Aventura en Marruecos II (Fez, Meknès y Casablanca)
Sin asimilar mi llegada de Londres tan sólo unos días antes me ví envuelto en el Puente de diciembre en otra aventura, en concreto la última 2008. El destino fue Marruecos, casualmente el país donde comencé el año caminando en soledad por las ondulantes dunas del Desierto de Merzouga. Siempre dije que Marruecos es el más cercano de los viajes lejanos, y por ello aceleré mi regreso para lo antes posible, aunque variando la ruta en su totalidad. En esta ocasión se llevó a cabo el recorrido CASABLANCA-MEKNÈS-FEZ, basado en ciudades perfectamente comunicadas por ferrocarril. Dejé la Renault Kangoo, los senderos del Atlas y las Kasbahs de hace un año para sumergirme en lo más profundo de la Medina de Fez, escenario digno de los cuentos de las 1000 y 1 noches. O para ver los restos Imperiales y palaciegos de Meknès, olvidada en el tiempo. O incluso para visitar la majestuosa Mezquita de Hassan II de Casablanca o comer en el Rick´s Cafe que se asemeja asombrosamente al que aparece en la que para mí es una de las películas más legendarias de la Historia del Cine.
Precisamente Casablanca fue el lugar de aterrizaje y despegue en esta segunda aventura marroquí en la que me acompañó Rebeca, que nunca falla ante los grandes acontecimientos.
DÍA 4 DE DICIEMBRE: Salimos pitando por la tarde del trabajo directos al Aeropuerto de Madrid Barajas. Nuestro vuelo de Royal Air Maroc salía a eso de las 20:50 de la Terminal 4, que es un lío y con la que más vale estar con tiempo suficiente. El avión se retrasó hasta las 21:30 por lo que no llegamos a Casablanca hasta las 22:30 (hay que restar respecto a la hora española una hora en invierno y dos en verano). Para ir al hotel que habíamos reservado por internet (Ibis Moussafir) y que se encontraba aledaño a la principal Estación principal de trenes de la ciudad (CASA VOYAGEURS) teníamos 2 opciones: Esperar al tren Casa Airport-Casa Voyageurs (220 Dirhams) o tomar un Grand taxi (opción más cara, se negocia la carrera). A pesar de que no era lo que más nos apetecía, escogimos la opción taxi porque el siguiente tren a la Estación no salía hasta las doce de la noche. Suficiente madrugón nos íbamos a dar al día siguiente como para llegar tan tarde al hotel.
Rebeca, primeriza en Marruecos, experimentó la imprudencia de los taxistas locales con adelantamientos arriesgados, límites de velocidad superados con creces, frenazos sin sentido y una repetitiva utilización del cláxon. Yo no pude hacer más que reirme porque no era en absoluto una experiencia nueva para mí. ¡¡Por fín estábamos en Marruecos!!
Lo que ya no nos sentó tan bien fue que nos dejara en un Hotel Ibis Moussafir equivocado. Y es que hay otro junto a la Estación CASA PORT, que no es para nada donde nosotros habíamos reservado. Así que tuvimos que tomar un petit taxi (tienen taxímetro, que conviene asegurarse que enciendan, y son más baratos. En Casablanca suelen ser pequeños y rojos) para llegar definitivamente a nuestro destino.
Como a la mañana siguiente queríamos viajar a Meknès, nada más dejar las cosas en el hotel nos fuimos a las taquillas de la Estación para comprar los billetes para la primera hora (6:30 AM). Los trenes de la línea Rabat-Meknès-Fez pasan muy frecuentemente por lo que no debe haber problemas para hacerse con los tickets en el último momento. Son muy económicos y se puede escoger entre primera y segunda clase. En los rápidos no hay apenas diferencia entre una y otra (Para consultar horarios y precios lo mejor es consultar la página de la ONCF: www.oncf.ma). El coste de un billete de ida a Meknès desde Casablanca en aquellos días era de 86 Dirhams la 2ª clase y de 128 Dirhams el de 1ª clase. La duración del trayecto era de 3 horas y 15 minutos aproximadamente. El recorrido Casablanca-Fez tenía en cambio un precio de 103 Dh la 2ª clase y de 155 Dh la 1ª clase, con un tiempo aproximado de 4 horas. Marruecos tiene pocas lineas de tren por lo que si el destino elegido está comunicado por este medio hay que aprovecharlo.
