Las lagunas de Villafáfila, un refugio de aves invernantes
Con áspera piel esteparia las extensas llanuras se extienden de forma implacable por la comarca zamorana de Tierra de Campos. De veranos asfixiantes y gélidos inviernos, las miles de hectáreas de cereal salpicadas de palomares de barro persiguen un horizonte enriquecido por un viento que mece la cebada, la alfalfa y el trigo. La monotonía de secano que amarillea el paisaje se rompe tan sólo en las Lagunas de Villafáfila, donde surge un tímido oasis acuático que nadie espera. Al igual que nosotros nos desviamos por la autovía A-6 a la altura de Villalpando, miles de aves provenientes de los fríos imposibles del norte de Europa encuentran aquí su refugio. Ánsares, grullas de paso, avefrías, así como otras muchas especies voladoras, se hacen invernantes en la comarca buscando acomodo en la Reserva Natural Lagunas de Villafáfila donde esperar tiempos mejores para regresar a casa. Por otro lado, aparecen en la lejanía enormes grupos de avutardas cuya silueta se deja entrever al final de una pequeña loma, conscientes de que su gran tamaño es su peor enemigo. Ellas son residentes aquí todo el año. De hecho, ningún lugar del mundo tiene tantas como este corazón inabarcable de cereal y planicie. Por encima vigilan las rapaces mientras que en algunas noches se deja escuchar el aullido del lobo ibérico cuya presencia es sobradamente conocida en los pueblos de la zona.
Para observar y fotografiar estas aves invernantes nos vinimos a pasar un par de días a las Lagunas de Villafáfila, que diseñan una de las mejores rutas ornitológicas existentes en España en esta época. Con la cámara de fotos y, sobre todo, unos buenos prismáticos, nos perdimos entre chapoteos y bandadas multitudinarias con el mercurio de los termómetros muy a la baja.
Ruta ornitológica de invierno en las Lagunas de Villafáfila
Poblaciones de pasado visigodo como Villafáfila, Villarrín de Campos o Revellinos ponen los apellidos a una reserva con mucha solera para los ornitólogos profesionales o todos aquellos que como simples aficionados les guste perseguir el aleteo de los pájaros. No es nuevo que España esté considerado como uno de los mejores países no sólo de Europa sino del mundo para observar aves, puesto que es un lugar de paso, o incluso vacacional, excelente para aquellas especies que huyen de sus respectivos inviernos. Las aves migratorias surcan la piel de toro en busca de un clima más suave en el que resistir el paso de los meses más fríos del año. Las Lagunas de Gallocanta, en Aragón, llevan la voz cantante (sobre todo cuando vienen las grullas), mientras que en voz baja pero firme se establecen las Lagunas de Villafáfila como ese refugio absolutamente imprescindible de aves invernantes.
Nos hospedamos en Villarrín de Campos, en un pequeño hotel rural de tan sólo cinco habitaciones temáticas por continentes. La nuestra lleva el nombre de Asia y se compone se un futón japonés original, un armario con dibujos de kimonos y unos estores fabricados con arroz los cuales se ocupan de sustituir a las cortinas de toda la vida. El hotel rural Laguna del Villardón es uno de los alojamientos mejor situados para salir a explorar la reserva. Pero su fuerte no es ese, sino el conocimiento de la zona de su propietario, Tinín, quien nos dibujó a bolígrafo un mapa con una ruta completísima repleto de recomendaciones que pensamos materializar. Muchas veces nos olvidamos de que el mejor valor e este tipo de lugares es el conocimiento local, incluso más que la infraestructura. Seguimos las indicaciones y consejos de Tinín e iniciamos un recorrido con cosas de nuestra propia cosecha y la improvisación necesaria en estos casos. Lo bueno, es que en vez de un día contábamos con dos para disponer de tiempo suficiente que utilizar para conocer la reserva natural y tener suerte con el avistamiento de los pájaros que estaban en nuestra lista de especies que ver. Lamentablemente uno de nuestros objetivos, las grullas, se nos esfumó en cuanto hablamos con los guardias forestales que nos advirtieron que se quedan tan sólo un par de meses y que noviembre, diciembre y primeros de enero es una época más conveniente para fotografiarlas al atardecer.
