Paseo en globo sobre Luxor (Vuelo sobre el Valle de los Reyes y otras maravillas de la antigua Tebas)
Cuando aún el sol no había hecho acto de presencia, pero sí dejaba entrever los primeros tonos rosados y anaranjados como preludio a este lado de las montañas de la antigua Tebas, sentimos de repente que ya no estábamos tocando suelo. Iniciábamos así nuestro paseo en globo sobre Luxor, uno de esos deseos en voz alta que se guardan bien amarrados en la mochila de los sueños viajeros. Como coloridas burbujas a la deriva más allá de la orilla occidental del río Nilo, impulsados por un viento fresco pero ligero, divisábamos desde una posición privilegiada algunas de las muchas maravillas del Antiguo Egipto en el costado dedicado a los muertos. Los templos funerarios de Hatshepsut, el Ramesseum o Medinet Habu y, sobre todo, las tumbas que agujerean el conocido como Valle de los Reyes, entre otros muchos sitios arqueológicos, se apreciaban como delicadas miniaturas en un paisaje majestuoso y conmovedor. A vista de pájaro contemplábamos miles de años de una civilización apasionante como es la egipcia. Y, de pronto, llegó el amanecer de manera fulminante para terminar de dorar una postal cargada de Historia y darle merecida magnitud a uno de esos momentos que nunca se olvidan.
Un vuelo en globo por los cielos de Luxor, entre cultivos, desierto, montañas, arena y monumentos fastuosos de la Antigüedad, fue capaz de dibujar lo imposible sobre nuestras pupilas dilatadas por la emoción. Y eso que quizás aún no éramos suficientemente conscientes de dónde nos encontrábamos. De hecho es posible que no lleguemos a serlo nunca.
Como algunos sabéis, me encuentro en Egipto en estos momentos, poco más de un año después de mi primer viaje de autor en dahabeya por el país de los faraones y escasos tres meses del segundo. Y, aunque ésta sería la sexta vez que viajo a esta parte del norte africano en busca de respuestas, son cada vez más las preguntas emergiendo en el horizonte. Por lo que entro en un bucle del que no me veo capaz de salir. De hecho, ni puedo, ni quiero. Porque cuanto antes sea consciente de que de Egipto nunca se termina de regresar, mucho mejor. Así que aquí estoy de nuevo, acompañando a un grupo de viajeros y viajeras lectoras y seguidoras del blog y compartiendo con todos ellos, así como con mi buen amigo Khaled Awad Mohamed, uno de los destinos más fascinantes del mundo en un año como este en el que se conmemoran los 100 años de la apertura de la tumba de Tutankhamon por Howard Carter.
En Luxor accedimos un montón de sitios que podemos tildar de esenciales en toda visita a la antigua Tebas que se precie (Los templos de Karnak y Lúxor, el valle de los Reyes, el de las reinas, el templo funerario de Ramsés II, los colosos de Memnón, etcétera). Pero si algo se ha convertido en imprescindible para alcanzar el sobresaliente en la que fuera capital egipcia durante buena parte de los Imperios Medio y Nuevo es volar en globo por Luxor al amanecer y dejarse llevar por los caprichos del viento para vislumbrar algunos de los principales lugares arqueológicos de la montaña tebana así como la vida campesina de esos lugareños que aún no ejercen de vendedores de souvenirs baratos a turistas.
¿Cómo es un paseo en globo en Luxor? Vuelo a la memoria del Antiguo Egipto
En nuestro caso, así como en el de cualquiera que viaje por estos lares, sea de forma libre o a través de una agencia especializada, la actividad en globo por Luxor debe reservarse con suficiente antelación. De ahí que nosotros lo metiéramos en ruta y asegurásemos las plazas de todos los integrantes de nuestra expedición egipcia. Y es que, aunque son muchos globos los que vuelan sobre Luxor cada día, resulta aconsejable no dejar el tema para el último instante, sobre todo si se desea realizar este paseo en el mejor momento posible, es decir, minutos antes del amanecer. Es entonces cuando se puede gozar de la mejor luz posible para disfrutar y fotografiar los monumentos y paisajes, así como esquivar el fuerte calor que domina esta zona del valle del Nilo durante buena parte del año (aunque en diciembre, enero y febrero las mañanas son bastante frías).
