidad onubense además de la panorámica minera, la cual ocupa un inmenso territorio, hay un cambio en la arquitectura del propio pueblo. Y que el influjo anglosajón es más que evidente en la fisonomía. Que los ingleses dejaron su huella está muy claro, aunque luego cuando te ponen carne con tomate o chocos en el bar no tienes duda de que estás todavía en Andalucía.
Parque Minero de Riotinto
La visita a Minas de Riotinto/Nerva, el centro de operaciones de la Rio Tinto Company Limited, tiene su miga y conviene prepararla para aprovechar al máximo la estancia. Se debe hacer de manera ordenada y centralizada bajo el prisma del Parque Minero de Riotinto, la estructura que tiene la Fundación Río Tinto de «generar un recurso turístico atractivo que, por una parte, contribuya al desarrollo socioeconómico de la comarca y por otra ayude a difundir la importancia del patrimonio histórico ligado al pasado de 5000 años de actividad minera en la Cuenca minera». Dicha fundación ha sido la encargada, de hecho, desde el año 1987 de restaurar y rehabilitar el patrimonio que dejaron las empresas mineras, así como custodiar y, por tanto, difundir este legado de inmenso valor histórico y cultural.
Y si bien es posible adquirir in situ las entradas a los distintos atractivos turísticos en el Museo Minero de Riotinto (Pl. Ernest Lluch, 1. Minas de Riotinto) mi consejo es hacerlo con antelación a través de internet en la web parquemineroderiotinto.es donde además se escogen las visitas con ciertos horarios. Esencial, sobre todo, para una de las partes más importantes de la ruta, que es un trayecto de ida y vuelta en un ferrocarril de época con salidas muy específicas y cierta facilidad para agotar sus plazas en temporada alta (verano, festivos y fines de semana). En mi caso me hice con el paquete más completo, el cual incluía cinco visitas: Museo minero + Casa 21 + Peña de Hierro + Viaje en tren de época + Corta Atalaya (Precio: 25€). Y, aunque existe la posibilidad de disminuir el número de visitas (disminuyéndose el precio también), todas ellas me parecen fundamentales para conocer todas las facetas de este magnífico destino turístico. Procedo a explicar brevemente una por una en el orden exacto en que tuve la ocasión de realizarlas:
Museo Minero de Riotinto
Se trata del antiguo hospital que la Rio Tinto Company Limited construyó en el pueblo. En la actualidad debe ser el primer lugar a visitar en Minas de Riotinto para contextualizar todo lo que se tiene alrededor (y para adquirir las entradas a los distintos recursos turísticos, si no se ha hecho previamente a través de internet). En este edificio de tintes británicos que se ha restaurado para su nueva función museística, nos acerca a las distintas civilizaciones que compusieron la historia minera de esta comarca. Desde el calcolítico hasta prácticamente la actualidad. Con objetos y maquinaria de gran antigüedad nos transporta, a través de auténticos hitos museísticos, hacia las diferentes civilizaciones que forjaron la historia minera de la comarca. Un espacio único en el que podemos recorrer el interior de una mina romana, conocer las particularidades geológicas del subsuelo de esta parte de la Faja pirítica o, mi favorita, observar locomotoras del siglo XIX o un vagón de lujo previsto para que la reina Victoria viajase con su séquito a India con todas las comodidades posibles (aunque nunca se usaría como tal y lo compraría la Rio Tinto Company Ltd para su uso particular y llevar a personalidades). Consta de diecisiete salas, a cada cual más interesante, así como una auténtica base de operaciones para mucho de lo que haremos en la zona.
Tiene horarios amplios tanto de mañana como de tarde (10:30-15:00 y 16:00-19:00 horas).
NOTA: Junto al antiguo hospital, ahora museo, hay otras edificaciones que dejaron los ingleses, como el que queda enfrente que guarda valiosa documentación de aquella época así como una de las iglesias presbiterianas regidas entonces con el rito anglicano.
Mina Peña de Hierro
Para llegar a este lugar es necesario trasladarse a Nerva y seguir las indicaciones por carretera para acceder al considerado como nacimiento del río Tinto así como a otra de las explotaciones más importantes realizadas por los ingleses en la zona. El trayecto de por sí es asombroso, aunque la visita final nos pone más aún en situación. Pues se accede a una galería rectilínea para la que tenemos que llevar puesto un casco de minero que nos entregan a la entrada. Son doscientos metros donde todavía se pueden escuchar los sonidos propios de las excavaciones de este tipo. Y al final aparece una corta, una mina a cielo abierto escalonada en modo de terrazas y con los colores de la tierra muy marcados, inundadas por ese punto en el que el río Tinto inicia su largo viaje hasta fundirse con agua salada y deshacer su coloración pasado San Juan del Puerto. La visión es asombrosa.
