Safari fotográfico en el Parque Kruger de Sudáfrica - El rincón de Sele

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Safari fotográfico en el Parque Kruger de Sudáfrica

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El Parque Nacional Kruger se trata de uno de esos lugares del continente africano en que a nadie resultaría extraño que el mismísimo Arca de Noé se hubiese posado al término del diluvio universal. Situado en el nordeste de Sudáfrica y con una extensión de 350 por 60 kilómetros, que sumando hectáreas podríamos llegar al tamaño de Israel, Gales o la provincia de Cáceres, cuenta con una cantidad mareante de animales. La fauna salvaje tiene en el Kruger su paraíso particular con más de 500 especies de aves y 147 de mamíferos, considerándose uno de los mejores parques naturales de África para observar y fotografiar animales. Es aquí donde la palabra safari, que en swahili quiere decir «viaje», cobra todo su sentido y los auténticos apasionados de la naturaleza vuelven a ser niños otra vez para mirar con ojos limpios lo que una vez vieron en televisión o le contaron los libros. Todos los que visitamos Sudáfrica soñamos con el Kruger como ese sitio en el que te acunan por la noche los rugidos de los leones y sientes que te vigilan permanentemente los ojos brillantes del astuto leopardo.

Guepardo en el Parque Kruger de Sudáfrica

Durante mi último viaje a Sudáfrica tuve la ocasión de pasar varias jornadas de safari fotográfico en el Parque Kruger, concretamente en las verdes planicies de la reserva privada de Sabi Sand. Abordo de un todoterreno fui testigo de uno de los mayores despliegues de fauna salvaje que he podido vivir (y sentir) en África. Como si la suerte, cuya única propietaria aquí es la Madre Naturaleza, se hubiese puesto de acuerdo para hacer de cada salida un éxito. Y puedo asegurar que no faltó casi nadie a la cita…

SAFARI EN EL KRUGER DE SUDÁFRICA

Todavía recuerdo cuál fue mi primera experiencia de naturaleza en el África negra. Tuvo lugar en el Delta del Okavango (Botswana) donde tengo intacta la imagen de un enorme hipopótamo saliendo del agua y mirándonos como si fuésemos una mota de polvo en mitad del camino. Estrenarse de safaris en el sur de África no está nada mal porque, aunque no cuentan con la vasta sabana de otros países como Kenia y Tanzania, proporcionan escenas mucho más íntimas. Sobre todo si eres tú quien conduce el coche, como el caso de nuestro grupo de amigos del barrio que decidimos alquilar un 4×4 en Johannesburgo y escaparnos allá por 2009 a Botswana, Namibia, Swazilandia y compañía. Pero de aquel viaje, que lo recuerdo con mucho cariño, me marché con una espina clavada. No había estado en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica, que para muchos expertos es una de las cumbres en cuanto a safaris fotográficos en el continente africano se refiere. Por eso cuando surgió la posibilidad de viajar años después a este país surafricano no podía concebir no pasar por el Kruger sin fotografiar a los cinco grandes.

Mapa del Parque Kruger de Sudáfrica con Sabi Sand destacado

Sabi Sand y la explanada de los guepardos

Casi 19.000 km² es la superficie protegida del Kruger, que limita con Zimbabwe al norte y Mozambique al oriente en lo que viene a ser una continuación del considerado como un parque transfronterizo. El que fuera un auténtico matadero por parte de despiadados cazadores entre el siglo XIX y hasta bien entrado el XX, que disparaban sus presas como el que hace diana en una feria de barrio, se salvó a tiempo antes de que sus pobladores originarios desaparecieran de manera definitiva. Afortunadamente los años y la concienciación paulatina de la gente supuso el intercambio de las escopetas por las cámaras fotográficas. Y hoy podemos decir que el Parque Nacional Kruger se trata de uno de los paraísos de fauna más importantes del África austral.

Leopardo en el Parque Kruger de Sudáfrica

Si bien la mayor parte del Kruger es zona pública en la que los turistas pueden hacerse sus propios safaris de forma independiente, hay diversas reservas de gestión privada dentro del parque en las que se puede pernoctar y organizar desde allí cada una de las expediciones. Una de las más reservas consolidadas aquí es Sabi Sand, con 65.000 hectáreas por las que pasan dos ríos como son el Sabi y el Sand. Hay unos pocos lodges en su interior y la diferencia con la zona pública es que uno va siempre de safari con un ranger al volante, que nunca hay masificación de vehículos ante una misma escena (en Sabi Sand sólo está permitido se lleguen a juntar tres coches a la vez) y que se pueden abandonar los senderos marcados.

