Aprendiendo a volar en el túnel del viento de Empuriabrava
Recientemente una conocida marca de refrescos utilizó el siguiente lema para un divertido anuncio de televisión: «La increíble sensación de venirse arriba». Recurro a él porque no encuentro frase más apropiada para definir la primera vez que pude volar en el túnel del viento. En Empuriabrava, (Alto Ampurdán, Girona), junto al lugar donde salté en paracaídas años atrás, pude disfrutar de una de las experiencias más divertidas y adrenalíticas de toda mi vida. Este simulador compuesto por turbinas de viento en un enorme tubo de cristal lleva décadas siendo utilizado por los paracaidistas profesionales para obtener la sensación real de la caída libre y así entrenar sus saltos. Afortunadamente los avances tecnológicos y normativos permiten que hoy día sea utilizado como actividad turística para toda clase de personas que deseen aprender a volar utilizando su cuerpo y así ser capaces de sentirse Superman por unos minutos.
En el túnel del viento de Empuriabrava aprendí a ser consciente de que volaba, de que el más mínimo movimiento de mi cuerpo acarreaba consecuencias que me permitían subir o bajar a mi antojo. Y de que no existen imposibles, sino el tiempo necesario para alcanzarlos.
¿En que consiste el túnel del viento?
¿Pero qué demonios es el túnel del viento? fue la pregunta que me hice la primera vez que oí hablar sobre este artilugio mágico. Conocía su utilización en horizontal para los vehículos de Fórmula 1 como objeto de estudio del rendimiento aerodinámico de los mismos. Pero nada sobre su uso militar o deportivo para quienes practican el paracaidismo. En este caso el túnel es vertical. Y cuenta con flujo continuado y regulable de aire donde los cuerpos pueden experimentar la caída libre sin arrojarse a miles de metros de altura desde un avión. Por un lado permite perfeccionar sus saltos a los profesionales o el «simple» hecho de flotar en el aire como si cayeras del cielo pero con cero riesgos. Lo que resulta ideal para neófitos que no quieren dedicarse a ello pero sí soltar adrenalina por los cuatro costados.
Mi experiencia con Windoor Real Fly Empuriabrava
El primer túnel del viento en España que puede ser utilizado por gente no profesional se encuentra en el corazón de la Costa Brava, Empuriabrava, en plena comarca del Alto Ampurdán y a un paso de lugares con personalidad como Figueres, Cap de Creus, Castelló d’Empúries o Port de la Selva. Y junto a la pista de despegue y aterrizaje desde donde la gente se lanza en paracaídas (con la compañía Sky Dive Empuriabrava). El gerundense, de hecho, es uno de los mejores espacios que existen en toda Europa para practicar este adrenalítico deporte. Precisamente fue allí donde hice mi primer y único salto en paracaídas hasta el momento. Por esa circunstancia en mi regreso al norte catalán me decidí a probar otra cosa. Y en el edificio de Windoor Real Fly que hay junto a la pista, ofrecían exactamente lo que andaba buscando. No me iría de allí sin volar en el túnel del viento.
Precio y reserva
Por un precio que va desde los 49€ se pueden hacer dos vuelos con una duración aproximada de 1 minuto cada uno (que es lo que viene a ser una caída libe cuando saltas en paracaídas). A partir de ahí las posibilidades aumentan en cuanto a turnos, minutajes o la posibilidad de llevarte el vídeo o las fotos a casa y mostrar a los demás cómo fuiste capaz de volar por ti mismo (6,95€ vídeo, 3€ cada fotografía).
Conviene reservar con antelación, aunque no sea estrictamente necesario, para evitar largas esperas en esos días en los que hay mucha gente. Se puede hacer independientemente del tiempo que haga fuera, así que en los días que no hay sol o no salen los aviones para saltar en paracaídas, hay una densidad de público bastante alta, sobre todo en los meses de verano (Web: www.windoor-realfly.com, correo electrónico: reserve@windoor-realfly.com y teléfono +34 972 45 40 40).