También se pueden tomar distintos senderos para ver la Peña de Hierro desde otras perspectivas de mayor elevación. Sea como fuere este es un ejemplo muy claro de que este destino turístico es ideal para familias. Los niños se lo pasan en grande accediendo por túneles o disfrutando de parajes completamente extraterrestres.
La visita a Peña de Hierro tiene distintos horarios de visita disponible (11:30, 12:00, 12:30, 13:00 y 13:30) que se deben decidir en el momento de la compra de las entradas (ya sea en internet o en el museo minero). En mi caso tras la visita al museo escogí la visita de las 13:00 horas.
Casa 21 (Barrio de Bella Vista)
Separado del pueblo por una carretera surge el barrio de Bella Vista. Fue el lugar elegido por el staff de la Rio Tinto Company Limited para situar las residencias de altos cargos e ingenieros de la compañía. Y se trata, como no podía ser menos, de un auténtico barrio inglés que, si no fuera por las palmeras, daría para pensar que que estamos viendo casas de campo del Lake District de Inglaterra. Hay una capilla presbiteriana como las que se ven en Escocia y varias filas paralelas de casas-jardín con tres plantas en muchos de los casos. Por haber, hay incluso varias pistas de tenis. Las primeras en las que se jugó a este deporte en España. Pues los ingleses, además del fútbol (los primeros partidos se jugaron en Minas de Riotinto) pusieron de moda otros deportes como el tenis. E incluso el cricket, aunque este último no debió entrar muy bien a la vista de su presencia actual en el panorama deportivo nacional.
Bella Vista significó el auténtico corazón de la colonia británica en Huelva. Y aquí se puede afirmar que los ingleses que allí vivían no se mezclaron con los lugareños. La separación del staff y los obreros locales de Riotinto o llegados de pueblos vecinos como El Campillo o Zalamea la Real era casi radical. Una carretera dividía dos formas de vida completamente distintas. En Bella Vista se festejaba el cumpleaños de la Reina de Inglaterra y se organizaban campeonatos de distintos deportes. Una vida de ostentación que nada tenía que ver con las penurias que pasaban los mineros.
Uno de los mejores ejemplos de vivienda de entonces es Casa 21, ahora convertida en un museo desde el que observar las habitaciones, la cocina o el desván de una residencia típica inglesa. Con fotos de época tomadas en el barrio y un salón al que no le falta detalle y donde no es difícil imaginárselo a la hora del té.
A la Casa 21 se accede con la entrada adquirida en el Parque Minero. Tiene únicamente horario de tarde (16:30 a 18:30).
Ferrocarril turístico minero
Si se cuenta con pocas horas para visitar el área de Minas de Riotinto y se puede elegir una sola cosa, sin duda la del ferrocarril turístico minero sería ese imprescindible con el que me decantaría. No todos los días se tiene la oportunidad de seguir el curso del río Tinto subido a un tren antiguo que se ha recuperado para la actividad turística (Normalmente en uno con locomotora de tracción diésel, aunque los primeros domingos de mes entre noviembre y abril con locomotora a vapor). Y es que ha sido restaurado parte del trazado ferroviario que los ingleses mandaron construir en el último cuarto del siglo XIX para mover más rápido el cargamento obtenido entre los yacimientos y el muelle del Tinto ya en la ciudad de Huelva.
Se realiza para la ocasión un entretenidísimo trayecto de once kilómetros ida y once kilómetros vuelta que comienza en un antiguo apeadero dirección Nerva y en el cual se aprecian no sólo paisajes sobrecogedores sino todas esas edificaciones y maquinarias que llevan detenidas el el tiempo desde hace décadas. Desde este tren suceden a nuestro paso escenarios fantasmagóricos con vagones oxidados, estaciones olvidadas y siempre con el río Tinto enrojeciendo un paisaje que no parece de este mundo.
