Esperando a Unai, el viaje de nuestra vida - El rincón de Sele

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Esperando a Unai, el viaje de nuestra vida

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No sé por dónde empezar. Quizás lo mejor sea evitar rodeos e ir directamente al grano. Rebeca y yo estamos esperando un hijo. La nueva del embarazo nos sorprendió en plenas navidades, apenas un par de días antes de la nochevieja. Pero hasta que no ha ido avanzando el asunto nos hemos ido reservando la noticia y la hemos contado a cuentagotas. Primero a la familia, a los amigos, a los compañeros de profesión y ahora aquí, en este blog en el que durante once años llevo compartiendo con todos vosotros no sólo viajes sino sensaciones sobre algunas experiencias vitales. Y esta, por supuesto, lo es.

Arranca de ese modo un recorrido muy largo hacía un lugar del que muchos nos han hablado pero que sólo se comprende cuando es el momento de iniciarlo. Empieza el viaje de nuestra vida. Y el destino, en esta ocasión, es niño y se llamará Unai

No os voy a engañar. Yo era de esos que antes aseguraba que no iba a tener hijos ni loco. Durante casi toda mi vida fui poseído por el síndrome de Herodes y descartaba de manera rotunda la opción de ser padre, como si tener descendencia fuera lo más cercano al apocalipsis de una vida independiente y supuestamente libre.

Pero el tiempo, que madura más a las personas que incluso a la fruta, me fue abriendo nuevas perspectivas, nuevos puntos de vista muy alejados de los que tenía con veinte años (y con treinta también). Y entonces empecé a visualizar la posibilidad de ver crecer junto a Rebeca a un pequeñín (o pequeñina) por la casa con quien tirarnos a jugar en el suelo y a quien inculcar todo eso que había ido aprendiendo con los años. Y, entonces, nos ilusionamos juntos con la idea de ser padres. Del nunca jamás al algún día. Del algún día a soñar con un nuevo miembro de la familia. Y de repente estar a punto de iniciar un viaje único en la vida.

Sele y Rebeca

Obviamente la auténtica protagonista en estos momentos es Rebeca. ¡Faltaría más! La futura mamá, a quien ya se le va notando la tripita, todavía no ha terminado de asimilar que a finales de verano seremos tres en casa. Yo tampoco, para qué os voy a engañar. Aunque cada vez que escuchamos el latido del corazón de nuestro hijo en las distintas revisiones del ginecólogo, o le vemos hacer posturitas en una ecografía, nos emocionamos muchísimo.

¡Rebeca está embarazada!

No sé si alguna vez Unai, que ahora está gestándose en el interior de su orgullosa madre, leerá estas palabras. Si lo hace, nos gustaría decirle que nos ha cambiado por completo la vida desde el mimo momento que supimos que estaba en camino, que hemos aprendido a quererle mucho antes de nacer y que haremos todo lo posible para hacerle el niño más feliz del mundo. ¡Tenemos tanto que vivir y compartir juntos! ¡Tenemos tantas ganas de viajar con él y contagiarle nuestra pasión! Pero, sobre todo, tenemos el deseo de ayudar a que sea una buena persona y se sienta orgulloso de sus padres.

Ecografía de Unai

Abrochados cinturones… que vienen curvas. ¡Unai, te esperamos!

Rebeca y Sele

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