Breve clase teórica
Escogí el producto Wind2 (2 saltos + vídeo y fotos) y esperé mi turno durante unos minutos mientras veía a otros volar hasta que Robin, el que sería mi monitor, me llevó tanto a mí como a mi grupo, una familia francesa, a un pequeño despacho para hablar sobre la parte teórica del túnel del viento. La empatía con el instructor es esencial para no ponerse nervioso e ir con confianza de que todo va a salir bien. Por supuesto que el túnel del viento no es peligroso, pero eso no significa que consista en entrar y listo. Hay que saber cómo colocarse, algunas señas para comunicarse con el monitor que entra contigo y unos pequeños trucos para aprovechar el minuto de vuelo al máximo. La posición es vital para no ser un mosquito pegado en el cristal… (en teoría es fácil decirlo, claro).
Tras unos minutos de preguntas, respuestas y practicar posiciones para aplicar durante el vuelo en el túnel del viento me entregaron el traje junto al casco y unas gafas. También unos tapones para los oídos, ya que el sonido de las turbinas es muy fuerte y puede resultar algo molesto. No quedaba más que hacer que esperar el momento. La suerte estaba echada…
Primer vuelo: Tensión y aprendizaje
No fui el primero del grupo en entrar al túnel del viento. Mi puesto fue el tercero, así que tuve ocasión de ver desde una sala de cristal contigua al gran tubo cómo se disponían a volar los demás. Es entonces cuando comprobé el papel del monitor, quien iba colocando a aquellos cuerpos flotando y recordando algunos trucos que había contado en la clase teórica. Esos minutos previos fueron de gran nerviosismo para mí. Por mucha explicaciones hubiese recibido, no podía imaginarme lo que sucedía de verdad dentro del túnel. Era incapaz de pensar cómo sería mi primer vuelo y si no acabaría como un insecto en el cristal delantero de un coche que circula rápido.
Robin me llamó y yo traté de hacerle caso en todo lo que me decía. Me dijo «Déjate llevar y disfrútalo», pasé por la puerta con la cabeza alta y los brazos extendidos hacia arriba y me dejé caer. Pero en vez de darme contra el suelo la potencia del viento, de unos 140 km/h, me mantuvo separado de éste entre uno y dos metros. Estaba tenso al principio y las señales del monitor me parecían un mundo (nada que no hubiera previsto antes). Cabeza hacia arriba, brazos en equilibrio y haciendo fuerza, piernas estiradas…. parecía fácil la teoría pero no lo es. Por fortuna aunque se haga muy mal durante los primeros segundos no pasa absolutamente nada. Para eso está el instructor, que se mueve como pez en el agua (¿o sería mejor decir como pájaro en el aire?).
Cuando vuelas por ti mismo sin que te sujete nadie es algo único. Eso fue sucediendo a medida el tiempo iba pasando y me iba sintiendo más cómodo. Entonces me di cuenta que si miraba hacia abajo subía y si lo hacía hacia arriba bajaba. Ese simple gesto de mentón y mirada me parecía tan divertido que empecé por ahí. Es un minuto pero ahí dentro daba la sensación que los segundos eran eternos. Es una experiencia tan instensa, tan ilógica para la mente humana, que no existen los segundos sino las sensaciones que se van teniendo. Es como cuando aprendes a caminar, que cada paso (y cada coscorrón) te permite ir mejorando la técnica. Con lo de volar sucede exactamente igual.
Segundo vuelo: Confirmación, disfrute y subidón de adrenalina
Mi segunda oportunidad para entrar al túnel del viento no la desaproveché. Dejé toda la tensión acumulada ahí fuera. Ya sabía de qué iba la cosa y me dediqué a disfrutar, a saborear cada instante dentro del tubo. Me encontré tan cómodo y liviano que aunque el viento de la cara no me la estuviese alisando completamente se vería mi sonrisa nada disimulada. Arriba, abajo, a derecha, izquierda… y cuando menos lo esperé mi monitor me llevó a probar el famoso twister. Esta técnica es, como su propio nombre indica, una manera de subir varios metros con los movimientos circulares de un tornado.