Lagunas, miradores y rutas de tierra
La reserva natural de Lagunas de Villafáfila no es extremadamente grande como para perderse demasiado. Siempre a una distancia prudencial de las propias lagunas aparecen miradores en los que sentarse pacientemente a observar con los prismáticos o plantar las cámaras fotográficas. Con paneles informativos y un pequeño techo para refugiarse de la posible lluvia y, sobre todo, del viento que golpea y corta como un cuchillo en pleno febrero, resultan realmente útiles para mirar con tranquilidad a las muchas aves acuáticas que se dejan ver por allí. Una de las primeras paradas que hacemos nada más salir del pueblo de Villarrín de Campos es la Laguna de San Pedro, a mano izquierda (a mano derecha está la Laguna de Salinas o de Villarrín, pero no es tan accesible). Durante casi todo el día en esta estación de observación hay centenares de ánades reales y frisos (los patos de toda la vida), así como de fochas comunes, caracterizadas por ser completamente negras y tener una mancha blanca en las plumas del rostro que se extiende hasta el pico. Son muy habituales en toda clase de humedales y en Villafáfila se dejan ver con bastante asiduidad.
En realidad azulones (ánades) y fochas son las especies con mayor presencia en toda la reserva. Ponen muchos huevos, sabiéndose presas fáciles de algunos depredadores (aunque los cazadores con sus escopetas hicieron más mella si cabe cuando se podían surcar las lagunas en barcas de madera). De vez en cuando otras especies como zarapitos, cigüeñelas (en el estío) o garzas reales se dejan ver también en estas aguas.
Otero de Sariegos y Laguna Grande
La laguna más importante de la comarca es la de Villardón, apodada como Laguna Grande por sus dimensiones. Acoge en invierno a miles de ánsares comunes (más conocidos como gansos), provenientes del norte de Europa. Su presencia es uno de los fuertes de esta laguna, sobre todo al poco de caer la tarde en que se distingue un número ingente de esta especie migratoria que huye de los fríos imposibles de la Europa más septentrional y se refugia en los acuíferos de esta comarca zamorana. A mitad de camino entre Villarrín de Campos y Villafáfila surge una estrecha carretera a mano derecha que se dirige a Otero de Sariegos, un pueblo abandonado con casas y palomares de barro que posee uno de los observatorios más interesantes de la reserva.
El mirador de Otero de Sariegos, que abre de viernes a domingo mañana y tarde, permite tener una visión completa de la Laguna Grande desde una altura destacable para poder observar, sobre todo, a los gansos. Cuando cae la tarde en invierno y empieza a oscurecer el cielo, a partir de las cuatro, es todo un espectáculo ver salir del agua a poblados grupos de estos ánsares comunes que se distinguen con sólo escucharlos. Cuando vuelan juntos esta bandada toma una forma de flecha, siempre con un líder guiando a todos sus acompañantes para buscar un lugar donde pasar la noche.
Una vez hemos visto salir a centenares de gansos de la laguna y surcar los cielos, no está de más darse un paseo por el pueblo en ruinas, poseedor de la arquitectura típica de la comarca y algunos palomares restaurados a los que suelen acudir no sólo palomas sino también cernícalos primilla, especie que se deja ver sobre todo al final de la primavera y durante todo el verano. Nosotros, dado que estuvimos un par de días, volvimos varias veces en distintos momentos del día para asomarnos a la laguna y recorrer los entresijos de este pueblo fantasma que se ha mimetizado por completo con la reserva natural. La despoblación de las áreas rurales en la provincia de Zamora está bastante acentuada y este es un claro ejemplo de ello, aunque se esté dando un uso útil al turismo de naturaleza.
Precisamente en Otero vimos uno de los dos búhos campestres con los que nos topamos en esta escapada ornitológica invernal. A diferencia de otros miembros de su familia, tiene hábitos diurnos, por lo que es más accesible a avistamientos ocasionales. El caso de otros tipos de búhos o las lechuzas es completamente diferente y hace falta tino, y una buena linterna, para poderlos encontrar.
El mirador de Revellinos y las avutardas
La Laguna de Barillos es la segunda más importante de la reserva, y muy del gusto de las grullas que están de paso. El mirador a pie de carretera es ideal para poder fotografiar especies de aves invernantes, aunque durante nuestra estancia no contamos con demasiada suerte para ello.