Sabi Sand está reconocido como uno de los rincones del Parque Kruger con mayor presencia de fauna y destaca por la suma facilidad de ver y fotografiar animales en libertad. Semejante Coche de Cheetah Plains con el que hicimos el safari en Sabi Sand (Kruger National Park, Sudáfrica)calificación hace que merezca la pena plantearse poner aquí la base de una serie de salidas que suelen hacerse a la mañana temprano y a la tarde, momentos ideales para poder avistar un mayor número de especies que, en su mayoría, son nocturnas. Hay alojamientos de distintas categorías dentro de la reserva y nosotros estuvimos en Cheetah Plains (que significa explanada de los guepardos), un lodge fantástico que sin ser de los más caros de la reserva no estaba falto de detalle alguno. Supimos de él a través, Aventura África, la especialista de viajes a Sudáfrica y otros países africanos que organizó esta expedición y que ofrece este tipo de bases a sus clientes. Dormíamos en cabañas super equipadas dentro de un emplazamiento muy del tipo Memorias de África. No era extraño que se uniese a la cena algún elefante a la luz de la luna o que nos tomáramos el té frente a una manada de búfalos dándose un buen baño en la charca que se veía desde la piscina. Jamás había tenido la ocasión de experimentar un safari de esa manera y reconozco que es uno de esos lujos que merecen la pena darse al menos una vez en la vida. Hay que hurgar en la hucha más de lo normal (aprox 200€/día por persona todo incluido) pero las vivencias que se tienen hace que compense. No cabe la decepción en Sabi Sand ni, por supuesto, en un lugar como Chetaah Plains en el que no sólo te hacen sentir mejor que en casa hospedándote con todos los honores sino que además se ocupan de organizar dos salidas al día (incluidas en el precio) para ver animales con rangers realmente preparados (ese es uno de sus grandes valores) que son capaces de hacerte vivir un safari inolvidable.

Por supuesto, existen opciones más económicas partiendo desde Johannebsurgo y alojándose en un buen hotel (puedes ver un ejemplo de una semana safari en el Kruger haciendo clic aquí).

En busca de los Big Five del Kruger

Resulta tan motivante como divertido marcarse objetivos cuando haces un safari. Quizás el primero de todos que nos pusimos en Sabi Sand, además de encomendarnos a la suerte, fue poder observar y fotografiar a los cinco grandes. Esta denominación de Big Five, proveniente de los cazadores que buscaban sus piezas más preciadas, se refiere a un podio en el que se encuentra el león, el leopardo, el elefante, el rinoceronte y el búfalo. Por supuesto en el Kruger no falta ninguno de ellos. Unos más fáciles de ver y otros más difíciles, pero con paciencia y tiempo se puede lograr el objetivo al 100%. Haciendo cuentas a posteriori en cada una de las salidas que hicimos desde Cheetah Plains (dos diarias) vimos como mínimo cuatro de cinco, pero jamás terminábamos el día sin que nos encontráramos con estos cinco grandes.  Aquí tenéis muestra de ello:

Los leones siempre fueron los reyes

El león es, de largo, mi animal preferido. Y el de muchos que salen de safari. Toparse con ellos en la reserva de Sabi Sand o a lo largo y ancho del Kruger, sin ser lo más sencillo del mundo, es una posibilidad bastante factible. De hecho se calcula que en todo el Kruger hay aproximadamente 2000 ejemplares, aunque cabe recordar que en un espacio bastante importante. Los leones, en la cúspide de la pirámide alimenticia en cualquier Parque Nacional africano que se precie, son de los pocos animales que no se les ve precisamente estresados, mostrando plena consciencia de que su poderío es irrefutable. Quizás por eso los machos duermen a veces más de veinte horas diarias dejando las faenas de caza para las auténticas reinas de la selva, las leonas. Con estos perezosos melenudos nos topamos una sola vez. Había dos bajo un árbol que… cómo no, estaban en plena siesta. Pero que incluso con los ojos cerrados resultaban imponentes. La primera vez que se ve un león macho no se olvida. Nunca.

León macho en el parque Kruger de Sudáfrica

Pero las escenas más impresionantes e inolvidables de nuestra serie de safaris por el Kruger fueron protagonizadas por leonas. Al principio vimos una solitaria caminando por un sendero de arena. Estaba hinchada y su rostro reflejaba estar suficientemente saciada, según el guía porque la noche se había dado bien después de comerse vivo a un búfalo. La seguimos muy despacio, observando de lleno su gruesa panza y unos ojos tan penetrantes como melosos.