Parecía que estuviésemos bailando en el aire. Suspendidos en él estábamos, por supuesto. Ese momento me pareció inenarrable. Ascender tan rápido y bajar sin llegar a rozar si quiera el suelo es algo que cuesta asimilar no sólo ahí dentro sino cuando han pasado ya varios días de tener esta frenética experiencia.
Después el monitor me fue soltando para que diese vueltas yo solo, me mantuviese flotando por mí mismo, aunque la tendencia siempre era arrimarse al cristal (el síndrome insecto seguía latente). Del otro lado me percataba que me tomaban fotos, y no sólo las profesionales que me llevaría a casa sino por aquellos que estaban a la espera de su vuelo y deseaban estar dentro cuanto antes. Por supuesto hay gente que repite, que va perfeccionando su técnica añadiendo minutos en su turno.
Recuerdo que salí del túnel del viento eufórico, con ganas de abrazar a mi monitor quien me aseguró que me había visto muchísimo más relajado que en la primera tanda. No hacía falta que me lo dijera puesto que así lo viví, dejando la tensión a un lado y dedicándome únicamente a divertirme con este reto que no dudaría en repetir las ocasiones que fueran necesarias.
El vídeo de los mejores momentos
Un acierto en todas estas actividades adrenalíticas es que después puedes llevarte el vídeo a casa y verlos una y otra vez. Eso hice (por menos de 7€ en un USB de 4GB) y aquí lo podéis ver maquetado con mis comentarios sobre la experiencia. La repetición de la jugada es una manera de refrescar y volver a sentir lo vivido en el túnel del viento de Empuriabrava. ¿Queréis verlo? ¡Aquí lo tenéis!
Un momento #InCostaBrava
La del túnel del viento fue tan sólo una de las muchas cosas que pude vivir en esta última incursión a la Costa Brava. Muy pronto os seguiré contando cosas como los hermosos pueblos medievales que visitamos, el paseo por el Camino de Ronda entre Llafranc y Calella de Palafrugell o los super conciertos de música de los que disfruté en algunos de los Festivales más importantes que tienen lugar en la provincia durante el verano. Pero ese es otro cantar…
Sele
7 Respuestas a “Aprendiendo a volar en el túnel del viento de Empuriabrava”
Tiene que ser una experiencia única y súper divertida.
Enhorabuena por el blog.
Hola Pilar! A mí me pareció una experiencia divertida y que repetiría las veces que haga falta. De hecho me he enterado que en Madrid van a abrir un túnel del viento de unas dimensiones increíbles. Estaré atento para ir…y volar.
Saludos!!
Sele
Estoy interesada en alquilar dos tubos de aire antes de las navidades. Me pueden mandar precios .por favor. Gracias
Hola! me parece algo súper divertido y mi pareja siempre ha querido Volar!!! quiero darle la sorpresa y comprar una sesión para que pueda practicar lo que tanto le gusta! mi duda es, que al ser la primera vez no me gustaría que se quedase corto ya que al principio supongo que no puedes disfrutar tanto como te gustaría y no sé si comprarle 2 vuelos o 4, o cuantos serían los ideales para una primera vez. Te agradecería que me aconsejases ya que por lo que he leído podrás hacerlo! gracias!! saludos 🙂
Hola Rocío. Pues ya que te animas, píllale el de cuatro. Porque en el primero de lo nervioso que estás, apenas te enteras de lo que estás haciendo. Se empieza a disfrutar el primero.
Es un regalazo super original. Seguro que le encanta!
Saludos,
Sele
Wow tiene que ser increíble! O.O
Yo ya tengo ganas de ir y he visto tantos videos… Me llamo uno la atención y tengo muchas ganas de ir. Aquí https://www.youtube.com/watch?v=nyx4F_wIXSM lo presentan muy bien y me he decidido ir a probarlo, aunque me encantaría ir a Girona y hacerlo alli jajaja. Si me gusta, igual me marco el viaje para repetir y de paso hago turismo.
Gracias por compartir experiencias como estas!! Sirve de mucha ayuda a los demás 😀
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