12 lugares imprescindibles que ver en Sri Lanka (Ideas para hacer durante el viaje)
Sri Lanka es algo así como una lágrima derramada por las mejillas de la India hacia aguas del Índico. Solitaria, pura, cristalina, bella y rotunda. Abrazada, de un costado, por la suave túnica naranja representante del budismo más ancestral, el cual arribó a la isla escondido en el cabello de una princesa procedente de un reino perdido. Mientras que por otro lado viste un sari de preciosos colores, como los de los templos hindúes de la zona tamil. Esa dualidad religiosa precisamente ha marcado este país hasta sus últimas consecuencias. Hoy día Sri Lanka aguarda a los forasteros bajo el paraguas de una sonrisa nítida, el aroma de una taza de té recién nacida del letargo de sus colinas onduladas y con cierto sabor a curry y especias en cada plato. Nada menos que ocho lugares Patrimonio de la Humanidad pueblan un territorio de grandes dagobas (estupas), conjuntos arqueológicos milenarios, estupendas playas de arena fina y palmeras o tupidas junglas donde todavía se escucha el rugido del leopardo y el barritar de numerosas manadas de elefantes.
Hace algún tiempo sucumbí sin remedio a los encantos de la antigua Ceilán. Durante un par de semanas recorrí su entramado de maravillas. Y, dado que quizás pueda aportar algo útil, práctico y didáctico de cara a quienes deseen preparar una ruta por el país del té y la cúrcuma, me gustaría compartir a continuación todos esos los lugares imprescindibles y magníficos que ver en Sri Lanka durante un viaje a esta insólita isla donde el budismo e hinduismo baten alas al mismo tiempo.
Sri Lanka, la taza de té que deja poso
Está muy próxima a India pero no se parece a ella en absoluto. Buena parte de la isla es budista pero no tiene nada que ver con Tíbet, Bután o Camboya. A Sri Lanka no se le puede comparar con otros países asiáticos porque es lo suficientemente genuina como para gozar de una personalidad arrebatadora amparada en sus propias singularidades. Lo tiene todo, en realidad. Suficiente para confirmarla como un gran viaje con una entidad individual.
Sus muchas playas de postal, donde acuden a desovar las tortugas marinas, o templos a los que acuden descalzos multitud de peregrinos con su fe depositada en la palma de las manos. Ciudades perdidas en el origen de lo tiempos y senderos donde largas filas de elefantes deambulan gozosos de su propia libertad. Retazos coloniales de holandeses, ingleses y lusos, quienes dejaron impronta en fachadas de colores ahora desgastadas y fortalezas destinadas a su propia inexpugnabilidad. Plantaciones junto a delicadas mansiones británicas donde las mujeres tamiles capturan con sus manos finas y veloces las hojas del para muchos el mejor té del mundo. Trenes del siglo XIX que parecen de juguete pero todavía transportan a la población por los parajes más insospechados. Cuevas pintadas y promontorios sagrados que se apuntan directamente al cielo. El leopardo acechando sobre una roca.
Eso, nada más y nada menos, es lo que trae consigo un viaje a Sri Lanka. El imán con el que fui atraído a la antigua Ceilán fue demasiado fuerte como para esquivarlo. Su realidad, demasiado hermosa. Cualquier expectativa fue superada con creces a lo largo de un viaje de dos semanas de duración del que ya hablé con minuciosidad en este blog hace ya unos cuantos años. Y que me viene a la mente con una claridad que ni el tiempo ha sido capaz de nublar.
¿Qué ver en Sri Lanka durante un viaje de dos semanas?
He preparado un resumen con los doce imprescindibles para un viaje a Sri Lanka de aproximadamente dos semanas de duración para, que quien lo consulte, pueda hacerse bien a la idea de lo mucho que tiene que ofrecer el país asiático. Y, de ese modo, sirva de ayuda para planificar una ruta lo más completa y variada posible. ¿Qué ver y hacer en Sri Lanka durante alrededor de 15 días? ¡Allá vamos!