DÍA 5 DE DICIEMBRE: El primer problema que nos encontramos nada más llegar a Meknès fue que no teníamos dónde dejar las mochilas. Por temor a un atentado terrorista eliminaron las consignas de las estaciones de tren y autobús. Lo que hicimos entonces fue tomar un taxi al centro (dijimos Bab Al Mansour) y lograr convencer a alguien de un hotel para que nos las guardara hasta las cinco y media de la tarde, ya que poco después de esa hora salía nuestro tren a Fez (18 Dh 2ª clase, 26 Dh 1ª clase, 30-40 minutos de trayecto). En nuestro primer intento en un Riad la cosa funcionó, gracias a uno de esos miles de intermediarios que por unos dirham te consiguen lo que necesites. A partir de ahí ya tuvimos la ciudad para nosotros.
Meknès (Mequínez en castellano) es mucho más pequeña y menos turística que las otras ciudades imperiales conocidas. Esta ciudad próxima a la Volúbilis romana, se creó a partir de una Kasbah o fortaleza de la tribu bereber Meknasa (de ahí su nombre). Su momento de mayor esplendor fue cuando se convirtió en Capital Imperial bajo el Sultanato de Moulay Ismail (1672-1727), quien se construyó allí su Palacio y engalanó la ciudad con los mejores materiales posibles (los cuales preferentemente tenían que ver con los saqueos que llevó a cabo en todo el territorio). Designada en 1996 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO al ser considerada «representativa de un complejo urbano y arquitectónico de una capital del Magreb del Siglo XVII, que combina de manera armónica elementos de diseño y planificación islámicos y europeos»
Meknès nos regaló a primera vista un panorama absolutamente tranquilo, sin apenas falsos guías persiguiendo su pingüe comisión. La calma, difícilmente palpable en Fez o Marrakech, vino a unirse a una serie de atractivos estéticos y monumentales realmente interesantes. Bab Al Mansour, la Puerta más hermosa de Marruecos sirve de frontera sur de la Medina y la Plaza el-Hedim, a las que separa del gigantesco barrio palaciego creado por el poderoso y despiadado Moulay Ismail.
La Zona de Palacio la recorrimos en calesa por 4€ cada uno (1 hora) pudiéndonos parar a nuestro antojo. Es un área bastante grande como para hacerlo caminando, y de esa forma pudimos acceder a los antiguos graneros (Heri es Souani), un majestuoso recinto abovedado donde se almacenaba el grano y se daba cobijo a nada más y nada menos que 12000 caballos del ejército de Mulay Ismail (entrada 10 Dh). El recorrido es muy interesante porque te hace llegar a sitios que de otra forma no se llegaría (P. ej: Lago Agdal Basin). Lo recomiendo a quien tenga pensado ir a Meknès.
En el mismo barrio palaciego, casi a la entrada, se encuentra el que para mí es el mejor monumento de Meknès, el Mausoleo del propio Moulay Ismail (entrada gratuita, 9:00-12:00 y 15:00-18:00), que quiso ser la versión marroquí de Luis XIV y construir su propio Versalles. Sus restos reposan en este Mausoleo acorde a su peso en la Historia del país.
La Plaza el-Hedim no es tan grande o tan concurrida como Djma el Fna (Marrakech), pero goza de buena animación, sobre todo a ciertas horas de la tarde cuando empieza a atraer a bastante gente.
Entrar a la medina por la vertiente norte de la Plaza proporciona suerte segura para encontrar en su pequeño laberinto la Gran Mezquita (cerrada a los no musulmanes como todas en Marruecos a excepción de la de Hassan II en Casablanca) y la hermosísima Madrasa (Escuela coránica) Bou Inania del Siglo XIV a la que se puede entrar por 10 Dirham. La decoración islámica de su patio es sobrecogedora, y las vistas a la ciudad y a la propia mezquita son las mejores posibles.