Cabe mencionar que las mejores vistas se obtienen colocándose a la ida en los asientos de la izquierda (y a la vuelta en la derecha). El viaje completo viene a durar alrededor de una hora y media. Y hay unos minutos mientras la locomotora se recoloca de nuevo para aproximarse al caudal del río Tinto y apreciar muy de cerca su coloración carmesí, así como las rocas amarillas. El agua del río, por su propia naturaleza, es bastante tóxica, por lo que si se toca mejor no llevarse las manos a la boca o a los ojos y tampoco introducir metales como anillos o relojes. Ni que toque la ropa o los zapatos, pues lo que el río Tinto mancha después no se puede limpiar.
También existe otra oportunidad de admirar las aguas rojas del río a la altura del puente que se cruza para llegar a la estación de donde parten los trenes.
NOTA PRÁCTICA: Suele partir el tren a las 13:30 durante todo el año y en verano también a las 17:30 (hora que yo elegí para poder ir antes a la Casa 21, que sólo abre de tarde). Se puede comprar el acceso al mismo de manera individual o combinada con otras visitas en la web del Parque Minero o en el propio museo, aunque es lo que antes se agota, ya que las plazas son muy limitadas. Y se trata de la actividad estrella, tanto para niños como para mayores.
Y UN CONSEJO: De la estación surge una carretera comarcal, la HV-5015, que permite observar en altura un tramo importante de donde pasa el ferrocarril. Perfecta para irnos deteniendo y tomar fotografías tranquilamente. Por otro lado, por debajo del puente que se atraviesa para llegar a dicha estación podemos ver el río a muy corta distancia.
Corta Atalaya
La que fuera mina a cielo abierto más grande de Europa hasta hace muy poco tiempo merece ser el punto y final de la quinta de las visitas al Parque Minero. Hace julio de 2021 no era accesible al público y ahora por fin se hacen visitas diarias contratadas con antelación (y horario) al igual que sucede con la Peña de Hierro o el ferrocarril turístico. Merece la pena tenerla en cuenta. ¡Vaya si lo merece! Corta Atalaya es historia viva de la minería a nivel mundial, un amplio agujero dividido por bancales de gran tamaño en los cuales incluso se movían los trenes para sacar el material (cobre, pirita, azufre, etc.).
Hablamos de una bocanada en la tierra de 1200 metros de longitud, 900 metros de ancho y una profundidad de 350 metros, inundada por abajo con aguas bermejas que reflejan el óxido de los metales. Como Peña de Hierro pero muy superior en cuanto tamaño. Se visita normalmente de tarde (16:30 y también 19:00 en verano) dentro de los paquetes ofrecidos por el Parque Minero.
¿Dónde comer en Minas de Riotinto / Nerva?
Son muchas visitas por el momento. Y eso que no sólo se limitan las zonas de interés a los lugares indicados en el parque minero, ya que merece la pena, por ejemplo, acercarse a Nerva y pasear por sus calles donde aún quedan algunos edificios de arquitectura británica. Así que parece buena idea buscar algún buen sitio para comer o cenar. Aquí voy a dar tres recomendaciones de tres lugares muy diferentes y para distintos presupuestos:
- La Fábrica (C/ Jose Nogales, 11. Minas de Riotinto, tel. 959 59 20 54. Abre de miércoles a domingo): Sin duda el mejor restaurante de Minas de Riotinto. Cuando la calidad, la cantidad y el buen servicio van de la mano se logra un resultado magnífico. Exquisiteces regadas de buenos vinos con las cuales aliviar un largo día haciendo turismo. Frente a la antigua Casa de la Dirección (también parte del rico legado inglés de la zona) y con sitio suficiente para dejar el coche.
- Casa Idolina (Centro de Naturaleza de Nerva s/n. Nerva, tel. 658 91 09 92. Abre todos los días): Una antigua estación de ferrocarril con estilo arquitectónico inglés a la entrada de Nerva reconvertida en un fabuloso restaurante donde los platos se presentan como auténticas obras de arte. Nada menos que lo que son realmente. Buen producto, carta elaborada y una sintonía ideal entre la cocina de toda la vida con la innovación y las ganas de agradar en uno de esos sitios que no se olvidan nunca. Y con una amplia terraza exterior donde parece que en cualquier momento vaya a llegar el tren minero.
