Qué ver y hacer en Khiva, la ciudad de las mil y una noches

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Viajando a Khiva, la ciudad de las mil y una noches

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Nunca una gota de agua en el desierto fue tan preciada ni tan preciosa. Nunca un contoneo de murallas de barro y ladrillo resultó tan glorioso. Nunca un mar de minaretes y azulejos tuvo esa sintonía de colores hipnóticos. Así es Khiva (o Jiva), otro de esos lugares imprescindibles en la Ruta de la Seda que se ha hecho inmortal a base de Leyenda y huellas sobre la arena. En el extremo suroeste de Uzbekistán, apenas a un paso de Turkmenistán, brota como por arte de magia una ciudad extraordinaria que nos lleva a caminar por un decorado original de cualquiera de los cuentos de las Mil y una noches.

¿Qué ver en Khiva? Breve paseo por la ciudad de Uzbekistán

Dentro de nuestro viaje a Uzbekistán hicimos de Khiva un dormitorio de techos estrellados con vistas directas a nuestros sueños.

Khiva o Jiva, demasiado lejos… demasiado perfecta

Khiva, en castellano Jiva, siempre estuvo demasiado lejos de todo para ser considerado durante siglos como un preciado oasis. Se sitúa entre dos duros desiertos como Kara-Kum y Kizil-Kum, muy próximo al paso fértil del río Amu Daria. Las caravanas arribaban a la ciudad extenuadas tras un largo camino desde Persia y encontraban aquí un lugar donde descansar y comerciar con seda, jade, especias y un largo etcétera de productos. Y, como siempre se ha dicho de la Ruta de la Seda, en estas ciudades intercambiaron algo más que tejidos y víveres. Se mezclaron conocimientos y saberes de países lejanos, se expandió la cultura e incluso la ciencia…

Mujeres uzbekas en Khiva (Jiva)

Aunque la historia de Khiva está también teñida de negro, y es que hasta 1865 fue uno de los principales mercados de esclavos no sólo de Asia Central sino del mundo. Muchos de ellos eran traídos de la actual Kazajistán y se vendían en los aledaños de la Puerta Este. Se dice que las murallas de la ciudad fueron levantadas en tan sólo treinta días por multitud de presos y que la perversidad de algunos de los khanes fue extrema. La tortura y las vejaciones estaban a la orden del día, llegando a oídos de los gobernantes y embajadores europeos que tenían verdadero pavor de acercarse por esta zona.

Muralla de Khiva (Uzbekistán)

¿QUÉ VER EN KHIVA? UN PASEO POR LA CIUDAD AMURALLADA

Recuerdo la primera vez que entramos al corazón fortificado de Khiva, conocido como Itchan Kala (lo que hay extramuros es Dichan Kala). Fue por la Puerta Oeste, la más utilizada por los viajeros que llegan a la ciudad, y desde ahí nos internamos por el eje principal de lo que viene a estar rodeado de 2 kilómetros de gruesas murallas y se convierte de repente en un mundo aparte. Aquello me pareció deslumbrante, como si hubiese descubierto la ciudad por la que Aladino viajaba con su alfombra mágica…

Sele en Khiva (Uzbekistán)

Kalta Minor

Lo que primero destaca de Khiva es un enorme cilindro cubierto de dibujos en azulejo que se sitúa entre dos antiguas madrasas. Su nombre es Kalta Minor y es, en realidad, un minarete inacabado que estaba pensado para ser el más magnífico del mundo musulmán. La idea del Khan que lo originó era que fuera visto a cientos de kilómetros por la enemiga Bukhara pero murió antes de que esto sucediera y sus descendientes, quizás porque se trataba también de una empresa costosísima, no continuaron con su construcción y se quedó como está. Si ya de por sí es impactante, no quiero imaginarme cómo hubiera sido si le hubiesen dejado crecer como había sido pensado.

Kalta (Jiva)

Pero Kalta Minor es tan sólo uno de los más de doscientos monumentos con que cuenta la pequeña Itchan Kala (de la puerta sur a la norte hay 600 metros y de la este a la oeste aproximadamente 400 metros). De ellos se calcula que hasta 50 visitables entre edificios históricos, mezquitas, madrasas, palacios, caravansares y un largo etcétera de las piezas del puzzle de la que fuera capital durante siglos del Reino Corasmio o Khorezm.