Siéntete insignificante ante las dagobas más antiguas de la milenaria Anuradhapura
A 200 kilómetros de la capital comercial de Sri Lanka, Colombo (oficialmente es Sri Jayawardenepura Kotte), Anuradhapura puede ejercer de buen comienzo para emprender un viaje a Sri Lanka. La ciudad, que en sí misma constituye uno de los mayores yacimientos arqueológicos del mundo (además Patrimonio de la Humanidad), fue la puerta por la que penetró desde India el budismo más antiguo. En ese instante Anuradhapura era la capital de un reino poderoso e influyente en esta parte de Asia. Por lo que aquí se puede afirmar que nació el idilio de este rincón del mundo con la religión budista (compartido, en realidad, con la vecina Mihintale). Encantamiento que pervive en la actualidad. Precisamente la ciudad más antigua de los reinos que surgieron en la antigua Ceilán (siglos IV a.C a IX d.C) es, hoy día, de uno de los lugares más visitados por devotos, peregrinos y foráneos.
Anuradhapura posee ruinas palaciegas y gran cantidad de esculturas de piedra, pero son las dagobas (estupas de un tamaño y, sobre todo, un grosor muy superior a las que se pueden ver en Tíbet, Nepal, Bután o la propia India) las que se encargan de ejercer su poder de atracción a los visitantes. De hecho, dos de las más grandes e importantes del país se hallan en esta ciudad un tanto inclasificable. Son Jetavanaragama, para la que se usaron más de 93 millones de ladrillos y que durante un largo periodo fue la tercera construcción más grande de la Tierra, sólo detrás de las pirámides (con 122 metros de altura y 105,4 de diámetro). Así como Ruvanvelisaya, guardiana de sagradas reliquias y pintada por completo de blanco. La de mayor antigüedad sería Thuparama, la primera de muchas que se construyeron en la isla, aunque de un tamaño más «mundano».
NO DEJES DE…
- Acompañar a los peregrinos al Sri Maha Bodhi, el árbol nacido hace más de dos mil años de un esqueje del considerado como árbol de la iluminación (Bodhi) donde tras 49 días de meditación Siddharta Gautama derrotó al Demonio tentador Mara para alcanzó la verdad de la existencia y convertirse en Buda.
- Subir los casi 1900 escalones de la colina de Mihintale, a escasos 13 kilómetros de Anuradhapura, para llegar al lugar exacto donde se encontraron el monje budista Mahinda, hijo del emperador indio Ashoka y el rey Devanampiyatissa a finales del siglo III antes de Cristo. Muchos consideran este hito, lleno de templos, escenarios sagrados, vistas increíbles y monos (muchos monos), el kilómetro cero del budismo en Sri Lanka.
Presenta tus respetos al gran Buda de piedra de Aukana
A unos 50 kilómetros al sur de Anuradhapura (y unas 40 al norte de Dambulla) se yergue una estatua en piedra de Buda del siglo V de nuestra era. Se trata del gran Buda de Aukana, figura de cuerpo entero y túnica labrada con gran detalle, con más de 12 metros de altitud. La escultura de granito adosada a la propia roca donde fue modelada, fue mandada erigir rey Dhatusena. Y se considera una de las obras maestras en piedra que mejor representan el Asisa Mudra, la bendición con la mano derecha completamente levantada.
Un lugar imprescindible que ver en Sri Lanka cuando se está haciendo la ruta entre Anuradhapura y Dambulla/Sigiriya, ya que queda de paso más o menos a mitad de camino.
Recordando otros budas de piedra en Asia
El buda de piedra más grande construido hasta ahora es el Gran Buda de Leshan, en la provincia china de Sichuan. Sus dimensiones son superlativas con nada menos que 71 metros de altura (Habría que superponer 6 figuras como las de Aukana una encima de la la otra). Aunque este no se encuentra de pie sino sentado con las manos apoyadas sobre las rodillas.
Admira las cinco cuevas mágicas en el Templo de oro de Dambulla
Aquí está uno de los rincones de Sri Lanka que más sorprende a los visitantes. Dambulla es conocida por el templo del oro. Y el templo del oro, cuya fachada principal de estética japonesa o china no alienta en absoluto lo que viene después, es conocido por ser la puerta a una red de cuevas (más de 80 se han descubierto hasta ahora) de carácter sagrado donde permanecen esculturas, pequeñas estupas y, sobre todo, pinturas con motivos budistas en paredes y techos que las convierten en la Capilla Sixtina de la vieja Ceilán. Todo el conjunto está protegido como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pero serían en concreto 5 cuevas o templos/caverna los más impresionantes y recomendables para una visita al que fuera lugar de peregrinación desde hace más de 2000 años.