Madrugón y preparación de los globos en el área de despegue
Si bien se realizan varias salidas al día para volar en globo sobre Luxor, conviene asegurarse de realizar esta actividad al amanecer porque, insisto, asegura el mejor momento lumínico y en cuanto a clima de toda la jornada. Pero semejante privilegio requiere de un gran esfuerzo previo consistente en madrugar más que el camión de la basura. Por ejemplo, si en octubre sale el sol a las 5:44 de la mañana y queremos ver salir el sol desde arriba, hay que pensar en levantarse a horas intempestivas tipo las 3 de la madrugada. ¡No queda otra! Por lo que se sale aún con noche cerrada y se llega (o te trasladan) hacia una extensa explanada próxima al valle de los Nobles, en la orilla occidental del Nilo, donde se puede ver una ingente cantidad de globos. ¡Al menos veinte! No sobra recordar que se trata de uno de los vuelos más fascinantes y demandados en globo de todo el mundo, a la altura de los que se hacen en Bagan (Myanmar), Capadocia o Kenia.
El momento del inflado de los globos es parte importante de la experiencia. A los nervios ineludibles, se haya volado antes de esta manera o no, se añade la emoción de ver levantarse estos inmensos aparatos voladores preparados para 16-28 personas más el piloto. Alrededor de los mismos además hay un sinfín de ayudantes para garantizar que el proceso se lleve a cabo de la mejor manera así como para echar una mano a subirse a los pasajeros que poco a poco van ocupando sus cestos, normalmente divididos en cuatro partes, mientras que en el medio se queda el piloto.
Una vez dentro se ofrecen determinadas instrucciones de seguridad y se ensayan los momentos del despegue y, sobre todo, el aterrizaje, cuando hay que agarrarse bien y agacharse un poco. ¡Y nada más! Antes de darse uno cuenta el globo empieza su suave ascenso.
¡Fuera miedos y a disfrutar!
Algo muy usual para quien se decide a realizar un paseo en globo, sea en Luxor o en Segovia capital, tiene que ver con los temores. Pero, por experiencia, después de haber volado en globo en numerosas ocasiones y distintas partes del mundo con gente con miedo a las alturas o, simplemente, terror a volar (entre ellas mi mujer, Rebeca), siempre he visto las mismas reacciones. Hasta el más temeroso se ha sentido estupendamente bien desde el minuto uno y durante toda la travesía. Por alguna razón, quizás porque los vuelos sean muy suaves y exentos por completo de movimientos bruscos o turbulencias (en caso de mal viento los globos no salen bajo ningún concepto) los pasajeros se sienten tranquilos y cómodos, disfrutando por completo de una experiencia fantástica.
Así que una vez nos pusimos a flotar, las personas que podían tener cierto temor o incertidumbre, se olvidaron enseguida de sus inquietudes para preocuparse más por no perderse o dejar sin fotografiar ninguno de los escenarios gloriosos que se abrían a nuestro paso.
Escenarios míticos del Antiguo Egipto en un vuelo en globo sobre Luxor
Lo primero que se distingue nada más despegar es una panorámica espectacular del extremo más septentrional de la montaña tebana, con Deir el-Bahari y el famosísimo templo de Hatshepsut sobresaliendo en terrazas. A un costado es posible vislumbrar el acceso al valle de los Reyes, lo que ayuda además a entender que los antiguo egipcios hallaron un lugar inhóspito, apartado y ciertamente escondido en la aridez monocromática de aquel relieve montañoso exento de vegetación.
Todo lo contrario si nos damos la vuelta, pues la fertilidad del Nilo se aprecia en los extensos campos de labranza y palmerales en un territorio llano e incombustible, pues se lleva cultivando miles de años de manera ininterrumpida. Al fin y al cabo el río no es más que una cicatriz de color verde en los mapas egipcios donde predomina en más de un 90% el territorio desértico.