Callejeamos lo que quisimos por la Medina, como entrenamiento previo de lo que nos esperaba en los dos días que íbamos a estar en Fez, que posee LA MEDINA con mayúsculas. La de Meknès como ya he dicho ni es tan grande ni tan concurrida, pero el visitante se puede sentir más libre de los agobiantes falsos guías que sí que existen en Fez (y muchos).
Por la tarde nos trasladamos en tren a la mágica Fez, donde quisimos homenajear a lo grande el ya viejo 2008 hospedándonos en el Riad Dar Córdoba (www.darcordoba.com), una casa tradicional con aromas orientales y arquitectura andalusí, que se encuentra inmersa en la más laberíntica de las Medinas del Norte de África. Pocas veces en mi vida he estado alojado en un lugar así. Es un Palacete digno de un sultán. Este Riad es propiedad de unos cordobeses, aunque las gestiones del día a día las lleva el joven Moha, un anfitrión que tuvo un comportamiento ejemplar con nosotros.
DÍA 6 DE DICIEMBRE: De los objetivos que nos habíamos marcado, dejamos un amplio espacio para descubrir la esencia de Fez, ciudad que cuenta con la Medina más grande del mundo, y de mucho la más hermosa. Más de 9000 callejuelas y pasadizos recrean un laberinto en el cual extraviarse resulta tan divertido como apasionante. Un viaje en el tiempo a la Edad Media en los que debes apartarte para dejar pasar a las mulas de carga, regatear con comerciantes y artesanos, o simplemente observar cómo los fieles acuden a la Mezquita al resonar el canto del almuecín.
Fez el-Bali, es decir, la Medina, es un universo aparte. El mejor lugar para comenzar la ruta es la Puerta de nombre Bab Bou Jeloud, desde donde salen las dos calles principales que se adentran en la ciudad laberíntica. Nosotros utilizamos de ida la de la izquierda (Talaa Kebira) y de vuelta la de la derecha (Talaa Seghira), aunque como ya he dicho, lo más importante es perderse sin más, dejándose llevar por el instinto, las ganas de sorprenderse y olvidándose de la mucha o poca orientación del viajero. Ésta no sirve absolutamente de nada cuando te sales de las calles principales y te pones a caminar sin rumbo fijo (hay que atreverse… muchos turistas suben y bajan por completo Talaa Kebira y/o Talaa Seghira sin internarse en una mísera callejuela y presumen de haber visto bien la Medina de Fez).
Aunque nos costó muchísimo, nos desprendimos de los falsos guías (la mayoría no tienen ni la mayoría de edad) para visitar la Medina por nuestra cuenta. Éstos insisten hasta la saciedad, hablan y entienden el español perfectamente por muy jóvenes que sean, y no se dan por vencidos (te siguen si es preciso). Si uno no quiere ir acompañado de uno de ellos lo mejor es decir que no necesitáis guía y que no es vuestra primera vez en Fez. Probablemente tampoco funcione por lo que hay que ser pacientes ya que habrá un momento en el que se vaya y os deje tranquilos.
La gigantesca Medina de Fez cuenta con hermosas Madrasas como Bou Inania o el-Attarine y con una Mezquita superlativa como Qarawiyin (la principal, construida en el año 859 por tunecinos, donde caben más de 20000 almas). Pero lo mejor sin duda, lo que jamás se olvida, es ver de primera mano las Curtidurías. Los curtidores que tratan y tintan las pieles de los animales tienen su propio barrio, bien escondido, aunque con algunos dirhams es fácil refrescar las memorias y subir a los balcones de una de las tiendas que dan directamente a los pozos de tinte. Con una hojita de menta para aliviar el pestazo es sencillo observar cómo trabajan en un lugar tan duro como este.
Productos químicos entre los que se incluyen las heces de paloma sirven para crear los distintos colores con los que teñir un futuro bolso, unas babuchas o una cartera. Hay curtidurías en otras muchas ciudades de Marruecos, pero como la de Fez ninguna.