En caso de ir con algo de prisa y buscar un menú del día barato, el bar del Hotel Atalaya (Av. de la Esquila, 13, Minas de Riotinto, tel. 959 59 28 54) tiene opciones realmente económicas y una terraza bastante grande. Con menús sencillos a 9 euros y bocadillos/hamburguesas así como platos combinados a 6€. Está a escasos metros del Museo Minero de Riotinto.
¿Dónde dormir en Minas de Riotinto / Nerva?
Hay escasísimas opciones para dormir en la zona. De hecho muchos de los visitantes lo son de un día y acuden desde Aracena (a treinta minutos en coche), donde sí hay buenas propuestas de alojamiento (mi favorito es el Hotel Convento de Aracena), así como desde la costa onubense. En Minas de Riotinto se puede destacar el Hostal Atalaya, que es donde me quedé yo, con habitaciones muy sencillas y económicas a un minuto a pie del museo minero, aunque parece bastante más interesante la posibilidad de ir a una casa rural en el barrio inglés de Bella Vista (Old England House, con cuatro dormitorios, una auténtica country house a la que no le falta detalle alguno de su pasado británico. También Riotinto Victorian House, dentro del mismo barrio y con piscina).
En Nerva está el Hotel Vázquez Díaz (Calle de la Cañadilla, 51) como opción económica aunque, como en el caso del Atalaya, sin demasiadas florituras.
OTRAS VISITAS RELACIONADAS CON LAS MINAS Y EL LEGADO BRITÁNICO DIRECCIÓN CIUDAD DE HUELVA (EL CAMPILLO – ZALAMEA LA REAL – BERROCAL – VALVERDE DEL CAMINO)
Entre Minas de Riotinto y Huelva, río abajo, hay una serie de lugares donde todavía se puede percibir la impronta que los ingleses dejaron en la cuenca minera. Aunque si se indaga un poco más, a lo largo del camino, se encuentran algunas sorpresas algunas de las cuales, aunque no tengan nada que ver con el patrimonio industrial y civil, son dignas de conocer.
El Campillo
A escasos cuatro kilómetros al oeste de Minas de Riotinto (Por la A-461) nace la aldea de El Campillo, donde se plasma a la perfección el urbanismo inglés clásico con calles rectilíneas. Parte de la mano de obra contratada procedía de este pueblo donde todavía se dejan ver restos bien conservados de la antigua estación de ferrocarril (justo al lado de la carretera) así como una locomotora Clase K en el emblemático Parque de los Cipreses. Aparato adquirido por la Rio Tinto Company Limited en el año 1907 para su uso en la ya mencionada Corta Atalaya.
Zalamea la Real (arquitectura urbana y conjunto dolménico)
Cuatro kilómetros más tarde por la misma carretera seduce en el horizonte un pueblo de un tamaño importante con casas blancas y el campanario de la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (s. XVI) sobresaliendo como su auténtico faro urbano. Zalamea la Real está, por supuesto, relacionado con el pasado minero, aunque a su casco histórico, de fachadas tan primorosas como las pendientes con las que se encuentra el visitante, merece la pena darle una buena andada.
Junto al cuartel de la Guardia Civil, a mano izquierda por la la carretera principal (N-435) sin necesidad de entrar al centro urbano (a la derecha), se encuentra una vieja estación de ferrocarril reconvertida en restaurante llamado «El andén de la estación», la cual recuerda al concepto de Casa Idolina en Nerva. Tiene que ver con la línea que llevaba trabajadores a Minas de Riotinto y que empezó a funcionar en 1904.
Aunque quizás lo más llamativo y valioso de Zalamea la Real no se halle en zona urbana precisamente sino en una de las pedanías minúsculas que pertenecen a éste como es el caso de El Pozuelo (a 8 km dirección Valverde del Camino, hay que desviarse a mano izquierda por la HU-5103). Constituye uno de los mejores ejemplos de construcciones funerarias prehistóricas en la provincia de Huelva. El conjunto dolménico de El Pozuelo, que es como se le conoce, consta de once dólmenes excelente conservados en la foresta. Resulta adecuado acceder a pie y no en vehículo y, de ese modo, llevar a cabo una ruta circular desde donde ir descubriendo esta necrópolis del neolítico con más de cinco mil años de antigüedad. El dolmen nº11, en forma de cruz y con corredores levantados con rocas planas, es uno de los más destacados. Aunque para hacerlos todos conviene invertir mínimo medio día. En el caso de no empeñarse en no ir a pie se recomienda como mínimo un 4×4, aunque aconsejo que la ruta se haga mejor caminando porque los senderos, que no carreteras, son bastante intransitables.