Kalta (Khiva, Uzbekistán)

Khiva, joya de la arquitectura árabe en Asia Central

Khiva (pronúnciese Jiva) ha tenido muchos siglos de esplendor, aunque la mayoría de las construcciones que hoy se pueden ver son mayoritariamente del XVIII y el XIX, últimas etapas del khanato. Para la UNESCO la ciudad está dentro de la lista del Patrimonio de la Humanidad desde 1990 por, entre otras cosas, ser uno de los mejores ejemplos de arquitectura árabe que se conservan en Asia Central. De hecho a cualquiera le puede parecer un museo al aire libre o una maqueta demasiado perfecta para ser real. Lo mejor es eso, que es de verdad, de carne y hueso (o mejor dicho de adobe y ladrillo), aunque es posible que se haya desnaturalizado un poco a partir de la llegada del turismo a Uzbekistán.

Callejón de Khiva (Jiva) en Uzbekistán

También influye en la escasa vitalidad de lugares como este la férrea sovietización de Asia Central por parte de la URSS. Uno puede encontrar en Uzbekistán las ciudades que se podrían ver en Irán o Afganistán, pero sin cantos desde los minaretes, mezquitas repletas de gente y madrasas en las que multitud de niños aprenden al son del Corán. Aquí, aunque la gente se declara musulmana en su mayoría, la ortodoxia religiosa está muy lejana. Cierto es que antes de que la absorbieran los rusos tanto Khiva como Bukhara eran poderosos faros de la religión islámica. Pero ochenta años de ocupación e imposición de teorías antirreligiosas fueron suficientes para vaciar los centros de culto y que hoy podamos ver en ciudades como Khiva o Samarkanda que algunas mezquitas son pequeños bazares. Algo que sería inconcebible en otros países menos relajados con sus tradiciones religiosas.

Khiva (Jiva) en Uzbekistán

Hay mezquitas en uso, por supuesto, pero no la mayoría. Y madrasas que hoy día se pueden visitar son museos de la más diversa índole. Incluso no exageraría si dijera que las exposiciones que en ellos realizan tienen un tono un tanto bizarro. Para muestra el museo de ciencias naturales uzbekas, con apenas unos insectos o unos pajarillos disecados sin demasiada fortuna (La fauna de Uzbekistán no es como la del Amazonas, ni mucho menos).

Ciudad de las mil y una noches

Pero Khiva tiene otra cosa… la perfección de su conjunto amurallado, la composición de una ciudad que se ubica muy por encima de nuestros sueños. Por eso cuando oigo la frase de que “parece salida de una ciudad de las Mil y una noches” soy consciente de que no se ha exagerado lo más mínimo. Incluso diría que se podría ser mucho más rotundo todavía.

Mezquita en Khiva (Uzbekistán)

La vieja Khiva no es una ciudad de monumentos imprescindibles, de joyas de ineludible visita… quizás porque no hay diamante que le quite brillo a todo el conjunto que es el verdadero protagonista. El secreto es pasear, esconderse en rincones en busca de una imagen mucho más sublime, fijarse en los matices de una puerta de madera o en una ventana palaciega. Lo que viene a ser nadar en los corredores de un laberinto de adobe, ladrillos y azulejo, buscar la primera luz de la mañana y la última de la tarde. Caminar sin más…sólo eso.

Puerta en Khiva (Ubzekistán)

Algunos imprescindibles que ver en Khiva

Aún así, a pesar de su tamaño y de que el premio esté en dejarse llevar por los detalles, hay unos cuantos lugares que recomiendo ver en Khiva y que, de seguro, engrandecerán una visita a la ciudad corasmia.

Mezquita Juma

La Mezquita de los viernes tiene un patio de columnas de madera realmente prodigioso y al que merece la pena entrar. En total son 212 columnatas las que sostienen la estructura y las cuales están delicadamente talladas, como si cada una de ellas fuese una obra de arte en sí misma. No se encuentran dos iguales y, al parecer, algunas fueron utilizadas en la construcción anterior a la misma, por lo que su antigüedad es manifiesta.