Más adelante, teniendo que entrar 200 metros por un camino de tierra señalizado, encontramos otro mirador de altura que nos sirvió para contemplar por primera vez a las esquivas avutardas. Es una de las aves voladoras más grandes de la península ibérica, con un peso en los machos que puede llegar a los 18 kilos y una envergadura media de dos metros. Son bastante asustadizas, por lo que siempre se las ve a una distancia de entre 300 y 700 metros, y en cuanto escuchan cualquier ruido, como por ejemplo un coche venir, se marchan más lejos todavía. Son absolutamente conscientes de que su vuelo lento y a baja altura es un filón para los cazadores, aunque actualmente es ave protegida y nunca se caracterizó por tener una carne rica que poner sobre la mesa.
Las avutardas, sobre todo los machos, son muy fotogénicas aunque la dificultad está en que nuestra cámara, por mucho zoom que tenga, llegue a ellas. Hace falta un teleobjetivo inmenso para captarlas bien y mucha paciencia para acercarse lo máximo posible sin que se marchen. Pero el esfuerzo merece la pena. Estamos hablando de que las Lagunas Villafáfilas cuentan con un 10% de la población mundial de avutardas (3.000 de aproximadamente 30.000 existentes en Europa y Asia), lo que se traslada en que no existe mejor lugar en todo el planeta para fotografiar a estas aves estepáridas que se pierden en las llanuras cerealistas de lo más profundo de Castilla.
Si bien la mejor época para ver avutardas es la primavera, con los meses de marzo y abril como estandartes. Dicen los lugareños que en cuanto salen dos días de buen sol y se suaviza la temperatura, los machos hacen lo que se viene a llamar «la rueda», que es el cortejo en el que contonean su plumífera cola como lo hacen los pavos reales para llamar la atención de las hembras. Este deambular con su plumaje trasero en abanico es una de las mejores exhibiciones que podemos ver realizar a un ave en nuestro país. Razón de más para volver a Villafáfila cuando empiece la primavera.
En coche por caminos de tierra
En general durante nuestra ruta ornitológica en las Lagunas de Villafáfila tuvimos bastante fortuna con los avistamientos de avutardas. En los grandes espacios solíamos distinguir su silueta, lo que nos indicaba lo grandes que pueden llegar a ser. Nos eran imprescindibles los prismáticos y una cámara con un zoom bastante considerable. Fue esencial «patrullar» la zona con nuestro vehículo y los cinco sentidos puestos en descubrir grupos de estas curiosas aves que si pesaran poco más no podrían saltar ni a un palmo del suelo. En la carretera opuesta a la del mirador de Revellinos, tomando uno de los caminos de tierra a mano derecha, las vimos en muchas ocasiones, sobre todo al llegar la tarde. Una de las veces llegamos a contar hasta cuarenta ejemplares juntos, los cuales huyeron nada más sentir nuestra presencia dibujando en el cielo un torpe pero imponente vuelo que no venía a durar más que unos segundos de incertidumbre.
En realidad siempre que veíamos avutardas era lejos del agua, en pleno campo de cereal. Son silenciosas en la mayor parte de los casos pero quien ha escuchado a una avutarda sabe que su canto se asemeja bastante a un insaciable sonar de mocos en pleno resfriado.
Además de estas grandes aves esteparias nos resultó sencillo observar distintos tipos de rapaces, sobre todo cernícalos así como otras especies de halcones. Surcando caminos de tierra de aquí y de allá nos cruzamos nuevamente con el búho campestre, quien salió volando a nuestro paso y se posó bastante cerca de nuestro coche. Sus intensos y redondeados ojos amarillos parecían dos grandes focos luminosos que sólo se apagaban cuando giraba su cabeza 180 grados como si no hubiera un cuello de por medio.
Por otra parte hubo una especie que formó parte de nuestro viaje porque no pasó hora en que no la viéramos. Se trataba del avefría Europea, proveniente de zonas más septentrionales de nuestro continente y caracterizada por una cresta de finas plumas por detrás de la cabeza. Su nombre científico (vanellus vanellus) nada tiene que ver con la denominación española de «avefría», que tiene que ver con la circunstancia de que aparece cuando el frío está cerca. En los pueblos siempre fue considerada un ave que presagiaba la llegada de duros inviernos, llegando entre noviembre/diciembre y marchándose en el mes de marzo con la llegada de la primavera. Este pájaro tan elegante viene a posarse en zonas húmedas y sembrados, siempre en compañía de su pareja, que se encuentra siempre a pocos metros de distancia.
