Los muros de la ex Embajada de Estados Unidos en Irán
El 4 de noviembre de 1979 la Revolución Islámica en Irán le echa un pulso a los Estados Unidos de América del que aún se notan sus consecuencias. La que fuera Embajada americana fue asaltada por más de medio millar de estudiantes, constituyéndose un conflicto diplomático sin precedentes. Los esbirros del Ayatolá Jomeini, de vuelta en el poder en una de las revoluciones más sangrientas y radicales que se recuerdan, secuestraron a cincuenta y dos estadounidenses durante 444 días. Otros seis escaparon y se refugiaron en la residencia del embajador canadiense hasta ser liberdos en una trama esperpéntica que recordó magistralmente la película con tres Oscars de Hollywood, ARGO. La conocida como la crisis de los rehenes nacida con la toma de la Embajada cambió el mundo. Más de tres décadas después, viajando a Irán, pudimos ver in situ lo que queda del edificio diplomático norteamericano, con unos graffitis que nos recordaron el asalto más sonado de los últimos tiempos.
La visita a la ex Embajada de Estados Unidos en Irán fue un paseo por la historia de la Revolución Islámica a través de sus muros, una caza de fotos prohibidas que pintaban una enemistad enquistada.
EL OTOÑO PERSA DE 1979
Teherán no es la ciudad de las mil y una noches precisamente, pero tiene su aquel. Aquella colmena con más millones de habitantes que ninguna otra en Oriente Medio (el último censo dijo que nueve millones, pero extraoficialmente son más), a pesar de ser una ciudad con miles de años de Historia, no posee tantos monumentos históricos y cúpulas maravillosas como las famosas Isfahán, Shiraz o Yazd. Pero toda ella es el pulso de la gente, del Irán actual con un a pie de calle más moderado de lo que nos muestran los telediarios. Y allí pudimos comprobar cómo la gente joven está impulsando un cambio latente que quien sabe si algún día servirá para romper las cadenas de un régimen sorprendentemente impopular en el país de los ayatolás. Lástima el silencio impuesto, la quiebra de libertades y el miedo a hablar más de la cuenta. Si uno indaga en las opiniones personales de aquellos con los que habla en Irán se queda realmente impresionado de cómo el poder de una minoría radical es capaz de callar a tanta gente.
Obviamente la cosa va por barrios. No es lo mismo estar en Mashhad, el lugar del chiísimo más sagrado del país, que en el norte de Teherán, aquella que fue más pudiente y libertina en los tiempos del Shah en el que Irán era más abierto y próspero. La visión de la gente no tendrá seguramente nada que ver. Dicen que la revolución llegó del sur de Teherán, de los pueblos que acusaban ciertas desigualdades, corruputelas varias y la ya consabida intromisión de la CIA en los asuntos políticos, económicos y energéticos iraníes. Pero como ya ha sucedido en no pocas ocasiones en el Medio Oriente (y sigue sucediendo), las revueltas disfrazadas de cambio terminan siendo combustible para radicalismos de todo tipo, en este caso religioso. No conviene olvidar que Jomeini venía respaldado por numerosos gobiernos europeos de izquierdas y no era raro verle entrevistado en la BBC.
Pero el 4 de noviembre del 79 la Revolución de la Revolución dio un nuevo paso que cogió a contrapié al mundo entero. Los hasta entonces amigos de USA irrumpieron en la Embajada de Estados Unidos en Irán, destrozando todo lo que vieron a su paso y tomando como rehenes a más de medio centenar de diplomáticos y trabajadores de aquel país. Sólo unos pocos pudieron escapar entre la algarabía (los de la película de ARGO), mientras que los demás protagonizaron una tensísima crisis de los rehenes siendo mostrados en la televisión con los ojos vendados para sorna de los radicales. El Presidente Carter buscó varios intentos para solventar la situación lo antes posible, pero sus apuestas fallaron. Todavía se escuchan las risas de sus enemigos cuando un helicóptero militar accidentado trucó la conocida como «Operación Garra de Águila» con la que soñó rescatar a los diplomáticos secuestrados.