Fez representa la imagen que todos tenemos de una ciudad cualquiera de las 1000 y 1 noches, de Aladino y su lámpara maravillosa, de Ali Baba y los 40 ladrones. Funciona a otro ritmo, a otra velocidad que nada tiene que ver con la de los países occidentales. En Marruecos «prisa mata, amigo». Los bazares y mercados funcionan como hace siglos. El medio de transporte más usado en la ciudad es el burro. Las horas no las marca el reloj sino los distintos cantos llamando a la oración a los fieles musulmanes.
Es por ello que en una ciudad como Fez es tan sencillo realizar fotos buenas. A cada segundo se añade un elemento nuevo que merece una instantánea con tu cámara. Es difícil escapar a la tentación de no sacar al fotógrafo/fotógrafa que llevamos dentro.
Fez no deja indiferente. Te llama, te atrae, te absorbe, te quema, te da la vida. Toda tu vida pasa por delante en un sorbo de té a la menta junto a un buen plato de Tajine.
DÍA 7 DE DICIEMBRE: Por la mañana, después de un buen desayuno sobre cojines en el Riad, quisimos visitar por nuestra cuenta el otro barrio histórico de la ciudad fasí. Me refiero a Fez el-Jdid, donde el sultán Abú Youssef Yacoub construyó su Palacio Real allá por el Siglo XIII. Este edificio lamentablemente no está abierto al turismo, por lo que el atractivo que resta de Fez el-Jdid es el Mellah o Judería.
Hoy en día el Barrio Judío de Fez no quedan apenas familias que profesen esta religión, y está ocupado mayoritariamente por vecinos musulmanes. A diferencia de otras juderías que había visto hasta ahora la de Fez deja bastante que desear. Las viviendas están en un estado de ruina lamentable. La inversión que se está llevando la Medina parece haberse llevado todos los fondos porque en el Mellah apenas se ha trabajado para garantizar su conservación. La ausencia de turistas extranjeros es casi total por lo que la dificultad de no caer bajo la trampa de un falso guía es, si cabe, mayor. Las indicaciones y los mapas no parecen ayudar demasiado en localizar los escasos puntos de interés existentes, por lo que en esta ocasión no tuvimos más remedio que contar con un falso guía local, que por otro lado, nos fue muy útil para sacar todo el jugo de aquel barrio.
Lo primero que vimos fue el Cementerio Judío extendido a lo largo de una colina y apenas separado de los balcones y las ventanas con rejas de las viviendas. Miles de lápidas de color blanco cal, mayoritariamente sin inscripciones, esconden bajo tierra los cuerpos de fieles judíos que vivieron en Fez en los últimos cuatro siglos.
Las tumbas y panteones más trabajados son las de los rabinos, completamente diferentes a las demás. Una de las más grandes y visitadas es la de la niña Solica, considerada una mártir para los judíos de Marruecos, ya que en 1834 rechazó convertirse al Islam, siendo ejecutada por ello.
El guía, que corría que se las pelaba, nos enseñó los ruinosos restos de una escuela donde se estudiaba el Talmud, además de algunas perdidas y oscuras callejuelas de apenas metro y medio de separación entre un edificio y otro. Muchas poseían una estructura de madera semejante a pequeños puentes que comunicaban las casas a ambos lados.
También nos llevó hasta una sinagoga (Ibn Danan) restaurada con donativos de familias hebraicas que conserva en un sótano la bañera donde se celebraban diversos ritos judíos. Para quien no ha entrado nunca en una sinagoga ésta es un buen ejemplo para saber cómo son por dentro. Es lo único que está restaurado en Fez el-Jdid.
