Guía práctica del viaje a Irán I: Ruta y momentos únicos - El rincón de Sele

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Guía práctica del viaje a Irán I: Ruta y momentos únicos

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Un intenso aroma a incienso y azafrán se cuela entre las rendijas de azulejo de una de esas mezquitas anónimas coronadas por una cúpula más azul que el mismo cielo. Mientras tanto languidece un canto desde el minarete para recorrer cada una de las callejuelas de barro hasta el bazar y perderse en el bullicio. Nos encontramos en Irán y pensamos en voz alta que en el mundo aún quedan lugares auténticos de los que jamás se regresa. Esto es lo que me ha sucedido con el hechizo que se ha venido conmigo de la antigua Persia, uno de los destinos que llevaba soñando toda la vida y que he tenido la suerte de conocer después de tres semanas viajando por este país del Medio Oriente. Suspiros de Bam, ejércitos de piedra surcando Persépolis, ciudades de las mil y una noches como Isfahán o Yazd, santuarios históricos (e hipnóticos) que siguen vivos en Mashhad, Qom o Shiraz, y desiertos fabulosos y, a la vez, desconocidos como los Kaluts en el sudeste. Sin olvidar, por supuesto, que la la gente es el secreto mejor guardado de todos porque la hospitalidad es la definición más pura de los persas que conozco. De todo esto sale un extraordinario viaje a Irán que busca huir de los prejuicios para mostrarse tal y como es.

Cúpula de Mahan (Irán)

He preparado una breve Guía práctica del viaje a Irán para que pueda serle de utilidad a otros viajeros que quieran profundizar en el país. En la primera parte podréis leer  sobre recorrido y mejores momentos para ir tomando nota de qué hay que ver y hacer en Irán, lo que no hay que perderse por nada del mundo en tierras persas. Me gustaría que nos acercásemos juntos a desvelar los entresijos de una aventura a la que siempre había aspirado y terminó convirtiéndose en realidad…

IRÁN: VIAJE HACIA A LA AUTENTICIDAD Y A LA HISTORIA

La República Islámica de Irán, un país tres veces más grande que España situado en el corazón de Oriente Medio, posee tanta historia antigua y reciente que es complejo asimilar todo lo que le ha sucedido en los últimos cuatro mil años. Incluso en sus últimas tres décadas, con la Bajorrelieves de Persépolisrevolución de la revolución llevada a cabo por Jomeini y un régimen clerical y radical que hace que se siga hablando en los medios de comunicación más de la cuenta sobre una partida de ajedrez en la que todas las fichas son negras y el jaque mate nunca es a la reina sino a los peones que aguardan en silencio tiempos mejores. Pero mucho antes de que se impusiesen el velo y el chador, las declaraciones corrosivas de Ahmadineyad o un inasumible problema nuclear, Persia siempre estuvo de relumbrón. En una zona de la que nacieron algunas de las más importantes civilizaciones se pasearon los elamitas, medos o aqueménidas, con el fulgor «cuneiforme» del Imperio persa y Ciro el Grande obteniendo la inmortalidad, o Darío I iniciando esa Persépolis con la que aún sueñan todos los viajeros. Pero además después pasaron las huestes de Alejandro Magno que «helenizaron» el país, los partos y sasánidas y, por supuesto, los árabes, que introdujeron el Islam, su alfabeto y expandieron el farsi por todo el territorio. Más adelante las tropas mongolas de Genghis Khan y timúridas comandadas por el gran Tamerlán, atrajeron aires nuevos provenientes de una reluciente Samarkanda, dentro de la actual Uzbekistán.

Los safávidas, que además de cambiar el sunismo por el chiísimo como religión mayoritaria, gobernaron entre los siglos XVI y XVIII, e impulsaron la creación de algunas de las mejores obras de arte que posee el país. Es el momento del esplendor de Isfahán o Shiraz, del levantamiento de las mezquitas más bellas y perfeccionadas de todo el Próximo Oriente, con una adhesión de estilos y maneras que no hicieron más que embellecer una región del mundo de por sí hermosa y de la que todos hablaban. Porque Persia se dejaba ver y sentir como parte de una ruta mítica como la de la seda. Sus senderos fueron atravesados por Marco Polo e infinidad de mercaderes venidos de Turquía, Jordania, India, Afganistán, China o la propia Uzbekistán (muchos de estos países no existían con tal denominación), dado que en ese instante en el que las rutas comerciales terrestres eran esenciales para comprender el mundo y compartir saberes Irán estaba en la mitad de todos los recorridos posibles.

Ciudadela de Rayen (Irán)

Cruce de caminos, meca de religiones más antiguas que el viento como el Zoroastrismo, veneración al octavo imán de los chiíes, abrazo al Patrimonio de la Humanidad con más de dieciséis lugares inscritos, hospitalidad por bandera, capacidad de levantarse del infierno y seguir sonriendo, paisajes de piedra imposibles y nieve donde nadie lo imaginaría, desiertos sobrehumanos… Irán es el viaje ideal, el viaje que todos y cada uno llevamos esperando toda la vida.

