
30 julio 2012
Nadando con el gran tiburón ballena en Isla Holbox
En la boca cavernosa del tiburón ballena parecía que cabía por sí solo todo el océano, con México incluido. Su aliento oscuro absorbía todo el plancton que podía mientras que, a su lado, me daba por pensar si no iba a ser yo su próximo plato. En momentos iba despacio pero en otros agitaba su larga cola para seguir avanzando con las rémoras submarinas que no dejaban de perseguirle. No había que perder comba, ya que uno no nada todos…