La Casa del Parque
Si bien siempre resulta más divertido ser completamente independientes en nuestro recorrido, no podemos marcharnos de la Reserva Natural Lagunas de Villafáfila sin visitar el centro de interpretación o casa del parque (de hecho no estaría de más comenzar por aquí). Tienen en sus instalaciones muchísima información sobre las lagunas y las especies que llegan a ellas en las distintas estaciones del año. Además se puede preguntar directamente a los forestales que lo atienden, quienes nos recomendarán sitios o nos solventarán dudas de cara a mejorar nuestra experiencia en la reserva.
Mejor aún incluso que el centro de interpretación es la ruta que proponen por varias lagunas artificiales donde acuden diariamente numerosas especies de aves. A través de caminos y pasarelas uno completa a pie un recorrido en el que de seguro, no se nos van a escapar algunos de nuestros objetivos. Tienen nada menos que ocho puestos de vigilancia desde los que poder fotografiar tranquilamente a los ánades, las fochas o los gansos si estamos en pleno invierno, sobre todo a estos últimos. El ánsar común o ganso se trata de una de las especies invernantes con mayor presencia en estos acuíferos. Venido de los países escandinavos y bálticos, así como de Holanda, busca refugio en el área de Villafáfila para pasar unos meses. Desde noviembre a marzo se pueden observar multitud de estos gansos bañarse en las lagunas, picar en los sembrados y volar cada mañana y cada tarde formando un gran estruendo.
Lo bueno del itinerario que nos propone en la Casa del Parque es que contamos con mucha más cercanía de cara a observar y fotografiar las aves que allí se encuentren. Lamentablemente sólo abren de jueves a domingo de 10:30 a 14:00 y de 16:00 a 19:00 (en invierno, en verano cierran más tarde a eso de las 20:00 horas). Si es posible es mejor visitarla antes de recorrer por nuestra cuenta las lagunas para contar con más información. Precio: 1´50 euros.
Atentos al amanecer y el atardecer
En un mundo natural en el que gran parte de la vida se desarrolla por la noche, siempre es esencial destacar que los mejores momentos para observar a los animales es al amanecer y al atardecer. Si bien la mayoría de especies que se ven en las Lagunas de Villafáfila son diurnas, es a estas horas cuando se genera todo el trasiego de idas y venidas. Las tardes con la marcha de los gansos son para enmarcar. Si bien siempre las puestas de sol son especialmente bellas en Tierra de Campos, incluso en invierno cuando las nueves negruzcas sobrevuelan los campos de trigo.
Cada amanecer nos marchábamos a un rincón alejado de Villarrín de Campos cuyo nombre y posición exacta no quiero (ni debo) acordarme en el que me advirtieron del paso ocasional de los lobos. En mitad de la nada, fuera de cualquier camino trillado, nos poníamos temprano en un lugar mínimamente alto con nuestros prismáticos preparados y toda nuestra atención. No importaba la baja temperatura si el motivo era poder avistar al huidizo (con razón) lobo ibérico. Las probabilidades de verlo eran de una entre mil y, de hecho, no lo logramos, pero tratándose de uno de mis animales preferidos no cesaré en el empeño de algún día verlo en libertad. Aunque haga tanto frío que todavía ande tiritando.
El monasterio de Santa María de Moreruela
Entre un avistamiento y otro hay tiempo también de variar el concepto de nuestro paso por la comarca. Motivos históricos no faltan en una región con mucha historia tal como han atestiguado documentos y excavaciones arqueológicas. Una visita gratuita que pudimos hacer y que nos encantó es la del monasterio de Santa María de Moreruela, donde llegamos desviándonos un par de kilómetros desde Granja de Moreruela por una carretera muy angosta. Aquí el paisaje es más arbolado y parece algo más fértil que el de las lagunas, razón por la cual se estableció aquí un monasterio en el siglo XII dentro de la famosa ruta de la plata.