Estos santuarios rupestres que forman parte de un monasterio muy visitado por parte de devotos y peregrinos, son de una belleza pasmosa. En todos ellos interior de la roca ha sido decorado hasta las últimas consecuencias, preservándose de manera excepcional. Para llegar a estas cuevas hay que subir unas escaleras de piedra, en compañía inseparable de los traviesos langures, con vistas a una llanura arbolada donde no parece haber fin y donde se empieza a apreciar la roca sagrada de Sigiriya, siguiente etapa de la ruta.
Las cinco cuevas de Dambulla en orden de visita
- Devaraha Viharaya: La primera puerta a una gruta lleva a la conocida como cueva del rey de los dioses, donde en una dependencia sumamente estrecha destaca un gran Buda tumbado en estado paranirvana (el nirvana obtenido tras la muerte del cuerpo cuando y final del ciclo de reencarnaciones) de 15 metros de longitud.
- Maharaja Viharaya: La cueva de los grandes reyes es, sin duda, la más impresionante de todo el conjunto. Ya no por por su tamaño (52 metros de largo, 23 metros de ancho y 7 de alto) superior al de las otras, sino, sobre todo, por la gran cantidad de figuras que contiene. 60 para ser exactos entre budas sedentes, tumbados y puestos en pie, 2 dioses hinduístas como Visnú y Saman, este último guardián de las montañas y protector de la isla, así como dos monarcas cingaleses. También posee una dagoba en color blanco. El detalle de las pinturas con escenas de la vida de Buda, así como algunos hechos históricos vividos en el país siglos atrás. Puro horror vacui donde no queda un centímetro sin pintar. Un lugar asombroso que justifica por sí mismo un viaje a Sri Lanka.
- Maha Alut Viharaya: El nuevo gran templo parece una continuación de la cueva anterior, pero la mayoría de pinturas y figuras corresponden al siglo XVIII. Rica en esculturas, destaca por un Buda reclinado cuya almohada está cargada de magníficos detalles pictóricos. El estilo «Kandy», donde se plasma una especie de renacimiento en el arte cingalés, predomina en esta cueva.
- Pachima Viharaya: Cueva encajonada por budas sedentes y una pequeña dagoba, aunque algo estropeada por los daños ocasionados por unos ladrones que creyeron había en ella un tesoro.
- Devana Alut Viharaya: El segundo nuevo templo. Algo apartado de las demás y menos concurrida en visitas, pues es además la que posee los ornamentos más modernos entre las 5 cuevas de Dambulla.
Asciende Sigiriya, la roca sagrada del león
A escasos 12 de kilómetros al oriente de Dambulla se alza una gran roca de más de 200 metros (370 metros sobre el nivel del mar) nacida por el enfriamiento de magma de un extinto volcán. Sigiriya quiere decir «la roca del león» y se puede asegurar con toda probabilidad que se trata del lugar más conocido, visitado y fotografiado de Sri Lanka. El rey Kassapa, en el siglo V después de Cristo, lo escogió para alzar su palacio una vez fue coronado después de asesinar vilmente a su padre Dhatusena (no le correspondía tal cargo, por ser hijo de una concubina del monarca) y aguardar en esta roca maciza a su hermano Moggallana, cuya madre era la consorte real y, por tanto, le correspondía alzarse en el trono.
Esta roca monolítica que dominaba una vasta meseta tapizada de jungla se convirtió, por tanto, en un conjunto palaciego ideado por un monarca que atrajo a arquitectos, así como a a la flor y nata de los artesanos cingaleses para decorar su fortaleza. Pero 18 años tardó en regresar Moggallana con sed de venganza y un ejército que obligaría al rey Kassapa a quitarse la vida con su propia espada. Tiempo después el conjunto palaciego construido en la roca quedó abandonado, aunque sus dependencias fueron aprovechadas por los monjes para establecer un monasterio hasta el siglo XIV. La selva lo cubriría casi por completo y no sería descubierto hasta 1908 cuando el explorador británico John Still sacaría de la oscuridad a este lugar que había permanecido oculto durante tanto tiempo.