LA RUTA REALIZADA

La pregunta que nos hicimos nada más llegar al aeropuerto de Teherán fue… ¿por dónde empezamos el viaje a Irán? Tan sólo habíamos reservado, y con dificultad, el hotel de la primera noche en la capital, ya que llegábamos bien entrada la madrugada. Pero si algo teníamos muy claro era que la ruta la iba a dictar el destino y los instintos, que la improvisación era la clave de esta aventura en Irán. Definitivamente fue lo mejor que pudimos hacer porque el país del Medio Oriente permite mucho eso, improvisar, decidir sobre la marcha y muchas veces acertar. ¿Y si queríamos estar más días en un destino? ¿O lo contrario? ¿Y si alguien nos daba la pista de un lugar maravilloso del que jamás hubiésemos oído hablar? Esta es una premisa que trato de hacer cada vez más importante en los viajes que realizo, no planificar (que no significa no documentar o preparar, ya que con buena información aumentan las posibilidades de actuación).

Desde Teherán la decisión pasó por ir siempre hacia el sur. El noroeste era una alternativa en función de si íbamos a tener tiempo o no. Pero la prioridad era recorrer el centro y sudeste del país (además de ir a Mashhad, imprescindible), donde se hallaban muchas de las localizaciones que queríamos ver sí o sí. Las posibilidades eran muchas pero una vez decidimos ir hacia abajo, todo fue más fácil. El abanico de destinos se abrió enseguida y, de esa forma, una llegada nocturna a Qom después de pasar una jornada en Teherán en la que nos aclimatamos al genunino persian style fue el mejor abrelatas posible de un viaje extraordinario…

A continuación podéis ver el mapa de ruta por Irán con principio y final en Teherán:

Ruta realizada en el viaje a IránEl recorrido que hicimos en Irán fue (por este orden): Teherán, Qom, Kashan, Abyaneh, Natanz, Isfahán, Shiraz, Pasargadae, Naqsh-e Rostam, Naqsh-e Rajab, Perséposlis, Yazd, Meybod, Chak Chak, Kharanaq, Kerman, Bam, Rayen, Kaluts, Mashhad, Qazvin y Teherán

A mi juicio es una ruta bastante completa para un viaje a Irán de tres semanas, aunque obviamente nos dejamos muchísimas cosas. Debemos tener muy claro siempre que no se puede hacer todo. Y es que no se debe hacer todo. Es un país para el que hacen falta varios viajes para enterarse bien de algo, aunque el itinerario mostrado en el mapa algutina muchas de las vertientes que se pueden encontrar en tierras persas. Hablamos de tres semanas a un ritmo intenso pero no excesivamente veloz, ni mucho menos. Ciudades importantes como Isfahán, Shiraz, Yazd o Mashhad tuvieron un mínimo de dedicación de dos días. Sin olvidar a Kerman, que fue base para el sudeste iraní durante nada menos que cinco jornadas. Desde allí otros destinos mucho más pequeños eran realmente asequibles en excursiones de uno o dos días (Abyaneh, Natanz, Bam, Rayen, Persépolis, etc…)

Los lugares visitados en este viaje a Irán, y que iré desarrollando detalladamente en artículos/relatos posteriores, son los siguientes:

+ TEHERÁN: La capital es una de las formas de entrada/salida más recurrente en Irán. Con nueve millones de habitantes (más otros tantos en las áreas metropolitanas) hablamos de una enorme ratonera de tráfico y polución. Atravesar la ciudad de punta a punta en coche puede suponer un suplicio, aunque su ventaja está en la cantidad de posibilidades de transporte público y privado a cualquier lugar del país (dos aeropuertos, estaciones de bus y de tren, conductores de taxi o privados, etc..). Nosotros la utilizamos para irnos haciendo a las maneras persas y tengo que reconocer que me sorprendió bastante sentir el aperturismo que allí se palpa, sobre todo en la gente joven. Durante un día aprovechamos a visitar su gran bazar (bastante interesante), la mezquita del Imán Jomeini, que tampoco se le puede comparar con cualquiera de Isfahán, Shiraz, etc… y el Palacio de Golestán. Éste, incluído dentro del Patrimonio de la Humanidad, sirvió como suntuoso palacio de los monarcas de la dinastía Qajar (S. XVIII- principio del XX) y es una de las visitas más ineludibles de la ciudad. Realmente merece la pena pasear por sus jardines, disfrutar de sus edificios de azulejo y espejo y darse cuenta que uno está en un remanso de paz en mitad del caos.

Palacio del Golestán (Teherán)

Otra visita igualmente interesante fue la que nos llevó en metro hasta la antigua sede de la Embajada de Estados Unidos, la misma que fue asaltada en 1979 (si habéis visto la película de ARGO os sonará), suponiendo un vuelco radical en las relaciones con el país norteamericano y el inicio de la revolución de la revolución apoyado por Jomeini. Aún sobreviven graffitis antiamericanos y es uno de los símbolos del actual régimen de los ayatolás. Fue un viaje a la historia reciente de esa Persia que cambió de la noche a la mañana, de un ataque del que se siguen recogiendo semillas más de tres décadas después.

Muro de la Embajada americana en Irán

Desde Teherán partimos en vehículo con conductor hacia Qom. Son apenas dos horas de viaje en los que lo más difícil es dejar atrás los edificios de una de las ciudades más superpobladas del mundo.

+ QOM: A 125 kilómetros al sur de Teherán está el segundo lugar más sagrado para los musulmanes chiítas de Irán (el chiísmo es la rama del Islam mayoritaria en el país) dado que allí se encuentra la tumba de Fátima Ma’sumah, hermana de Imán Reza (el Octavo Imán, enterrado en Mashhad). El Mausoleo de Fátima es uno de los sitios a los que los musulmanes chiítas de distintos países islámicos del entorno llevan a cabo peregrinación. Esta ciudad santa es, además, del lugar en el que fue instruido el Ayatolá Jomeini, el Centro Mundial de Estudios Chiíes, por lo que hablamos de uno de los rincones más fervorosos y, por tanto, conservadores de toda la República Islámica de Irán.