El sol adelanta su aparición por el este. Y su ascenso resulta lento pero inexorable. No hay nada que lo detenga. Allá donde nosotros sonreímos ante un amanecer conmovedor empeñado en convertir en oro todo lo que toca, los antiguos egipcios veían la creación de una nueva vida. Todo lo contrario que en la puesta de sol, donde se metaforiza todo lo contrario, lo único imparable, que es la muerte, y la cual se simboliza con una colorida despedida en el el yermo y estéril occidente. O, lo que es lo mismo, el desierto, que no deja de serlo durante miles de kilómetros en línea recta hasta alcanzar el litoral atlántico, ya bajo la bandera marroquí. De ahí que las tumbas y templos funerarios egipcios, así como principales pirámides y mastabas, siempre se hallen en el costado oeste del río Nilo.
El capitán del globo aerostático juega con nosotros por medio de ascensos y descensos, los cuales permiten acceder visualmente a distintos ángulos a través de los cuales podamos apreciar o fotografiar extensas panorámicas y objetivos concretos. Salen a la palestra monumentos como el Ramesseum o templo funerario del gran Ramsés II, más hermoso en su ruina por aire que puestos los pies en la tierra. También los orificios de tumbas del valle de los nobles, las lindes de paredes que ya no existen y que marcan un terreno donde aún falta mucho por excavar. Todo ello mientras el sol determina la mejor iluminación posible de los escenarios que quedan a la vista. Madrugar duele, el frío puede picar durante algunos minutos, pero merece tanto la pena hacerlo por gozar de una experiencia semejante. Estamos volando sobre miles de años de una de las civilizaciones más apasionantes que ha vivido nuestro mundo.
Dos grandes estatuas sedentes de Amenhotep III nos indican que nos hallamos sobre los famosísimos Colosos de Memmnón, elaborados con cuarcita de las canteras de Giza y cuyas dimensiones resultan sobrecogedoras. Dieciocho metros de altura y un peso de alrededor de 720 toneladas hacen aflorar la sentencia explícita de Florence Nightingale en sus «Cartas desde Egipto» donde aseguraba lo siguiente: «Los colosos no parecen tan colosales; al contrario, se mantienen acordes con todo lo que los rodea, como si fueran del tamaño natural de los hombres, y nosotros fuéramos los enanos, no ellos los gigantes.»
A sus espaldas, las montañas de caliza cada vez más doradas, permiten contemplar las oquedades de Deir el Medina, el valle elegido por los artesanos de las tumbas ilustres para erigir y decorar sus propios túmulos, como no podía ser menos. Pequeñas joyas condecoradas con la humildad y sapiencia de quienes también quisieron para ellos un poco de la gloria de los llamados a la eternidad. A mano izquierda, una cavidad que abre la roca, adivina la ubicación exacta del conocido como Valle de las Reinas, donde éstas y sus hijos tenían sus hipogeos, no tan imponentes como las de los faraones. Aunque sobrevive una honrosa excepción, la tumba de Nefertari, esposa y amada del gran Ramsés II donde la belleza se apodera de cada centímetro de pared. Quienes conocemos ese lugar de enterramiento, sabemos del efecto que causa la admiración de sus escenas con una policromía tan bien conservada, que no parecen miles de años sino apenas días de la ejecución de semejante obra de arte fúnebre.
El globo se mece siempre en la fina línea que separa los efectos de la fertilidad del Nilo con los rigores del desierto. Hasta que se topa con el templo de Medinat Habu, monumento funerario dedicado a Ramsés III donde éste presume de todos sus trofeos de guerra y se encomienda a la bondad de los dioses. Un esqueleto de pilonos, estatuas, columnas y relieves que se atisban a flote son el preludio de un lento y suave descenso, que juegan con los vientos así como con los tiempos. La precisión no existe dentro de un globo aerostático sino que existen otros condicionantes como la inercia y la tendencia. Éstas, sumadas a la pericia del piloto, constituyen todos los pasos de un aterrizaje muy suave, casi en cámara lenta, que o bien suele dirigirse al áspero suelo desértico o a los terruños de un agricultor que, de repente, se encuentra a dos decenas de turistas invadiendo sus dominios de labranza.
