Stavanger y el Púlpito del cielo

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Stavanger y el Púlpito del cielo

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Stavanger es una pequeña ciudad situada en el suroeste de Noruega constituida eminentemente por casitas de madera, un gran puerto marítimo y que económicamente es conocida por ser la sede de la principal Industria Petrolera de Noruega. En sus aguas se encuentran algunas de las plataformas más importantes del Mar del Norte, fuente de riqueza para uno de los países con mayor renta per cápita del planeta.

stavangermap por ti.Esta ciudad que compartió con Liverpool la Capitalidad Europea de la Cultura en 2008 está ubicada en un entorno natural incomparable repleto de isletas, verdes bosques, montañas y, por supuesto tratándose de Noruega, de fiordos. Es precisamente un elemento de la Naturaleza el causante de que Stavanger tenga un lugar predilecto para los viajeros, los amantes del senderismo y todos aquellos que gusten de panorámicas de infarto. Decir Stavanger es decir Preikestolen, palabra noruega que viene a significar «Roca del Púlpito» la cual hace referencia a un macizo rocoso que se asoma al Fiordo de Lyse (Lysefjorden) y que tiene una caída de alrededor de 600 metros, proporcionando unas vistas vertiginosas. Las presentaciones en Power point del Preikestolen forman ya parte de esos envíos en cadena de «cosas alucinantes» que, aunque no suelo hacer caso, me dejó boquiabierto.

A pesar de haber estado dos veces en Noruega, nunca había tenido la posibilidad de llegar hasta allí. Fue para un fin de semana de tres días (15, 16 y 17 de mayo) gracias a la festividad de San Isidro (Patrón de Madrid) cuando Rebeca y yo nos hicimos con unos billetes de la compañía holandesa KLM, que con una escala en Amsterdam, nos permitirían llegar a Stavanger en aproximadamente 4 horas. Su precio de 140 euros era una oportunidad para tachar el Preikestolen de la lista de «cosas que ver en la vida».

El viernes 15, después de madrugar mucho, llegaríamos a Stavanger a mediodía con un tiempo maravilloso (Sol y 16ºC) difícil de ver en Noruega y menos en la que es una de las regiones especialmente lluviosas. El día lo aprovechamos para pasear por una ciudad que me pareció realmente encantadora. El casco histórico que rodea al Puerto está compuesto eminentemente por casitas de madera que cubren de encanto la esencia de las viejas ciudades pesqueras.

Uno de sus barrios más pintorescos es Gamle Stavanger (Antiguo Stavanger) que cuenta con alrededor de 150 casas del Siglo XVIII de color blanco.

Lo gordo del viaje, nuestro objetivo más buscado, era subir al Preikestolen, y tal excursión la llevamos a cabo el sábado. A las ocho de la mañana tomamos el primer ferry que enlaza el Muelle Fiskepiren de Stavanger con la población de Tau, desde donde salen los autobuses a Preikestolhytta, la base de donde parte el sendero hacia el Púlpito.

P1060546El camino de subida requiere aproximadamente de un par de horas si se hace con mucha tranquilidad y si no se está acostumbrado a las marchas por la montaña. Aunque es un sendero apto para todo el mundo, conviene ir con un buen calzado porque el terreno no es firme en absoluto.

Tiene un par de subidas un tanto incómodas por su carácter rocoso, pero esto es absolutamente superable y simplemente hace falta un poco de paciencia y de actitud. La recompensa final sin duda lo merece, al igual que los paisajes de los que uno se va jactando durante la marcha.

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Pero es allí arriba cuando de repente, como si de un trampolín se tratara, aparece el Preikestolen para regalarnos un suspiro de respeto, de admiración… y de vértigo.

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Arrimarse al filo, donde comienza la caída de 600 metros es un acto de revelación contra el miedo a las alturas. Nuestros cuerpos se vuelven frágiles y se teme un golpe de viento o un tropezón con improbable solución. Mucha gente se aproxima con valentía al final de la piedra, incluso se sienta como si debajo hubiera una red. Pero allí no hay nada más que el fiordo penetrando en las montañas y formando una de las panorámicas más hechizantes del mundo.

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A nadie parece importarle que la roca del púlpito tenga una severa grieta que parezca que va a soltarse de un momento a otro. Sólo vale respirar profundo, agazaparse, reptar y asomar la cabeza para mirar hacia abajo y suspirar negando con incredulidad que exista un lugar así, tan impactante, tan poderoso y asumir que la subida ha valido la pena.

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El domingo, aún con agujetas de nuestra marcha campestre, nos sumergimos en la Fiesta Nacional de Noruega en la que todos y cada uno de los habitantes de Stavanger bajaron al Puerto ataviados con vestidos de principios del Siglo XIX y un sinfín de banderitas, para conmemorar que el 17 de mayo de 1814 firmaron su Declaración de Independencia. Sin olvidarnos de que la noche anterior un noruego llamado Alexander Rybak había ganado Eurovisión con Record de Votos por su canción Fairytale.

Nosotros no fuimos menos y también celebramos el Día Nacional noruego después de hacernos con un par de banderas de dudosa procedencia.

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Por el momento pongo a vuestra disposición una SELECCIÓN DE LAS MEJORES FOTOGRAFÍAS DEL VIAJE para que os animéis a subir, al menos de forma gráfica, al inconmensurable Preikestolen y disfrutéis de unas vistas que quitan la respiración.

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