Finalmente llegó el acuerdo entre un impopularísimo Jimmy Carter, que había perdido las elecciones contra Ronald Reagan, y el régimen de los ayatolás para liberar a los rehenes el 20 de enero de 1981, casi año y medio después de la toma de la Embajada. Pero con esta pequeña tregua no llegó la paz y las posturas de unos y otros se fueron colocando en posiciones cada vez más lejanas. Después el conflicto interminable entre Israel y Palestina, las guerras en Oriente Próximo con Estados Unidos como protagonista, y la velocísima carrera nuclear en territorio persa sirvió para afilarmás aún los cuchillos que ambos países tenían entre los dientes. Sin Jomeini (pero con Jamenei) en el poder, las declaraciones y amenazas del régime clerical cruzan muy frecuentemente el Golfo Pérsico para encontrarse con los alardeos chulescos de los israelitas y la alargada sombra de su hermano mayor en la Casa Blanca. Ahmadineyad no ayudó a calmar las cosas en ningún caso y es ahora con el nuevo presidente electo, Rohani, cuando parece que empieza a verse la luz al final del túnel. La negociación nuclear (de uso civil según Irán y de uso militar según EEUU e Israel) es un tira y afloja con el que se espera las cosas se tranquilicen, por el bien de todos y, sobre todo, de un pueblo hastiado de ser cabeza de turco de sus políticos y de los medios de comunicación que generalizan peligrosa e insolidariamente.
Por eso estábamos convencidos de que ver si quedaba algo de la ex Embajada de Estados Unidos en Irán podía ser como hacer un viaje a la historia de los más de treinta años de revolución. Acercarnos a las huellas de ese otoño persa que tornó en crudo invierno podía mostrarnos imágenes de un lugar que un día fue asaltado por estudiantes, muchos de los cuales, habían sido formados precisamente en universidades americanas. ¿Seguiría vivo aquel odio que cambió el mundo un 4 de noviembre de 1979?
PINTURAS A LA REVOLUCIÓN ISLÁMICA EN LA EMBAJADA DE ESTADOS UNIDOS EN IRÁN
El enorme edificio de la que fuera Embajada americana se encuentra justo a la salida de la estación de metro Taleqani. Nada más subir por las escalerillas del suburbano que salían a la calle nos encontramos con una pintada que decía DOWN WITH AMERICA (Abajo América) que nos situaba exactamente en el lugar del conflicto. Estaba deseando hacer fotografías de todo lo que veía, pero en un primer momento me corté, ya que nos habían advertido seriamente que estaba prohibido, que la policía estaba muy atenta y además había dos cámaras apuntando precisamente allí. Pero eso fue en un principio, ya que después, con disimulo y discrección traté de inmortalizar lo que nos estábamos encontrando en las paredes.
Impresionados con la extensión de la antigua sede diplomática estadounidense caminamos alrededor del conjunto amurallado porque no podíamos hacer más que eso. Al parecer en su interior hay un museo dedicado al espionaje del Gran Satán, que es como siempre se han referido los ayatolás a EEUU, pero sólo se abre al público en contados días al año (dicen que del 1 al 10 de febrero). Debíamos conformarnos en ser testigos de un lugar importantísimo en la historia reciente de Oriente Medio, que no era poco.
Encontramos escenas inmortalizadas en parte de un muro que parecía haber sido repintado no hace demasiado tiempo. Al parecer años antes eran muchos más los mensajes y soflamas en contra tanto de Estados Unidos como de Israel. Aquella muralla que protegió durante mucho tiempo territorio americano era el mejor papel posible para pancartas e insultos en contra de un enemigo íntimo que una vez fuera un queridísimo aliado. Pero no eran pocas las pintadas que recordaban esa enemistad de la que se nutren los radicales islámicos que mueven los hilos en el país persa.
Nos llamó mucho la atención la imagen repetida de una calavérica estatua de la libertad sosteniendo una roído estandarte de barras y estrellas. A su lado lo que a todas luces era el Capitolio norteamericano en Washington estaba coronado por una bandera de Israel. El mensaje no podía ser más evidente, y por ello pudimos verlo hasta en tres versiones distintas.
Un Jomeini pensativo con su clásico atuendo y turbante negro paseaba por aquella calle tras los colores de la bandera de la República Islámica de Irán, símbolo de un régimen teocrático en el que la religión lo inunda absolutamente todo. El fallecido ayatolá enarboló un cambio que aún no se ha terminado de digerir del todo, sobre todo por el recorte excesivo de las libertades.