Leona en el parque Kruger de Sudáfrica

Pronto aparecieron de detrás de los árboles cuatro compañeras de caza. El coche se vio rodeado entonces de nada menos que cinco leonas para las que no parecíamos ser más que una piedra en el camino. Nos quedamos inmóviles tras pedirnos el guía que no nos levantásemos bajo ningún concepto (premisa a la que cuesta hacer caso cuando tienes a estos prodigios tan cerca de ti) y esperamos ver que hacían. La suerte se había aliado con nosotros. Las cinco se dirigieron a una charca cercana y se pusieron a beber a la vez, dejándonos un sinfín de imágenes para inmortalizar. Y es que una cosa es ver leonas y otra que posen de esa manera…

Leonas bebiendo agua en una charca de Sabi Sand (Parque Kruger de Sudáfrica)

Leona bebiendo agua en el Parque Kruger de Sudáfrica

Uno cuando viaja en busca de la naturaleza más auténtica y sueña con ver animales en libertad, cumple su sueño con escenas como ésta. Sé que depende de la fortuna y de muchos factores, pero estoy convencido de que si se desea algo con muchas fuerzas, acaba siendo realidad. Y entonces eres testigo de la verdad más absoluta que existe, la que nos habla de la vida de todos los seres que pueblan nuestro planeta. Sólo por esa mirada merece la pena el esfuerzo. Ningún intento es en vano…

Leonas en el Parque Kruger de Sudáfrica

El leopardo que vestía su mejor traje

Para muchos el leopardo se trata del Big Five más difícil de ver con diferencia, aunque tengo que reconocer que ya me lo he encontrado en cuatro safaris (a las puertas del Chobe en Botswana antes de que se averiara nuestro coche, en el Yala National Park de Sri Lanka y en dos de las cuatro salidas que os estoy narrando de Sabi Sand). Es silencioso como una sombra, se esconde en la vegetación y vigila sigiloso sus presas desde la copa de un árbol. No le ves llegar hasta que lo tienes a un palmo de tu cara. La elegancia es su bandera y los ojos verdes se clavan de manera consciente e inconsciente en tu memoria.

Si bien en la primera salida por Sabi Sand nos topamos con uno de ellos tumbado bajo unas rocas, no fue hasta el último día cuando lo vimos en toda su plenitud. Fue toda una sorpresa, puesto que estaba caminando tranquilamente por el sendero que partía del lodge a no más de cien metros de donde habíamos pasado la noche. Los primeros rayos de sol acariciaban su lomo a pocos minutos de llegar las cinco de la mañana. Se trataba de la hora de su regreso nocturno, probablemente infructuoso pues su boca no estaba manchada de la sangre de una de sus presas.

Leopardo en el Parque Kruger de Sudáfrica

Andrew, nuestro ranger, adivinó magistralmente sus próximos pasos y se adelantó a los acontecimientos. Sabía perfectamente hacia dónde se iba nuestro amigo. Viajamos con él muy lentamente hasta una hondonada con una charca casi seca y ahí apareció de nuevo el leopardo, que se quedó semitumbado mientras vivimos en silencio su mera presencia. Fueron diez minutos, quizás quince, en los que sobraron todas las palabras. Nada mejor que leer su pelaje de manchas y rogar al cielo nos dedicara una de sus miradas paralizantes. Estar en la casa de uno de los leopardos más grandes de todo el Kruger, según el bueno de Andrew, no es algo que se pueda hacer todos los días.

Leopardo en el Parque Kruger de Sudáfrica

Si bien nos despedimos de él como si no lo fuésemos a ver más, casi al final del safari, cuando ya teníamos la cabeza en la próxima etapa en Ciudad del Cabo, apareció de forma repentina a la izquierda de nuestro vehículo. Abandonó el confort de unos arbustos y por fin se colocó a una distancia de metro o metro y medio de la puerta del coche. De todas las veces que había podido verlo, ninguna había sido tan cerca. Podíamos escuchar cómo respiraba mientras éramos nosotros los que conteníamos el aire.