Mausoleo de Fátima en Qom (Irán)

Accedimos de noche (y casi de incógnito) al Mausoleo de Fátima Ma’sumah y nos encontramos con un lugar formidable en la que la devoción se llevaba en silencio. Una cúpula de oro, la que protege de los cielos la tumba de la hermana de Imán Reza, ilumina toda la ciudad. Además de ser uno de los santuarios más bellos de todo el país, el ambiente formado por los peregrinos hizo que nos enamorásemos de las escenas que pudimos observar durante la noche y la mañana siguiente. No se puede acceder con cámaras fotográficas (que sí con teléfonos móviles) y, de hecho, los no musulmanes supuestamente no pueden llegar hasta la tumba de Fátima, pero con total discrección y mezclándonos con el gentío, nos acercamos hasta las rejas plateadas que protegen la última morada de este personaje sagrado y querido.

Mausoleo de Qom

Qom, junto a Mashhad, rebrota de religiosidad por los cuatro costados. Y si uno quiere conocer de cerca el chiísimo es un buen ejemplo de fervor espiritual. Sin hablar, por supuesto, de que monumentalmente hablando el Santuario alcanza las más altas cotas de espectacularidad. 100% recomendado para media jornada, aunque más aún si se puede ver de noche y de día.

+ KASHAN: Una ciudad encantadora que se encuentra a 230 km de Teherán y 113 km de Qom por el norte, y a 210 km de Isfahán por el sur. Un cruce de caminos realmente acertado dentro del viaje, una de esas paradas que hay que hacer sí o sí con tal de conocer Kashan, al menos, durante una jornada completa. Porque Kashan es un soplo de aire fresco que se cuela entre las primeras badgirs o torres de viento de adobe que vimos en Irán (son famosas, sobre todo, en Yazd) y goza de las tranquilidad y autenticidad de las ciudades pequeñas.

Kashan

Destaca su zoco, con uno de los caravasares a cubierto más bellos y sorprendentes del mundo, y algunas de las casas tradicionales en la era Qajar que construyeron como verdaderos palacios los mercaderes más acaudalados. Imprescindibles son, sobre todo, las casas Khan-e Boroujerdi y Khan-e Tabatatei, donde cada detalle es una delicia. Y conserva un hammam junto a ellas (fuera de uso, al igual que el 99% de los baños públicos en Irán) como el del Sultán Mir Ahmad que, con sus cinco siglos de antigüedad, te ofrece un baño de paz sólo con pasear por sus dependencias.

+ ABYANEH: Pueblo de adobe rojo arropado por el Monte Karkas, que supone una excursión perfecta desde Kashan que aprovechamos en un trayecto hacia Isfahán (combinándolo con Natanz). Un lugar en el que se habla un farsi tan antiguo que no se entiende fuera de allí, se siente el frescor de los lugares intocables que corren como los arroyuelos que se cuelan en el corazón de este enclave Patrimonio de la Humanidad. Si perderse por las callejuelas y observar las escenas coloridas es una maravilla, no debe faltar nunca subir hasta las ruinas de lo que parece un castillo para observar Abyaneh en toda su plenitud. (Una postal de Abyaneh, corazón de adobe en el Irán más rural).

Abyaneh

+ NATANZ: A pesar de que nos advirtieron que la zona estaba convulsa por la presencia de plantas nucleares en la zona (se ven desde el coche protegidas por tanques) y la reserva de policía y ejército a tomar fotografías por allí, nos encontramos una ciudad realmente tranquila y acogedora con el visitante. Tiene una parada corta si se viene desde Isfahán o Kashan, que suele utilizarse para conocer de cerca el complejo unido de Mezquita del viernes y tumba de Abd al Samad, un místico sufí que vivió hace mil años. Es una de esas construcciones cónicas que le dieron los persas a algunos mausoleos en el que, además, merece la pena disfrutar de los detalles de la puerta principal y el trabajo magistal que conllevan las mucarnas (mocárabes, que son como estalactitas hechas de azulejo) que la adornan con toda pomposidad.

Natanz (Irán)

+ ISFAHÁN: Lo que Estambul a Turquía o Samarkanda a Uzbekistán eso es Isfahán en Irán, que probablemente pueda definir como la ciudad más hermosa del país (y la que más gusta a todo el que la visita). Cuando Shah Abbas I la convirtió en su capital en pleno siglo XVI reunió a los mejores arquitectos y artesanos de Persia y de otros países asiáticos para realizar una serie de construcciones acorde a un reinado que quería postularse como uno de los más ricos del mundo. Nació entonces Naqsh-e Jahan, LA PLAZA de Isfahán, sólo superada en tamaño por Tiananmen, en Pekín, y con tantos atractivos que parece una ciudad en sí misma. En un vasto rectángulo rodeado en sus cuatro costados por un excelso zoco de artesanía surge refulgente y azul la Mezquita del Shah, en la cual nos pudimos subir furtivamente a uno de sus minaretes, o la Mezquita del Jeque Loftollah, sin patio ni alminares elevados pero con el interior más precioso de todo Irán y, si me apresuro, de todo el Medio Oriente. Sin olvidarnos del Palacio de Ali Qapu, que aunque casi siempre va con su andamiaje por fuera, cuenta con unas pinturas y unos techos pintados de forma magistral.

