Recién llegados del viaje a Sri Lanka (y Qatar)

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Recién llegados del viaje a Sri Lanka (y Qatar)

Se fue el olor a incienso que perfumaba el gran Buda tumbado que nació de las rocas hace más de mil años. Se fue el aroma del té cultivado en las montañas que se abrazaban a las primeras nieblas de la mañana. Atrás quedaron las puertas abiertas y ese suave y sincero gesto en los labios tan lleno de bondad. También lo hicieron las ramas y troncos doblados por el paso inquebrantable de una manada de elefantes tan libres como el mismo suspiro que mecía las palmeras hasta acercarlas a las olas del mar. Todo está de nuevo muy lejos, a una distancia casi impronunciable que llegamos a tocar con las yemas de los dedos y que ahora se nubla en los mapas y en el tiempo. Nuestros pasos los ha borrado la tierra, pero soy capaz de asegurar que esa lágrima llamada Sri Lanka se ha quedado para siempre dentro de nosotros.

Siempre es complicado asumir que el color verde de una Naturaleza atronadora se vuelca en tonos más grises, que hay que buscar de nuevo la paleta y los pinceles. Pero no hay mejor solución que cerrar de nuevo los ojos, apretar los puños con mucha fuerza y volver a soñar. Lo que queda atrás ya está con nosotros. Serán los recuerdos y los deseos quienes den un nuevo equilibro a la balanza de las experiencias. Sólo así lograremos no detenernos en el camino.

Sri Lanka nos ha transmitido entusiasmo, determinación y admiración. Guardo infinidad de historias, anécdotas e imágenes congeladas en el tiempo. Necesito tan sólo unos días para terminar de cultivarlas y mostraros cómo florecerán durante semanas. La vieja Ceilán saldrá a la palestra, y empujará con fuerza al lector a desearla con fervor. Porque muy pocas son capaces de tener tanto como esta isla del Indico. Ahora, que se otean tiempos mejores en el horizonte, el imán dirigido hacia el viajero es poderoso. La atracción hacia ella será irremediable y volará sobre los campos de té, los milagros de la arqueología y la densidad de una vegetación rebosante de verdor… y de vida.

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He vuelto sereno, confiado de haber intentado todo por conocer a este país y a sus gentes. Ahora, lo que he vivido, lo que he disfrutado – que ha sido muchísimo – será escrito con todo mi afán y mi pasión.

Lo primero en venir será un resumen de nuestro recorrido y una Guía práctica lo más completa posible para que pueda servir de cara a conocerla mejor y a dar pistas a los futuros viajeros que crucen el Océano Índico para iniciar su camino en ella. Eso estará muy pronto. Los relatos se sucederán paulatinamente mezclados con las sorpresas que nos seguirán esperando en las próximas semanas. Ya dije que nunca hay que detenerse.

Procuraré que la rutina no me amarre demasiado fuerte y seguir disfrutando de la confianza de tí, lector, para seguir contando historias y nuevos sueños.

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No quisiera decir adiós hoy sin valorar la presencia de mi gran amigo Pablo en esta aventura. Era su «primer gran viaje» y tengo que destacar que ha sido un compañero infatigable y que no ha mostrado ni una sola fisura en su ánimo y en su actitud. Sé que lo ha disfrutado minuto a minuto y que jamás ha dado un paso en falso en un camino que no siempre es recto y despejado. Yo me siento orgulloso de haber compartido con él las maravillas de Sri Lanka y de tener el convencimiento de que lo recordará siempre como un momento verdaderamente único.

Y ahora me pregunto, ¿no deberían considerar Asia como una droga dura? Creo que me tiene atrapado y que la cura no se ha inventado todavía.

Saludos de un recién llegado,

Sele

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