Si bien el monasterio está en ruinas debido al desmantelamiento forzoso en las desamortizaciones del siglo XIX, posee un encanto especial. Muy destacable es la iglesia, ya sin techar, con el suelo de césped y una girola o deambulatorio desde el que disfrutar de un ábside sencillamente espectacular. Se conservan parcialmente las celdas de los monjes y lo que debía ser el claustro principal. Hoy día sus gobernantes no llevan hábito sino que son blancos y ocupan las alturas en pesadísimos nidos. Me refiero a las cigüeñas, que no dudan en crotorear a nuestro paso como si estuviésemos invadiendo sus dominios. Perfilando sus hogares elaborados con ramas, ya pasado San Blas, se erigen como las verdaderas dueñas del monasterio. Justo en frente de la iglesia había una arboleda a la que no se podía acceder fácilmente en la cual las garzas reales estaban absolutamente centradas en la construcción de sus nidos. La época de cría comienza a finales de febrero y termina al final de la primavera. El estruendo que formaban denotaba que estaban alteradas con tanta actividad.
Cinco consejos rápidos de cara a visitar las Lagunas de Villafáfila
– Tanto para quienes no seamos demasiado entendidos en aves como los que sí lo sean, recomiendo descargarse la aplicación para el móvil «Aves de España» con absolutamente todas las especies de aves residentes y migratorias en nuestro país (ficha, lugares, canto, fotos, vídeos, etc.) y gran cantidad de información sobre rutas ornitológicas, entre las que se encuentra la correspondiente a este artículo. Versión para Android y para Apple iOS.
– Existe otra aplicación móvil de reciente aparición titulada «Aves de Villafáfila» en la que se concreta más en torno a las especies presentes en esta reserva, así como rutas programadas por la zona para no perder detalle de cara a nuestro viaje. Versión para Android y para Apple iOS).
– La presencia de aves migratorias es mayoritariamente en los meses de invierno, pero durante todas las épocas del año hay motivos para visitar la reserva. En primavera, por ejemplo, tiene lugar el celo de las avutardas (la rueda) y es un espectáculo natural extraordinario.
– La Casa del Parque cierra durante el mes de agosto, cuando en la comarca hace demasiado calor y las lagunas prácticamente se secan. Quizás éste no sea el mes más apropiado para ir a ver las Lagunas de Villafáfila.
– Durante la época de lluvias algunos caminos de tierra no se encuentran en las mejores condiciones y no entra cualquier coche. Por otro lado conviene no confundirse con caminos puramente agrícolas que no tienen que ver con la reserva natural propiamente dicha.
– Se puede hacer una ruta de un día, pero para ir sin prisas lo mejor es hospedarse en alguno de los pueblos de la comarca y así estar desde horas tempranas recorriendo la zona.
La de las Lagunas de Villafáfila se trata de una ruta ornitológica muy recomendable que termina regalándonos mucho más que pájaros. La fiereza de la estepa, como la nada de los desiertos, nos muestra otro tipo de belleza. Más ardua y menos estilizada, pero capaz de convertir lo cotidiano en el más increíble de los escenarios. Aquella no es una mera llanura, es mucho más… y en el invierno se convierte en el paraíso de las aves.
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: No os perdáis los artículos bajo la categoría RINCONES DE ESPAÑA en la que recorremos el país.
4 Respuestas a “Las lagunas de Villafáfila, un refugio de aves invernantes”
Visité las lagunas de Villafáfila cuando estudiaba en la universidad … Si te has quedado con ganas de más, te recomiendo La Laguna de La Nava, en Palencia.
http://es.wikipedia.org/wiki/Laguna_de_la_Nava_de_Fuentes
Si te acercas y necesitas un guía te acompañaré encantado. No dejes de pedírmelo. 😉
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[…] uno de los mejores lugares de España para observar aves migratorias durante el invierno como es la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila, en la provincia de Zamora. Dentro de un paisaje estepario y uniforme del que fuera y es el granero […]
[…] ¿Talavera de la Reina como destino ornitológico? ¡Por supuesto! El curso del río Tajo a su paso por la localidad atrae a numerosas especies de aves. Basta con cruzar el viejo puente romano (o el de Hierro) y uno se da cuenta cómo cambia el panorama completamente. La naturaleza en este punto permite la observación de diversas especies como garzas, cárabos, garcillas, cormoranes, ánades, martinetes, fochas e incluso ánsares (gansos) que no se dejan ver únicamente en invierno con la migración como sucede en otros puntos ornitológicos de interés en tierras castellanas como, por ejemplo, las Lagunas de Villafáfila. […]