Plaza del Imán en Isfahán (Irán)

Pero Isfahán es mucho más que su plaza, ya que uno puede recorrer kilómetros de galerías de un bazar que no tiene final (y que es el lugar más recomendado para hacer compras en el país). En un extremo la Mezquita del viernes nos cuenta una construcción que duró más de 800 años y que para muchos está entre las obras cumbres del Arte Isámico. Más alejados se encuentran el Palacio de las 40 columnas (Chetel Sotun), el barrio armenio de Jolfa (que menuda catedral tiene) o unos puentes que surcan el río Zayandeh convertidos en verdaderos castillos de cuento (sobre todo Pol-e Khaju o Pol-e Si-o-Seh, con 33 arcos y casi 300 metros de longitud).

Puerta de una mezquita de Isfahán (Irán)

Isfahán la disfrutamos lentamente mezclándola con el aroma de los kalyam (pipas de agua o shishas), el trasiego de las tiendas de artesanos del Siglo XVI vivos en el XXI y la belleza intrínseca de una joya urbanística que merece se le dediquen más días que a ninguna otra en el país.

+ SHIRAZ: Cuna y sepultura de grandes poetas como Hafez y Saadi, la que también fuera capital del país de los persas es otra de las paradas obligadas en todo viaje a Irán. Nosotros lo hicimos desde Isfahán y pasamos dos días completos en esta ciudad que se abre a cada minuto como una caja llena de sorpresas. Porque, a priori, no parece una ciudad tan homogénea como pueda serlo Isfahán o incluso Yazd (debido a la voracidad de los terremotos y el descuido posterior), pero cuenta con lugares absolutamente asombrosos que uno va encontrándose poco a poco. Como por ejemplo el mausoleo sagrado Shāh Chérāgh, en el que se puede vivir un aperitivo del fervor religioso de sitios como Qom o Mashhad, con unas cúpulas completamente diferentes a otras vistas en Irán. Aunque lo mejor es pasear por el bazar Vakil para terminar en la mezquita del mismo nombre, que sorprende tanto en sus iwanes de azulejo florido como en su vastísima sala de columnas con un mihrab maravilloso. La tumba de Hafez es un icono para los iraníes (al igual que la de Saadi, pero esta última no merece la pena a no ser que se tenga un enorme interés) y la ciudadela con sus murallas y torreones en mitad de la ciudad, son parte de la seña de identidad de Shiraz.

Mausoleo de Shiraz (Irán)

La mayoría utiliza Shiraz, no sólo para conocerla en profundidad, sino también para que sea la base de otro viaje miles de años atrás. Y es que desde allí salen todas las rutas posibles a las ruinas aqueménidas de Persépolis, Naqsh-e Rostam, Naqsh-e Rajab o Pasargadae (excursión de un día, que nosotros comenzamos en Shiraz y terminamos llegando a dormir a Yazd).

+ PASARGADAE: Aunque del antiguo Palacio de Ciro el Grande no queda prácticamente nada, uno puede ponerse delante de la tumba del monarca más importante del Imperio Aqueménida. Su lejanía (2 horas desde Shiraz y a 1 de Persépolis) hace que merezca la pena sólo para los muy muy aficionados a la arqueología y a la historia persa, ya que salvo la tumba de Ciro no quedan más que ruinas difícilmente interpretables que son menos que la huella de una mosca si las comparamos con las de Persépolis.

Pasargadae

+ PERSÉPOLIS: La razón por la que cualquiera podría tener a Irán como destino viajero predilecto. Arqueología pura y grandeza de una ciudad destinada a albergar los festejos más importantes del Imperio Aqueménida (Now Ruz) en la que dignatarios venidos de estas y otras latitudes quedasen asombrosos de la magnificencia persa. 2500 años después de su construcción sigue dejando con la boca abierta a los forasteros, que nos encontramos grandes caballos de piedra, miles de personas esculpidas en primorosos bajorrelieves y tumbas excelsas en la falda de la montaña. El momento de entrar por la Puerta de las Naciones flanqueados por toros alados es poesía pura, ver tragarse el Sol por el mismo lado en un atardecer, simplemente un sueño.

Persépolis

+ NAQSH-E ROSTAM: Cuatro tumbas esculpidas sobre las paredes de una montaña que recuerdan muchísimo a las que se pueden encontrar en la ciudad nabatea de Petra (Jordania), aunque sin apenas turistas y una preciosa colección de bajorrelieves adosados a la roca. Aquí yacen (o yacieron) los reyes Darío I El Grande, Darío II, Jerjes I y Ataerxes I. Para mí fue una de las mejores sorpresas de Irán, un rinconcito de ensueño que nos hace recordar el por qué muchos somos viajeros. Y muy cerca de Perséposis y la vecina Naqsh-e Rajab.

Naqsh-e Rostam (Irán)

Leer Naqsh-e Rostam, la pequeña Petra de Irán

+ NAQSH-E RAJAB: A 1 kilómetro de Naqsh-e Rostam uno puede seguir admirando la maestría del arte persa de hace más de dos mil años por medio de unos bajorrelieves alucinantes encontrados en la montaña. Fue una visita pequeña (5 ó 10 minutos) que hicimos camino de Persépolis, con las que complementar la ruta arqueológica de aquel día.