Berrocal (La vía verde del río Tinto)
Entre la antigua estación de ferrocarril Berrocal y la de los Frailes hay acondicionada una vía verde de varios kilómetros (5,5 km), aunque hay quienes se empeñan en hacerla toda completa, pues de ese modo no sólo se puede realizar la mejor opción de senderismo en la zona sino también descubrir apeaderos abandonados, viejos puentes e ir caminando o en bicicleta de montaña junto a de los raíles del tren que antaño bajaba hasta Huelva. El río Tinto acompaña durante todo el viaje con algunos meandros espectaculares y la consciencia de hallarse en una zona despoblada y alejada de los núcleos urbanos.
Da igual si por el mero placer de caminar o si para fotografiar lugares abandonados (algo que particularmente me motiva demasiado). Incluso para captar la esencia de la cuenca minera. Pero llevar a cabo al menos un tramo de esta vía verde o camino natural del río Tinto es uno de los motivos por los que la visita a la comarca no debe ceñirse a un solo día o unas pocas horas. Considero que Berrocal debe formar parte de esta experiencia.
NOTA: Se debe dejar el vehículo en un pequeño aparcamiento que hay próximo al puente de la HU-5104 de la carretera que va a Zalamea la Real desde Berrocal.
Valverde del Camino
A 19 km de Zalamea la Real por la N-435 (o 29 km desde la Vía Verde de Berrocal) se llega a otro de los hitos fundamentales de la cuenca minera onubense. Valverde del Camino, entre los ríos Tinto y Odiel, se convirtió en la base de operaciones de otra compañía inglesa con derechos de explotación minera, la United Alkali Company Limited, aunque miles de años atrás una calzada romana convirtió a esta localidad en nudo de comunicaciones dentro de la ruta entre Onuba (Huelva) y Urium (Minas de Riotinto). Pero, si nos ceñimos a seguir la estela minera y la presencia anglosajona, es posible encontrar algunos espacios que recuerdan aquel periodo del que Valverde del Camino, muy conocida por sus botas camperas artesanas, se siente orgullosa.
Nada más acceder a esta localidad de 12.000 habitantes se observa una mansión en posición vigilante que nada tiene que ver con los formalismos arquitectónicos más reconocibles de Andalucía. Se trata de la Casa Dirección, residencia de los gerifaltes de la compañía Alkali, convertida hoy día en un museo etnográfico y de las artesanías que recoge lo mejor de aquel periodo británico. Es, de largo, el mayor emblema del legado inglés en Valverde del Camino, cuya visita es gratuita (y muy recomendable). Con salas dedicadas a la artesanía del calzado, la madera y el metal, los minerales, el pasado ferroviario de la primera línea andaluza así como, por supuesto, la presencia de los británicos en la localidad durante décadas.
RESTAURANTE CASA DIRECCIÓN –> UNA PARADA GASTRONÓMICA INELUDIBLE: En los jardines de la mansión no sólo se puede revivir el legado inglés sino también sentarse a la mesa en uno de los restaurantes con mayor proyección de la provincia de Huelva. En Casa Dirección restaurantecasadireccion.com) la huella del joven chef José Duque, quien aprendió de los mejores (Los hermanos Roca o Berasategui entre otros), dignifica la materia prima de la tierra a través de nuevas técnicas culinarias para convertir el mero acto de comer en una formidable experiencia para los sentidos. La elegancia, el buen trato y sentirse a gusto son parte del entramado gastronómico de Casa Dirección.
Ideal para centrarse en cada uno de los platos que ofrece la innovadora carta de este restaurante al que no cesan de caer galardones y reconocimientos. Un capricho asequible, porque tienen los pies en el suelo, que merece un viaje por sí mismo. Recomendar un solo plato sería injusto, pero yo no me marcharía de allí sin probar los canelones de pato y deleitarse con una tarta de queso de otra galaxia.
Otros atractivos de Valverde del Camino relacionados con las minas y la presencia de los ingleses en Huelva los encontramos siguiendo la línea marcada por Casa Dirección. Porque poco más adelante se pueden ver los antiguos talleres (ahora Feria de Muestras donde se expone un vagón berlina del año 1900) así como la estación de ferrocarril (ahora Conservatorio de música) con las que eran las oficinas de Alkali.