Es posible pasear por los jardines del agua, así como las ruinas alrededor Sigiriya. Y, por supuesto, subir a lo más alto de la roca a través de una intrincada red de escaleras pasarelas con las que ir salvando metro a metro. Destaca, sobre todo, la conocida como galería de las doncellas con pinturas de los siglos V y VI después de Cristo en los que aparecen mujeres de torso desnudo portando ofrendas y que recuerdan a los frescos de las cuevas indias de Ajanta.
Sobrecogen dos inmensas garras de león flanqueando las últimas escaleras que llevan a la cima de este gran fenómeno natural donde permanece un sistema de fosos y aljibes para el agua y que deja, sobre todo, la posibilidad de admirar una planicie selvática que se pierde en el horizonte.
¿Dónde obtener las mejores fotos de Sigiriya? ¡Toma nota de este consejo!
A pocos kilómetros de la roca del león se encuentra otro saliente desde el cual se puede admirar y fotografiar Sigiriya con gran precisión. Se trata de Pidurangala Rock, la cual se ha convertido en una visita con cada vez más adeptos. Tras subir unas escaleras de piedra durante alrededor de media hora (yendo a paso lento) se puede alcanzar una plataforma desde la cual las vistas de Sigiriya y su entorno son realmente fascinantes. El último tramo es quizás el más complejo, pero lo realiza de manera usual gente de todas las edades. Y, si bien, se ha puesto de moda ir para el atardecer, no resulta lo más recomendable ya que después la bajada es completamente a oscuras.
NOTA MENTAL: Me sorprende leer en varios espacios webs en los que afirman que dada la carestía de la entrada a Sigiriya (aprox 30€) en comparación con Pidurangala Rock (3€) es recomendable saltarse la primera y verla desde lejos. ¡¡Craso error!! Sería como contentarse con ver la Torre Eiffel de París desde la lejana Sacre Coeur o no entrar al museo de El Prado y observar su fachada desde la calle y no contemplar Las Meninas, el Jardín de las Delicias o ninguna de las obras de Goya. Un absoluto disparate.
Se están empezando a popularizar apasionantes vuelos en globo sobre Sigiriya y la selva que rodea el monumento. ¡Debe ser una experiencia brutal! (Se puede reservar online)
Súbete en jeep para fotografiar los grandes elefantes de Minneriya y alrededores
Sri Lanka es un paraíso de fauna. ¡Hay muchísimas especies animales que se pueden ver en la isla! Pero en número (y porque no pasan desapercibidos) destaca la enorme población de elefantes en estado salvaje que se encuentran en múltiples puntos del país. En el último censo del que se tienen datos (2011) se contabilizaron más de 5800 elefantes. Un número muy superior al último, aunque todavía lejano a los 12.000 que se censaron a finales del siglo XIX.
De mayo a septiembre, sobre todo, cuando llueve menos, se vuelve más sencillo toparse con estos paquidermos, pero para avistar (y fotografiar) grandes manadas, lo mejor es contratar un safari en todoterreno por el Parque Nacional Minneriya o por las reservas colindantes (Huluru Eco Park, Kaudulla o Wilpattu). En función de la temporada y del movimiento de los elefantes se suelen recomendar unos parques u otros. Todos ellos a una distancia bastante pequeña de Sigiriya o Dambulla (excepto Wilpattu, mucho más lejos, donde también hay leopardos), desde donde parten las distintas excursiones organizadas de alrededor de medio día de duración y en las cuales es posible contemplar a una proximidad inusual a grupos muy numerosos de esta subespecie en la que sólo un 7% de los machos poseen colmillos.
Excursiones organizadas (reservables online) para ver elefantes
- Desde Dambulla: Minneriya, Huluru, Kaudulla o Wilpattu. Entre 55 y 172€ por grupo.
- Desde Sigiriya: Minneriya, Huluru, Kaudulla o Wilpattu, Entre 55 y 172€ por grupo.