Aterrizaje
Sea como fuere, antes de que toquemos tierra, se escuchan tambores que atisban un recibimiento lúdico. Niños subidos a sus asnos se aproximan a la cesta regados por la curiosidad y la posibilidad de hacerse con alguna que otra libra egipcia. Es momento de las fotos de grupo, si bien no hay brindis de champán como en otros vuelos en globo. Pero queda en todos nosotros la certeza de que el mejor regalo se encuentra en todas y cada una de las escenas grabadas en nuestra memoria. Porque, ni por muy faraones que fueran, pudieron tener esa vista de halcón, ni siendo tan siquiera la representación viviente de Horus en la Tierra, de la cual nosotros sí gozamos.
Y así es, a grandes rasgos, un hermoso vuelo en globo sobre Luxor en la orilla occidental del río Nilo.
Datos prácticos para realizar un vuelo en globo en Luxor
- ¿Cuánto cuesta un vuelo globo sobre Luxor?: El paseo en globo en Luxor al amanecer tiene un precio que ronda los 95€. Su coste es de los más baratos en cuanto a vuelos en globo en otras zonas del mundo. Por hacerlo en Bagan (Myanmar) se pagan más de 300€, al igual que en países como Tanzania.
- ¿Se puede reservar con antelación?: Sí, y se recomienda, para no quedarse sin plaza una vez estemos allí. Aquí dejo un enlace para reservar esta experiencia con todos los traslados incluidos y la posibilidad de cancelar al actividad hasta 48 horas antes.
- ¿Cuánto dura la actividad?: El vuelo en sí tiene una duración de 40 ó 50 minutos. Entre traslados, inflando del globo y demás, hay que contar con mínimo un par de horas.
- ¿Y si el tiempo no es bueno?: Si las condiciones climáticas (sobre todo de viento) no fueran las óptimas, la actividad se cancela para seguridad de los pasajeros y pilotos. Si bien Luxor es uno de esos destino donde hay más días aptos para realizar este tipo de vuelos en globo.
- ¿Da vértigo montar en globo?: Por experiencia, incluso las personas con mucho vértigo, en el globo no sienten dicha sensación.
- ¿Con qué otras cosas puedo combinar un vuelo en globo sobre Luxor?: Las posibilidades para visitar en Luxor son enormes. Aquí tienes una guía práctica con los mejores lugares y actividades que llevar a cabo en esta ciudad.
Agradecimientos
Apenas pasadas unas horas de mi último paseo en globo en Luxor al amanecer, no puedo más que agradecer la compañía de personas como Loles, Maribel, Jara, Pepa, Gabriel, Yedra, Cristina, Ángeles, Fina, Luis, Gemma y Marcela en uno de los vuelos más bonitos que se pueden hacer de esta manera en todo el mundo. Años antes tengo el recuerdo de otros compañeros de experiencia como Rafa, Javi, Mila, Ricardo, Carlos, Auxi, Carmen, María, Isa o Felip. A todos ellos les dedico este artículo.
¡Salud y viajes!
Sele
+ En Twitter @elrincondesele
PD: Todos los artículos de este blog relacionados con Egipto los puedes leer aquí.
One Reply to “Paseo en globo sobre Luxor (Vuelo sobre el Valle de los Reyes y otras maravillas de la antigua Tebas)”
¡He vuelto a hacer el viaje mientras te leía, Sele! Qué maravilla de experiencia, recomiendo a los temerosos (como yo) que se olviden del miedo y se animen a subir. La suavidad del ascenso, el silencio, la luz cambiante al amanecer… no hay vivencia igual.
Desconocía que mi admirada Florence Nightingale había escrito unas cartas desde Egipto, qué sabias palabras las suyas .
¡Un abrazo enorme!