La imagen de Jomeini y Jamenei, así como mensajes religiosos o políticos inundan las calles de todas y cada una de las ciudades y pueblos iraníes. Megalómanos e iconoclastas de sí mismos, pecan de los mismos delirios de grandeza que los dictadores de todos los tiempos y todas las ideologías. Esta Revolución abrigada con los velos negros de una imposición y un control de las palabras, obras y pensamientos, ha hecho retroceder a Irán varios siglos. Y no precisamente a los tiempos del Imperio persa de Darío I, Ciro el Grande, sino a algo muchísimo peor y anacrónico que nada tiene que ver con el siglo en el que nos encontramos ahora.
Paso a paso la muralla nos descubrió un escudo de piedra de los Estados Unidos. A pesar de haber sido piqueteado y golpeado, aún se reconoce la silueta del águila calva que sostenía el cintillo con el lema en latín «E pluribus unum» que viene a significar «De muchos, uno». No puedo negar que me causara una inmensa sorpresa que sobreviviese, aunque dañado, aquel símbolo.
Recuerdo que estando prácticamente en la entrada, asomándonos a unos descuidados jardines y al mastodóntico edificio que un día hiciera de Embajada, salió de repente un chico joven que se dirigió hacia nosotros y enseguida nos preguntó amablemente si necesitábamos alguna ayuda. Estuvimos hablando un rato con él y le comentamos nuestro interés en tomar algunas fotografías de las pintadas de los muros, aunque éramos conscientes de que estaba prohibido y podía suponernos un problema. En voz baja nos apartó de la puerta y nos recomendó que cruzáramos al otro lado de la calle, en la acera de enfrente, y que discretamente hiciésemos fotos desde allí, donde no hay controles de vídeo. Y gracias a él y a Isaac, que ayudó en la estrategia haciendo de modelo de unas fotografías en las que nunca saldría, pude traer hasta aquí lo que quedaba de la Embajada de los Estados Unidos en Irán, sobre todo, en cuanto a los mensajes que seguían dedicándole algunas personas décadas después de la crisis de los rehenes.
No es la visita a ningún museo, ni a una mezquita con la finísima decoración que le daban los safávidas a sus construcciones. Pero es la pasarela de una historia que aún sigue dando coletazos y que, por tanto, merece la pena conocer y hacer. Aquel asalto a la Embajada supuso un antes y un después del que aún se están pagando las consecuencias. Todavía parecen escucharse los gritos rabiosos de los estudiantes, curiosamente educados en los Estados Unidos, que en 1979 dieron un paso hacia adelante y cinco (siglos) atrás.
Estoy convencido que alguna vez más de un museo recogerá trozos del viejo y pintado muro de la ex Embajada de Estados Unidos en Irán. Pero, por si acaso las guardo con llave en el cajón de mi memoria viajera. Es Historia, al fin y al cabo…
Sele
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PD: Si te interesa Irán te recomiendo no te pierdas la Guía práctica del viaje a tierras persas.
8 Respuestas a “Los muros de la ex Embajada de Estados Unidos en Irán”
El arte en las calles siempre ha sido la mejor forma que el pueblo tiene de expresarse, gracias por el post aprendemos mucho leyéndote.
blog.weareroamers.com
Curisoso sitio!!! Me encantaría poder conocerlo en persona ya que me llama mucho la atención, aunque lo veo sumamente dificil…
Saludos
Me ha encantado este artículo. Enhorabuena!!
La verdad es que lo que se ve en las fotos y la «propaganda oficial» van por un lado y el día a día y quehacer de la gente, por otro. Ni en Teheran ni en el resto de Irán se observa animadversión hacia occidente o USA. O al menos, eso es lo que palpé yo.
Gracias por compartir con nosotros este artículo! Nos han encantado las imágenes. El arte urbano es el mejor reflejo de la sociedad actual. Un saldudo
Muy interesante! Esperamos verlo dentro de nada con nuestros propios ojos. Ya hemos empezado la cuenta atrás y nos quedan días para llegar a Irán. Que ganas tenemos! Felices fiestas y que el año te traiga muchos viajes! Saludos
yo trabajo en el museo
[…] visita igualmente interesante fue la que nos llevó en metro hasta la antigua sede de la Embajada de Estados Unidos, la misma que fue asaltada en 1979 (si habéis visto la película de ARGO os sonará), suponiendo […]