- Desde Kandy: Alrededor de 142€ por grupo.
El mayor precio corresponde a los safaris en Wilpattu, puesto que se halla a una mayor distancia, aunque ofrece algo que no tienen los demás, que es la posibilidad de avistar al escurridizo leopardo (si bien el mejor sitio para ellos es el Parque Nacional Yala, situado en el sudeste de la isla).
Hay otro núcleo de Sri Lanka muy popular, el Orfanato de elefantes de Pinnawala (a 50 km u hora y media en coche desde Kandy) donde se pueden ver a decenas de elefantes huérfanos en cautiverio. Pero se ha convertido en una atracción turística demasiado masificada. En particular sigo viendo preferible ver a estos animales en su estado salvaje por medio de un safari estilo africano.
Camina a través de los restos arqueológicos de la ciudad de Polonnaruwa
Tras muchos siglos con Anuradhapura como capital le sucedió Polonnaruwa entre los siglos XI y XIII. Esta ciudad viene plena de flamantes ruinas arqueológicas de entonces, representantes tanto del poder civil como religioso, así como de imponentes dagobas como Rankot Vihara y Kiri. Pero permanecen fachadas de palacios, multitud de esculturas esparcidas a lo largo y ancho de un vastísimo complejo arqueológico y rincones de carácter sagrado donde destaca, sobre todo, el conocido como «cuadrángulo», complejo religioso quee albergó la reliquia del diente de Buda que llegara muchos siglos antes a la isla escondido en el cabello de una princesa india. Y donde se hallaba el diente, se hallaba el poder. Así que tras un largo periodo custodiado en Anuradhapura encontró en el cuadrángulo su refugio perfecto (posteriormente sería traslado a Kandy, su último destino).
Este conjunto de edificios y templos cargados de detalles serían algo así como una de las mejores muestras del «barroco» cingalés (entiéndase la metáfora). La delicadeza con la que están talladas estatuas, columnas y frisos convierten a este lugar en uno de los escenarios más perfectos y hermosos de cuantos se pueden visitar en Sri Lanka.
De Polonnaruwa, además del cuadrángulo y las dagobas, destacaría la finura de las figuras esculpidas en granito de Gal Vihara. La serenidad del rostro del Buda tumbado en el paranirvana es una de las características de una escultura modelada con una perfección inusual en la Historia del arte cingalés.
Contempla la mayor reliquia del budismo cingalés en la encantadora Kandy
Kandy es una ciudad colonial con cierta pose británica como muestran muchos de los edificios que rodean un lago. Aunque por ella también pasaron los holandeses y, mucho antes, los portugueses. Desde finales del siglo XV hasta principios del XIX fue la capital del reino y, por tanto, poseedora de la venerada reliquia del diente de Buda tras su paso por Anuradhapura y Polonnaruwa, como he advertido en párrafos anteriores. Es precisamente en el templo Sri Dalada Maligawa donde se custodia este resto sagrado, por lo que acuden diariamente cientos de personas para rezar. Y un motivo más que suficiente como para no perderse una ciudad ya de por sí atractiva que alcanza su máximo frenesí durante su semana grande, el Esala Perahera.
Durante siete días que coinciden entre los meses de julio y agosto (depende de que coincida con luna llena) hay por toda la ciudad procesiones y pasacalles realmente multitudinarias. Elefantes cubiertos finos mantos de seda y el cuerpo iluminado por completo dan paso al ejemplar más grande en cuyo lomo porta la sagrada reliquia del diente de Buda. Los ciudadanos de Kandy y otras partes de Sri Lanka se visten con ropajes antiguos, las calles se iluminan con antorchas, se dan danzas y, en definitiva, se celebra por todo lo alto la fiesta mayor de los budistas cingaleses.
Pero Kandy es mucho más que el santuario que custodia el célebre diente. Posee cantidad de edificios coloniales con el Queen’s Hotel destacando sobre todos ellos. E innumerables templos hinduístas (hay dioses como Visnú también venerados por los budistas) donde empaparse de religiosidad, incienso y tumultos, como no podía ser menos. También es el punto de partida para los viajes en tren a las Tierras Altas de Sri Lanka donde se ubican las famosas plantaciones de té. Aquí es donde se suelen obtener los billetes para esta parte de la ruta por el país (aunque hay que hacer un rápido transbordo en Peradeniya, la tercera parada).