+ YAZD: Un laberinto de adobe color desierto permite que los viajeros se pierdan en la ciudad que probablemente más enamore de Irán. Porque sus callejuelas estrechas y homogéneas con paredes de barro son lo que muchos venimos buscando de este país. Conocida por su presencia infinita de badgirs o torres de viento, Yazd posee más secretos de los que cualquiera podría imaginarse. Una de nuestras aficiones en Yadz consistía en subirnos a los tejados y perdernos entre cúpulas para ver caer el Sol. Desde allí la ciudad es otra, se advierten minaretes vestidos de azul como los de la Mezquita del viernes, las montañas áridas al fondo y, con suerte, el canto del almuecín golpeando esquinas y recovecos. Otro monumento imprescindible de Yazd es el Complejo timúrida Amir Chakhmaq, que servía para todo (escuela, mezquita, mercado, etc.). Muy cerca (en la reserva de agua) vimos entrenar a distintos aficionados a la lucha persa (Zurkhaneh).

Yazd (Irán)

Además de las Torres del Silencio en que los feligreses del zoroastrismo dejaban sus cadáveres a expensas de los buitres, se puede hacer desde Yazd una excursión a tres lugares muy recomendables a través de agencia o, mucho más barato, contratando a un conductor local: Meybod, Chak Chak y Kharanaq.

Torre del silencio en Yazd

+ MEYBOD: A 45 minutos de Yazd se dibuja una de las ciudades del desierto más fascinantes del país. Desde lo alto de una fortaleza cuya antiguedad ronda los 2000 años (Castillo Narin) se aprecia una ciudad que se asemeja en parte a Yazd, pero muchísimo más pequeña y tranquila. Se suele hacer en una excursión de un día combinada con Chak Chak y Kharanaq y, además del castillo, conviene no perderse un depósito en el que se almacenaba hielo (en pleno desierto) y un caravasar restaurado con bastante encanto.

Meybod (Irán)

+ CHAK CHAK: Es La Meca del Zoroastrismo, religión monoteísta más antiguo del mundo y de origen persa, en el país. Una cueva de la que cae agua en mitad de rocas desérticas fue la salvación de una princesa hace muchos siglos. Todos los años muchos de los zoroástricos que quedan en el mundo (sobre todo en Irán o India) se dirigen a su santuario en el que hay un fuego que jamás se apaga. Visualmente no es llamativo, pero sí pensar en que se está en el lugar más importante de una religión antiquísimamente pero que sigue viva. Y el camino de carreteras serprenteantes y montañas en pleno desierto hace que merezca la pena el viaje (a 30 minutos de Meybod aproximadamente).

Chak Chak

+ KHARANAQ: Una ciudad milenaria a 70 km de Yazd hecha entera de adobe y totalmente abandonada fue suficiente motivo para dejarnos caer por allí. Dentro de un paisaje de película se encuentra este lugar fascinante en el que pudimos entrar a casas viejas o subirnos al minarete de una mezquita de la era Qajar. Absolutamente vacío, sin un solo turista visitándola. Y muy cerca un caravasar restaurado en el que nos enteramos se podía pasar la noche (aunque casi nadie lo conoce). Kharanaq fue una de las mejores sorpresas de nuestro viaje a Irán.

Kharanaq (Irán)

+ CARAVASAR ZEIN-O-DIN: A 60 kilómetros al este de Yazd o, lo que es lo mismo, dos jornadas a camello, se encuentra uno de los pocos caravasares (o caravanserais) circulares de toda la ruta de la seda. Fue una parada de pocos minutos cuando íbamos hacia Kermán (y antes Meymand), ya que nos pareció realmente interesante. Actualmente es un hotel con unas tarifas que superan los 30€/persona la noche, pero estamos convencidos que hubiera merecido la pena hospedarse allí. Ya sea por los cielos estrellados que se deben ver desde el tejado y vivir un pedacito de la historia de las rutas comerciales en Asia, nos hubiera encantado disfrutar más tiempo de él.

Caravasar Zein-o-din

+ MEYMAND: Una pequeña Capadocia en la que se sabe que vive gente desde hace 12.000 años. A mitad de camino (aunque con un largo desvío de por medio) entre Yazd y Kerman se encuentra este pueblo en el que la mayor parte de sus habitantes viven en cuevas. La montaña está agujereada para el aprovechamiento de viviendas, almacenes e incluso templos religiosos. Sin duda la aldea troglodita de Meymand fue una parada interesante en la que tuvimos tiempo de tomar un té calentito en la casa de una señora que nos invitó a pasar a su cueva. Si se va con tiempo de sobra es un buen sitio para conocer, pero quizás el apodo de Capadocia persa le quede demasiado grande si lo comparamos con la turca.

Meymand (Irán)

+ KERMAN: Nuestra base para explorar el sudeste iraní durante cinco días fue Kerman, la misma que Marco Polo en sus escritos llamara Chermán. Y es que esta ciudad era una de las paradas obligadas en la Ruta de la Seda puesto que servía como perfecto nudo de comunicaciones con el subcontinente indio. Monumentalmente hablando no es un primor y su mayor interés está en el corazón de su bazar, una placita encantadora conocida como Ganj Ali Khan. Este nombre se repite en el zoco, en uno de los hammams más bellos de Irán (convertido en museo pero merece la pena), una mezquita y hasta un caravasar desvencijado que cuando fuimos lo estaban arreglando. Todo está muy cerca y se puede visitar en una mañana junto a la Mezquita del viernes (muy modesta comparada con la de otras ciudades), la del Imán (más interesante) o un descuidado mausoleo en el que está enterrado Moshtaq Ali Shah, un místico sufí. Aunque, lo más recomendable es perderse por las galerías del bazar y buscar alguna de las casas de té que se hicieron en los baños públicos que se cerraron. Que nadie espere encontrar nada de artesanía aquí. Kerman no es un lugar para hacer compras…

Kerman (Irán)

El casco histórico propiamente dicho está próximo a Shohada Square, mientras que la zona de los hoteles (que tampoco es que sean tantos) es Azadi Square, a dos kilómetros de allí que suponen 40.000 riales de taxi, aprox 1€. Buscarlos fuera de allí es complicado, a no ser que haya que irse mucho más lejos.