Leopardo en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica

Grandes manadas de elefantes nos esperan al otro lado

Dicen que el león es el rey de la selva pero ni él ni ninguno de los animales que podemos ver en el Kruger son más fuertes que el elefante (el mamífero terrestre más grande y pesado del planeta). No existe rival para él más allá del ser humano que trafica con marfil. Con una población estimada de 11.000 ejemplares en el Parque Nacional Kruger, es una de las especies pertenecientes a los Big Five que vimos no una sino muchas veces. Su tamaño les delata, así como su costumbre de viajar en manada, salvo algunos ejemplares apartados por el grupo que también se dejan ver en soledad (dicen que son los más peligrosos).

Elefante en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica

De todas las ocasiones en que observamos elefantes en nuestras salidas diarias por la reserva de Sabi Sand me quedo concretamente con dos. La primera coincidió con la hora del baño, en que una buena multitud se congregó alrededor de una laguna. Sus juegos y chapoteos fueron todo un lujo ante nuestras cámaras con las que tratamos de recoger el que probablemente fuera el mejor momento del día para estos grandes paquidermos.

Elefantes dándose un baño en una laguna de Sabi Sand (Parque Kruger de Sudáfrica)

La segunda escena vivida con elefantes con la que me quedo está llena de belleza. Un grupo de cinco o seis elefantes tenía como protagonista a una cría que no llegaba a los seis meses de vida. Iba siempre con su madre, pero en ocasiones se empeñaba en tratar de imitar a todos sus compañeros, a pesar de que su pequeña y débil trompa era incapaz de arrancar una sola rama. Hubo un momento en el que la madre nos dedicó un barrito para recordarnos que mantuviésemos las distancias, moviendo las orejas con gran intensidad. Hasta que de repente el pequeño elefantito se puso delante suya y empezó a imitar los movimientos de su progenitora. Era la manera que tenía de hacerse respetar y comunicarnos sus intenciones si nos acercábamos más de la cuenta. Pero ese Dumbo curioso y visceral que apuntaba tan buenas maneras nos provocó más compasión que miedo. Probablemente estábamos ante el animal más simpático, tierno y hermoso con el que nos habíamos topado en nuestro safari sudafricano.

Bebé elefante en Sabi Sand (Parque Nacional Kruger, Sudáfrica)

Rinocerontes, esos animales antediluvianos

El rinoceronte es una de esas especies que nos trasladan a la prehistoria y que me traen a la cabeza el término «antediluviano» que aplicaba Charles Darwin a la curiosa fauna de Galápagos. El más imponente de los Big Five es, a su vez, el más vulnerable, ya que su gran maldición viene del cuerno que le es arrancado por cazadores furtivos para saciar estúpidas creencias orientales. Más de 300 rinocerontes al año son masacrados sólo en Sudáfrica y si no se detiene esta sangría dentro de veinte o máximo treinta años estaremos lamentando su extinción. Por eso poder observar en libertad al grueso rinoceronte es un premio siempre que se hace un safari en estas tierras. Afortunadamente el Kruger cuenta con 5000 rinocerontes blancos (y unos 300 negros, al borde de la extinción), por lo que las probabilidades de encontrárselos por aquí es mayor que en otras partes de África (también están en Zambia, Zimbabwe, Namibia o Kenia.

Rinoceronte en Sabi Sand, reserva privada dentro del Kruger National Park (Sudáfrica)

De las cuatro salidas que hicimos en Sabi Sand tuvimos un 100% de éxito con los rinocerontes. Siempre los veíamos parejas o incluso con un tercer miembro en el equipo. Como un auténtico regalo pudimos fotografiarlos de cerca en diversas ocasiones. Los calificativos de imponente y maravilloso hilaban todas nuestras conversaciones cuando teníamos de frente a este mamífero que puede superar las tres toneladas de peso.

Rinoceronte en el Parque Kruger (Sudáfrica)

Los búfalos y su gran cornamenta

El quinto Big Five es el búfalo, que no goza de tanta fama como sus otros cuatro compañeros quizás por ser una de las especies más numerosas y fáciles de ver en África. Sólo en el Kruger se calcula que hay cerca de 25.000. Casi siempre van en manada, por lo que cuando nos encontremos con uno solitario podemos irle despidiendo de este mundo porque le quedarán días u horas para estar haciendo la digestión dentro del estómago de varios leones hambrientos. Lo que más impresiona del búfalo es, obviamente su cornamenta. El cráneo de este animal queda al descubierto para formar un arma eficaz contra los molestos depredadores. Los cuernos de los machos son más grandes que los de las hembras y hay que destacar que en equipo son muy pero que muy poderosos. No son precisamente vulnerables como las gacelas Thomson. Si un león va a por ellos no tiene la victoria asegurada.