Recorre en un tren de la época colonial las Tierras Altas, donde nace el famoso té de Ceilán
<<Atravesar la región de las Tierras altas de Sri Lanka en trenes de juguete, deteniéndonos en pequeñas estaciones del Siglo XIX con maquinaria original, y disfrutando de unas panorámicas excelentes de las montañas se convirtió en una de las experiencias más fascinantes del viaje. Allá donde la niebla se funde por los campos de té, las nubes bajan al suelo y los niños que acuden al colegio atravesando caminos de barro saludan con pasión a los viajeros, no existe más universo que el que se sostiene tembloroso sobre raíles de vía estrecha>> Fragmento del relato titulado «En tren por las tierras altas de Sri Lanka».
Para los amantes de los trenes y los paisajes excelsos la posibilidad de viajar en un ferrocarril de la época colonial británica e ir deteniéndose en apeaderos que funcionan con la maquinaria original de finales del siglo XIX es un auténtico regalo. Eso es posible en las conocidas como Tierras Altas de Sri Lanka, un grueso y ondulado territorio gobernado por las montañas donde una vez fue fehaciente que cultivar la planta del té traía unos resultados excelentes. Aquí nacería el té de Ceilán y en poblaciones como Nuwara Eliya, una pequeña porción de la campiña inglesa se puede ver a infinidad de mujeres tamiles, ataviadas con vistosos saris y grandes cestos, recolectando a gran celeridad las hojas válidas para elaborar la madre de las infusiones.
Entre Nuwara Eliya y Ella se puede vivir una de las mejores rutas en tren por esta zona del país. Conviene hacerse con los billetes de tren con tiempo, aunque los que poseen un ventanal más grande (Vagones «Observation Saloon») duran menos que un caramelo a la puerta de un colegio. (Más información en la web oficial de trenes de Sri Lanka, www.railway.gov.lk, aunque no hay posibilidad actual de reserva online).
El Pico de Adán
Tortuosas carreteras y varias horas desde Nuwara Eliya llegan hasta el conocido como Adam’s Peak o Pico de Adán (2243 metros sobre el nivel del mar), pues los cristianos aseguran que aquí el mismísimo Adán posó su huella. Si bien los budistas afirman que la misma es de Buda. Sea como fuere ascender los más de 5000 escalones que permiten ascender a la cima de esta montaña, muchas veces tapada por las nubes, es algo que hacen día a día, o mejor dicho, noche tras noche, multitud de peregrinos y visitantes. Suben con la luces para llegar justo al momento del amanecer.
Para quienes no tengan tantas ganas de «pegarse una buena paliza», existe la opción de subir «The little Adam’s Peak) en la localidad de Ella. No requiere desviarse de la ruta por las Tierras Altas y es apto para cualquier estado de forma. Y las vistas son también magníficas.
Persigue las huellas del leopardo en el Parque Nacional Yala, un pedacito de África en Sri Lanka
El el costado sudeste de Sri Lanka se encuentra un inmenso parque nacional que, por su peculiar orografía, e incluso la gran cantidad de animales que se dejan ver, permite hacerte pensar que te encuentras en realidad en el continente africano. El Parque Nacional Yala es de suelos rojizos y rocas destapándose de una maraña de árboles. Su clima es subárido y las huellas de numerosas especies se pueden seguir en apasionantes safaris en todoterreno. Como, por ejemplo, la del leopardo. El mayor depredador de la isla, una subespecie de mayor tamaño que otros ejemplares presentes en el continente asiático, es el rey del Yala. Y es evidente que poder admirar y fotografiar este felino elegante de piel manchada se convierte en uno de los objetivos que más ansían los visitantes que aquí llegan. No es tarea fácil pero sí posible (durante mi viaje lo vimos una vez, pero fue apenas unos minutos después de acceder al parque, por lo que se puede decir que tuvimos bastante fortuna).