Colomnas de la mezquita Juma de Khiva (Uzbekistán)

Hay muchas mezquitas en la ciudad, pero si me diesen a escoger sólo una a la que poder entrar diría que a esta. También deja ahí la posibilidad de subir a lo alto de su minarete, aunque en este caso escogí el de otra mezquita cercana para observar Itchan Kala desde arriba. Y con una vale, que los escalones de más de medio metro como los de allí pueden “hipotecar” las dos piernas para el resto del viaje…

Foto de Khiva (Uzbekistán)

Minarete de Islam Khodja

Junto a la madrasa del mismo nombre se levanta el minarete más alto de Khiva, con 51,5 metros. Un lugar perfecto para contemplar la ciudad a vista de pájaro, aunque subir hasta arriba me pareció una auténtica tortura. Cada escalón era un obstáculo, un reto que ir cubriendo. Porque no era como subir las escaleras de mi casa ni mucho menos, sino que, para hacernos una idea, había momentos en los que me tenía que apoyar en el siguiente  escalón para poder subir mejor. Y así hasta 112. Me cuesta pensar en el pobrecillo que durante cinco veces al día tendría que subir a llamar a los fieles a la oración con sus cantos. Probablemente cuando estuviera arriba le faltaría el aliento… y el habla.

Minarete de Islam Khodja en Khiva

El premio a tanto esfuerzo son, por supuesto, las vistas que se obtienen desde arriba. Allí pude tocar con las manos un mar de cúpulas y callejones. Era como desplegar un mapa de la ciudad para ponerse a señalar rincones y circunstancias.

Khiva (Uzbekistán)

Por supuesto que subir al minarete merece la pena, pero lo recomiendo hacer a primera hora de la mañana, antes de la llegada de grupos de turistas (y del calor si estamos en verano) que pueden hacer de la subida algo verdaderamente insoportable. Aquella vez dio la casualidad de que era la única persona en estar arriba, por lo que me considero afortunado. Rebeca, no tan amiga como yo a subirse siempre a los sitios, me esperó pacientemente desde abajo e incluso intercambiamos saludos desde los ventanales abiertos del alminar con mejores panorámicas en altura de Khiva (pero no las mejores de Khiva, que están en mi próxima recomendación).

¿Qué ver en Khiva? Breve paseo por la ciudad de Uzbekistán

Kunya Ark, las mejores vistas de Khiva desde el viejo palacio

Es la fortaleza, el Palacio digno del Khan de Khiva, y allá donde una visita a última hora de la tarde, con el Sol a favor y los colores que visten la ciudad en su máximo esplendor, es lo más parecido a regalar un momento mágico al viajero que no olvide en la vida. Levantado en honores a Arang-Khan pero decorado con la mayor suntuosidad posible por Alla-Ulli-Khan, hoy es una visita ineludible en Khiva, con la recargada elegancia del arte islámico destinado a la suntuosidad de un líder y su familia.

Sele en Khiva (Uzbekistán)

Y aunque es cierto que indagar por sus rincones es un placer, el premio se lo lleva quien se asoma a lo más alto de un mirador que deja a sus espaldas una muralla que parece un mar de olas y que muestra la mejor panorámica de la ciudad de Khiva. Aquí está el lugar ideal para hacer fotografías y pasar la última hora de la tarde, cuando Itchan Kala se queda en silencio y la luz se vuelve perfecta.

Muralla de Khiva (Jiva) en Uzbekistán

El paisaje urbano que nos queda de Khiva desde Kunya Ark es auténtica poesía para la vista, la razón por la que uno fantasea con recorrer el mundo y se decide a llegar como sea a este alejado rincón de Asia Central. Durante nuestra estancia en la ciudad pasamos aquí nada menos que tres tardes… contemplando, escuchando el silencio y asimilando que todo aquello es la verdad que nos espera cada día en el fondo de nuestros sueños.

Khiva (Uzbekistán)

Mausoleo de Pahlavan Mahmud

Quizás Pahlavan Mahmud sea uno de los santos más venerados de la ciudad de Khiva. La consideración de santo patrón no tiene la misma similitud que en la religión cristiana. En los países islámicos hay tumbas o mausoleos de doctores, sabios o filósofos que vivieron hace siglos y que tienen una alta consideración entre su pueblo, quienes les llegan a ver como seres especiales con hilos dirigidos hacia Alá. Pahlavan Mahmud vivió entre los siglos XIII y XIV y tiene entre sus ocupaciones conocidas la de filósofo, poeta e incluso luchador y peletero (una combinación curiosa).