Después de ver la catastrófica judería de Fez nos marchamos de nuevo a la Medina para que con «más calma» pudiéramos detenernos a hacer algunas compras. La típica artesanía, los clásicos regalos a los más allegados, el regateo con los sabios vendedores que por mucho que lo intentes, te acaban llevando a su terreno… Rebeca se hizo con alguna que otra pulsera, una bonita mochila de cuero y unas cajitas de nácar. Yo en cambio fui directo a una preciosa daga la cual pagué menos de la cuarta parte de los dirhams que me pidieron en un primer momento. El truco para regatear es no mostrar un interés desmedido por el objeto en cuestión, pedir precio, esperar a que te digan que «por ser tú, te lo dejamos muy barato», y empezar a decir ante sus ofertas que te parece muy muy caro, que no puedes pagar eso. Cuando ya haya bajado un buen pico, tú le sueltas lo que estás dispuesto a pagar (tira muy por lo bajo) y él una de dos, o hace una contraoferta (que será lo normal) o si te has pasado mucho directamente cierra la negociación. Al final se suele llegar a una venta justa en la que por supuesto, ellos nunca pierden. Si consigues convencer al comerciante pero ves que la diferencia de precio no es muy grande utiliza el recurso de decir adiós y abandonar el local. Muy probablemente salga detrás tuyo diciendo que acepta la transacción y refunfuña mientras te lo envuelve en papel de periódico. En los países musulmanes el regateo es lo más habitual. La pericia y la labia de los comerciantes, que aprenden los idiomas que haga falta, hace que sientas que más que comprar una cajita de 6 euros hayas fichado a un futbolista de Primera División para tu equipo.
Por la tarde, minutos antes de que el Sol se marchara para no volver hasta la mañana siguiente, tomamos un taxi a las Tumbas Benimerín (No hay que decir al taxista «Benimerín» sino «Mérinides» porque de lo contrario no lo entenderá y rehusará a llevarte). Este lugar es el IDEAL para observar la mejor panorámica de la Medina de Fez y un atardecer de los que nunca se olvidan. La ciudad está rodeada de colinas y es en el extremo norte donde junto al Castillo-Fortaleza Borj Nord y el lujoso Hotel Les Mérinides se alzan las ruinas de las tumbas y panteones de los jerifaltes de esta Dinastía Bereber que gobernó entre 1258 y 1465 gran parte del territorio Magrebí y otorgó a Fez la capitalidad del mismo.
El atardecer en Fez desde las Tumbas Benimerín es un espectáculo sublime, de lágrima fácil y respirar profundo. Sentados sobre una vieja piedra observamos cómo poco a poco las luces se iban encendiendo, los colores verdes del Islam se realzaban con la incipiente oscuridad y el gran laberinto de más de diez mil calles despedía a un Sol que se escondía sobre las montañas. Desde allí se aprecian los distintos barrios, la inmensa Mezquita Qarawiyin o el pintoresco barrio Andalusí.
Con la llegada de la noche se inauguraba la hora de la oración. En ese momento la totalidad de mezquitas de la ciudad nos regalaron los cantos de los minaretes resonando en la colina, en las piedras centenarias, en la hierba donde pastaban las ovejas. Pocas veces se cierra el telón de un día de una forma tan maravillosa.
Si en vez de por libre prefieres hacer una visita guiada (y en castellano) por Fez y alrededores (incluyendo también las tumbas o la judería) puedes reservarla aquí.
DÍA 7 DE DICIEMBRE: Un taxi cualquiera nos llevó a la Estación trenes de Fez que estaba en pleno proceso de remodelación. Como nos habíamos hecho con los billetes el viernes a nuestra llegada (103 Dh la 2ª clase y de 155 Dh la 1ª clase) tan sólo tuvimos unos minutos en el bar de la estación tomándonos unos deliciosos croissants con un refrescante zumo de naranja. Durante las aproximadamente cuatro horas que tardamos en llegar a Casablanca íbamos con la misma idea en la cabeza desde el principio.
Teníamos que deshacernos de las mochilas durante unas horas y marchar lo más rápido posible a la Gran Mezquita de Hassan II, el verdadero y casi único motivo para visitar Casablanca. No teníamos tiempo para mucho más, ya que debíamos tomar el tren al Aeropuerto a las tres de la tarde para así poner fin a los cuatro días en Marruecos.
Casablanca es una ciudad de extintos aires coloniales que apenas se dejan asomar a las puertas del Atlántico. La más cosmopolita y occidentalizada de las urbes marroquíes es a su vez el motor económico, político y financiero del país. No se parece en absoluto a ninguna de las ciudades imperiales, ni tampoco lo pretende. A Casablanca le robaron el alma, y con ella construyeron la más impresionante y gigantesca Mezquita del Magreb. La de Hassan II, que puede acoger a 20000 fieles en su interior y a otros 80000 en su patio, es el motivo más claro para ir al menos una vez en la vida a Casablanca. Doscientos metros de minarete y materiales de la mejor calidad moldeados magistralmente por artesanos de todos y cada uno de los rincones de Marruecos emergiendo del mar.