Pero el Parque Nacional Yala, de paisajes arrebatadores y emocionantes, permiten admirar en gran número y frecuencia otras muchas especies animales. De hecho alrededor de un 7% de los elefantes de Sri Lanka se encuentran dispersos en este territorio salvaje. Así como una enorme cantidad de cocodrilos, varanos de imponente tamaño o búfalos de agua. Incluso hay osos bezudos (Baloo de El Libro de la Selva lo es), aunque verlos es casi imposible. También abundan los chacales, ciervos, jabalíes y el hermoso sambar. Por no hablar de las más de 150 especies de aves que habitan o migran temporalmente en este territorio.
Sin duda, el Yala National Park es un pedacito de África en esta inagotable isla varada en el Océano Índico.
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Relájate en las mejores playas del sur de Sri Lanka
El sur y suroeste de Sri Lanka es un paraíso de playas de arena fina, aguas claras y palmeras inclinadas ofreciendo sombra gentilmente a sus moradores. De ahí que sea para muchos visitantes una opción estupenda para disfrutar los últimos días del viaje de una manera más relajada. Aunque también es cierto que hay un montón de propuestas aprovechando las condiciones que la naturaleza le ha regalado a esta parte de la isla (también las playas del norte y nordeste en la zona tamil son dignas de elogio). Como, por ejemplo Tangalle, bastante cerca del Parque Nacional Yala y donde acuden a desovar varias especies de tortugas marinas (¿Sabes que ver desovar o eclosionar el huevo de una tortuga es un bendito milagro de la naturaleza?).
O en Mirissa, donde hay una infraestructura turística muy notable, desde donde se organizan salidas en barco para avistar ballenas. Aunque también es cierto que suelen ser trayectos largos mar adentro y, aunque sí se suelen observar a los cetáceos, la experiencia se antoja un tanto mareante. Nada que ver con otros destinos para ver ballenas como el norte de Islandia, Alaska, Noruega o algunas regiones patagónicas como la que baña el Estrecho de Magallanes.
En Hikkaduwa, próxima a la ciudad de Galle, se proponen actividades de snorkeling en su barrera de coral (se suelen dejar ver con cierta facilidad las tortugas marinas). En la zona también se dejan ver los pintorescos y fotogénicos pescadores zancudos quienes, apoyados sobre largas estacas de madera, capturan peces así como algunas rupias de quienes acuden a la costa con la intención de fotografiar esta peculiar tradición cingalesa.
A escasa distancia de Galle (5 km), pero dirección oeste, se alza Unawatuna, la cual no pocos califican como la más paradisíaca y codiciada de las playas de Sri Lanka. Otro lugar donde quedarse unos días, perder el reloj, el teléfono móvil y dedicarse a una misión para nada desdeñable, relajarse olvidándose del mundo.
Piérdete por la ciudad colonial de Galle
Galle es, de largo, la ciudad más adorable y encantadora de Sri Lanka. Ninguna como ella ha sabido preservar de igual modo su carácter colonial con huellas de los holandeses, los británicos y los portugueses, quienes llegaron hasta aquí en el siglo XVI cuando era el puerto comercial más importante de la isla. De hecho se la identifica, aunque no existe documentación al respecto, como la bíblica Tharsis a la cual mandaba a por marfil y pavos reales el mismísimo rey Salomón.
Ciudad de mansiones de arquitectura inglesa y holandesa, con coches de época por las calles y una fortaleza frente al mar levantada en el siglo XVIII que no sirvió para proteger a Galle de las incursiones piratas pero sí para evitar un desastre mayor durante el fatídico tsunami de 2004 que arrasó el litoral de Sri Lanka, pero no así la ciudad colonial declarada como Patrimonio de la Humanidad UNESCO en 1988.
Sube al norte, en la zona tamil, en busca de templos hinduístas y playas solitarias
Resulta cuanto menos curioso cómo una gran parte de la isla, la de mayoría tamil (el norte), se escapa de las rutas usuales a Sri Lanka. El hinduísmo se muestra en la gran cantidad de templos y santuarios que se asemejan a los que se pueden encontrar en el sur de la India. Jaffna y la emblemática Punta de Pedro o el ya mencionado Parque Nacional de Wilpattu, con las posibilidades de avistar el leopardo como gran objetivo. En el oriente las playas de Trincomalee están entre las más bonitas del país (Nivali es una de ellas, así como todo el área protegido por el Parque Nacional de Pigeon Island). Y además hay un número mucho menor de turistas.