En cuanto al patrimonio histórico y religioso no dejaría de acceder a la iglesia de Nuestra Señora del Reposo (S. XVI) y disfrutar del neobarroco de la ermita del Santo, una auténtica belleza. A las afueras hay otro conjunto de dólmenes (Los Gabrieles), seis nada menos y con galerías cubiertas, en una finca a la que se accede por una carretera de carácter agrícola no muy amiga de los vehículos de suspensión baja.
NIEBLA, CIUDAD AMURALLADA Y PUENTE ROMANO SOBRE EL RÍO TINTO
29 kilómetros al sur de Valverde del Camino un puente de origen romano recibe al río Tinto, manchando de zinc y cobre rocas, arcos y dovelas. Nos encontramos en Niebla y aquí el viaje toma otra dimensión. Aguarda una villa completamente amurallada con huellas de todas las civilizaciones que por aquí han pasado. Aromas andalusíes se respiran en unas murallas que con la puesta de sol se vuelven completamente rojas. Realmente pocos conjuntos fortificados hay como este. Y mucho menos en Huelva donde se yergue como un símbolo del medievo en esa última transición entre de dehesa y la costa. A Niebla no sólo hay que ir. Sino que exige regresar una y otra vez porque siempre faltará un detalle asombroso que atestigüe un viaje a la antigua Ilípula tartesa, la Ilipla romana, la Elepla visigótica, la musulmana Lebla, cabeza de un reino de Taifa, así como la castellana Niebla.
¿Y qué ver o hacer en este viaje al patrimonio histórico de Niebla? He aquí cinco imprescindibles:
- Rodear las murallas de Niebla: Dos kilómetros bordean un polígono irregular. Con cuarenta y ocho torres de planta cuadrada, dos octogonales y cinco puertas. Un tesoro de la arquitectura civil de la época musulmana, aunque reforzada por los cristianos. Cada puerta de acceso es un tesoro que nos revela detalles de su glorioso pasado.
- Visitar el castillo de los Guzmanes: En una de las esquinas de la ciudadela andalusí. La estructura actual fue mandada construir por Enrique Guzmán, II Duque de Medina Sidonia y Conde de Niebla. La parte externa del castillo es la mejor conservada, ya que tanto el terremoto de Lisboa de 1755 como, sobre todo, la destrucción llevada a cabo por los franceses durante la Guerra de la Independencia (s. XIX), afectaron seriamente a su conservación. Dos grandes patios recogen este vacío, aunque sirven para dar cobijo al Festival de Teatro y Danza Castillo de Niebla, que en 2021 celebró su trigésimo sexta edición. Poder conocer por dentro el castillo y subir a torreones y murallas tiene un precio módico de 4€.
- Iglesia de Santa María de la Granada: La calle Siete revuelas nos deja en la Plaza de Santa María, el corazón de la ciudadela andalusí. Al fondo un templo cristiano que delata su condición como tal gracias a las campanas de su campanario. Porque todo lo demás recuerda a su pasado como mezquita, desde la torre/minarete hasta los accesos a la iglesia por delicados arcos de herradura. El interior es claramente mudéjar.
- Iglesia de San Martín: Junto a la Puerta del Socorro sobreviven las ruinas de la iglesia de San Martín, que antes fuera mezquita menor (la del actual Santa María de la Granada era la mayor) y sinagoga concedida a los vecinos judíos por el rey Alfonso X el Sabio. Conserva sólo el ábside y la puerta mudéjar de los pies desde donde se hacen magníficas fotografías.
- Puente romano: Uno de los lugares de acceso a Niebla. El río Tinto baja aún rojo por este punto (lo hará hasta mezclase con agua salada en San Juan del Puerto). La única manera de bajar a la orilla y apreciar tanto el río como el puente es accediendo por un pequeño sendero de arena desde la gasolinera que hay en uno de los extremos.

¿Y DÓNDE COMER? El Salón de la Gamba (C/ Adelfa, 4) o El Bar Casa Ramos (Avd Andalucía, 1) son buenas opciones para probar mariscos, pescaíto frito y ostentosas raciones junto a las murallas. Tabernas de toda la vida, sin florituras pero con mucha verdad, en el casco histórico de una villa como Niebla.