Desde Kerman hicimos las excursiones de un día a Bam y Rayen y otro Mahan y los Kaluts, pasando la noche en estos últimos. Esta zona es realmente recomendable.

+ BAM: Las primeras palabras que pronuncié nada más llegar a esta ciudadela de barro milenaria que fue derruída por un terremoto en 2003 fue ¡Bam sigue viva! Y es que ese era uno de los miedos que tenía con respecto a una ciudad Patrimonio de la Humanidad que se vino abajo por algo que en farsi se denomina «zelzele», que no quedara absolutamente nada de ella. Con apenas un 10% de lo que fue en pie es un lugar de los que impresionan, que se traduce en grandeza y mística sólo tangible por el romanticismo de los viajeros. Después de lo sucedido hace una década, al que fuera el sitio más visitado y admirado de Irán llegan muy pocas personas cada día. En nuestro caso estuvimos solos en Bam la mayor parte del tiempo. Está a 2 horas en coche desde Kerman, se puede combinar con Rayen y/o Mahan en un mismo día y, que no le quepa a nadie ninguna duda, ¡MERECE LA PENA! Aunque os digan lo contrario, creedme, es realmente impresionante.

Fotografías de la ciudadela de Bam una década después del terremoto

Foto de Bam (Irán)

+ RAYEN: Esta ciudadela fue levantada por el Gobernador de Bam con objeto de convertirla en residencia veraniega para su familia y toda su corte durante los veranos, ya que se encuentra próxima a las montañas y el clima es más fresco. Cuando el terremoto de 2003 devastó Bam, milagrosamente Rayen no se vio apenas afectada, por lo que resurgió para convertirse en una firme alternativa a ésta «turísticamente hablando». Aunque sus dimensiones no tengan absolutamente nada que ver con su hermana mayor, sirve para que los visitantes se hagan a la idea de cómo era Bam antes de ser sacudida por el terremoto. Está exactamente a medio camino entre ésta y Kerman (a 1 hora de ambas en coche). Durante los inviernos y gran parte de la primavera las montañas aledañas suelen estar completamente nevadas, por lo que las fotos pueden ser fabulosas.

Ciudadela de Rayen (Irán)

+ MAHAN: A 35 kilómetros de Kerman se encuentra una de las visitas más recomendables en todo el sudeste de Irán. Es una ciudad pequeña con dos grandes joyas. Por un lado Mahan cuenta con la preciosa tumba de Shah Nematollah Vali, un místico sufí fundador de una orden derviche en el Siglo XV y, por el otro, un impresionante y frondoso jardín persa (Bagh-e Shahzde)  que contrasta con el entorno árido que lo rodea. Pero, sobre todo, me quedo con el mausoleo de Shah Nematollah Vali, del que tuve la suerte de subir con mi amigo Isaac a uno de los minaretes para poder disfrutar de la que, a mi juicio, es la cúpula azul más hermosa de todo Irán.

Cúpula de Mahan (Irán)

La visita a Mahan la combinamos con la de los Kaluts, en el desierto de Lut.

+ KALUTS: Persia posee dos grandes desiertos, Dasht-e Khavir y Dasht-e Lut. Dentro de este último, a menos de dos horas de Kerman, nace un alucinante capricho geológico de cientos de kilómetros conocido como Kaluts, que en lengua baluchi (no olvidemos que estamos en la región histórica del Baluchistán, que se mete en Afganistán y Pakistán) significa «colinas». Distintas estructuras de barro nacidas de la erosión y la más pura casualidad forman en esta zona una especie de Monument Valley que absorbe los colores del Sol para pintar todo a su antojo cada minuto que pasa. Lo mejor no sólo fue llegar a los Kaluts y recorrerlos en un viejo Land Rover amarillo. Lo mejor fue despertar en los Kaluts tras pasar la noche en una tienda de campaña y resistir una pequeña tormenta de arena (e incluso, paradójicamente, varios minutos de lluvia).

Kaluts

Los Kaluts son el Marte iraní, sobre todo cuando llega el atardecer. Un desierto diferente que se puede disfrutar (y descubrir) totalmente a solas. De lo mejor de todo el viaje, sin duda alguna.

+ MASHHAD: Una noche en autobús nos hizo pasar de acostarnos en el sudeste del país a levantarnos en el extremo nordeste. Mashhad es la ciudad más santa y sagrada de Irán, la Meca del chiísimo en Persia, ya que aquí se encuentra enterrado Imán Reza (el octavo Imán) que fue envenenado por un rey. Millones de peregrinos chiíes llegan cada año a esta ciudad de casi dos millones y medios de habitantes que rodean el Haram-e Razavi, que es como se conoce a este importantísimo santuario islámico. El complejo de Imán Reza en Mashhad es historia viva, la fe que hace llorar a las personas por sólo tocar una tumba, por no hablar de que arquitectónica y artísticamente hablando este inmenso mausoleo es una maravilla. Si emociona la cúpula y los minaretes de oro, entrar junto a miles de personas devotas y contemplar su sentimiento es algo que supera cualquier expectativa y que tiene más que ver con un viaje al corazón de la gente.