Búfalos bañándose en Sabi Sand (Parque Nacional Kruger de Sudáfrica)

Durante todas las salidas que hacíamos en nuestro coche de Cheetah Plains los veíamos, aunque no hacía falta si quiera salir del lodge para hacerlo. La charca que se veía desde el bar recibía diariamente la visita de diez grandes ejemplares (todos machos además) para darse un refrescante baño. Al parecer es una cita obligada durante los últimos meses en este lugar, compartida además con un hipopótamo de costumbres arraigadas con el que mantenían una distancia prudencial.

No hace falta ser Big Five para proporcionar escenas memorables en un safari en el Kruger

Uno de los grandes desaciertos que suceden en los safaris tienen que ver con gente que se obsesiona con los Big Five, como si en la sabana no hubiesen más especies animales. No se puede desdeñar a un 97% de los mamíferos ni olvidarse de que más de medio millar de especies de pájaros sobrevuelan el cielo azul que vemos cada día. La fauna del Kruger es tan admirable que si no existieran los cinco grandes todavía tendríamos a nuestra disposición escenas inolvidables con guepardos, cebras, jirafas, hipopótamos, hienas, impalas, gacelas, perros salvajes y un larguísimo etcétera de miembros de honor del PARQUE con mayúsculas de Sudáfrica. Y si no a continuación va una muestra con otros animales que nos proporcionaron vivencias más que emocionantes en todos y cada uno de los días que pasamos recorriendo la reserva de Sabi Sand, que probablemente se trate de uno de los mejores espacios naturales que forman parte del mítico Kruger.

Esa pareja de guepardos

Jamás había tenido la ocasión de ver al guepardo y Sabi Sand tuvo que ser el lugar en que pudiese observar la elegancia del mamífero más rápido del planeta. Durante diez o quince minutos tuvimos a la vista a dos guepardos que eran hermanos, los cuales se ocupaban de marcar su territorio en los árboles que encontraban a su paso. El momento del día era excepcional y hasta la luz se alió con nosotros para poderlos captar en todo su esplendor. ¡Menudo par de bellezones!

Dos guepardos en el Parque Kruger de Sudáfrica

Un mar de impalas viste la llanura

Con 170.000 miembros estimados sólo en el Kruger, el impala es el almuerzo preferido de leones, leopardos, guepardos o hienas. Hay quien dice que no son más que tiernos y deliciosos nuggets en lo más bajo de la cadena alimenticia. Siempre van en grandes grupos y la velocidad es su gran arma, junto a la precaución de todos los pasos que dan. Noviembre y diciembre son meses prolíficos para la cría y por eso nos encontramos con muchos pequeños (buena noticia para los depredadores) que no se separaban de sus madres. A veces su presencia es tan numerosa que parece verse un mar de impalas en plena llanura. Por supuesto les gustan los sitios despejados para estar atentos a posibles sustos y tener campo abierto para huir.

Manada de impalas en la reserva de Sabi Sand (Parque Kruger de Sudáfrica)

Algo muy curioso de los impalas es que cuando detectan una amenaza expanden a través de unas glándulas que tienen en las patas un olor fuerte sobradamente conocido por los miembros de su especie que sirve de alerta ante un peligro inminente.

Donde no lleguen las jirafas… es que no existe

Cuando se va de safari uno de los animales que más gusta ver a todo el mundo es a la jirafa. Sorprenden desde sus andares hasta el característico cuello largo con el que llegan al alimento en las copas más altas de los árboles. Si en Sudáfrica se calcula hay 12.000 jirafas, más de 9.000 son habitantes del Parque Kruger, por lo que no existe mejor lugar en el país para toparse con esta especie cuyo cuello puede llegar a medir hasta dos metros. Aunque es cierto que en nuestro caso sólo vimos jirafas en un par de ocasiones, siéndonos más esquivas de lo previsto. Cierto es que el Kruger es un parque mucho más frondoso que las típica sabana que imaginamos en el Masai Mara en Kenia o el Serengeti en Tanzania, por lo que hay que trabajárselo un poco más para poder ver a los animales.

Jirafa en el Parque Kruger de Sudáfrica

Las cebras, los caballos de los dioses

Siempre me ha parecido que la cebra es una de las especies más fotogénicas que existen en nuestro planeta. Los caballos de los dioses, porque el ser humano jamás fue capaz de domesticarlas ni montarlas medianamente bien, van siempre en manada y al parecer tienen rayas que despistan a los leones, cuya visión no es la mejor, e incluso para evitar las picaduras de la mosca tsé tsé. No fue de los animales que más vimos estando de safari en Sudáfrica, quizás dos o tres veces máximo. Y cuando lo hacíamos casi siempre se encontraban en compañía de otras especies como impalas o ñúes.