DOLMEN DE SOTO (TRIGUEROS)
La mayoría desconoce que tenemos un Stonehenge onubense. Un hallazgo fortuito en campos de labranza (Finca La Lobita) sacó a la luz el mayor dolmen de corredor de Europa, con una galería cubierta de 21 metros y más de cuatro mil quinientos años a sus espaldas. Este monumento megalítico situado a las afueras de Trigueros (recomiendo acceder desde este pueblo y no tomar bajo ningún concepto la pésima carretera que parte muy cerca de Niebla) lo tiene todo para estar en el podio de las necrópolis neolíticas que se conservan en tierras andaluzas. Con grabados rupestres y la sensación de hallarse en un lugar sagrado con todos los enigmas aún por descifrar. Aunque para muestra de los conocimientos de quienes levantaron este sitio, cabe destacar que durante el equinoccio los primeros rayos de sol penetran en la galería durante unos minutos.
Actualmente sólo es posible visitarlo de martes a domingo con cita previa (a través de este enlace). La visita libre es gratuita mientras que la guiada tiene un coste de 2€.
SAN JUAN DEL PUERTO
En San Juan del Puerto el río Tinto deja de ser rojo al encontrarse con el agua salada y sumar el influjo del cercano Odiel. Aquí lo que antes era sólo apto para microorganismos extremófilos se convierte en vida. Viene a su paso un entorno que después serán marismas y que abrazará la vida animal.
EL TRIÁNGULO INGLÉS EN LA CIUDAD DE HUELVA
La última parada del cargamento procedente de Minas de Riotinto era ciudad de Huelva. Allí sobreviven tres emblemas de gran importancia donde permanece intacto legado británico relacionado con la Rio Tinto Company Limited. Y con la que casi culminar un viaje siguiendo las huellas de una etapa fundamental en la historia de esta provincia. ¿Qué conforma pues el triángulo inglés en la ciudad de Huelva?
El barrio Reina Victoria
Los onubenses suelen referirse al barrio Reina Victoria como el barrio obrero. Se trata de un amplio conjunto de casas unifamiliares ideado por la Rio Tinto Company Ltd. para uso de sus trabajadores en la ciudad de Huelva. Levantado a inicios del siglo XX su nombre no es en honor a la reina Victoria de Reino Unido ni mucho menos, sino a la esposa de Alfonso XIII, Su Majestad la Reina Victoria Eugenia de Battemberg, también de origen inglés.
Similar en cuanto a idea a la ciudad jardín de Bella Vista en Minas de Riotinto, aunque con un estilo más ecléctico en la fisionomía de las viviendas. Muchas de ellas poseen entramados de madera coloreados de rojo o azul, aunque el amarillo también predomina en esta elitista urbanización situada en el conocido como cerro de San Cristóbal.
Justo a sus pies se alza la conocida como Casa del Guarda, ahora convertida en restaurante, el cual cuenta incluso con la clásica cabina telefónica londinense, un guiño a este pedacito inglés en el corazón de la capital de la provincia. Se aprecian perfectamente las siglas de la compañía minera, al igual que en la verja de la entrada.
Casa Colón
Edificio histórico construido en el último cuarto del siglo XIX para ser el primer hotel de categoría en una ciudad con pujanza por la actividad económica generada por las minas y que además serviría de oficinas y residencia de altos cargos de la Rio Tinto Company Ltd. Hoy ya no se utiliza como tal sino que es el Palacio de Congresos y Centro de Exposiciones de Huelva. Muy cerca quedaba el antiguo Hospital inglés, el cual ahora no existe, así como el ya mencionado Barrio de la Reina Victoria.
Este encargo del empresario hispano-alemán Guillermo Sundheim al arquitecto José Pérez Santamaría era la punta de lanza ideal para convertir a Huelva en un puerto de categoría capaz de acoger con honores a personalidades de todos los rincones del mundo. Su estilo mezcla estilos arquitectónicos, deambulando entre el clasicismo británico, el modernismo y el estilo que imperaba en las antiguas colonias americanas.
Un 23 de diciembre del año 1889 fue fundado en este lugar el Recreativo de Huelva, el club de fútbol más antiguo de España (de existencia ininterrumpida). Por entonces llamado Huelva Recreation Club. De ahí que Huelva sea uno de los cimientos del deporte rey en nuestro país. En 1892 sería sede principal de los actos por el IV Centenario del Descubrimiento de América.
En la actualidad Casa Colón se utiliza como palacio de congresos y centro de exposiciones y es sede del prestigioso Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.