Mausoleo de Mashhad (Irán)

Leer artículo «Fervor, lágrimas y oro en Mashhad»

+ QAZVIN: Nunca estuvo en mente que formara parte de nuestra ruta, pero una serie de decisiones, de errores y, sobre todo, un atasco monumental que nos dejó prácticamente tirados camino al Caspio, hicieron que Qazvin fuese la última parada del viaje por Irán. Esta fue capital persa durante la dinastía safávida hasta que Shah Abbas I trasladó la corte a una nueva y reluciente Isfahán. Una ciudad pequeña y encantadora a dos horas al noroeste de Teherán que, no sólo sirve como base al Valle de Alamut, sino también que es un verdadero soplo de aire fresco que tanto a Isaac como a mí nos vino muy bien.

Qazvin (Irán)

Tiene un buen número de visitas recomendables, bastante asequibles en un sólo día, con una Mezquita del viernes interesante, la Mezquita de Nabi Shah aún mejor, varias cisternas de agua y el Mausoleo de un hijo de Imán Reza llamado Hussein por el que merece mucho la pena pasarse. Pero lo mejor es descubrir por sí solos (y a pie) esos retazos safávidas que se conservan en una ciudad, repito, muy desconocida en general para la importancia que tiene. Desde aquí salimos la última noche al Aeropuerto de Teherán. Sea decisión o casualidad, nuestra experiencia en Qazvin fue muy buena.

LO + Y LO – DEL VIAJE

Un viaje tiene de todo. A veces unas cosas nos encantan mientras que otras nos causan cierto desagrado. Porque un viaje de perfecciones es sumamente aburrido, aquí va lo mejor y lo peor de nuestro viaje a Irán.

Lo + del viaje a Irán

– La gente es tan de verdad que he vuelto enamorado del corazón persa. Pocos lugares del mundo cuentan con personas tan auténticas, hospitalarias y desprendidas.

Con la gente de Bam (Irán)

– Pasar la noche y recorrer en un viejo 4×4 la zona conocida como Kaluts, dentro del Desierto de Lut. Es como el Monument Valley pero no anuncian tabaco, películas del oeste y muy poca gente conoce que Irán tiene su Planeta Marte particular.

– Entrar a lugares religiosos de suma importancia (sagrados muchos de ellos) y sentirnos bienvenidos en todo momento. Poder observar de cerca el fervor de un pueblo tan religioso sin que nadie ponga sobre tí miradas hostiles es, sin duda, un punto muy a favor de Irán. No he encontrado el concepto de «infiel» en ninguna parte.

– En Irán se viaja sumamente fácil. La libertad de movimientos es total y es muy sencillo entenderse para llegar a prácticamente cualquier lugar. Contratar un coche con conductor para hacer una ruta es una opción excelente y muy pero que muy económica.

– Las infraestructuras del país son sorprendentemente buenas. Cuenta con carreteras muy bien mantenidas e iluminadas por la noche, autobuses magníficos en los que poder viajar bien estirado por las noches (los VIP), numerosas compañías aéreas locales con precios de risa y una gran cantidad de hoteles con unos buenos estándares de calidad.

– Encontrar escaleras que nos llevaran a escondidas a las alturas de ciudades como Isfahán o Yazd, donde terminábamos recorriendo los tejados como si fuésemos dos gatos persas.

– Emocionarnos con la ciudad de Bam, a la que prácticamente nadie va desde el terremoto sufrido en 2003 que la tiró abajo. Aunque no es la sombra de lo que fue, está más viva que nunca y sigue impactando a quien la visita. Merece mucho la pena el esfuerzo de llegar hasta ella. Y para complementar y comprender cómo debía ser antes, tuvimos a la ciudadela de Rayen como escusa cercana.

Isaac y yo en Bam (Irán)

– Las tumbas de Darío I, Darío II, Xerxes y Ataerxes en Naqsh-e Rostam fueron un precioso e inesperado recuerdo de Petra. Todo el mundo habla de Persépolis, que queda muy cerca, pero ojo a esta plazoleta de tumbas reales escavadas en la montaña, que son de aúpa.

– Hallar de forma inesperada uno de los caravasares más hermosos de Irán en el corazón del zoco de Kashan. Un caravasar cubierto que era en sí todo un monumento.

En un caravasar de Kashan

– Entrar por la noche al Mausoleo de Fátima que hay en Qom y no poder articular una sola palabra. Una auténtica maravilla. De lo mejor del viaje.

– Descubrir por pura casualidad (equivocándonos de dirección) uno de los pocos hammams que se encuentran en uso actualmente. Fue en Qazvin y no nos esperábamos que ese sería uno de los colofones del viaje.

– Fumar en pipa de agua (allí conocidas como Kalyam) junto a un buen té se convirtió en la mejor manera de rubricar cada jornada en Irán. Un auténtico placer….

Fumando pipa de agua en Irán

– Pasear por la ciudad fantasma de Kharanaq, no muy lejos de Yadz. No me esperaba encontrar un lugar así. Y cuántas ganas nos dieron de pasar la noche en una de sus casas abandonadas…

Lo – del viaje a Irán

– Resulta muy complicado ver la situación de la mujer iraní que se ve obligada a cubrirse el pelo y, en ocasiones, a llevar una enorme sábana negra que cubra su piel. Tampoco me gusta ver siempre esa separación entre hombres y mujeres en espacios públicos. Aunque poco a poco la gente joven, sobre todo de las ciudades, están cambiando esta visión casi fantasmagórica. En la juventud está un mañana mucho más colorido.