Foto de Khiva (Uzbekistán)

La tumba del santo se encuentra bajo una dependencia coronada por una preciosa cúpula turquesa, aunque a partir del Siglo XVII empezaron a enterrarse a altos dignatarios, incluso khanes, alrededor de este mausoleo, formando un complejo funerario de primer orden (con mezquita y madrasa incluida).

Foto de Khiva (Uzbekistán)

Conviene no perderse esta parte emblemática de Khiva y buscarle los pies al gato en rincones y pequeñas cúpulas de barro y ladrillo bajo las cuales descansan miembros destacados del pasado de la ciudad.

Mezquita de Khiva (Jiva) en Uzbekistán

Palacio Tash Hovli

Uno de los edificios más suntuosos de la ciudad, que fuera levantado entre los años 1832-1841 con el trabajo de más de mil esclavos, aunque es cierto que el Khan de entonces mandó ejecutar al arquitecto que le aseguró que tardaría más de tres años en terminar su trabajo (y el cual no se equivocaba en sus precisiones). La intención de la “Casa de piedra”, que es lo que viene a significar Tash Hovli, era ser una alternativa al Kunya Ark, pero mucho más lujosa. Y en cierto modo lo logró. No hay más que fijarse en las columnas labradas al detalle sobre pedestales de mármol o el preciosismo de las cerámicas y azulejos traídos de China que decoran las paredes.

Foto de Khiva (Uzbekistán)

De las 150 dependencias con las que cuenta el Palacio recomiendo fijarse especialmente en el iwan o patio interior, que contiene unos techos de madera policromada que son realmente prodigiosos. Sin duda, un regalo para la vista.

Detalle de Khiva (Uzbekistán)

La tienda de marionetas Ali Baba y los 40 ladrones

No todo tienen que ser monumentos, palacios o edificios religiosos, ¿verdad? Ahí va una recomendación sobre un rinconcito de la ciudad del que escribí un artículo hace algún tiempo titulado La magia de una humilde tienda de marionetas en Khiva. A pocos metros de la Puerta Oeste, en el interior de Itchan Kala, cerca de los pies de Kalta Minor (el minarete inacabado) hay un pequeño establecimiento dedicado a fabricar a mano simpáticas marionetas hechas en papier maché. Se pueden comprar a un precio bastante modesto figuras que representan personas de Uzbekistán, ataviadas con sus trajes tradicionales así como sombreros. Aunque, sin duda, lo más difícil es escoger sólo una.

Marionetas uzbekas en una tienda de Khiva

En nuestro caso nos trajimos envueltos en la mochila dos pedacitos de nuestro viaje a Uzbekistán. Son dos marionetas de la tienda con más encanto de la ciudad de Khiva. Ideal para hacer un buen regalo a un buen precio… Y en la que la tradicionalidad más absoluta permanece intacta.

NOTA PRÁCTICA: La entrada a la mayoría de lugares y museos de la ciudad de Khiva se incluyen en un un pase a comprar en la Puerta Oeste de Itchan Kala. Están excluidas las subidas a minaretes (Islam Khodja o Juma) y el Mausoleo de Pahlavan Mahmud.

¡Será por recomendaciones! Podría estar horas y horas hablando de lugares que me encandilaron, aunque ciertamente no haría justicia con lo que vengo repitiendo desde el principio… el conjunto. Es la totalidad de Itchan Kala la que merece la pena, donde conviene perder la noción del tiempo caminando, visitando uno de los mercados que hay afuera de la Puerta Este (donde en su día lo que se vendía eran esclavos, hombres y mujeres de carne y hueso), sentándose a tomar algo en alguna de las terrazas y, sobre todo, esperar a que llegue la noche.

Hombre con bicicleta en Khiva (Uzbekistán)

En la calma de un cielo repleto de estrellas, cuando los turistas se han marchado antes de la caída del sol, la ciudad de Khiva se queda vacía bajo un silencio sepulcral que emociona. Tibias luces verdes iluminan algunos de los monumentos. Oyes tus propios pasos rebotar en las paredes de ladrillo y azulejo. Es entonces cuando la ciudad de las mil y una noches es toda entera para ti…

Sele

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