Muelle del Tinto
Huelva se convirtió en uno de los grandes puertos del país donde dar salida al inmenso volumen de mineral procedente de Minas de Riotinto (y otras como Tharsis). Pero para ello necesitaba un lugar para que los barcos cargaran el material. Es así como nació el muelle del mineral o del Río Tinto, aunque las aguas que lo bañan son realmente las del Odiel. Una construcción completamente eiffeliana inaugurada en 1876 con la friolera de 1165 metros de longitud, de los cuales medio millar sobrepasan el agua. Constituía el término del recorrido del ferrocarril minero, una obra maestra de la ingeniería civil de aquel tiempo que cambió para siempre la fisionomía de Huelva. Y hoy, aunque ya no lleguen los trenes con los vagones cargados de cobre y otros materiales, se ha convertido en uno de los rincones de mayor encanto en la ciudad. Ideal para pasear por él y para disfrutar de unas puestas de sol de película.
Si se continúa caminando por el Paseo de la Ría pronto se observará el Estadio de fútbol Nuevo Colombino, donde juega sus encuentros el Recreativo de Huelva.
PUNTA UMBRÍA, EL BALNEARIO DE LOS INGLESES. FIN DEL VIAJE
El viaje no termina exactamente en la ciudad de Huelva sino en uno de los destinos de playa y descanso de mayor fama de la provincia, Punta Umbría. Un mito viviente que nació en el tiempo de las minas y, como no, de la Rio Tinto Company Limited. Los ingleses, a quienes les gustaba huir cuando podían del ambiente tóxico que se generaba en los yacimientos mineros, encontraron en este lugar la paz, la luz, el aire puro que necesitaban. Sabedores de los beneficios del agua salada y de hallarse lo suficientemente apartados de la ciudad (las marismas del Odiel lo separan de Huelva) venían a relajarse a las interminables playas de la zona. E incluso se hicieron construir casas de madera sobre pilotes. Un ejemplo de este estilo de vivienda vacacional decimonónica se puede encontrar en la Casa-Museo de los ingleses en la Av. Ciudad de Huelva, 11, justo detrás del Hotel Pato amarillo, la cual se utiliza para difundir el valioso patrimonio histórico y cultural británico existente a lo largo y ancho de la provincia de Huelva.
El acceso a dicha casa es gratuito (durante el verano de 2021 ha permanecido cerrada por obras de restauración).

MARISMAS DEL ODIEL
He mentido con que en Punta Umbría finaliza este viaje. Aún hubo tiempo para acercarme a las conocidas como Marismas del Odiel, una reserva natural de gran valor ornitológico, pues sus aguas saladas se llenan de flamencos, cigüeñas, espátulas y otras muchas aves como, por ejemplo, las grullas las cuales acuden todos los inviernos. Este paraje se puede considerar el resultado de la confluencia de los ríos Tinto y Odiel, ese instante prodigioso en que las aguas dulces y saladas se encuentran para crear un sistema de marismas e islotes. Un punto intermedio entre la ciudad de Huelva y Punta Umbría (se puede acceder desde ambas).
Para disfrutar de esta joya natural recomiendo acercarse al Centro de visitantes Anastasio Senra en la carretera del Dique Juan Carlos I y, desde ahí, caminar por algunos de los senderos desde los cuales, con respeto, silencio y unos buenos prismáticos, poder acercarse a los miradores y observar no sólo a las bandadas de flamenco sino también a la colonia más nutrida de espátulas, especie en peligro de extinción, que anida en estas marismas.
Los atardeceres y amaneceres en este rinconcito natural de Huelva son el mejor regalo posible para ponerle la guinda a un pastel delicioso llamado provincia de Huelva. Y donde espero regresar y seguir descubriendo rincones estupendos como los relatados en el presente artículo.
Esta es la plasmación del viaje que pude realizar siguiendo las esencias coloradas del río Tinto y que demuestra que Huelva tiene múltiples rutas posibles. Esta fue sólo la mía, fruto de la improvisación y de la curiosidad que me dio tener un hilo conductor claro como es el pasado minero y el legado inglés de la provincia. Quien lo considere, quizás este escrito aporte alguna que otra idea para un próximo viaje a esta bellísima provincia con todo por descubrir.
Sele
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PD: No te olvides de seguir leyendo sobre lugares de Andalucía así como en la sección dedicada a RINCONES DE ESPAÑA.