Maniquíes en Irán

– Reconozco que la comida iraní no me ha cautivado. Y eso que hemos encontrado quien nos enseñara ese «más allá» que apenas se encuentra en las casas y muy poquitos restaurantes. Pero el 99% de los menús cuentan con sota, caballo y rey. Casi diría que únicamente con la sota, que es el kebab con un arroz muy poco sabroso. Además los menús sólo están en farsi, por lo que es aún más difícil encontrar algo nuevo si lo hubiera. Lo mejor es que muchas veces te dejan entrar a la cocina a husmear…

Leyendo un menú en Irán

– La conducción temeraria es ley de vida en Irán y puede llegar a poner un poco nervioso ir en dirección contraria, saltarse todas las normas de circulación habidas y por haber y que el peatón tenga todas las de perder en cualquier ciudad. Todo lo amables que son los persas a pie lo pierden yendo sobre cuatro ruedas en esa jungla que tienen por asfalto.

– No me acostumbro, por mucho que quiera, a los váteres a la turca consistentes en un agujero en un suelo mojado y mugriento. Aunque por fortuna ya hay bastantes lugares con váteres occidentales.

Váter típico iraní

– Hay andamios por todas partes, muchas en monumentos. Dicen que en Irán hay obras que llevan tanto tiempo que fueron iniciadas por el mismísimo Ciro el Grande y no las han logrado terminar aún. Por no hablar del pésimo gusto con el que dejan al aire luces, farolas y demás decoración que poco o nada tiene que ver con la que nos obsequiaron sus antepasados.

– Irán tiene una industria de artesanía colosal, pero muy enfocada a Isfahán y, en menor medida, a Shiraz. En el resto de destinos es mucho más complicado encontrar bazares en los que comprar algo que merezca la pena. Haber pensado de forma equívoca que tras Isfahán encontraríamos las mismas cosas en otros destinos ha hecho que me traiga de vuelta muy pocos recuerdos del país.

– Ver en todas partes la cara de muy mala uva que tenía el Ayatolá Jomeini no es precisamente algo que agrade demasiado.

El rosto vigilante del Ayatolá

– La censura en internet, que te hace vértelas y deseártelas para usar herramientas web tan comunes como Twitter, Facebook, Youtube, Flickr… Por fortuna hecha la ley hecha la trampa. Hay quien controla ese mundo de VPNs por las que poder navegar libremente.

– Conseguir el visado de Irán fue uno de los mayores tormentos del viaje, sino el que más. Es lento, tienden a equivocarse y es que la burocracia y las mafias con que se manejan impunemente las embajadas permiten estas cosas.

IMPRESCINDIBLE UN BUEN SEGURO DE VIAJE

Para solicitar el visado iraní es imprescindible presentar un seguro de viajes que tenga cobertura en este país. En mi caso para viajar utilizo el Seguro de viajes de IATI porque me parece que cuenta con una cobertura superior a la media, te adelantan el dinero si sucede algún problema y ofrecen un trato personalizado. Los lectores de este blog pueden contratar el Seguro de viajes de IATI que mejor se adecué a lo que están buscando con un 5% de descuento (que se aplica de forma directa entrando por este enlace).

RELATOS, ARTÍCULOS Y POSTALES DE IRÁN

En directo y, por tanto, en caliente, fui escribiendo pequeñas notas que llamé «postales» con las que compartir in situ primeras impresiones y emociones. Poco a poco serán muchas más las cosas que iré compartiendo sobre este viaje a Irán que tengo en mi corazón como uno de los mejores que he hecho nunca. A medida que vayan apareciendo reportajes nuevos los incluiré aquí…

+ 10 cúpulas maravillosas de Irán

+ Naqsh-e Rostam, la pequeña Petra de Irán

+ Fervor, lágrimas y oro en Mashhad

+ La aldea troglodita de Meymand, pequeña Capadocia iraní

+ Fotografías de la ciudadela de Bam una década después del terremoto

+ La joven que dibujaba Isfahán

+ Kharanaq, ciudad fantasma en el corazón de Irán

+ 50 consejos útiles para tu viaje a Irán

+ Los muros de la ex Embajada de Estados Unidos en Irán

+ Cómo moverse en Irán

+ El alojamiento en el país

+ Última carta desde el Eje del bien

+ Postales de los Kaluts, el Marte iraní

+ ¡Bam sigue viva!

+ Como dos gatos persas sobre los tejados de Yazd

+ Una postal de la legendaria Persépolis

+ Una postal del mausoleo Shāh Chérāgh de Shiraz

+ Postal de equipo desde la Plaza del Imán de Isfahán

+ Una postal furtiva desde un minarete de Isfahán

+ Una postal de Abyaneh, corazón de adobe en el Irán más rural

+ Una postal de una noche mágica en Qom

+ Me marcho de viaje por los senderos milenarios de Irán

SI  QUERÉIS SABER MÁS SOBRE IRÁN LA GUÍA NO ACABA AQUÍ…

Si habéis llegado hasta aquí es que os interesa mucho Irán, ¿no es así? Probablemente incluso estéis pensando hacer la mochila e iros a disfrutar de Persia más pronto que tarde. Después de haber desgranado por completo la ruta os emplazo las siguientes partes de la guía, en las cuales indagaremos en cuestiones prácticas importantes para viajar al país.

+ GUÍA PRÁCTICA DEL VIAJE A IRÁN II: EL ALOJAMIENTO EN EL PAÍS

+ GUÍA PRÁCTICA DEL VIAJE A IRÁN III: MEDIOS DE TRANSPORTE

+ 50 CONSEJOS ÚTILES PARA VIAJAR A IRÁN 

Un destino como pocos o, más bien, como ninguno. Así es Irán…

Sele

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