Cebra en Sabi Sand (Parque Kruger de Sudáfrica)

El ñu que acababa de nacer

Con 17.000 miembros estimados en el Kruger la de los ñúes es, junto a los búfalos e impalas, la presencia más numerosa en este parque. Aliados con cebras, impalas o gacelas tienen no pocos enemigos que las depredan vorazmente, por lo que siempre se las ve en grupo y en zonas llanas y despejadas para permanecer siempre alerta. Aunque nos encontramos con ñúes en diversas ocasiones hubo una que fue muy especial. Vimos una madre con una cría que debía haber nacido hacía apenas unas pocas horas, probablemente esa misma noche, ya que todavía colgaba de ella su cordón umbilical. Esta especie, así como otros herbívoros de África, tarda apenas unos minutos en ponerse de pie completamente y poder caminar. No pueden permitirse demasiados caprichos ni tranquilidad dado que son extremadamente vulnerables a los ataques de los carnívoros que salivan de sólo pensar el bocado que van a dar.

Ñúes en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica

La hiena que se daba su baño matutino

Las hienas, aunque tienen fama de carroñeras saben cazar muy bien. De hecho son de los mamíferos más inteligentes de África y cuando trabajan en grupo obtienen grandes resultados, a pesar de a primera vista parecen animales contrahechos y torpes (nada más lejos de la realidad). Sólo llegamos a ver una hiena manchada en las cuatro salidas que hicimos en Sabi Sand, aunque se estime que haya hasta 2.000 ejemplares en todo el Parque Nacional Kruger. La encontramos dándose un baño con el cuerpo sumergido en el agua y dedicándonos un gesto que podríamos traducir como «¿Pero y estos qué hacen aquí? ¿No puedo darme un chapuzón sin que nadie me moleste?» No tardó en marcharse a otra parte en cuanto tuvo ocasión.

Hiena bañándose en el Parque Kruger de Sudáfrica

No había tenido la oportunidad de encontrarme con una hiena desde aquella noche en que nos quedamos tirados en el Parque Chobe de Botswana y tuvimos que acampar en una explanada. Han pasado varios años ya desde que estuvieron rodeando nuestras tiendas y una de ellas llegó a acercársenos apenas a un metro y medio de distancia mientras un servidor grababa tembloroso con la cámara.

Nunca subestiméis a una hiena. Nunca. Es la mandíbula más fuerte de la selva, superando incluso a la de los leones.

Pumba, el jabalí verrugoso

Uno de los personajes más graciosos de la película el Rey León es Pumba, inseparable del suricato Timón. Se trata de un facóquero (también escrito facocero) o lo que viene a ser también un jabalí verrugoso, denominación puesta por los ingleses cuando se percataron de que es muy prolífico a que tener verrugas en la cara. Hay aproximadamente 4000 en todo el Kruger, lo le convierte en un avistamiento factible. Nosotros sólo pudimos fotografiarlo en una ocasión en que iba con su cría.

Facóquero madre e hijo en el Parque Nacional Kruger de Sudáfrica

Estos son, a grandes rasgos, algunas de las escenas más hermosas de fauna a las que tuvimos alcance haciendo un safari fotográfico en el Parque Kruger de Sudáfrica o en la reserva de Sabi Sand si concretamos un poco más. Podría haber mencionado también a otras especies que vimos como kudus, hipopótamos, antílopes de agua (waterbucks), montones de mangostas, águilas pescadoras (de cabeza blanca, muy parecida al águila calva que sale en el escudo de los Estados Unidos) e  incluso una civeta por la noche. Se puede decir que tuvimos suerte en todos los sentidos y que vivimos momentos fascinantes con los que siempre habíamos soñado.

Puede resultarte de interés: Reserva con antelación safari de una semana en el Parque Kruger de Sudáfrica partiendo desde Johannesburgo.

Antílope de agua o Waterbuck en el Parque Kruger de Sudáfrica

La fortuna es una condición indispensable para hacer de un buen safari el mejor, pero sólo pensar que estamos en el hogar de todos estos animales que acabamos de repasar juntos hace que merece la pena intentarlo. Siempre nos quedará además ese cielo inmenso africano y los paisajes altamente desgarradores que definen a un continente del que dicen es negro pero que continúa siendo el mapa en blanco de muchos viajeros.

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