Se puede decir que la zona tamil de Sri Lanka está aún por descubrir. Y para muchos que hemos estado en el país, un motivo más que válido para regresar. Porque ya lo digo desde aquí. Dos semanas no son suficientes para conocer el país. ¡Hay Sri Lanka para todas las veces que se quiera!
POR SI ACASO, VIAJA SEGURO (Y CON SEGURO)
– Siempre que viajamos al extranjero conviene estar bien cubiertos por lo que pueda pasar, por lo que siempre salimos con seguro de viaje. Y Vietnam no es una excepción. No conviene hacer un viaje de este tipo sin una buena póliza que nos cubra en Sri Lanka ante posibles accidentes, enfermedades o contratiempos que puedan suponernos un sobrecoste (la hospitalización o atención médica en este país para un extranjero es extremadamente cara). En nuestro caso para viajar a Sri Lanka utilizamos el Seguro de viajes de IATI porque nos parece que cuenta con una cobertura superior a la media, te adelantan el dinero si sucede algún problema y ofrecen un trato personalizado. Además se han puesto las pilas con un montón de coberturas anticovid con las que viajar más tranquilos en tiempos de pandemia Los lectores de este blog pueden contratar el Seguro de viajes de IATI que mejor se adecúe a lo que están buscando con un 5% de descuento (que se aplica de forma directa entrando a través este enlace).
Restricciones por el coronavirus en Sri Lanka (Actualizado Febrero 2022)
+ Lo que sí debemos hacer todos antes de viajar es rellenar antes de embarcar un formulario sanitario que podrá descargarse a través de internet en la siguiente url: https://airport.lk/health_declaration/index. (Uno por persona, incluido niños).
Se deberá rellenar un formulario independiente por cada pasajero, incluidos los niños. A la llegada a Sri Lanka, las autoridades de ese país podrán exighir la presentación de una copia digital o en papel del código QR generado tras cumplimentar dicho formulario.
Excursiones organizadas
Si deséais alternar ir por libre junto algunas actividades organizadas a determinados destinos o visitas guiadas privadas a sitios concretos que se prefieren conocer en mayor detalle, aquí tenéis una lista de excursiones que se pueden reservar con antelación.
Todos los relatos del viaje
– Capítulo primero de las Crónicas de un viaje a Sri Lanka: Anuradhapura y «el choque»
– Capítulo segundo de las Crónicas de un viaje a Sri Lanka: El Buda de Aukana y las Cuevas de Dambulla
– Capítulo tercero de las Crónicas de un viaje a Sri Lanka: Sigiriya y la senda de los elefantes
– Capítulo cuarto de las Crónicas de un viaje a Sri Lanka: Polonnaruwa
– Capítulo quinto de las Crónicas de un viaje a Sri Lanka: Kandy y el Templo del diente de Buda
– Capítulo sexto de las Crónicas de un viaje a Sri Lanka: En tren por las Tierras Altas
– Capítulo séptimo de las Crónicas de un viaje a Sri Lanka: Nuwara Eliya y el té
– Safari en el Parque Nacional Yala de Sri Lanka
– Vídeo del Yala National Park desde la trasera de un pick-up
Ha pasado casi una década desde que viajar a Sri Lanka en compañía de un grandísimo amigo (Pablo, se te quiere). Y no me olvido un ápice de todo lo que pudimos vivir en este país. Aunque para eso está la escritura, que en tiempos de confinamiento, puede ser una de las mejores maneras que se me ocurren para viajar sin salir de casa.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
One Reply to “12 lugares imprescindibles que ver en Sri Lanka (Ideas para hacer durante el viaje)”
Madre mía, me parece increíble que hayan pasado ya casi 11 años…
A pesar de los miedos y dudas que me asaltaban ante un viaje como este, para una persona que no había viajado tanto, es sin duda de las mejores experiencias de mi vida. No pudo salir mejor. Solo puedo darte las gracias. Sabes que el aprecio es mutuo. Es un orgullo enorme tenerte como amigo.