Las visitas a su interior son guiadas y se realizan diariamente (excepto viernes) a las 9:00, 10:00, 11:00 y 14:00 por un para nada módico precio de 120 Dirhams (60 Dh. a estudiantes). Nosotros no llegábamos a tiempo para hacer ninguna de ellas pero unas monedas sirvieron para hacer cambiar de opinión al guardia y dejarnos entrar a nosotros solos durante unos minutos y admirar la majestuosidad del monumento.
Cerramos nuestra estancia en Marruecos regalándonos una comida en el elegante Rick´s Cafe, donde sólo faltó Sam y su «You must remember this…a kiss is just a kiss», porque lo demás, era un calco a la película.
Este viaje sirvió para clausurar un año primoroso. Marruecos es el lugar ideal para disfrutar y alejarse de las cotidianidades occidentales. Otro mundo tan sólo a un paso. Espero que pueda haber una tercera parte lo más pronto posible.
Esta es una de las zonas que aparecen en la selección de «20 lugares fascinantes que ver en Marruecos».
Sele
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PD: No te pierdas todos los artículos sobre Marruecos publicados en este blog.
11 Respuestas a “Aventura en Marruecos II (Fez, Meknès y Casablanca)”
vamos sele todavia, sos un campeon. de a poco vas completando otra vez la web. Fuerza fenomeno.
Le estoy echando más horas que a un tonto. Aún queda mucho por migrar y novedades que incluir, pero los primeros pasos se están dando. Gracias por seguir siendo fiel al Rincón de Sele
Mil millones de gracias por estar estar siempre a la altura. El 1 de febrero comienzo el 1er viaje 2010: Fez y Mequínez.
Mucha suerte Jesús. Te van a encantar ambas!!
Seleeeeeeee!!! Vosotros ahora en Indonesia y yo a una semanita de irme para Marruecos… que casualidades de la vida, este año nos hemos decidido por los mismos destinos… a la vuelta hablamos de todoooooooooo!!!
Un saludo.
Puff…otra más que se suma a tu rincón! Será que Córdoba, donde vivo, es medio judía… pero cómo me tira marruecos! Llevo tiempo leyendote, desde que tenías la otra página! Te sigo Sele!
Sele, amigo, yo estoy buscando ofertas de vuelos para viajar a Rabat, ya tengo alojamiento, pero los vuelos desde Paraguay me parecen muy caros, que me sugiere hacer para abaratar costos, mi viaje seria a finales de junio hasta el 5to día de julio. Muy bellas fotos.. Espero su comentario! Gracias.
Hola Ana,
Mira los vuelos a Casablanca y luego tomas un tren a Rabat. Es más fácil y económico. Utiliza los comparadores de vuelos tipo Kayak o Skyscanner, que funcionan bien para ese tipo de cosas y te muestran las mejores fechas para volar al destino que te interesa.
Mucha suerte!
Sele
hola,hola,Amigos,Estoy proyectando con miesposa un viaje a Marruecos.los encontre a uds.y lei sus experiencias en Fez,Meknes y Casablanca.creo que en el 2008.soy de ARGENTINA,De la PROVINCIA DEL CHACO,proximo a la Republica de PARAGUAY.MIS viajes al exterior lo realizo desde ASUNCION.QUE FECHA me recomiendan para viajar a Marruecos.
[…] paso, aunque también es cierto que perderse por completo como uno podría hacerlo, pongámosle en Fez, es algo realmente imposible. Las dimensiones son minúsculas si hacemos comparaciones, pero nadie […]
[…] seguir disfrutando de esos sitios que me permitieran romper por completo con la rutina. Así fueron Fez, Meknès y Casablanca, después Rabat, Asilah, Chaouen y muchos otros rincones fantásticos en los que poner un exótico […]